Partida Rol por web

PRÓLOGO

Sala de mando de la Operación Ira del Pancreator

Era el mayor teatro de operaciones jamás desplegado en Estigma. En la sala central de mando, en el cuartel general provisional al norte de Karma, la comandante en jefe Hera Hawkwood contemplaba el despliegue realizado sobre un mapa a escala de la zona norte de la línea. Aquello era una locura de figuras, posiciones y movimientos. Alrededor de aquel mapa más de una docena de técnicos de comunicación se encargaban de mantener la información actualizada y trasladar las órdenes de la comandante. Ella desde allí coordinaba el ataque pero confiaba la labor de campo a los distintos generales que ahora se estaban jugando la vida y la de sus unidades en la mayor ofensiva conocida de la humanidad contra los simbiontes. Hera no quería - no podía - siquiera plantearse las posibilidades de una derrota.

El objetivo era el Nido Simbionte que habían denominado Oscuridad. La elección del objetivo era la parte que más nerviosa ponía a la comandante porque se había basado en la colaboración con los propios simbiontes rebeldes. Por supuesto sólo el alto mando y aquellos que se habían encargado de la unidad Horus sabían aquello. ¿En qué se diferenciaban ahora de la Iniciativa Caronte? Por toda la galaxia se estaba despojando a los Decados de sus títulos por colaborar con los simbiontes y ellos... No podía permitirse pensar en eso ahora. En estos momentos no se contemplaba otra opción más que destruir el Nido Oscuridad. Luego que el Emperador impartiese justicia.

- La unidad Yelmo ya ha entrado en contacto con fuerzas hostiles.- informó uno de los operarios.

Hera asintió. Yelmo iba en la vanguardia y tenía la desagradable misión de servir de cebo inicial para los simbiontes. El teniente Nomad había insistido en dirigir esa unidad. Gran parte de toda esta operación había sido diseñada por él.

- Escudo entra en contacto.

- Daga entra en contaco.

- Martillo entra en contacto.

Las fichas sobre la mesa se iban moviendo, reflejando los avances.

- Espada... Lucero... Puñal... Contacto... Guantalete... Hacha... contacto... contacto...

Una una a una las unidades preliminares estaban ya enfrentándose a sus enemigos.

- Aullido ha alcanzado su posición... Ira en su sitio... Venganza preparado... Terror en lugar... Furia en posición...

La segunda oleada, que sería la encargada de ayudar a los primeros en cuanto flaqueasen las fuerzas, estaban en su sitio.

- Yelmo está cediendo. Se han atisbado refuerzos de aguijones por parte de los simbiontes.

- Desplegad a Fénix y Valkyria, que cubran a Yelmo.- ordenó Hera.

Era el momento de poner en marcha las unidades aéreas.

- Atención: Profeta nos confirma que tenemos el pasillo abierto.

Era la señal que todos esperaban. Hera tomó aire. El todo por el todo. Decenas de ojos se clavaron en ella. Aquella orden, si era dada en el momento erróneo podría hacer fracasar aquella misión y que miles de vidas se perdieran para nada. Peor que eso: Estigma quedaría a merced de los simbiontes ya que la humanidad no tenía un plan B para aquel problema. ¿Y si todo había sido una elaborada trampa? No había momento para dudas.

- Señora, Profeta confirma que tenemos el pasillo abierto.- insistió el operador visiblemente nervioso - ¿Qué debo...

- Den luz verde a unidad Pancreator. Asegúrense que Gulliver la cubre. - dijo la mujer sin que nada denotase su tensión - Y esperemos que Tanhauser haga honor a su fama.

Algunos operadores sonrieron. El capitán Tanhauser estaba de vuelta en el campo de batalla. Muchos habían crecido escuchando las legendarias historias de aquel héroe de guerra. Hera también. Y en estos momentos deseaba, con todo su corazón, que el viejo capitán hiciera honor a su nombre.

