Partida Rol por web

Fuera cual fuera el motivo de cómo conseguisteis los boleto, lo que sí que era verdad es que todos habíais coincidido en el aeropuerto, porque una chiquilla que no pasaría más de los 24 años, algo así muy ''bohemia'', os había recogido y esperado con el cartel más grande que hubiera en el mundo: ¡GRUPO EBRO!

Así pues, cuando os tuvo a los ocho, fue caminando hacia las afuera, en la zona de taxi y se encendió un cigarro.

Miraba a todos los lugares a la espera de que el chófer llegase.

-Lo siento, ¿queréis? -preguntó ofreciendo la cajetilla de cigarros.

Fuera cual fuese el tiempo que estuvisteis esperando, un vehículo negro llegó con demasiado pie en el acelerador.

-Ah, sí, es ese. -comentó la chiquilla.

De él, bajó un hombre. Se encendió un cigarro, besó a la joven bohemia con descaro y os miró.

-Bienvenidos, hombres... y... mujeres. -dijo con énfasis. Podéis subiros, está todo limpio y perfecto para vuestros glúteos. 

Tras recoger el equipaje junto a Grabielle y el resto de los que parecían iban a ser nuestros compañeros de viaje en este Tour del Ebro, una señorita, que parece ser una de las trabajadoras de la agencia por la cual contratamos el viaje nos indica el coche al cual debemos subir. 

- Vamos Grabielle, subamos al coche. Tengo ganas de llegar al hotel y empezar con las actividades y disfrutar del viaje. 

Este viaje marcaría un antes y un después en nuestra relación. Volver a estar juntos o al menos afianzar la relación de amistad. 

 Feliz por estas merecidas vacaciones, me encuentro junto a mi esposo de la mano entre arrumacos que siempre son el condimento necesario para tener la hermosa relación que hemos forjado. La sorpresa de los boletos, en verdad me encantó y estuve días organizando todo, haciendo compras, acomodando mi trabajo y por sobre todas las cosas, pensando que será un momento único con él. Uno de los tantos que hemos tenido ya en estos cuatro años de casados. 

Ya ataviada con mi vestido floreado, bastante corto y unos zapatos a tono, le dedico una mirada a Cooper mientras estamos allí, siendo recibidos por aquella mujer de aspecto bohemio. Claramente como soy una persona que se alimenta de las tendencias actuales, analicé su atuendo y pues hice alguna que otra cara, aunque le resté importancia ya que estamos de vacaciones. Nada de sentimiento fashion ni otras tonterías. 

- Hm, amor. Toca otro traslado... ¿Cómo estás? - pregunto al mirar sus ojos. - Me encantas. - susurro sobre sus labios y tras besarlos, me alejo para prestar atención a las indicaciones. 

Después otro hombre que al parecer es pareja de la chica, nos recibe, de buen rollo. No veo la hora de comenzar, así que muero por llegar al Hotel y disfrutar de mi amado, como bien sabe hacerlo. 

Entre cariños y caricias teníamos todo listo para disfrutar de unas buenas vacaciones. Menos mal que tengo a Caroline para preparar el equipaje, tengo muchas cualidades pero preparar una maleta no figura entre ellas. Siempre me olvido algo...

Ya no queda nada para aterrizar, me coloco la americana y mi sombrero, regalo de mi mujer. Está adornado con una cinta alrededor de la copa a juego con su vestido florar. No me canso de mirarla está espectacular con ese vestido.

Al salir de la terminal una chica con un gran cartel nos espera. De qué época va vestida, joder, lo poco que entiendo de moda es lo que Caroline me explica, pero diría que a salido de un novela antigua. Nos dirige al exterior, a la zona de taxis. Mientras esperamos al transporte que nos lleve al hotel, examino al resto del grupo protegido por mis gafas de sol. Tres parejas más nos acompañan, dos chicas y cuatro chicos...

