Partida Rol por web

Raegan te miró por encima del hombro. Sentía que todo aquello no había sido más que una pérdida de tiempo por tu parte y que de alguna manera te burlaste de ellos. Encima te veía como alguien incapáz de pronunciar correctamente un nombre, el suyo y eso le molestaba mucho.

- Esta bien, sígueme. - Te dijo de manera escueta. - Solo una cosa. Como le digas a los tuyos que te ofrecí la libertad que creo que quieres, - se giró y te miró a los ojos - olvídate de ella. De hecho negaré que te hice la oferta de alejarte de su lado. - Y morirás con ellos en la superficie. - Tras estas palabras, continuó su marcha hacia la salida de aquel edificio subterraneo.

Nuevamente os tocó salir a las alcantarillas, el olor era asqueroso, pero Raegan caminaba como si no le afectase. A saber cuantas horas había pasado allí abajo para hacerse a aquellos malos olores. Raegan se detuvo de golpe y te mandó guardar silencio. Por su gesto algo no iba bien.

Oíste el chapoteo de alguien en el agua del alcantarillado, dentro del agua. Al mirar viste lo que era. Un par de maniacos que de alguna manera se habían colado allí. - ¡Corre! - Te ordenó Raegan al tiempo que ella salía corriendo. - ¡Vamos! ¡No te pares! - Exclamó mientras corría hacia una de las puertas, sacando su arma de su espalda.

La verdad que me enfadé conmigo misma porque efectivamente, no había ni pronunciado bien su nombre y notaba que estaba alterada de por sí, como para encima darle razones; pero en el fondo sentí un gran agradecimiento cuando dijo que me iba a liberar. No me había atrevido a decirlo, pero realmente era lo que deseaba, así que, no objeté lo mínimo cuando decidió llevarme a una salida para escapar. 

Sin embargo de camino hacia la salida escuchamos unos ruidos que evidenciaban que alguien o quizás más de uno había podido acceder y venía detrás nuestro - ¡Qué! ¡cómo! - había dicho que aquel lugar era seguro, lo había dicho y ahora estaba tratando de correr más rápido por aquellos túneles para evitar ser atrapada por quien fuera que nos estuviera persiguiendo.

Se encogió de hombros... algo habría que hacer para pasar el rato... porque de momento, lo más interesante eran las referencias a que la doctora Olsen no había aplicado antibióticos a los heridos... sí que era curioso... quizá no tuviese a mano en ese momento... pero ¿quién era ella para dudar de un profesional?

-oh, si, claro... te dejaste ganar... mañana.

Aceptó el reto y enlazaron manos, y los pulgares empezaron una serie de contoriones, cual par de culebras; la primera mano, valga la redundancia, la ganó el sargento... la segunda, ya se vería....

- ¡Chúpate esa Vásquez! - Exclamó entusiasmado el sargento para luego mirar al doctor y a Irisa.

- Creo que voy a ayudarla como dice el médico y siendo dos lo que tienen que dormir... que más da que lo haga un tercero. ¿Seguimos luego? - La verdad es que él no tenía nada que le revisasen, sentía que sobraba allí ahora que eran tan pocos e Irisa necesitaba algo de ayuda aún. - Pero recuerda que te voy ganando 2 a 0... como el rosco que te vas a comer hoy. - Se burló divertido Jericho.

- Voy a ayudarla, os veo luego. - Dicho esto, salió de la sala en busca de Irisa.

-Capullo...

Murmuró al ver como el sargento se escabullía cuando iba ganando...

-Yo me quedo despierta; una hora más o menos no supone gran diferencia, y.. alguien tiene que estar con los ojos abiertos.

- Muy bien, siéntese en la camilla y súbase la ropa. Al ser el abdomen no necesito que se retire mucho más. - Dijo el doctor a Grace cuando esta pasó al otro lado de la camilla tras besar a su amado. Al subirse la ropa, el doctor se encontró con un problema añadido. Habían trozos de tela blanca que cruzaban el cuerpo de la mujer.

