Partida Rol por web

Me dirijo a Lord Dineval y le digo lo que vimos:

Señor fuimos sigilosos e invisibles, siguiendo las huellas que encontramos en el camino, al rodear la montaña Vimos a cientos de hombres rana de piel celeste vestidos con harapos y armados con cimitarras y arcos cortos, encorvados y de una altura de 1,60 metros arrastrando sus brazos por la nieve. Una docena de hombres rana de piel azul armados con espadones y vestidos con corazas destacando no sólo por su color si no también por su altura pues miden unos dos metros y pico. También vimos gigantes de la escarcha con grandes trozos de hielo como rocas en sus brazos y troncos de árboles a su espalda, de pelo blanco con una altura de unos 4 metros y pico. Vimos un dragón sin alas de 15 metros de longitud (de los cuales 4,5 metros son cola) es blanco, largo y estilizado, con cuernos, colmillos y zarpas...Y por último vimos un humano con pinta de mago, en el centro de todo el ejército junto con lo que parece un dragón en miniatura de 1 metro de largo y 1,20 de envergadura con las alas.

Galand y Logen los contaron en su totalidad.

Sospechamos que el mago es el más peligroso, porta un orbe, un objeto maldito que debe ser destruido. Tenemos qué ser sinceros con vos, ese es el motivo por el que estamos aquí, tenemos que destruirlo o aislarlo.

El cansancio no había hecho mella todavía en el grupo. Sobre todo en la paladina, que tomó la iniciativa. Las ciudades podían ser arrasadas en unas pocas horas. Era el momento de tomar decisiones. 

Señor, le recomendamos refugiar a los habitantes de la Cinco Villas cuanto antes, así como pedir ayuda a los enanos, si lo cree factible. Como bien dice la Dama Irinade Tilmarell, hemos venido a luchar contra la amenaza que supone el ejército, capitaneado gracias al poder del orbe. Si acabamos con el mago portador, creemos que el ejército se dispersará. Lo que seguirá siendo peligroso, pero habremos eliminado gran parte de la amenaza. Nuestro sabio y erudito Za Harvaya le podrá dar más detalles. Por mi parte, puede contar conmigo para intentar acabar con el mago. Mi magia está a su servicio. 

Dijo con respeto y gravedad. 

Za Harvaya dio un paso al frente, y se puso al lado de Sidoc para dirigirse a Dineval. -Mi camaradas os han explicado bien la situación. Hay que evacuar las villas, y preparar un plan para luchar contra ejército invasor. Sé que una magia poderosa mantiene unido ese ejército, y la clave es el mago. Si tenéis tropas, tanto elfos como enanos, para poder darnos apoyo, es posible que podamos preparar un plan para matar al mago enemigo.

El sabio le miró fijamente. -Así es la situación. Necesitáis nuestra ayuda.

Dineval mira a Edio y este asiente. -Habéis hecho un buen trabajo y ahora me ofrecéis vuestra ayuda sin pedirme nada a cambio. Si salimos de esta os compensaré como pueda, os lo aseguro. No deberíamos en mi opinión pedir todavía ayuda a los enanos hasta que sepamos con total seguridad de que nos van a atacar. Creo que lo mejor sería ahora advertir a las demás Villas de que se vengan al castillo. Descansad mañana veremos como se presenta el día.

Sidoc no estaba tranquilo con la placida resolución de Dineval. 

Señor, agradezco que nos ofrezca cobijo y descanso, mas no podré descansar sin saber que se está vigilando el avance del ejército enemigo. Necesitamos sus movimientos para poder defender mejor a la población. Si no dispone de exploradores, yo mismo saldré a su búsqueda si me lo permite. 

Galand dio su informe, dando detalles de todo lo que había visto, número de criaturas de cada tipo y posibles formas de organizar la defensa.

En su opinión el mago era el que aglutinaba todo aquello y matarle sería lo más importante.

