Partida Rol por web

M A R T E 

AÑO: 2 0 2 0   D . C . 

TERRAFORMACIÓN: 8 4 %   C O M P L E T A D O

A T M Ó S F E R A   S I M I L A R   A   L A  T I E R R A (SOLO SE NECESITAN RESPIRADORES AUXILIARES)

POBLACIÓN: 6 4 0   M I L   C O L O N O S

SOCIEDAD: M A T R I A R C A L 

En el siglo XXI, la contaminación del planeta ha alcanzado cotas hasta entonces nunca vistas, con efectos devastadores sobre los ecosistemas que aumentaron la mortalidad humana en un 500% y llevaron a la extinción a millones de especies de organismos.

El aumento de concentración en los gases de efecto invernadero, provocó el incremento exponencial de las temperaturas, provocando incendios incontrolables que diezmaron la vida de los bosques y la devastación más absoluta, que no solo acrecentó la escasez de recursos, sino que puso a todo el planeta al filo de su propia destrucción.

El propio ser humano descubrió que la tasa de infertilidad masculina había aumentado hasta niveles que ponían en peligro la propia supervivencia de la especie. Cuanto mayor era la contaminación ambiental, mayores dificultades había para engendrar individuos sin la presencia de mutaciones o deformaciones.

Debido todo ello, se aceleró el programa espacial y para la segunda década, ya se había colonizado nuestro planeta más próximo. Marte, y terraformado más de tres cuartas partes de su atmósfera.

Por otro lado, el creciente sentimiento de injusticia en contra de las mujeres, unido a la cada vez menos útil aportación masculina al mantenimiento de la especie, acabó por provocar un cambio radical y para llevar el gobierno de la nueva colonia, se estableció un sistema matriarcal.

La colonia marciana quedaría únicamente en mando de mujeres.

Marte era un diamante en bruto, con numerosos recursos minerales bajo su superficie que no tardaron en empezar a ser explotados, convirtiendo a la colonia, no solo en una nueva vida para miles de personas, sino también en la salvación para la agónica economía terrestre. Para protegerlo, se estableció un sistema de satélites artificiales y una fuerza policial compuesta, en su mayor parte, por mujeres.

Pero de un tiempo a esta parte, algo extraño está sucediendo. Hace semanas que corre un rumor en Marte, que habla que "algo" que viaja de puestos fronterizos a colonias, de ciudad en ciudad, una fuerza misteriosa que parece avanzar a través del valle meridional, dejando a su paso silencio y muerte.

Nadie lo sabe aún... pero Marte es un planeta a punto de ser reconquistado...

"Bienvenidos a Chryse, Primera Ciudad de Marte"

La noticia del día estaba sin duda en una figura casi mítica, la última esperanza de todo hombre para contrarrestar el creciente auge de las mujeres en los diferentes estamentos de poder.

"Y ahora, la noticia que todas estábamos esperando. La captura del último y más notorio criminal de Marte, un auténtico fósil viviente, del extinto siglo XX y del machismo más insoportable. "Snake" Plissken. 

La imagen cambió y rápidamente apareció una muy diferente, la de una prisión, la Prisión General de Chryse, en donde todos los hombres que no aceptan ser incluidos como reproductores, y aquellos que carecen de utilidad manifiesta, son o bien deportados a la Tierra o desterrados al exterior para sufrir una muerte agónica por asfixia. 

La imagen permite ver la llegada de un vehículo blindado llegando a sus proximidades, que se acerca al punto de entrada principal.

Nada más detenerse, delante de la entrada, las puertas del furgón se abrien y de él bajan cuatro guardias y, finalmente, Plissken, que tarda en descender, pero que despierta rápidamente la ira de todas las mujeres que están observándole y los vítores de los hombres que han sido detenidos y a los que les espera un futuro incierto.