A Grace le gustó tanto el modelito que le enseñó a su prometido que se lo dejó puesto sin pensar que aquello ocurriría. Y el modelo tenía un problema... era de una pieza solamente y debía soltarlo desde arriba. - Tendrá que quitarse eso también, sino no podré examinarla en condiciones.

Grace agradeció que Gru estuviese al otro lado de la cortina y se quitó la parte superior de la ropa, luego se retiró la cinta que pasaba por su cuello y bajó los pedazos de tela, pues no eran más que eso, hasta la cintura, quedando desnuda de cintura para arriba. - Bien, túmbese y tranquila, está en buenas manos. - Dijo con una sonrisa y guiñando un ojo a Grace.

- Veo que tiene un buen golpe en el abdomen e irá creciendo a lo largo del día, así que no se asuste por eso. - Luego elevó un poco más la vista. - Y otro golpe más en las costillas... - Se acercó mucho a ellas. - ... diría que fue una patada... bueno, le sacaré un poco de sangre y veremos ese abdomen, luego le daré una pomada para los hematomas y a ver que nos encontramos antes bajo la piel...

» Pero lo que queda claro es que no frecuenta buenas compañías y que tuvo un duro pasado. - Dijo al ver todas aquellas cicatrices por su cuerpo, respetando algunas zonas del mismo.

Hice todo lo que el médico me indicó. Al sentarme sentí como el abdomen me dolía, pero no me quejé, solo puse un pequeño gesto de dolor. Luego subí la ropa como me pidió y, bueno... me quedé con aquel modelito que tanto le gustó a mi prometido cuando me vio con él puesto... que en ese momento, justo cuando el médico dijo que debía quitármelo me arrepentí de habérmelo quedado, básicamente porque me iba a quedar desnuda de cintura para arriba delante suyo.

No entendí porque me puse tan nerviosa y porque me ruboricé al hacerlo. Nunca me había avergonzado de mi cuerpo, menos delante de un hombre y ahora... ¿qué me pasaba? Me recosté como dijo el médico. - Sí, fue un buen puñetazo. Supongo que conocerá a la mujer, no creo que tengáis aquí otra con unos brazos más grandes que los que tiene ella. - Respondí al doctor y entonces le vi mirar el moratón de mis costillas y como se acercaba mucho a ellas... o a mi pecho. No estaba segura, solo sabía que eso me ponía nerviosa y que daba gracias a que la cortina estuviese ahí... sino el médico ya había salido disparado por la puerta... y Vásquez no se iba a meter en medio.

- Dese prisa, ¿quiere? - Le dije al médico. Más que por vergüenza, porque tenía la reacción de Gru si me veía así en la camilla. - Es que... me duele bastante y eso de que pueda tener una hemorragia interna... - No la tenía, lo sabía perfectamente. De haber sido así hubiese muerto, literarlmente, en las duchas, sobre el cuerpo de mi prometido, cuando me tuvo empotrada contra la pared. Aún así me preocupaba aquello que dijo Olsen sobre mi hígado y necesitaba estar al cien por cien para salir de allí todos con vida.

Snake debía ser el primero, dado que era el que más grave estaba. Por mucho que intentara disimularlo, aquella falta de aire no era consecuencia de la edad, sino de la herida que había estado a punto de costarle la jodida vida.

Vasquez mientras tanto, quería empezar a trazar una estrategia. En realidad, eso tampoco iba a ser tan complicado.

-No creo que haya que darle muchas vueltas a todo esto. Hay que salir e ir a por esa jodida nave cueste lo que cueste, y no podemos ir un batallón entero porque no habrá sitio para todos, así que… nosotros y pocos más. En cuanto a la vacuna, me importa una mierda si la encuentran o no. Que la busquen lo que quiera cuando nos hayamos ido de aquí.

