Partida Rol por web

Tres semanas recorriendo la ruta, y ya es Diciembre. Vuestro propósito, cuando os conocísteis por pura casualidad en aquel punto de información turística de Lisboa y concretar la ruta juntos definitivamente, no era sino llegar a la ciudad santa de Compostela antes del día treinta de diciembre. Grandísimos tramos habéis recorrido al día y a paso raudo, por lo que, calculando muy rápidamente, podría decirse que podríais marcar un buen récord en lo que es el recorrido de la costa de Portugal.

Ahora mismo estáis al norte de Oporto (dejado atrás hace unos días), caminando ya rumbo a Tui (localidad gallega de la frontera). Según vuestras expectativas, una vez en tierras pontevedresas, la llegada al final del camino habrá de ser más fácil seguramente, pues los caminos están mejor acondicionados. Cómo no, nubarrones no muy esperanzadores amenazan lluvias, tormentas y casi todo lo que podría imaginarse. Es probable (y muy probable) que en los próximas horas llueva. Sin embargo, Cristovao siempre le pone al mal tiempo buena cara.

Al menos el calor no nos deshidratará; estaba ya un poco agobiado de que no nos cayera un poquitín de agua desde hacía tantos días... -decía Cristovao mientras movía su bastón de viajero-. Eso que ganamos.

Roberto seguia andando contemplando todo el paisaje. Aquella zona le maravillaba, muy distinta a su Madrid natal.

- Si, pero seria bueno encontrar refugio antes de que le de a la naturaleza por bañarnos ¿No? -le contesta con una de sus encantadoras sonrisas.

Pues si- añade Sonia mientras observa con mala cara los nubarrones que aparecen en el cielo- la idea de calarme hasta los huesos no me agrada. Quizás por esta ruta podamos encontrar algún albergue o pueblecito donde podamos pasar el día hasta que mejore algo el tiempo

Atrás quedaba ya las vistas de Oporto, hace unos días habíamos estado allí y disfrutamos de la comida típica, bacalao y unos francisquiñas típicas de allí. De las ciudades más bonitas que había pisado en mis años de viaje.

Después de vagar un poco en los pensamientos, me dirijo hacía Sonia y Roberto. - Venga que seguro que encontramos algo para taparnos, y sino siempre hay algún árbol cerca para resguardarnos del chapuzón.

Si, a ver si podemos encontrar algún lugar para descansar... -entonces Cristovao sacó el mapa de la región, lo desdobló y comenzó a pasar su dedo sobre el mismo-. Cerca de aquí hay un río, el Coura, pero y los pequeños pueblos de esta zona están algo dispersos... Lo mejor será continuar lo máximo posible antes de que nos llueve, ¿no creéis?

Los nubarrones estaban frente vosotros, en las alturas, exhibiendo su capacidad de lluvia y tormenta en vuestra propia cara. Durante la marcha por el camino peregrino a través de una zona con gran humedad, pronto llegaríais a un tramo del río Coura, con el cauce crecido hasta el máximo. Mientras os acercábais, veíais que el río arrastraba una fuerte y, ciertamente y a los ojos de cualquiera, parecía una peligrosa corriente.

¡Vamos por el puente, chicos!, está allí mismo -Cristova elevó el brazo y señaló con el dedo mientras íbais hasta un puentecito antiguo de unos cuatro metros que atravesaba el río-.

Sin embargo, una vez que os acercásteis a éste, vísteis que su pretil y su parapeto estaban reventados por la fuerza del
agua; seguramente la corriente se los había llevado en su tremendo cauce, quedando el puente partido por la mitad... Parece imposible atravesar dicho paso.

Está destruido por la fuerza del agua... -apuntó el peregrino portugués-.

Sonia ve con mala cara el puente derruido. La corriente era realmente potente para haber logrado tirar aquella estructura. 

Bueno, creo que aquí acaba nuestro avance- mira hacia Cristovao- mira en tu mapa haber si hay algún otro sitio que pueda servirnos de refugio. Hoy no vamos a poder avanzar mucho mas.

