Partida Rol por web

Al día siguiente de que volviera Ojos Rojos tras la pelea con las telas, y aprovechando que él no estuviera en el barco, en la bodega con Riqueza le contó la conversación que tuvieron en el puente.

-Puede que Ojos Rojos escuchara la conversación que tuvimos. No estoy seguro. Las telas que trajo dijo que eran de la forma humana de los yomas. Supongo que será cierto.

En otro momento, en otro momento.

Las palabras dadas como respuesta a Dulce Loto flotaban frescas en la mente de Riqueza, al igual que fresca era la mañana de aquel nuevo día. No había podido dormir y sus pasos en la cubierta del sampang hablaban claramente de su preocupación, una preocupación íntima y cuya causa era desconocida por los restantes pernoctantes de la barcaza.

Suspiró, apoyándose en el pequeño barandado y su mirada voló sobre la superficie plateada del Hu. Era hora de comunicar a los nobles del lugar lo ocurrido en la víspera y confiar en que la tranquilidad se haría dueña del lugar una vez más. Y entonces, procedente del curso superior, una barcaza de pescadores llamó su atención. Forzó su mirada y su ceño se frunció ante la agitación que los rostros de los pescadores revelaban.

Aguardó a que se aproximaran y solo entonces reconoció su procedencia. Entrecaminos.

-Más problemas -acertó a murmurar.

- "¡Oh, señor Riqueza Efímera! ¿Sois vos? Somos pescadores de Entrecaminos. Grandes calamidades están sucediendo allí, espantosos asesinatos. ¿Sabéis si hay algún héroe en este pueblo?" -

-Sí, os he reconocido y sí, soy Riqueza -respondió casi en contra de su propia voluntad. No necesitaba ser una mente brillante para entender la razón de la preocupación de aquellos pesacdores, pero tras la larga jornada de la víspera, su corazón mercantil deseaba rechazar el mal negocio que habrían de proponerle en breve. Y sin embargo, suspiró y cabeceó afirmativamente, antes de hablar-. Sí, lo hay. De hecho es mío y lo tengo a bordo. Lo vendo a buen precio.

Se había encontrado una mañana, concretamente después de acabar con los Yomas, unos cuantos kimonos de color rojo a la entrada de la habitación donde descansaba. Tal vez porque estaba un poco consternada no se apresuró a saber a quién pertenecía el detalle, aunque sospechaba que debía tratarse de Riqueza Efímera.

- Gracias por los kimonos –había dicho reuniendo algo de valor.

Lo cierto es que una parte de ella no quería hablar con él porque tenía la habilidad de… ¿De qué? Cierto que la había presionado pero si realmente se hubiera resistido a hablar seguro que la hubiera dejado marchar.

La rutina durante los días tras acabar con la maldad de aquel lugar, al menos una maldad demoníaca, fue la de recuperarse. En particular agradeció aquellos pocos días apacibles para calmarse, y más aún que Riqueza Efímera no la hubiera vuelto a presionar. Pero intuía que no habían terminado con la conversación.

- No hay dinero que pueda comprar a un Sangre de Dragón –medio sonrió por la extraña ocurrencia del mercader- Y si lo hubiera es tan gruñón que seguro os lo devolverían –dijo lo suficientemente bajo para que la broma se quedara entre ellos.

- Buenos días, honrados pescadores –inclinó ligeramente la cabeza a modo de saludo.

Los pescadores se quedan desconcertados y boquiabiertos ante las palabras de Riqueza Efímera.

Luego se quedan aún más asombrados ante las palabras de Dulce Loto.

- "¡Un Sangre de Dragón! ¿Sois vos, señorita?" -

- "Eminente señora, no somos un pueblo rico, pero si acudís en nuestra ayuda podemos pagaros con cabezas de ganado. Podemos ofreceros quince vacas lecheras, mi señora." -

-Riqueza, Martillo Blanco tiene que descansar. Y nosotros también -comentó comprendiendo la actitud alicaída de Riqueza.

Pasan pocos minutos desde que me dirijo a dormir cuando escucho las aguas del Hu removerse. Es un sonido suave, pero inequívoco: Un bote se acerca. No pasa mucho antes de que escuche las voces de unos hombres gritando desde aquella embarcación a la nuestra. Escucho como gritan a Riqueza Efímera acerca de grandes calamidades que ocurren en su pueblo, un lugar llamado Entrecaminos. Hablan de asesinatos, por lo que son los Yomas la primera cosa que viene a mi cabeza:

"¡Malditas criaturas repugnantes! ¿Son ustedes otra vez? ¿Como puedo hacer para acabar con todos ellos de una vez por todas?"

Luego escucho las respuestas de mis compañeros acerca del héroe Sangre de Dragón y de como confunden a Dulce Loto con Martillo Blanco, por lo que comienzo a reírme de la ironía de la situación:

"No es una Terrestrial, pero es una Solar. ¿Es similar, no?"

Luego vuelve la seriedad, pues la verdad es que nada mucho sé acerca de los Sangre de Dragón y ahora además hay una Solar a mi lado:

"Según dijo Riqueza Efímera hace unas noches, ya llevaban a otro con ellos que era igual, siendo así dos Vástagos de Dragón y dos Anatemas. Debe haber sido complicado para los últimos el ocultarlo. Ahora han muerto uno de cada grupo, manteniendose el equilibrio, aunque después de esa batalla, me atrevería a decir completamente seguro, que Martillo Blanco es muy superior en poder que Dulce Loto. No sé si será porque la condición de ella es reciente y le falta entrenamiento o por otra razón. Lo desconozco, el hecho es que ellos son tocados por Dioses y Elementales mientras yo sigo siendo la alimaña maligna e impura del sampan. ¡Que novedad!"

