Partida Rol por web

Era el momento de esforzarse, utilizando su musculatura potenciada por la psionica y por los servos de la aceramica, agarro una enorme roca y la hizo rodar donde no hubiera compañeros, haciendo mas facil la tarea a todos.

- Aagggrrrgggg- gruño por el esfuerzo

Los marines se pusieron las pilas al ver que los soldados especiales estaban cargando con todo el peso de la situación, y eso no podía ser. Les dejaba en muy mal lugar. Así que dieron un último empujón a la ampliación del agujero hecho.

Mientras tanto Frank escuchaba los comentarios de Alexander, los cuales no eran muy halagüeños debido a todo lo que se escuchaba por aquel lado.

-Alex, Alex. Escuchame. Aquí ya estamos. No te arriesgues y vuelve. Aunque si logras hacer que el bahamut te persiga llévalo a la zona oeste de la cueva desde tu posición. Que aparezca por el pequeño promontorio que hay. Así lo alejas un poco de la entrada y yo me encargo de quitarle las ganas de que te persiga.-

Estaban inspirados.

Quizás por el valor de Alexander que intentaba detener él solo a un Bahamut en su tránsito.

Quizás por el esfuerzo sobrehumano de Dax retirando cascotes.

Quizás porque el Pancreator inspiraba fuerza en sus servidores contra la causa de los simbiontes.

O quizás, simplemente, porque se jugaban la vida y la de varias unidades de combate que ahora mismo libraban batalla en aquel frente colosal. Porque aunque no acababan de comprender las órdenes que tenían que cumplir confiaban en que alguien en la mesa que dirigía todo aquel caos militar lo tuviera claro.

Porque les habían dicho que esta oportunidad era única y no tendrían más.

Por eso cuando el disparo de Kaidan abrió paso suficiente para que alguien se pudiera colar dentro de aquel agujero infame Ryan salió corriendo con su mochila al hombro.

El marine se coló por el agujero mientras gritaba:

—¡Dejo el regalo y vuelvo enseguida! ¡Id evacuando y os pillo de camino!

Lo vieron como se adentraba en el túnel con la firmeza moral de quien sabe que, pase lo que pase, va a cumplir su misión.

Los demás habían cumplido la suya: debían escoltarlo sano y salvo hasta ese punto. Y ahora Ryan debía resolver aquel extraño final: adentrarse en la madriguera para soltar el paquete mientras los simbiontes estaban entretenidos en otras zonas. Aunque fuera de rebote todos se dieron cuenta que cegar aquel agujero les había dado una ventaja adicional: el Nido no mandaría soldados por él porque pensaría que el acceso era imposible.

Mantener la posición ya no tenía sentido. Era el momento, como decía Ryan, de evacuar.

Robertson tenía el rifle apuntando al simbionte que estaba encima del monstruo cuando sonó la voz de Castiglionni. El haz láser del rifle de Alexander impactó de lleno en aquel ser contaminado y lo hizo tambalear de su montura

—Ahora solos tú y yo —pensó el hermano de batalla antes de retroceder entre los riscos.

—Hecho —contestó a la radio mientras se movía con dificultad por la zona. La voz se notaba jadeante pero la energía espiritual del Pancreator movía la maquinaria física del hermano de batalla—. Te lo voy a poner a huevo.

Kaidan se había acercado hasta sus compañeros para ver como Ryan se metía en aquel agujero. Aquello significaba que, si ryan no la cagaba, la misión había sido un éxito. O lo sería si lograban volver a la base con vida.

-Tenemos que largarnos-dijo a su compañero- preparemos una sorpresa al "amigo" de Alexander y después salgamos de aquí cagando leches-dijo mientras recargaba su arma. 

En ese momento sonó la voz de Alexander por el comunicador:

—Hecho —contestó a la radio mientras se movía con dificultad por la zona. La voz se notaba jadeante pero la energía espiritual del Pancreator movía la maquinaria física del hermano de batalla—. Te lo voy a poner a huevo.

¿Que quería decir exactamente aquello? ¿En qué estaba pensando Alexander?

Alexander había derribado al segundo jinete —¡la Ira del Pancreator lo iluminaba!— para retroceder a toda velocidad hacia el punto donde había estado oculto, entre los farallones. El  bahamut cargó con toda su furia. Y lo hizo de tal manera que calculó mal los efectos de su embestida.

