Partida Rol por web

El combate, tal y como se lo esperaba Andrei, había sido poco más que una pantomima, una forma de retrasar lo inevitable. El barón tenía de guerrero lo que tenía él de marinero, por decir algo. Acabó como era previsto: el barón derrotado. Había logrado acertar un buen tajo en algún momento, pero para eso estaba el escudo. Volvió a envainar su espada y escuchó a sus amigos con detenimiento.

— Entonces estamos de acuerdo —respondió, finalmente—. El Barón debe pagar el resto de su vida el mal que ha hecho, despojado de sus títulos y riqueza. La muerte se me antoja demasiado inmediata, mejor que pague de la peor forma para él: teniendo que esforzarse cada día de su vida.

Andrei acabó por acercarse a sus compañeros, esperando el veredicto del Conde.

-¿Vais a dejar que viva para poderse vengar? Un tiburón sigue siendo un tiburón aunque lo lleves a otras aguas.  Si tenéis reparos en matarle, yo misma lo haré. Pero no puede seguir viviendo.

— Sin su poder de noble ni su dinero, este hombre no es un tiburón. No es más que un besugo. — replicó Bjorn. — La única forma en que este ser consiguió hacer tanto mal como hizo fue utilizando su influencia política y sus riquezas. Despojado de ambas cosas, nadie querrá hacer un solo trato con él. Nadie lo ayudará, porque no tendrá nada que ofrecer a cambio. — se cruzó de brazos. — Sin ninguno de los recursos que posee o conoce, sin aliados, sin sirvientes. Completamente a solas en el mundo, sólo acompañado por sus pensamientos y los recuerdos de las acciones que lo llevaron a ese punto. ¿No crees que sea un castigo adecuado?

—Sí, sí, sacerdote, eso haré. Ahora que todo esto está resuelto, volveré a mi cabaña, y juro ante el cielo y ante todo lo sagrado que predicaré la palabra de Fenre a todos mis vecinos, lo juro, sacerdote. No tenemos ningún párroco en Faverstram. En esta aldea son todos creyentes, pero no con demasiada fe, y no todos conocen los rituales. Yo se los enseñaré, sacerdote, lo juro. Gracias por todo lo que ha hecho. Fenre es grande.

No hace falta caminar mucho para encontrar a Wilbur von Panter, el antiguo servidor de la familia de Annalise. Está entre la multitud que observa la humillación del Barón. Es un anciano de barba espesa, con marcas de sabiduría y cansancio en el rostro.

—He escuchado lo que te pasó, Duquesa —le dice a Annalise—. Qué desgracia. Marcus von Faverstram era un hombre mezquino. Los hombres como él siempre terminan así. No veo por qué deberías quedarte más tiempo en este pueblo. Partamos hacia el Ducado de Koch cuanto antes a presentar tu reclamo. Cada minuto cuenta.

Examina a Grigori de arriba a abajo, deteniéndose en sus ropajes de sacerdote color rojo sangre y su estola. Lo saluda con un respetuoso gesto de cabeza.

—Bienhallado, sacerdote.

Valerie trajo a Sophia de vuelta del establo. La muchacha está sana y salva aunque con algunas marcas haber sido amordazada. No entiende nada de lo que está pasando con el Barón y el Conde. Los aldeanos de Faverstram abuchean al Barón Marcus von Faverstram. Sophia se encoge de hombros y se une en los cánticos.

—¡Gordo asqueroso! ¡Traidor! ¡Rata!

—Nunca fue un tiburón. Siempre fue una rata disfrazada de depredador. Eso nunca iba a salir bien, Marcus. Por la autoridad que detento como Conde de Osterhaus y como vuestro legítimo señor, os despojo de vuestros títulos, vuestras tierras, vuestros criados, vuestras riquezas. Ya nadie es vuestro vasallo, nadie os debe tributo, nadie os debe favores, nadie os debe obediencia. Vuestra sangre ya no es más noble que la orina de un cerdo. Permitiré que curen vuestra herida y luego marcharéis al exilio. Os asignaré una escolta de diez hombres que os acompañarán hasta el extremo oriente. Son las tierras más inhóspitas del continente. Vuestro nuevo hogar. Si llego a enterarme de que volvéis a este reino, pediré que os cuelguen. Si soy yo quien personalmente os vuelve a ver, os decapitaré en el acto. Fuera de mi vista, gusano.

