Partida Rol por web

Sigo a el tirillas hasta los edificios y me siento cuando me toca hacerlo. No tengo nada mejor que hacer y no estoy con ganas de fiesta. Tanto tiempo sin pegar un kiki me esta pasando factura. Seguro que pronto soy como una tía.

Aburrirse es poco...y a falta de tetas por tocar que te voy a contar que no sepas ya. Me callo unos segundos mientras pienso en lo que ha dicho. Una propuesta laboral?...supongo que no sera para currar en la lavandería, no?.

- Digamos que Aguas Negras vende ciertos servicios... especiales, de sus convictos... pero solo si podemos confiar en ellos.

Se inclina hacia adelante para perforarte con la mirada. La pregunta es, entonces, podemos confiar en tí? Sabrás mantener la boca cerrada, las manos en los bolsillos, y hacer solo lo que te pidan... si eso implica tomar un poco de sol? 

Servicios?...queréis decir...trabajos en el exterior...parecido a los presos comunes que asfaltan las carreteras?. No hace falta que diga que tipo de trabajos imagino. Mas que por ver el sol...me interesa por las posibles ventajas paralelas...porque supongo que existirán esas ventajas...no es así...jefe?.

- Primero haces un trabajito, algo tranquilo... y luego hablamos de beneficios. Pero si mirás por aquí, no verás muchos presos con muñequeras... ni comiendo de la cafetería de la prisión. 

No me había fijado si llevaban muñequeras o no...la verdad.

Mas que la comida, lo que me interesa es follar...follar con mujeres, no me interpretes mal. Eso y matar es lo único que echo de menos de fuera. Incluso aquí la comida es mejor que lo que solía comer ahí fuera.

Luego miro alrededor y asiento.

Cuando hago mi primer trabajito?.

Giro se levanto, cuando intentas hacer lo mismo te pone una mano en el hombro y te deja sentado. 

- Bola! grita por la ventana.

Al momento, trotando, pues evidentemente estaba jugando al basket afuera, aparece Yunque, con quien te dieras de golpes en el gimnasio. Tiene una sonrisa torcida, un tanto estúpida pero, sobre todo, bastante terrorífica y perturbadora.

- No usamos nuestros nombres afuera. Allí, y aquí, él es Bola. Tú serás Pelota, te dice Giro. Yo seré Mamá Gansa por los comunicadores.

Ráfaga se acerca, toma tus esposas y te las quita. Te quita también las muñequeras, y en su lugar pone, en tu mano derecha, un reloj de apariencia barata. Ese reloj es tu rastreador. No te lo quitas, porque explota. No lo tocas, porque explota. No te alejas de él - señala a Yunque - porque explota. Has esto bien y tendrás al menos una de esas dos cosas que tanto extrañas.

Por la puerta aparece un pequeñajo, que en la cárcel va por nombre Trix. Trix es conocido por contrabandear casi de todo... ahora empiezas a entender cómo consigue esas cosas.

Se acerca a Giro con una mueca que pretende ser una sonrisa, empezando a decir con voz melosa: Oye jefazo que se me hizo tard--

Giro le cruza la cara de una cachatada que lo manda volando contra un fichero metálico en la pared contraria. Con un salto felino está sobre él, lo toma del cuello de la remera y lo levanta, apoyándolo contra la pared al nivel de sus ojos. -Escucha, mierda de perro gonorreico, te piensas que eres el único teleportador en este agujero de mierda? Qué dijimos de salir y emborracharte? Si alguien se da cuenta del aliento a cerveza en tu boca? 

Lo tira al piso. Trix se levanta frontándose una rodilla, tiene realmente cara de enfado, pero saca un pasamontañas negro de su bolsillo y se lo encasqueta. 

Farfulla un - Disculpe, jefe, y se sienta en el borde de una silla. No volverá a pasar.

Cojonudo...soy Pelota...que es mejor que mama gansa, no me jodas... Miro el reloj que me dan cuando quitan mis esposas y lo miro.

Vale...explota por cualquier cosa, pero al menos dará la hora bien, no?. No me termina de convencer su comentario acerca de lograr una de las dos cosas. Ese tipo de asuntos siempre me deja a medias.

Luego el incidente con el pequeño teleportador...durante el que me callo y no digo nada ya que no es asunto mio, y menos si el tío la cago pillando un pedo en medio de un trabajo. eso no es de profesionales.

Te llevan a la oficina de al lado, donde hay una mesa larga y taquillas contra la pared. Sobre la mesa hay varios paquetes engrasados y vacíos de McDonnald's. Yunque te alcanza un par de jeans, unas zapatillas y una remera de Metallica. Apropiado, piensas mientras miras tu piel metálica.

Ráfaga entra y te mira de arriba a abajo. Tenemos que ocultar esa piel, no pueden verte así. Toma, te da un sweater, guantes y un pasamontañas.

Cuando estés listo, te esperamos ahí afuera.

Miro la ropa y me voy vistiendo con tranquilidad, conservando los calzoncillos de la prisión. Ni de coña me voy a poner alguno que ellos me puedan pasar.

Luego, me miro bien en alguna superficie reflectante y salgo fuera sin ponerme al pasamontañas por el momento.

Bueno...estoy listo. De que va la fiesta?.

En el amplio espacio de la cavaerna, Trix está sentado sobre una mesa balanceando las piernas, Yunque abre una lata de Bud, la consume y luego la misma se desintegra en una nube de éxito. Ráfaga se adelanta con un par de fotos en las manos. Dentro de su oficina, Giro parece no prestarle atención a nada que no sea algo que tiene sobre su escritorio.

- Este es Max Thornside. Les entrega a Yunque y a tí una foto de un hombre de pelo largo, canoso, de unos 60 años. Esta noche es su última noche.

