Partida Rol por web

Cuando Zack el Oscuro le preguntó si podía levantar el rastrillo, Walt se levantó de hombros.

No veo porqué no podría. De niño ya levantaba rastrillos... y palas, y azadas. El rastrillo de un castillo funciona bajo los mismos principios físicos de "tirar pa'rriba".

En Tepest existe un dicho que dice "por mis cojones que mato arcontes", que se puede traducir como un "por mis santas narices que si me propongo algo, a fuerza de voluntad y tesón, lo lograré". Se acercó al rastrillo y escupió en las manos, no por el agarre, sino para darse suerte. Se acunclilló y agarró los barrotes horizontales del rastrillo. Y, por encima de todo, tiró con todas sus fuerzas...

Ngggh... Mirad una cosita... nggggh...-dijo, con los músculos en tensión, sin que el rastrillo se hubiese alzado ni un dedo-A lo mejor necesito un poquitín de ayuda con esto...

-Antes de entrar en las fauces del lobo, sugiero que demos un vistazo alrededor, a ver que otras entradas podemos encontrar o que observamos, hasta donde los muros nos dejen.

-Es lo más sensato desde luego- Convino la clériga con Ulrik.

Ely barajaba la posibilidad de trepar a las alturas con la ayuda de uno de sus conjuros cuando el bárbaro la dejó atrás y se agarró al rastrillo.

-¿crees que podrías ser capaz de alzar ese rastrillo?- Lo señaló.

-¿Para qué le pinchas, Zack?- Suspiró Elyzabeth llevándose la mano a la cara. Apelar a la masculinidad del tepestaní era la mejor forma de que intentase cualquier barbaridad.

-Yo no soy muy fuerte, pero mi diosa si lo es- Afirmó con determinación. Apoyó la lanza en el arco de la entrada y tiró con fuerza junto al bárbaro.

-Esssto nno ess muy ssofisticado- Dijo amoratándose por el esfuerzo.

No le quería picar, simplemente quería que lo hiciera. Dijo encogiéndose de hombros mientras miraba a Don Urik y Ashlyn. Ellos debían de ser los siguientes más fuertes del grupo, pero no veía problema en que él también le echase una mano para subir aquello.

Yo sigo mosqueado por la falta de vigilancia y la sencillez aparente con la que se puede acceder a la fortaleza; casi podría uno malpensar que nos lo están facilitando queriendo. Sin duda el Señor del Castillo ya habrá recibido noticias de la presencia de un grupo extraño en Barovia y cabe la posibilidad de que todo ello forme parte de la preparación de una bienvenida sorpresa, intuyo que nada agradable.

No tengo muy claro dónde estamos yendo, ni tampoco qué es lo que pretendemos encontrar en este momento aquí.

Lo cierto es que los motivos que nos llevan a meternos de cabeza en la guarida del enemigo están algo cogidos con pinzas: la búsqueda de un libro que nos indique la debilidad de los poderes de Strahd -en algún ignoto lugar junto a los demás tesoros del Castillo-, una Capilla que supuestamente fuera el antiguo hogar del Símbolo del Cuervo y que le devuelva sus poderes, y la remota posibilidad de hallar el lugar donde la Espada Solar encuentre su luz perdida.

En fin, crucemos los dedos y esperemos que, en contra de mis intuiciones, hayamos logrado llegar hasta aquí pasando desapercibidos. Y que siga así por mucho tiempo. Observando las posibilidades que tenemos para continuar, yo también me inclino por dar una vuelta circundando las murallas, para ir haciéndonos una composición de lugar. Además, es posible que la capilla se encuentre en los aledaños de la fortaleza.

Mientras reflexiono acerca de estas y otras cuestiones más banales, los forzudos del grupo se aplican en la tarea de levantar el rastrillo.

Ashlyn se detuvo junto a Don Urik, del que había escuchado sus sabias palabras, y miró al resto con una mezcolanza de emociones en el rostro, entre las que destacaban la sorpresa, la curiosidad y el disgusto. 

-El Caballero del Cuervo tiene razón -respondió a la mirada del Oscuro, sin mover un solo dedo para ayudar a levantar el rastrillo-, no veo la necesidad de entrar tan rápido, máxime cuando como ya habéis comentado algunos, hay tan poca seguridad alrededor del castillo... es algo que me mosquea. Creo que deberíamos rodearlo en primer lugar, no sólo para buscar otras posibles entradas, sino posibles vías de escape para después o incluso averiguar alguna cosa que no estemos teniendo en cuenta desde esta perspectiva... 