El Conde da órdenes a sus soldados (en este momento la aldea está repleta de sus hombres) para que lo lleven de vuelta al torreón y sanen su herida (no podría disfrutar su castigo si muere) antes de efectivizar el destierro.

El Barón está pálido, lloroso y ensuciado por vómito. Besa los pies de Andrei y da gracias al Conde por no matarlo.

—¡Gracias por vuestra piedad, gracias, gracias! ¡Gracias, Herr Konrad! ¡Soy un gusano, nunca fui un tiburón, sí, sí, perdonadme, perdón!

Algunos aldeanos lo insultan y le lanzan improperios. Toda la autoridad del ex-Barón Marcus von Faverstram se ha evaporado en cuestión de segundos. Los soldados del Conde se lo llevan hasta el torreón y Marcus queda fuera de vuestra vista.

—Denunciar a un noble, por más que sea el más miserable de todos, requiere valor. Lo habéis hecho bien —os dice—. Y tú —mira a Andrei—, buen manejo de la espada. Son tiempos difíciles, y necesito más personas como vosotros en mi servicio. En breves volveré a mis tierras. Podéis acompañarme. Os ofrezco techo y comida, y aprenderéis a usar la espada como corresponde.

Mientras tanto, Annalise y Grigori están hablando con un anciano que hay entre la multitud.

En medio de la multitud y ya con la decisión tomada por parte del Barón, Annalise le indicó a Grigori que siga sus pasos hasta dar con aquel hombre que emana sabiduría con su sola presencia. Ella le debía respeto por toda su labor hacia la familia y gracias a su dedicado labor el Fuerte Sombra Azul tuvo momentos dignos de ser recordados hasta que Gretel abandonó aquello por amor. 

—Señor von Panter, lo importante es que estamos aquí y es gracias a él—dijo y señaló a su amigo—, se llama Grigori, es alguien muy importante en mi vida. Pero no es momento de ofrecer explicaciones sobre ello, entiendo la urgencia. Créame que es delicado el asunto, aún así tengo una propuesta para ofrecerle. 

Tras decir aquello, inhaló profundo mientras organizaba sus ideas. 

—Ahora mismo me subiré a un barco de piratas junto a él porque estamos detrás de una investigación sobre un libro, son asuntos importantes que requerirán de mi y me gustaría Señor, que nos acompañe porque en cuanto termine aquel viaje, iré a recuperar el Fuerte Sombra Azul. 

Ya se lo había dicho todo, la decisión estaba en manos de Wilbur. 

—Un barco... ¿de piratas? ¿A investigar un libro? Annalise, creo que el calor te está afectando. Un ducado es el título más importante que puede tener un noble después de rey. Te ruego que no hagas locuras: esto no es juego. Tenemos que buscarte aliados, no jugar a los piratas.

Grigori siguió a su amiga y pronto dieron con el guardia real del que le había hablado. Era mucho mayor de lo que él esperaba, pero aún mezclado entre los aldeanos su porte y su presencia imponía respeto. Sintió el peso de su mirada y el saludo que le dio le hizo pensar que había conocido más sacerdotes en su vida. Asintió en silencio y dejó que Annalise le explicase primero lo ocurrido y lo que habían acordado juntos. La reacción del hombre no era la que esperaban pero era completamente comprensible.

- Es un honor conocerlo, Wilbur - no sabía muy bien cómo hablar ante un guardia real, dudó en si hacía falta agregar algo más - Annalise no jugará a ser pirata, busca lo que menciona el libro del alquimista que estuvo escrito por un sacerdote, si logramos encontrarlo entonces ese poder valdría más que un ejercito. Eso y la bendición de Fenre abrirán el camino para conseguir esos aliados que dice, porque quién se uniría a su causa si su poder reside sólo en un nombre? Acabamos todos de ver cuán rápido puede sacarse un título de nobleza. 

Grigori se propuso explicarle un poco más al anciano lo que tenían en mente - El transporte que puedo ofrecerle es un barco pirata, aunque es uno muy particular, con muchos devotos y un destino claro. Una vez terminadas las investigaciones sobre el libro desembarcaremos en Fenresgrado. Desde allí , con la bendición de Fenre, podremos ir al Ducado de Koch y devolverle a Annalise lo que es suyo por derecho.

