Suspiré cuando mi hermano nos invitó a comer. Estaba cansada y tenía ganas de ir a casa, pero también hambrienta.
Bien, estaré lista en un segundo -dije mietnras miraba a los ojos a Niyi. Me acercé a él fingiendo que iba a coger algo y lo acaricié- yo cuidaré de ti, pequeño -le susurré.
El coche de Mikel era una gozada. Era un porsche, pero 4X4. Lo habías visto de lejos y de cerca, pero jamás habías montado. Ambas motasteis como si os escapaseis de algo. En realidad si.... del hospital, y de tus padres. Se quedaron con el papeleo y con la cara plana al descubrir que ninguno de los tres estábais allí. Incluso sonó el Manos-Libres del coche.
- Si Papá.
No escuchabas a tu padre. Tenía el auricular puesto, pero si a tu hermano.
- No preocupes Papá. Y meneaba la cabeza como dando saltitos, medio disgustado medio niño travieso que estaba en medio de una gamberrada.
- Voy a que Coman algo. Así que marchad, que ya las cuido yo. Y sin más demora tocó un botón en el panel. Sonó como si un teléfono de 200 toneladas colgase. Y resopló. Conducía rápido... muy rápido y pudiste ver a Niyi sentada sobre tu regazo con cara de miedo.
Acaricié, sin pensar en como se vería desde el exterior, el suave cuerpo de Niyi.
Tranquilo, pequeño -lo miré a sus hipnóticos ojos- que vamos a hacer, amigo mío? Que nos está pasando?
Una vez noté que dejaba de temblar miré a Miren. Eran muichas las emociones que hervían en su cabeza y sus sentimientos por ella eran uno de ellos. Sin embargo, debería esperar para plantearse siquiera analizarlos. Era más importante descubrir que estaba pasando. Con cierta timidez puso su mano sobre la de la muchacha y la apretó. Lo había hecho muchas veces antes, peroi debía reconocer que nunca había estado tan nerviosa como ahora. De todas formas, una vez sintió el calor de su mano giró la cabeza hacia la ventanilla y miró el paisaje.
Era hora de llorar por sus amigos.