Partida Rol por web

Ir a por la monja me había costado que casi me dieran las balas.

Y por si fuera poco en mi carrera se me rompió el tacón del zapato. Al menos la hermana hizo lo propio al ayudarme a seguir en la dirección correcta. Me quité los zapatos y los arrojé a un lado. De esa manera no corría el riesgo de que se me rompiera el otro tacón y me partiera la cabeza al correr por aquella pista en dirección al avión.

El camino fue tortuoso y ver aquel avión aunque imponente para una novata en aeronáutica como yo, no dejaba de ser insuficiente al compararlo con los Zero de los Japoneses. Era como un bombardero, o eso me parecía a mi. Como un tanque con alas. Esperaba que el piloto supiera manejarlo lo suficiente para sacarme de allí y no ser como la vaca a punto de morir por los picotazos de los mosquitos a su alrededor.

- V-voy- Dije sin mucho aliento al médico cuando me pidió ayuda para meter al Japones herido. Intenté que pasara un brazo por mi hombro para tirar de el y meterlo dentro de forma torpe y descuidada.

Soy una señorita! Que espera que haga? ¿Que lo levante como un forzudo del circo?

Finalmente, llego al avión dispuesto a esfumarme de una vez por todas de esta maldita guerra. Definitivamente, me iba a quedar en Inglaterra, aunque para ello tuviera que vivir en el ostracismo. Toda esta masacre se la dejo a sus majestades. Eso sí a esta chatarra le daba por ser simpática conmigo, porque había visto cadáveres de soldados mejor conservados que este bimotor.

Cuando estoy abriendo la puerta de AVRO 679, echo una mirada atrás. Cada vez tenía más claro que lo de este hatajo de torpes no tenía remedio. Y yo, claramente, no me encuentro en las mejores circunstancias como para ayudarles. Lo mejor que puedo hacer es lograr poner esto en marcha, y quien consiga llegar hasta aquí, bien por él...

Vance había llegado todo lo rápidamente que sus piernas le habían permitido al avión, y en cuanto entró, no se fijó en la dejadez del aparato ni tampoco en el viciado aire que había en el interior, que casi daban ganas de vomitar. Se fue directamente hacia la cabina del piloto.

Sin perder tiempo, abrió la toma de combustible y encendió las baterías. Ciertamente, aquel aparato estaba en las últimas, pero tenía de las dos cosas. Si lograba arrancarlo, no se quedarían en mitad del océano. Pero había que conseguir ponerlo en marcha. 

Cuando consideró que ya había cebado los motores, intentó arrancar. Puso la llave en el contacto y accionó los conmutadores.

Nada.

El familiar sonido de las hélices intentando ponerse en marcha no había conseguido mantenerse durante más de unos segundos. Tendría que volver a intentarlo.

Mientras tanto, el resto se encontraba en mitad de la pista, aunque en situaciones diferentes. La hermana Claire estaba tirando de aquella cantante con pinta de zorra, pero como marchaban tan retrasadas, solo habían logrado alcanzar a O'Brian, que había caído de bruces al tropezar con el japonés y aquel delgaducho intérprete, que estaban detenidos en mitad, a la vista de todo el mundo. El japo parecía decidido a dar por culo todo lo que pudiera, y más.

Eso hizo que algunos japoneses que estaban barriendo la zona, se diesen cuenta de su presencia y comenzasen a disparar hacia ellos. Unas cuantas balas pasaron de hecho rozando la cabeza de Diana, demostrándoles que aquello iba en serio y que no podían perder más tiempo. Además, no parecía que les importara que hubiese un japo con vosotros. Disparaban igualmente.

- ¡Vamos Fräulein! - Le conminó a la joven furcia. - ¡La próxima vez que se detenga a ayudar a alguien, asegúrese de que puede hacerlo!

Así, tirando de su salvadora, aquella monja de combate logró dar esquinazo a las tropas enemigas, esquivar las balas y llegar junto a aquel aeroplano bimotor. Lo peor ya había pasado o quizás no... Pero lo que si no estaba a su alcance era pilotar una nave. Todo lo que había estado a su alcance para salvar la vida ya estaba hecho, ahora todo dependía del piloto, la suerte y del propio Dios.

- ¡Arriba, vamos! - Le dijo a su rubia acompañante.

-¡Mierda mierda, vamos amarillo del demonio, levanta!-le grité al caer con él sobre el duro suelo aunque sabía que no entendería un carajo de lo que estaba diciendo. Con un fuerte gruñido de esfuerzo lo alcé a pulso para volver a sujetar su brazo y la cintura, arrastrándole, el cabrón en vez de intentar ayudar parecía que quería que nos matasen pero quizás ver que nos disparaban le haría reaccionar. ¿Que esperaba? Le ven ayudado por nosotros, lo lógico es que piensen que es un cochino traidor y lo querrán matar antes de cante todo lo que sabe a los aliados.