Enojado por la indigna condición de mi ser y cuanto se nota al lado de seres tan luminosos, me distraigo de mis pensamientos y me concentro en escuchar lo que se dice en cubierta, pues en el caso de una nueva batalla, por supuesto participaré y la verdad es que dudo estar en buenas condiciones para ello.

-Ah, debe ser el fin de los tiempos si ya se ha perdido el humor -dijo Riqueza ante la respuesta de los pescadores-. ¿Estáis tontos, pescadores de Entrecaminos? ¿El sol ha secado vuestras seseras? ¿Como un héroe puede llamarse tal si cobrara por sus servicios? -añadió riendo-. Nada de vacas, aunque una buena comida en su momento sí será de agradecer. Vuestra cocina es excepcional y vuestro pescado, el mejor de todo el Hu. Y no, la muchacha no es la heroína que buscáis. Ni una alegría para tus ojos, muchacho -dijo señalando a uno de los pesacdores, un jovencito que miraba boquiabierto a Dulce Loto-. A bordo está Martillo Blanco, un Sangre de Dragón como no habrá otro. Pero decidme, ¿de qué males habláis? ¿Yomas por un casual?

Se volvió a Patán y asintió, susurrándole.

-Sí, cansados, muy cansados. Pero esta lucha no entiende de pausas.

¿He oído mi nombre?

Por todos los Dragones... ¿No puedo descansar en paz?

Y pensando esto, Mazo continuó durmiendo un rato más.

Si lo necesitaban, ya sabían dónde encontrarle.

- "Disculpadnos, no sabemos apenas nada sobre los héroes del Dragón, excepto que existen." -

El pescador más anciano se acerca al sampán de Riqueza para no hablar a gritos.

- "Os diré lo que sé: Un pastor del pueblo desapareció el día once y no se le volvió a ver. Después, la mañana del día catorce apareció el cuerpo de un campesino en los campos de arroz, destrozado y eviscerado. El día diecinueve fueron hallados dos campesinos más en una poza, sus restos estaban destrozados." -

- "No sabemos quién es el asesino, si un Yoma, un fantasma hambriento, alguien de la Buena Gente, o un perturbado. Necesitamos ayuda, señores." -

Mazo, entre dormido, sólo logró escuchar una palabra.

Más bien dos.

Buena Gente.

Se incorporó en la cama, lentamente, y con su martillo de bastón, comenzó a subir hasta la cubierta, muy despacio. Sus heridas no le dolían tanto, y poco a poco se iban curando, pero no es cuestión de forzar la recuperación de esta manera. Había que ir con cuidado, por que las batallas aún no habían terminado y hasta que eso no ocurra, si es que ocurre algún día, no tendrá tiempo de descansar.

Además, tenía que hablar con Dulce Loto.

Hacía mucho que no tenían una conversación amistosa con su pupila.

Salió a la cubierta, y se cubrió los ojos con la mano, por que la luz le molestaba un poco.

Miró a los allí presentes, y sonrió.

- ¿Acaso habéis dicho Buena Gente? - Preguntó con voz queda.

El pescador hace una reverencia ante el recién llegado.

- "Sí, mi señor. Nadie ha visto Hobgoblins en muchos años, no después de la guerra que acabó con la Dinastía Hsien-Wu, pero algunos creen que siguen ahí, que acechan en los lugares salvajes." -

Se produce un silencio incómodo.

-Hacednos un favor y subid a bordo. Nuestro héroe está herido y no le conviene mantenerse en pie. Dulce Loto, oblígale a sentarse. Patán, ayúdales a subir. Prepararé un té para todos y podréis contarnos qué acontece en vuestra aldea con todo detalle y cuáles son las sospechas que albergáis. Vamos, rápido -urgió al tiempo que se retiraba a la cocina y preparaba una tetera bien cargada, un elemento que empezaba a convertirse en una práctica demasiado habitual.

AÑO: 761.

LUNA: Creciente.

ESTACION: Aire.

MES: Aire Ascendente.

DIA: 22.

HORA: Mediodía.

- Dos de los pescadores aceptan la invitación de Riqueza Efímera para tomar el té.

- Explican lo poco que saben, que no es mucho más de lo que ya han dicho.

- Por el momento hay cuatro víctimas, que se sepa, aunque sólo se han encontrado tres cuerpos. Pueden haber habido más víctimas recientes. De los tres cuerpos faltaban partes, especialmente las entrañas, que parecía como si hubiesen sido devoradas por bestias salvajes.

- Transcurren algunas horas.

Patán acomodó a los pescadores en taburetes que trajo de la bodega y ayudó a Riqueza a servir el té. La información de los aldeanos era, como podía esperarse, escasa. No habría más remedio que ir a ver lo ocurrido ellos mismos. Otro viaje, otra lucha brutal y peligrosa para todos.

«Oh, gran Hu, danos unos días más para descansar, no nos des otra vez vientos rápidos. Martillo Blanco y Riqueza Efímera lo necesitan. ¡Te lo ruego!»

- Discúlpeme, anciano pescador, pero, ¿a cuántos días nos encontramos de vuestro pueblo? - Preguntó Martillo Blanco extrañado.

La verdad es que estar tumbado en la cama no era algo que a Mazo le gustara demasiado. 

Sí. Estaba herido y tenía que descansar, pero no habría descanso para él hasta que todo el mal de la zona fuera erradicado. Además, tenía que cuidar de Dulce Loto, ya que como su pupila, no podía combatir... todavía no estaba preparada para hacerlo sola, aún siendo quién es.

Y si la gente se enterara de lo que esconde, tal vez su vida se torne tan difícil como la mía.