OPERACIÓN IRA PANCREATOR. Temporización: +2h 10'

El vehículo blindado descendía a gran velocidad por la pendiente. En el interior sus ocupantes, asegurados por arneses, tenían el suficiente movimiento como para poder asomarse a las exclusas de disparo en caso de ser necesario. Por el momento se aferraban a los asientos para evitar que los saltos que daba el VB-Rinho¹ los magullase demasiado. Frente a ellos se mostraba una explanada en la que tenía lugar una batalla campal de las que se cantarían gestas de linterna mágica en el futuro. El grueso de las tropas llevaba ya más de una hora en combate contra los simbiontes y en la enorme llanura se esparcían los restos de gigantescos bahamuts así como de otros VR-Rhinos que habían sido destrozados por las embestidas de esas terribles bestias. Cientos de hombres se enfrentaban a enjambres enteros de simbiontes mientras sobre sus cabezas una batalla similar tenía lugar en el aire entre las unidades Fénix y los aguijones.

La unidad Pancreator, formada por cuatro VB-Rhino como aquel, descendía por la pendiente en medio del caos escoltada por otros tantos vehículos pertenecientes a la unidad Gulliver. Pero la misión de Pancreator no era enzarzarse en combate inmediato. Al contrario. Su misión principal era cruzar el campo de batalla para alcanzar la cañada a través de la cual se internarían, en solitario, por la jungla cercana al Nido Oscuridad. Una vez allí era muy probable que los pelotones tuvieran que abandonar los VR-Rhino para alcanzar el borde del Nido y dejar su carga: una mochila en la que había una de esas misteriosas piedras que tanto alteraban a los simbiontes. La mochila iba cubierta por una substancia que negaba su funcionalidad. Cada uno de los pelotones de la Pancreator tenía una con un mismo objetivo. Recordaban claramente las palabras del teniente Nomad aleccionando a la unidad:

- Deben atravesar el campo de batalla. Cuiden de que la piedras permanezcan en la mochila en todo momento. Si los simbiontes les superan la mochila tiene un dispositivo que permite detonar una explosión de alta intensidad. Da igual quien esté a su lado, da igual los daños colaterales: si los simbiontes los reducen antes de llegar a su objetivo deben detonar la mochila para destruir la piedra. Los simbiontes no deben saber que las tenemos hasta que sea demasiado tarde para ellos.

Demasiado tarde significaba al borde del Nido Oscuro. Con que un pelotón alcanzase el borde del nido y lanzase entonces la piedra fuera de la mochila el éxito estaría asegurado. Según los Ingenieros de la base esto provocaría una disrupción en el control mental del Nido con sus fuerzas, desconectándolos momentaneamente. En ese momento de blackout actuaría el grueso definitivo de la reserva para la parte final de la Operación Pancreator: el despliegue aéreo de las unidades Fuego Fénix sobre el Nido Oscuro.

Había cuatro pelotones Pancreator, cada uno con una piedra, viajando en sendos vehículos VB-Rinho. Cuatro oportunidades. Y aquel pelotón concreto iba en cabeza. En el vehículo iban tres de los héroes que habían logrado rescatar al Extranjero cuya información había permitido aquel desplegue. Kratos, Alexander y Frank eran los primeros marines conocidos que hubieran logrado el milagro de descender a un Nido y salir con vida. Repetirlo dos veces los elevaría a la categoría de leyendas vivientes. Johantan Dax era el Caballero de la Búsqueda que conducía aquel vehículo en una misión desesperada. Kaidan era un veterano de Estigma e iba preparado para todo lo que pudiera pasar. Otros cuatro cadetes escogidos entre las filas de la desaparecida Gulliver completaban el pelotón de aquel VB-Rhino: Mila Gardner (comunicaciones), Seth Hawkwood (médico militar), Tyrel y Sophia².