- Hm, amor. Toca otro traslado... ¿Cómo estás? - Caroline me desvía la atención. - Me encantas. - me besa.

- Si cariño, todo bien. Sólo me muero de ganas de llegar y disfrutar contigo de este viaje. - le dirijo una mirada pícara y nos volvemos a besar.

Por fin llegó nuestro transporte. Me coloco bien las gafas de sol mientras veo el coche detenerse. De este sale un tipo que besa a la chica y se enciende un cigarro.

Es curioso que el servicio se ponga a fumar y besarse delante de los clientes. - pienso.

Al ir hacia el coche, agarro a mi mujer por la cintura, la beso en el cuello mientras vuelvo a dirigir una última mirada a la pareja mientras apuran sus cigarrillos.

- Adelante cariño. - le señalo el interior del coche mientras le sujeto la puerta.

Por fin, las merecidas vacaciones. Tanto trabajo entre pepinos y berenjenas era a veces pesado, muy relajante, pero pesado y cansado. Además que la idea de despejarme con mi adorable mujer en sitio nuevo, al aire libre y en un país extranjero siempre llama la atención. España es conocida por su rica gastronomía y buen cultivo, seguro que puedo aprender un par de trucos.

De todas todas me negué a viajar en avión, mejor en barco, mucho menos contaminante y luego en tren o coche eléctrico, aunque tampoco me gustaba la idea. Por mí haríamos el camino a pie antes que osar cualquier vehículo contaminante. Pero veía poco probable que mi mujer aceptase algo así. Del modo que fuese, llegaríamos.

Al final llegamos, mi mujer, yo y mis definidos músculos de labrar el campo. Y mi cara, esa tan inexpresiva que a veces parece que solo chupe cebollas como alimento.

- Pues ya estamos cariño, no parece mal sitio ¿verdad? - tomo su mano, la suya es más delicada que la mía, que es áspera y varonil... De labrar el campo, sí me gusta mucho el campo. ¿Habría un huerto aquí? Seguro, solo hay que buscarlo.

No me agrada la idea de subir a ningún coche que emita tanto CO2 como para matar la capa de ozono él solo en unos días, pero que remedio.

- Ya llegó la hora, por fin vamos a disfrutar de unas buenas vacaciones. -

Los últimos meses han pasado lentamente a la espera de este día para el que he ido marcando el paso del tiempo en el calendario. Las cruces han poblado el papel que cuelga junto a la nevera cada día durante los dos últimos meses. Y por fin, ha llegado el día en el que aterrizamos en España.

En los cascos suena una canción de moda mientras el vuelo procedente de Gatwick toma tierra en territorio peninsular.

Me vuelvo haia William y le lanzo un guiño al tiempo que le muestro una amplia sonrisa.

- ¡Ya estamos! -

Bajamos del avión y todo sucede como vivido en tercera persona. Sin parones ni tiempo que perder, topamos con el resto de poseedores del boleto y con nuestro peculiar comité de bienvenida.

Al salir a la calle, me pongo la chaqueta y sigo a la bohemia hacia el vehículo que por poco se nos lleva por delante.

Y por supuesto no me pasa desapercibida la actitud de ambos. Después de tantos años veraneando en este país pensaba que la actitud de los locales nunca dejaría de sorprenderme. Pero esta claro que me equivocaba. Los dos parecen sacados más de una película de Federico Fellini que de una promotora de turismo rural...

No puedo evitar reirme ante la imagen de la pareja que forman la Bohemia y el chófer y de su actitud descarada y pasota al mismo tiempo.

- ¿Y estos de dónde han salido? - susurro a William al oído - ¿Hemos aterrizado en los 60? ¿O es que acaso se ha puesto de moda volver a fumar como si esto fuese una escena con Brigitte Bardot? -

Vacaciones en la ribera de un rio español, la frase se ha quedado un par de meses alrededor de mi mente desde que Mike se apareció con los boletos y una sonrisa anunciándolas como si fueran la octava maravilla del mundo, y es inevitable sonreír ante el recuerdo de su emoción cuando lo tengo en frente sonriendo de vuelta.

