Partida Rol por web

 Miré a Anzak con una mirada asesina, aunque no pudiera verlo con mi casco, seguro que el gruñido de pocos amigos que le dediqué indicó claramente que su broma no era en absoluto apreciada. Tuve que contenerme para no agarrar mi arma y coserlo a tiros... Principalmente por el ruido que eso produciría solamente.

Cita:

- ¿¿Que?? ¿Yo con un mandaloriano? ¡Ni loca! ¡Antes besaría el culo de un gamorreano! Y menos con este sinvergüenza que tenemos. ¿Qué diría mamá?

Anzak logró encontrar un lugar relativamente apartado para descansar, no parecía en exceso cómodo, y un frío viento proveniente de una ladera os obligaría a abrigaros, sin embargo parecía seguro. 

Como el día fue bastante arduo, muchos de vosotros estabais magullados por el camino, así que Raleg se ofreció a curaros.

Tras meditar un rato decidisteis no encender un fuego, que, si bien alejaría a las alimañas más pequeñas, puede que atrajera a las más grandes. Y a alguno de vosotros le sonaba que éste planeta las tenía realmente grandes. Afortunadamente, al menos las "interacciones" entre Gaheris y Hanna amenizaron parte de la noche.

Al amanecer, algo ateridos por el frío, y todavía magullados*, iniciáis vuestra ruta nuevamente.

Este parecía un día duro, pues poco después de iniciar la marcha al rozar un fino tronco que había junto al camino una gran fruta, de aproximadamente un metro de diámetro, que sostenía entre sus ramas, cayó entre vosotros, estallando en cientos de pedazos y salpicándoos de una sustancia ácida que rápidamente comenzó a corroer vuestras ropas.

Los más afectados fueron Anzak y Sand, que se llevaron la mayor parte del ácido. Como la sustancia seguía actuando corristeis a sumergiros en las aguas de un pantano que había cerca, en el que destacaban aquí y allá pequeños islotes, protuberancias de tierra más bien, que sobresalían de las malolientes aguas.

- Comportaros, al menos mientras estemos al aire libre. No queremos llamar la atención. Y lo mejor sería que os lavarais bien ese ácido cuanto antes. Seguro que no es buena como crema hidratante, Hannah, ¿vas a dejar que se les ponga la piel como si tuvieran 90 años?

Al menos la noche transcurrió con cierta normalidad y sin incidentes...

Después de pasar una apacible, aunque fría noche, hemos vuelto a ponernos en marcha.

De momento íbamos bien, pero una enorme fruta cae cerca de nosotros y nos salpica con algo que parece un ácido.

- ¡Mi túnica! - chillo al recibir gotas del jugo frutal sobre mis ropajes - Qué mancha más fea, con lo pegajoso que es no se quitará nunca.. espera... ¡está quemando la ropa!

Junto a los demás corro a un fétido pantano, puede que sus malolientes aguas frenen el ácido que corroe nuestras ropas y que pase a nuestra piel. Con cautela voy entrando en el embalse.

La noche no fue como dormir en un hotel de lujo ni nada que se lo pareciera, pero por lo menos no se acercaron a visitarles las especies locales para invitarles a cenar...siendo ellos el plato principal, claro. Cenaron y después de las curas pertinentes*, en las que Anzak ayudó en lo que pudo, se fueron durmiendo más por cansancio, pues la jungla no invitaba a dormir a nadie.

A la mañana siguiente se pusieron en marcha de nuevo. Anzak, mirando su datapad, sabía que no estaban muy lejos de la base imperial y eso le motivaba. Pero esta seguía siendo una selva que no daba concesiones y assí se lo hizo saber al contrabandista. Alguien rozó un tronco y un inmenso fruto que colgaba de su rama se precipitó al suelo. Al chocar contra el suelo explotó salpicando de ácido a todo el grupo. Pero al que más le dio fue a Anzak, haciendo que este se retorciera de dolor.

