Partida Rol por web

Finalmente, el querubín os saca de las abarrotadas calles y os conduce al interior de un recinto amurallado a través de unas puertas talladas con el signo del águila imperial. Dentro, un funcionario os guía hasta una oscura habitación abovedada y agradablemente fresca. A juzgar por las alfombras que cubren el suelo, la presencia de muebles de madera auténtica e incluso algunos tapices con motivos imperiales, alguien se ha tomado la molestia de que la estancia resulte acogedora.

Tras una mesa de madera, sentado en una antigua silla de cuero, se halla el supuesto agente al que habéis venido buscando. Lleva puesta una túnica gris carbón y su rostro enjuto y atractivo muestra una agradable sonrisa. En las manos sostiene varias cartas de color marfil; cuando entráis, las coloca dentro de un estuche plateado que luego guarda en el bolsillo de su túnica.

- ¡Bienvenidos! Soy el vidente Aristarchus. Confío en que el viaje no se les haya hecho demasiado largo.

Se pone de pie, rodea la mesa y os saluda uno a uno con un apretón de manos antes de invitaros con un gesto a que os sentéis. Más de cerca reparáis en su peculiares ojos de color dorado grisáceo y en el electrotatuaje de autorización de la Scholastica Psykanagrabado en una de sus mejillas. Tras saludaros a todo, el vidente se ajusta una cartera negra que lleva colgada a un lado. Os fijáis en que la cartera es de seda de emadar, un material muy caro, y que está cerrada con varios sellos de pureza de los que cuelgan largas cintas carmesíes.

Mis respetos, vidente.

Caín se sentó tras el ofrecimiento de Aristarchus y admiró la decoración. Algún día él tendría el dinero suficiente para un sitio así, aunque no gastaría dinero en ello.

El viaje ha sido tranquilo, no así la recepción. Primero nos abordaron unos agentes del vicecónsul, y después unos habitantes de la ciudad sin ningún tipo de respeto, ni de conocimiento me atrevería decir, a las instituciones imperiales.

El vidente escucha la descripción del incidente y responde apenado: Supongo que son ashleen descontentos, siento la situación pero son los nativos del planeta y su descontento es generalizado. Espero que no les causaran daños.

Entonces llama al servicio con un gesto de su mano y varios servidores de rostro inexpresivo os ofrecen refrigerios y recogen vuestras pertenencias para llevarlas a las habitaciones que se os han asignado.

La pinta del vidente nome hacia mucha gracia, me recordaba a Zaddion en sus malos momentos, inclino levemente la cabeza en señal de respeto hacia el y tomo asiento esperando ver que acnteciminetos se nos presentan y que se supone que es lo que debemos hacer. A lo mejor escoltarle y mantenerle a salvo de esos Ashleen. No se, cuando entra el refrigiero miro con entusiasmo, ya que tal vez sea comida de calidad equitativa al rango del vidente y acorde a la decoracion de la sala, y no ese pure reciclado que nos dieron durante el viaje en la nave.

Saluda con cortesía a Aristarchus haciendo una pequeña reverencia. -Mis respetos, vidente- luego toma asiento en algún lugar, mientras Cain habla con el sobre lo sucedido. -Lo cierto es que no paso a mayores, solo un intercambio de palabras.- Lo cierto era que el no tenía intenciones de descubrirse pero de todas maneras pregunto -Que le ha pasado a esa gente, vidente. Algo parece haberlos afectado?-

Saludé formalmente al vidente, algo obnubilado por la extrañeza de sus ojos, antes de tomar asiento, no con demasiadas ganas. La posición de sentado ralentizaba cualquier reacción en caso de haber problemas pero supuse que aquí estaríamos a salvo.

Como venía siendo costumbre, dejé a los demás coger las riendas de la conversación antes de tomar parte. Para mí era más interesante escuchar que hablar, se aprendía más y corrías menos riesgos.

La pregunta de Rabalias incita al vidente a daros una clase de geografía y política de Iocanthos.

- Supongo que los nativos no pueden estar muy de acuerdo con una ocupación desde hace cientos de años que solo ha traído a criminales y guerras constantes pero ningún desarrollo.

Albrek escucha  en silencio las respuestas del vidente y con agrado recoge las viandas que los siervos habian traido bajo la peticion del inquisidor.

- Gracias por su recibimiento Vidente, entiendo que estas pobres gentes sean desconfiadas. Que nos puede contar de Iocanthos y la misión que nos acontece?-  pregunta conciso.

- Aunque estoy seguro de que el informe de misión que les ha entregado nuestro honorable maestro describe con detalle la naturaleza de nuestro cometido aquí, he tenido la fortuna de pasar varias semanas en este...infausto puesto avanzado, y no he estado ocioso. Verán, aún con toda su miseria, Iocanthos ocupa un lugar muy especial en mi corazón. El venerable San Drusu, con quien tengo el inmenso honor de estar lejanamente emparentado, conquistó este planeta para el Imperio sometiendo a sus salvajes habitantes y arrojando sobre ellos la luz y la gloria del Dios Emperador. Como ya sabrán, está previsto que la catedral de Desesperanza sea consagrada a este insigne héroe, y no estoy dispuesto a tolerar que el recuerdo de este santo se vea empañado por la herejía, que un propósito tan sagrado sea frustrado por un brujo endogámico ni nada que se le parezca.

- En cuento a Desesperanza...La información que he podido averiguar parece indicar que está teniendo lugar algún tipo de fenómeno psíquico en ese asentamiento. Aunque basándome en los vagos informes que he recibido no sabría decir si se trata de la obra de algún psíquico imprudente el o sea por el contrario se trata de algo más siniestro, las evidencias sugieren que todos estos sucesos inexplicables ocurren en la nueva catedral o en sus alrededores. Estatuas que sangran, manifestaciones, arañazos al otro lado de las paredes … -la voz del vidente se va apagando mientras cabila unos instantes con la mirada perdida; y la estudia brevemente antes de continuar.

