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RESOLUCION TURNO 400

El discurrir del tiempo trajo consigo una incipiente neblina que se fue formando en cuanto el sol calentó lo suficiente, al poco de partir ya campaba por entre los arboles formando un velo nuboso en el bosque. La visión no era muy buena, pero si permitía ver el camino, al menos media docena de metros por delante de ellos. Resignados, continuaron la marcha.
Las heridas de Freagulf les retrasarían a diario. El ailgratha no podía cabalgar igual que antes lo hacía, y hasta que sus heridas no sanasen, no volvería a la normalidad. No era solo una cuestión de tiempo, si no de reposo, y mientras siguiese montando, no avanzaría su curación.

Las raciones habían ido disminuyendo, tras los acontecimientos del claro, apenas les quedaba comida fresca para un dia mas. Después deberían de empezar a consumir el queso, los embutidos, la carne ahumada, el pescado en salazón, frutos secos y demás productos que más aguantaban. Les quedaban provisiones para casi quince días, tiempo en el que deberían de poder llegar a su destino. No estaban seguros si es que el retraso acumulado no era ya excesivo y por tanto les faltarían víveres. Tampoco estaban seguros del punto del bosque en el que se encontraban. Aunque no debería de quedar mucho para llegar al camino principal, el Râd Angálaladh.

El avance era pesado, tanto esa niebla, como el tener que parar cada cierto tiempo para que Freagulf pudiese tumbarse en el suelo y estirar la espalda,  no les dejaba ir todo lo rápido que hubieran querido. Por suerte, esa situación fue decreciendo con el paso de las horas, y a media mañana prácticamente no se veía más rastro que unos pocos girones de nube, estancados allí donde había alguna hondonada, como si de un caldero mágico borboteando sobre el fuego se tratara. Sobre el estado de Freagulf, nada pudieron hacer, mas que detenerse de cuando en cuando.

Llegaron a un lugar, donde al sendero se unía otro camino, más pequeño, pero extrañamente mejor cuidado. Se detuvieron para contemplarla. Esa senda era completamente recta, y los arboles parecían formar una pared a sus lados, curvándose en lo alto para formar una especie de entrada, como si de una cueva arbórea se tratase. No media más de diez o quince metros de largo. Al final, se veía un lugar iluminado, sin duda un claro donde la luz del sol inundaba todo. Desde allí, también veían como varios centenarios robles, se integraban en un círculo alrededor de otro interior formado por rocas blancas que refulgían bajo la luz del sol. Ambos círculos concéntricos se levantaban sobre un manto de hierba muy corta y carecían de otra vegetación dentro de ellos.  Todo era excepcionalmente bello en contraposición con el camino que hasta ahora habían seguido.

Freagulf no conocía ese lugar, pero sí que sabía de qué se trataba. Como conto a sus compañeros, aquello era el Côr Angáladh. Un lugar sagrado donde antaño enterraran a los reyes, los waildung de los antiguos etheod. Era un sitio donde aun hoy dia, eruditos, chamanes y sanadores, pedían a los Valar su gracia, o donde se practicaban rituales en los que agradecían a la naturaleza los dones recibidos.

El sendero, por otra parte, continuaba hacia el norte. Allí, el barro se comenzaba a secar, aunque sin un sol directo que lo calentase, aun tenia la misma consistencia que la arcilla del alfarero. Los arbustos y troncos parecían tratar de invadirlo mientras las raíces lo atacaban desde el suelo. Era por ello que ese sendero era retorcido como la rama de una vid, se abría paso entre todos aquellos obstáculos serpenteando, subiendo, bajando y esquivando milenarias raíces, hondonadas y troncos.

TURNO 401 (Afrontando los hechos)

El avance era lento y tortuoso...por si no fuera poco con las raíces y la niebla, nos veíamos obligados a cargar con el lastre que suponía  el Ailgratha.

Si tan solo pudiésemos abandonarlo en una vereda para que se pudriese con el resto de este maléfico bosque.... Pensaba cada vez que el grupo tenía que detener la marcha para atender al Rohir.

Cuando la media mañana ya había pasado, llegamos a un  misterioso sendero que culminaba en un claro. Allí un círculo de árboles más ancianos que el propio bosque, custodiaba otro más pequeño formado por rocas blancas. De algún modo la hermosura de aquella sencilla pero armoniosa construcción, nos  maravilló  a todos.

Còr Angálad lo llamó el Etheod, un ancestral cementerio, lugar de descanso para los Reyes de los hombres.

La charla que la noche anterior había tenido con el Umli, me había abierto los ojos a muchas cosas.

Debía asumir mis errores y cumplir mis compromisos. Tenía una charla pendiente con el traidor. Una que todos debian presenciar...y después estaba el tema del liderazgo.

Estaba claro que las cosas no habían funcionado con mi presencia al frente del grupo...no gozaba ni de la confianza, ni del respeto de la mayor parte del grupo...el hecho de que nadie hubiese condenado abiertamente el atentado del Ailgratha contra  mi vida, así lo atestiguaba.

No podía culparlos...en mi obsesión por controlar los designios del grupo, había llevado al límite su templanza, empujándolos hasta el extremo del abismo que separaba la razón de la locura,  y una vez allí, los había hostigado contra aquel precipicio, incitándolos a saltar.

No podía culparlos...y sin embargo, lo hacía.

 ¡¡Malditos todos!! Insensatos, dementes  y pusilánimes. Si tan solo me hubieseis seguido como yo lo haría con vosotros...

Pero no...Preferían al orgulloso e indisciplinado Rohir ...al demente que atacaba a sus camaradas a traición, que a aquel que solo había intentado salvarles la vida grabando a golpes algo de disciplina en aquellas cabezas blandas como la mantequilla.

Nunca pretendí que las cosas hubiera llegado a aquel punto, pero llegaron, estaban en ese jodido preciso punto...y lo que había madurado no podía deshacerse...solo recogerse...y a no mucho tardar si no queríamos que se emponzoñase y echase todo a perder, como había ocurrido con el Rohir ,

El momento de tomar una decisión había llegado...

Yo me haría a un lado y el grupo debería elegir. Todos debíamos hacerlo. Elegir un líder, una autoridad que actuase como una bisagra, coordinándonos en los momentos de mayor urgencia, aquellos en los que no existe tiempo para discusiones ni reproches.

No era necesario que ese Lider tomase todas las decisiones, las importantes podían seguir tomándose por consenso, como había ocurrido hasta el momento, pero en circunstancias como las del reciente incidente del claro,  era imprescindible que todos actuásemos como un solo hombre. No podíamos permitirnos vacilar y no lo haríamos.

Cuando todos estuvimos reunidos a la entrada del claro, me adelanté y  recogí una piedra grande parecida a las que formaban el circulo de rocas, pero algo más pequeña y alejada. Le sacudí un poco el polvo y me dirigí al grupo con  voz sombría.

Tenemos que hablar, seguir adelante sin resolver nuestras diferencias, no es una opción.

Mi gesto era grave y en cierto modo complaciente. Intercambié una mirada con el Umli y asentí imperceptiblemente con la cabeza.

 Hoy comeremos en este claro...y cuando salgamos, lo haremos todos juntos, o cada uno por un lado del camino...

Mi rostro adquirió un gesto de inexpugnable decisión.

Pero aquellos que sigamos hacia el norte... Dije señalando la sinuosa vereda que se retorcía entre ramas y raíces...

¡LO HAREMOS COMO UNA ROCA! Grité al cielo del claro mientras levantaba con fuerza mi puño y sostenía la Roca contra mis compañeros de viaje.

¡SIN FISURAS! ¡Porque somos fuertes y solo servimos al propósito de la Misión!

¡SIN REPROCHES! Porque una roca no se cuestiona su Destino, ni el camino que ha de seguir para alcanzarlo. Simplemente avanza en el sentido que le ordena su señor.