El último de los soldados, Ryan, portaba las esperanzas de todos los presentes: la mochila de la piedra. Las órdenes concretas era dar prioridad a su seguridad: no debía arriesgarse más de lo necesario siendo su misión principal salvaguardar la piedra negra... o detonar la mochila en caso desesperado.

Frank estaba contentísimo de estar allí, era obvio solo con verlo. Su cara lo decía todo. No me preguntes que muerdo. Tenía un cigarrilo en la boca pero no estaba encendido. Era más un habito,manía quizás que una necesidad. Sobretodo después de haber vuelto con vida de la última misión. Lo que vió allí no le ha dejado dormir bien desde entonces. Y había visto bastante mierdo.

Pero sus pensamientos eran más pesimistas. Joder, había vuelto con vida de la misión imposible. ¿Y cómo se lo recompensaban? Mandandole a otra aún peor. Ya lo dicen por ahí. Ninguna buena acción queda sin recompensa. Y aquella era de ordago.

Vale. Tenía a Kratos y Alexander a su lado, eso siempre daba seguridad. Ya los había visto combatir y eran unas picadoras de carne.
Y un par de tipos más que parecían lo suficientemente duros como para mascar piedra y cagar arena. Vale y también algunos, que aunque se veían más verdes que los demás, tenían la suficiente presencia de animo para estar alegres con todo aquello. Joder, si hasta algunos se habían presentado voluntarios. ¿Por qué estaba él allí?.

Resignado miró su "viejo" rifle laser. Compacto. Fiable. Certero. Lo acabó de montar pues ya estaban llegando al meollo del asunto y lo había desmontado y revisado varias veces. Colocó el cargador y lo dejó listo para el combate.

Bueno. Vamos allá. Total. Tampoco es que quisiera vivir para siempre.

La mirada profesional de Frank se posó en el equipamiento de sus compañeros. Rifles de asalto¹. La misión puede que fuera de élite pero lo que era en equipamiento no se habían estirado lo más mínimo. Pistolas automáticas, cuchillo de combate. Demonios. Más que la Ira del Pancreator aquello parecía un simple enfado matinal. Esperaba que, al menos, las piedras negras cumplieran su función.

Habían avisado de que estaban entrando en una zona peligrosa, más que el resto. Así que Frank se dirigió a la torreta. Si se encontraban con problemas lo mejor es que hubiera alguién allí listo para disparar, y estaba seguro de que se los iban a encontrar. Ya que hasta ahora no habían tenido ni una misión fácil, por qué iba a cambiar la racha ahora.

-Venga chicos. Que va a empezar lo bueno-

La mirada de Alexander era más firme. La última misión le había dado confianza y le había hecho madurar como soldado. Todavía tenía mucho que aprender pero Frank había dicho buenas palabras sobre él cuando volvieron a casa y había pedido trabajar con él recomendándolo para esta misión. Era la confianza que necesitaba el joven Robertson para lanzarse otra vez apostando nuevamente su vida con malas cartas. Pero de eso se trataba, esos eran los buenos soldados, los que ganaban la partida con las cartas del revés. Pura intuición... o quizá solo pura suerte.

Aún estaba mascullando los últimos retazos de sus oraciones. Operación Ira del Pancreator. Ja, era perfecto, el mejor nombre que a alguien se le podía ocurrir y a eso se agarraba en sus oraciones el joven Hermano de Batalla.

—¿Estás listo? —le preguntó a Ryan—. Seré tus sombra y tu coraza. Si no tienes donde cubrirte, hazlo tras de mi. ¿Está claro?

Los ojos de Ryan se cruzaron con la mirada decisiva de Alexander.

—No te he oído. ¿Está claro? —gritó aunando el grito al sonido de las piezas de su rifle al encajar. A la espalda estaba ajustada aquella espada que todavía tenía el apestoso olor de aquel gusano gigante.

