Partida Rol por web

Fábula de Umbris

Escena 1: El asunto

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08/01/2021, 12:14
Director

Los motivos por los que vuestros personajes están en el pueblo de Bullas, al oeste de tierras murcianas, son suyos y de nadie más. Quizá haya entre ellos hombres de armas, que estén allí atraídos por la algarabía que siempre hay en la tierra frontera con el moro, que una cabalgada de saqueo no hace daño a nadie. Personajes más piadosos pueden haber ido en  peregrinación a la cercana Caravaca de la Cruz, aunque eso no quiere decir que hayan vuelto más santos que antes, que el viejo dicho de "ir romera y volver ramera" es algo más que un juego de palabras. Por último, seguro que habrá más de uno que, por ser amigo de lo ajeno, buscado por la justicia, o practicar artes prohibidas por la religión, mantiene bien callados sus motivos. Sea como fuere, es grupo de viajeros en tierra extraña, que en un principio no se conocen entre ellos…, aunque es asunto que tiene pronto remedio.

Por separado, son requeridos por un mozuelo de rostro avispado y ropas de criado de persona principal, que dice que a su amo le placería mucho invitarles a tomar un poco de vino en su casona, donde tiene asunto que proponer que quizá pueda agradarles…

Notas de juego

¡Bienvenidos a la partida! Empezamos la aventura con la narración de arriba. Sentíos libres de cambiar las imágenes del personaje si os apetece e inventar una historia de su vida. ¡A disfrutar!

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15/02/2021, 20:48
Fidela la Grande

Fidela caminaba por la villa de Bullas apesadumbrada y no era para menos, su viaje había sido largo y esperaba encontrar cobijo en casa de la tía de su madre, pero ésta había fallecido, y no quedaba en el lugar ningún otro familiar a quien pedirle asilo. Así que la mujer replanteaba su situación con mucha incertidumbre y miedo, decidiendo que debía encontrar un trabajo para poder conseguir unos dineros con los que lograrse un alojamiento sencillo y alimento.

La villa hervía de bullicio, podía encontrar por sus calles soldados, peregrinos, artesanos y personas de aspecto variado e intereses aún más dispares. Quizás lo que más les unía era la baja condición o pudiera ser que la buena moza no discerniese entre castas, siendo para ella tan normales unos como otros, al fin y al cabo su viaje había sido lo suficientemente largo como para dejar pasar los detalles de las vestimentas, pues su mente tenía otros problemas en los que pensar.

Tras pararse cerca de un obrador y oler los exquisitos vapores de elaboración de panes la joven suspiró, tenía un hambre acuciante que solo podía empeorar, y no llevaba sustento alguno con el que mitigar su malestar. Iba a acercarse a ofrecer sus servicios al artesano cuando un mozuelo con cara de pillo se acercó a ella, abordándola con interés.

No creo que vaya a robarme, poco tiene el chaval que coger....

El comentario del niño era interesante, su amo ofrecía vino a quien decidiera ir a la casona donde vivía para hablarle de un asunto, y ella pensó que quizás era la oportunidad perfecta para ganarse algún trabajo.

¿De qué tratará ese asunto? No debe ser algo realmente complicado si busca la ayuda de una mujer, quizás sea como partera, o me da igual si me pone a cocinar, lo único que necesito es cobijo y comida, y ya después, Dios dirá...

Así fue como Fidela siguió al jovenzuelo, el cual la guio hasta la casa de su amo, sin más dilaciones que siguiendo la línea recta

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16/02/2021, 09:17
Yamila

Largo había sido el viaje que la había traído hasta Bullas. Había cruzado medio reino de Granada en busca de una nueva vida, preguntándose durante todo el camino si había hecho lo correcto; abandonar todo y a todos los que conocía. Después de todo, aquella vida tampoco estuvo tan mal... y tampoco era tan diferente de lo que había tenido que hacer para sobrevivir desde que dejó la casa de su señor. La única diferencia es que ahora, era su elección. Al menos eso es lo que se decía a sí misma.