Mientras el marine se escurría a toda velocidad en la dirección por la que había vuelto el monstruo llevaba por delante columnas de roca y entre la confusión se empotraba contra la pared de la montaña, provocando un desprendimiento que hizo caer una lluvia de piedras. Si bien las piedras no eran suficientes como para traspasar la pesada coraza quitinosa del bicho esto hizo que Alex pudiera alejarse a toda velocidad mientras la criatura se intentaba levantar entre una montaña de piedras.

¡Aquello era una clara señal del Pancreator!

Se oyó un estruendo de rocas derrumbándose y antes de que los marines pudieran reaccionar vieron aparecer a Alex a la carrera por el lateral por el que había llegado. ¡Aquel loco seguía vivo!

Frank, todavía en su posición y apuntando en la dirección de la que venía su compañero, no veía rastro todavía del Bahamut.

-Joder. Si hasta vamos a cumplir la misión y todo. Lo que no sé si es bueno o malo. Porque la última que hicimos, y casi no salimos vivos, nos recompensaron con ésta.-

El agujero abierto, Ryan dentro, Alex viniendo. La cosa estaba en marcha.

-A ver. Id marchandoos, y a la que estéis a rango de radio que el vehículo venga a recogernos. Yo me quedo cubriendoos y espero a Ryan.-

Parecía que el hermano de batalla había salido indemne de su tet-a-tet con el bahamut, pero todavía no aparecía. Y a Frank ya le empezaba a picar el dedo del gatillo.

-Venga. Asoma la cabecita, que no te va a pasar nada.-
 

El esfuerzo mereció la pena y finalmente el trabajo conjunto y el empeño sirvieron para que aquel joven valiente saltara a través de las rocas hacia la oscuridad.

-"Ve con todas las bendiciones chaval..." -musitó el guerrero Hazat mientras pasaba el chaval, antes de darse la vuelta y alargar la mano hacia Kaidan para que le devolviera su bláster. Cuando la recogió asintió y añadió: "Bien hecho compañero."

Guardó la pistola en su funda e hizo una señal a los marines y a sus compañeros. "Venga, vamos, vamos, a cubierto que viene esa cosa". Mientras se movía dando prioridad a los soldados, tomó la última granada que le quedaba. La primera había sido un acierto, la segunda un desastre... esperaba que la tercera siguiera la serie y fuera útil, aunque confiaba en que Castiglioni hiciera lo suyo. 

Fue entonces cuando vio aparecer al Hermano de Batalla corriendo, recordando su anterior misión: "Será cabrón... igual el Pancreator si que le tiene en su gloria y todo..."

Dax se golpeo el pecho acorazado en señal de respeto conforme Ryan se metia en la cueva.
- Que el Pancreator y el Emperador estén contigo, hermano. –
Luego, hizo gestos a los marines para que volvieran, esperaba que el otro equipo estuviera listo para hacer la acción de salir de allí, y al menos algunos de ellos pudieran contar esta aventura, si no todos.
Escucho como Behemoth ( bahamut???no es un dragon?) se aproximaba, y bajo junto con Kratos y Kaidan. Sonreia el Caballero de la Busqueda, y saco su enorme espada de su espalda, se coloco cerca de ambos por si debía actuar. Pero casi nada parecía borrar la sonrisa del caballero de la Busqueda.

Ryan corría a toda velocidad por el túnel con la mochila en sus manos. Se movía por instinto en aquellos túneles oscuros, ignorando los ramales pequeños y siguiendo, tal como le ordenaron, el principal. Recordaba las instrucciones que le habían dado.

Cuando esté dentro de los túneles procure que los demás marines queden fuera. Esto no será bonito, soldado, y su entrega y valor lo hace merecedor de las más altas condecoraciones. Tanto si lo logra como si no su familia será debidamente recompensada y podrán reclamar, al final de la Guerra, su parcela en Estigma, sumada al título que ahora mismo están tramitando como pertenecientes a la Casa Hawkwood.