Así que sonrió, observando su cara con la fascinación impresa de quién aún está procesando una buena noticia, antes de reír, y alegrarme de que no esté molesto por haberme pasado todo el tiempo del vuelo ocupado contestando e-mails de último minuto.

Mike sonríe y es todo lo que importa en ese momento, lo que es un alivio porque evita que arrugue la nariz ante los cigarrillos, y me guarde para mí la opinión que tengo de nuestro comité de bienvenida.

Entonces solo queda soltar una carcajada divertida ante el murmullo de las palabras de Mike y ladeo la cabeza para besar su mejilla consiguiendo que mi risa sea más baja y lenta, susurrando en el último segundo.

-Se amable, amor –susurró con diversión y dicha mezcladas en el tono, ah, no es una segunda luna de miel, pero aún planeo divertirme, me separo y preguntó - ¿Vamos? –señalo el vehículo, con un gesto de cabeza, tomando nota mental de los otros miembros de grupo vacacional, dos, no, tres parejas más, por lo que veo... bueno, ya nos presentaremos todos en el hotel. 

Algo más acostumbrada a tener que realizar viajes no tan eco-friendly, logré convencerlo de hacer el viaje en tren al ser un buen transporte público que no deja de ser romántico. Apenas fui una vez de pequeña a España, ya ni recordaba qué tal era, pero de seguro era un viaje tremendamente hermoso. -No está mal- Le respondí, alegre -Por supuesto que preferiría que fuéramos a la playa o al río directamente, pero vamos Stefano, es bueno volver a la gran ciudad de vez en cuando- Lo llamaba por su equivalente en italiano que lo prefería mil veces. Lo abracé y le tomé la mano para que nos subiéramos al vehículo -¿Vamos?-

Gabrielle arrugo ligeramente la nariz ante el ofrecimiento de cigarrillos y sacudió la cabeza, lamentando casi enseguida no haber pinchado otra opción vacacional antes de suspirar sufridamente y acomodar unos mechones rebeldes de su corto cabello rubio, tener unos cuantos días libres no debería haber sido tan difícil, pero no había pensado demasiado. 

Sacudió ligeramente el vestido floreado amarillo que llevaba y pisoteo mientras esperaba, hasta que un auto-movil casi los arrollo, casí, que no lo hizo y era de agradecer, tenía ideas de como podría morir y ser convertida en hamburguesa por un automovil brillante no había sido una de esas ideas. 

-De acuerdo -contestó, con una sonrisa forzada que bien podía pasar por una amable y cansada,  a su acompañante tratando de pasar rápidamente ante las tres parejas que estaban cariñosas entre sí, ¡estaba segura de que la oferta no incluía parejas ni paquetes san valentín! 

Volvió a ver a las tres parejas una sola vez antes de subir al automovil y parpadeo con sorpresa antes de meterse allí dentro, juraba que conocía al menos dos caras allí. 

Uno a uno fuisteis subiendo al auto. El interior era amplio, pero olía a tabaco y aquello podía molestar a algunos de los pasajeros, por lo que la chica abrió la ventana y con una mueca de enfado, hizo entender al  piloto que aquello había estado mal.

-No tardaremos en llegar, os lo prometo. -comentó con una sonrisa.

Efectivamente, no tardasteis en llegar. El trayecto no fue lo que se diría ameno, por parte de aquellos dos tipos. Empezaron a discutir, pero no pudisteis enteraros porque se trataba de un lenguaje inusual para vuestros oídos.  Por lo contrario, apenas había tráfico y el chófer os dejó en la misma puerta.

