Partida Rol por web

Entre sombra y sombra

El principio del principio

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08/03/2017, 04:01
Brad

Apenas había puesto un pie fuera de aquel tugurio con aires de grandeza cuando una mano rodeó la muñeca de Cosette. Era Brad. Debía estar a punto de entrar, probablemente metiéndose un poco de coca de esa mierda que llevaba por colgante —como si alguien no supiera lo que era en realidad— para enfrentarse mejor a quien tuviera que enfrentarse ahí abajo. Se le notaba nervioso y, sobre todo, enfadado.

Los dedos del tipo se apretaban fuerte en la muñeca de Cosette y sus ojos estaban encendidos. Iba vestido con uno de esos trajes que no debían valer ni cincuenta dólares, pero que el llevaba como si valieran cincuenta mil y el resto del mundo no tuviera ni puta idea. Apestaba a sudor y a alcohol.

—Eh, eh, eh, eh —silabeó del tirón, encorvándose un poco hacia adelante. Su mirada era lasciva, siempre había sido así, pero esta vez además había en ella frustración e ira—. ¿Adónde crees que vas, Cosette? ¿Te escapabas? Tú y yo tenemos que hablar, niña —dijo tirando un poco de ella. En la calle era de noche y eran pocas las personas cercanas. Ninguna se detuvo demasiado.

—Tira para adentro —ordenó con fuerza, incluso regando la cara de la chica con algunas gotas de saliva. Era frecuente que intentase algo más con las que trabajaban allí, pero no solía ejercer la fuerza y desde luego nunca lo había hecho tanto como aquella noche sobre la muñeca de Cosette—. A mi despacho.

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08/03/2017, 22:41
Cosette Mercier

Los pulmones de Cosette ya se estaban preparando para llenarse con el alivio por abandonar el club cuando una mano cortó ese movimiento en seco. Sus ojos se abrieron enormes y todo su cuerpo se tensó con el contacto tan indeseado como inesperado. Contuvo el aliento mientras giraba hasta encontrarse con los ojos de Brad y cualquier protesta que pudiera emitir se acalló de inmediato al verlos llenos de rabia. 

Tiró un poco de su mano, intentando liberarse, pero su gesto no era rebelde, sino que estaba a medio camino entre el temor y una pasividad que podía confundirse con sumisión. Gritar ni siquiera pasó por su cabeza. ¿Para qué? Ella no le importaba a nadie. 

—No, no —respondió, negando al mismo tiempo también con la cabeza—. Sólo iba a casa. Yo... Ya hablé con la policía y quería irme a casa...

Sus ojos buscaron la calle por la que debería estar caminando con un claro anhelo que se ahogó en resignación con la orden de Brad. La liberación tendría que esperar. Tragó saliva despacio antes de girar para entrar de nuevo en el club. 

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13/03/2017, 04:27
Brad

Los tirones de la mano de Cosette no sirvieron para nada. No es que Brad fuese un hombre especialmente fuerte, sino que las ganas que ella les puso a a esos tirones no consiguieron más que eso. Y esa negativa, que parecía casi una súplica, pareció dar aún más fuerza al tipo.

—Claro que querías irte a casa —dijo con un tono despectivo, como si aquello sólo pudiese ser algo que querría un retrasado. Mientras tanto su agarrón se aflojaba y apretaba a ratos, pero no llegó a liberar a la chica en ningún momento.

Así Brad empezó a bajar las escaleras, caminando tan rápido que a punto estuvo de hacer a Cosette tropezar más de una vez. Algunas miradas cayeron sobre ellos cuando volvieron al local, pero no les miraron mucho tiempo. Los trabajadores debían hacerse una idea de lo que iba a pasar, y aquellos policías parecían los típicos forenses que dicen trabajar sólo cuando ya hay un cuerpo que etiquetar.

Una vez abrió la puerta Brad prácticamente lanzó a Cosette dentro del despacho, entrando detrás. Cerró la puerta y la miró directamente a los ojos, encendido.

