Partida Rol por web

Lady Winter suspira, abrumada ante la insistencia del guerrero.

—Denman es un miembro valioso de esta comunidad, ayuda con los deberes de la barricada y la cocina, y hasta el momento es más de lo que te he visto hacer a ti —su voz se quiebra durante un instante, agacha durante un momento la cabeza y suspira de nuevo—. Lo siento, eso ha estado fuera de lugar. Hay algo en este lugar que hace que los nervios estén a flor de piel. Hasta donde sé hay dos secciones subterráneas bajo las alas este y oeste del edificio, pero ignoro en que condición estarán después de los temblores ni si están conectadas con algún sistema de alcantarillado o de túneles más antiguos.    

Deja entonces que transcurra la conversación entre los recién llegados, esperando pacientemente a que cada uno concluya de exponer sus posiciones.

—Hay una biblioteca en el ala central del asilo, quizás allí encontréis lo que estáis buscando. Pero me temo que el acceso a la biblioteca está obstruido… —dice mirando al semielfo antes de cambiar abruptamente de tema—. Aun así me alegra saber que estáis considerando seriamente mi petición de ayuda, seguro que mejorará los ánimos de todos. Dicho esto, sois libres de actuar como creáis más conveniente y por supuesto de tratar con todos los supervivientes. Pero me temo que por el momento tendremos que posponer nuestra conversación. No dispongo de mucho tiempo y debo de continuar con mis quehaceres. Avisadme a mi o al capitán cuando hayáis tomado una decisión.

¿Qué clase de respuesta era esa? ¿Un valioso miembro de la comunidad? Si ella lo decía sería así. Al menos el noventa y nueve por ciento del tiempo. El otro uno por ciento asaltaba mujeres. ¿Pero a quién le importaba eso? Si, era mejor ignorar esa parte de su personalidad. Al menos la segunda parte de la respuesta si complació su curiosidad.

- Igual podríamos investigar esa sección subterránea en algún momento. - Se llevó un dedo a la barbilla y miró en dirección al infinito. - Y esa biblioteca... - Asintió con la cabeza. - Es una buena idea. - Buscó de nuevo a Lady Winter con la mirada. - Lady Winter, antes de que se marche. ¿Por qué dice que está obstruida? ¿Nos puede acompañar alguien hasta allí?

Está bien - dijo Richard con una sonrisa que pretendía animar a la joven -te agradezco tus respuestas. ¿Hay algo mas que necesites o creas que pueda ayudarnos en la labor? Algo, por nimio que sea, podría suponer la diferencia.

El arqueólogo estaba ya pensando en la niebla amarilla y la extraña puerta de antes, con intención de investigar si ese extraño ojo podía ser herido, no obstante intentar ser cuidadoso y de paso dejar una oferta de ayuda que se granjease el favor de Amanda nunca venía mal.

Mequetrefe asintió efusivamente ante las palabras de Holloc.

- Es una magnífica idea, mi gran amigo Holloc, como todas las que tienes, por supuesto. Quizás en la biblioteca encontremos más información.

Continuó hablando, esta vez dirigiéndose hacia Lady Winter.

- Sé que le hemos robado demasiado tiempo, mi señora, sin embargo nos vendría bien una última ayuda. Ha dicho usted que el acceso a la biblioteca está obstruido... ¿a qué se refiere con eso? ¿Un desplome? ¿O algo más sobrenatural e inquietante? No es que tenga miedo ni mucho menos, Mequetrefe no tiene miedo de nada, no señor. Bueno, los insectos me dan un poco de repelús, eso sí es cierto, vaya que sí.

—Por supuesto que no —la sacerdotisa sonríe divertida ante el arranque de Mequetrefe—… hay demasiadas cosas que hacer como para quedarse paralizados por el miedo.

Winter se incorpora y guía decidida a los presentes hacia la puerta.

—Estoy segura de que el capitán responderá de buen grado a todas vuestras preguntas al respecto de la biblioteca… al fin y al cabo, lleva aquí más tiempo y está más familiarizado con las cuestiones estructurales —añade fríamente al tiempo que invita al grupo a salir inclinando levemente la cabeza—. A veces puede ser un poco temperamental, pero es un buen hombre.   

Dicho esto, la sacerdotisa espera a que todos abandonen la pequeña habitación y comienza a entornar lentamente la puerta, dando por zanjada la reunión.

La muchacha desvía la mirada hacia el techo, distraída.

—Me temo que no, Richard. Sólo… por favor, ten mucho cuidado —La joven acerca rápidamente su rostro hacia el del arqueólogo y deposita en su mejilla un beso apresurado.

Tras este gesto completamente inesperado, Leolies se dirige con pasos ligeros hacia la entrada de la pequeña habitación.