Estábamos en mitad de la pista y las hélices no se movían todavía ¿En qué pensaba el piloto? Tras varios tropiezos y nuevas amenazas de caer por parte del japo, conseguimos llegar al interior del bimotor, ahora no tenía tiempo de mirar cómo estaban los demás así que llevé al nipón hasta unos asientos pegados a la cabina que podían hacer el trabajo de camastro y lo dejé caer como un fardo, me arrodillé ante él y exploré la herida ya que estaba sangrando nuevamente, algunos puntos habían saltado, pero nada grave, un nuevo vendaje compresivo bien fuerte y aguantaría-tienes la piel dura, por desgracia-mascullé cambiando el vendaje con habilidad y rapidez, sacando el material necesario de mi maletín, durante el proceso vi como los demás entraban en tromba al interior del aparato, de forma más o menos atropellada y vivos, sorprendente.

Pero de nada de esto valdría para algo si no despegábamos en seguida. Me aseguré de atar con unas cinchas el cuerpo del japo a aquel camastro improvisado, para que no se moviese y fui hasta la cabina-Amigo ¿Servirá de algo si bajo y empujo? pregunté a drede-los tenemos encima y si no arrancas ésta tartana estamos bien jodidos-dije con voz potente mirando por una de las ventanillas de la cabina, ¿aquellos amarillos no se rendían nunca o qué?.

No le gustaba correr, ni cuando era un muchacho en la escuela del pueblo, ni ahora que era un hombre adulto. Y correr y cargar a otro hombre no le parecía mucho mejor.

Intento responder al japonés, pero en ese momento perdió pie, y terminaron todo en el suelo. Finalmente el doctor se lo llevo, y parecía que él no podía aportar mucho, y le dolían los músculos, así que le dejo hacer.

La postal era cuanto menos curiosa, la vieja monja quejándose de la buena acción de la mujer rubia. Medico y paciente diciendo improperios y amenazando cada uno en su idioma, sin llegar a enterarse de lo que rezongaba el otro.

Finalmente, se apoyo en la portezuela del avión. Los enemigos seguían abriendo fuego contra ellos, y si les deban más tiempo acabarían con sus huesos en el suelo.

Sugeriría que el aparato se moviera, aunque no fuera hacia arriba. Con tal de evitar esas balas.

No sonó a sugerencia la verdad.

-¿Pretendéis darme putas clases de pilotaje? ¡He estado en la fuerza aérea durante los últimos cinco años, hostia!

Montón de ineptos, ellos ni siquiera habrían sido capaces de llegar hasta aquí de no ser por mí. ¿Y así es como me lo agradecen? Joder, el mono del tabaco empieza a ser extremadamente molesto. Me liaría a puñetazos con cualquiera de los aquí presentes en este mismo instante, de no ser porque mi propia vida corre peligro. Volví a activar el contacto y traté de hacer una de las pocas cosas que se me daba bien, pilotar aviones.

-¡Esto está jodidamente escacharrado! ¡Me cago en Dios, no pienso morir en el culo de la civilización!

Seguí intentándolo una y otra vez, mientras profería toda clase de comentarios ofensivos descargando mi ira.

Corrí como pude, ignorando los comentarios de la religiosa, así como las palabras del japones. No lo entendía pero parecía quejarse demasiado. Como todos los amarillos, cuando hablan, parece que están discutiendo...

Una escuadrilla advirtió nuestra presencia y se encamó hacia nosotros. Subí al avión oyendo rebotar las balas en el casco. Aun estaban lejos pero tardarían poco en llegar, y entonces, dispararían al interior y no había mucho sitio donde esconderse. Ademas de la dificultad de que el avión o arrancaba.

Me encaminé a la cabina, para ponerme detrás del piloto que seguía intentándolo todo.

¿Que podía hacer yo? Soy cantante! Como no ronronee como un gato al motor... Busqué con la mirada la cabina. demasiados botones. Miré directamente a uno e inclinándome sobre el piloto, lo pulsé.

- Y este...¿que hace?- dije pulsando el botón.

Estaba asustada pero no sabía que mas hacer.

El japonés aceptó que la mejor opción para sobrevivir en aquellos instantes era subirse al bombardero pesado, un triste y patético AVRO 679 Manchester. Nunca había pilotado ninguno, pero los conocía bien por haberlos observado y abatido infinidad de veces con sus "Zeros", los cazas Mitsubishi A6M, mucho más maniobrables efectivos.