—Vamos a ver, puta —aquella palabra salió cargada no sólo de escupitajos, sino también de desprecio—. Para empezar, no te pago para que te lo montes encima de la puta tarima con nadie, ni mucho menos para que nos llenes el local de policía. ¿Tienes idea de la cantidad de pasta que me has hecho palmar esta noche, Cosette? —Se llevó dos dedos a delante de la frente, como haciendo un gesto de algo muy pequeño—. ¿Tienes la más mínima idea, o no das ni para eso?

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14/03/2017, 19:46
Cosette Mercier

Cosette se dejó arrastrar hacia el despacho de Brad sin oponer ninguna resistencia, totalmente resignada con lo que fuese que le tocaba vivir en ese momento. Si había en ella alguna brizna de rebeldía estaba tan sólo alimentada con la necesidad del chute que anhelaba y no era suficiente como para enfrentarse al encargado. 

Esquivó la mirada del tipo por puro instinto. Estaba acostumbrada a hacerlo sin darse ni cuenta, no sólo por timidez sino porque había comprobado demasiadas veces que mirar a los ojos a un tío podía ser interpretado como una invitación o, peor aún, como un desafío. 

Aguantó el chaparrón con la esperanza de que eso fuera todo y la certeza de que no era más que el principio. Y cuando llegó la pregunta de Brad, aún permaneció en silencio un par de segundos más antes de decidir que se esperaba algún tipo de respuesta por su parte y reunir fuerzas para intentar darla. 

—Yo no hice nada —se defendió, con un hilo de voz y la mirada baja—. El tío me atacó y tenía una navaja. Me amenazó con ella y luego se la clavó él solo en el cuello. Te lo pueden decir todos, no fue culpa mía. 

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16/03/2017, 03:05
Brad

El hombre tuvo que acercarse un par de pasos para escuchar a Cosette. Incluso giró un poco la cabeza y se llevó una mano al oído, como si ni siquiera así fuese capaz de oírla. No dejó realmente que acabase, únicamente tardó en interrumpir el mismo tiempo que ella en terminar de hablar.

—Me la sopla. —Sus palabras parecían descartar las explicaciones de la chica, esas y todas las que pudiera dar—. Hablas mucho, pero no le pasó a ninguna otra, te pasó a ti, como todas las putas veces —exageraba, por supuesto. Por más que a Cosette le sucediese más de lo habitual todas las chicas habían tenido a alguno que se acercaba demasiado o buscaba los límites, aunque no como aquella noche—. Algo tuviste que hacer. Y si no, ¿sabes qué? Me la sopla también.

—Vamos a ver, Cosette —dijo pronunciando ese nombre con el mismo tono con el que antes la había insultado—. No me vengas con mierdas. Por lo que has hecho con ese tío encima de la tarima estamos cerrados y perdiendo pasta tú, yo y todas tus compañeras. ¿Vas a pagarles tú por los bailes que no pueden hacer? —preguntó de manera insidiosa y se quedó mirándola un instante, aunque no llegó a darle realmente la oportunidad de hablar—. ¿Va a pagarles el puto tío muerto?

—Entérate, puta yonkie de mierda. —Con esas palabras Brad se acercó, amenazante—. Este es un negocio que funciona porque ganamos pasta. Y hoy no la vamos a ganar por tu culpa. Así que ya estás empezando a compensarlo —no hizo falta que el encargado marcase esa palabra de ninguna manera especial, ni que le diera segundas connotaciones: Cosette lo conocía lo suficiente para saber a qué se refería— y buscándote la vida para traer el puto dinero que nos has quitado.

