Partida Rol por web

Por el momento salieron tres cabrones de aquellos de la nada. Sin duda, Raegan había logrado su propósito. Atraerlos a esa calle y los disparos fueron lo suficientemente atronadores como para llamar su atención. Estabas segura de que asomarían más. Te ibas moviendo como podías por un escenario dantesco. Ya no eran solamente los coches estrellados, ya se veían cuerpos muertos en la calle, con sus cabezas cortadas y clavadas donde pudiesen dejarlas a la vista.

Eran unos psicópatas, seguramente Raegan les igualaría en maldad y sadismo, pero no era momento de comprobarlo. Corrías tan deprisa como tu herida te permitía y te vieron moverte. Cada uno venía de un sitio distinto y al principio no te diste cuenta de que estaban allí, hasta que sus gritos te alertaron.

Estaban lejos y dos de ellos parecieron caerse al suelo, pero eso no les impediría perseguirte a muerte.

- No te preocupes. No se atreverá a hacer nada si hay alguien delante. Por eso pedí a Brian que se quedase. - Amy miró la hora. - Voy a ver al doctor, a ver si tiene todo listo y a despertar a los bellos durmientes. Entiendo que te gusten las armas y veo que disfrutas con ellas, pero no quiero que esteís armados hasta que nos marchemos.

» Desarmados no os verán como un peligro... no se si me entiendes. Que yo me fíe de vosotros no quiere decir que todos lo hagan.  - Dijo a Vásquez al ver que se comenzaba a equipar. - Comeréis nos equiparemos y nos marcharemos y en algún punto intermedio, dejaré a Raegan y Brian quedará al mando. - Añadió al ver que Raegan no asomaba.

Aunque en parte parecía estar aliviada y suponía que era aquella maldita doctora indecisa que estaba liándola con alguna estupidez suya. - Thomas, lo que necesite. Y Brian, espérame en el comedor.

Dicho esto Amy y Brian salieron de aquella armería y Vásquez se quedó a solas con aquel hombre y todas aquellas armas.

Amy pasó primero por la consulta y recogió todo lo que el doctor Ross había preparado para los heridos y añadió algunas vendas, gasas, esparadrapo y demás. La medicación era en comprimidos y les dio para varios días. Cada frasco tenía el nombre del medicamento, la dosis y el nombre del paciente: la coja, el tuerto gruñón, el tuerto con pelo y Grace.

Luego Amy entró en la enfermería, donde todos deberían estar descansando. Primero despertó a Jericho con cuidado y luego se acercó a Snake. - Ya se encargaría el sargento de despertar a los demás. - Pensó para sí la mujer, sentándose en la cama junto a Rob. Su Rob.

Le miró en silencio, viéndole dormir. La verdad era que no quería despertarle. Sabía que debía seguir descansando, al igual que el resto de los heridos, pero también sabía que se enfadaría muchísimo si de lejaba descansar más tiempo del debido. Era él quien tenía prisa. Él y su equipo.

Acarició con sutileza la barba de Snake y se acercó lentamente a su oído. - Rob... Rob... despierta... - Le dijo con cuidado. No quería alterarle tampoco.  - Vamos, es hora de levantarse, dormilón... - Le dijo con una sonrisa, recordando aquellos días en los que se levantaban a las dos de la tarde por estar toda la noche despiertos en la cama. - Ya es hora de comer...

Jericho se acercó con cuidado a Man o'War y le zarandeó un poco, con temor de que este le diese un guantazo por tener un mal despertar, si es que se había dormido. Cuando le vio moverse, se fue a despertar a Irisa con cuidado. Ya iba siendo hora de levantarse y empezar a prepararse para salir de allí.

La vió salir, y no podía dejar de pensar en que habría problemas... el "traspaso de poderes", aun pareciendo aceptado a regañadientes... a saber cuanto duraría; pero no era problema suyo, ella ya estaría fuera de estos pasajes subterráneos cuando se liara parda.

De momento... terminaría lo que estaba haciendo; básicamente, verificar todas las armas... y al dejarlas como de forma descuidada, hacerlo con un cierto sentido... colocadas casi involuntariamente en unos ángulos concretos: si alguien las toqueteaba desde el momento en que ella las dejase, lo sabría.

Perra vieja, trucos viejos.

Le costó un rato, pero terminó satisfecha con las revisiones.

-Bueno, Thomas... lo que necesite.... seré buena; creo que esto es todo.