Al escuchar la declinación de pedir ayuda a los enanos Galand no se lo podía creer. Dineval estaba loco o era un insensato. Dejar los terrenos cercanos para que el ejército los saquee a placer significaba que no se podía iniciar una guerra de desgaste. Se jugaría todo a una carta y en el caso de que el enemigo se acercase sería demasiado tarde para pedir ayuda. Tal vez Dineval tuviese un as debajo de la manga pero él no veía que las perspectivas fuesen a ser buenas si a aquel ejército se le dejaba acercarse sin que sufriese bajas.

Tal vez Baaler había confundido de algún modo la mente del dueño del castillo. La mejor guerra es la que no necesita pelearse.

Tenía mucho en qué reflexionar y se decidió a guardar el tiempo que pudo para, una vez conocidas las advertencias de Za controlar o por lo menos ser capaz de activar a su orbe. Se centró relajando su respiración y poco a poco entró en trance. Galand había aprendido a entrar en ese estado para agudizar sus percepciones y autoconocerse y para examinar los problemas de un modo especial.

Se hizo uno con el orbe y le observó por primera vez del modo correcto. Por fin podía asimilar sus enseñanzas.

Mientras que sus compañeros departían con el Lord del castillo, Irinade barajaba la posibilidad de adquirir una espada ancha de mejor calidad, quizás de manufactura enana. Era conocido que las armas y armaduras forjadas por los enanos eran famosas por su buena manufactura. Quizás no era el momento apropiado, pero algo dentro de ella bullía, necesitaba  aprovechar el momento  y la ventaja para adquirir mejor material para ella y sus compañeros, y finalmente se decidió cuando tuvo la oportunidad en un momento de silencio, de forma sutil como a ella sola le caracterizaba, exclamo:

Milord mi espada esta mellada y es conocido que en estas tierras hay armas de gran manufactura, cabría la posibilidad de mejorar nuestro equipo de cara a la batalla que se aproxima.

Estaríamos muy agradecidos, incluso si nos permitiera a modo de prestamó o cesión el uso de las mismas, como bien hemos demostrado, mis compañeros y yo somos un equipo formidable y todo equipo que nos pueda ser facilitado no es poco. Le puedo asegurar que en nuestras manos será bien empleado! Así mismo sería una muestra de buena voluntad.

El erudito dio un paso a un lado, pensativo. Algo no encajaba, y necesitaba unos segundos. Se frotaba la nariz mientras miraba al suelo, y luego respiraba hondo. ¿Por qué no avisar a los enanos? ¿Por qué piensa que el ejército invasor igual no les va a atacar?

Za Harvaya miró de reojo a Galand, pero estaba meditando. Sidoc se ofrecía a ayudar a los demás a manejar sus orbes. Eso era importante, el grupo necesitaba disponer de todos sus recursos lo antes posible. Volvió a dirigirse al señor del castillo, pero esta vez atento a sus reacciones: -Milord, no avisar a los enanos puede ser peligroso, ya que cuando llegue el ejército enemigo igual ya es tarde. Nosotros estamos aquí para ayudar, pero somos muy pocos contra todo un ejército. Desconozco las intenciones exactas del mago que los lidera, pero es muy posible que pasen de largo las Cinco Villas. No es un ejército hecho para saquear, sino para destruir. Una poderosa magia mantiene unida a esos monstruos. No comprendo qué le hace dudar de las intenciones de los invasores, señor. El Lord Dragón de la Luz nos avisó que un ejército iba a atacar este castillo, y por eso hemos acudido. Hemos visto el enemigo. Y vuestros exploradores que fueron enviados con anterioridad no regresaron.