- Sepa que es bienvenido, ella necesita de su protección y su consejo, usted es el único que puede enseñarle a ser una buena Duquesa - Grigori se sentía raro al referirse a su amiga como a una noble, pero lo era, y eso podía ser un problema si subían a la Fragata, Jan los pasaría a cuchillo a los dos si llegaba a enterarse - Debo decir también que es importante que todo esto quede sólo entre nosotros, no sólo el destino final y los derechos de Annalise, también vuestro carácter noble, nadie debe saberlo, especialmente los piratas.

- Para todos los tripulantes ustedes serán una isleña y un aldeano devotos de Fenre que quieren acompañarme, trabajaran en el barco sin cuestionar las decisiones de la Capitana, y su destino será Fenresgado. Me comprometo a que no se vean involucrados en ningún acto criminal, que tengan techo, comida y transporte hasta la ciudad sagrada. Si lo piensan es un lugar seguro para ambos, el actual Duque jamás se imaginará que la verdadera Duquesa está organizando su regreso desde el medio del mar.

Desde su corazón comprendió las palabras de aquel hombre porque mucho ha visto a lo largo del tiempo, es quien por defecto sabía manejarse en estos ámbitos y quién podría ayudar a Annalise en todo este peregrinaje. No obstante era consciente de que no estaría muy para la labor, pero confiaba en que su amigo le diría las palabras justas para su mayor comprensión de la situación. 

Y así fue, Grigori era experto en ello y toda la verdad quedó expuesta en esos minutos donde había acomodado la situación tal como ellos lo planearon a solas. Así debía ser, no podía ir con un nombre a reclamar lo suyo y por esto, agregó algo más. 

—Señor, entienda que no será fácil pero tenemos un camino en nuestras manos con la ayuda de Grigori. Necesito tener cierto poderío, pero hacerlo a mi manera, en realidad... A nuestra manera—dijo al mirar por un breve instante a su amigo—. Confíe en nosotros y en Fenre, por favor venga conmigo. Lo necesito. 

Grigori no parecía convencido de que el exilio fuese lo correcto, para él hubiese sido mejor cortar el mal de raíz y mostrar cuan duro era el destino de aquellos que quisiesen evitarlo. Se sorprendió de la decisión de sus amigos, acaso el Risueño no merecía el mismo castigo? Por qué a uno le cortaban la cabeza y al otro no? 

- En tu lugar no subestimaría a alguien sin riquezas, sin influencia política, sin aliados, sin sirvientes, en un sitio lejano y a solas en el mundo...  en esas condiciones me subí a la fragata, y mira lo que pude hacer al otro día - le respondió a Bjorn - El error de Marcus fue considerar que gente así no podía hacer nada, gente como nosotros, y ese error le costó todo lo que había logrado en su vida. Creer que él no puede hacer nada como exiliado es otro error, y puede que personas inocentes terminen pagando el costo. 

La decisión estaba tomada, el futuro traería consigo las consecuencias de sus decisiones, como había traído las de las suyas propias cuando acabó con la vida de Ludo. Ahora que habían terminado lo que se habían propuesto, nuevas decisiones debían tomarse.

- Andrei, escuché al Conde invitarte a que lo sigas, te felicito, es el futuro que soñabas - le dijo con genuina alegría, llevaban años de amistad en las islas y Grigori sabía cuanto añoraba ese camino. Entonces se volteo hacia la mujer de armadura - Hulda, porqué no lo acompañas? El Conde tiene valores, parece un noble digno de ser seguido, y Andrei necesitará alguien que lo ayude a entrenar. Además, mi amigo es quién venció al Risueño y al Barón, ha hecho mucho por Faverstram, sería bueno que la mejor guerrera de estas tierras le proteja las espaldas, no crees? No es como yo, con él te llevarás bien, ya verás. 

- Quiero hacerles una invitación al resto, no es tan buena como la de un Conde y puede sonar alocada, pero quienes lo deseen pueden venir conmigo al barco pirata - no sabía cómo iban a reaccionar, podían reírse o juzgarlo con severidad nuevamente, podían golpearlo o besarlo, podían abandonarlo como él lo hizo con ellos o seguir unidos como lo estaban en ese momento - Mi rumbo es Fenresgrado, la ciudad de la que tanto me habló el sacerdote Alexei en la isla. Si vienen como seguidores de Fenre les harán un lugar y los respetarán como amigos míos - al menos eso esperaba Grigori.

