Partida Rol por web

Prólogo de Jean-Michel

Era uno de esos días lluviosos, horribles.

El sonido sordo y golpeante de la lluvia creaba un murmullo en toda la mansión, fuera cual fuera el rincón en el que te encontraras.

El viento sonaba sibilante fuera, movía la lluvia y hacía que esta golpease contra los cristales de las ventanas, y además, creaba un sonido ululante que ponía los pelos de punta, sobre todo el de las chicas de la mansión, que, o se fueron a dormir pronto, o procuraban estar en zonas iluminadas...o trataban de estar acompañadas y protegidas.

Ahora podías escucharlo, cuando la calma había vuelto a tu habitación, pues a tu lado, tenías abrazada a una aun jadeante Charlotte, con el pelo revuelto y una sonrisa satisfecha en la cara.

Era el segundo de la noche, y la verdad, en una noche de mierda como esta, era lo mejor que podías hacer...además, ella estaba agradecida porque la estabas protegiendo de los truenos y rayos que ocurrían fuera...como si le fuesen a alcanzar estando dentro de la casa...

- Uff...Jean...¿Te puedo llamar Jean? Está siendo la mejor noche de mi vida, y eso que al principio estaba asustada jejeje.

Se recolocó un poco el pelo y se abrazó más a tí, besando tu hombro derecho.

- Quién me iba a decir a mi que ibas a ser tan buen amante...cualquiera lo diría bajo tu fachada de niño bueno...Eso o que al lado del Señorito, que es tan como es, uno parece siempre un santo...jijiji

Un trueno enorme sonó fuera y ella pegó un gritito, juntándose más contigo, y haciendo que su pecho engullese, cuanto menos, tu brazo derecho, al que se agarraba la muchacha.

 Jean-michel colocó las manos en su nuca quedando estirado en la cama y le dio un beso en el pelo a Charlotte. No había estado nada mal, la chica se había portado y eso que, segun decia, no tenia mucha practica. El truco del protecctor le salió de maravilla aquella noche.

-No te preocupes, no tengas miedo. La verdad es que yo tampoco me esperaba todo "eso" de ti, pero me ha gustado mucho. Me gusta eso de que seas tan abierta y te guste probar cosas nuevas-dijo sonrriendo.-Bueno, la noche es larga aun y parece que la tormenta no amaina... creo que lo mejor será seguir a lo nuestro asi no prestaras atencion a la tormenta y por ende no te asustaras-terminó guñandola un ojo de manera picara.

La chica se sonrojó al instante, desde la punta de las orejas hasta los pies.

- ¡¡Jean!! Dijo en un susurro gritado, antes de que le diese la risilla tonta y se tapase la boca con una mano. Que cosas dices... Te miró a los ojos con un brillo malicioso en los ojos. Además, yo ya no tengo miedo...

Y una mano rozó tu entrepierna haciendo cosquillas con sus uñas allí por donde pasaba.

- Hale, a dormir. Dijo divertida girándose en la cama, dándote la espalda, y tapándose con las mantas hasta las cejas. Jijiji

 Jajaja-rie Jean-Michel viendo el juego de la chica-ven aqui.

Y sin mas se mete debajo de las sabanas, buscando su cuerpo. Llevando sus manos a las curbas de la chica, sus labios a la piel. Jugando con ella a ese juego que acabaria como las otras dos veces, aunque la anterior...había dolido un poco.

- ¡¡Jujuju!!

La chica tiró de las mantas tapándoos a ambos, y se hacía la dificil, rehuyendo de tus manos y tratando de apartarlas, pero cuando te quisiste dar cuenta, era ella la que estaba subida sobre tu cuerpo, besando tu torso y rodeando tu cadera con sus piernas.

- Jean...todo lo malo se pega, y tu has aprendido mucho del Señor, me temo... Un mordisquito algo más fuerte se cebó con tu hombro, y la chica comenzó a besarte, lamerte y saborear tu piel, a medida que iba bajando su cuerpo y su boca viajaba de tu pecho a tu abdomen. Aunque no lo aparentas...todas sabemos que eres un chico malo...pero no me imaginaba cuánto...

 Y no lo imaginas aun...-susurró.

Sus manos seguian recorriendo su cuerpo, los mordiscos y arañazos que ella le hacia no eran nada en comparación con el placer que su lengua y sus labios le daban. Esa chica se prestaba a cualquier cosa, no era como otras mojigatas con las que Jean-Michel se había topado.  En cualquier caso, siguió acariciandola pero dejo que ella tomase la iniciativa y le proporcionase placer mientras notaba como sus besos iban recorriendo su cuerpo.