Apartados quedaban fusiles de asalto, pistolas, la smartgun, chalecos antibalas, bengalas, granadas variadas, munición, armas blancas... todo lo necesario para ir a liarla parda un sábado por la noche.

-Espero sinceramente que Raegan no os de problemas... nosotros solo estamos de paso. Si no tienes más por tu parte... podríamos ir a buscar al resto del grupo.

Con los disparos al poco vi aparecer a tres hombres, no estaban cerca, pero tampoco demasiado lejos. Así que, aguanté sin gritar, ni quejarme pues no quería atraer a más, aunque aquellos gritaban lo suficiente como para que cualquier otro los escuchase.

Seguí corriendo, al menos lo intentaba, buscaba también con la mirada algún arma o vehículo o alguien que pudiera ayudarme frente a mis perseguidores.

Raegan había dicho que el cruce estaba a unos 300-400 metros y que desde allí vería la comisaría, así que, no debería de faltar tanto para dar con la maldita bifurcación.

- Si te digo la verdad... - Sonrió a la vez que abría un ojo. Su único ojo. - No me levantaría en una semana. 

Lo cierto era que aquel breve descanso no le había bastado. Seguía agotado, dolorido y aturdido. Cerró el ojo. Se hubiera podido volver a dormir de inmediato, pero luchó contra el sueño. Casi pensaba que valía la pena quedarse allí y quién sabe... Quizás los fantasmas se marcharan o alguien solucionara el problema. 

Pero sabía por lo que había visto, que era imposible. Sabía que tenía que marcharse de aquel planeta cuanto antes y si Amy iba con él, mucho mejor. Aunque quedaba algo pendiente, Junior. ¿Estaba realmente en Marte? De ser así, tenía que encontrarle también a él y llevarse a la Tierra de las orejas si hacia falta.

Snake se puso en pie y se ajustó las correas de las cuales colgaba su pistola. Sus ojos estaban llenos de legañas y le costaba mantener el párpado abierto. Pero sabía cuál era su deber. Estar con los suyos, con su equipo, con su familia.

- ¿Ha pasado algo mientras dormíamos? - Le preguntó a Amy. - ¿Raegar? ¿Y tú, Amy, vendrás conmigo?

- Yo no puedo salir de aquí, encanto. Alguien tiene que controlar todo esto. Siempre hay algún listo que entra como si esto fuese una tienda. Pero el comedor no está lejos y allí encontrarás a Brian. - Te dijo Thomas.

- Sal hacia la derecha y la tercera puerta que veas a la izquierda, ahí lo tienes. Yo cuidaré de que nadie os toque nada... - Luego el hombre se giró, cogió un revólver, lo desmontó y lo comenzó a limpiar y engrasar con mimo. Seguramente era lo único que podía hacer allí, asegurarse de que las armas se encontraban siempre en condiciones óptimas para su uso.

A pesar de los tropezones inicales, los maniacos no se rendían. Miraste hacia atrás un momento y viste como uno comenzaba a cortar distancias, mientras que otro de ellos se iba quedando atrás. Pero aún estaban demasiado lejos como para darte alcance.

El cruce que dijo Raegan lo veías, pero se te hacía eterno llegar hasta a él a pesar de que llevabas una buena velocidad a pesar de tu cojera y tu herida. Pero no podías rendirte, porque estaba claro que aquellos cabrones no iban a parar y sus gritos parecían estar llamando a más que tarde o temprano acabarían asomando.

Soñé que estaba en un lugar diferente. El Sol me iluminaba y calentaba desde todas partes y a mi alrededor había como ruido de jodidos niños hablando y gritando entre ellos. No era algo a lo que estuviese acostumbrado.  Miré a mi alrededor, con ambos ojos, y eso fue lo que me hizo darme cuenta de que aquello era un sueño y que debía estar fuera de combate junto a Grace. El cansancio había hecho de las suyas, por fin, logrando desarmarme por completo. Pero me resultaba imposible no continuar mirando y experimentando las sensaciones que el sueño me transmitía.

Estaba en un parque infantil o algo así, con niños corriendo por todos lados, subiéndose en los columpios y el balancín, riendo, saltando, y entre todos ellos, distinguí a Mya y a Grace. Grace cogió a la chiquilla en sus brazos, la aupó con una sonrisa en su rostro y a continuación, la abrazó.

Ambas parecían felices.

Grace miró hacia donde yo estaba y me hizo una señal para que fuese, por lo que empecé a caminar hacia ellas, y en cuanto llegué, me fundí con las dos en uno de aquellos abrazos que parecían no significar nada pero que a la vez lo eran todo.