Estábamos buscando un lugar para descansar, y la verdad que en los últimos días había llovido bastante en la zona, pero jamás pensé que esas crecidas iban a provocar la rotura de un puente. Mi cara cambia al ver el estado del puente y miro a Cristovao.

- Jamás pensé que las lluvias de los últimos días podían provocar esto. Dije señalando con ambas manos el camino cortado. Déjame el mapa y veamos a ver si existe otro camino o sino un sitio para resguardarnos.

Con su buen humor caracteristico, la vision del punte destrozado no amilano a Roberto.

- Bueno, siempre nos queda ponernos el traje de buzos y dormir bajo la lluvia. Jejejeje

Se acerca a Antonio y mira el mapa.

Cristovao extendió el mapa y se lo entregó a Antonio para que lo observara, y entonces se acercaron Roberto y Sonia a vislumbrarlo.

¿Véis? Estamos aquí -y su dedo mostraba el único punto para cruzar el Coura en muchos kilómetros a la redonda-. ¿Sabéis? Cuando aún no se habían hecho los últimos desvíos de la ruta Portuguesa oficial, crucé por una zona cercana, al éste de aquí -os señaló repasando con el dedo desviándolo a oriente-. No comencé en Lisboa como nosotros, sino en Oporto. Creo que para continuar lo mejor es dar un rodeo y buscar una de las zonas donde el rio se estrecha y es posible cruzarlo de un salto. Hay varios puntos de esos, como ya digo, al éste de aquí. Creo que es la única opción.

Y entonces, sopesando bien la situación, la mejor opción de cuantas pudieran plantearse era precisamente aquella, desviarse siguiendo el cauce del Coura. Durante de más de media hora estuvísteis caminando rio arriba, sin perderlo de vista, y hacer numerosas paradas no era una opción, puesto que si las nubes descargaban, no pararía de llover y tronar, seguramente, en varios días.

¡¡Aaaaah!! -Cristovao, que iba en la vanguardia de la marcha, dio un grito, se apoyó en una peña del camino y rápidamente se llevó sus manos a su tobillo derecho-. ¡Mi pie! ¡Mi tobillo! -matizó-... ¡¡AUUUGHH!! -le dolía bastante, y su expresión denotaba ese gran dolor-. Creo que... me lo he doblado... ¡mierda!

Lo curioso es que era ya por la tarde, y ésta estaba ya bien entrada, por lo que anochecería pronto, ¡y aún no habíais encontrado un lugar por donde cruzar!

Sonio se acercó a su compañero con cara preocupada. Observó su tobillo para comprobar su estado. Estaba claro que así no podía continuar.

Chicos, Cristovao no va a poder continuar así. Dejadme que mire el mapa para encontrar un sitio para pasar la noche- sacó su propio mapa esperando encontrar algo que pudiera estar cercar para ir.

Era normal, siempre que algo puede ir peor, va a peor, y era lo que había pasado, después de dar un largo rodeo, a nuestro acompañante se le torció el tobillo. Enseguida se sentó en el suelo y se escuchaban sus lamentaciones.

Me acerqué a él, e intenté ver como estaba su tobillo.
- ¿Te duele mucho? Lo más seguro que sea una esguince. Lo peor era que si le dolía ahora que estaba en caliente, cuando se enfriara el dolor podía ser insoportable.

Mientras Sonia sacaba su mapa y comenzaba a estudiarlo, Antonio echó un vistazo al pie, y efectivamente, determinó que se trataba de un esguince (aquel diagnóstico era correcto). Justo entonces, mientras aún estaba apoyado en una peña, Cristovao señaló tras vuestras espaldas.

¡Mirad! -dijo Cristovao, señalando en algún punto entre la maleza del campo-. Allí hay algo... Es... ¡una casa! ¿No lo veís?

Mirásteis hacia la dirección señalada, y os tuvísteis que agachar un poco para observar desde el radio de vision del portugués un poco más bajo que el vuestro) que a unos cincuenta o cien metros había una especie de casa.

