Partida Rol por web

¡Grrr! -el gigante con deformidades apartó las manos de Roberto con cierta furia como reacción a su intento de empatía y consenso; parecía no estar por la labor de tratar con nadie-. En esos momentos, una especie de.. ¿sería una lágrima? ¡Sí! Una lágrima se le cayó al gigante, y fue resbalando por su mejilla, fruto de estar mirando la foto. Entonces, en un repentino acto como de ira, se giró bruscamente y empotró el portarretratos y la fotografía contra la pared, estallando el cristal y partiendo el marco al instante...

Aquella potencia os asustó, y acto seguido, el gigante repleto de sangre emitió y tremendo alarido.

Desde abajo, unas voces gritaban que le soltárais, pues sino lo lamentaríais. Era Adamo quien os aconsejaba desde el sótano.

Parecía que la situación se había ido de madre, el gigante ya no atendía a razones y me jodía dar mi brazo a torcer, pero deberíamos de liberar a Adamo. Con el hacha en la mano bajo las escaleras para llegar ante a Adamo y liberarle, no sin antes recordarle a los chicos.

- Intentar alejaros de él, mientras yo traigo a Adamo de vuelta. 

Roberto se alejo unos pasos del gigante al tiempo que seguia tratando de razonar.

- Por favor Marco ¡Escuchame! No pasa nada ¿Vale? No pasa nada -habla mientras se aleja un poco- estamos bien ¿Si? Todos estamos bien, por favor tranquilizate y sigamos hablando

Roberto intenta tranquilizarle, pero Sonia no las tiene todas consigo. Opta por ir retrocediendo poco a poco hacia las escaleras. Su mirada no se quita de la criatura: en caso de algún movimiento brusco no dudaría en darse la vuelta y correr hacia el sótano. 

Fue entonces cuando bajastes al sotano. Cruzaste la habitacion primera y en la segunda observaste a un Adamo compungido, lleno de cansancio a la vez.

¡Joder! ¿¡qué ha pasado!? -su reacción era referida a la foto empotrada de su hermano en el piso de arriba-. Cuando le explicaste lo ocurrido y le añadiste que Roberto y Sonia estaban intentando calmarlo con más o menos éxito, se tranquilizó un poco.

Parecía estar como ronco de proferir voces y carraspeaba mucho. Entonces decidiste desatarle. El hacha iba contigo en todo momento y Adamo lo tenía en cuenta. Es más, lo miraba de vez en cuando, y justo cuando le liberaste, se llevo sus manos a la muñeca inversa, como atusándose la requemada piel por la cuerda que lo oprimía.

El invitado portugués te asintió como con agradecimiento.

Vamos arriba -dijo más calmado-. Acto seguido subísteis ambos por la trampilla, intentando no pisar el rastro de sangre reseca del suelo.

Antonio bajó y a los pocos minutos subió con él Adamo. El gigante respiraba entonces rápidamente, con un rostro como hostil*, y apretaba sus puños contra sí mismos. Sonia se retiraba a las escaleras, algo temerosa, mientras Roberto intentaba tranquilizarlo sin éxito. Sin duda alguna que al menos tenía el coraje de encararse y tratar de calmarlo.

Entonces, anfitrió y gigante cruzaron las miradas. Ambos tres comprendísteis que había cierta complicidad entre ellos, y que el monstruoso ser reconocía al instante a Adamo, y éste no se sobresaltaba por verlo tan fuera de sí, tan irascible y como a punto de explotar.

Entonces Adamo sonrió.

Su cara se arrugo y enarcó sus cejas hacia abajo, lleno de ira.

¡¡MATALOS!!  ¡¡MATALOS!! ¡¡MATALOS A TODOS!!

¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAGGGGGGGGGHHHHHHHHHHHHHHH!!!

El gigante, entonces, encolerizado, se lanzó contra vosotros, dispuesto a acabar con vuestras vidas.
 

Al cruzarse Adamo con el gigante, se miraron con cierta complicidad,y es en ese momento cuando Adamo grita que nos mate a todos. Lo sabía, el muy hijo de puta me la había jugado. No había tiempo que perder, así que decidí levanta mi hacha e intentar cercenar la cabeza de Adamo de un solo golpe, era mi prioridad. 

Sonia chilló y se dispuso a correr como alma que lleva el diablo hacia el sótano, único lugar que podía considerar seguro en aquella endemoniada casa.

Roberto se situa frente a una de las ventanas tapiadas haciendo aspavientos para encarar al gigante hacia el. Era una opcion muy arriesgada, pero si lograba apartarse en el ultimo momento confiaba en que la inercia del grandullon rompiera o por lo menos hiciera saltar la doble ventana que habian colocado.

El gigante reacciónó enseguida en cuanto el grito de Adamo, ahora enloquecido, llegó a sus oídos. Miró instintivamente a Roberto.

Al mirarle fijamente Antonio con el hacha que tenía, Adamo tragó saliva y quién sabe si intentaría esquivarle. Lo más probable es que fuera así, pues él mismo no estaba ni armado.

El gigante, a las órdenes de Adamo, fue el primero en reaccionar. En un breve instante cargó su potente y desquiciado brazo y lo lanzó contra el joven Roberto, el cual lo tenía delante de sí. El puñetazo fue tremendo, y el chico estaba ya herido de las contusiones del sótano, un rato antes. Roberto fue derribado hacia atrás provocado por el tremendo y atroz impacto de la soberbia mano del gigante enfurecido.

Daño: 8 (sin armaduras). Roberto tenía 4 puntos de vida.

El muchacho quedó recostado junto a la chimenea. Yacía ahora con el tórax hundido y cuantiosísimas costillas rotas (de ellos se percataron Antonio y Sonia, pues el crujido de sus huesos bajo el pecho fue como ensordecedor). Roberto murió casi en el acto. Había muerto.

No me podía creer lo que estaba viendo mis ojos, había escuchado claramente el crujido de la caja torácica de Roberto, el chaval no saldría vivo, el golpe había sido espectacular.

Intento quitarme de la cabeza esa visión y me concentro en el cuello del gigante, tenía que cortarle la cabeza de un golpe. 

Sonia consiguió llegar hasta la trampilla del sótano ubicada en la cocina, la abrió y se internó en ella con suma rapidez. Estaba asustada, y quizá aquella reacción fuera la más sabia (pese a que el sótano era un lugar lúgubre y vacío). El hachazo viajó de arriba a abajo, pero Antonio no logró acertar siquiera a su objetivo. Con la presencia del cuerpo del joven Roberto, el peregrino Antonio se quedó entonces sólo frente a un enfurecido gigante con deformidad y aquel anfitrión que se la había jugado. Al menos seguía teniendo el hacha entre sus manos.

¡¡ACABA CON ÉL, MARCO!! -gritó Adamo al gigante señalando a Antonio-.

Sonia se encontraba en el sótano, completamente asustada y con solo una cosa en la cabeza: escapar de aquella espantosa casa. Intenta cerrar la trampilla por dentro para impedir que alguien pudiera entrar y tras esto, se dispone a registrar la zona: quizás para encontrar algo que le sirviera de arma, y también por si por una casualidad encontrase algo que le indicase como salir de allí

Tan grande que era el tío y no había conseguido acertar, parecía que lo mio no era usar el hacha. Habría que salir con vida de este maldito caserio y la única salida que se me ocurría era forzar la entrada con el hacha en la mano dando un golpe certero en el candado.