La luz, el ambiente, el cariño… todo creaba la maravillosa ilusión de que estaba en el paraíso, aun cuando en mi interior había algo que me decía que no era cierto.

-¿Eres feliz? –me preguntó entonces Grace.

Por algún motivo, cuando fui a responder, no pude hacerlo. Quizás el hecho de que no fuese verdad tuviese algo que ver en ello, o que de repente sintiese como si algo me empujase de un lado a otro, haciéndome gruñir varias veces, sin comprender qué cojones sucedía, hasta que por fin me desperté.

Al abrir el ojo, vi que estaba de regreso en aquel puto sitio oscuro y deprimente, y que toda la luz que había visto, era solo una mierda que seguramente jamás ocurriría. Jodidos sueños, que te ponían al alcance lo que más querías solo para arrebatártelo en cuanto te despistabas un segundo.

Grace estaba a mi lado, echada sobre mi hombro y profundamente dormida. El efecto del calmante aumentó el efecto del cansancio. Miré a mi alrededor y vi como Snake se ponía en pie como si nunca hubiese estado de otra manera. Jodido inmortal. En aquellos momentos, yo me sentía como si tuviese veinte años más que él, y bastantes más que el resto.

Me incorporé y acaricié el rostro de Grace, aunque el dolor que me llegó del culo hizo que me distrajese un instante y me llevase una mano hacia la piel herida, antes de volver a concentrarme en lo que importaba.

La contemplé durante unos segundos, dejándome disfrutar de la paz de su rostro y la seguridad que sentíamos allí abajo, a pesar de estar enterrados vivos y de quedarnos todavía mucha tela que cortar, hasta que reuní las fuerzas suficientes para tomar aire, besarla con suavidad en los labios y despertarla.

-Grace, arriba. Tenemos que ir a buscar a Mya y salir de aquí –le dije, esperando que la idea de reunirnos con la mocosa, fuese lo suficientemente interesante como para hacerle despertar, y procuré sonreír, aun sabiendo la mueca que mi rostro produciría al curvar mis labios.

Ojalá tuviese un sueño parecido al mío, pero que en su caso, se pudiese cumplir, porque cada vez que lo recordaba, más lejano e imposible me parecía, si bien eso era algo que no le diría a ella.

Respondió al hombre con una sonrisa... digamos... coqueta, aunque se hace difícil qué se podría interpretar como "concreta" en el caso de  Vásquez... misteriosamente parecía que tenía de eso en el repertorio, pero se ve que la sacaba más bien poco (la sonrisa)

Salió en la dirección que le dijo, dejándole con su trabajo de limpiar armas; trabajo rutinario, pero necesario....

-A la derecha, tercera a la izquierda... -repitió, para asegurarse, y allá que fue... Ya se aseguraría de que realmente nadie les había tocado sus cosas...

La vida a veces no era justa, otras era dura y en otras ocasiones, cruel. Y ese era el resumen de mi vida, de toda mi larga y dolorosa vida. Y cuando por fin encuentro con quien compartirla de verdad, cuando descubro lo que es amar a alguien, eso que algunas mujeres me dijeron y yo desprecié por no saber ni sentir lo mismo, la vida se volvía a torcer.

No sabía si estaba pagando por mis pecados. Por permitir que mi padre abusase una y otra vez de mí. Por permitir que luego se me prostituyese y jugasen con mi cuerpo, mutilándolo, drogándolo y violándolo, hasta que me cabeza encontró como bloquear aquello. Si era por las veces que había despreciado a todos los hombres que se habían acercado a mí o incluso a las mujeres con las cuales compartí cama y un pedazo de mi vida y acabé rompiéndolas el corazón.

Ahora sabía lo que era sentir aquello y lo entendía.

Pero mi subconsciente quiso jugar conmigo en aquel sueño y me hizo recordar una a una a todas aquellas mujeres que me dijeron que me amaron y que dejé de lado.

Para luego devolvérmelas odiándome y repudiándome por estar con un hombre. Todas me echaban en cara lo mismo: que fuese un hombre. Y yo era incapaz de hablar ni de defenderme. Intentaba pedirles perdón y decirles que sentía el daño que les había causado, pues ahora si sabía lo era amar a alguien de verdad. Pero no podía hablar.