Vive en una casa en el campo, en Texas. Le da a Trix un montón de fotos y un plano. Te ubicas? le pregunta, y el pequeño asiente.

La casa tiene paredes altas, bordes electrificados, perros, todo lo usual. La policía, si los llama, deberán tardar al menos 10 minutos en llegar. Puede que haya un patrullero fuera vigilando, así que revisen eso primero.

Te mira a tí. Haz lo que diga Bola, estás ahí para demostrar que puedes hacer las cosas bien. Te entrega un comunicador pequeño para la oreja. Si te hablamos, nos contestas. Somos "Mamá Gansa", entendido? El reloj no tiene límites, así que no hagas locuras. 

Trix salta al piso, Cuando estén listos, señores. Yunque se acerca a él, pero Ráfaga lo toma del brazo a mitad de camino.

- Esto es un mensaje. Yunque asiente. 

Cuando estás listo, Trix los toma a ambos de los brazos, sientes un malestar en el oido interno, como si perdieras el equilibrio, y de repente estás en un camino rural, de noche, y corres para ocultarte con Yunque y Trix detrás de una línea de árboles.

Boqueo un par de veces para destapar el oído y me oculto con los otros dos.

Matar la pollo ese no debería ser un problema pese a la seguridad. A menos que sea un super o tenga supers a sueldo...sabemos si hay algo de eso?.

Miro alrededor buscando el coche patrulla que puede estar allí.

Miras a tu alrededor. Estás oculto entre una pared de ladrillos, aproximadamente 2 metros y medio de alto, y una línea de árboles bastante tupidos. Del otro lado de un camino de tierra hay otra línea de árboles y el campo.

Es noche cerrada, las estrellas brillan y la luna está en cuarto menguante. Corre una brisa; no recordabas que el aire olía así, acostumbrado al aire reciclado de la Tumba.

Unos 100 metros adelante hay una luz brillante, en lo que parece ser la amplia entrada del lugar. Frente a él ves un auto gris de apariencia normal. Te parece vacío, pero Trix les dice en un susurro: Hay alguien al volante. Fumando. Y entonces ves el brillo rojizo del cigarrillo.

Yunque te mira. Pelota, por se tu primer trabajito, escoges... saltamos la pared, vamos al grano, o hacemos una parada en el auto?

Sonrío de forma salvaje antes de levantar tres dedos.

Bueno Bola...creo que el fumar es un vicio que terminara por matar a ese tipo...tal vez sea mejor que acortemos su sufrimiento...ademas, Odio al jodido Texas Walker...

Yunque se agacha cerca tuyo y te dice, cerca del oido, Mierda, vas a acabar por caerme bien, pelota.

Le hace una seña afirmativa a Trix, él los toca y súbitamente están detrás el auto, agachados tras la cajuela*. El tipo no ha parecido darse cuenta.

Bola...sal por su derecha, haz algún ruido y que te vea por el retrovisor. Yo me acerco entonces por su lado y le saco del coche para poder jugar con el...de acuerdo?.

Me relamo por anticipado, deseando sentir entre mis dedos como se quiebran los huesos de aquel poli.

Trix desaparece en un pestañeo, y Yunque se mueve por el lado del acompañante. Sus botas crujen en la tierra. 

Maldices mentalmente mientras te acercas a la puerta del conductor. Ves por el espejo como el hombre, más que un hombre un muchacho en sus veintes, gira la cabeza hacia tu lado, pero entonces un golpe mueve el auto del otro lado y el muchacho se incorpora para mirar por allí. 

Llegas a la puerta.

Atravieso la ventanilla con el puño y lo atrapo por el cuello, sacándolo por entre los cristales rotos y apretando su cuello mientras le miro.

Dejo que pasen algunos segundos mientras disfruto de la sensación y finalmente quiebro su cuello aplastando este como si fuera un macarrón crudo.

Luego lo dejo caer al suelo con un suspiro.

Joder...casi mejor que un polvo.

Después de escuchar la afectada demostración de congoja de la abogada, Down se llevó el dorso de una mano a la frente, con un gesto teatral.

—¡Oh qué terrible tragedia! —exclamó de un modo sardónico y exagerado—. Estando presa de por vida, tenía tantos sueños y esperanzas que ahora nunca se cumplirán.

Puso ambas manos sobre su pecho y miró a la mujer con un fingido gesto de pesadumbre.

—Ni siquiera he recibido mi primer beso… —hizo una pausa—. … negro.

Se incorporó en la cama, acercándose a su interlocutora, lo máximo que le permitían sus ataduras.

—¿Podrías hacer algo por mí? Como un último deseo, antes de irme a… tomar la larga siesta.

—Por supuesto, pequeña —le respondió la abogada, con pretendida conmiseración—. Lo que tú quieras.

—Tócame las tetas.

La mujer abrió los ojos, horrorizada.

—¡¡QUÉ!!

—Que me toques las tetas. Hace mucho que nadie me las toca, salvo yo, y no es lo mismo. Además, sólo una mujer sabe cómo tocarle bien las tetas a otra mujer.

Muy alterada, la abogada, levantó ambas manos en un gesto de negación.

—Down, creo que estás bajo el efecto de un gran stress y…

Down le aferró una muñeca agresivamente.

—¡He dicho que me toques las jodidas tetas, perra idiota!

Demasiado asustada para resistirse, la mujer dejó que Down guiara su mano por dentro del escote de su traje. Súbitamente su gesto de temor se tornó en uno de sorpresa. Down soltó su muñeca y la mujer quitó la mano del traje. Entre sus dedos, estaba el expediente de Down.

Down le sonrió con gesto burlón.

—¡Bien, hecho! Nunca me habían tocado así. Debes ser la reina de las bolleras.