Siguió besándote y lamiéndote. Por como se movía, por como te miraba, podías deducir que no habías sido el primero (¿Lord Ethan quizás?) y, ni mucho menos, ibas a ser el último...

Te miró lasciva y te lamió desde el ombligo hasta el pecho, antes de humedecerse los labios, morderse el de abajo, y esconderse bajo las mantas, un segundo antes de notar sus labios rodeando tu miembro

 Jean-Michel gimio suavemente, casi como un ronrroneo al notar a la chicha lamer su miembro. No pudo articular palabra, simplemente paso sus manos por su pelo acariciandola e instandola a seguir con lo que hacia. Lo estaba disfrutando muchisimo. Normal, a Jean-Michel siempre le habían gustado las tormentas.

Notaste un suspiro de ella, como una caricia cálida, justo cuando tú gemiste, seguramente reacción de ella, excitándose al verte y escucharte a ti caliente.

Una se sus manos sujetaba con delicadeza tu sexo, subiendo y bajando por él mientras sus labios y lengua te iban lubricando y recorriendo, para terminar en profundas engullidas y fuertes succiones. No notabas su otra mano.

Bajo las mantas el calor iba aumentando muchísimo, y ella de vez en cuando paraba jadeando, para volver a saborearte y comerte entero. Soltó su mano de tu miembro y te cogió la cadera con las dos, antes de tragarse entero tu sexo y comenzar a moverse rápido entre lamidas y succiones. Su mano derecha estaba deliciosamente húmeda en tu cadera.

 Las manos de Jean-Michel rodearon su cabeza y empezaron a moverla energicamente, ayudandola y forzandola un poco en los movimientos que hacía. Se deleitaba con cada sonido que salía de su garganta y gemía en consonancia con ello. Aquello le encantaba, le volvía loco. Aquella criada...era todo un descubrimiento. Ella se prestaba a todo lo que Jean-Michel quisiera y aun sin decirselo ella parecía conocerle y le daba placer, como hacia tiempo no había conseguido ninguna otra. Desde luego la tormenta había sido un golpe de suerte.

No la viste, pero por el sonido de su gemido, sabías que estaba sonriendo. Sonriendo cuando la cogiste del pelo y la semiforzaste a que te felase más rápida y profundamente. Notaste sus uñas clavarse levemente en tu cadera y accedió obediente al ritmo que imponías. Parecía que su garganta no tenía fin, pues podía abarcarte entero y sus labios, en cada acometida, rozaban el vello de tu pelvis. Era increíble, no podías saber cómo estaba haciendo aquello...pero te daba igual, porque tan increíble era como placentero, y al tragar, te apretaba fuerte y sacudía de placer.

Notabas los movimientos de ella frenéticos bajo las mantas y como su boca subía y bajaba sin parar, tomando leves descansos en los que su lengua te recorría jugando en las curvas y pliegues de tu miembro.

Aquello estaba siendo delicioso...la chica estaba muy bien enseñada.

 Jean-Michel, no se lo pensó mas, ya tendrian una cuarta vez. Aprovecho la habilidad de la chica para descargarse en ella. Pocas veces, por no decir ninguna, tenia a una mujer con esas habilidades tragandose su miembro de aquella forma. Normalmente solían ser mas cortadas y vergonzosas, jovenes muchachas sin mucha o ninguna experiencia, asi que cuando Jean-Michel noto que entraba dentro de la garganta de la criada, no quiso aguantar mas. Sabía que ella lo pasaria mal, pero tal como había sido las ultimas horas seguro que disfrutaba de esos segundos de asfixia mientras él terminaba, sin darle ninguna opcion salvo la de tragarse todo su semen.

Cuando notó que palpitabas, que tu cuerpo se tensaba , ella se quedó quieta, para recibir toda tu esencia, que iba tragando poco a poco. Con cada movimiento de su garganta tu notabas cómo te apretaba y succionaba, creando pulsos punzantes de placer en ese momento de sensibilidad crítico.

Cuando los dos hubisteis terminado,  tú de expulsar y ella de tragar, la muchacha se afanó en recorrerte con la lengua, en ir limpiando todo lo que su saliva había mojado, y con deliciosas lamiditas fue recorriendote entero. Una vez terminado subió por tu cuerpo de la misma forma, para acabar como empezasteis, uno al lado del otro y ella abrazada.

Su cara estaba ruborizada por el calor, de hecho tenía una sombra de gotitas perlándola. Su moño se había deshecho por completo y ahora tenía una larga melena morena desordenada y salvaje, y lo mejor de todo, su sonrisa, su enorme sonrisa satisfecha al saber que te había encantado.

