Partida Rol por web

- Que no te sientas ninguna de esas cosas, no quiere decir que no te veamos de esa manera. Para mí eres un héroe. De no ser por ti, no hubiésemos salido de la mina con vida. Tú salvaste a Irisa y nos diste la ocasión de escapar. Yo solo generé una distracción para dejarlos atrás. - Y con eso quedaba todo dicho. Fueron sus palabras previas las que me hicieron fijarme en él, pero sus actos los que me mostraron quien era y por mucho que dijese que no era nada de eso, a parte de mi amado, era un héroe. Le gustase o no.

Y ante mis ojos se abría la mente de Gru. Un hombre cuyos ideales y creencias chocaban y rompían con todo lo establecido por cualquier sociedad conocida hasta la fecha. No me costó nada entender su rechazo hacia las mujeres o más bien hacia aquellas mujeres que se encontraban en el poder. - La corrupción no entiende de sexos, ni el egoísmo, ni las traiciones.

» Recuerdo que en la academia nos hablaron de Mesa Amarilla. De las revueltas y los incidentes con los mineros. De los altercados policiales y la versión que dieron, como no, fue distinta a la verdad. Ya sabes, la historia la escribe el ganador... en este caso el que tiene el poder. - Apoyé mi cabeza en su hombro. - Me alegro de que te hiciesen caso y capturases a esa puta. Y más aún de que esté muerta. - Dije dando el tema por zanjado.

Sabía que con el tiempo le preguntaría por sus ideales y querría aprender muchas más cosas sobre él, pero eso sería más adelante, cuando supiese que podía disfrutar de sus historias tranquila y a salvo a su lado.

- Contigo nunca. - Le sonreí cuando me dijo si no me daría por vencida nunca. - No lo hice cuando creí que lo que sentíamos el uno por el otro era completamente dispar e incompatible, no voy a hacerlo ahora.

Y me contó su pasado militar y le imaginé como lo que era, un jodido héroe de guerra, solo que más joven, con más pelo y con sus dos ojos intactos. Y sentí el resentimiento en su voz y en sus palabras. Que me dijese que guardase su parche me hizo pensar en su historia sobre como perdió el ojo, pero ya estábamos bien avanzandos dentro de Chrysse y debíamos empezar a movernos con más cuidado.

Y entonces aquella nube roja comenzó a caer sobre nosotros. No podía creérmelo. Mire a Gru con una mezcla de desconcierto y miedo mientras que mi corazón se aceleraba en mi pecho. - La hemos traido hasta aquí. - Dije sintiendo un pinchazo en mi pecho. No había otra explicación.

Esperaba que esa misma noche estuviésemos en algún antro, recostados en un colchón, acariciando nuestros cuerpos y hablando de nuestro futuro juntos. De lo que haríamos cuando saliésemos de Marte... pero mis esperanzas de un futuro tranquilo y apacible se esfumaron ante lo que sabía que iba a ocurrir. Miré a Gru a su ojo. - Espero que tu gente tenga armas... las vamos a necesitar...

Entonces me abracé a él. - Y siendo muy egoísta, un pasaje para los dos fuera de este planeta y que luchen los jóvenes. Tú ya has peleado bastante... Sea cual sea el camino, lo andaré contigo. Soy tu ojo izquierdo, ¿recuerdas? - Le susurré y acaricié su rostro para besarle de nuevo sintiendo por mi cuerpo todo el amor que contenía hacia él. Quizás ese fuese el último momento de paz entre los dos.

De hecho, podía ser el último momento de los dos.

Finalmente, el tren se detuvo en la estación. Rodale no se atrevió a moverse, pero miró hacia atrás y se despidió de vosotros con una sonrisa y un "buena suerte", acompañado de un casi inaudible "la necesitaréis".

Y ciertamente así sería, por lo que sospechabais. Ahora, sin la Comandante ni Man, Snake era el buque insignia del grupo, a pesar de que Jericho estuviese al mando, por lo que era él quien debía dar la cara por todos y convencer de que habían conseguido lo que pudieron.

Cuando las puertas se abrieron, Hauk en persona estaba delante, esperando, con su habitual gesto de suficiente que ya casi habíais olvidado.

-Veo que aún hay alguien con vida,incluyendo a... Plissken. Vaya, vaya. Eso es... inesperado, pero bueno, tengo fama de mantener mis promesas. Así que vamos,  ¿dónde esta la Presidenta?