Era un pequeño precio por su vida. El pequeño Salek sería Salek Moravian Hawkood. Acabara o no la guerra, consiguieran o no esas tierras, su hijo tendría abiertas las puertas de su futuro como un noble servidor de los Hawkwood, hijo de un padre condecorado. Mireia reharía su vida. Algún día lo perdonaría.

En cuanto llegue al punto sin retorno debe soltar la carga. Es muy agresiva. Lleva unas pastillas en la mochila. Debe ingerirlas para no sentir nada. No hace falta que sufra soldado, maldigo la necesidad de que alguien deba cumplir esta misión pero no quiero añadir a esto un sufrimiento innecesario. No hay mayor acto de valor que entregar la vida por su Emperador y por los Mundos Conocidos.

Ryan sentía el movimiento en la mochila. No eran piedras negras lo que llevaba allí, pero si los otros lo hubieran sabido... ¿qué habrían hecho? ¿se habrían negado? ¿lo habrían comprendido? No se podía correr el riesgo.

Se detuvo en seco, en medio de la oscuridad. Lanzó un suspiro y musitó una pequeña plegaria al Pancreator mientras desactivaba el explosivo de la mochila. Sería una fea ironía que por un error se activase ahora. Vio las capsulas del medicamento y dudó un momento. ¿Y su efecto letárgico actuaba demasiado rápido? Le habían dicho que tendría un minuto hasta que la substancia actuase pero ¿y si algo fallaba?

Dejando las pastillas en su compartimento abrió la mochila. Su último pensamiento fue para Salek. No lo hacía por el Imperio, ni por salvar a la Humanidad. Lo hacía porque Salek no tuviera nunca que tomar una decisión como la que él había tomado.

A partir de ese punto podrá estar seguro de que la Humanidad tiene una deuda infinita con usted soldado. Quiero que entienda que estas son medidas desesperadas para una situación desesperada. Su familia será recompensada como es debido pero no deben saber nada de esto. Nadie debe saberlo, ni siquiera los de su escuadrón. A efectos de la misión usted lleva ahí unas piedras negras anuladoras de la entidad simbionte, como las que lograron evacuar de Gulliver. Ha sido seleccionado porque es usted un hombre leal y ha demostrado su valía y entereza en otras misiones. Ésta será su misión final. Es usted el orgullo de los Mundos Conocidos.

Cuando sintió el dolor sus últimos pensamientos fueron para Salek y Mireia.

Daba su vida por ellos y su futuro. Sería mucho más de lo que jamás podría lograr en su vida.

Incluso en ese momento siguió pensando que no era un mal trato.

La montaña tembló.

Los marines se replegaban a toda velocidad. Dax se preparaba por si llegaba el bahamut. Frank ansiaba que llegase el bahamut, cubriendo su posición.

Pero entonces la montaña entera tembló como si fuera un maldito volcán.

Todos escucharon el aullido. Era un aullido desgarrador que resonaba en sus cabezas, no en sus oídos, un aullido que venía de algo que estaba en el interior de aquella montaña. Algo vivo, tan grande y poderoso que aterraba solo pensar en él. Por un segundo se vieron conectados a la locura de la mente colmena. Eran H'krak'ah, que en lengua humana se traducía como Guerrero Oscuro. Eran cada uno de los aguijones que sobrevolaban el Nido buscando al intruso. Eran el bahamut cegado por las rocas y la decena de bahamuts que embestían ahora contra los coches blindados. Eran los simbiontes insecto que intentaban parar aquel carro de combate que bajaba a toda velocidad por la ladera de la montaña abriendo fuego. Morían y mataban. Pero sobre todo gritaban de dolor. Porque la Red Vital se estaba defendiendo de la Oscuridad y ahora estaban siendo destruidos.

Y de pronto el aullido salió de sus cabezas.

Comprendieron, de alguna manera, que ahora todos los simbiontes estaban desconectados de su líder porque éste había sucumbido. ¿A lo qué? ¿Qué era tan terrible que hasta el Señor Oscuro había sentido miedo antes de romper su lazo?

Su mente humana intentaba reparar lo que acababan de ver. Durante muchas de las noches que les quedaban se despertarían gritando recordando haber sido parte de la Colmena Oscura aunque sólo fuera por unos segundos. Algunos no lo soportarían y buscarían el abrazo de la Oscuridad. Igual que había hecho H'krak'ah. Pero H'krak'ah había sido desconectado de la Red Vital. Ya no era una amenaza.