- Habrá techo y comida y aventuras durante el viaje... pero los harán trabajar! Hay espacio para dos buenas pescadoras, para una preparadora de ungüentos y tisanas medicinales, y para un joven de dedos rápidos que sepa atar cuerdas y recolectar monedas - cada uno de sus amigos podía acompañarlo si quería - ah, y también para un buen bebedor de ron! - dijo con una sonrisa mirando a Renke. 

—Los cerdos volarán antes que un libro nos de más poder que un ejército, Grigori. Tenga la información que tenga ese libro, sacerdote, dudo que nos de una gran ventaja —dice el anciano con un suspiro—. Y estar entre piratas, ocultando nuestra identidad como si fuéramos delincuentes... No me gusta nada. Pero dije que iba a servirte y acompañarte igual que como hice con tu abuelo, Annalise, y me mantendré fiel a mi promesa. Iré contigo, pero quiero que sepas que no me parece un curso de acción prudente.

>>No sé qué haremos en Fenregrado. Es la ciudad de los obispos. No hay nada para nosotros allí. Aunque... tu tía es miembro de la Inquisición, Annalise. Ella puede recibirnos. Tu tía Gertrud me recordará. Quizás ella apoye tu reclamo.

Una sonrisa surgió en el rostro de Annalise al escuchar las palabras de aquel hombre, sincero en su razonamiento y como buen conocedor de la situación, ofrece su opinión. Pero los tiempos cambian, las personas también y vaya a saber Fenre que tiene preparado para ella. De alguna manera encontrará el camino para recuperar lo que le pertenecía a su familia y ahora a la alquimista por derecho. No todo está escrito. 

No obstante abrazó al hombre con alegría, aún cuando no estaba muy para la labor. 

—Será de gran ayuda para mí, gracias por aceptarlo. 

Y ya miró a Grigori, agradeciendo aquello. Sus palabras bastaron para convencer al hombre y le había ayudado muchísimo en eso. En algún momento a solas se lo dirá, ahora toca emprender viaje porque un nuevo destino les aguardaba. 

—Vaya por sus cosas mi noble señor, lo esperaremos. 

Andrei, por su parte, colocó una mano en el hombro de Grigori.

— Ya hubo suficiente muerte por hoy. No te niego que también me gustaría ver la cabeza del barón rodar, pero... como he dicho, es más castigo que sufra lo que nosotros mismos estábamos destinados a sufrir. Estoy seguro de que, en un futuro, el barón intentará nuevamente amasar poder... pero no será tan fácil, y en esas condiciones tengo la certeza de que otras personas le detendrán. No es lo mismo enfrentarse a un noble que a un exiliado.

Por otra parte, el ofrecimiento del Conde le hizo meditar un tanto, pero acabó por negarse de la manera más cortés y educada posible (después de todo, no le gustaría cerrar esa puerta del todo, pero por el momento su objetivo era Antongrado).

— Me halaga su oferta, Conde... pero mucho me temo que por el momento tengo otro rumbo. Desde que salí de Serena, lo hice con un objetivo en mente, y hasta ahora no he podido cumplirlo —no quería mencionar Antongrado o el Imperio, pues no sabía cómo se lo iba a tomar aquel noble—. Sin embargo, si mis pies me vuelven a traer a estos lugares, será el primero en saberlo.

Se acercó una vez más a sus compañeros. El espadachín pensaba que se separaría de ellos, pero al parecer no del todo, pues tenía la idea de que para llegar a Fenresgrado había que pasar al menos bastante cerca de la capital del Imperio, y viajar por mar se le hacía más rápido que viajar por tierra. Por otra parte, embarcarse con aquellos piratas significaba dejar a Hulda a su suerte (pues estaba bastante claro que ella sí que no se embarcaría con los piratas), pero estaba seguro de que esa invitación también se extendía hacia ella.

— Gracias por las palabras, Grigori... pero me dirijo a Antongrado. Quiero saber si mi madre sigue viva, o si hay alguien más a quien pueda llamar familia. Me parece que para llegar a la ciudad de Fenre por mar habría que pasar al menos relativamente cerca de la capital, ¿no?

Todos estos buenos sentimientos que flotaban en el ambiente parecía que esquivaban a Valerie. Su rabia iba creciendo cada vez más casi acaban de esclavos. Evgeni había muerto. Hasta ellos podían haber muerto en la refriega. Sophia estaba allí gritando entre el pueblo contra el barón y pensó en cómo estaba atada y amordazada en el establo, como un pedazo de carne listo para vender.