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17/03/2017, 02:12
Cosette Mercier

El único motivo por el cual Cosette no temblaba como una hoja bajo la mirada de Brad era que sabía con certeza que eso era lo único que el hombre necesitaba para terminar de crecerse. Y si algo había aprendido la chica a lo largo de su vida era lo peligroso que podía resultar un tío con la certeza de tener la sartén por el mango. Así que a pesar de la resignación que se respiraba en sus movimientos, Cosette mantuvo la mirada a su jefe con una entereza que sentía más necesaria que real. Y cuando él terminó de hablar, ella pestañeó un par de veces antes de tragar saliva y buscar en su cabeza una respuesta para aquello.

Porque sabía que daba igual lo que dijese, daba igual lo que dijesen los demás. Brad necesitaba un culpable y con el que realmente lo era metido dentro de una bolsa con cremallera, ella era la única disponible. Ciertamente, había otra posibilidad. Cosette sabía que bien podía cargarle el muerto a Todd, decirle a Brad que él no estaba en la sala cuando todo había pasado y dejar que el novio de Trixie pagase por no haber hecho su trabajo. Sin duda, si hubiera sido el baboso de Jack el que hubiera estado de guardia aquella noche, la chica habría optado por esa salida. Pero había sido Todd, que siempre era agradable con ella. El mismo Todd que siempre tenía una palabra amable y una sonrisa, que no la miraba como un bicho raro. 

Así que tragó saliva y negó de nuevo con la cabeza, como si con ese gesto pudiera borrar todas las exigencias de su jefe. 

—No he hecho nada —insistió, consciente de lo fútil de sus palabras—. Y no tengo ese dinero. 

Era inútil. Lo supo en ese instante con una certeza absoluta. Brad iba a tomar de ella lo que el puto calvo no había podido y luego era capaz de venderla para recuperar esa pasta. Tal vez fue esa certeza la que hizo que algo en sus entrañas se rebelase, o quizá era una noche, una vida entera, que de repente se le antojaba demasiado larga. Como fuese, su habitual conformismo se le revolvió en las tripas un instante antes de que se soltase su lengua. Ella sólo quería irse a casa y olvidarse de todo, incluso de sí misma. Cuando habló de nuevo sus ojos habían adquirido un brillo incorforme y su tono sonó con más descaro del que ella habría querido si hubiera podido pensar en ello. 

—¿Sabes quién debería pagarnos a todos por esta mierda, Brad? El jodido seguro que deberías haber contratado —Cruzó ambos brazos sobre su pecho, como si así pudiera protegerse de aquel hombre—. Pero no te dio la puta gana escuchar a aquel tío. Dijiste que no necesitábamos un seguro de mierda para nada, que tú lo tenías todo bajo control —recordó—. ¡Pues joder! Parece que sí lo necesitábamos. 

Tomó aire, asustada de la osadía de sus palabras, y antes de que esa oleada de ardor se convirtiese sólo en rescoldos, añadió algo más, reafirmándose. 

—Yo no he hecho nada malo. No te debo nada.

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19/03/2017, 03:01
Brad

La insistencia de Cosette no sirvió para aplacar el enfado de Brad. El hombre estaba crispado y frustrado y era evidente que la chica era el blanco más fácil de su cabreo. Enfadarse con un muerto también podía servir, claro, pero aportaba menos compensaciones. Y desde luego, siendo un desconocido, el alivio era menor.

Lo que parecía claro era que Brad no iba a darse por vencido tan fácilmente, y cuando Cosette dijo no tener un dinero que él aún no había cuantificado su mirada se encendió aún más.

Pero lo que de verdad encendió la mecha que le haría estallar fueron las siguientes palabras de la stripper, esas que le culpaban de manera directa a él de la pérdida de dinero. Los labios de Brad se apretaron, así como sus hombros, y conforme ella seguía hablando e insistiendo la mecha parecía hacerse más y más corta hasta que, al final, estalló. Discutir el precio, o la compensación, era algo que Cosette le llevase la contraria de esa manera, y más aún, que se las diese de listilla dejándole a él de idiota... Aquel no era un aro por el que el encargado paciera dispuesto a entrar.

