Partida Rol por web

Cualquier intentó de verla fracasó al estar ella invisible. Cualquier intento de escuchar de dónde provino su voz también fracasó, ya que Babá Zelenna había usado un truco de sonido fantasma para proyectar sus palabras lejos de su posición real. Y la detección de Elyzabeth tardaría en revelar todos los efectos mágicos de la zona.

Urik pasó entre la mesa y las provisiones... y luego entre las dos muchachas. Una de ellas golpeó su maza contra el escudo del paladín. Otra de ellas hizo un movimiento tan exagerado que a punto estuvo de golpear sin querer a la figura que estaba invisible a su lado. Urik frenó su carrera en seco cuando contra todo pronóstico la mano de Baba Zelenna se posó sobre su pecho. La ermitaña se volvió visible; el paladín empezó a notar cómo se le iban las fuerzas.

Pertinaces garrapatas. Solo teníais que dejar las cosas estar. Pero queréis el poder del Santuario de la Montaña solo para vosotros, y eso no puedo permitirlo.

Don Urik sintió la mano en el peto de su armadura y se detuvo, viendo como ante sus ojos aparecía la mujer con la que había estado conversando sentado en una piedra. 

La mano de la mujer le produzco un cosquilleo en el pecho, incluso a través del peto, y notó como la magia de aquella mujer intentaba penetrar en él y arrebatarle las fuerzas. Las cejas de Don Urik se juntaron, frunciendo el ceño del Paladín de tal forma que formaron una barrera de voluntad y cabezonería entre él y dicha magia. También tuvo que ver el excelente estado de forma del caballero del cuervo, así como la natural resistencia física a efectos perniciosos de su bien moldeado cuerpo. 

Se percató de que estaba justo en medio de todo, y se movió de tal forma que dejaba vía libre a sus compañeros para llegar hasta allí o disparar a la mujer si hacía falta. - Queremos el poder del Santuario de la montaña para detener a Stradh. No podemos permitir que siga con su gobierno de terror. Las gentes de éste lugar merecen una vida mejor, un gobernante mejor. Ríndete y serás juzgada por la ley, tendrás una oportunidad de defenderte. Resístete y no nos quedará más remedio que acabar con vuestro mal. -

Aprovechando la cercanía y el desconcierto de la mujer al no verle afectado por su magía, la golpeó tratando de dejarla inconsciente. - Al resto, parad ya, vais a matar a nuestro compañero, y entonces no habrá perdón para vosotras. - les dijo a las novicias, mientras su espada impactaba por dos veces consecutivas en la cabeza de la mujer, con el plano de la espada.

Ambos golpes sonaron secos y contundentes, mostrando la fuerza del caballero. 

Ya no intentaría intimidarlas, ahora era el momento de derrotar a su líder y que ellas comprendieran que estaban actuando mal....o morir. 

El cuervo de Don Urik se lanzó contra la novicia que tenía detrás de él, tratando de confundirla y marearla mientras él derrotaba a la líder.* 

Siento que la capacidad de despedir a la montura no funciona, e intento que simplemente se aleje, indicándole con la mano. Pero entonces las brujas lanzan unas descargas llameantes. Me intento ocultar detrás del escudo, pero siento el dolor invadir mi cuerpo. Entonces me percato, ¡la araña estaba detrás de mi! Giro un momento la cabeza, y veo que está en el suelo. Muerta. Lanzo un grito, ¡Nooooo! Una mirada de puro odio aparece en mi cara, mirando a las novicias, mientras mis ojos se llenan de lágrimas.

La habeis matado. ¡No os había hecho nada y la habéis matado! ¡¡Lo pagareis caro!! Pero mi rabia no va dirigida realmente contra ellas, sino contra mí. Se supone que, como paladín, debo proteger la vida, y no lo he hecho. Ella dependía de mi, y la lancé al ataque sin ningún remordimiento, sin ningún cuidado, obviando que es un ser vivo. Yo la he provocado la muerte. Esto es así, quiera o no aceptarlo.

Mi espada se mueve contra la novicia que tengo más cerca, buscando acabar con todas ellas, mientras las lágrimas de rabia y desesperación cubren mis ojos, lo que impide que consiga nada más que arrancar trozos ardientes de los sacos con que se cubren.

