Partida Rol por web

¡Yo también voy contigo, Ashlyn!

Había un buen par de razones para que Walt siguiese a la paladina. Una de ellas era ese aura de estilo y carisma que la chica tenía; otra era lo inspirador que resultaba verla en acción. En Tepest dicen: tiran más dos aquerenas que dos carretas. ¡Qué gran verdad!

Pssst... Mirad lo que os digo... Entiendo que el "río de fantasmas" no empieza a fluír hasta el atardecer, ¿verdad? No sé como funciona la magia que quiere usar Elyzabeth, pero entiendo que no es algo que podamos hacer durante la mañana, porque los fantasmas estarán en su tumba. ¿O me equivoco?

Voy a ver a Ashlyn entrenar. Después podemos ir directamente al castillo. Los fantasmas nos encontrarán a todos cuando vayan a la capilla del castillo.

Esperó a la contestación de Elyzabeth. Si podía invocar una sesión de espiritismo ahí mismo, Walt se quedaría a verlo. Si tenían que tener los fantasmas delante para poder interrogarlos, entonces Walt casi prefería tomarse los últimos sorbos de su sopa gris viendo a Ashlyn en acción.

Todo parecía decidido. El Castillo sería su siguiente objetivo. Esperando que la densidad de las Brumas cubrieran su presencia, todos se prepararon para afrontar ese nuevo trayecto. Urik, Ashlyn y Walt entrenaban en el exterior; Ely y su acompañante se ausentaron para prepararse también, y los demás desayunaron bajo la mirada reprobatoria de Irina, que estaba enfadada porque ninguno de ese grupo hiciera nada en contra del muerto viviente que la clérigo había llevado hasta ellos.

Antes de partir, el tabernero les habló

Creo que no estáis muy cuerdos para ir al Castillo, pero habéis hecho ya grandes cosas. Tened cuidado en el bosque. Los zombies no son el único problema que hemos tenido. Se dice que hay licántropos por la zona anunció, encogiéndose de hombros, sin dar muestras de que creyera sus propias palabras.

El descanso les había sentado bien a todos. Sólo les retrasaba las pesadas armaduras, porque incluso Jack llevaba un buen ritmo. El bosque hizo que el día se volviera todo más oscuro, pero en esas tierras, todo era oscuro.

Creo que no estáis muy cuerdos para ir al Castillo, pero habéis hecho ya grandes cosas. Tened cuidado en el bosque. Los zombies no son el único problema que hemos tenido. Se dice que hay licántropos por la zona

-La cordura está sobrevalorada querido amigo- Respondió enigmática. Elyzabeth no quería enfrascarse en discusiones a cuenta de los zombis. Había visto las huellas de lobos en el bosque como para saber que el posadero estaba en lo cierto, de modo que tomó un par de manzanas y las metió en su mochila junto con el saco de dormir. -Hasta más ver- Se despidió.

De camino al bosque, la clériga rogó a Ashlyn que evitase lanzar expulsiones de muertos vivientes cerca de Jack debido a su “espíritu sensible”. Si se viera la necesidad, bastaría con avisarle para que se alejase lo suficiente.

  Elyzabeth estaba particularmente contenta de marchar junto al nuevo recluta. Desfilaba con paso decidido a pesar de la armadura y el escudo. La joven danzó alrededor de los aventureros entonando una inquietante oda en una lengua siniestra y oscura. Cuando divisó el bosque cesó sus cantos de sirena y adoptó una actitud mucho más cauta. Una sola mirada bastó para situar a Jack como escudo humano delante de Reluë y ella misma se situó delante de Zack. -Qué cinturón tan bonito- Comentó al lanzador de cartas en voz baja.

-¿Qué tal se llevan los licántropos con los vampiros?- Murmuró. -Preferiría ganar aliados que enemigos antes de llegar al castillo.- susurró preparando su lanza.

Zack asintió cuando dijeron de dirigirse hacia el castillo. Pero entonces se acordó de Walterly. Luego recordó que los fantasmas no aparecían hasta la noche, así que era algo temprano para volver al cementerio. Se hubiera quedado más tranquilo si se hubieran dirigido hacia el campamento de Madame Eva para analizar la espada. 

Miró a Ashlyn que parecía más callada que de costumbre. No sabía si estaba más preocupada de lo normal, o si continuaba triste por la pérdida de sus compañeros. En cualquier caso, optó por no agobiarla y se dirigió en silencio hasta el castillo.

Mirad una cosita... ¿Qué ha sido ese ruido?-reaccionó Walt ante el sonido en un arbusto lejano, seguramente propiciado por un animalejo no más grande que una ardilla-Uf... espero que los elfos den buena cuenta de todos esos licántropos que andan sueltos.

Muertos vivientes. Ese era su campo. Su especialidad. ¿Pero hombres lobo? Los tepestaníes tenían más problemas con eso. Porque la licantropía, al menos en las tradiciones celtas, eran cosa de una maldición, y los tepestaníes, además de zoquetes, tozudos y toscos, eran esencialmente supersticiosos. Si algo llevaban mal era el tema de las maldiciones.