-Chicos -comentó la chiquilla-, voy a ir a gestionar unos asuntillos. Tengo vuestros datos personales, teléfonos y demás. Si surge algún problema, ya sabéis que podéis llamarme. Entrad y chequead vuestros datos. Os darán el número de llave y podéis disponeros a alojaros. ¡No tardo!

Acto seguido, se subió al coche y se despidió de ustedes con una sonrisa de oreja a oreja.

El exterior del hotel era muy acertado. De lujo. De fachadas de estilo barroco, con grandes ventanales, en cuyos balcones, en algunos pisos, había macetas.

En uno de los balcones, había salido una mujer a tomar... el sol.

Por lo que aquello os daba indicios que el hotel era vivo, es decir, tenía clientes.

Cierto es, que cuando entrasteis y fuisteis a recepción, no se encontraba nadie. Parecía haber salido a atender a alguien, pues bien había dejado un cartel que ponía en grande: VUELVO EN 20 MINUTOS, PERDONE LA TARDANZA.

Elena advertió un sobre que ponía: Grupo pareja. Al abrirlo, había una serie de llaves. Al parecer, el empleado había dejado todo preparado.

En mi reluciente vestido de dos piezas, falda corta y blanca de motivos mexicanos al igual que el top, todo el conjunto ajustado a mi cuerpo, le di prisa con mi sonrisa a Steven para ir a recepción, estaba muy entusiasmada por lo que nos podía esperar aquí en este viajecito, ya hacía mucho tiempo que no salía de Croacia y ya quería sentir un ambiente nuevo, en especial si era con él.

-¡Vamos! ¿A qué esperas?- No me había molestado el tabaco, lo hacía hace mucho tiempo pero esas noches trabajando en bares ya me habían acostumbrado a ello, aunque tampoco fumaba tabaco. El ver a esa mujer en el balcón me alivió, en efecto, España hace mérito a su fama liberal, ya quería estar en las mismas.

La recepción estaba vacía, ¿veinte minutos?. Me fijé bien en lo que había y me acerqué. Era un sobre que decía Grupo pareja, eran las llaves. Tomé una al azar y dejé el sobre en la mesa. -Hey, nuestras llaves están aquí, por si quieren recogerlas- Le comenté al resto y volví con Steve -Creo que ya tenemos nuestra llave- Le dije mientras le ponía la lalve a centímetros de mi cara.

 - Genial, amor. Más si me das esos besos. - respondo divertida. - Yo también lo deseo, es momento de desintoxicarnos de la rutina, ya sabes. 

Y tras decir aquello con una sonrisa que parece perpetua en mi rostro, avanzamos juntos hasta ingresar al auto. El aroma a tabaco no me agrada en absoluto, refleja lo poco limpio que está el vehículo y la falta de cuidado en esos detalles, seguramente escribiré más tarde un reclamo, así en buen rollo. 

Más allá de eso, el viaje con las otras parejas muy distintas a nosotros, me resulta ameno. He estado a los arrumacos con mi esposo, disfrutando de ese pequeño espacio íntimo que tenemos y qué tanto sabemos darle utilidad. Al llegar al hotel, observo que parece estar activo por la mujer que anda desnuda en el balcón. 

No me llama la atención para nada, estoy tan acostumbrada a tomar sol así, que es algo muy común. Una modelo jamás debe tener marcas de un traje de baño, eso es demasiado cutre. Ya encaminados al hotel, es decir a la Recepción, dejo un beso sobre el hombro de mi esposo mientras veo que nadie nos recibe, la tipa que nos trajo se va y solo nos dejan unos sobres. 

- Que poca clase. - digo un tanto sorprendida. - Amor, elijo un sobre. Hm, parece que tenemos nidito. - comento divertida, y desvío la mirada hacia el resto. Qué variopinto el grupo. 

El viaje transcurre al menos sin acontecimientos notables, y es que con esos dos indivíduos al voltante cualquiera sabe. No contentos con mostrarnos todo un ejemplo de bordería, que luego se pasan el trayecto discutiendo en un idioma de a saber dónde.