Avanzó hacia los que intentaban levantar el pesado rastrillo y les hizo un gesto para que se detuviesen. 

-Creedme, quiero entrar ahí dentro tanto o más que todos vosotros... -comenzó, acariciando inconscientemente el pomo de la Espada Solar que llevaba al cinto-. Sin embargo, necesitamos una estrategia. No podemos entrar en el castillo de Strahd así como así y pensar que saldremos indemnes. Dar una vuelta antes y echar un vistazo alrededor no va a hacernos ningún mal. 

Don Urik seguía pensando que la opción que había propuesto era la mejor, al menos para que no les pillasen por sorpresa.

-Sigo pensando que deberíamos dar una vuelta primero. Como dice Ashlyn podríamos descubrir alguna otra salida o algo.

La fuerza bruta no le sirvió de nada a Walt esta vez. Ni con la ayuda de Zack ni Ely. El rastrillo apenas se movió, seguramente llevaba allí anclado durante mucho tiempo.

-Sigo pensando que deberíamos dar una vuelta primero. Como dice Ashlyn podríamos descubrir alguna otra salida o algo.-

-¿Has oído Walt?- Trató de calmar al bárbaro. Se estaban deslomando a tirar del rastrillo.

-El caballero y la dama son personas instruidas, de esas a las que hay que hacer caso de vez en cuando- Comentó dando un ultimo empujón a ver si aquello cedía. Insistir en que el mecanismo estaba bajo algún conjuro no era su estilo así que se dejó llevar por sus bajos instintos. -La culpa es de Zack, que empuja sin ganas- Bromeó.

Walterly se empezaba a poner de un color morado... En Tepest lo llaman "color gusano púrpura gigante antropófago", pero es que en Tepest son muy raros y también se refieren al marrón claro como color "beige". Ellos son así de ridículos.

Nggggh... ¿Instruídas? Nggggh... Mira una cosa... ¿te refieres a instruídas como con instrucción militar? Nggggh... En Tepest solo hay soldados así en las grandes villas, y yo soy de pueblo. No sé nada de guardias de ciudad. Nggggh...

Pero sí, tenía sentido que gente instruída supiera de cosas como rastrillos y fortalezas, ya que están entrenados para guardarlas. Walt dejó de intentar tirar del rastrillo para arriba y golpeó las palmas de sus manos para sacudirse el entumecimiento.

Bueno, entiendo que Ashlyn y Urik, con lo de dar una vuelta, se refieren a las torres con el control sobre el puente levadizo, ¿no? Podemos tratar de romper las puertas-dijo, ya con ganas de romper algo-, y malo será que no haya unas escaleras hasta lo alto de la torre. Desde allí podríamos ver algún detalle que se nos escapa, o caminar por la muralla y entrar directamente en una tercera o cuarta planta, lo que haya a esa altura.

-¿te refieres a instruídas como con instrucción militar? -

-Me refiero a personas que no van en plan…Quiero morir, y tal- Respondió al bárbaro. Ely puso los ojos en blanco de oírse a sí misma. Se volvió hacia los demás y les propuso lanzarles una cuerda desde lo alto de la muralla como si la idea hubiese sido suya.

La clériga ató su cuerda de seda al garfio de escalada e hizo un lazo al final donde poder apoyar un pie sin esfuerzo. Se alejó unos pasos como si fuese a lanzar el garfio, pero entonces lo apoyó en su hombro y extrajo una araña de su bolsa de conjuros.

-Sed testigos de mi diosa- Sonrió con malicia a su público y se comió la araña. De inmediato le brotaron de la cadera cuatro pares de patas largas quitinosas y peludas rematadas en afilados garfios. El espantoso engendro con cara de mujer comenzó a trepar sin dificultad por el muro vertical. Sus ojos, refulgentes por el conjuro de detección, continuaron rastreando las alturas en busca de auras mágicas.

Al llegar arriba examinó los alrededores y después encajó el garfio para asegurar la cuerda.

-Sube Walt. Juntos podemos izar a los demás- Dijo dejando caer la cuerda.

Urik se quedó muy sorprendido cuando vio a Elyzabeth comerse una araña, para luego sacar unas patas como el insecto y empezar a trepar. No sabía que era lo que le daba más repelús de todo aquello.