¡SIN OBSTACULOS! Pues incluso el oceano retrocederá a nuestro paso, y la llama del mensaje que portamos horadara la carne y templara las llamas que osen interponerse en su camino.

¡SIN MIEDO! Porque una roca no conoce la esperanza.

¡SIN ENEMIGOS! Porque una roca no piensa, ni siente, ni anhela...!Mi ojos se enfrentaron entonces  a los del Ailgratha . Sosteniendo desafiante su mirada.

...porque una roca solo...¡ SUSTENTA! ¡AGUANTA! ¡RESISTE! ¡SUFRE!

Mi intervención derivó casi sin proponermelo en una arenga de lo más intensa....una popular  proclama de mi orden, los enanos defensores, había acudido a mi mente cuando me topé con aquella roca y la había usado para intentar remover el espíritu de equipo del grupo...por supuesto, tuve que cambiar algunas frase y suprimir alguna que otra mención a Mahal y a los Padres fundadores. No sabía cómo se lo habrían tomado el resto, pero esperaba que al menos hubiesen adivinado la intención que escondían mis palabras.

Se decidiese lo que se decidiese aquella tarde, salvo renunciar a mi misión, yo habría de cumplirlo hasta las ultimas consecuencias.

TURNO 401

Pasado un rato que no supe medir, por la caricia casi asfixiante de la pesada niebla, volví del rastreo en busca de las hierbas que necesitaba el beornida, : - Así que eres uno de esos animistas que cuentan con la bendición de Yavanna, eh...???, pensé con un brillo de reconocimiento en los ojos, pues era el primero de su clase con el que me topaba, pese a que Telagón me había dejado clara su importancia en los bosques y santuarios naturales que yo solía llamar hogar: "- Son tus hermanos en la naturaleza", solía decir siempre el viejo montaraz. Y allí tenía yo uno delante, por fin:

- Esto es todo lo que he podido encontrar, тутушчу^*...

Tras las pertinentes curas que realizó el enorme descendiente de Beorn, con mucha destreza a mis ojos, pero mas inseguridad a los suyos, llegó el momento de partir, con todos nosotros rehuyendo el tema principal de la conversación de aquel dia. Por mi parte, sabía con certeza que necesitabamos hablar, limar asperezas, poner las cosas en claro. De otro modo, no conseguiriamos sobrevivir a este bosque tan exigente, pues sin un solo enemigo aun con el que cruzar armas, ya estabamos heridos, aunque fuera en el orgullo, dispuestos a despedazarnos entre nosotros. Meneé la cabeza, mientras montaba a Zanahoria y echaba a andar fuera del campamento, sumergiendome de lleno en aquella niebla fria que había descendido a dificultar aun mas nuestro avance, que ya de por sí menguaría por el malogrado estado del eorlinga.

A mediodía, las nubes bajas se limitaron a las zonas mas declives del viejo bosque, y pudimos seguir el desdibujado sendero que serpenteaba hacia el norte con, al menos, algo mas de seguridad. El Râd Angálaladh tenía que encontrarse cerca, pero aun se nos hacía esquivo: - ... así como nuestro futuro... Miré a Erik que, concentrado, con la mirada fija en el frente, parecía prepararse para una batalla. Solo esperaba que esta vez solo fuese dialéctica. La noche anterior, durante la guardia, me lo había parecido, pero con alguien con la sangre tan caliente, nunca podía estarse del todo seguro.

- Mirad!!, señaló Chakka, siempre atento, con su único ojo fijo en un camino muy distinto al que seguíamos: recto, cuidado, con los árboles jalonandolo a ambos lados, como si de enormes columnas se trataran, creando una bóveda con sus ramas que solo la cuidada intervención de alguien poderoso podría mantener. Enseguida me quité el yelmo, seguro de que necesitaría de todos mis sentidos para impregnarme de algo que, la intuición me decía que sería un lugar importante. Y la voz del ailgratha, desprovista de la habitual soberbia de la que hacía gala, y preñada de un temor reverencial, lo confirmó: - El lugar de descanso de sus antiguos reyes..., pensé, colgando el yelmo en su enganche, en mi cituron, mientras refrenaba un suspiro...

... Y entonces Erik tomó la iniciativa, y, con la cadencia que da un discurso madurado, macerado a fuego lento en la mente del naugrim, expuso, a su modo, el problema que teniamos entre manos. En un momento, al principio, me miró, serio, y asintió casi imperceptiblemente. Y entonces supe que, al menos por su parte, no habría problema, estaba tendiendo una mano a todos, incluido su frustrado verdugo. Entonces, fuí yo el que asentí, de un modo mucho mas perceptible.

Miré a uno y otro lado, esperando que alguno de los demás tomase la palabra cuando el enano, de un modo visceral, acabó su exposición, pero nadie lo hizo, todos rumiando las palabras que, por sus caras, estaba claro que que querían cuidar en todo su detalle. Así que, mirando a Erik de nuevo, dí un paso al frente:

- Cuenta con mi brazo, dije, de un modo mucho menos encendido que el que había usado el naugrim, aunque elevé mi brazo derecho en el aire, portando mi martillo de guerra, mi mente, dije, colocando el dedo indice sobre mi frente, antes de bajarla al pecho, y golpear el lado izquierdo de las mallas que conformaban mi armadura, para acabar mi entrada, y mi corazón...

- Tenemos por delante un largo y duro camino, y como dices, continué, mirando de nuevo a Erik, hemos de dejar a un lado nuestras diferencias para cumplir con nuestra palabra que, al menos para mi, y espero que igual sea para vosotros, es importante...  - Vaya, estoy empezando a dar rodeos..., pensé, tras un silencio demasiado largo, sintiendo un pequeño tic en uno de los párpados, notando la mirada de todos mis compañeros sobre mi. Tras carraspear ligeramente, fui a lo que para mi era el meollo de la cuestión:

- Somos muy diferentes, sí, y apenas solo algunos os conociais de antes, así que supongo que nadie esperaba que la convivencia fuese a ser fácil..., y mucho menos cuando esta es de corte mas o menos militar... Erik tiene razón: hemos de solucionar esto de una vez, y para siempre, momento en que fui pasando la mirada sobre cada uno de mis compañeros, y eso solo se hará con una cosa: respeto.

Ahora llegaba la parte importante de la exposición que tanto me estaba costando hacer: - Todos tenemos nuestro orgullo, y al parecer, estamos acostumbrados a hacer las cosas a nuestro modo. Pero ahora hemos de dejarlo a un lado para hacer aquello que se nos ha encomendado. Todos, y digo todos, debemos respetar al compañero que tenemos al lado, sus decisiones, sus aciertos, y sus fallos, aunque seas el lider de la comitiva, dije, mirando de frente a Erik. Se que no te crees preparado para serlo, pero con respeto y ejemplo, creo que puedes hacerlo. Tienes el corazón de un guerrero, de un lider, pero has de templarlo.

- Y tu, Freagulf, también lo tienes, pero tambien un orgullo que te ciega, y te hace, como ayer, levantar tu arma contra un compañero, equivocado o no. Que crees que pensaría tu Señor, Leanoth, de lo que intentaste hacer anoche?? Mi mirada era dura, fria, pero cargada de intención. Que hubiera pasado si hubiese matado a Erik?? Habriamos de abatirte como a un vulgar asesino, metiéndonos en tu absurda espiral destructiva?? Respiré hondo un par de segundos, pues había elevado el tono en esta ultima frase mas de lo que pretendía. No, continué, mas calmado, no, porque tenemos una misión por delante que realizar, y es a eso a lo que hemos de ceñirnos. Tus diferencias con Erik, o con cualquier otro, han de quedar a un lado, al menos hasta que hagamos lo que hemos jurado hacer...