- Está claro que nadie da duros a cuatro pesetas... ¿Qué esperabas? Al menos no ha costado tres meses de alquiler... -

Pienso mientras miro el paisaje pasar por la ventana.

- A ver si el año que viene consigo ahorrar algo más y le doy por fin una buena sorpresa a William... Jason me recomendó Svaldbarg en verano... tendré que mirar a ver. -

Llegamos al hotel y la cosa mejora un poco. El sitio parece bastante decente, se ve que hay más clientes alojándose, y la extraña pareja decide dejarnos solos. Un win-win-win.

Aunque parece que "the smoking duo" no son los únicos que nos abandonan, pues para más inri, en la recepción no hay nadie. Dos de las chicas se adelantan y hacen uso de los sobres que nos han dejado con lo que espero sea al menos una tarjeta de bienvenida. 

Pongo una sonrisa y me giro hacia William mientras le hago un gesto cortés con la mano para que pase.

- Adelante, todo tuyo -

Le ofrezco para que escoja uno de los dos sobres que quedan.

El trayecto en ese coche fue un poco perturbador para mí. No podía pensar en cada emisión de CO2 que emanaba y mi interior me decía que saltase del coche en marcha si fuese necesario pero seguro que no era el inicio de vacaciones soñado de mi adorable, y sexy, esposa. La verdad es que su dieta a base de lo que producíamos en la huerta era óptima y la hacía estar más apetitosa que cualquier remolacha que cultivaba... Y me encantan las remolachas.

Siempre atenta ella, pudo encontrar la solución a la ausencia del recepcionista y de paso encontrar nuestra habitación. Si no era perfecta, le faltaba poco, quizás preocuparse más por los polos... Quizás.

- Perfecto cariño - digo tomándola en mis brazos y dándole un beso de verdadero enamorado. - Espero que tenga vistas a algo más que asfalto o me tocará meditar demasiado. - la devuelvo al suelo y miro a los demás. - Ppdemos luego reunirnos, seguro que conocernos un poco será bueno ¿conocéis a Greta? Seguro que sí, pero os explicaré su mensaje de una forma menos enfadada, lo prometo. - un tema de interés general, bien jugado Steve. - ¿Vamos mi vida?

Llegamos al hotel tras un viaje sin incidentes notables, aunque mantengo la mirada sobre algunos en el auto no se me ocurre hablar, cada pareja parece ocupada en lo suyo y molestar las vacaciones de nadie, no esta en mis planes, por lo que ocupo mi tiempo en abrazar a Mike y qué el tono de voz de la pareja que nos lleva, no me incomode, Mike ha planeado este viaje por meses. 

El hotel parece una buena noticia, es de estilo barroco en su presentación y no parece un mal lugar, y no lo digo solo por las vistas (España es definitivamente más liberal que mis ambientes generales) que no confesare jamás haber visto por mas de un segundo; en recepción no hay un alma pero hay sobres y nuestras llaves... y me acerco a tomar uno tan pronto como Mike me da el visto bueno, lo abro y saco la llave observando el número en ella. 

-Tenemos habitación, supongo que podemos subir y acomodarnos en lo que vuelve alguien de recepción, para dar nuestros datos y demás -comento en tono agradable y relajado, volviendo al lado de mi esposo sonriendo, estoy seguro de que ya el hotel lo tiene todo y solo debemos confirmar nuestros datos, cosa que puede hacerse fácilmente si ya han dejado las llaves a la vista, un miembro de las otras parejas habla a todos, me vuelvo un poco y asiento... aunque a decir verdad no he entendido una pulgada del chiste o lo que sea que nos dijo -nos vemos más tarde entonces - saludo antes de volverme a ver a Mike -¿Vamos? Me muero por un baño - Digo, observándolo con cariño, a decir verdad, sigo preguntandome como solo verlo puede hacerme tan feliz. 