—Listo aquí atrás —contestó a Frank

-Otro día más, otra misión suicida en Estigma-dijo el hombre mientras revisaba por tercera vez su rifle de asalto. No parecía nervioso pero compartía el mismo humor que Frank. Conocía a algunos de ellos del campamento y sabía que eran buenos soldados, pero hacía muchisimo que no se venía metido en una batalla de tal envergadura. 

-¿No acabais de volver de otra misión hace nada?-le preguntó a Frak- menuda putada...

Kratos había terminado de afilar su katana tras haber revisado su vieja pistola blaster. Las dos armas del antiguo caballero Hazat habían visto muchas batallas pero pocas veces se tenía la oportunidad de vivir una batalla como aquella. Lanzó una mirada alrededor mirando los rostros de los compañeros. No le había parecido raro que incluyeran a Castiglioni y Robertson en aquel combate. Como él, eran soldados con el arredro suficiente como para embarcarse en una misión de ese tipo. Ya lo habían demostrado justo hacía unos días cuando se habían internado en aquel agujero lleno de simbiontes.

Para el veterano guerrero, cada día era un regalo y una oportunidad para seguir sirviendo a su objetivo. No obstante, desde aquel día, tenía la impresión de que, especialmente en aquella ocasión, se les había otorgado otra oportunidad de verdad. A pesar de su valentía y habilidad, no habrían salido con vida de no haber sido por aquel ser que había decidido traicionar a los suyos.

Una parte de él seguía incómodo con aquello. Se estaban aprovechando de un traidor para ganar la guerra... o quizá era el saber que si todo salía como el Alto Mando quería, los días de guerra en Estigma se acabarían. ¿A qué se dedicaría entonces?

Le vino una imagen de él mismo como civil y casi se echa a reir. Compuso una extraña sonrisa que cualquiera habría podido juzgar como de lunático.

-Venga chicos. Que va a empezar lo bueno-

El comentario del tirador le sacó de aquellos pensamientos.

- "Castiglioni. Deja algo para los demás ¿eh?" -comentó como un extraño sarcasmo que en el fondo reconocía la enorme puntería del tirador.

Las palabras del Hermano de Batalla hacia Ryan hicieron que su atención virara hacia allí. Aquel tipo tenía una enorme responsabilidad y ellos hacia él. Qué curiosa era la vida. En algún momento la mirada del Hermano se cruzó con la suya y entonces cabeceó. No hacía falta decir más entre aquellos dos hombres que habían vivido un infierno. Robertson sería el escudo de Ryan y él sería la hoja que cercenara la cabeza de sus enemigos. No sería la primera vez.

¿No acabais de volver de otra misión hace nada?[..] menuda putada...

La frase del soldado de piel morena llamó su atención.

-"A mi me hubiera parecido una putada que me hubieran dejado atrás. Me gusta acabar lo que empiezo o... morir en el intento. La misión que hicimos ha hecho posible lo de hoy asi que... por mi parte intentaré rematar la faena y mandar a esos bastardos a que coman su propia Oscuridad. Además, no todos los conseguimos. Se lo debemos a aquellos que cayeron". -no lo dijo de forma fanfarrona, más bien al contrario. Había cierta convicción fanática. 

Impasible, eso es lo que podía llamarse sobre el Caballero Dax. Si bien le sorprendió que le dieran a el la conducción del vehículo, se dio cuenta de que el grupo en si estaba más preparado para luchar que otra cosa. Parecía un grupo de verdaderos tipos duros, gente con la que uno no querría cruzarse en la calle, pero exactamente la clase de gente que quieres a tu lado para una misión asi.

Escucho los comentarios de atrás, y casi, casi se le formo una sonrisa en el rostro, pero estaba atento al camino y a lo que debía de hacer, llevarlos al infierno, y hacerlo con estilo. Giro esquivando un obstáculo haciendo que todo el vehiculo se moviera a pesar de ser una tortuga acorazada, y destruyo un trozo de roca bajo las ruedas ultrareforzadas del mismo.