El golpe llegó de repente. Brad usó su brazo derecho, y de un revés con el puño cerrado cruzó la cara de Cosette. El impacto fue fuerte y la zona de su labio comenzó a doler casi de inmediato. Pronto notaría también el sabor de la sangre.

—Vete de aquí —dijo entonces el encargado, mirándola como si en caso de desobedecerla aquel golpe pudiese ser sólo el primero de varios—. Vete y no vuelvas en tu puta vida.

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21/03/2017, 03:52
Cosette Mercier

Cosette mantuvo la mirada de Brad sólo un par de segundos tras sus palabras, antes de bajarla hacia el suelo. Se había pasado. Lo sabía, lo sabía perfectamente. Y si el encargado se hubiera quedado en silencio diez segundo más, la chica se habría disculpado y tal vez hasta habría aceptado alguna negociación. Pero la coca nunca fue buena amiga de la paciencia y Brad tampoco poseía demasiada. 

El golpe la pilló por sorpresa. No por el hecho de que alguien le cruzase la cara, porque peores marcas había recibido, sino por lo inesperado. Y entonces su entereza se derrumbó con la misma rapidez con que su rostro giró con fuerza. Los ojos se le empañaron y empezó a temblar. Sus labios se movieron con un leve temblor que parecía buscar las palabras adecuadas sin encontrarlas y finalmente sus ojos se cruzaron con los de Brad.

Fue su mirada el resorte que puso a la chica en movimiento. Necesitaba aquel trabajo y habría estado dispuesta a rogar por mantenerlo, pero aquella mirada... No se sintió capaz de hacerle frente. Ni siquiera dijo nada antes de girar sobre sí misma y salir a toda velocidad del despacho. 

Para el momento en que empezó a correr por el pasillo las lágrimas ya mojaban sus mejillas y sus manos se apretaban en dos puños. Pero no se detuvo, ni se fijó en quien pudiera estar en su camino. Tan sólo quería largarse, llegar a casa y dejarse llevar. No se sentía capaz de permanecer en el club ni un minuto más.

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21/03/2017, 12:22
Narrador

Mientras Cosette abandonaba el despacho pudo oír un golpe detrás de ella, probablemente Brad dando un empujón que tiraría la silla, o impactando con la base del puño en la mesa. En cualquier caso el temblor de su labio y la amenaza de sus lágrimas no habían servido para calmarle, ni mucho menos.

Su carrera hacia fuera del local le sirvió para distinguir a un par de chicas murmurando en cuanto la vieron y a Todd en una esquina, de brazos cruzados y sentado en el suelo, mientras Trixie fumaba en la barra. Los policías seguían allí, pero más bien como una presencia difícil de concretar cuando uno no les prestaba atención.

Unos segundos más tarde y Cosette estuvo fuera. En la calle no había cordón policial, ni curiosos. Probablemente los agentes no lo habían considerado necesario y parecían llevar razón.

En el camino a casa sintió algunos ojos sobre ella, cosa que era habitual. Había menos gente que antes, pero con su nueva actitud ella llamaba un poco más la atención. Sus pasos dejaron unos piropos detrás, tirados en la acera, e incluso hubo un chico que pareció dispuesto a detenerla para hablar con ella.

Una vez abrió la puerta tuvo la certeza de que estaba totalmente a solas.

El mundo no tardaría en difuminarse, en moverse a un ritmo más tranquilo, más dulce y más fácil de llevar.

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21/03/2017, 18:13
Cosette Mercier

Tan sólo quería llegar a casa y olvidarse de todo. Y ese fue el único impulso que movía sus piernas en una carrera que no resultaba del todo coordinada o constante, pero que no se detuvo hasta que llegó al portal y tuvo que sacar el llavero del bolso. 