La cabeza volvía a dolerme, así que, asientiendo, di un paso atras, y cerrando los ojos, empecé a masajear mis sienes, esperando que la influencia de los Valar en este sagrado claro consiguiese que, como habia sugerido Erik, saliesemos de el fortalecidos...

Turno 401.

Kolli miraba resignado al jinete herido. Al fin y al cabo él era el responsable de aquel avance tortuoso que llevaban todo el día. Si el beórnida no encontraba las hierbas que había nombrado, el viaje se haría aún más complicado que hasta ahora.

Llegaron al claro y el enano fue capaz de sentir la energía de aquel emplazamiento. Cuando el propio lugar ayudaba al enano a encontrar algo de paz en su interior, el hechizo fue roto inmediatamente por la disonante voz del otro enano.

Miró furibundo a Erik mientras soltaba su arenga, para luego echar miradas a sus compañeros también, sorprendido de cómo alguien tenía tanta facilidad para alterar los nervios a todo el que le rodeaba.

De roca estaba echa su mollera, pensó. Aunque luego reflexionó que quizá había conocido piedras con más empatía que su compañero.

- En este lugar se siente un fuerte sentimiento de... majestuosidad.- comentó, pausando las palabras.- Deja esa piedra donde estaba y no toques nada más. Bastante hemos echo ya como para ganarnos la antipatía de los espíritus que guardan este lugar. Sólo nos faltaba mancillar el único lugar donde parece que podemos estar en paz. - Finaliza, desmontando torpemente de su montura.

Había intentado utilizar un tono neutro, aún acostumbrandose a no soltar ninguna malcidión, improperio, o insulto que pudiera desembocar en otra bochornosa situación. Por el momento lo había conseguido, aún a riesgo de alimentar una posible úlcera.

Turno 401

Desde los desafortunados sucesos del día anterior, Temudyin no se separó de su hermano más que un par de metros. Cuando Haelembor y Tulak fueron en busca de aquella planta estuvo indeciso, él era muy buena ayuda buscando plantas y demás recursos que daba la tierra, pero el estado de Freagulf le preocupaba y tampoco quería dejarlo solo y desprotegido, pues pensaba que Erik podría seguir pensando en terminar la disputa.

Se pusieron en marcha después de haber recogido el campamento y aunque sabía que Ulfer no dejaría caer a su jinete, no se distanció lo más mínimo, pues el estado del rohirrim preocupaba al bosquimano. Abriendo la marcha, iba pendiente de los alrededores, pero no perdía detalle de su rubio compañero.

El semblante de Chaka era serio y no abrió la boca nada más que para lo necesario. Había varias cosas que preocupaban la mente paranoica del tuerto. Lógicamente, la que más, el estado de Freagulf. Después, el futuro del grupo y la misión encomendada pues lo acontecido haría muy difícil la unión. Esto, había relegado su paranoide idea de ser perseguidos, pero aún así, seguía presente.

La curiosa niebla que cubría el bosque, ponía más nervioso si cabe al bosquimano. Aquel bosque le parecía cada día más peligroso y axfixiante. La senda, difícil de seguir, cansaba y embotaba los sentidos del tuerto. Cada vez deseaba con mayor énfasis encontrar el maldito Râd Angálaladh.

Entonces descubrieron un curioso camino. Se notaba cuidado con esmero. No sabiendo que hacer, desmontó y observó con detenimiento las marcas en este camino. También se fijó donde llevaba y viendo que no parecía haber ningún peligro, avanzó seguido de sus compañeros. Al llegar al claro del final del curioso camino, Fregulf le explicó que era. Nunca había estado allí, pero si que sabía de que se trataba. Un cementerio de reyes. Un lugar sagrado. Un escalofrío recorrió la espalda del bosquimano que con cautela y despacio, empezó a rodear los círculos, separado unos metros de ellos. No se atrevió a acercarse. Aquellas cosas le daban demasiado respeto. La magia, los rituales, los espíritus. Además, aquella obra había sido milimétricamente creada y seguramente sus creadores serían muy recelosos de que aquello siguiese como estaba.

Cuando Erik empezó su arenga y cogió aquella piedra, los nervios saltaron en la piel del bosquimano. Sin dejar de escuchar al enano miraba inquieto a los alrededores, esperando que algo les castigase por su osadía. Si, era cierto que Erik no quería mancillar aquel lugar sagrado y que su discurso cogió más énfasis con aquella piedra en la mano, pero cuanto antes la dejase, mejor.

El otro naugrim se le anticipó, así que solo dijo unas pocas de palabras en un tono realmente serio con su vista clavada en la del enano. - Haz lo que Kolli dice. - Cuando todo volviese a estar en su sitio, entraría en aquello que debían decidir.

RESOLUCION TURNO 401

Se detuvieron cerca de las ruinas del Côr Angalaladh. Allí, inspirados quizás por las milenarias ruinas que se alzaban en el claro, comenzó una conversación. Erik, el primero en hablar, soltó una serie de arengas, roca en mano. Hablo de unidad, de olvidar reproches, de superar los obstáculos… el, que había conseguido pelearse con dos miembros del grupo y cuyo orgullo se anteponía al raciocinio. Sin embargo, allí, en la intersección del camino, alzaba una simple pierda en sus manos, y usaba la metáfora para tratar de unir a todos de nuevo.

Tulak, normalmente silencioso y taciturno, tal vez inspirado por Erik, tal vez sugestionado por el hermoso místico lugar que tenían cerca, salió de su habitual serenidad. El umli insto a todos a una sencilla cosa, a respetarse. Ese respeto se había perdido en el momento en que las armas entraron en juego. Una cosa era pelearse a puñetazos, y otra muy distinta atentar contra la propia vida. Tulak sabía que de seguir así, no conseguirían terminar su misión. Tenían que olvidarse de lo ocurrido, cosa harto difícil, y actuar como un grupo unido al menos hasta el término de su cometido. Recurrió a la vergüenza nombrando a Leanoth, señor de Burh Waldlaes, tratando de que el ailgratha la sintiese, pues aquel hombre sin duda no vería con buenos ojos la actitud de Freagulf.

Fue Kolli, el que sesgo aquel momento. Con su pragmatismo y tratando de no alimentar la tensión, insto a Erik a dejar la piedra en el suelo. Bastante habían hecho ya el ridículo como para hacerlo también ante la memoria de los antiguos reyes de Rhovannion.

Habian descabalgado todos y comerían, a sugerencia de Erik, en aquel claro. Avanzaron a pie, tirando de las riendas de sus monturas, hacia el Côr Angalaladh. Atravesaron la galería que formaban los arboles. Era como la entrada a un cueva, los troncos de los arboles a ambos lados, estaban tan juntos que apenas dejaban pasar a un hombre. Las ramas altas se alargaban para unirse a las del lado contrario, formando una cúpula alta y tupida. Era espectacular y parecía tan cuidado, que resultaba extrañamente perfecto. Lo cruzaron admirando cada detalle.

Cuando llegaron al final, salieron a un claro más grande de lo que habían supuesto desde la senda. Era perfectamente redondo, y a unos diez metros del linde del bosque, una sola fila de robles formaba un círculo, también perfecto. A otros diez metro, el circulo era de piedras. Unas piedras blancas que ahora, más cerca, se veían finamente talladas. No median más de medio metro de alto y parecían huevos alargados pulidos y con una sola marca en ellos. Esa marca cambiaba en cada una, aunque no parecían escudos heráldicos. De esa segunda línea al centro, habia otros diez metros, de modo que el claro tenia un diámetro de casi sesenta metros en un circulo cuasi perfecto.