No me considero un tipo con demasiadas manías, pero meterme en un coche y estar “masticando” un cenicero todo el trayecto me repatea las pelotas, y que encima tengamos que estar presenciando la pelea de esos dos frikis, me las repatea aún más. Es curioso, pero no reconozco el idioma en el que discuten, y mira que hemos recorrido mundo C y yo… Agudizo un poco más el oído, pero no, no logro reconocerlo.

Dejando de lado aquellos dos con sus problemas, los juegos y caricias con mi mujer en el coche hicieron que al menos el viaje se hiciera más corto y divertido de lo normal. Una vez delante del hotel respiro aliviado, se ve un buen hotel, con movimiento en sus balcones. Sólo espero que el servicio y las habitaciones estén a la altura, y por el momento la chica del siglo pasado y el corredor de F1 nos dejan solos, ¡eso ya es un paso!  

Agarro a mi mujer por la cintura y entramos en el hall del hotel junto al resto de parejas.

- ¿Dónde coño está la recepcionista? ¿20 minutos de espera?, pero que mierda… tengo unas ganas de pegarme una ducha con mi mujer…

Una chica del grupo se percata que nuestras llaves están en un sobre en el mostrador, tras coger una llave informa al resto y Caroline, coge la nuestra.

- ¿La habitación 2? ¡Seguro que es perfecta! Vayamos a dejar nuestras cosas y a darnos un buen baño cielo, ¡nos lo merecemos! – celebro mientras la levanto del suelo y la beso.

Uno de los hombres del grupo, parece ser la pareja de la chica que descubrió el sobre de las llaves, comenta de reunirnos después.

- No me parece mala idea, pero vamos a dejar a Greta y el planeta un poco de lado estos días compañero, hemos venido a disfrutar. Seguro que hay un bar cerca de la piscina, ¿en un par de horas? – miro a mi mujer y sonrío – Vamos cielo a nuestro nidito, ¡te sigo! – la dejo caminar unos pasos delante mía, para volver a disfrutar de su belleza.

Entramos junto con el resto a coger las llaves, no habia nadie en recepción, pero teniamos allí nuestras llaves. La habitación numero cuatro sería la nuestra. William y Mike serían nuestros vecinos en la habitación de al lado.

Vemos como todos van cogiendo cada uno sus llaves.

- Vamos Grabielle, dejemos las cosas en la habitación y tomemos un baño para relajarnos y después salir a ver el resto del hotel.

Oigo como el resto comentan de quedar todos, la verdad que no es mala idea del todo, ya que tendremos que hacer actividades juntos al tener el mismo plan vacacional. Escucho como uno nos quiere hablar de Greta a lo que otro le contesta que mejor el bar y la piscina, idea que secundo.

- Me gusta tu idea del bar de la piscina, y me viene bien en un par de horas. Asentarnos un poco y descansar y tomarnos unas cervecillas todos juntos para empezar a disfrutar del paquete vacacional. 

Cuando llegasteis a la habitación, todo parecía perfecto. Salvo...

Parecía que el servicio de limpieza no había pasado por la habitación a arreglarla. Por no decir que la habitación era más pequeña de lo que os habían enseñado en la agencia, mediante internet. ¿Sería un descuido?

Lamentablemente, el cuarto de baño estaba igual... 

De repente, escuchasteis pequeños impactos contra el cristal de la venta, sin embargo, no había nadie, ni nada que pudiera provocarlos...

Vuestra habitación estaba en perfecto estado. Limpia y pulcra, no muy grande, ya que al parecer, se habían equivocado de habitación. Pero bueno, dado que no había nadie en recepción, tampoco es que se pudiera reclamar... Tras soltar las maletas y acomodados, visteis por la ventana, de refilón, lo que venía siendo una persona.

¿Era el reflejo agotador del viaje? No. 

Una niña, corría por la cornisa de la ventana.

Parecía divertirse.