Partida Rol por web

Las dos mujeres buscan un lugar próximo en el que esconderse. Tras recorrer unos metros de pasillo y encontrar una par de puertas blindadas cerradas con el seguro se dan cuenta de que los pasillos imperiales están perfectamente diseñados para evitar precisamente eso: los lugares en los que ocultarse.

Un escalofrío recorre sus cuerpos, no saben muy bien si a causa de haberse alejado de la fuente de calor que supone el incendio, o a causa del miedo que sienten al tener que enfrentarse solas a todo un destructor imperial.

Todo está en silencio y lo único que escuchan son sus propias respiraciones agitadas y el retumbar lejano de las explosiones del motor.

Con desesperación, Meddeth apoyó  la espalda sobre uno de los laterales del pasillo, ni siquiera iban a poder cubrirse en caso de que hubiera un intercambio de disparos. Suspiró profundamente varias veces hasta que recuperó la entereza y habló a su compañera.

- Volvamos al principio, quedemonos allí y vigilemos un acceso cada una por si viene alguien...

Sasha asiente y sigue a la senadora de vuelta al acceso a la sección de ingeniería. El aire ya está caldeado incluso unos metros antes de doblar la última esquina previa a la puerta.

Las dos mujeres abandonan su posición cuando los hombres aun no se han organizado por su cuenta y siguen discutiendo en la reducida estancia del terminal.

Apenas han torcido la primera esquina en dirección hacia el turboascensor cuando una gigantesca explosión en el motor de la unidad de propulsión sublumínica les tira al suelo. Aturdidas por la onda expansiva, necesitan unos segundos para recuperarse de la conmoción y levantarse. Cuando se asoman por la esquina pueden ver que la onda expansiva ha destruido por completo las inmediaciones de la puerta que acaban de abandonar. Donde antes estaba el marco de la puerta de seguridad, ahora hay un inmenso boquete y los restos de la puerta están empotrados contra la pared contraria del corredor. El suelo del corredor ha desaparecido, dejando en su lugar a un amasijo de hierros incandescentes y placas fracturadas. Los paneles del techo se han caído en su mayoría o han quedado colgando de algunos cables. Salpicados aquí y allá, pueden ver pequeños conatos de incendio.

La joven senadora estaba al borde de sufrir un ataque de ansiedad. Por más que avanzaban lo único que encontraba eran explosiones, cables chisporroteando, fuego, metal fundido y amasijos de hierro. Estaba segura de que tarde o temprano alguna explosión acabaría por alcanzarla y la mataría. Con angustia, Meddeth se puso en pie y empuñó con más firmeza el bláster.

- Vamos, Sasha - y reuniendo fuerzas echó a correr alejándose de la explosión.

Los pasos a la carrera de ambas mujeres repiquetean sobre el suelo del pasillo. Ninguna de ellas está acostumbrada al ejercicio intenso, así que pronto su respiración se vuelve agitada. Recorren en menos de un minuto la distancia que les separa de la pequeña sala en mitad del pasillo en la que se encuentra la puerta del del turboascensor, ahora cerrada, y pulsan los controles para llamar al elevador.

Mientras las luces que indican la posición del transporte avanzan, Meddeth y Sasha tratan de regular su agitada respiración. Cada inhalación les parece más estruendosa en el silencio de la nave. Silencio sólo roto por un apenas imperceptible rumor y alguna lejana explosión cuyo sonido les llega amortiguado. La pequeña carrera les ha permitido mantener el calor, pero ahora que se están paradas el frío estelar se agarra a sus ropas empapadas por el sudor.

Meddeth se rodeó el cuerpo con los brazos, disimulando los temblores de terror entre los temblores del frío. Observó con impaciencia cómo el elevador se acercaba a su posición y luego miró a su compañera. De pronto se le ocurrió una terrible idea y se separó un momento de la puerta del turboascensor. Pegó la espalda al panel contiguo para evitar que alguien pudiese salir de dentro y dispararles. Le indicó a Sasha que la imitase, que saliese fuera del campo visual que pudiese tener cualquiera que saliese del ascensor y afianzó el bláster entre las manos.

Creo que somos las unicas estupidas que se meterian en un elevador ahora mismo, con las epxplosiones ataque y fallos que esta teniendo este sitio, es ocmo una lata de sardinas....