Anonadados entraron en claro, atravesando la hilera de robles, y después la de piedras hasta situarse en el centro. Alli, se dieron cuenta de que además de la perfección de los círculos, por cada piedra y justo en línea con esta, correspondía un roble. También pudieron contar hasta una veintena de piedras, que se separaban entre si tan solo un metro y medio. Otra veintena de arboles formaban un circulo tras ellas, separadas tres metros entre cada roble. En el medio, haciendo de punto central, había una gran lancha de piedra también blanca, de casi dos metros de diámetro. Era lisa, pulida, y no tenia inscripción alguna. En su centro se distinguía el lugar donde alguna vez se encendió un fuego.

Turno 402 (La votación)

Mi discurso no consiguió el efecto que me había propuesto, de modo que dejé caer la piedra y me dispuse a realizar mis tareas habituales a la hora de la comida.

Me alejé unos metros del circulo y recogí algo de leña de las cercanías, para no perturbar a los espíritus de los hombres que allí yacían. A mi regresó, prendí un fuego, pero no en el centro de los círculos, sino en un lugar alejado, cerca de la senda. No me sentiría cómodo comiendo con los antepasados del ailgratha observándome.

Me llamó la atención la disposición de los arboles y como conformaban una bóveda casi perfecta...parece cosa de locos pensé.
Entonces caí en la cuenta de que era demasiado perfecta...¿Como demonios era posible que en mitad de aquel bosque milenario donde las raíces y la maleza crecía por doquier, aquel claro estuviese tan bien cuidado? ni una sola mala hierba crecía allí donde las piedras se reunían para conformar aquel esotérico circulo.

Sin duda era porque alguien la cuidaba... y a menudo, a juzgar por el impecable aspecto del que hacia gala.
El camino principal no debía quedar lejos ya, y era posible que hubiese algún asentamiento no muy lejos de nuestra posición.

Estad atentos...les dije a todos cuando terminé de avivar el fuego.

...alguien habrá tenido que limpiar esto no hace mucho...oriental o no, quizás no le agrade encontrarnos aquí si decide regresar.

Entonces dejé a los encargados de la cocina con sus fogones y me acerqué para examinar con más detalle las piedras pulidas que se asentaban formando la circunferencia...las repase con calma, una a una para terminar admirando la plancha que descansaba en el centro del circulo.

Sin duda se trataba de un trabajo magnifico , digno de ser admirado por unos ojos que supieran apreciar las propiedades y el merito del talle y los grabados. Como enano, el trabajo artesanal de las piedras me producía mucho mas respeto que la cuasi-perfecta bóveda arbórea que conformaba el robledal. Si tan solo dispusiese de unos cuantos enanos y algo de tiempo, podría cortar todos aquellas amenazantes contenedores de madera y formar una Cúpula de roble Barnizado realmente digna de aquel claro...por supuesto que una buena techumbre de piedra le hubiese quedado mejor, pero me hubiese conformado con la madera.

Después de comer, esperé nuevamente a que alguien tomase la palabra y plantease el ineludible asunto del liderazgo...
...una pelea a muerte y un día más tarde, nada había cambiado y a nadie parecía importarle.

Si los Orientales se atreviesen a atacar en este claro, en lugar sagrado, Mahal por medio, el resultado volvería a ser igual de lamentable que unas horas antes....y todo porque nadie se atrevía a enfrentar los problemas y ponerles solución.

Resignado a ser nuevamente el objeto de la ira de mis compañeros, tomé la palabra por enésima vez desde que entramos al Eryn Lasgalen y postulé el sentido de mi voto.

Estoy cansado de esperar...empecé mientras apoyaba mi tazón de comida en el suelo y sacaba mi navaja.

Hemos de decidir quien dará las ordenes en caso de necesidad... mientras hablaba, había empezado a sacar de mi faldriquera unas cortezas de madera que previamente había recogido en la espesura.

Podéis guardar silencio todo lo que queráis...pero eso no hará que los problemas desaparezcan...solo dejará que se acumule el polvo sobre ellos.

Con cierta destreza, use mi navaja para grabar unas marcas sobre una de las cortezas y a continuación la introduje en una bolsita de tela con una correa. La cerré y se la pasé a Tûlak junto a la navaja y una de las cortezas.
Tiré el resto los pies de cada uno de mis compañeros...incluido Freagulf y solo entonces saqué mi pipa y empecé a preparar un poco de hierba.

Mi voto ya se encuentra ahí dentro. Creo que lo mejor será hacerlo secreto para que nadie se sienta incomodo. Continué mirando a los ojos a todos y cada uno de ellos, para detenerme por último en el Umli.

Agradezco tus palabras Tûlak...le interpelé con sinceridad ...pero creo que ambos sabemos que ya no soy una opción para guiar a este grupo...espero que lo tengas... me detuve y rectifiqué levantando mi vista hacia el resto ...espero que todos lo tengáis en cuenta en vuestra votación. Después de todo, no habríamos llegado a este punto de no ser asi.

Acerqué una ramita al fuego y con ella encendí mi pipa dando pequeñas caladas para prender la hierba. Pequeñas volutas blancas ascendieron serpenteando por el claro hasta que una ráfaga de viento se las llevó lejos a un par de metros sobre nuestras cabezas.

TÛlak

Turno 402.

El herrero no podía de dejar de sentirme incómodo en aquel sacrosanto lugar. El santuario emanaba tanta energía que el enano sentía que alteraba el paisaje con su sola presencia. Esperaba que los espíritus que seguro guardaban aquel lugar no repararan en su osadía.

Oyó las palabras de Erik, asintiendo con la cabeza. Al final el otro enano parecía haberse quitado la venda de orgullo de los ojos y ver la realidad que los rodeaba. La valentía no  consistía en lanzarse de cabeza contra el enemigo, en aquellas palabras, Erik había demostrado más al grupo que en todos los días que llevaban de viaje.

- Al fin la sabiduría parece haber influido tus palabras, Erik.- Respondió al otro enano tras meditar un momento.- Nuestro único problema somos nosotros mismos, pero siguiendo este camino aún hay esperanza. – Continuó, sonando demasiado profundo en su discurso para el normalmente flemático y banal herrero.

Rechazó la bolsa con cortezas, todo lo civilizada y educadamente que podía, y continuó su discurso.- No necesito ocultar nada a nadie.- Dijo encogiéndose de hombros. – No soy soldado, y por mi parte estoy harto de todo lo que huele a ejército, y eso incluye a vosotros dos. – continúa duramente, señalando a Erik y Freagulf.- No necesito más bravatas ni discusiones por ver quién es mejor general. – Carraspeó, sintiéndose incómodo por el esfuerzo de contener su lengua al no adornar sus palabras con sus continuos improperios y maldiciones.- Ahora mismo veo un grupo de supervivientes, que tienen que salir de este maldito y condenado bosque, juntos.- Añade haciendo hincapié en la última palabra. – Esta claro que ni Haelembor ni yo somos capaces de tomar una maldita buena decisión en cuanto a que camino o que tácticas elegir, y, al menos por mi parte, no seguiré más estúpidas cargas a la nada, ni me fío de un tipo que sólo mira su ombligo.- Comenta ceñudo.- Con lo que por mi parte no confío ni en ti ni en Freagulf. Eso sólo deja dos opciones por mi parte, Chakka o Tulak.- Finaliza, mirando directamente a los ojos de sus compañeros. 

Kolli no había sido tan diplomático en su vida, pero lo había intentado. Había dejado clara su opinión, y eso era lo que bastaba. Que los valar guiasen su juicio y consiguieran salir todos de allí de una pieza, nada más.

Turno 402

Atónito, miré a mis compañeros. Probablemente no había sido la mejor y más estimulante arenga dicha por nadie, pero, a la vista estaba que a Erik le había costado lo suyo formularla. Mis palabras, sabía que calarían aún menos, decididamente, no era lo mio.