Lo único positivo de aquello: Elyzabeth había dejado de cantar. ¡Aleluya! Ahora podía centrarse en su oído para localizar amenazas. También su olfato, ya que con Elyzabeth danzando alrededor, su perfume le irritaba las pituitarias. Walt también aprovechó para acunclillarse y buscar rastros. Como dice el refranero tepestaní, es mejor oler la mierda de lamia antes que pisarla.

Estando todos más o menos de acuerdo en que nuestro próximo destino sea el Castillo, nos dirigimos hacia allá con las palabras de advertencia del posadero rondando por nuestra cabeza.

Muy en particular, cuando nos adentramos en la oscuridad del bosque. El ambiente se hace aún más sofocante aquí, donde ni la tenue luz del día que logra burlar las brumas es capaz de colarse en su espesura.

Por precaución, me parapeto detrás del primo de Marcus que, al menos en este aspecto, sí que comparte con él un cierto aire familiar.
 

Después de una larga sesión practicando con Ashlyn, el grupo finalmente puso rumbo hacia el temido castillo.

Las ultimas palabras del posadero no ayudaron a relajar los ánimos. Se dirigían hacía él, el señor de aquellas tierras, el mal encarnado, el infierno. Muchas historias se habían escuchado de valientes almas que se habían aventurado en sus entrañas, pero muy pocas de gente que hubiera vuelto...

¿Sería el último viaje de esa peculiar comitiva?

El fino oído de Walt más las orejas picudas de Reluë os anunciaron la presencia de criaturas hostiles. Se escuchaban pisadas, aullidos y gruñidos. Y, como la anterior vez en el bosque, las huellas de lobos parecían estar a la orden del día.

Con el preaviso en el cerebro, el arma desenvainada y la magia preparada para salir disparada, cada paso que rompía el silencio era el anuncio de un ataque premeditado. Sólo era cuestión de tiempo... ¿O sólo era una vigilancia intensa?

Las dudas se disiparon pronto. Un par de gruñidos, en ambas partes del bosque, delataron la presencia de los enemigos. Un par de lobos gigantescos hacían acto de presencia enseñando sus dientes babeantes, preparados para triturar las carnes enemigas. Cercano a ellos, unos seres parecidos a lobos, pero erguidos sobre dos patas, y con la inteligencia del hombre en su mirada, os apuntaban con arcos. Esta vez no parecía haber diálogo posible.

En Tepest se decía que los faunos nacían de una relación pecaminosa entre un pastor tepestaní y su cabra. Walt se calló lo que pensaba de la existencia de lobos bípedos y su árbol genealógico, pero (como dirían en Tepest) allí alguien había metido su espadón en la vaina que no tocaba.

A pecho descubierto, y como había muy mala proporción enemigos/aliados (a poco que se despistara, en el reparto se quedaría sin bichejos que despellejar), Walt dió un paso lateral para encararse a dos depredadores a la vez.

Mirad qué maravilla... ¡Es la visión de la Muerte llamando a nuestras puertas! Groooaaaarrrrr...-rugió, dando un espadazo para marcar territorio, como los perrillos.

-No parecen muy simpáticos- Murmuró la joven al ver a las bestias acercarse rugiendo.

El grupo de aventureros se apiñó en torno a…¿Jack?. -¡Me aseguraste que no tenías miedo a nada!- Reprendió al guardaespaldas. Elyzabeth hizo un gesto con la cabeza y el zombi respondió agarrando al mago y lo situándolo con rudeza en el centro de la formación. A continuación, levantó su escudo y se preparó para la embestida del inmenso lobo.

-Eso está mejor- sonrió.

La clériga sopesó sus opciones. Alzó sus manos hacia el cielo y estas se mecieron con una marea que solo ella podía sentir. Entonces recitó unos versos siniestros con los ojos en blanco y dejó que los dioses obraran a través de sus amigos.

El grupo avanzaba en silencio cuando algunos de sus compañeros alertaron de que había algo cerca. Don Urik desenvainó su espada de plata y se quedo en silencio, escuchando esos gruñidos cercanos. Entonces aparecieron entre la espesura, dos lobos enormes seguidos por una especie de hombres lobo. EL caballero agarro firmemente la espada y esperó para envestir al primero que se acercase.

Agradezco a Ely y a su compañero la delicadeza con que me protegen y me resitúan en un lugar menos peligroso. A resguardo del parapeto humano que se ha formado a mi alrededor, me pregunto si será prudente volver a desenfundar el arco, después del bochornoso recital de la caverna.

Decidido finalmente a reservar mi varita de proyectiles para mejor ocasión, y dispuesto a quitarme esa espina clavada, descuelgo mi arma, tomo una flecha, fijo como objetivo al lobo que nos enseña los dientes a Irina, al primo de Marcus y a mí, y disparo antes de que me entren tentaciones de pensármelo mejor.