Me puse a un lado de la puerta, respirando de forma profunda, un poco doblada y con el blaster bien sujeto.

Las dos mujeres toman posiciones a ambos lados de la puerta del turboelevador. Por fortuna el panel del turboelevador es una semicircunferencia que ofrece a ambos lados una posición difícil de ver por alguien que salga de la cabina.

Finalmente las puertas se abren y un pequeño droide de mantenimiento sale del ascensor emitiendo chirridos ociosos. Avanza rodando un metro y entonces se percata de la presencia de las dos mujeres armadas. Se asusta y acelera para intentar escapar por el pasillo en dirección contraria a la que lleva a la zona devastada por la explosión.

La senadora dejó escapar el aire cuando vio al droide y sonrió de puro alivio cuando se dio cuenta de que no había subido nadie. Aún así, se asomó con cuidado al interior del ascensor por si había alguien esperando dentro...

Según el pequeño droide se interna por el pasillo, Meddeth se asoma con mucha precaución al interior del elevador y lo encuentra vacío.

Tengo el arma lista y noto como sale alguien de dentro, todo mi cuerpo se tensa y entonces veo un pequeño droide... Joder... Pienso aliviada esperando unos segundos por si sale alguien ams tras el. Si no es asi me asomo dentro con el arma por delante para dirigirnos a nuestro destino.

Cuando se aseguró de no había nadie dentro, miró a su compañera relajándose un poco.

- Vamos, puede que nos estén esperando... - miró el panel de control, según el mensaje debían bajar 5 niveles.

Accionan el panel de control y las puertas del elevador se cierran con un suspiro. El campo de repulsión es uno de los grandes logros de la tecnología que hacen la vida algo mucho más agradable. Con él, a diferencia de lo que experimentarían en otros sistemas de elevación mecánicos que se utilizan en los planetas más pobres o menos desarrollados, las mujeres no sienten la menor aceleración ni escuchan ruido alguno. Lo único que les permite saber que se han puesto en marcha es el avance de las luces que indican el nivel en el que se encuentran.

- Meddeth algo me huele muy mal, asi que ten cuidado, dejame salir a mi primero, no creoq ue hayas usado muchas veces uno de esos - Le digo mirando de reojo la pistola que lleba agarrada como si la vida le fuera en ello, la verdad es que yo tampoco habia disparado muchas veces pero al menos habia tenido una pequeña instruccion de como hacerlo con algunas practicas, lo mio era pilotar y disparar a otras naves, no a personas...

Meddeth estaba nerviosa, pero años de soportar tremendas responsabilidades en el Senado habían logrado que su expresión resultase siempre neutral. La procesión va por dentro, como solía decir su padre. Aún así, desde que había escapado de la prisión, se había relajado, había dejado de fingir sentirse bien cuando estaba que se subía por las paredes de pura frustración. Por eso agradeció el comentario de la piloto. Aunque habían empezado con mal pié, tenían que seguir juntas en esto.

- He disparado unas pocas veces... - musitó. - Pero nunca contra una persona y no sé si voy a ser capaz de hacerlo llegado el momento... - dijo tragando saliva.

El elevador continúa su descenso por las entrañas del maltrecho destructor imperial. Una lejana explosión y una ligera vibración de la cabina del transporte les recuerdan lo apremiante de la situación en la que se encuentran. Los indicadores luminosos muestran que ya falta poco para llegar al nivel en el que se supone que deben buscar a sus compañeros.

La escucho y suspiro - Solo tienes que pensar en que eres tu o la otra persona, yo tampoco tengo mucho aprecio a las armas... - Le digo apoyando una mano en la pared del elevador cuando vibra por la explosion.

Miro el panel y veo que ya no queda nada, me prepara a un lado de las puertas para cuando se abran estar algo cubierta por si alguien espera a la salida.

Meddeth suspiró, solo esperaba no tener que utilizar el bláster, eso prefería dejarselo a Sean, que parecía el más entrenado de todos para estas lides. Cerró los ojos un momento y dejó escapar el aire. Viendo que el ascensor llegaba al destino, se situó al lado de la puerta apoyando la espalda en el panel para que nadie la viera cuando las puertas se abriesen.