Viendo la pasada que acababan de realizar sus compatriotas y que regresaban a la base, estaba convencido de que la próxima oleada llegaría en escasos 10 minutos, lo que podría proporcionarles el tiempo necesario para largarse de allí sin ser abatidos de inmediato, aunque tarde o temprano les seguirían en cuanto diesen la señal de alarma los nipones que disparaban al fuselaje.

**Si piloto no despegar ya, aunque nosotros sobrevivir a los disparos de soldados, no escapar con vida de cazas. Deber salir ya, ahora. ¡Auchh! Su amigo matasanos ser imbécil, juro cortar cuello con su mismo escarpelo. ¡Doler! 

Aunque Zenji Abe se quejase del doctor, no podía evitar reconocer que había hecho un buen trabajo. Pero fue cuando vio que iba a maniatarle que opuso resistencia y no se dejó apresar. Rápidamente habló con Sextus, el cual parecía ser el único que le entendía, pese a tener un dialecto bastante pobre y en ocasiones difícil de entender.

**Decir a matasanos que si todos querer sobrevivir, yo deber situarme al lado de piloto inútil. En asiento para controlador de lucha, "fighting controller" creo que vosotros llamar, ¿Tú entender lo que yo decir? Si yo tener excelente visión de alrededor de nave, poder avisar y todos sobrevivir... No bromear...

Esperaba que captasen la indirecta, la vida del grupo dependía de ello pese a que no simpatizase con ninguno.

Una vez en el interior de la aeronave, la hermana se dirigió a la cabina. Allí se encontraba aquel borracho, quién decía ser piloto. Lo cierto era que, aunque parecía saber lo que se hacía, no lograba poner en marcha el aeroplano.

La hermana se empezaba a impacientar. La verdad era que no había estado en una situación tan peliaguda en toda su vida y eso que había pasado muchos años en África y no precistamente en los más civilizados.

Se acercó y entonces al piloto. Parecía estar de muy mala leche. Aún así se dirigió a él.

- No soy yo la más indicada para formular exigencias, pero... - Tomó aire. - ¡Ponga en marcha de una vez el aparato, por lo que más quiera!

Tras decir aquello regresó a la parte trasera del avión y buscó al médico que había corrido a su lado en aquella loca carrera por la vida. No había llegado hasta allí para morir de una infección.

- O'brien... - Llamó la atención de aquel hombre. - ¿Así se llama, verdad? ¿Podría mirarme la herida que acabó de sufrir? - Le solicitó.

Los intentos de Vance por arrancar alguno de los motores no estaban dando sus frutos, pero al menos eso les dio tiempo a los demás a llegar al aparato. Claro que si esperaban encontrar la salvación en su interior, estaban muy equivocados. Era evidente que aún había mucho que sufrir.

Con cada intento por parte del joven piloto por arrancar los motores, lo único que parecía estar consiguiendo era que éstos gimiesen de forma lastimosa, demostrando que aquel avión quizás jamás tuvo tiempos mejores y que era un trozo de chatarra tirado en el lugar equivocado.

Mientras tanto, afuera, los japoneses comenzaron a disparar contra el avión. Las balas atravesaron el fuselaje e impactaron por todas partes, creando nuevos agujeros donde no los había antes.

Afortunadamente, ninguna de las balas consiguió darle a nadie, pero si continuaban allí sin despegar, era solo cuestión de tiempo que alguien recibiese una, aunque fuese de rebote.

¿Qué podía hacer más que esperar a que aquella chatarra despegase? Supuso que nada salvo quizás rezar una oración para que Dios les ayudara en esa ocasión.

...Señor, escucha mi oración;
tú, que eres fiel, atiende a mi súplica;
tú, que eres justo, escúchame.

No llames a juicio a tu sierva,
pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.

El enemigo me persigue a muerte,
empuja mi vida al sepulcro,
me confina a las tinieblas
como a los muertos ya olvidados.

Mi aliento desfallece,
mi corazón dentro de mí está yerto...

Doctor, el oriental sugiere que lo pongamos en la cabina. Al parecer es piloto y puede ayudar al nuestro a evitar un conflicto en el aire. Y que no nos derriben seria todo un acierto.

Claro que para eso habría que despegar.

El espacio en el interior era terriblemente escaso, no estaba diseñado para llevar gente de forma cómoda, y el culo de la monja le paso por la cara para ponerse a hablar con el doctor.

Mientras, la zona pegada a la cabina no hacia otra cosa que colapsarse con gente que tenia la sensación de que sí molestaban al piloto saldríamos antes.