- Muerta... - Dijo entonces Snake sin tacto alguno. - Por lo que ahora la vicepresidenta está al mando. - Argumentó. - ¿Dónde está ella? Los detalles se los daré a ella, señora Hauk.

Todo hacía indicar que la vicepresidente era una marioneta en manos de Hauk y que ahora que al Presidenta ya no estaba, trataría de hacerse con el poder. Esa mujer parecía peligrosa, mucho más que la vicepresidenta y Sanke sabía que al final tendría que acabar tratando con ella, pero quería probarla antes de tener que negociar. Esperaba ansioso una respuesta.

Preferiría enfrentarse de nuevo a los mineros locos de hacía unas horas, a pasar una hora con la zorrupia esta de Hauk; como soldado, estaba acostumbrada a otras cosas, otras maneras, unas normas... Esta se las pasaba por el forro. Eso la hacía peligrosa...

Había tomado la precaución de ir equipada para lo peor, porque, como dijo el nuevo flamante maquinista, titular, les iba a hacer falta suerte.... y un tren entero de ella. Snake empieza a tantear las cartas de la otra... esto se va a poner interesante...

Iba a abrir la bocaza, pero prefirió quedarse calladita y no cagarla, aunque le estaban entrando unas ganas locas de meterle una granada por el ojaldre a alguien... y sin cariño ni nada. Ah!, y luego, tirar de la anilla...

Hauk miró a Snake con evidente enfado. La muerte de la Presidenta no era algo inesperado, pero que su autoridad no fuese reconocida por aquel vejestorio, le ofendía. Después de considerar varias opciones, claudicó.

-Está bien. Seguidme... -os dijo. Al fijarse en la pierna de Irisa y ver también la sangre en el pecho de Snake, volvió a sonreír - si podéis.

Tras girarse, le ordenó a la guardia que os escoltasen a todos de regreso al interior del Edificio Gubernamental.

-Por lo que veo, no fue nada fácil. Me extraña que la Comandante no lo consiguiera. Era con diferencia la mejor de todos. Espero que al menos, ese cerdo de Man o' War cayera también.

Su voz destilaba odio, o es que simplemente, era tan cabrona como parecía, pero resultaba difícil no saltar a por ella para arrancarle los ojos o romperle el cuello. Por desgracia, no estaba sola y vuestra vida pendía de un hilo.

- Que la comandante no haya regresado guarda relación directa con ese tipo, o'War. - Dijo sin mentir, tan solo ocultando la verdad. - El uno se encargó de que el otro no lo consiguiera. No volverá a verlos, señora Hauk, eso se lo puedo asegurar. 

Serpiente empezaba a impacientarse. No obstante, trataba de mostrarse frío y sereno, como siempre había hecho. Esperaba que conducirles al interior de aquel edificio no fuera una trampa. Sabiendo como se las gastaba aquella mujer, la vicepresidenta podía estar tan muerta como la Presidenta. Pronto lo sabrían.

La Teniente seguía el ritmo como podía ayudada por uno de los guardias. Permanecía en silencio dejando hablar a Snake si algo había demostrado ese viejo es que la experiencia es un grado y experiencia le sobraba, acumulada por sus muchos años de vida. Tenia labia y cara para aburrir.

Irisa estaba con la cabeza ida mejor solo responder si le preguntaban.

Después de la emotiva despedida, el tren siguió su trayecto hasta llegar a la estación. Allí, esperando en el andén, estaba la cabrona de Hauk junto a varios guardias. Snake decidió hacerse cargo de la situación, así que yo ni opuse resistencia; que se encargara él de lidiar con esa puta. Al contarle lo sucedido, valoró las opciones y al final decidió llevarnos junto a la vicepresidenta. Enfilamos detrás de ella, temerosos de nuestro destino...

Mis labios seguían pegados a los de Gru cuando de golpe, me vinieron recuerdos a la cabeza. "Era una nube rojiza y densa. Entró en la mina ascendiendo por el borde de la colina y cayó sobre nosotros como la mierda en el agua del inodoro y sin darnos cuenta, todos caímos inconscientes."

"Tengo toda la información en una pequeña tarjeta pero se quedó dentro de la mina, en la oficina, cuando tuvimos que huir de allí."

"Creo que hay otra zorra en la cárcel que sabe de que va esto, pero como comprenderás, solo me interesaba la Presidenta."

Los presos estaban sanos, porque estaban encerrados, alejados de la niebla. La mujer había sido encerrada en el armario, seguramente la trajeron del exterior. Y me di cuenta. Abrí los ojos e irrumpí aquel maravilloso beso.