Yamila se sentó a descansar junto a la primera fuente que encontró al llegar a la villa. Se quitó las raídas alpargatas y dejó que el agua fresca revitalizara sus cansados pies, eliminando el molesto polvo de los caminos. Puso a un lado su rabel, cuidadosamente guardado en un tosco estuche de cuero mal curtido, dejando que el agua bañara sus pies y el sol bañara su rostro. Un instante de paz, de esos que no se tienen todos los días cuando eres una Qaina... y de los que ella había aprendido a disfrutar.

Poco duró su tiempo de solaz, pues un chabea se le aproximó indicándole que su señor la invitaba a su casona para disfrutar de unos vinos. Yamila, a pesar de su juventud, ya era ducha en conocer las intenciones de aquellos que la invitaban a sus casonas para tomar unos vinos... al fin y a cabo, era su trabajo. 

Se colocó las alpargatas y tomó su rabel para seguir al muchacho. 

Tengo que encontrar trabajo a fin de cuentas... al menos esta vez el trabajo ha venido a mí.

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16/02/2021, 09:54
Director

- ¿Y qué dicen los señores? - Pregunta el deslenguado, que teniendo convencidas a las dos jóvenes, los dos varones se mostraban menos impacientes.

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16/02/2021, 21:32
Julián Barbero

El día había amanecido como cualquier otro, no auguraba presentarse como uno especial. Hasta que preparando sus utensilios, Julián se percató de que tanto tijeras como cuchillas necesitaban de ser afiladas. Además de limpiarles un poco la mugre y manchas de sangre. Le tocaba ir al herrador.

Maldita su suerte. El herrador acababa de tener un accidente y se había destrozado la mano mientras forjaba algunas herraduras. No le quedaría otra que negociar con el panadero arreglos de barba gratis, y puede que el arrancarle alguna muela, a cambio de que este le prestase la mula unos días para ir a ver a su primo el de Bullas. Puesto a pagarle a alguien, mejor si era de la familia, a pesar de que fuera de otro pueblo.

Llegó a Bullas después de la hora de comer. Un lugar sucio, apestoso, con los hombres más tontos y las mujeres más feas de toda la cristiandad. Rasgo que extrañamente compartían todos los pueblos a excepción del suyo. 

Mientras esperaba a que su primero Nemesio le apañase las herramientas, decidió emplear el tiempo libre en ver aquella madriguera de ratas que se afanaban en llamar pueblo. Apenas había recorrido un par de calles cuando un mozo le interceptó, con un mensaje de un supuesto amo, que le invitaba a ir a su hacienda a beber vino, con algo de suerte, del bueno. Inequívoca señal de que ese caballero tramaba algo, ya que Julián aun no había tenido tiempo de hacer alguna de las suyas... ¿Verdad?

-Pos bueno- Contestó con gran deje en su voz. -Vale-

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17/02/2021, 10:00
Director

Siendo el vino de la ciudad en verdad afamado, los viajeros, aquella oferta, habían aceptado. No fueron ellos preguntones, y por ello siguieron al muchacho sin mucho debate, pues no hay mayor arma dialéctica para vencer, que un vino y una recompensa.

Muy callado andaba el juglar, algo extraordinario. Seguramente más tarde lo compensaría soltando su lengua con ayuda del vino.

- Es aquí cerca el lugar, subiendo por ahí. - Dice enérgico el joven, señalando con el dedo un camino polvoriento que gira a la izquierda entre algunos caserones.

Notas de juego

Dejo un poco de tiempo, por si queréis intervenir, en especial Calixto.

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18/02/2021, 13:13
Fidela la Grande

Fidela acompañaba al zagal mientras se unían otros interesados en la recompensa, temiendo que el señor interesado en contratarles eligiera de entre todos ellos solo a uno, así que decidió preguntar con cierta curiosidad al enérgico joven que les señalaba el final del trayecto, un lugar ubicado entre grandes caserones.

