Partida Rol por web

Tras salvar una alambrada de espino colocada como última defensa, llegáis por fin a la trinchera frontal, la más avanzada de las defensas alemanas. Y siguen sin ver ni oír a nadie… Tras escurriros por el parapeto, os encontráis con la mejor trinchera que hayáis visto en vuestra vida: de hormigón armado, con desagües para drenar el agua de lluvia, troneras y puestos fortificados.

Esta trinchera tiene todo lo que hay que tener… excepto soldados. No os encontráis un solo defensor. Ni vivo, ni muerto.

Palmer estaba intranquilo. Habían llegado hasta allí cual elefante en chatarrería y nada, ni un alma en la trinchera alemana. Esto lo mosqueaba bastante mientras se quedaba en el borde para que todos sus hombres bajaran, teniendo desde allí mejor perspectiva.

Bajó el último. Gracias a la máscara sus muchachos no vieron su nerviosismo.

Desde la salida el cabo estaba mas silencioso de lo normal, toda la situación le tenía nervioso y no ayudaba lo poco discretos que fueron en su recorrido, pero al llegar a las trincheras enemigas y ver la ausencia de soldados se vio como obligado a hablar -Seguramente los Alemanes huyeron intimidados por nuestra gran fuerza- dice como para intentar tanto disimular el desconcierto de la situación e intentar disminuir la tensión del ambiente, aunque su voz no sonaba para nada segura y probablemente su comentario podría general el efecto contrario.

Mantuvo el ritmo arrastrandose entre las trincheras con la mascara puesta. Aunque lo que había visto o no le daba vueltas en la cabeza decidiendo si era algo que valiera la pena de comentarlo. Estuvo a punto de hacerlo pero se detuvo mirando con el ceño fruncido y algo de preocupación hacia atrás, a las trincheras que habían dejado esperando ver signos de lo que fuera que habia visto dandose cuenta de queal parecer había sido el unico. Así que en su lugar respiró profundamente con los ojos cerrados y continuo su camino en dirección a las que parecían mucho mejor trincheras que las suyas, seguramente solo era cuestión de nervios y no quería que lo molestaran por eso pues no sería la primera vez.

Sin embargo el ver el sitio desierto le pareció lo suficientemente raro como para plantearse si realmente no había visto nada allá atrás. De momento guardaría silencio, aunque su inquietud era evidente a medida que daba ojeadas a los alrededores como si hubieran enemigos escondidos mientras lidiaba con mantener a raya su imaginación.

Por fin salieron de la trinchera para meterse en la base del ejército enemigo, era una trinchera con una armadura y tecnología de lujo. Si hubiera habido allí soldados enemigos les habrían freído a balazos, pero ante una de las defensas más perfectas no había ningún mortal para beneficiarse de ella. - Esto es muy extraño, tan cerca de la base enemiga y ni un soldadito... ¿Qué ha pasado? ¿La niebla rojiza quizás? Comentó en susurro creyendo con más certidumbre de que aquella niebla llevaba un virus que había acabado con toda la base enemiga. Por un lado estaba muy guay pero por otro ellos podrían ser los siguientes si esa máscara tan vieja presentaba desperfectos y rajas en su materia.

Era horrible y asfixiante, estuvo apunto de quitarse la mascarilla varias veces durante el camino, pero se quedó con mal cuerpo al ver que no había nadie ni nada en aquella trinchera que parecía en tan buen estado.

— ¿Quién sabe?, las guerras terminan tan rápido como acaban.

Billie buscaba a ver si había alguna pista que hubieran dejado atrás los enemigos que explicara el porque y cuando fue su huida, quizá alguna hoguera o hornillo aún caliente, o cualquier cosa que se hubieran podido dejar atrás.

Al ver las trincheras recordáis que los alemanes tienen fama de tomarse muy en serio la construcción de las trincheras, con refugios antibombas profundos y bien ventilados. Nada que ver con los agujeros infectos donde corretean las ratas y que se llenan de barro cuando llueve que son las trincheras de las posiciones aliadas.

En las trincheras podéis ver numerosas manchas marrones salpicando las paredes de la trinchera aquí y allá. Veis varios fusiles Mauser 98 apoyados cuidadosamente en la pared de la trinchera. Una ametralladora de posición MG 08 con abundante munición, está dispuesta para disparar contra las posiciones norteamericanas.

Billie se asoma dentro del refugio para encontrar el hornillo frio, un tablero de ajedrez descansa sobre una mesa baja con las piezas colocadas en mitad de una partida. Hay un periódico alemán en otra de las mesas junto a un plato de metal con un guiso a medio consumir, el plato está frío.

J.J. mira todo lo que le rodea bastante extrañado y luego voltea para mirar a Palmer -Sargento, que opina de esta situación, ¿será que les dio a todos por ir al baño al mismo tiempo?- no se le ocurría ninguna razón para que el enemigo abandonara sus puestos dejando tras ellos todo lo que habían dejado, pero tal vez el sargento que era mas experimentado pudiera tener alguna teoría al respecto -¿Deberiamos avanzar más en el frente o con esto será suficiente para informar?- dice por fin esta vez mas serio que de costumbre ante lo inusitado de la situación.