Le temblaban los dedos y le costó tres intentos acertar con la llave en la cerradura. Imaginaba miles de ojos en su espalda, observando con lascivia cada uno de sus pequeños movimientos, deseando coger lo que quisieran, sin importarles lo que ella desease o necesitara. 

Y con esa sensación subió los escalones de la pensión de tres en tres hasta poder poner la puerta de ese cuchitril que ella llamaba casa entre su espalda y el resto del mundo.

Entonces, por fin, respiró.

Tardó algunos segundos en ponerse en movimiento de nuevo, con la respiración agitada por la carrera, una fina capa de sudor cubriendo su frente y los ojos bien abiertos y brillantes, algo idos. 

No se lo pensó demasiado, fue directa hacia el armario donde guardaba la reserva de emergencias. Al final no había podido ver a Bill, así que no le quedaba otra que agotar sus existencias. Por suerte había suficiente. En condiciones normales, aquella cantidad le habría servido para dos buenos viajes. Pero aquella noche Cosette puso todo el contenido en la cuchara sin darle dos vueltas. Necesitaba viajar más lejos que nunca, sumergirse tan profundamente en la dulzura oscuridad que el mundo desapareciese por completo. Y cuanto más durase, mejor.

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22/03/2017, 01:58
Narrador

La sensación de la heroína recorriendo las venas fue el alivio de una necesidad que sólo podía crecer. La temperatura se sentía tibia y placentera, y Cosette pudo sentir cómo se extendía por su brazo con languidez. Ya sólo quedaba esperar. Pronto el mundo sería más suave y tranquilo, llevándola a una luna de miel que la bailarina conocía bien. Pero antes de eso había otra cosa. El flash.

Cosette lo sintió llegar, agitándose en el torrente de su sangre, en su pecho y en su cabeza. Aquello no podía compararse a ninguna de las cosas que la chica hubiera sentido nunca antes. La droga era pura magia, y esa era la señal de que todo estaba por comenzar. De pronto las cosas ya no importaban. Nada de lo sucedido en el local aquella noche, ni en las noches de antes, ni en las duchas, ni... Todo se sentía bien. Cosette ya no era una pobre chica desvalida, ni una paria, ni estaba herida. Cosette simplemente existía, y era feliz. Pronto la euforia empezaría a llenar su cabeza y su sonrisa, cosa que normalmente duraba dos o tres horas. Últimamente menos. Aunque quizá aquella noche fuese distinto, después de todo, la dosis había sido mayor.

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22/03/2017, 02:14
Desconocida

Sería difícil decir cuánto tiempo pasó. Cosette se sentía, simplemente, tranquila, y su cabeza ni siquiera era capaz de contar el paso de los segundos. En algunos momentos la realidad se volvía más oscura, pero era una oscuridad capaz de arroparla, cada vez más calmada y tranquila.

Sin embargo algo fue capaz de penetrar a través de toda esa suavidad. Una voz ligeramente perforante y metálica sonaba directamente dentro de la cabeza de la chica.

—Eh —la llamó, y no tardó en insistir—. Eh, eh, eh. Eh. Eh. —Aquella voz parecía poco dispuesta a callarse, y su única finalidad hacer que Cosette volviera a un mundo que la rechazaba, al menos por un instante—. Eh. Eh. Eh. Eh.

Para cuando la chica logró abrir los ojos vio esa figura al lado de ella, de pie. Tenía un cuerpo similar al de una mujer desnuda, pero algo parecía pasarle a su piel. Era como si mostrase algunos de los tendones que tenía por dentro, pero estos hubieran decidido seguir patrones aleatorios. Aguardaba con los brazos atrás, entrecruzados a la espalda, y moviéndose con un contoneo inquieto y constante. Pero lo más escabroso estaba en su cabeza. Aquello era algo parecido a una máscara macabra que intentaba simular la calavera de un conejo diabólico, o algo similar. Sus dientes eran grandes y blancos, al igual que sus ojos, aunque estos carecían de pupilas.