Kaidan asintió con la cabeza ante las palabras de su compañero. Le hubiera tomado por un fantasma de no ser por el fanatismo que desprendían sus palabras que parecía ser real. Decidió que prefería no tener demasiado trato con ese tipo aunque entendía por que estaba ahí. Por suerte sus otros compañeros parecían más realistas y eso lo consolaba. Al menos sabía que si morían allí no sería el único en cagarse en todo en sus últimos momentos. 

Pese a que no era su función principal Dax manejaba el Rhino con eficiencia¹. Durante la preparación de la operación se había valorado el establecer un conductor experimentado pero eso restaría potencia de ataque al pelotón, por lo que al final decidieron otorgar dicho puesto al Caballero de la Búsqueda.

Y no había sido una mala elección. Dax esquivó con presteza los restos de un vehículo que no había tenido tanta suerte y se deslizó más allá de una pendiente, usando como cobertura una cornisa sobre sus cabezas que evitó que un grupo de aguijones realizaran un descenso sobre ellos. Después salió con gran rapidez de la cobertura y de un volantazo enfiló hacia la cañada que era su objetivo.

Alrededor del Rhino se desataba la batalla y ya estaban alcanzando la zona frontal del combate. Desde su posición Dax valoró hacia donde dirigirse.

Por un lado había una zona con una mayor densidad de combatientes de infantería enfrentándose en un choque frontal. Los simbiontes caían sobre los marines como una mortal oleada. Al pasar cerca corrían el riesgo de que alguna de las criaturas insectoides intentasen subirse al carro de combate, aunque tenían las saeteras para devolver fuego al exterior, eso sin contar la metralleta de posición donde se encontraba Frank. El grueso de la infantería simbionte lo formaban lo que los soldados denominaban simbiontes mantis. Eran criaturas insectoides del tamaño de un humano, con una forma que recordaba vagamente a una mezcla entre cucaracha gigante y mantis religiosa, sobre todo por las afiladas cuchillas que tenían en sus patas delanteras.

O podía optar por descender girando hacia la derecha. Había una enorme explanada donde algunos bahamuts lejanos se aproximaban al frente de batalla. El peligro en este caso era que una de esas monstruosidades se percatase del avance del VR-Rhino e intentase embestirlo para cortarlo. Los bahamut eran una variación de simbionte del tamaño de un elefante, cubiertos de una coraza quintinosa, dotados de ojos multifacetados. El mayor peligro era la rapidez que le concedían seis enormes patas para embestir contra los vehículos blindados usando colmillos grandes y afilados. Eso sin tener en cuenta su boca desplegable llena de dientes.

-Joder, nunca había visto un bicho de esos-dijo Kaidan observando los Bahamuts con los ojos como platos- joder y no son pocos. Oye Dax, ¿No pensarás llevarnos hacia allí? Seremos como comida en lata para esas cosas- le preguntó en voz alta bajo el atronador ruido de combate que había alrededor. No podía ver desde donde estaba todo el campo de batalla pero desde luego lo que había podido observar no le gustaba nada como pintaba.

Dax estudio el panorama, y pudo esquivar algunos peligros gracias a la velocidad, la potencia del motor y la tracción de oruga que tenia el poderoso Rhino que conducía. Evaluó los peligros y las posibilidades.

Al escuchar lo que dijo el soldado de color, el Caballero hizo una mueca, sonrió de un solo lado de la cara.

Pensaba en llevarle uno de los colmillos al emperador, Soldado Kaidan.- dijo, con voz tranquila, imperturbable. – Considero que es la via mas rápida para llegar a objetivo, aunque la mas peligrosa. Claro que… depende de que tan bueno sea nuestro tirador. Frank… ¿crees poder con uno o dos? ¿Que camino quieren? ¿Atajo o camino seguro? -

Frank conservaba la situación desde su puesto  en la torreta. La situación era jodida por cualquier camino que tomasesn. Aunque sonrió a la pregunta de Dax.