- Ahora el lobo se va a enfadar, Jack...  En cuanto se acerque a por nosotros, arréale un buen sopapo. -le explico, sugiriéndole el movimiento táctico adecuado para la ocasión.

¡Apartaos! Gritó el tahúr siendo el primero en intervenir. Realmente no tenía mucha intención de atacar a esos licántropos. No creía que esos fueran el verdadero peligro de ese pueblo, pero quizá estuviera equivocado, y ahora que encima no querían dejarles pasar hizo que sacara una de sus cartas.

Aquel naipe ya lo conocían todos, era uno de los efectos más poderosos de sus cartas, por lo que lo tomó con gran determinación y lo lanzó al centro del lugar donde se encontraban sus enemigos*. No se sentía culpable, al fin y al cabo, habían empezado ellos...

Iniciativas:

Licántropo1: 25

Licántropo2: 25

Lobo1: 25

Zack: 21

Irina: 17

Jack: 15

Elyzabeth: 14

Walterly: 11

Don Urik: 4

Lobo2: 8

Reluë: 7

Ashlyn: -

Cuatro flechas nacieron de las oscuras manos de los seres a dos patas y volaron, dos de ellas contra Zack y las otras contra Irina. Sobre la pelirroja, las dos flechas se clavaron sobre su brazo, que era donde la armadura menos la protegía, perforando su piel y haciendo que la sangre manara a gran velocidad. El oscuro fue capaz de romper una con su hacha, pero la otra terminó clavada en su pierna.

Uno de los lobos enseñó sus fieros dientes y, a pesar de estar Irina sangrando, se abalanzó sobre Jack con todo su instinto asesino, como si hubiese sido ordenado por una fuerza superior. El lobo saltó sobre Jack, y ambos terminaron en el suelo, forcejeando.

Zack, en una acción absurda y pirómana, lanzó una de sus lanzas más poderosas al interior del bosque. Donde parecía que el ataque había sido errado, era mentira. Todo había sido una treta para que los seres lobunos se confiaran. Un segundo después, una explosión de fuego hizo saltar por los aires a parte del bosque. Fue a lo que hizo más daño, pues tanto el lobo como el licántropo pudieron esquivar parte del ataque. Pero lo que había conseguido Zack iba más allá del fuego. Había conseguido que sus enemigos se centraran únicamente en él.

Las flechas de la joven pelirroja no eran freno para ella. Se las arrancó con valentía y con un par de gritos de dolor, y su espada, brillante a la luz del fuego, se clavó en el lomo del lobo que estaba devorando a Jack. Mientras, Ely solitaba a su dios ayuda, y una bendición con un ligero olor a ella, cayó sobre todos sus compañeros.

Las llamas hacían perder la concentración a cualquiera, y esta vez le pasó a Walt. Avanzó, decidido, a enfrentarse al licántropo. Pero el crepitar del fuego llamaba mucho la atención, y la estocada que dio fue desviada con gracilidad por la criatura. Urik tampoco tuvo un buen movimiento, sus ataques contra el otro licántropo cayeron en saco roto.

El lobo que no se había movido tenía una situación complicada. Por un lado, chamuscado como estaba, quería atacar al causante del fuego, pero no podía si no quería ser abrasado o atacado por la espada de Walt, así que no le quedó otra que atacar al de Tepest, pero el guerrero siempre estaba preparado, y su afilada espada le detuvo en el momento justo.

Ante la cercanía del lobo y aprovechando la caída de Jack, Reluë retrocedió y se preparó. Su arco soltó una flecha que se clavó en la pata del lobo, que lanzó un gruñido. Pero la flecha cayó al suelo, y la herida pareció desaparecer en cuestión de segundos.

Ashlyn quiso acompañar a don Urik contra la criatura, pero tuvo la misma suerte que él. Los espadazos parecían combatir con el aire

-Las armas normales no les hacen daño- dijo en voz alta al ver que el flechazo de Relüe al licántropo quedaba en nada. La clériga dibujó una línea curvada en el aire en la que se materializó una daga de color rojo sangre.

Señaló al lobo que estaba atacando a Jack y el arma espiritual salió despedida como un dardo contra la bestia peluda. La daga lo alcanzó de refilón en una oreja y solo consiguió llamar la atención del lobo.

-Suéltale- Bufó la muchacha. -¡Es una obra de arte!- Trató de razonar con el monstruo.

A pesar de estar en el suelo a merced del animal, Jack parecía más tranquilo que su ama y se limitó a mantener las fauces del lobo lejos de su cuello interponiendo su escudo.

¡JAAAACK!-gritó, alarmado-Quiero decir... ¡IRIIIINA!

Sí. Eso tenía más sentido. La guapa Irina era una vida más valiosa que la de Jack. Bueno, salvo para Ely. Es como dice el dicho: "todo depende del cristal prismático de hechicero loco por el que se mire".

Mirad... Trato de cargarme a esta bestia pronto, y voy a ayudaros. ¡Aguantad!