El caso es que, tras posarse las últimas palabras de advertencia por parte Kolli y Chakka, entramos en el antiguo santuario. Quizá los demás necesitaban un tiempo para decidirse, para sopesar las palabras de Erik.

- Por supuesto que alguien cuida del lugar, Erik, pero creo que, con respeto y veneración, no se opondrá a que hagamos una parada..., respondí a las cuitas del naugrim con una sonrisa cansada. - Vaya, ahora, hasta sonrío!!, pensé, sorprendido por como las circunstancias podían empujarte hacia terrenos que aun no conocías sobre tu personalidad.

Enseguida empezamos con los preparativos, y me quedó claro que mi explicación había sido innecesaria, pues todos cuidaban, muy mucho de no alterar la evidente santidad del lugar. A diferencia de Erik, yo me sentía bien, a gusto, sabiendo que, estando en sintonía con ellos, Orome y Yavanna velarían por nosotros. Ayudé a preparar el exiguo campamento, aunque, resignado ante mi evidente falta de sintonía sintonía con la elaboración de la comida, negué con la cabeza cuando, sin palabras, nos miramos para ver quien se encargaría. Por contra, enseguida me dispuse a preparar aquello que Haelembor necesitaba para elaborar los emplastos que aplicaría sobre las maltrechas lesiones del ailgratha, que apenas había abierto la boca desde el desafortunado incidente de ayer: - Bien, espero que esté rumiando lo acontecido, y su conclusión sea satisfactoria para todos...

La comida transcurría silenciosa, y, ya conociendo parte de su forma de ser, aunque apenas llevabamos una semana compartiendo camino, enseguida pude ver que el nerviosismo crecía en Erik. Los "tics" de la comisura derecha de su boca, el mas que frecuente secado de sudor de su frente, y el omnipresente traqueteo de su pierna deformada, que apenas podía contener. Y entonces se levantó, y puso en marcha la votación, sin que la mayoría hubiese dado siquiera su opinión: - Las prisas suelen ser malas consejeras, compañero..., pensé, meneando la cabeza, aunque no te culpo, y de hecho valoro que quieras enmendar aquello que, consciente o inconscientemente, has ayudado a torcer...

Cuando me pasó la bolsita, cogí el pedazo de corteza del suelo, y, tras soplar la tierra que había quedado adherida a sus nudos y recovecos, miré de nuevo al naugrim, negando con la cabeza. Despues miré al resto, justo en el momento en que Kolli tomaba la palabra: - En efecto, no me equivocaba: al menos el enano estaba dandole vueltas al asunto.

Estaba seguro de que no se avendría a escribir un nombre en una corteza, y las razones que dió me parecieron fuertes como el hielo de un glaciar: - Pienso lo mismo, es mejor que todo quede claro: es la única manera de que salgamos fuertes de esto.

Cuando escuché mi nombre junto al de Chakka, al final de su exposición, volví a negar con la cabeza, despacio, sorprendido por su eleccion, aunque la charla con Erik ya me había hecho barruntar que dadas las circunstancias, podía ser una posibilidad mas que factible.

- Estoy de acuerdo con Kolli, Erik. Hemos de hablar, y debemos hacerlo cara a cara, para que esa roca que emulabas no tenga fisuras..., dije, mientras dejaba la corteza y la bolsita en el suelo.

Mirando a todos, despacio, fuí tratando de recordar puntos fuertes y débiles de cada uno, muy consciente de los mios. Me tomé mi tiempo, no era una elección que hubiese que tomar a la ligera, y el silencio del sagrado lugar aportó un punto de claridad a mi mente que me ayudó a elegir. Levantando del fuego, de nuevo, mis grises ojos, hablé con seguridad:

- Creo que ni Haelembor ni yo tenemos las hechuras para liderar a una compañía como esta, aunque todos deberiamos tratar de escuchar mas a nuestro enorme compañero, dije, asintiendo al beornida, a modo de reconocimiento, y tienes razón, Erik, quizá tu credito, al igual que tus ganas, se hayan consumido en esta semana, así como el de Freagulf, así que eso deja a Kolli y Chakka como posibles. Dado que el maestro de la fragua ha dejado clara su falta de predisposición, mi elección es Chakka, dije, irguendome, mientras colocaba los pulgares enganchados a ambos lados del cinturon, mientras fijaba mi vista en el único ojo del oriental:

- Conoces al enemigo mejor que cualquiera, tienes experiencia en campo abierto, y el juicio para elegir de modo rápido.

Tras eso, me senté en el suelo, observando las curiosas piedras, a modo de lápida que, con distintos grabados, formaban el circulo interno del anciano robledal.

Turno 402

La perfecta disposición y el esmerado cuidado de aquel lugar tenia fascinado al tuerto, tanto como el respeto que sentía por aquello que era. Con paso lento, junto a sus compañeros fueron internándose en aquella singular construcción. Era claro que la disposición de los robles y las piedras tendrían algún significado. Aquellos símbolos que marcaban las piedras también. Se fijó con atención en algunos por si podría identificar alguno que diese más luz a aquel entorno. También inspeccionó la piedra del centro, donde se notaba que habían hecho fuego e intentó descubrir cuanto hacia de ello.

Al rato, el grupo entero se alejó del centro para prepararse para comer. La tensión se notaba en el ambiente. Había un tema que tenía que ser tratado y no debían demorarlo. Erik ya lo había intentado sin éxito antes de entrar al claro y se le notaba nervioso de resolver el tema de una vez por todas. El enano encendió el fuego mientras los demás hacían otras tareas. Temudyin ayudó a acomodar a Freagulf en una postura cómoda para evitarle más dolores aunque estos seguían irremediablemente castigando al ailgratha. Después se acercó al fuego para ayudar con la comida, pero al ver la cara y gestos de Tulak, entendió que le tocaría a él preparar algo, que intentó fuese acorde con el lugar donde se encontraban y así abordar el tema con buen sabor de boca. Se tomó todo el tiempo que pudo, para conseguir el fin que perseguía, había entendido que era mejor tener paciencia y dedicarse a los detalles, que intentar cocinar todo cuanto antes.

Durante la comida el silencio reino entre los compañeros de viaje, solo roto por los suaves sonidos típicos del bosque que rodeaban aquel extenso y sagrado claro. Chaka comió de pie como tantas otras veces había hecho con la lanza apoyada en su costado y abrazada por el brazo que sujetaba su plato. De lado a sus compañeros, miraba a su alrededor expectante y a veces ansioso para que algo ocurriese. Su paranoica mente le decía que algo ocurriría, tarde o temprano.

Aunque hacía rato que había terminado y su plato estaba vacío, seguía en la misma posición oteando los alrededores. Fue cuando Erik, ansioso ya por zanjar el tema de una vez por todas, sugirió una votación secreta. Al bosquimano no le pareció mal, pero si querían unirse más, era mejor hablar las cosas a la cara. Kolli y Tulak pensaban así y afirmó con la cabeza para apoyar la idea.

El maestro herrero nombró al umli y al bosquimano como posibles líderes de la compañía y esté se sorprendió al ver al umli negar con la cabeza. Esperó que este se explicase. Normalmente era callado y reservado, pero últimamente, quizás por los hechos acontecidos, se había abierto y expresado y muy locuazmente a juicio de Temudyin.