Los marines intentaban procesar esa información, esos datos inconexos que no tenían sentido para ellos.

Pero mientras lo hacían intentaban sobrevivir a la horda de simbiontes que, sin una mente maestra, se habían vuelto locos y atacaban a todo lo que se movía, incluso a sus propios hermanos, en una furia berserker.

¡Y fue en ese momento cuando llegó el VR-Rihno bajando la ladera a toda velocidad!

Jonathan Dax esperaba la llegada de la Bestia al lado de sus compañeros de Batalla, con los que había sufrido en las últimas horas. Morir o vivir, no importaba en este momento, porque la misión se había cumplido.
Una intuición, o la sucesión de los hechos. O el hecho de que la bomba la llevara un portador Psi, le habían dado el conocimiento de que para Ryan y probablemente para ellos también, la misión sería una misión suicida. No le importaba, la gloria del emperador y la salvación de la humanidad venían primero.
Luego de alistar su hoja de niebla y colocarse en posición de ataque frontal, en caso de que las poderosas balas de sus compañeros no acabaran con el Behemoth, y tuviera que terminar su carga el mismo, se dio cuenta, un segundo antes, de que no sería necesario. Por lo que la guardo y se arrodillo, cerrando el casco de su aceramica, y colocándose en posición de rodillas. Había percibido, una milésima de segundo antes lo que iba a ocurrir.
La montaña exploto como un volcán, escupiendo fuego, tierra y roca en todas direcciones y llenándolo de escombros. La Armadura amortiguo los sonidos de la explosión dentro del casco.
Por un segundo, la mente de Dax se sintió unida a la Red Vital, e intento cerrar contacto. Aun así, imágenes de la amenaza simbionte quedaron grabadas en su mente, el peligro real que representaban, su cantidad, forma, y maligna presencia.

Se puso en pie, dando una oración por el sacrificio de su compañero, su muerte no había sido en vano. Sabia y escuchaba el caos a su alrededor, ya no coordinados por una simple mente, las fuerzas se movían sin coordinación entre ellas. La amenaza actual no había sido derrotada pero habia sufrido un revés importante.
Era suficiente, de momento.
El ruido del VR-Rhino, llego hasta ellos. Con grandes zancadas se aseguro de que cada uno de los compañeros que estaban aun lejos, llegara hasta el mismo, y finalmente, le dijo al que conducia
- A un lado Soldado. Bien hecho.- indico con voz grave al conductor. – Hizo rugir el motor. – ¿Todos listos? Volvemos a Casa. Fuerza y Honor, Soldado Ryan. Tu sacrificio no fue en vano. Fuerza y Honor! –
Hizo rugir el motor, las ruedas giraron sobre el eje varias veces con el freno aun puesto lo libero, y el vehiculo salió arando ya con una velocidad fuerte y emprendió el camino de regreso.

—Corred... a cubierto —gritaba Robertson cuando apareció detrás de la montaña.

El Pancreator había intercedido por él y había derribado a aquella criatura del tamaño de un elefante y lo había sepultado bajo la loma de la montaña. Pero él sabía que eso solo era un tiempo que le había dado el Pancreator, un tiempo que tenía que aprovechar al máximo. Cruzó la mirada con Castiglionni que esperaba ansioso con su rifle preparado, aunque la cara de Alexander pronto le reveló que esa tarde no habría presa.

De repente se quedó parado y se echó las manos a la cabeza, arrodillándose en el suelo. Aquella mente colmena estaba inundando también su cabeza y esa inmundicia trastornaba al hermano de batalla sobremanera. Pasados unos minutos el rugido del VB-Rhino sacó del trance a Robertson y volvió a reemprender la carrera hacia el vehículo.

—¿Dónde está Ryan? —preguntó casi con desesperación. Pero la mirada de sus compañeros le revelaron la triste verdad. Alex hizo ademán de correr hacia la cueva para ayudar a Ryan pero fue Castiglionni¹ quien, poniendo una mano en el pecho del hermano de batalla el que le hizo comprender del todo lo que sucedía.

