Partida Rol por web

El sonido de la colisión sacó a Victor del ensimismamiento con el que observaba el cuerpo de su compañero Gascon. Vió como Joe salía a toda prisa, pidiéndole a él que sacara su arma, pero Ducroit echó un último vistazo al cadaver. No tenía prisa por seguir a Joe, no sólo porque le había dicho lo que tenía que hacer y eso era algo que un tipo acostumbrado a hacer las cosas "a su manera" no solía encajar muy bien, sino también porque parecía haber visto algo raro.

Habría ido a por el doctor en ese momento, para cogerlo del cuello y hablar con él, pero sus adiestrados oidos habían escuchado un sonido familiar justo antes del choque, el sonido de un disparo. Tienes que explicarme unas cosillas- susurra a Remiendo llegando desde atras, justo en la nuca, mientras éste limpiaba el tubo de escape de su coche, para despues pasar de largo y salir a la puerta, permaneciendo de pie con brazos cruzados y su imponente 1,90 de altura, observando con detenimiento, no al grupo de jovenes que se encontraba en el interior del coche siniestrado, sino en busca del autor de aquel disparo.

Jose mira por unos instantes a Lisa en el asiento de atrás y siente una punzada en la barriga, tiene que hacer algo. En la guantera lleva un revolver, disimuladamente su mano se alarga para hacerse con el arma.

¿Que haces mariconazo? no puedes coger esa pipa, ahora debes hacer lo necesario por evitar un tiroteo, que ese hijo de la chingada deje de apuntar al auto... a Luisa.

De improviso, abre la puerta del conductor y siente como el hombre le encañona persiguiendo el movimiento, pero se apresura a levantar las manos desnudas para que vea que no va armado y sale del coche.

Tranquilo tío, te compensaremos por lo del coche, pero el que va en el asiento del copiloto es el sobrino del matasanos y la mujer que hay en el asiento de atrás, esta embarazada y va a dar a luz... a mi hijo.

... a mi hijo.

No tengo ni idea de como vamos a hacer lo de tu coche, pero seguramente ya te habrás dado cuenta de que no podemos irnos muy lejos. Déjanos ver al doctor y luego pensamos en como arreglar esta cagada. Matarnos no va a reparar el auto y lo de dar un parte al seguro es complicado... la ranchera es robada.

Te acabas de meter en un buen lío, chico.

O´hara chasquea la lengua a modo de negativa mientras niega con la cabeza.

No chico, esas no son maneras... Tu madre debió haberte dado una buena nalgada a tiempo. Regresa al puto coche ya mismo y no te muevas. Os quiero a todos bien enlataditos.

Mira a la chica valorando la situación y comprobando la versión del chicano.

Lo cierto es que el chapuzas de tu tío está ahora muy liado. Mantengamos la calma y todo saldrá bien...

Mira de reojo al granero y alzando la voz dice: Víctor!

El enorme hispano vestido con tejanos caidos y una camiseta de los Lakers mantiene las manos en alto y cojea un par de pasos hasta el coche.

Esta bien tío, me meto en el coche...

No da más argumentos ni dice nada más pues parece que cada palabra puede empeorar las cosas y esto puede acabar muy mal. Una vez dentro del coche le dice a Raul:

Estos pendejos nos van a joder. En la guantera hay una pistola, si nos joden le voy a dar dos tiros a ese hijoputa.

La situación se vuelve tensa. El humo empieza a cubrirlo todo y empieza a hacer la atmósfera irrespirable. De momento ambos coches tienen el motor apagado, pero se puede ver que el coche que conducían los jóvenes está algo más que destrozado. El depósito está roto y la gasolina borbotea, se puede escuchar fácilmente y la llave sigue en el interruptor. Un simple chispazo y todos volarán por los aires.
Sin embargo Joe sigue mostrando esa frialdad.

Dentro de la granja Victor parece querer decirle algo al doctor. Algo importante.

Dentro del coche los chicos están acorralados. La única salida es pasando por encima de Joe, que no parece comprender que se encuentran en una situación precaria. La chica embarazada está a punto de dar a luz, al lado tiene a un chico joven que parece que se ha perdido en medio de ésta historia por las pintas de buen estudiante que tiene. Y al lado de Jose Cachazudo, el que dice que es el sobrino del médico, está otro chico que tiene las mismas pintas de delincuente que él.

Joe huele la gasolina y se alerta del peligro en el que está, no los chicos, sino él mismo.

Vamos. Las manos donde pueda verlas y salid del coche. De uno en uno. En fila india. Tú, dice refiriéndose al teórico compañero sentimental de la preñada, ayuda a tu chica.

Y luego murmura algo para sí pero que es audible para todos: - debería existir un programa del gobierno para controlar la natalidad de estas ratas de cloaca...

Vamos hacia la casa. Y mejor será que no explote vuestra mierda de coche, porque os aseguro que si mi coche arde en llamas, alguien va a perder su culo...

Ah, y ni se te ocurra jugármela, dice refiriéndose explícitamente al "valiante" que antes salió del coche por iniciativa propia.

VÍCTOR Joder! Ven aquí! 

Joe comienza a cabrearse. No hay nada que le joda más que la falta de disciplina. 

Luisa no recuerda nada de lo que sucede a su alrededor tras el golpe, como si realmente no hubiese sucedido. Para ella nadie habla y desde luego nadie apunta desde fuera con un revolver. Sólo existe una cosa. Su hijo.