Cuando Tulak terminó, se acercó al grupo. Miró a sus compañeros con cara seria. No sabía por donde empezar. Al último que miró fue a Freagulf y decidió que empezaría por él. Con calma e intentado hablar lo más tranquilo que pudo, pero con su fuerte acento oriental, dijo. - Freagulf, hermano, hasta hará unos días, hubiese dicho que fueses tú quien debería liderar este dispar grupo. Eres militar y precisamente un militar que ha liderado unidades. He luchado contigo codo con codo y he tenido oportunidad de sufrir, perder y ganar a tu lado. Pero desde unos días, no se exactamente cuando, tu personalidad ha cambiado. Creo entender el porqué y en cierta forma eso también me pasa a mi. Ni tú , ni Erik, - se giró hacia los demás apoyado en su lanza y continuó. - ni yo, podemos ser líderes de este grupo. Es cierto lo que dices, Tulak, conozco al enemigo oriental, demasiado bien. Pero he perdido tanto que sé que en el momento que tengamos que enfrentarnos a ellos, mi sed de venganza me cegará. - Agachó la cabeza durante un par de segundos. - Lo sé porque ya me ha pasado varias veces. Cuando luchamos con Leanoth, la ira me cegó tanto que dejé escapar la única pista de conocer mis raíces. Hace unos días, os puse en peligro y a la misión intentando cazar por mi solo a aquel perro sagath. - Tragó saliva y levantando la cabeza, siguió hablando. - Un líder tiene que tener la mente fría. Saber actuar es importante, pero es mucho más importante saber cuando. Por eso creo que nosotros tres, Erik, Freagulf y yo, no debemos ser los líderes. Yo iba a proponerte a ti, Tulak, o en su defecto a Kolli. - Se giró hacia Haelembor. - No te lo tomes a mal, Haelembor, pero poco se de ti y de tus capacidades para guiar a estos locos que te ha tocado soportar. - Le sonrió mientras se señalaba así mismo y sus compañeros. Volviendo al tono serio, continuó. - Lo que si es cierto es que el grupo debe ser uno, como dice Erik, una piedra sin fisuras. Y que debemos salir de este bosque y para ello debemos estar unidos. Muy unidos. Si no, será nuestra perdición. - Luego volvió a dar un paso atrás para dejar claro que había terminado y cedía la palabra a quién quisiera cogerla.

RESOLUCION TURNO 402

El claro rezumaba nobleza y serenidad, un lugar místico que invitaba a la meditación. El grupo no quiso hacer un fuego allí donde sin duda alguna vez hubo ardido un fuego. Ese fuego, por su situación, probablemente sería algo más que un lugar donde calentarse y cocinar, más bien se trataría de algo ceremonial. Salieron del circulo ceremonial para prender el fuego donde cocinarían, lo hicieron entre el linde del bosque y el circulo de arboles. Como supieron en boca de Freagulf, la tradición de los antiguos etheod era la de enterrar los cuerpos sin vida de sus caídos al pie de un árbol, uno cuyo significado fuera el adecuado. El roble era el de los guerreros.

Cogieron algunas ramas y parte de la madera que guardaban a diario para encender el fuego. En cuanto la llama estuvo lista, Haelembor se dispuso a preparar la infusión. El proceso era lento, pues debía de estar hirviendo durante casi veinte minutos para que las flores soltaran todas sus propiedades en el agua. Cuando estuvo listo, le tendió la infusión al ailgratha, que la bebió despacio pues aun quemaba. Su sabor era amargo, muy amargo, el edain torció el gesto ante el sabor, pero se bebió todo lo que el beornida le había preparado.

Justo después, Temudyin comenzó a hacer la comida. Se tomo también su tiempo, no quería echar a perder los pocos alimentos frescos que le quedaban. El resultado, como ya había pasado con anterioridad, no resulto todo lo bueno que se esperaba. El sabor era desagradable, aunque al menos no había echado a perder el guiso. Patatas, carne y algunas verduras, no dieron con un buen plato. La mezcla de sabores resulto en un plato pastoso donde las patatas se deshicieron y la carne perdió su textura quedando más dura de lo normal.

Tras la comida, se hablo de algunos temas que tenían pendientes. El principal era la elección de un líder. Erik hablo el primero, y propuso un sistema de votación en el que se inscribía en un pedazo de madera el nombre elegido por cada miembro del grupo, de ese modo seria secreto. Pero no fue secundado, nadie uso ese sistema y se limitaron a decir en voz alta sus ideas, exponiendo para ellas sus razonamientos. Había quedado algo patente, de los que hablaron, ninguno deseaba que fuera Erik o Freagulf los que dirigieran a aquel grupo. Los nombres que mas sonaron en ese debate, fueron los de Temudyin y el de Tulak.  Nada fue concluyente.

Pasado un rato y sin haber tomado una decisión aun, se dispusieron a marchar. Recogieron todas las cosas, ayudaron a Freagulf a subirse al caballo y salieron por donde habían entrado. Dejaron atrás el Côr Angalaladh volviendo al lúgubre y serpenteante sendero. En silencio continuaron su viaje. Habían perdido algo más de dos horas en aquel lugar. La preparación de la infusión, la tranquilidad con la que se preparo la comida, y la posterior sobremesa, haria que ese dia no se avanzase todo lo hubiesen querido.

Se pusieron en marcha, meditativos por todo lo hablado sobre el liderazgo, seguían la senda, como habían estado haciendo en los últimos kilómetros. Tras apenas dos kilómetros, vieron como la senda se unía a un ancho camino. Habían llegado al Râd Angalaladh. Quedaba aun algo de tiempo para que el sol se ocultara en el cielo. La luz llegaba claramente al camino. Este era ancho, permitía el paso de dos carretas a la vez y el firme había sido pisado para endurecerlo y evitar que se formara demasiado barro. Al fin habían llegado al camino que les permitiría avanzar como era debido.

Turno 403

Las palabras del oriental dejaron patentes que, para mi decepción, él tampoco quería tomar el mando. Eso solo nos dejaba una solución, así que, lentamente, me giré hacia aquellos que tenían la llave de todo este dilema que estaba amenazando con tornarse en mas complicado aun que cruzar el viejo bosque:

- Freagulf y Haelembor..., dije, en voz lo suficientemente alta para que ambos humanos pudiesen escucharlo, aunque el beornida aun se afanaba en tratar las lesiones del eorlinga. Al escuchar su nombre, el beornida levantó la cabeza de la espalda de Freagulf, tomandose su tiempo en dirigir su mirada hacia nosotros: - Probablemente ha estado temiendo este momento... Nada puede ver en los azules ojos del de Rohan.

Por mi parte, al menos, no presionaría su decisión, pero esta noche, antes de acostarnos, debiamos tener solucionado el tema. Recogí los cacharros de la comida que, ya no sabía distinguir si era por la bilis que todos teniamos en la garganta, a punto de salir, pero me supo mala, como cada uno de los condenados dias que llevabamos viajando. Pero tenia claro que de eso no me quejaría ni un ápice.

Cuando dejamos el circulo de piedras y arboles, recé en silencio a Oromë y Yavanna, mis patrones, agradeciendo a los espiritus de los antiguos reyes éothéod allí enterrados el haber permitido que acampasemos allí. Enseguida salimos por el recto y abovedado camino al serpenteante y mucho menos cuidado que continuaba hacia el norte. Eché un largo vistazo hacia el sur desde encima de Zanahoria, al que acaricie en el cuello, notando como andaba rumiando algo de la hierba que había comido en el largo rato invertido en el sagrado lugar: - Demasiado quizá, si esos condenados orientales andan cerca...

Meneando la cabeza, guié al poni tras la estela de los caballos que iban delante, y continuamos viaje al norte, por el sinuoso camino, de nuevo lleno de raices, y con el recuerdo de las lluvias de los dias previos, zonas arcillosas que hacían el camino mas complicado para las pobres bestias que nos llevaban, y para la espalda del eorlinga que, estoico, no se quejaba, pero no habia que fijarse mas que un rato en él para ver que, a ratos, cerraba los ojos con fuerza, quizá suprimiendo un alarido de dolor.