—Creo que debería de volver con los demás. No querría que sospechasen nada inadecuado… —añade al tiempo que tira del picaporte y abre la puerta. Por un momento, parece que sus mejillas se ruborizan, pero enseguida se apresura a abandonar la estancia.

Justo en ese momento, cuando la puerta del despacho de Winter se cierra, se abre la puerta de la habitación contigua. De ella emerge una muchacha, de cabellos cobrizos y rostro rubicundo. La joven da un respingo ante tan inesperado y multitudinario encuentro en el pasillo, y sin dirigir ni una palabra a los presentes, da media vuelta y echa a correr en dirección a la capilla.

Apenas unos instantes después, Richard sale de la misma habitación, reuniéndose de nuevo con sus compañeros.

La reunión con lady Winter había sido bastante provechosa. Holloc tenía ahora bastante claro lo que había sucedido allí, aunque no el origen de aquella niebla, como tampoco demasiado acerca de su propia historia.

El objetivo no obstante, seguía siendo el mismo, al menos para aquel soldado. Holloc deseaba salir de allí y regresar a su... ¿Hogar? ¿Tenía de eso? Tampoco lo sabía, pero si quería descubrirlo, estaba convencido que tras aquellos muros difícilmente lo conseguía.

Y nada más ser invitados a salir de las dependencias de lady Winter, se encontraron de gente con otra chica asustada que se marchó corriendo sin decir palabra alguna y acto seguido apareció Richard.

- ¡Ey! ¿Dónde te habías metido? - Le preguntó interesado. - ¿Has conseguido reunir alguna información de interés?

No dejó traslucir su decepción al ver a sus compañeros, hubiese querido tener mas tiempo para seguir investigando con tranquilidad pero estaba claro que en un sitio tan pequeño iba a ser inevitable que se reencontrasen pronto, en vez de eso asintió y dijo -hay un extraño ser, mejor que estéis preparados, una puerta que se trata de un ojo, una puerta que quiero probar a abrir, ahora que estamos todos juntos y podemos prepararnos ante un posible contratiempo.

Tenía por lo menos alguna idea sobre que hacer y después de todo entrar en sitios antiguos, arcanos o tumbas en los que no se suponía que debía estar era su especialidad, ésto no era muy distinto.

Respecto a Amanda... ya hablaría con ella más tarde, entendía su sobresalto al ver a los demás, ya que no era un grupo muy amigable, pero eso no tenía remedio.

Aura miró con severidad cuando vio a Richard, incluso sintió el impulso de abofetearle. Pero se contuvo. La situación ya era de por sí bastante complicada como para añadir más leña al fuego. Había decidido poner a sus compañeros de encierro por encima en su escalafón de confianza, pero había algo en el arqueólogo que empezaba a inquietarle casi más que el infernal compañero de Theo.

—¿Una puerta con un ojo?—preguntó más a Klackza que a Richard— Suena interesante. 

Theo salió de allí con la impresión de que aquella mujer no se fiaba del todo de ellos. Que estaba tanteando más que otra cosa mientras traba de poner cara de buena voluntad.

"¿Con un puñado de dementes peligrosos con recursos?"

El hecho de que no pudiera recriminar lógicamente aquella postura no estaba ayudándole a tragarla mejor, emocionalmente hablando. Se sentía demasiado juzgado en aquel lugar por parte de demasiada gente... y sus compañeros no parecían demasiado por la labor de querer molestarse en que aquello cambiase.

-La niebla amarilla trae los monstruos, salir del edificio es la peor idea y el grupo tras las murallas está a dos días de colapsarse así que hacerse buenos de cara a la gente para que nadie trate de apuñalarnos los higadillos por la noche parece buena idea -resumió- Ah. Y hay una biblioteca en el ala central en la que puede que encontremos informaciones, siempre que el camino esté despejado, y para saber eso deberíamos hablar con el capitán.

Pergeñó una cara de ascosidad y dijo con el tono más neutro posible:

-Yayyy.

Se encogió de hombros.

-Nadie parece saber mucho más que nosotros pero todos parecen guardarse algo, así que, nadie se fía de nadie. Tenemos que confiar los unos en los otros -concluyó, mandando un mensaje nada sutil con todo el aplomo que podía renunir y miró a Richard con cuidado- Unnnnna puerta. Que es un ojo. Por favor dime que no es literal.

El reencuentro se sucede rápido en mitad del pasillo. Parece que mientras el grupo conversaba con Winter y con algunos de los supervivientes, el arqueólogo había encontrado algo… inquietante. Sin dar muchas más aclaraciones, Richard guía al resto del equipo por el pasillo.

Pasada la pequeña habitación de Winter, una cortina oculta la sección restante del corredor. Richard parece titubear un momento, pero finalmente se arma de coraje y retira la tela.