—Eh —insistió aquella mujer, aunque no llegó a mover la boca—. Eh. Eh. Eh.

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22/03/2017, 11:54
Cosette Mercier

Al principio Cosette intentó ignorar esa voz que parecía dispuesta a sacarla de su ensueño, con el mismo ánimo que quien apaga el despertador y se da la vuelta para seguir durmiendo, la chica trataba de convencerse de que no existía y si no existía podía seguir dejando que la calma se extendiera por sus venas, arropándola y arrastrándola cada vez más profundo en la resaca de su viaje. 

Sin embargo, era demasiado insistente para ser ignorada y, finalmente, Cosette no pudo evitar prestarle atención suficiente para abrir los ojos con dificultad. 

La imagen que se presentó ante ella le hizo fruncir levemente el ceño con lentitud, como si su cerebro tardase dos segundos en procesar lo que sus ojos veían. 

—Oh, joder —murmuró entre dientes. Era bastante común que la heroína la llevase de un sueño a otro, cortos e intensos, pero no solían ser pesadillas plagadas de monstruos precisamente. Y aunque en ese momento no recordaba de qué huía ni por qué se refugiaba en el cuelgue, tenía la sensación de que no había día peor para sufrir un mal viaje. 

—Lárgate —dijo entonces, haciendo un aspaviento cargado de languidez con la mano hacia la figura—. Déjame en paz. 

No se quedó a comprobar si el bicho se marchaba, tan sólo dejó de resistirse y dejó que sus párpados se cerrasen de nuevo, con la esperanza de poder seguir en el mismo punto.

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26/03/2017, 01:54
Desconocida

En cuanto los párpados de Cosette se abrieron aquella figura inclinó aún más la cabeza hacia un lado, como si estuviera mirándola con curiosidad. Su reacción a la primera palabra de la chica fue nula, como si ni siquiera la hubiera escuchado. Y luego, cuando ella le ordenó que se marchase, al principio sólo se irguió en toda su estatura.

La chica —si es que era eso— era alta, de casi un metro ochenta. Su cuerpo era delgado, como si tuviera algún tipo de desorden alimenticio, y sus brazos eran un poco más grandes de lo que le correspondería.

Cosette pudo oír unos pasos que eran casi tan silenciosos como una respiración alejarse cuando ella insistió. Sin embargo no tardaron en detenerse. Algo en el aire olía a quemado, y la chica pudo entender que ese aroma venía de su acompañante.

—Me voy —dijo aún cuando parecía haber detenido su caminar—. Me voy, me voy, casi me he ido —aclaró—. Pero antes... —Su voz seguía siendo taladrante y metálica—. ¿Puedo cortarte un brazo? Un poquito, nada más. Para que salga sangre. Creo que te vas a morir si no.

—Di que sí, porfa —no tardó en añadir. Su tono parecía el de un niño a pesar de lo desagradable de su voz—. Eh, eh, di que sí. Si te mueres es un palo. Di que sí. Porfa.

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26/03/2017, 21:41
Cosette Mercier

En un primer momento la única respuesta que Cosette dio a la insistencia de la voz fue fruncir levemente el ceño, molesta por su chirriar. No veía qué tenía de malo morirse si ese era el destino del viaje e incluso sus labios comenzaron una sonrisa irónica que quedó a medio esbozar antes de disolverse. Como si fuera tan fácil. Ella lo había intentado muchas veces y nunca había conseguido nada.

Suspiró con los ojos cerrados y giró el brazo, dejando a la vista su muñeca llena de finas marcas blancas. Al fin y al cabo, qué más daba una más o una menos. 

—Haz lo que te dé la gana —dijo y trató de encogerse de hombros pero envuelta en la languidez de la heroína el gesto fue apenas perceptible—. Pero cállate. No me amargues el viaje. 