Zack se sentía muy incómodo por tener que trabajar en un lugar tan pequeño. Apenas había espacio y las barricadas que habían puesto aquellas mujeres dificultaban aún más los ataques. Habían sido inteligentes y habían preparado bien sus defensas y ahora solo les quedaba acercarse para tener que luchar contra ellas.

Por suerte el Oscuro era un tipo bastante versátil y lo mismo era capaz de hacer magia con sus cartas como era capaz de golpear con su gran hacha. Y así lo hizo, primero sacó una de sus cartas, estiró el brazo hacia arriba y ésta se consumió dejando un halo rojizo a su alrededor. Finalmente dio varios pasos hacia delante para colocarse junto a Don Urik y ayudarle en el combate contra Baba Zelenna.

     Lo de violar a Walterly podía llegar a entenderlo…¡Pero matar una araña gigante!. El mundo se tornó aún más melancólico para Elyzabeth tras semejante pérdida. La joven empatizó con la pena de Ashlyn y comprendió que Don Urik quisiera capturar a Zelena viva para torturarla….Bueno, quizás en eso los paladines estaban un poco verdes.

Todos se centraban en machacar a las brujas, pero la clériga se apiadó del pobre Walterly. Tras un rato agradable con las jovencitas ahora le tocaba arder atado, y aquello no entraba en los planes que tenía para el tepestaní.

Ely cruzó una mirada con Jack y se acercó a la mesa de torturas para desatar a Walterly.

-¡Buenos días Waly! – Le saludó jovialmente en mitad del combate. –Aún no es hora de reunirte con tu padre. – Murmuró más seria mientras se peleaba con las ataduras.

-Coge mi maza- Dijo refiriéndose al arma que colgaba de su cinturón.

    Jack avanzaba a trompicones buscando a Zelena en todas direcciones. Su cara era la de un turista tepestaní en una biblioteca. El fuego conjurado por las brujitas prendió sus ropas, pero Jack se limitó a observarlo con la ingenuidad de un niño. Se volvió hacia su ama para enseñarle su descubrimiento. Entonces la bruja se hizo visible y el zombi clavó una mirada glacial y despiadada en su objetivo. Con un gruñido ronco se lanzó a la carga hacia el espacio libre que había dejado el caballero, pero entonces Zack se cruzó en su camino. El zombi tenía que decidir si se colocaba a la derecha o a la izquierda de su “hermano gemelo”. Jack acabó a la Izquierda, por simple casualidad o por estar más cerca de su ama. Tomar decisiones era demasiado para él y se tomó un respiro hasta su siguiente acción.

Pues sí, estaba ahí, entre el círculo de piedras, tal como era fácil pensar. Me arrepiento de no haber sido más decidido y haber convertido ese espacio por unos momentos en una vorágine de fuego. La madre superiora y alguna de sus discípulas habrían sentido los calurosos efectos de la bola de fuego.

Pero como ahora Don Urik está junto a Babá Zelenna y sería demasiado arriesgado lanzarla, aprovecho que tengo la mano aún caliente para disparar contra la 'zorra invisible que hay que freír' otro hechizo de fuego más fácil de controlar y que la molestará durante un rato.

El que también está peligrosamente afectado por el abrazo de las llamas es nuestro amigo tepestaní. Parece que sería conveniente librarlo de sus ataduras y así lo entiende también Ely que corre a desatarlo. La sigo para ayudarla en su cometido.

Las brujitas hicieron una breve pausa para aplaudir la ejecución de la esfera flamígera de Reluë. Hasta logró sobrepasar las defensas mágicas de Baba Zelenna. No era, eso sí, un conjuro muy potente: la Señora del Verdor logró esquivarlo a tiempo.

¡AAAAAAH! ¡ME QUEEEEMOOOO!-dijo el tepestaní, despertándose "más caliente que el culo de un Azer".

El grito volvió a meter a las novicias en la pelea. Babá Zelenna impactó con dos garrazos en Urik, que parecía que el primer zarpazo que no, que no daba, pero la distracción de tener a Ada a su espalda hizo que el paladín bajase lo suficiente la guardia en el último instante como para recibir otra bofetada a mano abierta. ¡Y cómo pegaba Babá Zelenna! ¡Y qué mala baba tenía Babá Zelenna!