- ¿Y qué negocios mueven a vuestro amo para congregar tanta ayuda y tan variada?...  Quizás solo necesite a uno o puede que dos trabajadores. ¿Busca quizás curaciones?... Si es así soy la persona adecuada... ¿No podríais especificar la naturaleza de su necesidad?... 

Fidela preguntaba, no porque fuera a echarse atrás, si no para inventar algún buen motivo para ser la persona ideal que pudiera llevarse los dineros al bolsillo, pues bien sabía Dios que necesitaba sacar adelante al hijo que llevaba en su vientre, y aunque aún no se le notaba su estado de buena esperanza, no tardaría en dar muestras su contorno de redondez.

¡Qué ganas tengo de un buen vino y un plato de guiso! Casi con eso ya estaría pagado el trabajo que han de encomendar...

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18/02/2021, 15:10
Director

Fidela, la curandera, pretendía hacer más ameno el camino, o al menos aprovecharlo para llegar con más tino, a su destino: la casa de aquel que la invitaba a vino.

- Nada sé, mis señores, que sólo soy el correveidile de sus recados. Con mi amo habréis de hablar si más queréis saber. - Responde el muchacho.

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21/02/2021, 10:58
Yamila

- ¿Falta mucho, zagal? - pregunto impaciente, empezando a sospechar que quizá todo esto se trate de una chanza del chabea.

Echo un vistazo a la variopinta compañía. Dos callados caballeros y una moza que parece empieza a impacientarse también:

- ¿Sois acaso galeno?- pregunto a la moza al escuchar sus palabras.

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21/02/2021, 17:56
Fidela la Grande

El mozo poco o nada más sabía, o quizás se negara a compartir, los saberes que su amo les debía transmitir. De manera que aquel variopinto grupo avanzaba, mientras Yamila a la curandera le preguntaba, cuáles eran sus quehaceres, denotando la muchacha la curiosidad de los bereberes.

- Mis manos están al servicio de Dios, con ellas puedo traer calma al dolor, y librar de todo mal que en el cuerpo se pueda sanar... - respondió Fidela con la mejor de sus sonrisas, mientras los caballeros marcaban con su silencio el caminar - ¿Y vos a que os dedicáis? ¿Qué habilidades ofreceréis para ser contratada?

Curiosidad la de la sanadora que amplió la pregunta a todos los presentes - ¿Y mis señores nada han de aportar? Quizás en vez de mostrar nuestros servicios de manera independiente, las fuerzas habríamos de aunar. 

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21/02/2021, 23:32
Julián Barbero

Julián seguía al grupo, cerrando la marcha, en silencio. Andaba con cierta desgana, arrastrando los pies. 

El muchacho no aportó nada de información extra al responder a las dos mozas del grupo. Tal fuera cierto que realmente no tenía ni la más remota idea acerca de los asuntos por los que su amo le había mandado a buscarles. Y si realmente lo sabía, había dejado claro que no diría nada.

Así pues, Julián no se molestó en preguntar. Se limitó a seguir en su silencio. Hasta que una de las zagalas preguntó a que se dedicaban. 

-Barbero- Respondió secamente. -Corto pelo. Apaño barbas- Añadió. Ya había conocido a más de un paleto que al decirle "barbero" se quedaba mirándole como esperando detalles. 

-También hago de matasanos-  Dato que le pareció oportuno matizar. 

Abrió la boca para continuar conversando. Sin embargo, la cerró en seguida. No quería dar una mala primera impresión empezando a dar palique antes de que todos pudieran pronunciarse.

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22/02/2021, 10:48
Director

- Ya estamos. - Apunta el muchacho ligero, cuando enfila el final del sendero.