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29/03/2017, 00:33
Desconocida

La extraña figura permaneció quieta, como si estuviera congelada tanto en el tiempo como en el espacio. Su quietud era totalmente antinatural, con esos ojos grandes mirando a una Cosette que no le hacía demasiado caso. Pero finalmente, cuando la chica le dio su permiso y bendición, asintió.

—Oh, claro, me callo —dijo poniéndose ya en movimiento. Su chirriar era más agudo, como si el beneplácito de la chica hubiera sido una alegría—. Me callo, me callo, me callo. Ya me he callado, creo. O bueno, ahora sí que estoy callado del todo. Callado, callado, callado.

Mientras hablaba, la acompañante de Cosette pareció dirigirse a la cocina. La chica pudo oír cómo empezaba a canturrear algo sin llegar a entender las palabras que pronunciaba, y luego cómo abría los cajones con fuerza. El indicado, incluso, cayó al suelo, provocando el tintineo de todos los cubiertos. Mientras aquella figura volvía su canción se volvió más audible y distinguible. La melodía era peor que mala, desafinada y fuera de tiempo, pero aún así recordaba a Knocking on heavens door, sólo que con una letra bien diferente.

—♪♫Ca-ca-calla-calla-calla-do...♫♪ ♫♪Ca-ca-calla-calla-calla-do-do...♪♫

Aún no había dejado la canción cuando Cosette pudo sentir el frío del filo de un cuchillo directamente sobre su brazo. La postura de la chica era como la de quien se prepara para pegar un buen corte a la ternera, y tenía su enorme cabeza inclinada hacia abajo, mirando la piel de la stripper. La mano libre sujetaba a Cosette por la muñeca, marcando el desacompasado ritmo de su canción con los movimientos del dedo índice.

—♪♫Ca-ca-calla-calla-calla-do...♫♪ ♫♪Ca-ca-calla-calla-calla-do-do...♪♫

Y entonces lo hizo. Cortó todo la piel y quién sabía si también tendones y músculos. A pesar de los nervios entumecidos por la heroína el corte fue ligeramente doloroso y la sangre empezó a manar a borbotones. Ella, satisfecha, empezó a caminar hacia la puerta. Había dejado de cantar.

—Mucho mejor, sí —dijo echando un último vistazo a la chica—. Oh, sí, mucho mejor, sí. Mucho mejor, por supuesto que mucho mejor.

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29/03/2017, 20:45
Cosette Mercier

Cosette frunció el ceño ante la incontinencia verbal que mostraba la alucinación y apretó los párpados en un intento infructuoso de ignorar la voz chirriante para regresar a la dulzura del cuelgue. No recordaba en ese momento con precisión por qué, pero tenía la sensación de que debía aprovechar cada segundo de aquel viaje. Y esa maldita presencia absurda no dejaba de estropeárselo con su horrible canción. 

—Joder... —protestó en voz baja para sí misma, pero sin llegar a decidirse a alzar la voz o increpar al conejo. 

El corte, sin embargo, sí que logró que Cosette diese un respingo y abriese los ojos con dificultad al tiempo que sus labios se fruncían en un mohín de dolor. 

—¡Joder! —repitió, esta vez en una exclamación molesta por el dolor en su brazo. 

Sin embargo, el bicho parecía haber decidido dejarla en paz y una vez pasado el primer momento ya no dolía tanto. La sangre se escapaba por la herida, sí, pero esa sensación no le era precisamente ajena a la pelirroja, ni siquiera le resultaba desagradable. Era dulce deslizarse hacia la inconsciencia acompañada de la droga y el fluir de la vida.

Así que su protesta se quedó en esa maldición antes de que volviese a cerrar los ojos, resignada y, al mismo tiempo, decidida a dejarse llevar por la heroína de nuevo. Al fin y al cabo, era la única forma de escapar de aquel mundo de mierda. Y por todos los diablos, si alguien necesitaba escapar, esa era ella. 