Mientras hablábamos, el medicucho ese atendía a Snake y como todos, no hacía más que protestar por el trato que le dábamos a nuestros cuerpos. ¿Es que acaso teníamos otra opción? Desde que todo se fue a la mierda en el planeta, lo único que habíamos hecho había sido correr y luchar.

-Oiga, doctor. Cuando podamos irnos a una playa y tumbarnos al sol mientras tomamos unas margaritas, lo haremos, pero creo que hasta que no llegue ese momento, si dejamos de movernos, morimos, así de simple. Así que remiende lo que haga falta y no nos de lecciones médicas. Aquí no se trata de vivir ochenta años más sino de no morir, y no creo que tengamos más alternativa que continuar como hasta ahora –le solté.

Había estado en demasiadas guerras como para tener que aguantar a un maldito veterinario, porque eso era lo que parecía si no entendía en qué estábamos metidos.

Afortunadamente, sí que parecía saber hacer bien su trabajo, todo lo contrario que la otra loca.

-¡Ja! Esa mujer no tenía ni puta idea de lo que se hacía. La prueba es que ni siquiera está por aquí. Se ha ido de paseo, ¿no? Seguramente pensará que puede descubrir una puta vacuna contra lo que está ocurriendo, y como no esté dispuesta a matarlos de aburrimiento, dudo que consiga algo más.

Snake y su Amy se fueron y entró Irisa. Yo me pegué a Grace como una puta garrapata porque no me fiaba de tanta mierda de médico, pero sabía que debíamos pasar por él. Lo que nos esperaba, seguramente sería mucho más duro que lo que habíamos dejado atrás.

Pero aquel medicucho seguía hablando de descansar. Joder, cuándos se le metería en la puta cabeza que no disponíamos de tiempo para tomarnos unas vacaciones.

Finalmente, llamó a Grace… y yo la seguí.

-Donde va ella, voy yo, doctor, o no va a ninguna parte –le dije. Grace me dio un beso y eso me tranquilizó, por lo que esperé afuera. No lo entendía, pero joder con la manía de la intimidad y aquella mierda.

De todas maneras, podía verlo casi todo y oír cada cosa que decía, y eso me crispaba los nervios. Tanto dolor innecesario por parte de aquella furcia… En cuanto la viera, sabría quién era Man o’ War.

-Doctor, déjese de la puta psicología barata y cúrela de una jodida vez –les grité a través de las cortinas.

Si había algo peor que ver sufrir a Grace, es no poder evitarlo y ahora, algo tan sencillo como la cortina que nos separaba… me estaba haciendo casi el mismo daño.

Así que finalmente, retiré la cortina y me acerqué, mirando con ánimo asesino al doctor. Busqué rápidamente la mano de Grace y la agarré con fuerza. No había más que pudiera hacer… salvo demostrarle que estaba allí.

-Continúe… doctor.

Cuando no la veía, me ponía demasiado nervioso, así que tampoco tenía muy claro si era solo por ella o también se trataba de mí. La quería demasiado como para mantenerme separado durante demasiado tiempo.

Estar a solas con Grace y de golpe encontrarse con aquel grandullón, gruñón y quejica al darse la vuelta fue algo que no se esperaba. Menos mal que ya había sacado sangre a Grace y la había puesto en la máquina. El doctor se dio la vuelta y cogió un poco de papel. - Entiendo que esté preocupado por su hija, pero... podía respetar su intimidad... - Le dijo cubriendo el pecho de Grace con el papel.

- Y no les digo lo que deben hacer, les digo lo que deberían hacer. - Se encaró con el viejo tuerto. - No están para andar corriendo por esas calles con esos locos sueltos. Su amigo, el otro tuerto, podría morir si su herida se reabre por un sobresfuerzo y algo me dice que lo harán.