Asintió. Él hubiera hecho lo mismo si se lo hubieran pedido. Sin ninguna duda.

Espero a que todos los compañeros hubieran embarcado en el vehículo y se encaramó en él, por la parte exterior. No podían dejar a nadie en tierra y no había espacio para todos dentro.

El rugido del vehículo a los mandos de Dax se confundía con el del rifle de Robertson apartando a los aguijones que revoloteaban desquiciados.

Casi una hora más tarde habían salido de aquella zona Cero y la situación se tornó más calmada. Robertson se sentó sobre la estribera superior del Rhino mirando a lo lejos, hacía aquel lugar donde Ryan había dado su vida por la causa. Mucho debían aprender el resto de marines de esa actitud. Alexander Robertson había aprendido esa valiosa lección: él sería un gran marine y los demás acabarían comprendiendo que ese joven tendría mucho que decir en esa historia.

No hacía falta que Alex les dijera que tenían que correr. Las explosiones distantes y los bichos frenéticos eran señal suficiente para saber que tenían que salir de allí cagando leches. Por suerte el VR-Rhino le había salvado el culo. Casi de un salto se metió en él. Desde ahí dentro se escuchaban los ruidos de fuera, los gritos de los simbiontes, los disparos, los gritos de los soldados en retirada.

El ruido era ensordecedor y, pese a la falta de espacio, todo el mundo dentro del Rhino se movía nervioso tratando de salir de allí con vida, disparando a los bichos y conduciendo a través de la maleza como mejor podía. Kaidan apenas tenía sitio así que se encogió en un rincón cerca de una de las rendijas metálicas por la que un marine estaba disparando a todo lo que se acercaba al Rhino. Apoyó su arma a su lado y cerró los ojos mientras se alejaban de la batalla. La misión había concluido con éxito pero aquellas visiones, todo aquello que había visto y sentido... era más de lo que podía procesar en ese momento. Y estaba seguro que no había sido el único en verlo. Necesitaban un descanso, unas vacaciones, pero aunque la batalla había acabado la guerra parecía lejos de terminar.

Frank estaba ya visualizando su objetivo, pero éste nunca acabó de llegar.Iba a preguntar qué narices pasaba cuando todo se fue a la mierda. La cueva y todo lo que había dentro explotó, seguramente salvandoles la vida al aniquilar lo que les iba a venir encima. Ryan era el causante de todo, no había duda alguna.

-Será cabrón. El muy joputa lo ha logrado. Ha acabado con el nido y con lo que hubiese ah...-

En ese momento cayó al suelo al enlazarse con toda la maldita red de aquellos seres. La cabeza de Castiglionni no es que estuviera muy bien ya antes, y eso sin contar con la otra experiencia similarmente jodida que tuvo en la última misión. No ganaba para pesadillas.
Cuando terminó se levantó con mucho dolor de cabeza y sangrando por la nariz. Y se reunió con sus compañeros, los que quedaban, que eran más de los que hubiese apostado. Encendió un cirgarrillo mientras se acercaba. Se lo había ganado.

-Total, seguro que de cancer no voy a morir.-

Cuando llegó Alexander, el otro bastardo afortunado, estaba preguntando por Ryan. Cuando se dio cuenta de lo que todo implicaba quiso ir a buscarle. Frank le detuvo poniendo una mano en el pecho del hermano de batalla.

-Ha hecho su trabajo. Tú habrias hecho lo mismo. Y lo sabes.-

No hizo falta decir más. Subió al Rhino aun con el cigarrilo y se sentó en el primer hueco que vio.

-Nos vamos a casa chicos. A casa.-

Cerró los ojos y simplemente se dedicó a fumar durante el camino de vuelta. Tampoco había mucho más que añadir. La jodida misión había sido un éxito. A ver con qué nueva locura suicida les recompensaban ahora.

EPÍLOGO

—Nunca podremos justificar esto.— dijo Hera Hawkwood mirando el mapa desplegado ante ella.