- Creo que se como ganar tiempo. - Cogí a Gru de la mano y tiré de él con fuerza. - Hay un motel aquí mismo... - Cruzamos la recepción deprisa, el tiempo lo era todo. La nube estaba descendiendo en la ciudad y no quedaba casi tiempo.

Rebusqué en mis bolsillos y saqué unos créditos y mi placa de policía, dejándola en el mostrador. - Necesito una habitación, sin preguntas y sin nombres... y sin ventanas. - Dije con autoridad en mi voz, la misma que mi cargo: comandante. Me aferré entonces acaramelada a Gru y le sonreí, cambiando el tono de voz. - No quiero que mi marido se entere de esto... - Besé a Gru con pasión. - ... ni que mi macho se enfríe.

Creí que mi tiempo de descaro quedó atrás, en el prostíbulo... pero no fue así. Delante del recepcionista, agarré el paquete de Gru con mi mano y le sonreí con lujuria en mi mirada. Tenía ganas de él, sí... pero no quería que fuese de esa manera.

El tipo se sonrió y cogió los créditos, dándome la llave y mi placa. - Planta dos, habitación 212. Mi número de la suerte. - Dije con voz felina al chico y le guiñé un ojo. No tardamos en entrar en el ascensor. Al ver la cámara en el mismo me volví hacia Gru y comencé a besarle de nuevo. - Hay una cámara. - Le susurré. - Y sí... ya se... nada de ropa de poli, pero la placa no es ropa...

No tardamos en adentrarnos en la habitación, donde cerré la puerta y miré a Gru. - Dime si me equivoco... cuando esa nube descendió, la Presidenta y tú estábais en el interior de la oficina. ¿Verdad? Allí os quedásteis inconscientes... por eso se quedó su tarjeta allí al huir... por eso no os debió afectar aquella mierda.

» Los tipos de las celdas, estaban bien... no les había afectado nada... Quizás, la nube pueda dejar inconsciente a todos dentro de los edificios y fuera de los mismos, pero lo que viene con ella, no se complica y posee lo primero que encuentra... lo que está en el exterior. - Miré a Gru a su ojo. Si acertaba, ganaríamos horas. Si me equivocaba, estábamos tan jodidos como en la calle. - Solo cuando entra en un cuerpo, se aventura a acceder a los edificios... y creo que también trae un número limitado... no os poseyó a todos porque no tenía capacidad suficiente.

Parecía que mis clases sobre teoría de la conducta criminal me estaban llevando a algo.

- A quienes no son como ellos, los matan y si se les mata... esa cosa salta a otro cuerpo sano y lo infecta. - Eso si lo tenía claro. - Por el momento solo podemos esperar a que la nube cumpla con su cometido y rezar porque no nos vean aquí dentro... y luego, concienciar a los demás en que no podemos matarlos... debemos contenerlos y encontrar la manera de aislarlos sin matarlos, para que esas cosas no salgan de ellos y sigan destruyendo a los demás... porque para cuando sea medianamente seguro movernos de aquí, los puertos espaciales estarán sobrecargados y las estaciones de tren igual... será una carnicería ir allí.

Suspiré. No me gustaba lo que iba a decir, pero era lo que tocaba.

- Nos va a tocar quedarnos y pelear. - Me abracé a Gru de nuevo. - Yo que soñaba con un futuro tranquilo para los dos, disfrutando de nuestra compañía, nuestros besos y caricias viendo las puestas de sol en Venus... Creo que el destino es caprichoso y cruel, pero no sabe que al ponerte a mi lado, me ha regalado lo que llevaba toda mi vida ansiando y deseando y todos mis vacíos... los has llenado con tu ternura y tus besos. Pase lo que pase a partir de ahora, yo ya he ganado, porque te tengo a ti. - Le sonreí con dulzura. - Y si te pierdo, me perderé contigo.

Hauk no dijo nada ante la noticia, pero miró a Snake de reojo. Mientras tanto, entrasteis en el edificio y avanzasteis por él. Notasteis que el personal estaba bastante nervioso, que corría de un lugar para otro con los rostros llenos de temor y ansiedad. Finalmente, llegasteis a la entrada de la sala del Consejo Matriarcal. Entonces, Hauk se detuvo y se volvió hacia vosotros, y todas las armas os apuntaron.