A tan sólo unos pasos de distancia, allí donde se intuye una pared, se encuentra un ojo enromes proporciones. Una sustancia orgánica de aspecto purulento y quitinoso recubre la superficie recordando a la forma de un párpado, y de ella emerge este horrible órgano visual. La pupila del ojo se clava inmediatamente en el grupo de recién llegados. Justo entonces, unos colmillos de aspecto francamente amenazante brotan de la parte inferior de la pupila.

El ojo emite un chillido agudo que pone los pelos de punta, y a continuación comienza a dar dentelladas al aire.

¿Era este el "obstáculo" al que se refería Winter?

- ¿Qué cojones es eso? - Preguntó sin esperar respuesta por parte de nadie. Al fin y al cabo dudaba que alguno de sus amnésicos compañeros supiera responder a a aquella pregunta. - Si está vivo se puede matar y parece que está vivo.

Era en esos momentos cuando Holloc más echaba de menos un arco, una ballesta, un trabuco o una simple jabalina. Miró por el suelo y localizó una piedra. Se agachó y la recogió. Más bien era un trozo de baldosa. Esta un poco afilado... Serviría.

- ¿Tienes hambre ojito? - Y entonces lanzó aquel canto contra aquella puerta ojo.

El arqueólogo ahora que no estaba solo no tenía intención de acercarse. Sacó el arco y en cuanto la extraña boca empezó a lanzar dentelladas encordó la flecha y apuntó casi con aparente dejadez, sin embargo la flecha fue certera y Richard se quedó contemplando listo para huir o seguir disparando dependiendo de la reacción de la puerta.

El canto del guerrero impacta de lleno contra aquel ojo monstruoso y desproporcionado, rompiéndose en mil pedazos. Se escucha un sonido seco, similar al que haría una piedra al chocar contra otra, y entonces las fauces se abren y el engendro profiere un agudo chillido.

La flecha disparada por el arqueólogo sufre un destino similar: el tiro es certero, pero la flecha no se queda clavada en el ojo. Sencillamente cae al suelo tras el impacto.  

La visión del engendro de la pared es estremecedora, pero tras el impacto de los proyectiles lanzados contra esa cosa… una idea irrumpe con fuerza en la mente del académico, como una súbita inspiración.

Theo se ve a sí mismo rodeado de libros, legajos de papel y rollos de pergamino, en una habitación escasamente iluminada por los haces incandescentes que desprenden los candelabros. ¿Cómo de reciente es esta imagen? No sabría precisarlo, pero la estancia, a pesar del desorden y el polvo, le resulta acogedora y confortable.

El flash dura apenas un instante. Vuelve a estar de nuevo en aquel lugar maldito frente aquella horrible criatura. Sólo que tal vez no se trate de una criatura… ¿y si fuese una aparición o un espíritu? Aunque escasos y de fuentes en el mejor de los casos dudosas, el mestizo recuerda haber leído en alguno de sus tomos algo sobre este tipo de seres. Entidades que moran en edificios abandonados y son capaces de distorsionar la realidad y modificarla para manifestarse. Casas encantadas, templos malditos, fantasmas … por muy retorcidas que sean sus manifestaciones, al final no dejan de ser entidades espirituales.

- Tengo que hacerme con un arco o una ballesta... - Dijo agarrando otro trozo de baldosa, esta un poco más pequeño pero igualmente afilado. - Esto es ridículo... - Y entonces lanzó ese trozo de baldosa nuevamente contra aquella cosa asquerosa de la puerta. 

Cuando aquel canto impactó contra el ojo, produjo un efecto similar al anterior. Estaba enfureciendo a aquella cosa. Pero parecía inofensiva a distancia larga. Lo que tampoco sabía era si le estaban haciendo daño con aquella rudimentaria manera de atacarle. Al fin y al cabo, tras impactar contra aquel ser, aquellas baldosas, sonó seco...

- Tiene una boca dentro de la pupila... - Dijo sin creer lo que veían sus ojos. - Puede... puede que pueda hablar... - Se encogió de hombros. - ¡Hola! - Saludó Holloc. - Habló con usted, ojo de la puerta... - Maldita sea... ¿Qué estaba haciendo? ¿Hablar con una puerta endemoniada? - Pensó el guerrero sin saber muy bien lo que estaba haciendo.

Aura miró inquietada el horrible ojo gritón pero de alguna manera no terminó de sentirse impresionada por él. Quizás es que ya estaba lo suficientemente loca, o a lo mejor es que ya había asimilado el horro en su vida. Fuera lo que fuera, ninguna opción parecía convencerla. Resignada vio como Holloc y Richard atacaban la puerta, porque eso era lo normal. Ves un ojo que brota de una puerta con aspecto horrible, colmillos y que puede chillar y lo normal es atacarlo. ¿Qué importa si de pronto el ojo puede atacar y matarlos a todos?

Pero la sierva de Irori no dijo nada, en lugar de eso musitó una pequeña oración a su dios. De momento averiguaría si había magia en el lugar.