La mansión de su amo es un caserón de aspecto hidalgo, con un portón que da, tras la transición de un zaguán, a un patio ancho y capaz donde se encuentran las puertas que conducen a los alojamientos de bestias y criado. Unas escaleras adornadas y entoldadas con piedra conducen al piso superior y principal, donde se alojan los amos, que es cosa cabal que los de arriba estén arriba, y los de abajo, abajo, que sólo los iguales se mezclan.

- ¡Maese Manuel! - Grita el chico, ya dentro, abriendo el pico.

- Sentado estoy, Estebanillo. - Suena una voz varonil en algún lado.

Maese Manuel os recibe en un salón bien aposentado, en el que no faltan escabeles para sentarse, ni mesa dispuesta con picheles para recibir el vino de la jarra que se os ha prometido. Es el tal Manuel hombre más alto que bajo, de pelo largo y algo rizado, barba corta y voz profunda, como si le naciera del fondo del estómago en lugar de en su garganta. Luce túnica amplia y oscura, de buen paño y con el cuello y los puños de las mangas forrados de armiño, lo que denota a las claras que es cristiano, y no judío ni moro. Es Estebanillo quien sirve el vino, aunque él conserva las formas de no sentarse hasta que no lo hagan sus improvisados invitados. Sólo entonces se dará acomodo, y tras mirar con ojos de ave de presa al grupo por él reunido les explicará:

- Vuesas mercedes andan con preguntas, como es de natural, pero tengo todas las respuestas. Para ello he de presentarme, así que lo haré: maese Manuel me llaman, y tal soy, ni más ni menos, que carezco de apellidos ilustres, por ser mi casa bajuna. Por mercader me tengo, y negocios hago, pero siempre a la buena vera del Señor, que no practico la usura como hacen esos enjuínos que mataron a Cristo. Buscando negocio me fijé en torre vieja, casi en ruinas, que se encuentra en las cercanías, junto a un riachuelo que podría agrandarse con escaso esfuerzo. Olfateé oro, pues bien fácil que sería convertir la torre en molino de agua uniéndole un aspa de madera que el río moviera y una rueda de moler en su interior. Tan fácil, que me extrañó que nadie lo hubiera hecho antes. ¡Iluso de mí! Siendo como son estas tierras feudo de la orden de Santiago, a los santiaguistas me fui, y previo pago de una sustanciosa donación para su santa causa conseguí permiso para levantar molino y moler harina, quedando entendido que ellos se quedarían con una parte de la misma, pues bien saben vuesas mercedes que los molinos son propiedad feudal, y nunca se venden, siempre se arriendan. Ya me parecía que lo más difícil del negocio estaba hecho cuando, ¡pobre de mí!, me encontré con algo que, forastero que soy en esta tierra, desconocía: los del lugar temen las ruinas de la torre por considerarlas malditas, y ni a fuerza de todos los dineros del mundo lograría yo que se acercasen a trabajar para convertirlo en molino, y mucho menos que me vendiesen el grano o me comprasen luego la harina que allí fabricara. Caía en la desesperación cuando supe que había forasteros como yo, que no temen las supersticiones del lugar. Pues puedo jurarles que por mucho que he recorrido las ruinas, tanto de noche como de día, no he encontrado fantasma alguno, y sigo sano y salvo. Necesito de gentes que demuestren que tal superstición es falsa, y así se lo hagan ver a los naturales del lugar. Éste es el negocio que os quiero proponer, y por el cual sesenta monedas de plata por persona estoy dispuesto a pagar. ¿Os place el trato?

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22/02/2021, 15:22
Yamila

A Yamila le extrañó que la naturaleza de la labor distara del trabajo acostumbrado para una moza de sus talentos, pero siendo buenos dineros los que le procuraría tan sencilla empresa, no puso reparo. No acostumbraba a preguntar, pues no era propio de las de su ocupación ser fisgadoras, pero aquel vino de la tierra soltaba la lengua y la curiosidad.

- ¿ Y cómo se supone que vamos a demostrar que no ha espíritu en la torre?