-No es que no confíe en vosotros, pero será mejor que tiréis todas vuestras armas u ordenaré que os disparen ahora mismo -os dijo, mirando a la docena de soldados que os rodeaban y a vosotros, con gesto arrogante -. No entrarán más armas en el Consejo, salvo las nuestras. O eso... o tendremos que despedirnos aquí mismo.

Me adelanté un paso y, de espaldas a Hauk, les exhorté a mis compañeros que la hicieran caso. Este no era el momento ni el lugar para una escaramuza. Les miré a la cara e incliné la cabeza de arriba a abajo, asintiendo.

-"Dejar las armas, continuaremos sin ellas."

Dicho y hecho. Dejé caer mi rifle y la pistola al suelo. También saqué las dos granadas que me quedaban y las dejé con cuidado. Me giré hacia Hauk, con las manos en alto... como indicando que ya estaba totalmente desarmado.

Se lo esperaba... la zorra era lista; lo que no debería haber esperado era ver el nerviosismo en general que se notaba en la gente de las instalaciones aunque, tal vez, tuviese una explicación: Lo mismo sabían lo que pasaba y lo que pasaría a no mucho tardar.

Mientras pensaba eso, el Sargento dió la orden. Como no podía ser de otro modo, obedeció a regañadientes, aunque era una orden también previsible.... Pero bueno, le daba un poco igual...  Esa perra no le gustaba nada, y si venían mal dadas, tenía claro que quería estar cerca de ella, para echar mano a ese cuellecito tan, aparentemente, frágil.

...Pero para ello, lo mejor era ser una niña buena, no protestar, y hacer obedientemente lo que se la ordene, como una niña buena

Man ya se había hecho a la idea de que aquella nube caería sobre ellos sin remisión, aunque tampoco es que a nivel personal le supusiera mucho problema. Ya lo había hecho antes... y continuaba allí. Pero con Grace, no sabía lo que podía suceder. En ese momento, Grace agarró su mano y tiró de él, en cierta manera, dirigiéndose hacia un motel. Por lo visto, ella había pensado en algo.

Cuando llegaron a la recepción, Man sonrió.

Chica lista, pensó.

No le gustó demasiado como actuó, pero sabía que era eso, una actuación. Por eso sus besos no supieron igual que los demás, pero él ya lo sabía... y le siguió la corriente. 

Finalmente, cuando se encontraron dentro de la habitación, Grace se lo explicó todo.

-No, no fue así exactamente. Nosotros estábamos en la mina, totalmente al descubierto. La nube cayó sobre nosotros y nos dejó a todos inconscientes, pero no nos afectó a nosotros, ignoro por qué razón. No fuimos los únicos, pero sí los más rápidos en salir de allí. Mi instinto de supervivencia fue lo que nos hizo correr hacia el cobertizo y encerrarnos.

Sin embargo, su razonamiento no estaba del todo equivocado. La gente de las celdas tampoco estaba afectada.

-Eso sí que es cierto. La nube no podrá atravesar los lugares cerrados, por lo que existen muchas posibilidades de que no nos afecte, pero el resto... dentro de poco esto será un infierno.

De alguna manera, Grace continuaba intentando buscar una salida a todo aquello. Él no había creído que existiera una realmente, pero ahora, el escenario que se abría ante ellos era diferente, muy diferente. Sin embargo, merecía la pena luchar. Ambos lo sabían y Grace estaba ahora aceptando tanto la posibilidad de tener éxito como la de caer. Man se acercó y agarró a Grace por los antebrazos.

-Escúchame. Sí, vamos a pelear, pero para salir de aquí, no para morir. Cuando la nube caiga sobre Marte dispondremos de algo de tiempo antes de que esas cosas se hagan con el control de los cuerpos. Así que esperaremos y cuando veamos que la nube ya no está... tocará correr hacia el espaciopuerto. Así que no me perderás. Esperemos... y cuando salgamos, simplemente, quitaremos a todo el que se ponga por delante. ¿De acuerdo?

Man la miró. Era hermosa; hermosa como un paisaje exótico, cálido y diferente a la vez, lleno de aguas tranquilas y transparentes, y playas cuya arena brillaba al sol. Él nunca se vio a sí mismo descansando en uno de aquellos lugares, pero al mirar a Grace y adentrarse en sus ojos llenos de reflejos dorados, sintió que había llegado y que ella era su particular playa... de la cual no deseaba marcharse jamás.