El fuego terminó por quemar y romper las ataduras de Walt (y a Walt también un poco), y el tepestaní rodó por la mesa a tiempo de esquivar las manos ardientes de Ada. Elyzabeth y Reluë se lo tragaron de lleno, mientras Zack se agachó a tiempo para evitar quemaduras más graves. El mayor perjudicado fue Jack. Jack, el muerto, murió. Otra vez. A pesar de las buenas defensas con las que estaba pertrechado (la armadura... el escudo...) no todo el mundo puede sobrevivir a cuatro llamaradas de fuego seguidas. Todos se preguntaron cómo la novicia había conjurado tan rápido y tan fácil en las mismísimas narices de Zack y Urik. Debajo de la manga de la túnica de Ada asomó el brazalete de acción esquiva de Walt, todavía refulgiendo por su reciente activación.

Cuidado... tienen mis objetos mágicos...-advirtió en brazos de Elyzabeth, aunque ya era tarde para ello.

Aida dió un pisotón en el suelo con las botas de Walt, haciendo retumbar el suelo por debajo de la mesa de torturas en llamas. Elyzabeth y Reluë se esforzaron en mantener el equilibrio. La tercera novicia del flanco norte, la más alejada, trató sin éxito de golpear a Urik con la maza.

En el lado sur, las novicias estaban más torpes. La que estaba más cerca de la barricada, y podía ser blanco de Ashlyn si ella tuviese mejor puntería, se retiró hacia atrás. Despacio. Pasando entre Ada y Baba Zelenna hasta terminar flanqueando a Urik con la ayuda de Aida. Ada, por su parte, sacó el medallón de Belennus que Walt con tanto orgullo lucía. Lo agitó y se frustró al ver que no era capaz de hacerlo funcionar. En cualquier caso, su objetivo habría sido el difunto Jack, así que ya no tenía mucha importancia.

Por último, en un inesperado giro de los acontecimientos, el babau al que Zack creía haber matado se teleportó vivito y coleando en la retaguardia, al comienzo de la cuesta, peligrosamente cerca de Ashlyn, Elyzabeth, Reluë y Walt. Tal y como dijo el cuervo: "del monstruo no había quedado nada". El fallo fue interpretar que se refería a que la carta del Oscuro le había reducido a cenizas, en lugar de intuir que si no quedaba ni rastro del monstruo era porque se había teleportado huyendo de la explosión¹.

¡Mierda! pienso, al ver al babau detrás de nuestra línea de retaguardia. Quisiera matar a todas las novicias por lo que le han hecho a mi araña, pero mi deber de paladín está claro: defender a los inocentes y débiles, cueste lo que cueste.

Así pues, aún con el remordimiento de, quizá, nunca lograr vengar a la araña, me enfrento al babau, dispuesta a defender a mis compañeros de su maligna presencia.

-Cuidado... tienen mis objetos mágicos...-

Antes de que la clériga pudiera responder con uno de sus mordaces comentarios, la sacudida la derribó. Su armadura pesada la aplastó al caer al suelo, dejándola sin respiración unos instantes y arruinando su conjuro de detección.

-Es como si una cuadriga me hubiera arrollado- Logró articular al fin.

La joven se puso en pie, sólo para descubrir que Jack era un tizón carbonizado. Las palabras y chascarrillos se le atragantaron en la boca. Arañas había muchas, pero Jacks…

-Solo los que yo cree- Se espoleó a si misma con un gruñido. Reprimió sus sentimientos en el mismo rincón en que había jurado no mostrar jamás y alzó su voz luchando por que no sonase entrecortada.

-¿Quién va a cargar con mi equipaje ahora?- Bromeó con aparente frivolidad mientras se aclaraba las lágrimas con disimulo.

El babau reapareció para terminar de arreglarles el día y para colmo, El tepestaní se plantó detrás de ella.

