Partida Rol por web

Entre sombra y sombra

Lo que vino después

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09/11/2019, 04:21
Cosette Mercier

Puff, igual que un niñato virgen que nunca había visto una teta. El tipo era tan patético que hasta sería divertido de no ser porque Cosette ya sabía que los hombres pasaban de ridículos a depredadores en un chasquido de dedos si te descuidabas. Mientras ella tuviese el control todo iría sobre la seda, así que no estaba dispuesta a aflojar más de la cuenta. 

Y con lo que le dijo ya pensó que era directamente gilipollas. La habían ingresado en el hospital con las venas cortadas y puesta de caballo chungo hasta las cejas. La poli la quería usar de cabeza de turco después de que intentasen violarla. Y tenía que esconderse en la casa de un viudo trastornado que se corría en los pantalones. Para flipar, joder. Y encina el fulano tenía la cara dura de decir que estaba contento de sus mierdas. «Pues vete a tomar por culo, Ron. Que seguro que eso te la pone dura», pensó, mientras sus labios se curvaban en una sonrisa. 

Se encogió de hombros. 

Ya, tío. Es una mierda todo esto, pero entiendo lo que dices. Yo también me alegro de estar aquí «Hasta que me esfume mañana»—. No sé qué habría hecho sin ti. —Le dedicó una caída de ojos así toda moñas, que seguro que le gustaba—. Y claro que podemos quedar algún día. Ahora me he quedado sin curro. —Otra mierda más para sumar a la lista—. Pero cuando tenga uno nuevo ya te diré dónde para que puedas ir a verme. 

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25/12/2019, 03:20
Enfermero

Los ojos del chico brillaron un instante al oír que Cosette se alegraba de estar allí. Se pasó entonces la lengua por los labios al oír sus siguientes palabras, y mientras ella seguía hablando él extendió la mano en su dirección, como si quisiera colocarle el pelo.

—Puedo ayudarte a buscar otro trabajo, si quieres —comentó entonces el chico. Permaneció un momento expectante, como queriendo saber qué le parecía esa idea a ella. Por su tono parecía que le hubiera estado dando vueltas—. Tengo un amigo que tiene un bar. Podría hablar con él a ver si necesita una camarera. Así, bueno... —volvió a encogerse de hombros mientras bajaba la mirada. Al mismo tiempo esa timidez contrastaba con su mano, que descendía desde el cuello de ella hacia su cintura—. Podrías reservarme tus bailes para mí. Si quieres, claro. Con lo buena que eres seguro que ganas más en lo tuyo, pero en un bar normal habrá menos babosos con las manos largas.