Ellas se acercaban, sus miradas estaban cargadas de odio hacia mí. Y de golpe, tampoco sabía pelear ni defenderme, así que corrí asustada. No sabía hacia donde, solo lejos de ellas, lejos de mi pasado. Quería dejarlo todo atrás y volver a mi presente, pero no veía a Gru por más que lo buscaba y de pronto sentí aquel beso. Aquel dulce y cálido beso que surgió de la nada y abrí los ojos, escuchando la voz de mi amado y viendo su dulce rostro, con aquella sonrisa, junto al mío.

La medicación me había dejado con ganas de dormir más, pero sus palabras... su mirada y su sonrisa. Le había costado, pero empezaba a sonreír y eso me hacía feliz. - Hola mi príncipe. - Le dije acariciando su rostro con ternura. - Me dormiría mil veces más si todos los despertares fuesen como este. - Le sonreí y volví a besar sus labios. Era una maldita droga para mí y nunca me cansaba de ellos.

Me estiré como los gatos y en mi rostro aún se reflejaba el sueño que tenía, pero mi prometido, que bien me sonaba aquella palabra, prometido. Él tenía razón, debíamos reunirnos con Mya, comer algo y seguir nuestro camino. Las drogas suministradas nos deberían durar para toda la locura de misión o eso esperaba al menos. Sobre todo por Snake e Irisa, pues eran los que peor se encontraban.

Me senté en la cama y antes de que se moviese un ápice me abracé a él. - Nunca sabrás lo inmensamente feliz que soy a tu lado. - Le susurré antes de soltarle y mirarle con devoción de nuevo.

Poco a poco os íbais levantando, mientras que Amy respondía a las preguntas de Robert. - Nada importante. Ya están vuestras medicinas listas, el equipo igual, lo estaba comprobando la soldado.

Guardó silencio cuando Rob preguntó por Raegan. - Aún no ha vuelto, debe estar a punto de llegar. No solo la voy a dejar, Rob... sino que la voy a degradar. Así que será más turbio de lo que iba a ser en principio. - Amy se levantó de la cama para que Robert pudiese hacer lo mismo. - Os mostraré los aseos y os llevaré al comedor. - Dijo a todos.

- Y yo... os guiaré hasta la Gran Torre, ya está mi equipo listo. Nos moveremos por las alcantarillas. Huele mal, pero es más seguro... nos tocará salir un trecho a tierra, avanzar un par de calles y volver a descender a las cloacas para entrar por los subterráneos de la torre... si necesitáis que lo explique con más detalle, lo haremos mientras coméis un poco...

Entonces miró a Grace y a Gru, sus gestos de cariño y su abrazo y sintió nostalgia por lo que tuvo con Robert y lo que quería volver a tener con él. - Y por supuesto, avisaré a Claire para que os traiga a la pequeña al comedor. - Añadió a la pareja, que parecía costarles separarse el uno del otro.

El comedor tenía bastante gente aún. No eran demasiados, unos diez hombres y mujeres, pero allí estaban, sentados y charlando de sus cosas. Debía ser, a parte del comedor, la cantina del lugar. Brian te vio llegar y te hizo un gesto con la mano. - Gracias por tu ofrecimiento con Amy y Raegan. Va a ser algo duro, pero dudo que discutan aquí, delante de todos, aunque su degradación si tendrá que hacerla pública. - Te dijo el negro.

- Y... otra cosa... lamento el excesivo cacheo de antes. Me descolocó el... bulto. Ya sabes, una mujer... un bulto... tenía que asegurarme de que no era nada raro... - Se disculpó el hombre. - Pero... lávate esas manos, allí mismo están los aseos. - Te señaló una puerta. - Y cuando vuelvas pediremos algo para que comas.

Íbamos a la carrera, tanto mis perseguidores como yo y por el momento veía que podía aguantar, aunque aún se me hacía largo llegar hasta el cruce dichoso. Los seres endemoniados que venían detrás, no paraban de gritar y eso seguro que atraería a más como ellos, así que, decidí que la batalla del silencio estaba perdida y quizás si me escuchasen aquellos que me interesaba, podría servirme de ayuda.

Empecé a gritar los nombres del grupo que me había acompañado - ¡¡Snake!! ¡¡Vásquez!! ¡¡Grace Steelside!! ¡¡Irisa!! ¡¡Man´O War!!¡¡Jericho!! ¡¡SOCORRO, AUXILIO!! - quizás los vigilantes del búnquer del que acababa de salir podrían alertar de la situación y rescatarme, o bien los propios exploradores de la policía podían también hacerlo (mas por los segundos, toda vez que la comisaría debería de encontrarse cerca).