No puede retenerlo ni un segundo más. El pequeño ha decidido que tiene que salir ya, y tratar de evitarlo sería peligroso para ambos. Ya no va a resistirse. No es exactamente lo que tenía pensado para su hijo, pero no queda más remedio. La higiene del vehículo no es la mejor, y sin un médico cerca la situación empeora bastante. Pero ya es tarde.

Justo en el momento en que se prepara para hacer fuerza, José abre la puerta trasera y le coge de los brazos para ayudarla a salir. Ya no sabía como hacerlo, pero tenía que aguantar un poco más.

- Mierda, José, no aguanto más

Obedientemente salgo del coche con las manos en alto.. El olor de la gasolina es inconfundible incluso en el ambiente tan polvoriento como el puñetero desierto en el que estamos.

- Ésta no creo que pueda ponerse en pie y pasear me digo echando un vistazo a los dos "tortolitos" que están a punto de ser padres

- ¿Dice que mi tío está ocupado? No creo que esté tan ocupado como para no atender a una mujer en ese estado El agujero del cañón del arma del tal Joe parece un verdadero agujero negro,, y no tengo ganas de ver qué hay en él. Más que nada porque sé perfectamente que hay.

- Estate quieto, tío, que este hijoputa no bromea le digo a José refiriéndome al revólver.

- Tranquilo Joe- le pide tranquilamente desde la puerta del granero. Sentía como el nerviosismo de aquel hombre podía jugarle una mala pasada, más aún cuando sus pies chapoteaban en un charco de gasolina que, ante cualquier imprudencia, podía hacerles saltar por los aires- ¿No ves que tienen problemas más importantes en los que pensar ahora mismo? La pobre chica está a punto de parir, hombre! Menos mal que han llegado hasta aquí, el doctor Alfonso podrá ayudarla. Vamos chicos- les llama haciéndoles un ademán con la mano para que se acerquen mientras abre el granero con la otra- seguidme por aquí, no perdais más tiempo.- tiempo...es algo que tengo de sobra...ya ajustaré mis cuentas cuando pueda...

Parece que la falta de disciplina no solo afecta a los jóvenes, ¿eh Victor?

Luego se dirige a los chicos: - He dicho que el doctor está ahora jodidamente ocupado. Si sois buenos, os adelantaré la hora de la consulta.

Víctor, mete la compra en el portabultos del coche. Que el matasanos te ayude. Cuando acabéis, venid a la casa. La orden no admite discusión. O´hara quiere dejar claro quién está al mando. Y desde luego, ese no es el "franchute". Deja el vehículo listo para largarnos de esta ratonera lo antes posible.

Sin más, conduce a los chicos a punta de pistola hasta la casa principal, dejando a Ducroit y a Guardamar terminando el trabajo en el granero.

Alfonso se había quedado dentro del granero cuando se había escuchado el choque, agazapado detrás del coche de Victor. Si las cosas se ponían feas fuera, el desde luego no quería estar presente.

Cuando Victor pasa junto a el, no se le escapa el tono de amenaza del francés cuando le comenta que tiene que explicarle algunas cosillas. Un tono que no le gustaba en absoluto. Así que ahí se queda el doctor, acurrucado detrás del coche, esperando que lo de fuera no fuese nada serio, y acojonado por un franchute.

Pero es en ese momento cuando recuerda la llamada telefónica de su sobrino, diciéndole que necesitaba su ayuda, y que se dirigía hacia allí. Tal vez el de fuera fuese el. Joder, solo esperaba que no se liasen a tiros allí mismo. Acercándose un poco a la puerta del granero, de puntillas, alcanza a distinguir la voz de su sobrino Raul, confirmándole su sospecha.

El doctor Remiendo sale afuera, para ver como Joe apuntaba a su sobrino y otros chicos más, haciéndoles gestos con la pistola para que se dirigiesen hacia la casa.

-Vamos, señor O´hara, no hace falta que los apunte. Es mi sobrino, Raul. Es un buen chico- ¡Ja! -¿Qué ha ocurrido?

Su vista se acababa de fijar en el coche destrozado, y sobre todo en la joven embarazada que los acompañaba. Que recuerdos…

Jose sale por fin del coche casi ignorando que le está apuntando con una pistola y se dirige con rapidez a la puerta de Luisa, arrastrando levemente la pierna a cada paso, ayuda a la mujer a salir y la agarra casi sosteniéndola en vilo para que pueda llegar hasta el doctor.

¿Por que carajo no habremos ido a un hospital como la gente normal?

Victor aparta el amasijo de hierros y trozos de coche. Dentro del mismo hay cuatro seres humanos. Cosa que ni a Victor, ni a Joe, ni seguramente al buen doctor les preocupe demasiado.
La chica a punto de dar a luz es la segunda en salir del coche, después de su novio José. Tras ella salen Raul y Andy. Andy es el joven con cara de estudiante que parece una persona que no debería de estar allí. Es curioso verle salir del coche junto con una panda de pandilleros y carne de cárcel.

Victor acompaña a los jóvenes hacia la casa. El doctor tiene el quirófano en la granja, pero a Joe no le interesa que deje su faena en estos momentos. El profesional prefiere marcharse de aquí cuanto antes.

Silencio, silencio, silencio. Es como una de esas escenas del oeste extremas en las que los implicados sencillamente luchan por sobrevivir como si fuera una parte habitual en su vida.