El causante de todo estaba ahí delante. Ya había tratado con nobles antes y les había visto arruinados. Pero volvían a alzarse otra vez. Era su don, su trabajo. El de ella era librar al mundo de esa sabandija.

Agarró el arpón con todas sus fuerzas y como un toro salió al encuentro del barón. Un par de los soldados del Conde acabaron por el suelo antes de que otro par acabaran reduciéndola en el suelo. La punta del arpón  había llegado a mancharse con la sangre de la ropa del barón. Tan cerca había estado. Si no fuese por sus heridas no habrían podido detenerla. 

Todavía lo miraba con una furia homicida que le insuflaba fuerzas. Los soldados estaba perdiendo la presa. Sólo un poco más y se libraría de ellos.

Un golpe en la cabeza por atrás y todo se vuelve negro entrono a lo único que ocupaba su mente ahora: el barón.

Cae inconsciente al suelo.

Ya el destino se había trazado para Annalise por obra y gracia de Fenre, algo que agradeció profundamente por el hecho de que las palabras adecuadas de Grigori han permitido que Wilbur les acompañe. Así que con una sonrisa llena de alegría, pensó que todo estaría bien porque su destino en el Fuerte Sombra Azul le llevará un tiempo de preparación y era consciente de lo necesario que era estar lista para ello. 

Así que ahora tenía aquel viaje en mente, un libro con el cual desentrañar misterios y una guía que la ayudará a convertirse en alguien mejor. Solo que no todo pudo ser perfecto, no cuando vio que Valerie se iba a la carga contra aquel Baron. Desvío la mirada hacia el entorno, pendiente de lo que pueda pasar y dispuesta a defender a su amiga si era necesario. Ella estaba haciendo justicia pese a que en el caso de la alquimista, tenía otra forma de pensar. 

Ya nerviosa por las consecuencias de ello, buscó con la mirada a Bjorn ya que Grigori había dejado una propuesta en el aire y ella se lo tenía que decir. 

—Iré en ese barco porque es mi destino, tienes la decisión en tu mano. ¿Vendrás con nosotros? —preguntó al mirar sus ojos—. Sé que no te he comentado nada y he estado un poco alejada, pero es que debo tomar decisiones importantes para mi futuro. Ya he tomado una, aún así eres bien recibido en ese barco. 

Tras decir aquello, suspiró y buscó con la mirada a Grigori. Estaba todo dicho. 

El Conde dictó su sentencia, y por suerte había escuchado la voz de la mayoría. El Barón sería despojado de sus riquezas y sus títulos, abandonado a su suerte y desterrado en una tierra lejana. Pero no todo el mundo estaba de acuerdo con el veredicto, en concreto Valerie, quien se lanzó a intentar acabar con la vida del Barón. Bjorn estuvo a punto de saltar para placarla, pero por suerte los soldados la detuvieron. Bjorn suspiró y se pasó la mano por la cara. Todo estaba bien, todo había terminado.

O no. Todavía quedaba una sorpresa final, y es que el destino había dado unas cuantas vueltas y parecía que Annalise, contra toda predicción, iba a embarcarse en una nueva aventura. Una aventura pirata, concretamente. Aquello pilló por sorpresa a Bjorn, quien no pudo disimular el desconcierto durante varios segundos. Escuchó las palabras de Grigori, después las de Annalise. También las de Andrei, quien parecía tener bastante claro su destino. Bjorn se cruzó de brazos, después de que su querida amiga le hablase mirándolo directamente a los ojos.

— ¿A qué viene esa mirada dubitativa? — preguntó tras unos instantes de silencio. — Nada queda para mí en Serena, y tampoco a Faverstram. Salimos juntos de la isla a buscar la aventura, tal vez nuestros destinos, y si tú has decidido que el camino que quieres seguir es este, entonces... — se encogió de hombros de una forma un poco teatral, exagerada. — Tendrás que contarme unos cuantos detalles, porque desde que llegamos a este lugar ha pasado una cosa detrás de otra y hemos tenido poco tiempo para hablar, pero... Si tú guías, Anna, yo... te sigo. — esbozó una pequeña sonrisa. — Después de todo, le hice una promesa a tu padre.

Aunque aún sin esa promesa, te seguiría al fin del mundo, pensó Bjorn, pero no lo dijo en voz alta. ¿Quién iba a pensar que su siguiente destino sería viajar en un barco pirata? Oh, bueno. No creo que sea peor que dormir en las cuadras.