Su aspecto, envejecido, retro, indiferente a todo el circo mediático que le rodeaba, no impide que a su alrededor, mujeres de todas las edades le griten frases de odio y muerte. Plissken ni siquiera les presta atención. Sigue a su escolta armada hasta el interior.

Plissken es conducido a una celda especial, pero no tarda en darse cuenta de que algo no va bien. Sabe perfectamente que de haber sido detenido, en aquellos tiempos en los que no había jueces ni jurados, sino simplemente policías capaces de ejercer como tales, habrías sido directamente dirigido hacia el punto de exilio.

En lugar de eso, tres figuras se acercan a la reja, y detrás de ellas, un pequeño grupo de asalto armado. Algo ocurre, sin duda, y muy pronto sabrás de que se trata.

Primitivo.

Hasta el último poro de su cuerpo emanaba testosterona y violencia, y por supuesto, estupidez. Los estudios científicos hacía años que habían por fin llegado a la conclusión de que el hombre era literalmente inferior mentalmente a la mujer y allí estaba el espécimen por antonomasia, el criminal que había sido utilizado dos veces para rescatar al Presidente de los desaparecidos Estados Unidos de América y a la hija del hombre que ocupaba el mismo cargo, diecisiete años más tarde. Nueva York y Los Ángeles, dos prisiones para un mismo mundo destruido por la mano del hombre.

Pero Marte era diferente.

Con el tiempo, podía transformarse en una verdadera utopía, aunque para eso, debían usar cuantos medios tuviesen a su alcance, incluyendo... eso, en tiempos de necesidad como los que en esos momentos vivían.

-Bienvenida a nuestra prisión, Plissken. Espero que hayas disfrutado del viaje. Como puedes ver hemos preparado todo un despliegue acorde a tu... fama, inmerecida, desde luego, pero bueno, todos sabemos que es efímera y a menudo, sobrevalorada.

Plissken miraba a aquella mujer de reojo. Rostro agrio, cabeza ligeramente inclinada hacia atrás, como mirádola por encima del hombro. Era evidente que el estaba perdonando la vida. No se inmutó ante las palabras que acababa de dedicarle. No era la primera vez que le trataban de esa forma. Cierto era que hacía ya algunos años que nadie le arrestaba y con unos grilletes amarrando sus extremidades superiores, le encajonaban en una habitación a solas a la espera de que alguien, quien fuera, le dijera que diantre querían de él.

- Vaya al grano... - Dijo Plissken con un hilo de voz.

- ¿Qué? - Respondió la señora Hauk. O bien no le había oído, o bien podía ser que no se esperase aquella reacción en aquel primitivo ser humano.

- Me necesitan para algo... ¿Qué es? - Soltó más hastiado que impaciente. Empezaba a estar cansado de ese tipo de mierdas. Ya estaba mayor para tener que resolver los asuntos de otros. Sobre todo si esos asuntos tenían que ver con cárceles y rescates. Sin duda alguna y no pensaba estar equivocado, eso querían de él. Que fuera a buscar a alguien a algún sitio del que otro no saldría vivo.

Las tres mujeres que están al frente, observan a Plissken de forma muy diferente. La directora de la prisión, Hauk, trata con criminales desde hace mucho tiempo y no hace ninguna distinción entre ellos y los hombres. En ambos casos, se trata de pura escoria. A su lado, la vicepresidenta del consejo matriarcal permanece en silencio, esperando su turno. Siempre es mejor permitir que alguien bajo tu mando "rompa" el hielo, antes de intervenir.

Por último, un paso más atrás, se encuentra la famosa comandante "Eat Snakes", capaz de lo mejor y de lo peor, de meterse en una ratonera para sacar el queso y acabar con todas las ratas en el proceso. 

Ella y su pequeño grupo armado, serán quienes tengan que hacer, como siempre, todo el trabajo sucio, pero no podría ser de otra manera. Por algo decían que comía serpientes, para lo cual había que moverse a ras de suelo.