Nadie hacía trincheras como los alemanes. Robert observó la "calidad" de la construcción y tuvo asumir que así era. Sus hombres comentaban pero él estaba más centrado en lo que tenían frente a ellos. -¿Usted iría al baño desarmado, J.J.? ¿Y de la manita de toda su escuadra?- preguntó el sargento, negando con la cabeza. Comprendía que Jurgen aportaba algo valioso al grupo: sentido del humor, aunque no siempre era acertado -Esto es muy extraño, es como si se tuvieran esfumado con lo puesto- dijo, emitiendo un gruñido de disgusto. ¿Cómo proceder? Ésa era la cuestión.

Palmer se rascó la nuca y miró a sus muchachos. -¿Alguna sugerencia?- preguntó -Nos han enviado como reconocimiento, pero no tenemos radio ni mochila- se explicó. No se esperaba encontrar la trinchera vacía pero tampoco quería arriesgar a sus hombres un necesariamente -De regresar e informar, quizá nuestras tropas pudieran avanzar hacia las líneas enemigas... pero no sabemos qué los ha hecho huir o desaparecer.

Sí, era su superior, pero era una decisión difícil y en sus manos estaban la vida de aquellos soldados. Puede que el alto mando, a salvo en su mesa de guerra y jugando con figuritas a la batalla, los viera como simples peones, pero El Viejo no. 

-Billie, ¿qué has encontrado?- preguntó, preocupado.

Billie salió de unos de los puestos meneando el bigote, también se podía ver como se había metido un poco de pan en uno de sus bolsillos.

— Señor, los platos a medio comer... en las trincheras no abunda la comida, fuera lo que fuera que pasó se fueron todos corriendo, no fue una retirada planeada. Pero tampoco veo cadáveres, por lo que sea lo que fuera tuvieron suficiente previsión para largarse antes de que pasase. Y dudo mucho que se fueran por nosotros, estos cabrones estaban mejor preparados para resistir. Además, dejando armas, munición y todo tipo de equipamiento, es raro de pelotas... Señor.

Mientras hablaba se daba cuenta de lo jodida que era su situación, si era cosa de aquel extraño gas, quizá era un arma que iban a usar contra ellos y les explotó. Prefirió guardarse esos pensamientos para sí.

Por primera vez en la expedición se ajustó bien su máscara, que tanto le molestaba y apretaba.

Había levantado el fusil sin ser consciente de ello, como una forma de sentir seguridad pues todo parecía hacerse más raro a medida que iban inspeccionando el lugar. Aunque algo le llamaría la atención puramente por curiosidad, de esa forma se acercaría a una de las cosas que habían encontrado , para darle una rápida y casual ojeada al periódico, tal vez con la esperanza de reconocer algo que pudiera ser legible en su idioma como nombres o ilustraciones. 

- ¿Que haría huir a un regimiento con estas defensas...? 

Preguntó más para si pero lo suficientemente alto como para que lo escucharan todos.
 

Revisando el refugio te das cuenta de algo que parece que tus compañeros no han visto, encuentras una pistola Luger con su cargador completo. También una caja de madera con 6 granadas de mano. Junto al telégrafo ves un libro de códigos del ejercito alemán. Y lo que parece ser un diario del leutenant Hans Drosten

-Lo han dejado todo... Las armas... Todo- el Viejo empezaba a mosquearse por la extraña situación mientras escuchaba a los soldados -Que ninguno se quite las máscaras, no sabemos si hay algo nocivo.
Decidió comprobar por sí mismo lo dicho por Doggy y el Niño, deteniéndose al ver el periódico -Muller, ¿de qué fecha es?- preguntó, sin detenerse, pues debía tomar una decisión cuanto antes. El tiempo apremiaba.
De pronto, se detuvo frente a una de aquellas manchas marrones, extrañado, fijándose en la posición de las otras.

Revisas el periódico, pero no hay nada que te llame la atención, está todo el alemán y las imagenes y los nombres sueltos no te dicen nada.

Revisando el refugio encuentras una pistola Luger con su cargador completo. También una caja de madera con 6 granadas de mano. Junto al telégrafo ves un libro de códigos del ejercito alemán. Y lo que parece ser un diario del leutenant Hans Drosten (escrito en alemán).

En la parte de las trincheras ves un par de botas pequeñas (talla 38), usadas pero en buen estado, al lado de una letrina. En el suelo también encuentras un casco de metal rajado como por un zarpazo.

Billie siguió hurgando por aquel lugar, aprovechó para pegarle un bocado al estofado ese, pues le daba pena que se perdiera y se pusiera malo. Aprovechó para seguir curioseando y encontró una pistola en buen estado y con el cargador lleno, así que se la guardó en uno de los compartimentos que tenía su traje.

— Eh chicos, aquí he encontrado una caja con 6 granadas de mano. Quizá podríamos tomarla... nunca está de más. Mejor tirarla tu que te la tiren ¿no? — dijo con la boca llena, a la vez que cogía un puñado de hojas que había debajo de la caja y les echaba un vistazo para leerlas.