-¡¡Me quema!! ¡¡Mi cuerpooooo!! -chilló el contrabandista mientras se quitaba la ropa intentando que el ácido no le quemara más su cuerpo.

El ácido comenzaba a quemarle la piel tras traspasar las capas de ropa. Por suerte cerca había como un pantano. Sin pensar en lo que pudiera morar bajo aquellas aguas, Anzak se tiró para quitarse el ácido de su cuerpo y que no le quemara más.

Al poco sintió que sus quemaduras se aliviaban con el contacto con aquel líquido que parecía ser agua.

Debo reconocer que Raleg sabe lo que se hace, sus curas han sido efectivas, y gracias al reposo de la noche me encuentro completamente recuperada.

La cacofonía del ruido creado por los insectos y otros animales hace casi imposible escuchar el chapoteo de vuestros pasos a través del pantano felucio. El área abierta por la que caminais parece un gran estanque de agua con estrechas islas emergiendo del agua, pareciéndose a un enorme vado cuyas pasaderas están demasiado lejos unas de otras para cruzarlas. Una tenue niebla cuelga sobre el terreno pantanoso, ocultando la superficie del agua.

Cinco bípedos altos y musculados se levantan de entre las brumas del suelo, parecen ser miembros de la especie nativa feluciana. Están apenas cubiertos por taparrabos hecho con musgo, y sostienen alargadas y delgadas mandíbulas de rancor. Un enredo de zarcillos alrededor de su cara hace imposible ver sus ojos, y el lodo y otra vegetación pegada a su cuerpo le camufla en el telón del pantano.

Sin mediar palabra, cargan contra vosotros.

Parece que el agua pantanosa mitiga los efectos del ácido en nuestra ropa, pero a veces no es buena idea adentrarse en terrenos desconocidos...

Anzak se esperaba que ocurriera algo, pero que fueran atacados por un grupo y coordinadametne no. Aun así reaccinó sacando su arma mientras se giraba hacia el oponente que venía desde su izquierda.

Gunar apenas ve llegar a las criaturas que le atacan. Son grandes y poderosas y no consigue evitar sus golpes. Por suerte su experiencia hace que sí logre minimizar el daño.

A continuación da un paso atrás mientras desenfunda su arma y dispara contra la criatura que lo ha embestido, haciéndole un feo agujero en un costado.

 Al ver lo que se nos echaba encima, maldije en Mandaloriano y saque mi arma, dispuesto a enfrentarme a lo que parecía ser los lugareños.

La noche finalmente no nos trae sorpresas desagradables. Después de atender a varios de mis compañeros duermo un rato hasta que comienza mi turno de guardia.

Parece que tanta tranquilidad nos hace confiarnos en exceso y el día siguiente va de mal en peor.

Justo en el momento del ataque por parte de esas criaturas justo acababa de volver a ponerme una de mis botas que se había quedado atrapada en el fango del pantano.

Al verse tan herido de golpe, Sand solo atinó a intentar recobrar el aliento* mientras el castigo seguía lloviendo por todas partes, y su rival volvía a impactarle

Los dos indígenas que todavía no habían llegado a vosotros se abalanzaron con sus armas en ristre, uno de ellos contra Anzak, y el otro contra Gaheris, propinando brutales tajos a sus respectivos objetivos. El otro enemigo de Gaheris, aprovechando su distracción le golpea por la espalda con otro brutal ataque. 

Afortunadamente Gunnar consiguió evitar ser golpeado nuevamente.

- ¿Pero que diablos ocurre?¿De dónde salen esos? - chillo al ver que mis amigos están siendo atacados.

Afortunadamente no he sido una de las víctimas, así que decido aprovechar esa ventaja. Saco mi bláster y disparo al atacante que tengo más cerca.

Anzak recibió el golpe de uno de los enemigos causándole bastante daño. Pero el contrabandista se rehizo y disparó al que le había golpeado.