 

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22/02/2021, 15:42
Director

- Qué se yo, mi señora. Hablad con la gente, buscad por dicho lugar... Pernoctad una noche al ras. Si de problema alguno la noche carece, la gente encontrará que la leyenda no es más que una leyenda, pero si soy yo el que va con esos argumentos a mis vecinos y presuntos clientes, será mi persona la que no sea más que un embustero usurero, pues es de saber que, quien dinero quiere atraer, a su alrededor de malos augurios debe carecer. - Contesta a Yamila maese Manuel, para quien no ha pasado desapercibida la finura de su piel.

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23/02/2021, 11:46
Fidela la Grande

Uno de los hombres daba a conocer su profesión. ¿De qué valdría un barbero para la causa del señor si no era para arreglarle el semblante?... Nuevas informaciones se dieron al conocer que el buen mozo también rebanaba las partes corporales que ya no tenían remedio, y eso sí que podía ser tan útil como sus propias habilidades curativas.

- Dios nos libre de requerir sus servicios, señor mío... - deseó Fidela mientras continuaba su avance con premura.

El mozalbete les llevó al hogar de su Amo, mostrando una casa de enormes dimensiones que separaba, como todo buen hogar, a los señores de sus criados. La curandera nunca se había criado en un sitio tan imponente, ella era de pueblo, vivía en una sencilla casa con su familia, donde la necesidad era el pan de cada día, una suerte saber de hierbas para paliar el hambre, que nunca suplirlo por completo.

Maese Manuel les recibía en su mesa, donde el prometido vino reposaba. Fidela observaba la jarra, esperando que el premio se les entregase, a la par que miraba la longitud imponente del varón, sus cabellos y porte.

Barbas arregladas, barbero que te quedas sin empleo...

El hombre tomó la palabra mientras el vino les era servido, aunque Fidela hubiera preferido un buen estofado. Maese Manuel era mercader y tras adquirir un molino para hacer negocios, no consiguió que hubiera trabajador alguno que pisara esas tierras puesto que los lugareños creían en supersticiones y Fidela, como buena pueblerina, estaba convencida de que si el río sonaba es que agua llevaba. No obstante sesenta monedas de plata por cabeza harían que recitase los versículos de la Biblia al revés, así que no dudó en aceptar las condiciones.

- Maese, por mi parte yo iré al molino y me alojaré en el edificio si es menester para demostrar que las lenguas se equivocan... - mantuvo la mujer

Aunque bien es cierto que tantas almas juntas no pueden errar...

Yamila cuestionaba y el maese explicaba. Hablar con la gente del lugar para saber qué miedos levantaba aquel molino, las circunstancias por el que el lugar era evadido, pernoctar una noche a la intemperie de sus piedras y regresar al caserón para luego, portar buenos dineros en los bolsillos mientras buscaba un sitio en el que criar a su futuro hijo, que bien podrían ser las tierras que le rodeaban, al menos allí, no debía dar explicaciones sobre quién era el padre.

- Por mi parte el trato es aceptado, señor mío... ¿Habría alguna posibilidad de recibir al menos un cuenco de estofado para coger fuerzas antes de la labor?... - y es que siempre había que llorar para obtener un poquito más.

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23/02/2021, 12:25
Julián Barbero

-Dios nos libre de ello- Respondió Julían a la muchacha, citando las mismas palabras. Sobre todo porque en ese momento no contaba con sus útiles. Si un brazo requería de amputación, poco podría hace a parte de tatar de roerlo como una rata.

El tiempo de las charlas llegó a su fin, pues el grupillo, guiado por el mozalbete, llegó hasta una hacienda, que si bien de buna construcción, sencilla.

Dentro, conocieron a don Manuel. Lo primero en lo que se fijó Julián fue en su bien arreglada barba y cabellera. El barbero de frotaba la barbilla en gesto pensativo, mientras la examinaba. Aunque en su humilde opinión, bien haría rasurando ambos matojos. Si bien parecía tener dinero para cuidarla, era mejor evitar coger piojos que gastarse un dineral en erradicarlos. 