-Oh. Soy bueno. Muy bueno. Pero no es fácil acabar con esos bichos enormes. Aún así con uno o dos no debería tener problemas. Tres ya lo mismo me cuesta un poco más-

Era una fanfarronada a medías, pues aunque aquellos bichos eran duros se les podía matar con la suficiente potencia de fuego. Y el Rinho la tenía. Lo malo era que llamaran demasíado la atención.

- Atajo será entonces.-

Lo cierto es que en los escasos segundos que había dejado pasar la pregunta, el resto de la compañía, hombres y mujeres rudos, y silenciosos, quizás como el mismo, no había encontrado más objeciones mas allá de aquellas de Kaidan. Sin embargo la confianza de Frank era justo lo que necesitaba.  Tiro de la palanca hacia atrás para dar más potencia a las ruedas traseras, trabando unos segundos las delanteras, y luego puso la palanca hacia adelante, haciendo que las ruedas-orugas salieran con incluso más potencia, causando que el vehículo se lanzara hacia delante, luego de girar hacia la derecha

- Sugiero que se agarren caballeros, y marines. Esto va a ser un viaje agitado.-.

y luego susurro, para si mismo. - por la gloria del emperador -

Kratos observó la situación por la poca visibilidad que le daban las aspilleras. Escuchó la conversación que Dax tenía con el resto y cuando tomó la decisión asintió. Él habría hecho lo mismo en su lugar.

El comentario de Castiglioni le arrancó una leve sonrisa.

-"Vamos señores, si alguno de esos bichos se fija en nosotros, hagamos que lo pague caro. Así incluso podríamos desahogar a los soldados que están dándolo todo en el campo de batalla." -comentó con algo de brusquedad pero convicción, para luego colocarse en alguna de las aspilleras con la pistola blaster preparada*.

Robertson ladeó la cabeza.

—¡Qué puta manía le habéis cogido a darse con bichos grandes! —exclamó el hermano de batalla en un tono apenas audible. Quizá Ryan sí le había oído pero era difícil que alguno de sus compañeros lo hubiera hecho con el ruido exterior.

Ryan parecía desconectado. No respondía a sus preguntas y miraba a todos lados como desorientado.

—¿Es tu primera vez en primera línea, muchacho? —le preguntó directamente palmeando un par de veces su cara amistosamente—. Necesito saber que has entendido las instrucciones.

Mientra tanto Alexander miraba por una de las pequeñas ventanas del Rhino al exterior. Solo el Pancreator podía ahora guiar su camino por ese atajo. No había sido buena idea y tenía que estar alerta.
 

Kaidan puso los ojos en blanco por un instante. Allá iban, al suicidio más inmediato que se les había ocurrido. Por lo menos si lograban poner la balanza a su favor en aquella batalla morirían como héroes que ya es más de lo que podía decir la mayoría de las personas que habitaban en ese infierno.

-Vamos allá-murmuró mientras colocaba su rifle en posición junto a su asiento para no sufrir un accidente cuando impactasen y poder sacarlo rápido en caso de tener que abandonar el tanque. Aunque de ser así estaban bien jodidos.

Dax apretó el acelerón escorando su movimiento hacia donde estaban los bahamuts. Aprovechó el desnivel descendente del terreno para conseguir un aumento de la aceleración acortando la distancia que los separaba de sus objetivos. Las criaturas que ahora mismo cruzaban aquella llanura tenían su atención puesta sobre el grueso de las unidades y la zona de combate más cruenta. El marine intentó aprovechar aquella situación mientras en la torreta Frank se preparaba para cualquier cambio en la partida.

¡Y precisamente eso fue lo que sucedió!

Una de aquellas enormes criaturas había vislumbrado el avance del VB-Rhino a través de sus ojos multifacetados¹ y se lanzó a interceptarlo. Girando sobre sus seis patas el bahamut se lanzó con la intención de embestir el vehículo y frenar su avance tumbándolo con sus colmillos.