-¿Te cojo en brazos princeso?- Bufó al bárbaro. –Coge mi maza…o lo que te dé la gana y ábrele la crisma a alguien al estilo tepestaní- Le espetó con aspereza. Pero al volverse comprobó el estado lamentable en que se encontraba el guerrero y le bloqueó el paso con el brazo que sostenía la lanza. –Olvídalo y quédate detrás mía- Volvió a gruñir, esta vez en un tono algo más suave y condescendiente.

La muchacha levantó el otro brazo hacia el Babau. Su mano se iluminó como un pequeño sol y descargó el rayo más potente de que disponía.

Entre los fogonazos que nos hemos tragado de la novicia y la caída al suelo por el pequeño terremoto provocado por las botas de Walt, acabo postrado en el suelo, otra vez maltrecho y con las mismas malas sensaciones de antes de cómo puede acabar esto.

Aprovecho mi postura para buscar y sacar el amuleto de las sabandijas y gastar uno de mis últimos cartuchos. Convoco a la avispa gigante cuya versión en miniatura se retuerce dentro del trozo de ámbar, para que se sume a la labor de incordiar a Babá Zelenna. Espero, de paso, que la esfera flamígera tenga un poco más de éxito esta vez y no provoque otra humillante ovación hacia mi lastimada persona.

Y, acto seguido, sigo aprovechando mi postura para, sin levantarme del suelo, reptar disimuladamente y tratar de alejarme un poco del epicentro de la pelea, buscando el resguardo de la pared norte de la cueva, a la altura de donde tenían atado al tepestaní hasta hace pocos momentos.

El escudo de Don Urik resonó como un gong, casi entumeciendo el brazo del caballero. El Paladín abrió los ojos con sorpresa, mirando a la mujer contra la que se estaba enfrentando con incredulidad en los mismos. - ¿Pero qué....? - pensó, tratando de razonar como una mujer tan poca cosa imprimía a sus ataques tantísima fuerza. 

El segundo golpe le pilló zafándose de un golpe de la otra novicia, dándole de lleno en toda la cara. Sintió su mandíbula crujir y como la boca se le llenaba de sangre. Delante de sus ojos veía unas lucecitas que antes no estaban ahí. Miró de nuevo a Babá, ahora con el ceño fruncido de nuevo, tratando de fijar su vista. Notó como por su cara fluía la sangre y le escocía ardientemente en cuatro líneas que debía tener en el rostro, recorriendo su cara por la parte izquierda de arriba a abajo. 

Poco a poco la figura de la mujer se centró de nuevo, mientras otros golpes pasaban a su alrededor o golpeaban inútilmente su armadura de acero. Percatándose de que estaba atrayendo los golpes de todas sus enemigas, se desplazó adentrándose en el círculo, dejando más espacio para sus compañeros y de alguna forma, alejándolos poco a poco de ellas. - ¡BASTA YA! ¡SE ACABÓ DE OPORTUNIDADES!¡VOSOTRAS LO HABÉIS QUERIDO! - gritó el caballero, alzando su arma y tajando de arriba a abajo a la supuesta mujer. Aquel último golpe que había recibido por parte de Babá acabó por convencer a Don Urik de que allí nadie se iba a detener y que algo no iba bien, aquella mujer le había rajado la cara en cuatro puntos, como las garras de una bestia.

Unas manos humanas no harían eso. 

- ¡Hay algo en Babá que no está bien, no parece humana! - gritó a sus compañeros mientras su espada penetraba en la carne de la mujer y salpicaba sangre alrededor. 

Y si Babá no era humana, había posibilidad de que las novicias tampoco. 

Zack se dio cuenta de que la situación se estaba complicando cada vez y eso que no había aparecer al babau que creía haber destruido minutos antes. Con su gran hacha en la mano decidió dar un paso lateral para alejarse de las novicias y seguir luchando contra Babá Zelenna. Con un poco de suerte Don Urik se colocaría justo enfrente de él y podrían flanquear a su enemiga principal.

Habia muchos enemigos que derrotar y Zack se iba quedando sin fuerzas. Como siguieran así no contarían el final de aquella historia, pero el tahúr estaba dispuesto a intentarlo y luchar hasta el final confiando en que pudiera derrotarla.

Al oeste de la cueva, el monstruo negro apartó el rayo de Elyzabeth de un manotazo, y se cebó en Ashlyn dejándola muy malherida. El combate al este iba mucho mejor...