Ah, sí. Desesperanza está al norte, en la cumbre de las montañas que igual han visto viniendo hacia aquí. En un mundo más civilizado habíamos viajado directamente al puesto avanzado por el aire, pero si eso no es posible, por lo que tendremos que recorrer el llamado camino de los peregrinos, que en realidad no es más que un sendero de tierra bastante transitado. He conseguido un transporte, un todo terreno de caja abierta; espero que lo conduzca alguno de ustedes, a mí nunca se me ha dado bien. Pero primero tendremos que atravesar el yelmo de esquisto, innova ser un viaje fácil. Los lugareños afirman que estos paramos han sido testigos de las mayores batallas del largo y cruento pasado de Iocanthos, y que al día de hoy aún siguen siendo campos de contienda predilectos para los clanes. Nadie lo sabe con seguridad, pero corren rumores sobre la existencia de criaturas terribles en el yelmo; aunque seguramente las únicas amenazas de las que debamos preocuparnos serán bandidos y saqueadores. En cualquier caso, es mejor que estemos preparados para cualquier eventualidad ¿Tienen alguna pregunta?

Levanta los brazos al costado y realiza un gesto con el rostro indicando que no tiene preguntas y luego lleva las manos atrás de la espalda, una vez más. -Te agradezco, vidente toda esta información. Creo que no tengo más preguntas para añadir.-

- ¿Cuándo partimos? - fue la única pregunta que se formó en mi mente, la única que realmente me importaba, y que sin pensármelo dos veces formulé a Aristarchus.

Acompañé dicha cuestión levantándome de mi asiento con gesto decidido, como si quisiera ponerme en marcha en ese mismo momento, no obstante ese era mi deseo.

Esos bandidos y saqueadores...¿debemos esperar que sean organizados con armas competentes? ¿O son salvajes con espadas y arcos?

Albrek escucha con atenión cada palabra vertida por el vidente, y se queda un tanto sorprendido al escuchar la afimarción de su parentesco con San Drusus, aunque no es menos inquietante esa parte acerca de monstruos, ladrones y saqueadores con los que se van a encontrar en el camino. Una vez ha terminado, el resto de los presentes van haciendo breves intervenciones mostrando sus ansias de partir, pero Cain salta hábilmente con una pregunta interesante.

- Posiblemente sean mas que eso Cain, a fin de cuentas el imperio les paga sus cosechas con armas y equipamiento vario.- responde el sacerdote - deberiamos prepararnos para lo peor. ¿Vidente hay algún sitio donde podamos conseguir algo de equipamiento? ¿Cuanto tardaremos en alcanzar Deseperanza?-

El vidente escucha las preguntas y las va contestando por orden.

- Deberíamos partir mañana. cuanto más nos entretengamos, mayor será la amenaza. La consagración tendrá lugar en cinco días, dice a Christoph.

- Como bien dice el hermano Albrek, el pago a los señores de los clanes por el polen de fuego es en equipo por lo que no es raro encontrar rifles láser, pistolas e incluso alguna granada, responde a Caín

- El Foso es en parte mercado y en parte suburbio, es el hogar de numerosos exiliados, vagabundos y marginados. La mayoría de las estructuras suelen ser tiendas de campaña y carromatos dispuestos sin ton ni son. A pesar de todo es uno de los pilares comerciales de Puerto Amargura tanto de mercenarios como de equipo como de información, finaliza con Albrek

Miro a todos a medida que hablan. Espero pacientemente, rumiando la pregunta que nadie quiere hacer. Finalmente, no me queda más remedio que hacerla.

A mi no me preocupan los mercenarios, las granadas, ni las tribus. Si nos atacan, es como si atacasen al Emperador, que en su gloria esté, y como tal afrenta, será aplastada, sin duda ni clemencia.

Hago una pausa teatral, para que mis palabras cobren fuerza.

Lo que a mi me preocupa es la actividad psíquica. Y más que eso, me preocupa la inestabilidad en la disformidad. ¿Debemos esperar problemas con la disformidad? Han ocurrido fenómenos más... dañinos, por así decir, que estatuas que lloran?

De los psíquicos, Zaddion, confío en que te ocupes tú. Yo me ocuparé de los temás más mundanos, junto a a Atellus.

- Hay rumores de más actividades psíquicas pero por ahora no parece que sean dañinas fuera de poner en peligro la consagración de la catedral...de repente parece que recuerda algo..ayer trajeron unas cajas para ustedes que encontrarán en sus cuartos.

Ante la observacion de Cain asiento, para temas mundanos, Una vez comentado lo de las cajas, me dispongo a levantarme, ya teniendo mas o menos aclarado como va a ser la mision, solo falta saber como lo vamos a hacer...
 

Antes de salir de la estancia me dirijo hacia el vidente. y con una reverencia, mi Nombre es Atellus y para lo que necesite aviseme. Paredes que lloran sangre, arañazos en la pared... esto no es buena señal en un planeta de psiquicos desbocados...  Despues de hacerle otra reverencia,  No se si sería posible conseguir una ametralladora pesad, para instalarla en el coche, por si tenemos problemas. ¿Done cree que nos podrián conseguir una en esta ciudad?.

Ante todo lo que estaban diciendo, Rabalias por fin comprendió en que se había metido. Es cierto que era o esto o la ejecución pero vamos... entre rebeldes armados, cosas psíquicas desconocidas y demás, era como ir a la muerte.

No estaba muy cómodo con la situación y permanecía callado y así parecía que quería continuar.