»Dudo que Grace tenga esa patada en el costado y el puñetazo en el abdomen porque sí. - Nuevamente cogió aquel aparato y trató de serenarse. - El gel está frío y esto le va a dolor, Grace. - Le indicó el doctor a la mujer antes de pasar aquel chisme sobre su abdomen y por ende, sobre el moratón que seguía formándose en su cuerpo.

- Bueno, derrame interno no hay... - Fue diciendo mientras que Grace apretaba la mano de Gru con fuerza al sentir el dolor, no solo del hematoma, sino en del hígado dolorido. - ... pero si tiene un buen golpe en el hígado. Miraría el del costado, pero si tuviese una costilla fracturada no respiraría así de bien. - Sonrió a Grace y miró a Man. - Y sí, debería guardar reposo, pero como no lo hará, supongo que querrá que le ponga lo mismo que a sus compañeros, para aguantar el dolor durante las próximas horas aunque tenga que pasar una durmiendo. Eso sí, aquí no hay antibióticos que valgan.

Cogió papel para limpiar la zona el gel con cuidado, poniendo bastante esmero en ello. - Tiene que quedar bien limpia de gel, voy a aplicarle una pomada en los dos cardenales para que se vayan deshaciendo y sean menos dolorosos.

El hombre se acercó al mueble, preparó la inyección para Grace y luego buscó la crema. - Le daré la crema, se vestirá y luego le pondré la inyección y lista para descansar un rato...

En cuanto dijo lo de mi hija lo miré con furia asesina... que afortunadamente, logré contener a tiempo.

-No-es-mi-hija, maldito gilipollas. Si lo fuera, ya le habría ordenado que se fuera de aquí. Soy su... prometido. Ahora cierre la boca y termine ya lo que está haciendo.

Daba igual. Todos los veterinarios eran iguales y siempre parecía que les faltaba medio cerebro a la hora de hablar y pensar lo que decía. De ser por mí, estaba claro que se hubiese tragado el bote de crema, pero sabía que Grace no lo aprobaría.

Jodidos médicos.

- Vaya... yo... lo-lo siento. - Se disculpó el médico. - No creí que... es que ella es tan preciosa y joven y... - Se estaba poniendo nervioso y la estaba cagando por segundos. - Felicidades... a los dos... de verdad...

Apretó nervioso el bote de crema sobre el abdomen de Grace y se le fue un poco la mano. - No... no pasa nada... el otro moratón necesitará crema también. - Sus manos temblaban después de la mirada y la manera de hablarle de Man. Cogió parte del sobrante con la mano y lo puso sobre el moratón que precisamente le hizo Man o'War en aquel cobertizo al despertarla con aquella patada.

El médico comenzó a pasar la mano sobre el hematoma con cuidado de no tocar el pecho de Grace, pues estaban muy cerca y veía que se comía un manotazo de aquel hombre. Y ese hombre no tenía manos, tenía palas. - No-no se preocupe, ya voy terminando. - Dijo rozando sin querer el pecho de Grace. Algo que ella no le dio importancia alguna.

Al sentir el tacto, el médico bajó corriendo la mano y masajeó el abdomen de la comandante. - Le daré el bote. Cada ocho o doce horas, como mejor le venga... dar un poco, que lo absorva la piel y listo. - Dijo nervioso. - Ya puede vestirse... le pondré la inyección y pasaremos a su prometido...

Mientras Grace se vestía para luego mostrarle la nalga para el pinchazo, el doctor se fue a lavar las manos y de paso la cara. Al regresar Grace estaba lista. Le puso el banderillazo y miró a Man. - Si se descubre... le miraré la quemadura, la valoraré y le pondré el tratamiento y todos a... descansar o a hacer lo que quieran... - Le temblaba la voz al hablar con él.

Los cabrones no solo os escucharon, sino que os vieron. Algo dijeron en su idioma y comenzaron a correr detrás vuestra. Vosotras íbais por la "acera" mientras que ellos corrían por el agua sucia y mal oliente. Aún así os estaban alcanzado. Sus gritos eran espeluznates, tanto o más que la visión que daban de sí mismos.