Tenia ganas de marcharse corriendo otra vez campo a través, pero una ráfaga de balas en el fuselaje, demasiado cerca de ellos le sugirió que se quedara allí sentado.

** Mantengase quieto, hasta que le den la orden de ir a la cabina. Entiendo que quiera ayudar, pero me temo que sus acciones por el momento no lo hacen valedor de confianza.

Sí al menos supiéramos que por el honor de su familia, estaría dispuesto ha sacarnos de aquí, quizás la situación cambiara. Piénselo, ahora mismo, es usted el gaijin entre nosotros.**

Abe escuchó al intérprete y asintió. De nada servía colapsar la cabina del piloto hasta que despegasen, pero seguía convencido de que sin su ayuda en el puesto del controlador de lucha, para observar todo a su alrededor y dar avisos al piloto de por dónde llegarían los zeros y como esquivarlos, no lograrían avanzar ni unos pocos kilómetros desde el aeródromo, en caso de que lograsen salir, que no estaba para nada claro. ¿Era la primera vez que volaba ese hombre? Parecía un auténtico novato, así les iba en la guerra...

Abe tomó de la camiseta a Sextus y le hizo mirarle a los ojos. En su mirada no se veía que tuviese la intención de morir allí pese a que hubiese estado quejándose todo el trayecto. Se veía determinación, había interpretado su papel de débil y moribundo...

**Creo que solo tú entender japonés en este pequeño grupo. Yo hablar, tu escuchar, después ya vosotros decidir. Nuestros países estar en guerra y cada cuál mirar en favor de sus intereses, eso nadie discutir. Pero ahora mismo, tuyos y yo estar en mismo problema, ser todos enemigos a ojos de mis camaradas, probablemente también de tu gente...

Yo ser gran piloto, líder de escuadrón de zeros que tú ver, Zenji Abe ser mi nombre. Yo siempre cuidar de los míos, "Makami, el lobo protector" ser como me apodan. Yo cuido a todos y ellos respetan. Ahora ser gaijin para vosotros, pero si tú escuchar, yo poder demostrar que poder ser Makami para vosotros también y sobrevivir. Una vez a salvo, cada uno por su lado de forma pacifica, pero ahora ser hermanos de sangre si querer vivir. ¿Poder explicar mis palabras a grupo? 

Esta gente no se calla ni debajo del agua. Encima ahora tengo que soportar las plegarias de una beata y el malsonante idioma de un amarillo. No, estoy harto, estoy hasta los cojones. Eh, ese maletín, debajo de mi asiento... Lo abro y descubro una pistola de señales.

-¡CALLAOS DE UNA PUTA VEZ! ¡CALLAOS TODOS!-dije, apuntando con el arma improvisada a todo el grupo. ¡No he llegado hasta aquí para soportar los desvaríos de unos idiotas! ¡TÚ!- exclamé, apuntando al japo. ¡Por tu culpa estoy aquí, hijo de puta! ¡Yo no estaría en esta mierda de avión de no ser por los chalados como vosotros! ¡No soporto vuestro puto idioma, joder!- tras decir esto, apunté ahora a la monja. ¡Y TÚ! ¡Deja de dirigirte a una maldita fantasía! ¿Crees que Dios existe? ¡DIOS NO EXISTE! ¡He visto a mis compañeros morir con la cara en el barro! ¿Quieres decir que se han ido a los cielos? ¡ESE PUTO BARRO NO TENÍA PINTA DE SER DIOS!

Noto como mi garganta se irrita, y apoyo la pistola en mi frente.

-Hostia... Mierda... Puta mierda...- menciono, en voz baja. Sigo intentando poner el AVRO en marcha, pero solo oigo crujidos metálicos.

La monja miró con severidad a aquel hombrecillo. Cerró la boca para su regocijo. Al fin y al cabo quien mandaba abordo era el piloto. Eso había oído siempre al menos. Sin embargo, cuanto menos la esperaba el bueno de Vance y sin dejar de mirarle, la hermana volvió a abrir la boca.

...Recuerdo los tiempos antiguos,
medito todas tus acciones,
considero las obras de tus manos
y extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed de ti como tierra reseca.

Escúchame enseguida, Señor,
que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro,
igual que a los que bajan a la fosa.

En la mañana hazme escuchar tu gracia,
ya que confío en ti.
Indícame el camino que he de seguir,
pues levanto mi alma a ti.

Líbrame del enemigo, Señor,
que el refugio de mi alma serán ti.
Líbrame del enemigo, Señor,
que me refugio en ti...