Pero efectivo era, estaba claro que aquella mujer era un activo muy valioso para el grupo.

Urik esperó a que Walt subiese, luego lo haría el para poder ayudar desde arriba a los demás.

Aaaagh... ¡Diosessss! Bruffff-un escalofrío le recorrió la espalda-. En Tepest solo se comen cosas normales, como penes de trasgo, perros intermitentes o serpientes voladoras. ¿Pero arañas? Puaj, qué ascazo. ¡Argh!

La visión de Ely comiendo una araña eclipsaba y convertía en minucia su tétrica transformación. La expresión baroviana "de lo que se come se cría" alcanzaba en Tepest su máxima expresión en el dicho local "el dragón come fuego, y caga lo que viene luego". Walt se tomó su tiempo en recuperarse de la impresión y luego tanteó la cuerda, con varios tirones, para ver si estaba bien asegurada. Y menos mal, porque en caso contrario le habría caído el garfio en toda su prosaica y tepestaní cabezota.

Mira lo que te digo, Ely... ¿verdad que no vas a cortar la cuerda cuando esté a medio camino? ¿Verdad que no?

Dudando un poco, se agarró a la cuerda y empezó a trepar, sin grandes alardes, yendo a lo seguro y apoyando los pies en la mampostería del muro.

Parece que los titánicos esfuerzos de los compañeros no han dado fruto. Ni un milímetro de fruto.

- Ely, disculpa. El conjuro que lanzaste antes detectó un mecanismo mágico para alzar el puente. ¿Sería posible que este rastrillo se levantase de la misma manera? No sé si tu conjuro ha llegado a barrer hasta esta zona.

Si es así, podría intentar disipar ese impedimento mágico (*).

Si la imagen del alimento de Ely resultó horripilante, descubrir que le salían patas arácnidas de sus caderas no resultaba muy agradable. La clérigo se alzó, y esa visión podría haber aterrorizado a todo Barovia. Sus patas se veían poderosas y sus terminaciones picudas seguramente podían atravesar los pulmones de cualquiera.

Pero más allá de esa visión, el resto no se atemorizó. La joven subió por la pared del castillo como si fuera lo más normal del mundo. Dejó el rastrillo atrás y siguió subiendo hasta llegar a una primera zona de confort. Un mirador, resbaladizo a causa de la lluvia, parece que se extiende a lo largo de tres lados de la fortaleza. Desde ahí, parece que se puede acceder al interior del castillo, ya que se pueden contemplar varias puertas

-Disipa todo lo que puedas, querido.-Asintió al mago. -Cuanto menos control tenga Strhad sobre los accesos, mejor para todos-

La mujer araña trepó hasta el mirador que controlaba tres paños de las murallas. Estuvo tentada de seguir subiendo, pero no quiso disgregar al grupo y ayudó a los demás a subir antes de aventurarse más arriba.

Mira lo que te digo, Ely... ¿verdad que no vas a cortar la cuerda cuando esté a medio camino? ¿Verdad que no?

-Yo quiero tu hermoso cuerpo intacto Walt. Yo te envenenaría o te asfixiaría- Confesó con voz angelical.

-¿Vamos a partir la cebolla o pelarla por capas?- Preguntó a sus compañeros cuando todos alcanzaron el primer rellano.

-Si seguimos el adarve deberíamos encontrar algún portón que nos dé acceso directo al interior- Explicó lanzando una mirada al cielo encapotado. -Pero si no queremos sorpresas desagradables…- Ladeó la cabeza hacia lo alto de las torres -Deberíamos aprovechar el "fugaz don de mi diosa" para trepar ahí arriba y asegurarnos de eliminar a cualquier vigía-

Pero... ¿A qué ha venido ese comentario tan desagradable y gratuíto? Envenenarme... Asfixiarme... ¡Pero si yo no te he hecho nada! Ah... ¿era sarcasmo, verdad? Bueno, como sea. En Tepest también tenemos nuestra "retranca". Allí el bardo cuenta el chiste y el bruxismo del esqueleto existe. Es un dicho-aclaró-. Sobre el humor negro.

Esperó a que abajo empezaran a atarse la cuerda alrededor de la cintura para empezar a tirar. Gente como Zack y Relüe fueron los primeros. Después les tocó a las señoritas de armadura ostentosa, pero menudas, al fin y al cabo. Con Urik necesitaron de la ayuda de todos, aunque con los brazos flacos de Relüe, el elfo de mucha ayuda ya no fue.