Por fortuna aún les sacábais suficiente ventaja para llegar a la puerta que Raegan indicaba y tu eras capaz de mantener su ritmo, pero ambas sabíais que si no corríais más, os acabarían alcanzado y dando caza. No habías visto lo que le hacían a los que no eran como ellos, pero por lo que contaron Snake y su grupo de chalados, quizás era mejor pegarse un tiro antes de dejarse atrapar por ellos.

Raegan, al ver a la velocidad que venían, esprintó hasta la puerta. - ¡Vamos! ¡No mires atrás! - Te gritó mientras comenzaba a abrirla. Sabía lo cerca que estaban y si mirabas y caías al suelo... fácil que se te echasen encima. - ¡Venga! ¡Ya está abierto!

Fatigada por la carrera y abrir la puerta Raegan pensó en apuntar a aquellos cabrones aunque era algo que no le daría tiempo a hacer aún, lo tenía en mente por si no llegabas.

- ¡Venga! ¡Tengo que avisar que tenemos alguna fisura en las alcantarillas antes de que se llenen de estas cosas! - Te apremió jadeante mientras os veía venir a os tres.

Afortunadamente para el médico, supo recuperarse a tiempo, por lo que lo dejé ahí. Simplemente lancé uno de mis gruñidos y miré a Grace para tranquilizarme.

Por lo visto, con éste sí que infundía cierto temor. Quizás la Olsen es que era idiota de remate y no sabía ni lo que podía ocurrirle si se pasaba de la raya.

-Vale, vale. Venga, vaya terminando ya de una jodida vez.

No me gustó un pelo que su mano estuviese tan cerca de sus pechos, y resoplé sin darme cuenta, pero al menos él si que se apresuró a quitarse de en medio.

Una vez se hubo levantado, me tocó a mí. 

-Está bien. Pero tenga cuidado que está jodidamente sensible y cuando me duele, suelto extender el brazo con fuerza sin darme cuenta -le avisé, mientras que desabrochaba el cinturón y bajaba los pantalones, dejando mi culo peludo ante sus narices -. Venga, empiece. Y sea rápido, coño.

- Vamos cariño... no seas tan quejica. - Le dije con una sonrisa mientras le miraba como se bajaba los pantalones y nos mostraba ese culo que me volvía loca. Cuando se apoyó en la camilla me acerqué a él por su lado sano. - No sabes las ganas que tengo de poder apretarte de nuevo las nalgas cuando estés encima mía... - Le susurré sugerente al oído. - ... pero para eso te tienes que portar bien antes... - Le mordí con cuidado el lóbulo de la oreja, miré al doctor y tras guiñarle un ojo cómplice, acaricié la nalga sana de mi amado.

El doctor pareció incomodarse un poco por mi acto, pero siguió mirando el otro lado del culo de Gru y se incorporó en silencio. Mientras fue al estante a ponerse unos guantes de latex y a buscar lo que fuese, yo seguí a lo mío con mi prometido. - Además, tiene que molestarte, te noté cojear cuando veníamos hacia aquí... - Le dije recobrando un poco la compostura.

- Y vas a tener que ayudarme a llegar a esa dichosa cama, porque no se que me ha puesto, pero empiezo a notar el efecto...- Y miré al doctor y le vi con el guante y la crema. - Déjeme a mí si no le importa doctor. Seré yo quien se la tenga que dar y usted me dirá si lo hago bien o mal. - Y de paso él se quedaría más tranquilo.

Sin guante y sin algodón como la otra loca me hizo usar, le di con cuidado la crema en el trasero a mi prometido. Si le oía quejarse aflojaba la presión. En la ambulancia no lo había hecho tan mal y ahora que estábamos parados, esperaba que lo hubiese mejorado.

