Partida Rol por web

 El clérigo avanzaba en silencio por la calle desierta, con el semblante adusto y sus ojos cubiertos por una sombra de preocupación. Casi podía sentir el dolor que había en el aire, la desesperanza que en que se había sumido aquel lugar maldito. No le extrañó que ningún alma saliera a su encuentro.

Su atención se había enfocado en un callejón particularmente opresivo y malsano que no parecía conducir a ningún lado, pero que emitía una inocultable aura de maldad. Algún terrible crimen había ocurrido en ese oscuro rincón, y Rudolphus se preguntaba si aún podían quedar rastros que seguir.

Sin embargo, pronto surgió una nueva amenaza… exactamente desde la dirección contraria por donde miraba el viejo clérigo.

Rudolphus no necesitó observar al nuevo enemigo para reconocerlo. Sus vías olfativas fueron invadidas por el inmundo hedor de la muerte, y el clérigo sintió que una punzada de profunda pena lo invadía.

- Pobre diablos… alguien deberá pagar por vuestro sufrimiento eternos… - masculló por lo bajo.

De un golpe vigoroso y rotundo clavó su maza en el barro del camino, encontrando una pequeña grieta entre los gastados adoquines. Luego, rebuscó algo entre su armadura, a la altura de su pecho.

Finalmente, su Símbolo Sagrado refulgió en su mano, elevándose alto por sobre su cabeza, lejos de la maligna impureza de aquel desesperado lugar.

- Por Pelor, el Radiante !!! Volved a vuestro reposo eterno !!! Regresad a vuestra morada final !!! O sentid toda la furia del Señor de la Luz !!! ATRÁS, ENGENDROS DEL MAL !!!

 Rudolphus grita con furia, invocando la ira de su Dios ante los muertos vivientes que se acercaban hacia ellos, más estos ni se inmutan y continúan la marcha hacia los aventureros.

 De repente, de entre las sombras una nueva criatura aparece. Es una criatura alta y delgada, con ropajes extraños y oscuros. Es como si hubiese sido un mago antes de convertirse en lo que es ahora. 

No pierde tiempo en actuar: señala con su esquelético hueso hacia el clérigo y murmura unas palabras. Este comienza a notar una pequeña parálisis en sus miembros... para desaparecer en un momento.

Ante tal horrenda criatura aparecida en la retaguardia, Clidna; señala al brujo y con una palabra concisa provoca un inmediato batear de alas de su compañero; tras una nube de polvo y unos segundos después el murciélago se precipita sobre el brujo intentando clavarle con fuerza sus colmillos..

Mientras tanto Clídna vuelve la mirada enfrente y posa la mano suavemente sobre Sir Elmore desprendiéndose de ella una leve luz verde que recorre su cuerpo.. - No temas Sir Elmore, te doy una brizna de la fuerza de la tierra, úsala y destruye a estos engendros!

 El murcielago ataca al en picado hacia el brujo muerto viviente, golpeando con fuerza la cabeza del no muerto, el cual agita los brazos para quitárselo de encima.

Despues de recibir el conjuro de Clidna, a quien agradezco con una mirada, tenso mi arco para dispararle a uno de los enemigos que nos acosan. Disparo dos rapidas flechas contra el zombie que esta mas al norte.

Luego de esto suelto mi arco, dejandolo caer y me muevo un paso hacia el enemigo.

 Dos flechas salen del arco del paladín. La primera no alcanza su objetivo, por el contrario la segunda impacta de lleno el pecho del zombie. Este, por el contrario, no nota la flecha en su pecho y continúa su andar hacia vosotros.

 Mientras se abren las puertas de dos de los edificios- al parecer la oleada de zombies no termina aquí- el resto de los zombies comienzan su movimiento lento, errático y pausado hacia la carne fresca.

Dos de los zombies llegan hacia el paladín y mueven sus brazos con furia hacia él, pero Sir Elmore esquiva con facilidad los mismos. Los zombies tendrán que moverse más rápido si quieren lograr golpearle.