Habían triunfado pero ¿a qué precio? Los semblantes de los máximos coordinadores de aquella batalla que había destruido uno de los Nidos más importantes de Estigma no parecían reflejar la victoria que habían obtenido. El teniente Nomad habló con voz tranquila:

—Si todo va como esperamos nunca deberemos justificarlo. El soldado Ryan ha muerto como un héroe y su familia obtendrá el título de Hawkwood. El Nido Oscuro ha sido barrido y todos sus miembros están ahora matándose entre ellos. Nuestras tropas se retiran. Sólo los que estamos aquí y Ryan sabíamos el contenido de la mochila.

—Y la Madre.— le recordó el capitán Tanhauser lanzando una bocanada de humo de su puro —Y el Viajero, claro.

—Por el amor del Pancreator,— dijo la comandante Hera —son simbiontes. Dudo que nadie los vaya a entrevistar ¿no?

—El Viajero ha vuelto a su Nido. Esta jugada sólo funcionaría una vez y lo ha hecho. Ahora sólo nos queda encargarnos del Caudillo y habremos terminado con la guerra en Estigma.— informó Nomad —En todos estos años de lucha nunca habíamos estado tan cerca de terminar con la guerra.

—Su fe en el Viajero y en la Madre es encomiable, teniente Nomad.— le contestó Tanhauser —Quizás deba recordarle que no podemos saber a ciencia cierta si esos simbiontes nos están usando para eliminar la competencia para luego lanzarse sobre nosotros.

—Sea ese su plan o no es algo que no cambia las cosas Capitán Tanhauser.— la comandante Hera respetaba a aquel emblema viviente de la lucha en Estigma, pero no podía permitirse que siquiera él pusiera en duda su mandato —Al final el resultado será que eliminaremos dos tercios de la fuerza simbionte en Estigma. Si luego no llegamos al prometido armisticio con la Madre entonces estaremos igualmente cerca de erradicar la amenaza simbionte de los Mundos Conocidos.

El capitán aceptó el resumen estratégico a regañadientes. Después de todo no había otra cosa que pudiera hacer.

—Nuestras tropas se replegarán. Estamos a una estación de que llegue un reemplazo. Mientras tanto analizaremos los movimientos de la Madre. Según la información que nos dio atacará éste Nido y éste otro: pertenecen a la nobleza simbionte que se enlaza con el Caudillo.

—Nobleza simbionte... menuda tontería.— Tanhauser no pudo evitar reírse.

—Hemos quedado que esa sería definición, por analogía, de los simbiontes inteligentes que a su vez son nexo con la carne de cañón. No podremos repetir algo como lo de hoy. En primer lugar porque el Caudillo ya estará alertado de lo sucedido. El grito PSI fue incluso recibido por nuestras tropas, sabemos que los simbiontes amplifican dicho poder hasta términos inimaginables. Pero además el Caudillo no tiene enlace directo con las tropas de sus nobles. Precisamente para evitar algo como lo que hoy le pasó al Señor Oscuro. Deben, por tanto, cercenarse cada uno de sus tentáculos. Mientras la Madre empieza esta labor nosotros nos reabasteceremos preparándonos para dar el golpe final.

—No seré yo quien rechace un respiro en esta guerra, aunque sea corto. Los muchachos necesitan lamer sus heridas.

—Bien, me alegro que por una vez esté de acuerdo en algo capitán Tanhsauser.— dijo con una sonrisa de complicidad la comandante. La sonrisa desapareció cuando se dirigió a Nomad —¿Y qué pasa con el Emperador, los Decados y la Iniciativa Caronte?

—El Ojo Imperial se encarga de todo. En estos momentos el Emperador debería estar totalmente informado y las pruebas para hacer caer a la Casa Decados serán incontestables. Si hubieran compartido los conocimientos de la Iniciativa Caronte esta guerra quizás habría terminado hace décadas. Serán eliminados con precisión quirúrjica del mapa estratégico y no sólo sus enemigos se encargarán de rematarlos sino que ningún posible aliado querrá ayudarlos en cuanto se sepa que han extraído material simbionte sin control de Estigma, amenazando a los Mundos Conocidos.

—Espero que tenga razón Nomad. Lo último que necesitaríamos en estos momentos es quedar aislados en un planeta repleto de simbiontes mientras el Imperio se enzarza en una guerra civil.

Pero aquello no estaba en sus manos. Sólo podían esperar que las cosas en Bizantium Secundus fueran como el teniente Nomad les contaba.

Y rezar al Pancreator.