El doctor se quitó los guantes y me preparó gasas y esparadrapo. No tuvo que decirme para que era. Poco a poco fui cubriendo toda la zona con cuidado. Al terminar, le subí el calzoncillo por la parte trasera a mi hombre y le di un azote en la nalga sana. - ¿Ves como no ha sido para tanto? - Le sonreí y le besé en los labios antes de irme a lavarme las manos.

- Y ahora creo que vas a tener que llevarme a la cama y no hará falta que me cantes una nana... Gracias por todo doctor. - Le dije despidiéndome de él y tendiéndole la mano de nuevo, mientras me sostenía a Gru al ver como el sueño tomaba posesión de mi cuerpo.

Antes de salir vi a Vásquez. Creí que se habría marchado con los demás.- Te veré en una hora soldado.

Al doctor no le hizo gracia descubrir donde estaba la quemadura pero ya puestos... - ¿Hace mucho que no se hace un exámen de próstata? Es conveniente empezar a hacérselos a partir de los cincuenta años y creo que usted debe tener unos... cincuenta y dos. - No se atrevía a decir la edad que verdaderamente pensaba que tenía, por si le dejaba la cara mirando hacia la espalda.

- Ojo, es solo una sugerencia... No haré nada que no quiera... - Y se puso a examinar el trasero de Man al tiempo que Grace se divertía provoncándole. - Pues la quemadura está muy bien, tiene muy buen aspecto... aunque me da que no fue su doctora quien la trató. - Dijo viendo la mirada de Grace.

Cuando esta le pidió dar ella la crema, el doctor vio el cielo abierto. - Todo suyo. Llévense el tubo, el necesitará cada dos o tres horas la crema. En cuanto note tirantez. Les prepararé gasas y esparadrapo. En fin, cuando despierten, tendrán todo lo que necesiten listo aquí mismo.

Grace terminó de darle la pomada a Man y de ponerle las gasas con el esparadrapo. - Es usted toda una profesional, si tuviese un puesto de vacante de enfermera, no dudaría en contratarla. Ha tenido usted mucha suerte con esta mujer. - Le dijo a Man y luego apretó la mano de Grace. - Gracias a usted... - El doctor sabía que sin ella se hubiese llevado un sopapo.

Luego miró a Vásquez. - ¿También necesita que le revise algo? - Preguntó el doctor a la soldado mientras Grace y Gru salían de camino a las camas.

- ¿Hay una entrada bajo tierra? - Preguntó Robert mientras se le cerraban los ojos.

- ¿Por qué no lo has dicho antes? - Creyó preguntar, pero sólo lo hizo en su mente. - ¿Eh, por qué no? ¿Por qué no respondes? ¿Amy...?

Y se quedó profundamente dormido. Aquel sueño tenía que ser por fuerza reparador. Snake estaba destruido físicamente. De poder, dormiría muchas horas y aún al despertar seguiría en la cama. No obstante, ya no era dueño de sus actos. Estaba demasiado agotado y los medicamentos habían sido un pasaje de primera clase hacia el mundo onírico.

La había costado horrores mantener la compostura... primero con la sugerencia de que Grace fuese su hija... lo cual le convertiría en un... asaltacunas; el pobre médico no sabía lo cerca que había estado de su fín... y la segunda vez, casi lo rondó más con la referencia al reconocimiento proctológico... mierda... casi se meaba de risa; de hecho, el motivo por el que estaba en la enfermería, era para asegurarse de que no hubiese problemas...

... Pero no pasó nada; Gru no la lió por que Grace enseñase un poco de carne, tampoco por que el otro pensase que era demasiado mayor para Grace, ni por el piropo que la soltó, y ... como la Comandante fué quien masajeó las nalgas del tuerto, éste estaba feliz y relajado...

Cuando el médico le peguntó si ella necesitaba algo, simplemente respondió riendo...

