Partida Rol por web

Viendo la situación, Anibal espoleó a su montura para rodear al zombie que quedaba y aprovechar la situación el Elmore para rodear al zombie que quedaba. Mientras tanto, el aguila se posicionó de tal manera que estaba enfrente del clérigo para poder flanquearlo mejor.

Elsbeth, por su parte, seguía concentrada en mantener su hechizo, moviendo la esfera de forma que sortease a sus compañeros, lo dirigió al útimo no-muerto que quedaba en pie.

 Las dos flechas y la magia de Elsbeth, es suficiente para terminar contra el último de los zombies.

Anibal se bajó de un salto de su poni mientras envió al águila a observar como estaba el camino por los alrededores, para evitar sobresaltos.

- Tal vez por cosas como estas estaba el camino más transitado que los demás. Espero que podamos llegar al castillo a tiempo y sin sobresaltos.

Obsevó el estado en el que estaban sus flechas pero algunas se habian partido al atravesar esos molestos muertos vivientes, asi que con el gesto torcido se volvió a subir en su montura y se puso a la vanguardia del grupo, abriendo camino de nuevo.

Clidna se acerca a Rudolphus algo indecisa pero tragando la saliva con fuerza interviene...

- yo le curare señor, sé que usted puede pero déjeme aliviarle lo que nunca debió ser, para mi es un honor. Clidna toca la piel del anciano con sus suaves manos y filos de enredadera cubren las heridas de Rudolphus dejando a su paso piel suave donde antes había herida y arrugas. después de esto Clidna sonríe y respira aliviada.. - como dice Anibal vayámonos ahora mejor no esperar a mas almas perdidas.

Luego con mirada de asentimiento e inclinadose levemente hacia Sir Elmore en señal se respeto y sin decir palabra alguna hace lo mismo asumiendo a primera vista las mismas razones.

Limpio mi espada de la inmundicia que la mancilla, para luego devolverla a su vaina inmaculada. Recojo el arco que habia dejado tirado en el fragor de la batalla y me reuno con el grupo. Cuando Clidna cura mis heridas, le hago una reverencia y le agradezco:

 - "Muchas gracias por tu ayuda, Sirvienta de la Naturaleza. Este mundo seria mucho mejor si la naturaleza solo concebiese seres como usted. Creo que es mejor marchar, aunque encantado me quedaria en este lugar a purgarlo de las criaturas impias que le plagan, en nombre de todo lo justo y bondadoso."

Espero la respuesta de mis compañeros antes de ponerme en marcha.

- A mí, me parece bien. Auque antes voy a emplear algunas guardas mágicas por si nos encontramos con nuevas sorpresas.

Elsbeth vuelve a llamar arcanas energías...

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Y recita extraños cáticos...

-Lista, cuando querais...

 No había mucho más que ver en este lugar y continuáis con la marcha como si no hubiese pasado nada. No obstante, no sois un grupo tonto, y os mantenéis un poco más alerta.

Avanzáis de nuevo por la calle. La (maldita) bruma que os rodea os impide ver en la lejanía, por lo que tenéis que ir a un ritmo mucho más moderado. Tampoco es que tengáis mucha prisa, pero no es agradable ir en una marcha tan "lenta".

Mientras camináis, la bruma se alza ligeramente y os muestra un cuerpo humano que yace boca abajo en medio de la calle entre la basura. Uno de los edificios que da a este tramo de la calle tiene su puerta derribada.

El clérigo había permanecido sumido en un profundo silencio desde el enfrentamiento. Apenas si había agradecido con un distante gesto de su cabeza a la muchacha que lo había curado, pues parecía estar concentrado en despedir a los caídos.

Se había arrodillado junto a cada uno de los cuerpos sin vida de sus enemigos, y en cada oportunidad había murmurado unas extensas plegarias para ellos, incluso ante los que no eran más que una mancha en el camino.

El rostro del anciano estaba surcado por la pena, y sus labios permanecieron cerrados desde entonces. Solo observaba a la distancia con gesto ausente, apenas conciente de los peligros que se cernían a su alrededor.

Cuando un nuevo cuerpo apareció frente a él, Rudolphus se apresuró a acercarse para inspeccionarlo.

 Ves el cadáver de manera superficial. Parece que lleva un buen tiempo muerto,... lo que si puedes ver a lo lejos es un ¡zombi!

Sigo avanzando junto a mi grupo, cuando veo a aquel hombre en el suelo y veo a nuestro sacerdote correr para socorrerle, rapidamente me muevo a su lado mientras desenvaino mi espada para socorrerle en caso de necesidad.

El anciano se arrodilló junto al cuerpo inmóvil y comenzó a palparlo en busca de signos vitales o heridas. Sus manos abandonaron por unos instantes su temblor característico, como si la misión que tuvieran encomendada las despojara de sus debilidades mundanas.

Rudolphus parecía profundamente apenado por lo que iba descubriendo paso a paso, como un padre que intenta devolver a la vida a su chiquillo perdido. Algunos incluso pudieron descubrir un leve brillo de desesperación que cruzó por su mirada cuando las conclusiones empezaban a tomar forma en la mente del viejo.

Sin embargo, en medio de aquella escena de piedad y expectación, el clérigo pronto sorprendió a todos con una explosión de rabia destructora. Dejando de lado su congoja inicial, en apenas un parpadeo Rudolphus se convirtió en una bestia asesina, pues tomó su maza y se dispuso a descargar toda su ira sobre el cuerpo inerte que yacía tendido en el suelo.

- Ve a reunirte con tus inmundos congéneres !!! Engendro del Mal !!!

 Rudolphus golpea con fuerza el cadáver, pero este continúa moviéndose. Finalmente se percata que el cadáver no es un zombi ¡sino que hay unas extrañas sabandijas devorándole!

- ¡ARRE! .- Espoleó a su poni para que avanzase un poco más y rodeó a sus compañeros y el cuerpo que estaba alli tendido, lo que pasa es que se dio cuenta de que su poni no era como los caballos de sus compañeros y de que quiso llegar a rodear la babosa le monstruo ya estaba pegando.

 Anibal se limita a moverse con el poni, colocándose en una posición mejor para actuar después con su arco. Sin embargo, su águila se abalanza con una de las criaturas que se encuentra en el cadáver, más esta se mueve y revuelve como un demonio, impidiendo que el águila logre alcanzarle.

 Unos chillidos sobrenaturales comienzan a surgir de uno de los edificios, los cuales se acercan con rapidez hacia vosotros. De repente dos pequeñas figuras rojas y aladas dan vueltas por vuestras cabezas mientras mantienen su peculiar chillido.