Chicos..., hemos de ir alli -entonces Cristovao miró al cielo y comprobó las numerosas nubes grises casi negras que os acechaban desde las alturas, ¡parecía estar a punto de descargar! Además, la noche caería en no muchos minutos-. ¡Ayudadme a levantarme, por favor! -pidió el peregrino alzando sus manos hacia delante-.

Antonio, Roberto, vosotros cogedle, yo voy abriendo camino- dijo Sonia, aliviada al comprobar que había un refugio seguro en aquel lugar. 

Habia entrado un momento en estado de shock, a veces le pasaba cuando no sabia que hacer. Nadie parecia tener conocimientos de primeros auxilios, estaban perdidos en medio de la nada, los moviles no funcionaban y con Cristovao en esa situacion.

Al menos cuando salio de su especie de trance encontraron aquella cabaña. Poniendose uno de los brazos del joven en los hombros trato de llevarlo hasta alli.

- Venga vamos cuanto antes, pero despacio no vaya ser que le hagamos más daño del que tiene ahora. Dije mientras metía mi cabeza por debajo del brazo de Cristovao y hacía fuerza con las piernas para mantenerlo erguido.

- Cuando lleguemos allí veré si puedo hacer algo en esa pierna, o por lo menos encontrar la mejor manera de inmovilizarla.

Graaa.... -dijo Cristovao alzándose con dificultad sobre vuestros brazos-, gracias... uff... -se miró el pie-. Espero que no se me hinche demasiado. Veíais como Sonia abría camino, en la vanguardia del pequeño trayecto... ¡y comenzaba a diluviar! Enseguida el pastizal del campo comenzó a encharcarse, las peñas a cambiar a un color oscuro debido al agua y el viento no se quedó atrás al azotaros con fuerza. Los truenos, seguramente, vendrían pronto...

El peregrino portugués iba dando pequeño saltitos mientras se apoyaba en sus compañeros, para intentar apoyar lo menos posible el pie. El claro donde llegásteis era donde se ubicaba el caserón que Cristovao vió. Parecía bastante grande y amplio. Parecía estar rodeado por una pequeña valla y unos setos muy secos. En general, la vivienda no tiene muy buen aspecto: la fachada estaba sucia, desprendida por las lluvias y el paso del tiempo, e invadida por el musgo en ciertas partes. Tenía algunas ventanas reforzadas con cristal o persianas. En el claro (lo que viene siendo el porche), había maderos y leña apilada junto a un hacha (probablemente para cortarlos).

Observó el lugar: por su aspecto no tenía pinta de ser un lugar habitado (a decir verdad, a todas luces sería un caserón abandonado). Sin embargo, para ellos eso no era importante. Aquel lugar cumplía exactamente con sus propósitos.

Si ese edificio no se nos cae encima creo que podremos pasar bien la noche ahí

Cuando atisbaron la casa Roberto penso en todas las historias de fantasmas y demas que habia leido. No es que le importara mucho el estado de la misma, pues tenian que resguardarse y un techo era un techo, pero no pudo evitarlo.

Una vez acomodado al herido dejo la mochila a un lado.

- Bien, Sonia, porfavor, deja los sacos fuera, ahora me lo preparare yo y Toni, mira a ver de hacer algo por Cristovao ahora que estamos parados y resguardados de la lluvia. Yo voy a mirar si la casa esta habitada o si hay algo de utilidad.

No solia darse, pero podia haber gente viviendo alli. En estos tiempos de crisis el movimiento okupa se estaba haciendo fuerte.

Partio a las habitaciones.

Veo alejarse a Roberto, cuando le grito: - Ten cuidado que no sabemos en que estado se encuentra la casa.

Ahora estaba de rodillas al lado de Cristovao cuando intento levantar un poco el pantalón para ver el estado del tobillo. Quería por lo menos conseguir algo para inmovilizarlo, no vaya a ser que fuera a peor y pasáramos a tener algo más grave.

Busco en mi mochila un ibuprofeno para intentar mitigar el dolor.