Anibal, por el contrario no tiene tanta suerte. A pesar de su lentitud, el zombie se ha movido con inusitada rapidez y el golpe ha sido tan fuerte que la armadura no le ha servido de mucho. Del costado del gnomo comienza a salir algo de sangre. Y eso no es todo. Un ligero dolor en el estómago se adueña momentáneamente del gnomo. No es suficiente para distraerle del combate, pero desde luego, lo que siente no puede ser menos.

Elsbeth invoca las energias arcanas...

-Saat in'i gelar penguasa monarki di be'berapa negara tidak!- brama mientras mueve los brazos.

Una orbe de llamas aparece a los pies del Brujo de la Muerte. Rapidamente las llamas comienzan a lamer su carne....

 La faz del clérigo se transformó en una mueca de consternación, aunque parecía más frustrado que sorprendido. No era la primera vez que se debilitaba el lazo con su Dios, y ya había aprendido del poder que tenían los esbirros del mal en aquel maldito lugar. Se necesitaba de una voluntad doblemente decidida para enfrentarlos.

Su mueca de pavor duró apenas unos instantes, pues Rudolphus se lanzó de inmediato a la carrera, soltando su símbolo sagrado y esgrimiendo su pesada masa de guerra. Aquellas criaturas no eran dignas del esfuerzo de su Señor. Le tocaría al humilde clérigo limpiar la basura.

- Ahhhh !!! Sufrid la ira de mi Señor !!! Pelor, guía mi mano !!!

 Rudolphus carga contra el zombie trabado con el gnomo, logrando darle un fuerte impacto con su maza. No obstante, va a necesitar algo más si quiere acabar con el. El zombie, mecánicamente, contesta al golpe, moviendo frenéticamente sus brazos hacia el clérigo, pero no logra alcanzar a su objetivo.

 Mientras, en el combate contra el paladín, uno de los zombies tiene suerte y logra traspasar las defensas de Elmore, que recibe un doloroso golpe en su costado.

El resto de los zombies siguen acercándose hacia los aventureros...

 El brujo de la muerte se encuentra en una situación algo complicada. Aparte de la esfera flamígera a la que tiene que soportar, hay un murciélago incordiándole, por lo que realizar algún hechizo resulta una tarea harto complicada. Decide utilizar el método más fácil: un intento desesperado de golpear al animal, pero que ni muchísimo menos tiene éxito alguno.

El murciélago sigue con su presa aunque a su sabor no es nada agradable así que se limita a morderle hasta que deje de moverse..

Demasiados engendros antinaturales lo mejor sera traer refuerzos. - Aguantad ahora traigo ayuda!
Mientras Clidna empieza a conjurar

- Por los poderes del bosque yo os convoco amigos del frió, del viento y el sol! , venid aquí y defended la vida! sigue con unos gestos y desprendiéndose de ella saltan pequeñas esquirlas de luz que se elevan y se pierden en la lejanía.. - Venid! rápido! yo os convoco ! ...sigue así unos segundos más cuando finalmente se entrevé entre la la niebla del bosque una pareja de esquirlas con luz mas brillante volver..

 El murciélago vuelve a golpear con fuerza al brujo de la muerte, el cual cae al suelo, muy malherido. Las llamas invocadas por la nigromante, son suficientes para acabar con él.

Estando ya en cuerpo a cuerpo contra los enemigos, saco mi espada de su vaina y le lanzo un golpe al zombie que tengo justo en frente, cuidandome de mantener una buena defensa.

 Sir Elmore logra dar un fuerte golpe al zombie que tiene enfrente, más este lo recibe como si nada. El combate continúa: los zombies a los que se enfrenta el paladín siguen con sus intentos de golpearle, pero sin resultado positivo.

El pobre Anibal ahora tiene que hacer frente a dos de esos no muertos. Afortunadamente para él, su pequeño tamaño le ha salvado de no recibir golpe alguno.

El último de los zombies logra herir al clérigo, más este aguanta con gesto estoico el dolor.