No dijo nada, solo te sonrió y abrazó un poco más.

 Tal como había echo al principio, la sonrrió y la volvió a besar en el pelo. 

Vaya, eres todo un regalo-la dijo bromeando. Sus manos que estaban acariciandola suavemente los hombros y la espalda mientras descansaba despues de aquello, empezaron a jugar picaramente con el cuerpo de la chica. No iba a dejarla asi como asi,se lo habia ganado. Empezó a acariciarla, moviendo sus manos por los hombros  hacia el pecho. Pellizco suavemente los pezones de la chica, que estaban duros como el diamante. Empezo a besarla por el cuello. Y sus manos empezaron a bajar, dibujando formas por el cuerpo de la joven. Llegaron a la cadera, trazaron surcos por los muslos de la joven y finalmente acabaron pintando circulos en las ingles de la chica, que empezaba a respirar agitadamente pues aun no se había recuperado de lo anterior. Ya tenía ganas de mas. Y Jean-Michel tambien.

Te sonrió divertida.

- ¡Oh! gracias. Es que hoy era tu día de suerte. Dijo guiñándote un ojo.

Empezaste a jugar con ella, y Charlotte se quedó quieta, disfrutando del momento, asimilando cada caricia. Cuando le gustaba soltaba un suspirito pequeño, o se mordía los labios, pero siempre que dabas en el punto exacto ella te lo hacía saber.

Sus manos comenzaron a acariciarte a tí, aunque sin quitarte el protagonismo ni las riendas, y cuando paraste las tuyas en su cadera, en sus ingles, ella tomó con suavidad tu derecha y la introdujo entre sus piernas.

Estaba hirviendo, y la gran cantidad de humedad casi que te hacía resbalar a su interior sin ningún tipo de resistencia. Ese contacto provocó en ella un leve gemido, deseosa de disfrutar ella, y excitada por la mamada que te había hecho antes. Soltó tu mano y se chupó un dedito, mojado por sus fluidos, sonriendote pícara.

 mmm-murmuro complacido Jean-Michel. Pero no paró ni un segundo, siguió acariciandola sin darla siquiera un respiro. Excitada y mojada como estaba empezo a introducir un dedo dentro de ella. Entraba en su vagina de manera firme. Dado que estaba tan mojada aquello no era ni un problema y asi se lo hacian saber los gemidos que proferia. Asi que empezo a meterle el segundo dedo, despacio pero sin detenerse hasta haberlos metido por completo y una vez alli empezó a moverlos dentro de su cuerpo.
Con la otra mano acariciaba su cuello, llevaba sus dedos a la boca de ella para humedecerlos y despues recorria su cuello hasta llegar a su pecho. Mientras la miraba atentamente, deleitandose en su rostro y sus movimientos notando como se movia y gemia.

Charlotte se tumbó boca arriba, y sus piernas se liberaron, dejándote maniobrar con facilidad. Sus gemidos, que al princio eran suspiros y jadeos, comenzaron a cobrar cuerpo y fuerza, y se hacían cada vez más elevados. Su cara, de ojos cerrados, era el vivo reflejo del placer y las ganas de yacer con un hombre.

Cuando le metías los dedos en la boca, ella los tomaba con suavidad entre sus dientes, o los lamía, o los succionaba como si fuesen pequeñas representaciones de tu sexo, simrpe hacía algo que te sorprendía gratamente.

Tus dedos seguían moviendose en ella y mojándose. Arrancabas de ella gemidos y su cuerpo se arqueaba. Con las manos agarraba las sábanas y las pretaba, o te clavava las uñas sensualmente en la espalda.

- Por Dios, Jean...ahh ahh... Respiró tratando de coger aliento. Jean...¡Jean!... Cerró los ojos fuerte y se mordió el labio de abajo. ¡No-pares! ¡¡Ahh!!

Y al segundo, te agarró con fuerza, atrayéndote hacia ella y notaste como su cuerpo se tensaba y te regalaba un fuerte orgasmo. Atrapado como te tenía, gemía casi en tu oreja, y te mordía el cuello y el hombro, mientras notabas en tu mano como su interior se contraía.

 Jean continuo moviendose, penetrandola con los dedos hasta que la muchacha termino entre estertores. Solo verla ya era un regalo para la vista. Cuando noto las ultimas contracciones de sus musculos alrededor de sus dedos se paro, y empezó a moverlos lentamente como si la estubiera dando un masaje. Despues,inesperadamente los saco de golpe haciendo que Charlotte gimiera una vez mas de sorpresa y placer. 

-Muy bien pequeña, tranquila, shhh, descansa-la susurro mirandola como respiraba agitadamente aun sin abrir los ojos.