Quedaban apenas una hora para el anochecer, cuando la luz empezó a aumentar mas adelante, señal inequívoca de que, o nos estabamos acercandonos al camino que tanto ansiabamos, a un claro bien iluminado. Cerrando los ojos un segundo, solté el aire poco a poco, cuando confirmamos que, de hecho era el Râd Angalaladh:

- Bendito Oromë, por fin llegamos..., musité desde la distancia, levantando una mano para que mis compañeros frenaran. Bajé de Zanahoria con cuidado, y lo até a una rama baja de un abedul que crecia en la linde del camino.

- Que mejor lugar para una emboscada, no creeis?? Creo que hariamos mal entrando sin confirmarlo, teniendo en cuenta que Freagulf está malherido, dije, mirando a mis compañeros. Desde la distancia, se vislumbraba el terreno prensado que se usaba , sin duda, para trasportar materiales de este a oeste del Eryn Lasgalen. Parecía tranquilo, pero no habiamos de fiarnos.

- Os parece si confirmamos que todo está correcto, antes de proseguir?? Con la bendicion de Oromë, podría mimetizarme con el entorno, pero creo que nuestro compañero Chakka puede superar eso incluso sin intervencion divina, me equivoco...??, dije, invitandole con el brazo a ir hacia allá. Aun no sabría si mis compañeros me eligirían como su improvisado lider, así que, en ningun modo daría ordenes de ningun tipo.

Si el bosquimano, o yo mismo volviamos con un informe favorable, aprovechariamos esa hora de luz, sin duda, para poner terreno entre nosotros y nuestros posibles perseguidores, aprovechando al maximo la luz, y la resistencia de la espalda de Freagulf antes de buscar campamento a un lado del camino, ocultos del mismo.

Turno 403

La senda del Râd Angalaladh nos recibió con una bienvenida ola de luz, a pesar de que el día ya tocaba a su fin.

Me parece bien. Respondí a la propuesta de Tûlak de inspeccionar los alrededores antes de meternos de lleno en la amplia vereda que miraba al Noroeste.

Pero no deberíais ir solos...hacedlo juntos. Le lancé mi cuerno, como solíamos hacer cuando salían de batidas y aproveché el tiempo muerto para acercarme a Haelembor y a Kolli y comentarles una idea que me había venido a la cabeza durante el día.

Somos muy lentos... solté sin miramientos cuando estuve a su lado.

Demasiados parones, demasiadas...distracciones. Continué, eligiendo con cuidado mis palabras para no remover más, los aciagos sucesos del último día. ...y ahora esto, finalicé señalando al Rohirrim que descansaba convaleciente sobre su montura.

Haelembor...interpelé directamente al medico. ¿Crees que sería posible fabricar un camastro improvisado para el...enfermo?... Me negaba a llamarlo por su nombre, había perdido aquel derecho cuando me atacó.

Su caballo parece bastante diestro y ahora que hemos alcanzado la senda de la amplia risa, tal vez el camino nos permita arrastrarlo...o cuando menos, podríamos construirle un respaldo para acoplarlo en su silla. Eso nos evitaría tener que detenernos cada dos metros para acomodarlo.

Los miré a los ojos con cierto desasosiego. Las raciones ya se han terminado...mucho antes de lo previsto, me temo. No creo que ese sea un problema...no todavía, pero sí es un indicador del retraso que llevamos. Se suponía que alcanzaríamos el camino hace ya 3 dias...hemos tardado casi el doble, y eso que no hemos tenido contratiempos...
Sentí sus miradas de reproche con esas ultimas palabras y matice mi comentario con gesto hosco.
...me refiero a contratiempos de verdad, como los Orientales.

Se que no nos han encargado ningún plazo...pero tampoco seria prudente alargar nuestro viaje más de lo necesario. No conocemos la naturaleza del mensaje que portamos y en cualquier caso, cada día que pasamos en el camino, representa una posibilidad más de fracasar.

Eche un vistazo a los alrededores, sopesando las herramientas de las que disponíamos...
...tenemos madera... y cuerdas...podríamos usar un saco o una lona para cubrirla y un eje para estabilizarla... pensaba en voz alta.
¿Alguno de vosotros sabe hacer ruedas de madera?

Turno 403 /2

Asentí a las palabras de Erik. Pese a ser secas, como casi siempre, me parecieron desprovistas de cualquier matiz agresivo: - Bien, compañero, continuas por el buen camino!!, pensé, antes de mirar al bosquimano, y asentirle a él también:

- Quizá tienes razón, perderemos silencio, pero ganaremos en percepcion y seguridad. Si estais de acuerdo, iremos Chakka y yo.

Mientras contestaban, ya me iba concentrando en buscar esa "energía", el toque de los Valar, que me permitía modificar pequeños matices de la realidad. Me separé unos pasos, y, tras quitarme los brazales, las grebas, que me podrían molestar a la hora de lanzar el conjuro, me arrodillé ante una vieja haya, guardando las piezas quitadas de mi armadura en mi mochila. Tras eso empezé a susurrar la plegaria que solía acompañar al uso de dichos poderes:

- Mi señor Oromë, patron de los bosques y sus bestias, permite a este humilde servidor tuyo fundirse con el entorno que me rodea: ser hoja, ser mata, ser tronco, ser barro... Después, la oración bajó aun mas de volumen, hasta hacerse inteligible, aunque adquirió una cadencia ciclica.

Cuando acabé, esta vez sí, noté como el poder fluía por mis venas, impregnando cada parte de mi piel. Por la cara de sopresa de mis compañeros, supe que esta vez sí había funcionado, así que, colgando la mochila de los arreos de Zanahoria, hice una una seña a Chakka, mientras le susurraba:

- Vamos, compañero, no perdamos tiempo!!, moviéndome con presteza camino adelante, con la lanza preparada, y los sentidos prendidos de lo que teniamos camino adelante. Con la bendición de Oromë, me sentía seguro, y confiaba en que nada se escapase a mi aguda visión.

Turno 403

El resultado de la comida no fue el esperado por el tuerto. Había puesto mucho empeño y se había tomado su tiempo, pero al final, el sabor del guiso era tan malo como de costumbre. Empezaba a cansarse de no conseguir una comida aceptable. La próxima vez no sería él quien cocinase, se lo dejaría a otro.

Sin embargo la preparación de Haelembor pareció funcionar. Freagulf iba notando según avanzaban una mejoría. Aún así, mantenía una postura extraña en su silla y su cara reflejaba algunas muecas de dolor.

Llegaron a un punto donde más adelante se veía un camino más ancho y la luz se colaba por el espacio entre las ramas de uno y otro lado. El Râd Angalaladh por fin. Pensó mientras detenía su caballo a la señal de Tulak quien hacía rato encabezaba la compañía guiándoles. Imitándole, descabalgó y se preparó para avanzar. Según hablaba el umli, el tuerto estaba de acuerdo con todo. Era un perfecto sitio para una emboscada y él se ofrecería en ir de avanzadilla. La idea de ir solo era peligrosa y dudaba si sería adecuada, hasta que Erik, tirando su cuerno a Tulak, zanjó esas dudas. Iría con el Umli. Mejor, pensó el bosquimano. Su habitual templanza seguramente apacigüe mis nervios.

Ambos de prepararon. Dejaron los pertrechos que no necesitarían en sendas monturas y se colocaron armas y escudos para poder avanzar lo mejor posible. Temudyin se ajustó la armadura, aunque no tenía porqué. Aquel cuero liviano parecía hecho a medida para él. Aseguró el escudo a la espalda, no quería que le molestase al avanzar entre la maleza y revisó cuchillos y hacha que esperaban prestos en el cinturón. Finalmente cogió la maravillosa lanza con una mano y esperó a su compañero que parecía rezar en una postura algo extraña.