La vicepresidenta miró a Hauk y negó con la cabeza. Su convicción en el éxito de aquel plan había disminuido considerablemente desde el mismo momento en que había puesto sus ojos en aquel anacrónico espécimen.

-Esto no saldrá bien, directora. Dudo que vaya a resultarnos de utilidad este criminal. Sería mejor exterminarlo y acabar así con su sufrimiento, y el de todas nosotras, solo con verlo.

Sus ojos se posaron en Plissken y recorrieron su figura de arriba a abajo. Su aspecto y comportamiento eran un insulto a todo lo que la mujer había logrado después de tantos siglos. Su sola presencia, le provocaba nauseas y una repulsión sin igual que ni siquiera hacía por disimular.

-Me parece sencillamente repulsivo.

Desde un discreto segundo plano, junto con el resto del grupo de asalto de la Comandante "Eat Snakes", Vásquez observaba a aquel tipo...

-"vaya, vaya... la legendaria Serpiente... pues no parece gran cosa... parece otro más de los borrachos que se arrastran apestosos por los callejones de cualquier ciudad de mala muerte, esperando los despojos para salir adelante"

Lo miraba con desprecio; hacía mucho ya, pese a su juventud, que había salido del entorno opresor machista de las bandas urbanas portoriqueñas, que ahora estaban siendo reconvertidas por las malas, o por las malas, a un modelo más justo y matriarcal, como todo lo demás...

También pensó:

-"Tiene pinta de estar en las últimas... ¿para qué necesitarán a un fósil como este, teniéndonos a nosotras?... cualquiera podría aplastarle bajo la bota, como si fuese una babosa"

Tenía claro que el tiempo de aquel, ya había terminado; les iba a tocar hacer de auxiliares geriátricos en lugar de dedicarse a temas serios... que asco. Cuando oyó que la Vicepresidenta le tildaba de repulsivo, no pudo evitar asentir con la cabeza...

Junto a la Comandante "Eat Snake", la Teniente Irisa Savalievna analizaba a aquel hombre al principio con curiosidad, luego con desaprobación al no encontrar nada especial. Mientras lo miraba su incontrolable mano izquierda se paseaba obscenamente por el cuerpo de la Teniente.

-"Una cabeza, dos brazos, dos piernas." Miro su entrepierna... -"Seguro que ni se le pone tiesa. Nada fuera de lo común. Aburrido."

-¿En serio vamos a tener que cargar con eso? Comandante me niego a hacer de cuidadora. Refunfuño por lo bajo.

Debía adivinar que mi ascenso a comandante no era algo "gratuíto" ni basado en mi hoja de servicios, así como en todas las misiones realizadas con éxito o mis esfuerzos personales para no estancarme en mi carrera militar. El "pero" enseguida salió de la voz de mi superior, al igual que el archivo de SD Robert Plissken. - Snake. - Y de los que formarían el grupo de aquella misión.

Mi negativa ante aquella misión, más bien ante la compañía que debíamos llevar en aquella misión, fue lo primero que hice notar a mi superior. Pero de nada me sirvió quejarme ni repetirle el enorme error que era llevar a ese hombre del neardental, con edad suficiente como para estar criando malvas con nosotras.

Quizas en el mundo primitivo que era La Tierra, él fuese un jodido héroe entre los criminales. Pero para mí y seguro que mi equipo, no sería más que un estorbo. Más mis quejas no fueron escuchadas ni tenidas en cuenta y ahora me encontraba frente a frente con aquella "leyenda viva" que tenía aspecto de estar, a cada segundo que pasaba más cerca de la muerte.

Guardé silencio ante las palabras de los presentes. No era mi cometido instruir a nadie y menos aún hacer de geriatra con un hombre. Hombre que incluso pudo estar compartiendo lecho conmigo cuando me obligaron a prostituirme en La Tierra. Odiaba a los hombres en general a pesar de sentirme fuertemente atraída por ellos, más aún a los terrícolas y él era uno de ellos.