- Por supuesto... - Dijo Snake dejando el rifle sobre la mesa y también su pistola. - No me quedan granadas... - Afirmó.

Serpiente estaba listo para dar el siguiente paso y acceder a la sala del Consejo. Tenía ganas de verle la cara a la inútil de la vicepresidenta y de estrujarle el cuello a Hauk. A cada minuto que pasaba, más creía que estaría mejor muerta. Sin duda era una mala zorra de cuidado.

Las palabras de Gru en la habitación me desconcertaron totalmente. Creí que habían caído en la oficina y por un momento no vi salvación alguna para nosotros. Al menos en lo que la primera oleada se refería. Bajé mi mirada, perdiendo toda esperanza y sintiendo el fin sobre nosotros. Pero entonces si me confirmó la teoría de que no atravesaba muros y le miré con un rayo de esperanza en mis ojos.

- Si quisiera morir, tengo dos balas que acabarían con los dos en unos segundos. - Le respondí ante aquellas palabras. - Quiero luchar por vivir. Quiero luchar por ti y por mí. Tu eres mi mejor recompensa y estar juntos y en paz es lo que más ansio. Si ves opción a escapar de este planeta, de este... apocalipsis, antes de que ocurra, sabes que huiré a tu lado, porque no voy a dejarte nunca y no voy a mirar atrás.

» Ya nada me ata a este mundo ni a ningún otro si no estás tu a mi lado. Jamás he sido tan feliz con alguien como contigo y el infierno que se cierne sobre nosotros no me quitará esto. - Le abracé con con fuerza y cerré mis ojos. - Solo hay un hombre en este universo para mí y ese eres tú. - Le susurré al oído dejándome llevar por la paz que su cuerpo me transmitía.

- Tenemos la ventaja de que los dos sabemos como funciona esto, sobretodo tú. Seguiré tus pasos allá donde vayas. - Le miré y le sonreí tenuamente, acariciando sus labios con mis dedos. Lo que había entre ambos era especial y único y no estaba dispuesta a perder nada por el camino.

- Y gracias por cubrirme abajo sin avisarte. Me sentí mal por besarte y tocarte como lo hice... me hizo ir demasiado atrás en el tiempo y... - Me sentí en aquel momento como la puta que fui obligada a ser y no quería eso con Gru.

- ... no solo no lo volveré a repetir más, salvo que nos veamos en otra igual y no me quede más remedio, sino que si no hubieses sido tú el que estaba delante de mí, jamás podría haberlo hecho. - Mis ojos oscilaban entre el suyo y sus labios y mi mano se había cernido sobre una nueva cicatriz en su rostro. Nueva para mí, puesto que su parche la ocultó todo el tiempo, la cual se encontraba junto a su ojo vacío.

- Y sí, ya se... que no me disculpe y que si te molesta ya me lo dirás, pero... necesitaba que lo supieras por mí. Ni yo misma me sentí cómoda actuando así.

Su rostro era un poema de batallas épicas y combates históricos, seguramente aderados por ridículas anécdotas que acabaron marcando su rostro y su corazón. Y suspiré enamorada, después de disculparme por aquella actuación y me entregué a sus brazos, buscando y sintiendo la seguridad que estos me daban y la paz que me transmitían.

Aunque en esta ocasión Gru no era suficiente para aliviar el malestar que sentía dentro.

Y es que no olvidaba lo que estaba apunto de pasar allí afuera y Gru no tenía suficiente fuerza como para apaciguar mi miedo. No cuando sabíamos lo que había. Pero si sabía una cosa. Cada segundo que estuviésemos vivos, que siguiésemos juntos, sería un regalo que no iba a desaprovechar y le miré con una amplia sonrisa a su único ojo.

Entonces me senté en la cama y golpeé el colchón a mi lado, con una clara invitación de que ocupase aquel lugar. - Descansemos lo que podamos, porque cuando la nube se esfume, será un no parar. - Le dije sin dejar de mirarle y viéndole ocupar el lugar señalado por mi mano.

- Saldremos de esta. - Le susurré esperanzada para volver a besarle con todo aquel amor que sentía por él.

La Teniente se solto el cinto con la mano libre dejando caer con el sus armas y cualquier otra cosa que pudiera usar como arma, como el cuchillo o cualquier cosa puntiaguda de su bolsito de herramientas. Su otra mano "la mala" se apoyaba en la cabeza de uno de los guardias. Algo que sabia que le resultaria incomodo al soldado. -Lo siento es sin querer. Se disculpo avergonzada.