-No, gracias, lo tengo todo bien; estaba por si tenía que salvarle la vida a alguien...  Les ayudaré a llegar a la cama. -aunque no le hubiese importado que la hiciese un reconocimiento... tenía ciertas rozaduras... pero no era el mejor momento para ello-

Dado que Grace iba a sentir en breve los efectos de la anestesia, y que "culo quemao" lo mismo no estaba en forma, sabía que tenía que estar al quite... pero se las veía venir de lejos, así que simplemente, iba cerca de la Comandante, para agarrarla si era necesario; no fuese que Gru se sintiese sentido en su orgullo si la cogía... o que tuviese celos, que este tío era más primitivo que una pintura rupestre...

- Descansa mi amor... - Susurró Amy cuando vio que Snake se quedaba dormido tras aquella pregunta y con cuidado se levantó de la cama. No quería separarse de él, pero sabía que no todos los componentes del equipo dormirían y tenía que encargarse de ellos y de Raegan cuando volviese.

Al levantarse miró a Robert por última vez y le besó en la frente tras acariciarle el pelo. Le costaba separarse de su lado, pero debía hacerlo. En ese momento entraron Jericho e Irisa por la puerta. Este ayudaba a la mujer a caminar. - Túmbala aquí. - Dijo Amy abriendo las sábanas de una cama cercana a la puerta, para que no caminase demasiado.

- Supongo que le puso lo mismo que a Rob. - Irisa asintió con la cabeza mientras se sentaba en la cama y Jericho le quitaba las botas. - Pues a descansar. Yo os despertaré dentro de una hora.

Jericho indicó a Amy que él también se quedaría a dormir, que el doctor les había dado permiso y Amy no puso pega alguna. Si uno "sano" se quedaba entre los heridos y ocurría algo, al menos tendrían quien pudiese alertar. - El doctor Ross seguirá en la consulta durante esta hora, por si ocurriese algo. - Le indicó a Jericho mientras Irisa no tardaba en quedarse dormida.

Jericho se quitó el calzado antes de meterse en la cama. Eso estaba mejor que el duro y apestoso suelo de la sala donde habían estado y no era capaz de entender como Vásquez no aprovechaba para dormir un rato. A saber cuando podrían volver a hacerlo sin temer nada ni a nadie.

Caminaba agarrada a mi hombre, ya no solo por lo que sentía por él y por no querer separarme de su lado, sino porque sentía como mi cuerpo perdía fuerzas. No sabia lo que me había chutado aquel médico y se suponía que se podría aguantar de pie y solo con un fuerte sueño... pero el caso era que estaba acabando conmigo a cada paso que daba.

Sentía como las piernas me flaqueaban y empezaba a ver borroso. Mis ojos se cerraban solos y mi cuerpo se vencía sobre el de mi amado sin remedio. Quizás en una persona recién levantada, tras un buen descanso, esta mierda le hiciese menos efecto, pero después de la paliza a subir escaleras, correr por los pasillos de un jodido edificio, por las calles de la ciudad, estrellarnos con el helicóptero, meternos por los subterráneos, recibir aquel puñetazo y acabar haciendo cosas de mayores en las duchas de aquel lugar, quizás mi cuerpo se resintiese un poco más o puede que me diese una dosis mayor de la que necesitaba...

No lo sabía. Solo era capaz de sentir que perdía fuerzas y de que me tambaleaba como los borrachos. Quería hablar pero no era capaz de articular palabra y mis sentidos estaban mermados. Y yo misma di un traspies y sentí como caía al suelo, pero no llegué a tocarlo, porque fueron varias las manos que me agarraron y es que no estaba solamente Gru pendiente de mí, sino que también lo estaba Vásquez.

Aún así logré hablar a mi amado. - Cielo... si...empre supe... que... eras... que... eras... un... pulpo... - Y traté de mirarle y sonreírle, pero seguramente mi rostro reflejaría más el gesto de una yonki colocada hasta las cejas que el mío propio. Y dejé que los brazos me sostuviesen, porque era o mantenerme en pie o seguir despierta, no tenía fuerzas para las dos cosas.