Sonreí levemente ante las palabras de la teniente que nos acompañaba sin dejar de mirar a aquel desecho humano. No era necesario decir nada tampoco que alertase a los demás. El fuego cruzado existía y los accidentes ocurren a diario. No sería el primer aliado que cae bajo fuego amigo en un enfrentamiento bélico y tampoco el último.

- Que poco vas a durarme... Snake.

Detrás de todas ellas era donde yo me encontraba, junto a Vásquez, mirando de soslayo al convicto. Me había costado mucho llegar a sargento y más teniendo presente que todos los puestos importantes y mis superiores eran mujeres. Pero yo no era un tipo que se arrugaba ante nada y menos ante una mujer. Llevaba muchos años de servicio como para darme cuenta de que si quería seguir ascendiendo tenía que obedecer sin rechistar sus órdenes y aguantar su animadversión hacia mi persona. Era un tipo duro y lo demostraba en cada misión. En esta última, me había llevado a Marte... aunque no sabía todavía en qué consistía, sólo que este individuo tenía algo que ver. Había oído rumores, cosas acerca de él y era toda una institución. Su pinta decía lo contrario, pero las apariencias muchas veces engañaban.

-"Comandante, he oído historias increíbles sobre Snake. Puede llegar a ser un valioso activo para nosotros."

La visión de aquel Snake trajo malas sensaciones a los miembros del equipo, pero sobre todo, una idea muy precisa. Que la misión iba a ser complicada y que de repente, todavía lo sería más con su presencia.

Plissken era conocido por todos como uno de los mayores criminales de finales del siglo XX y principios del XXI, no tanto por ser un asesino despiadado, como por su actitud completamente a favor de la anarquía, que estuvo a punto de llevar a todo el planeta al más absoluto desastre.

Después de la operación que tuvo lugar en la prisión de Los Ángeles en el año 2013, fue perseguido sin cuartel, cazado cual animal salvaje, y sin embargo, nadie consiguió acercarse lo suficiente como para atraparle... hasta ese momento. Era un éxito del tiempo, más que de las fuerzas policiales, pero un éxito al fin y al cabo.

Y ahora, esto. Él iba a formar parte de aquella misión.

La Comandante solo les había dicho lo básico. Se trataba de una misión de rescate, peligrosa, única, y con un tiempo límite. El por qué de ese tiempo nadie lo sabía, ni siquiera ella.

Ahora, oyeron de boca de la directora de la prisión y la vicepresidenta, el contenido de la misión, por segunda vez, solo que en este momento, no serían los únicos.

La directora oyó las quejas, tanto por parte de la Vicepresidenta como del equipo que acompañaría a Plissken. Esperaba lo segundo, pero no lo primero, y sin embargo, sabía que era lo más acertado. Ningún miembro de aquel equipo tenía experiencia suficiente en situaciones así, y aquel envejecido icono de la mediocridad masculina, en cambio, había respirado ese aire cada día de su infame existencia.

Aunque no volviese, era precisamente lo que necesitaban para llegar allí y cumplir su misión.

-¡Silencio, Teniente! ¡Comandante, esta es mi prisión y aquí mando yo! Le recomiendo que consiga que los miembros de su equipo se callen, o de lo contrario, pasarán a formar parte de este lugar como internos!

Ethel le lanzó una mirada acusadora a la vicepresidenta, pero no le dijo nada. No podía, pero esperaba que no hiciese falta y ella también se callase.

La Vicepresidenta lanzó un sonoro suspiro, le devolvió la mirada a la directora Hauk y después, intentó centrarse en lo importante.

Plissken.

Por muchas reticencias que tuviese sobre aquel plan, valía la pena intentarlo. No tenían muchas opciones y claramente, la experiencia de aquel... criminal, le sería de utilidad al equipo.

