Partida Rol por web

—¿No soy lo suficientemente “facilona” para ti? —preguntó Down, fingiendo indignación. Cogió la almohada y se la arrojó a la cabeza a Tank—. ¡Ojalá te oxides!

Soltó una carcajada y se recostó, apoyando las manos detrás de la cabeza.

—Te lo prometo, latita, muy pronto estaremos matando hijos de puta.

Se quedó mirando el techo con una sonrisa embelesada.

Tank sacude su muñeca izquierda, haciendo sonar la esposa contra el borde de la cama en un molesto tintineo rítmico. En su disgusta, la enfermera solo hizo lo mínimo, colocarle esa esposa, por lo que si quisiera podría levantarse de la cama... y si bien la muñequera inhibidora prende su luz intermitentemente, le queda la duda si realmente estará encendida. 

Harto de estar tumbado y alterado por lo sucedido en los baños, doy un tirón seco probando si las esposas aguantan o si soy capaz de partirlas. Total...que puedo perder?.

La esposa cruje levemente, pero la muñequera emite un pitido amenazador, lanzando una pequeña descarga que te deja los dedos entumecidos.

Inmediatamente entran dos guardias, seguidos de la enfermera.

- Oye, grandulón! Te sientes con ganas de dar un paseo? Estás inquieto? Su risa es metálica tras el casco. El otro guardia se acerca y quita la esposa de la cama, para agarrarte ambas muñecas tras la espalda. Giro dice que salgas a tomar un poco de aire antes de la noche. No te salvarás del castigo en cuanto terminen el papeleo.

Se vuelve a Down. Tú que dices, colorada? Quieres pasar la tarde en el patio? El Doctor dice que ya casi estás bien, y vigilar a uno que está en problemas o dos, me da lo mismo. El guardia se saca el casco, tiene un rostro franco y amistoso. Evidentemente tiene buena voluntad, casi que te da lástima tratarlo como a los demás. 

—Te lo prometo, latita, muy pronto estaremos matando hijos de puta. —aseguró Down.

En ese momento, escuchó una alarma, proveniente de la cama de Tank. Al parecer le había dado un tirón a las esposas que lo mantenían sujeto a la cama. Lo miró con un gesto de extrañeza.

—Oye, calmante, ¿quieres? No quise decir tan pronto.

Dos guardias irrumpieron inmediatamente, seguidos por una enfermera. Su intención era llevarse a Tank. Uno de ellos, bastante más agradable que el promedio, le propuso a Down que los acompañara.

Down fingió pensárselo.

—Me encantaría, cariño, pero todavía estoy algo débil —se recostó y puso el dorso de una mano sobre la frente, afectando languidez—. Cómo estoy ahora, sólo podría arrasar dos o tres ciudades, para que te des una idea. Pero dale a Giro un mensaje de mi parte, ¿sí? Dile que ya sé de qué se va a morir.

El oficial te mira, parece cansado. Mira, te doy una oportunidad de estirar las piernas antes de que tal vez te las quiten del todo. Gustav nos ha permitido hacerlo, pero has lo que quieras.

Se dan vuelta, dispuestos a marcharse con Tank. 

Frunzo el ceño cuando el brazalete me da una descarga. Es una pena pero era de esperar. Después del..."accidente" en las duchas es lo mas normal. De todas formas por probar... una sonrisa brota espontáneamente en mis labios cuando lo pienso.

Luego llegan los guardias y pese a lo que dicen no me termina de convencer el motivo por el que me quieren sacar de la enfermería. Tal vez quieran rozarme amistosamente las costillas con algo contundente por darles mas trabajo.

Dejo que hagan lo que tienen que hacer mientras miro sonriente a la pelirroja.

Nos vemos mas tarde pelirroja...tal vez podamos terminar la conversación que quedo a medias.

Down observó al guardia con una expresión analítica y tardó unos segundos en responder.

—Ok, ok, —levantó ligeramente la muñeca de las esposas—. El cíclope no me cae tan mal y ya me está engordando del culo de estar aquí tirada.

Desencadenan a Down de la cama, le colocan un arnés de seguridad (brazos tomados juntos detrás de la cintura, con una cadena que va hasta unas cadenas en los pies), y os llevan a ambos hacia el patio, que está solo a dos pasillos de distancia.

Pasen a la Escena Gimnasio.