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04/04/2017, 02:57
Narrador

Las maldiciones de Cosette no encontraron ningún tipo de respuesta. Aquella especie de mujer continuó con lo que estaba haciendo y una vez hubo terminado se marchó. La chica no lo supo por oír la puerta cerrarse, sino que lo notó por una sensación de frío densa y sólida.

En realidad esa sensación provenía de la ausencia de sangre. Junto a ella se escapaba el calor de la chica y también su fuerza. Poco a poco todo empezaba a mancharse de un rojo intenso, pero también de una languidez pesada y tranquila. Era como si el calor que dejaba su cuerpo la rodease y acunase, ofreciéndole un lugar tranquilo y sólido. Una burbuja de metacrilato segura y cálida, que a pesar de su transparencia no mostraba el mundo de fuera, sino uno mucho más calmado. Uno totalmente negro y para nada amenazante.

Poco a poco los pulmones de Cosette empezaron a llenarse más despacio. Su latido se hizo más lento y apagado hasta volverse casi inexistente. Cientos de cosas se quedaban fuera. El rechazo, las miradas que no la entendían como una persona completa, los comentarios hirientes... Y cualquier médico diría que fuera se quedaba también algo más: la vida.

Sólo quedaba ella, tranquila. Ella abrazando la heroína. Al final, dijesen lo que dijesen, la respuesta estaba siempre en la heroína.

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04/04/2017, 03:26
Narrador

Lo siguiente de lo que Cosette fue consciente fue del frío. No era un frío como el que uno puede tener cuando le abandonan litros y litros de sangre, sino uno que había empezado en su piel y se había extendiendo hasta enredarse en su estómago.

Se sentía débil, tanto que sería difícil ponerse en pie. Y darse cuenta de eso fue lo que le hizo entender que estaba tumbada. Su mente funcionaba lentamente, pero cualquier rastro del cuelgue de la heroína había pasado.

En cuanto pudo reunir las fuerzas para mirar alrededor se dio cuenta de que estaba en un lugar desconocido. Había una suave brisa que provocaba en sus cabellos un torpe devaneo, y debajo de su rostro pudo sentir la piedra y la tierra sin prensar. El cielo estaba encapotado y la luz que se colaba entre las nubes caía directamente sobre la chica provocando una sensación de molestia.

Estaba tirada en medio de un camino. Un poco más adelante había una casa en ruinas y un coche que parecía abandonado, y le costó darse cuenta de que un poco más allá había otras edificaciones bajas también en un estado lamentable. Ese lugar parecía de todo menos su ciudad. Y no se veía a nadie por ningún sitio.

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07/04/2017, 13:47
Cosette Mercier

Cosette abrió los ojos con renuencia, resistiéndose a abandonar el dulce abrazo del viaje, arañando los últimos restos de inconsciencia para paladearlos con fruición. Pero finalmente el frío pudo más que su desgana y abrió los ojos despacio, cargándose de resignación para afrontar el mundo. Tenía pegada a la piel la sensación de que todo era una puta mierda, incluso más de lo habitual, aunque aún su mente no se había desperezado lo suficiente como para recordar lo que había pasado en el club. Y entonces flipó.

Sus ojos se movieron analizando el lugar antes de que sus manos reaccionasen y se apoyasen en la tierra para incorporar un poco la cabeza. «La puta madre. ¿Dónde coño estoy?» 

Lentamente se fue sentando, con los ojos enormes y los labios entreabiertos. Aquello no parecía su ciudad, ciertamente. Y desde luego no era su casa. Y no era producto de la heroína, porque no la sentía ya recorriendo sus venas. ¿Cómo mierda había llegado allí? Aquello era lo más raro que le había pasado nunca, pero todavía sentía la cabeza demasiado espesa como para pensar adecuadamente. Así que se puso a gatas y luego intentó levantarse poco a poco. Se sentía muy débil, pero si al menos pudiese llegar a la casa abandonada, se refugiaría del frío hasta sentirse suficientemente fuerte como para buscar ayuda.