Asombrado, fue viendo, mejor dicho, dejando de ver al umli que seguía susurrando algo como de una plegaría se tratase. Según el susurro se iba haciendo más suave, el contorno se difuminaba y el cuerpo parecía coger colores del bosque. Cuando Tulak terminó, su cara reflejó orgullo al mirar las de sorpresa del resto del grupo

Temudyin asintió a las últimas palabras del umli, antes de lanzarse junto a él a inspeccionar la encrucijada. Avanzaban con rapidez pero con sumo cuidado de no ser descubiertos. El bosquimano se separó unos pasos de su compañero, lo justo para seguir viéndose entre arbustos y troncos, pero para poder abarcar algo más de campo.

De nuevo la adrenalina empezaba a fluir por su cuerpo. El ritmo constante de su corazón se aceleraba según iban acercándose al camino principal y sus sienes palpitaban con fuerza. Esa sensación le hacia al bosquimano sentirse vivo. Se sentía bien y le gustaba la angustia de un posible peligro. De una posible batalla. La posibilidad de saciar algo de aquella sed de venganza que volvía otra vez a su cabeza y a embargarle todo el cuerpo.

TURNO 403A

El Rubiales esta deacuerdo. Ni él ni Erik, ya que cualquier orden se podría interpretar como un motivo de humillación. Estoy deacuerdo con tigo en que ni el Enano dijo haciendo un además desde su posición de "reposo" hacia Erik, ni yo, pero en eso útlimo no estoy deacuerdo. Sopló otro poco ante la "pócima" improvisada que le habían preparado con esmero y cuidado, y tras otro trago, hizo una mueca por si "inconfundible sabor": Amargo. Muy amargo. Tú podrías ser un líder, Y aclaró: pero si tienes miedo de que una mala interpretación por tu sentimientos encontrados, nombra un ayudante. Miró a todos un brebísimo instante. Tu Segundo. Esa voz de la conciencia que limite una reacción impulsiva, y en eso, me presento voluntario. Miró a Erik primero y luego a todos por turno. Buscaba gestos que le indicasen que pensaban, que opinaban y si estaban deacuerdo con sus palabras.. Yo voto por tí, ... y si quieres estar más seguro, nombra un ayudante, ... y para ese puesto, si puedes contar con mi mente táctica y experiencia.

Además, dijo cambiando de postura, a ver si cuando salgamos de la arboreda y entremos en los campos, ya estoy bien. Miró al compañero que estaba dedicando su tiempo a cuidarle, por si no le parecía correcto el cambio de postura; acción que realizó con bastante cuidado...y puedo cazar algo fresco para que asemos y disfrutemos de un alimento .... diferente. Se refería a la medicina, pero cada uno podía interpretarlo a su manera, y retiró la cara de la infusión, con un gesto claramente afectado y con la lengua fuera de lado, por el "agradable" sabor de té que estaba paladeando. Para sus adentros pensaba en los caballos: - Hace mucho que nadie revisa las grupas, los cascos ... Habrá que mirarlos. A ver si pronto estoy mínimamente operativo.

Turno 403

Kolli optó por comer en silencio y mantener sus pensamientos para él. El enano, fuente de verborrea inacabable en ocasiones normales, pasaba más tiempo callado últimamente en los campamentos. Aquella situación era nueva para el herrero, poco acostumbrado a viajar y guerrear, y su falta de experiencia hacía que se sintiese intranquilo.

Oyó las palabras del eorlinga, sin poder evitar enarcar una ceja de sorpresa o enojo, aún no lo sabía. Las primeras frases que pronunciaba eran para nombrar a su amigo como líder y casi autoproclamarse segundo él mismo. Parecía que no había entendido nada de la situación. Mientras el jinete mirara al resto del grupo como figuras decorativas en vez de como compañeros, no llegarían a potenciar la fuerza y capacidades del grupo.

- Parece que Chakka y Tulak tienen la confianza del grupo. Si no rechazan la responsabilidad de guiarnos, creo que la discusión está finalizada.- Comenta, eligiendo bien sus palabras aunque de nuevo eran la definición perfecta de pragmatismo  y sequedad del carácter del enano.

Cuando el otro enano, comentó su idea, Kolli meditó la practicidad de ésta, evitando rechazarla de un principio simplemente por la falta de confianza en su compañero. Era verdad que el herido retrasaba mucho el viaje, y una improvisada camilla podría, al menos, facilitar la recuperación del guerrero aunque siguieran avanzando lentamente.

- Con los materiales y herramientas que tenemos, veo casi imposible poder construir algo parecido a una rueda y hacerla funcional.- Comenta mesándose la barba. – Pero algo se podría hacer para montar una estructura como la que comentas.- Asiente a Erik. – Miraré que herramientas tenemos y que nos puede ofrecer el bosque. Al menos veré si puedo sentirme útil como herrero. Una lástima no haberme traído ni un mísero clavo de la forja. – Finaliza quejándose.

Turno 403

Las discusiones habían pasado y el camino había llegado. Los ánimos de todos se apreciaban en ese momento mucho más templados y el ardor de las contiendas apaciguado. Fuera como fuese, aquel claro sagrado había conseguido drenar el hastío y la ira de los corazones de mis compañeros, al menos lo suficiente como para que hablaran con calma y quietud... Aunque fuera durante unos instantes. 

Asentí con la cabeza a Temudyin y sonreí a Tülak cuando me mencionaron, pues no eran sino buenas palabras las que me dirigían y más de acuerdo con ellos no podía estar. Y, cuando todos hubieron hablado y emprendimos la marcha de nuevo, al fin abrí la boca para aportar mi opinión. 

-Cierto es que ni Erik ni Freagulf merecen de ahora en adelante el derecho ni deben ser dignos del deber de comandar a este hatajo de comediantes variopintos en que nos hemos convertido, en eso estoy de acuerdo. También estoy de acuerdo con vos, maese Kolli, en que ni vos ni yo mismo tenemos madera de líderes, no obstante, mis consejos sí debieran oírse de vez en cuando, o al menos eso me gustaría pues si hubiese sido el caso, no tendríamos que cargar en este momento con un enfermo incapaz de valerse por sí mismo -increpé, sin alzar el tono, pero con la ira y el enfado reflejados en mi voz-. Y dado que nuestro amigo el etheod parece estar más sordo que una tapia, a nuestro amigo Erik lo que por un oído le entra por otro le sale y nuestro amigo Kolli parece oír pero no escuchar cuando el enfado lo ciega, eso sólo me deja dos opciones que, evidentemente, son las obvias. 

Me giré, mirando alternativamente a Tülak y a Temudyin. 

-Maese Tülak, maese Temudyin, sois ambos mi elección. Si a alguien obedeceré de ahora en adelante sois vosotros y, por los Valar, que no habéis de hacerlo solos. Es más, no debéis hacerlo. Ambos tenéis la templanza para llevar a cabo la misión y con la cabeza táctica de uno y las agallas e inventiva del otro, a fe mía que entre ambos haréis un buen trabajo. Y digo más...

Añadí las últimas palabras mirando al de Rohan. 

-Nadie que se presente voluntario debiera a mi entender tomar el cargo de líder o segundo al mando. Y son precisamente el oriental y el umli los únicos que han rehusado a todo en todo momento y se han mantenido firmes en su idea de proponer a otros así que precisamente por ello, debieran ser ambos quienes tomaran tal deber. Y digo deber puesto que no es un honor, sino una carga. 

Entonces me volví hacia ambos una vez más. 

-Lo siento, no quiero poneros en tal tesitura, pero es necesario -sentencié-. Sois vosotros dos, juntos, quienes deberéis soportar sobre los hombros este deber. Ninguno tenéis madera de líder, decís... Bueno, voy a demostraros que os equivocáis. 

Entonces señalé el bosque en el que ambos estaban dispuestos a internarse en unos momentos para averiguar si había o no emboscada en el camino. 

-Para ser un buen líder de esta cuadrilla, sólo hay que saber trabajar en equipo... Y vosotros sois los únicos que están demostrando saber hacerlo.