Mira a sus guardias y os devuelve la mirada primero a Sidoc -Pondremos vigías; pero debéis saber una cosa el resto de los dirigentes de las Cinco Villas hacen caso omiso a mis advertencias del ejército enemigo, no creen que haya tal hueste, están escasos de pesca y no quieren dejar de trabajar por unos "indicios" lo llaman. Ahora mira a Irinade -Si queréis mejores armas las tendréis. Se dirige a Edio -Traeles armas mejores tú sabes cuales utilizan. Ahora mira a Za Harvaya -No sé quién es ese Lord de la Luz que dices, imagino que un adivino, pero ¿cómo voy a pedir ayuda a un pueblo aliado si ni siquiera mi pueblo está unido?

-Yo no lucharé por vos Dineval, este no es mi sitio. Partiré con la primera caravana que vaya hacia mis tierras. Lo siento compañeros pero esta no es mi lucha. Es mi decisión, respetadla.

De repente Turak cogió por sorpresa a sus compañeros, el mismo quería partir para su tierra y quería que se respetase su decisión. Irinade se quedo congelada, así como el resto. Se hizo un gran silencio, sus compañeros sorprendidos lamentaban su ida, a modo de despedida la paladina inclino la cabeza mostrándole su respeto por tal decisión. 

Lo siento terriblemente.

Respondió el elfo.

Que haya sol y agua en tu camino y que descanses en el claro que hay al final.

Luego recordó las graves palabras de Dineval.

Si no os apoyan os obligan a pelear en un solo combate. Debéis prepararos por lo tanto para lo peor. A mi también me interesa ver armas que puedan ayudarnos, las que poseo son buenas pero no tienen propiedades mágicas y contra un dragón o un gigante quiero toda la ayuda de que pueda disponer.

Vayamos pues Edio: Armas, armaduras, escudos, pocimas, anillos, etc..  todo que se pueda es poco!

Siguiendo a continuación las indicaciones del explorador.

Turak, os respeto. Siempre lo he hecho, aunque no lo creáis. - Contestó tras un largo silencio mientras observaba cómo se marchaba. Su corazón se encogió ante la despedida tan fortuita. 

Miró al frente y vio a sus compañeros y al noble Dineval. 

Tienen gigantes y un dragón de cierto tamaño. Creo que pueden estar preparados para atacar los muros del castillo con los bloques de hielo como rocas y el aliento del monstruo. Pero aguantarán un asedio más tiempo que las poblaciones. Mande emisarios a las plazas de las Villas. Avise a sus gentes, no a las autoridades. Diga que todo el que se encamine al castillo tendrá cobijo y guarda del ejército que se avecina. Quizá los dirigentes no hagan caso, pero el pueblo podrá elegir por sí mismo. Si les protege, se convertirá en el líder que necesitan. Quizá ésto una las Cinco Villas. 

Yo no necesito armas ni armaduras. Lucho con mi magia. Pero si tienen algún objeto encantado, quizá me pueda servir. 

Za Harvaya miró a Turak en silencio, y asintió con la cabeza, emocionado. Quería expresar de alguna forma lo que sentía, cómo le había hecho ver su propia vida de otra forma, pero no le salían las palabras. No obstante, en los ojos de su amigo vio la determinación, pero también el dolor de la despedida. -Adiós, Ojo de Trueno. De vuelta en el desierto, cuando mires al cielo, me verás aunque ya no viajaremos juntos.

-Conozco esas disputas de la pesca, le dijo a Dineval, pero no me imaginaba que ante una amenaza así no fueran capaces de dejar esas disputas a un lado. Pero veo que no es el caso. Apoyo la idea de Sidoc, de avisar a las gentes. Más no podemos hacer.

-En cuanto a las armas, tampoco necesito ninguna. Pero necesitamos ver si la mejor estrategia es esperar a que llegue el ejército hasta el castillo. No es descabellado, ya que parece tener una buena defensa para aguantar hasta que podamos intentar una maniobra para acabar con el mago. La duda que tengo es si hay algún escondite en las afueras, o una salida secreta para rodear al enemigo si éste ha llegado hasta las puertas.
 

-Irinade iré yo solo a por el equipo, no te preocupes, espera aquí.