- Perfecto. - Dijo Robert con una sonrisa. - La verdad es que tengo hambre. No se cuando fue la última vez que comí algo decente y la drogas suministradas... - Sonrió de forma más amplia. - ¡Abren el apetito!

Robert estaba contento por lo que había dicho Amy. Por fin se daba cuenta de que Raegar era un mal bicho. Aunque lo cierto era que despechada y degradada podía ser muy peligrosa y no se podía fiar ni un pelo de ella. Y luego estaba el tema de que ella misma iba a acompañarles a la Torre junto con un grupo de soldados. Todo empezaba a cuadrar. 

- ¡Vamos a comer algo! - Exclamó alegre. 

Y no sabía si aquella alegría era por no perder a Amy de vista nuevamente, por tener más cerca la escapatoria o simplemente por el efecto de las drogas, pero fuera como fuera, se sentía pletórico.

Mientras seguías corriendo y empezando a sentir la fatiga en tu cuerpo, tus perseguidores no se detenían. Uno de ellos pareció tropezar y caer al suelo, pero no tardó en levantarse y seguir con la carrera. Te iban comiendo terreno pero muy despacio... y entonces te dio por gritar.

Viste a gente asomarse a sus ventanas en los edificios, pero nadie decía ni hacía nada y lo peor es que tus gritos atrajeron a otros dos marcianos más que no estaban demasiado lejos de ti. Rugieron con violencia e iniciaron su persecución detrás tuya. Estos si que te pillaron más cercanos y no solo pudiste ver sus rostros automutilados, sino como uno de ellos llevaba una especia de bate de béisbol lleno de clavos hacia afuera y otro un hacha de algún edificio, de aquellos contra-incendios.

Eso pintaba cada vez peor, pero la esquina estaba tan solo a unos pasos delante tuyo. Solo debías esforzarte más y girar...

Antes de reunirse con Amy, Raegan continuó con su pequeño y cruel plan: acabar con Snake y de paso con todo su equipo. Si la policía les buscaba, estaba claro que las Black Storm Guard también lo harían, así que optó por mandarles un mensaje directamente a ellas.

No podía saber por que edificio o alcantarilla saldrían, pero si por la zona que se moverían antes de descender otra vez al subsuelo. Tampoco podía estimar la hora concreta, pero mínimo tres horas si tardarían en llegar andando por allí abajo. Así pues, les envió la información al grupo de élite: donde estarían y a que hora más o menos, para que pudisen capturarles o hacer con ellos lo que quisieran.

Firmó como un ex-agente preocupado por la ciudad y dejó claro que se había colado en el sistema, pero sin manera de localizar como ni desde donde.

Tras esto, sabiendo que se había deshecho de Olsen para siempre, continuó su marcha hacia el comedor con una pérfida sonrisa en su rostro, sabiendo que a aquel pequeño comando no les quedaban más que unas cuantas horas de vida.

-No pasa nada... estoy acostumbrada

Respondió sonriendo, y era verdad, aunque lo gracioso solía ser que la cacheara otra tía, y notase que traía paquete de serie; no tenía precio la cara que solían poner... Y a ella, tampoco es que la importase demasiado...

-Me preocupa más el día después que no el momento en que lo haga; cuando lo rumie y decida hacer algo... será en frío, puedes estar seguro. Bueno, a lavarme, que huelo a grasa de armas...

Se volvió hacia donde le decían, lo que deberían ser los aseos...

Mi intención de llamar la atención de los policías que hubiera en las cercanías no resultó, fruto de aquel error aparecieron más de aquellos monstruos. Al menos el cruce estaba cada vez más cerca. Esperaba que no hubiera más desaciertos en aquella carrera loca por la supervivencia.

Llegaste al cruce y dudaste un segundo, ¿derecha o izquierda? La verdad es que no veías comisaría alguna en ninguno de los dos lados. De golpe te llegaron las palabras de Raegan a la cabeza y corriste en la dirección que te indicó.

Mientras tus perseguidores seguían detrás tuyo, esquivando al igual que tu, coches cruzados y cuerpos muertos sin cabeza. No necesitabas mirar para saber que tus pasos iba dejando ya un rastro de sangre detrás tuyo, pero aquellos seres, lo que fuesen, no se guiaban por eso, sino por ti.

Podías sentir el aliento de uno de ellos muy cerca o más bien sus gruñidos y su extraño idioma. No sabías que decía pero si cuales eran sus intenciones. Miraste al frente y al fin la viste o más bien viste el cartel de la comisaría. Al menos en eso no te había engañado Raegan, solo esperabas poder llegar antes de que te diesen alcance.