Walt se puso en pie y rodeó la mesa de fuego, acorralando contra la pared a las tres novicias de la zona norte con la ayuda de Zack y Urik. La avispa de Reluë fue mejor distracción que el cuervo, ayudando a que Urik hundiese la espada por dos veces en el cuerpo de Baba Zelenna. La mujer cayó al suelo, inconsciente, y su magia de disfraz se desvaneció mostrando su verdadera forma: un humanoide verde y jorobado lleno de verrugas como las de una bruja de cuento.

¡¡¡¡Nooooo!!!! ¡¡¡Babaaaaa!!!

Las novicias, lejos de asustarse, lloraron su caída y se enfurecieron. Aida, la rubia, propinó un mazazo en la cabeza de Zack, provocando que en reacción una llamarada saliese del Oscuro y quemase a la monjita, aciéndola gritar de dolor. Ada trató de imitar a Aida, pero el círculo mostró su poder creando un campo de fuerza que hizo rebotar el arma. A Reluë le recordó al conjuro de armadura de mago, que no es capaz de mejorar la armadura completa de Urik pero sí el maltrecho camisote que Zack viste bajo su ropa.

¡Lo pagarás! ¡Lo pagarás muy caro, asesino!-dijo a Urik, con el mismo dolor que provoca perder una araña o un zombi.

Ida se alejó hacia la profundidad de la cueva buscando un buen ángulo. De sus palabras surgieron palabras arcanas, o palabrotas en un idioma desconocido, y lanzó el rayo abrasador que aún no había tenido tiempo a usar. Lo hizo sin cortapisas, y si hubiese fallado le habría dado a una de sus compañeras, pero la venganza hacía que le diese igual. El rayo de fuego acertó en el pecho de Urik, pero el paladín aguantó en pie con la Fuerza de la Razón y el Poder de la Justicia.

Fue la quinta novicia, anónima y desapercibida, lo que lo cambió todo. Ella, en lugar de usar la rabia, se alejó cinco pies de Urik para imponer sus manos sanadoras en Baba Zelenna. La magia curativa hizo que el monstruo verde abriese los ojos, y una de sus garras agarró con fuerza el tobillo del paladín, apretando con rencor. Babá Zelenna se mantuvo en el suelo, y eso evitó que pudiese usar toda su fuerza, pero al no haber logrado acabar con Urik, había quedado a su merced.

Reluë reconoció al humanoide verde. Se trataba de una bruja, una Saga Cetrina. Seguramente fue una de las brujas con las que luchó la paladina Lugdana y que invocaron en el siglo IV al demonio Chernovog de la historia que contó la propia Babá Zelenna. Las sagas a menudo se unen para formar tríadas: una Saga Cetrina, una Saga Annis y una Saga Marina. La Saga Marina no oculta su aspecto, mientras que la Cetrina y la Annis se disfrazan con magia para hacerse pasar por seres humanos. La Saga Annis es capaz de invocar las Brumas. La Saga Cetrina es capaz de hablar cualquier idioma (seguro que sabe comunicarse con el monstruo negro que está atacando a Ashlyn), puede volverse invisible, borrar su rastro e incluso respirar bajo el agua.

    Cuando el monstruo negro apartó el rayo de un manotazo, Ely no pudo evitar mirarse la palma de la mano con la que había lanzado su mejor conjuro. La joven borró la expresión de incredulidad de su cara, frunció el ceño y conjuró el poder de su lanza para ensartar aquella cosa.

-A las bravas- Siseó entre dientes empuñando su arma para el combate cuerpo a cuerpo

-Resiste un poco- Animó a Ashlyn, que estaba a punto de caer derrotada. Sin ningún poder curativo, la suerte del grupo pendía de un hilo y no había retirada posible con aquel monstruo a sus espaldas.

-En la ora más oscura, tu sierva te invoca- Rezó antes de lancear a la criatura, pero de nuevo el monstruo apartó la enorme lanza como si fuera un palito. Ely palideció a pesar del maquillaje que la asemejaba a Irina. Miró hacia atrás y rezó por que algo ocurriese a su favor en los próximos segundos.