Mira... Yo de niño me comía las cebollas enteras. Ni las partíamos ni las pelábamos. Pero si el puente está bajado, y no hay guardias en las garitas ni en las murallas, dudo mucho que alguien esté haciendo guardia en lo alto del edificio. Ya lo de subirnos por las paredes me pareció un exceso de cautela. Entremos...

Me quedo unos instantes junto al rastrillo, meditando qué hacer ante la confusa respuesta de la clérigo. Finalmente decido no  gastar el conjuro, viendo que los demás ya han perdido todo interés en el rastrillo. Cuando me giro de nuevo hacia ellos, veo a una Ely con más patas de la cuenta, comenzando a escalar los muros del castillo. Veo luego subir a Walt, espero mi turno a ser izado y aprovecho mi débil constitución como excusa para no cargar con el peso de los demás.

Echo un vistazo a lo que pueda ver desde aquí.

- ¿Y no podríamos ver primero qué hay al otro lado del rastrillo, al nivel del patio? Antes de entrar en la fortaleza, me refiero. -añado antes de que el impetuoso bárbaro nos meta a todos para adentro-  Por acabarnos de hacer una composición de lugar. Tal vez haya algo interesante.

Estoy pensando en las palabras de Madame Eva: "En los terrenos del castillo aún se alza una capilla."

Una capilla que, de momento, no ha aparecido por ninguna parte.

Al otro lado se podía ver lo que parece un establo en su esquina más alejada, además de un edificio de dos plantas unido al muro de la fortaleza. Una pequeña puerta de madera da acceso a esta construcción anexa.

El mirador recorre todo el frontal de la parte superior de la fortaleza. En las esquinas noroccidental y suroccidental de la fortaleza se alzan pequeñas torres sobre el mirador, con escalerillas que ascienden a sus techos.

La puerta más cercana revela un gran hueco alzándose hacia la oscuridad. Amplios escalones de piedra ascienden y descienden en espiral a su alrededor.

Al continuar por el mirador, se ven multitud de ventanas que dan a fortaleza, que no son más que estrechas aberturas tapadas con cristales ennegrecidos. Excepto una de ellas. Unas ventanas que dan a una amplia habitación. Cubiertas en su mayor parte por unos pesados cortinajes rojos, que cuelgan rectos desde el alto techo. Sus borlas doradas destellan bajo la luz de tres candelabros, situados sobre pequeñas mesas dispersas por la sala, en los cuales arden con luz intensa varias largas velas blancas. Junto a la pared que hay a la derecha de la entrada descansa un gran aparador.

Una cama de generosas dimensiones, con un dosel de cortinas de lo que parece seda, reposa en el centro de la habitación. Una joven, vestida con un camisón, reposa entre el mar de sábanas de seda y satén, aunque una de sus delicadas zapatillas ha caído al suelo a los pies de la cama. En la cabecera se puede ver una gran Z, tallada con habilidad y gran cuidado.

-Zeta…Zeta…- Murmuró Elyzabeth. Solo se le venía el nombre de Zack a la cabeza hasta que recordó: -Strahd von Zarovich.- Susurró. Sus ojos se posaron en los de Irina, quien al ser del lugar tenía más posibilidades de confirmarlo.

La impaciencia la pudo, así que se echó el yelmo hacia atrás y rascó la ventana como una gatita en un día de lluvia: -Disculpad señorita. ¿Puedo interrumpir vuestro sueño?- Maulló con su voz mas dulce.

Una vez todo el grupo estaba arriba, empezaron a pensar cual sería el siguiente paso a seguir. La verdad es que las vistas eran impresionantes allí arriba. Mientras se movían por la cornisa en busca de la mejor opción, se toparon con una ventana donde se podía ver el interior. En una gran cama con dosel, reposaba el cuerpo de una joven. ¿Reposaba o estaba muerta? Además, la cama tenía una gran Z en el cabezal, eso solo podía referirse a...

Pero entonces todo se precipito, Ely rascó en la ventana y se dirigió a la muchacha. Una acción un tanto temeraria, sabiendo que esa chiquilla podía ser una concubina del maléfico anfitrión del castillo.

Urik maldijo por lo bajo y posó su mano en la empuñadura de su espada, preparado para cualquier contrariedad.