-Tenemos un problema, señor Plissken así que efectivamente, lo necesitamos. No es imprescindible, pero creemos que podríamos hacer uso de su experiencia -empezó a explicar, con mucha calma -. Como supongo que ya sabrá, la importancia estratégica de Marte es su elevada riqueza mineral. Disponemos de numerosas colonias mineras extendidas por toda la superficie del planeta con el único objetivo de extraer la mayor cantidad de mineral que podamos. No solo es vital para nosotros, Plissken, también lo es para todos los que viven en la Tierra. Por eso su control es primordial. La Presidenta del Consejo Matriarcal ha estado visitando las principales colonias para asegurarse de que todo marcha a la perfección, pero al llegar a la mina de Cañón Luminoso, un importante centro de extracción que se encuentra a unas 20 horas de aquí, los mineros iniciaron una revuelta y la tomaron como prisionera.

La vicepresidenta miró hacia atrás, a la Comandante, para ver su reacción. A pesar de haberle contado en qué consistiría su misión, incluyendo la posible entrada en el equipo de Plissken, no le había proporcionado tantos detalles como iba a dar a continuación.

-Un desagradable hombre que se hace llamar Man o' War, nos han enviado un mensaje, amenazando con matarla si no cumplimos sus exigencias. Igualdad efectiva para todos los hombres y las mujeres de este planeta, cambios en la legislación que permitan la inclusión en los altos puestos ejecutivos, etc. Permítame que le muestre el mensaje

"Mis estimadas mujeres de Chryse. Este es un día memorable para todas ustedes, porque tendrán el honor de ver como un hombre da las órdenes. Sin duda, un momento histórico que espero disfruten como se merece. Mis camaradas y yo tenemos con nosotros a su queridísima Presidenta del Consejo. Es una mujer algo antipática, pero hermosa, eso sí, aunque dudo que continúe siéndolo durante mucho tiempo. Verán, me temo que a no ser que acepten nuestras demandas, que a continuación les enviaré en un documento, tendrán que escoger a otra, porque es más que probable que haga una visita a esas minas que tanto parecen importarle... y que no vuelva de ella. Créanme, señoras; la tiraremos al pozo más profundo que exista y jamás serán capaces de encontrar, ni tan siquiera uno de sus preciosos cabellos. Pero... soy un hombre razonable y no pido cosas que no puedan cumplirse... antes de 36 horas. De lo contrario...

El gesto del hombre, que hasta entonces era de simpatía, se volvió duro e iracundo.

... de lo contrario soy muy capaz de cumplir lo que acabo de decirles. Y olvídense de intentar un rescate. Acabaríamos con ella en cuanto viéramos a alguien, por supuesto, después de divertirnos un rato. Es algo que los hombres sabemos hacer muy bien. El tiempo empieza a contar... ya.

Ésta le informa de que un grupo de hombres se ha rebelado en la mina de Cañón Luminoso, un importante centro minero a más de 20 horas de aquí, en donde se encontraba haciendo una visita la Presidenta del Consejo Matronal, cogiéndola a ésta como rehén. Un tal Man o’ War. Amenazaron con matarla a no ser que se cumplieran sus peticiones: igualdad absoluta con las mujeres, cambios en la legislación etc. Por supuesto, no aceptamos inmediatamente, puesto que no negociamos con hombres, pero conseguimos algo más de tiempo. Pero ahora hemos perdido el contacto.

Van a enviar a una escuadra policial para investigar lo ocurrido, pero desean que esté Plissken.

¿Por qué?

Entonces explican que han ido perdiendo el contacto con las colonias que están a lo largo del ferrocarril y que la Presidenta había ido allí precisamente para investigar. Algo está sucediendo en Marte y desconocemos que es, pero no tenemos tiempo para formar un equipo especializado y por su expediente saben de su experiencia en solucionar casos similares, en Nueva York, en 1997, y en el año 2013, en Los Ángeles.

Es o eso… o la muerte por destierro al exterior sin filtros de oxígeno.