Con manos temblorosas, por las heridas ocasionadas por mi enemigo, me parapeto detrás de mi escudo. Entonces hecho mano de mi último recurso, de la poción que tengo colgada del cinto. No puedo hacer mucho más, así que si esto no funciona... bueno, espero conseguir encontrar el camino hacia el dios iluminador, y que las brumas no me reclamen.

Zack se sintió muy rodeado y asustado porque se encontraba muy débil. No sabía cómo había llegado a encontrarse en tan mal estado tan rápido y pensó que sería hora de escapar de allí. Intentaría recurrir a las piruetas que había aprendido en su entrenamiento como luchador, y sabía que en caso de que tropezara o que no le saliera como debiera, si aprovechaban la oportunidad de matarle, el anillo de fuego que le rodeaba las terminaría dañando.

Suspiró hondo, se caló el sombrer y dio un paso lateral colocándose entre Relue y Baba Zelenna. Después intentó usar su pericia para escapar de allí sin sufrir más daños.

La espada de Don Urik se clavó por segunda vez en el cuerpo de Babá y de repente, como si una cortina se hubiera caído delante de sus ojos, el caballero pudo ver el verdadero aspecto de esa monjita. - Una...bruja. - musitó, sacando la espada. No podía creer lo que estaba viendo. Tenía que ser eso, una descendiente de aquellas que habían luchado contra la primera Paladina de su Orden, Lugdana.

Aprovechando el impulso y la inercia al sacarla, la espada describió una curva y golpeó de lleno a la monjita que había intentado golpearle, clavándose en el estómago de ésta. El Paladín retorció la espada haciendo que la punta abriera aún más la herida mientras su rostro se congestionaba con rabia. - ¡MALDITAS! - no le salían las palabras. Se sentía muy estúpido por haber ido con buena voluntad en un lugar tan sospechoso. Por haberles dado el beneficio de la duda en su creencia de que a todo el mundo había que darle una oportunidad.

Sintió calor en su pecho, el dolor fue tremendo y un grito inarticulado se expresó en su boca, con su cabeza alzada hacia el techo, pero ningún sonido salió, lo cual resultó en cierta forma pavoroso. Su mirada se clavó en la bruja que le había lanzado aquel ataque y prometió dolor y muerte. De un tirón sacó la espada del estómago de la brujita y con un golpe seco de muñeca quitó la sangre de la espada, salpicando el suelo en dirección hacia aquella monja.

Otro ramalazo de dolor le recorrió la pierna e hizo que Don Urik bajara la vista hacia aquella criatura que creía derrotada. Las garras de aquel ser se clavaban con furia en el tobillo del Paladín, y éste pudo ver como otra de las brujitas retiraba su mano presurosamente del hombro de la bruja verde, con cierto aire de culpabilidad al ver la mirada llena de odio de él.

Don Urik no se contuvo más, y sacó todo su potencial*** de su interior, golpeando a diestro y siniestro mientras se movía por la sala realizando una especie de baile mortal**. Sintió como su espada se relentizaba y era desviada por algo similar a un escudo mágico, debía ser el círculo sobre el cual estaban, así que apretando los dientes siguió dando fuerza a sus golpes, buscando atravesar dicha protección por pura fuerza de voluntad.

Sentía que las fuerzas le estaban fallando, pero no podía dejar de pelear, si él caía, sus compañeros no tardarían en seguirle. El caballero del cuervo hizo de tripas corazón y afianzó su posición, dándole un tajo a la monjita-brujita curandera que había tratado de restañar las heridas a la bruja verdosa que se hacía llamar Babá. - ¡POR EL CUERVO SAGRADO! - gritó, en agónico intento de reunir fuerzas e intimidar a sus oponentes.

Quizás era su última batalla, pero no caería sin honrar a su Deidad. Si él era el último caballero, caería luchando contra el mal de éstas tierras, su misión sagrada.

Con un graznido, el cuervo, mirando con cierta envidia a la avispa que aguijoneaba a los enemigos de su dueño y señor, se lanzó encima de Babá, molestándola.****

El medallón del cuervo colgaba de su cuello, reluciendo y reflejando las luces del lugar en su multifacetada superficie.