-Muchas gracias por su hospitalidad, don Manuel- Dijo, en tono tan formal como su deje le permitía. -Julián Barbero, para servirle- 

Tras la presentación, tomó asiento, y esperó aparentando paciencia a que el mozalbete le sirviera el rojo caldo. El cual no dudó en catar.

El negocio que pretendía montarse el señor no carecía de visión. Nada menos que un molino. Cuando salió el tema de los fantasmas, el barbero no pudo sino esbozar un gesto resignado. Sabía muy bien de lo que hablaba.

-Le comprendo perfectamente. No hace falta más que un hombre asustado para plantar la semilla de la discordia. Y esta germinará como una mala hierba en poco tiempo. No ceo que sea difícil demostrarlo- Julián, de por si, era bastante escéptico. En sus oficios, había oído historias de todo tipo. Cada cual, más descabellada que la anterior. En cuanto a que le gente creyera la verdad... Bueno, ese menester correspondería a don Manuel.

-De buena gana acepto- Dijo, alzando la copa hacía el señor

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23/02/2021, 12:47
Director

- Unos buenos garbanzos fritos quedan en la olla, por descontado. ¡Estebanillo! - Grita maese Manuel, activando al momento las piernas del jovenzuelo, que sale disparado en dirección a la mentada olla. - Ni qué decir tiene que el pago será concluido el trabajo, y no antes, pues yo no me voy a mover de aquí - dice abriendo los brazos, refiriéndose a su casa -, mientras que vosotros podéis marchar de Bullas cuando así queráis.

Estebanillo vuelve con un plato hondo y unos garbanzos fritos y algo de pan.

- Coman y beban, ¡y decídanse los cuatro! - Dice, refiriéndose a la qaina, que aún no se había pronunciado, ni al juglar, que casi no había respirado.

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23/02/2021, 14:14
Yamila

- Acepto, claro...- dijo la qaina mientras se le iban los ojos detrás de la olla que traía Estebanillo. El aroma del guiso le recordó que hacía un par de días que no se echaba a la barriga más que algunos mendrugos de pan duro y un poco de carne seca. 

Intentó disimular su ansia y guardar las formas, pues no era bien visto en las fiestas a las que solía asistir que una mujer mostrara gran apetito que pudiera malograr su figura. Si bien este trabajo, al parecer, no requería de momento sus servicios como qaina, la fuerza de la costumbre la hizo contenerse a pesar del hambre.

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24/02/2021, 16:55
Fidela la Grande

El barbero y Yamila aceptaban el encargo a la par que la curandera, estaba claro que aquel era un trabajo sencillo y muy rápido para aquellos que pasaban miserias, de necios dejar pasar la oportunidad.

Fidela asintió ante el ofrecimiento de garbanzos fritos. Daba igual lo que le ofrecieran, estaba claro que con hambre hasta los rábanos recién cogidos eran un auténtico manjar. Así que la mujer comió con buena gana aquellas delicias redondeadas sin preocuparle los gases que más tarde le darían, pues una buena manzanilla haría que se eliminaran las flatulencias, soltándolas en la libertad del campo, al fin y al cabo iban a dormir a la intemperie.

- Conforme estoy con cobrar al final del trabajo, Maese, por mi parte no tendrá problemas, pues lo mismo me comprometo, cumplo y vendré para recibir mi parte... - aseguró la Grande haciendo buena cuenta de su pan y vino.

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25/02/2021, 10:33
Director

- ¡Brindemos pues! Sellemos con vino este trato, y que de esta manera todos ganemos en no más que un rato. - Exclama maese Manuel levantando su vaso, y sosteniéndolo en el aire, espera que sus invitados sigan el mismo paso.

Notas de juego

Con el trato ya formalizado (por cierto, Yamila, ¿beberás el vino?), es momento ahora de salir fuera y hacer el trabajo. ¿Por dónde empezaréis, viajeros?