Partida Rol por web

Lucke y Lily fueron los primeros en salir, seguido de Leyla, los niños y Bill, que echó una mano cogiendo a uno de ellos y tirando de otro para que no se quedaran atrás-

Nada más salir del edificio, notasteis como el viento traía sonidos que os hacía temblar, porque los necrófagos estaban cada vez más cerca y no tenían ninguna intención de ocultarlo- Delante de vosotros se abría el yermo, en todas las direcciones posibles, aunque hacia vuestra derecha, a lo lejos, podía distinguirse una formación montañosa, lo que era una clara diferencia con el resto del desolador paisaje. No estaría a más de una jornada de viaje, aunque sin duda, os obligaría a pasar la noche a la intemperie, siempre que consiguieseis sobrevivir a vuestros depredadores.

El resto de direcciones solo mostraban la nada, arena y sol, un sol que cada vez estaba más bajo, anunciando la inminente llegada de la oscuridad.

Además, ahora erais más que antes, y más débiles. Llevar a cuatro niños podía resultar complicado, un desafío a vuestras posibilidades, pero es que la idea de abandonarlos allí acabaría con lo que os quedaba de humanidad. Así pues, de momento habíais llegado cinco a aquel lugar, pero ahora vuestro grupo estaba formado por diez, todos igual de apetecibles para aquellos monstruos.

Me di cuenta que el seguir a Leyla era inútil, no había que coger armas, tomar provisiones, nada, solamente correr, así que aferrado a mi palo de Golf lo que hice fue salir con el resto, un poco atrasado de los demás mientras empezaba a correr, incluso si llegaba a alcanzar al grupo de Leyla y los niños trataría de agarrar a uno de los más pequeños y llevarlo cargado.

Lily corría cogida de la mano con Lucke apoyándose física y psicológicamente en aquella forzada marcha de Finger Town, ¡no era posible de que tras huir de mutantes, ahora tuvieran que salir del lugar por culpa de necrófagos! ¿Tan mala suerte tenían? Apenas habían descansado un día cuando debían ponerse otra vez en activo. 

La pelirroja comprendió lo difícil que era la vida fuera de su refugio, la necesidad de comida, la escasa higiene, el miedo continuo a ser atacado... Parecía una pesadilla de la que no se podía despertar. Ella solo quería abrir los ojos y encontrarse en su cama, sabiendo que a las siete de la mañana abriría la cafetería para ver de nuevo a la gente que quería.

- Se están acercando... - dijo la joven con clara angustia -...Quizás sea mejor ir hacia las montañas, al menos allí nos darán cobijo...¿no creéis?...Recuerdo haber leído un libro que decía que en las montañas había agua... Quizás también comida... - comentó mientras tirada de Freak, señalándole con el dedo sus intenciones -... Tenemos que aligerarnos... - instó a sus amigos, cuando su mirada se percató del problema, los niños retardaban al grupo y eran muchos, quizás demasiados como para no ser detectados. Lily agachó la cabeza y no dijo nada, ella no tenía alma como para abandonarles, pero a decir verdad, esta podía llegar a ser su sentencia de muerte.

- No vamos a lograrlo... - susurró para sí, comprendiendo que finalmente sus huesos reposarían sobre la superficie del yermo, un lugar desolador donde nadie lloraría su pérdida -...¡A las montañas!.... - al menos moriría intentándolo.

Bill seguía corriendo sin mirar atrás. Tratando de concentrarse en su respiración y en mantener el ritmo. Era en aquel momento en el que agradecía tantas horas muertas en el refugio simplemente corriendo.

Inspirar, zancada, zancada, zancada, zancada, espìrar... en su cabeza aquellas órdenes sonaban casi como el ritmo de una canción en la que se intentaba concentrar con toda su voluntad, si bien el dilema de hacia donde ir bien merecía su atención, ni que fuese momentanea.

Achinó los ojos para tratar de vislumbrar mejor aquel accidente geográfico que se erguía hacia la derecha. La lógica parecía dictar que esa dirección era la adecuada, por lo que se limitó a gritar entre respiraciones -¡A las montañas!

Bill te seguiré. Se detiene de sus prisas y grita a la distancia. ¡¡¡Apúrense o serán comida de vaca bicefala!!!. El físico de Irina jamás fue adecuado, parecía que si se interpusiera una piedra en el suelo, se tropezaría y se lesionaría. Piernas, no me fallen ahora. Entre paso y paso, sentía como si su estamina se fuera por los suelos. No te detengas... Era todo lo que se le ocurría decir para no detenerse. Si algo ejemplificara su manera de correr, sería una gallina coja huyendo de un gato. ¡¡¡Joder!!!.

Lily y Lucke giraron hacia las montañas sin bajar demasiado el ritmo, aunque Lucke se detuvo un poco para coger a la pequeña que había jugado con él. La pequeña no dijo nada. Se dejó abrazar y cuando Lucke reanudó la marcha, se abrazó a su cuello y colocó su rostro junto al de él, haciendo que el calor de la pequeña se transmitiera con rapidez.

Leyla aprovecho que también Andrés cargaba con otro de los pequeños para acelerar el ritmo y cargar con los otros dos que llevaba.

Andrés se había quedado atrás recogiendo cosas y esperando a Irina, pero ya no podía esperar más porque si no se marchaba a toda velocidad, aquellos seres no tardarían en atraparlos.

Cuando Irina salió, vio a su espalda también que aquellos necrófagos estaban demasiado cerca. Se acercaban todo lo rápido que sus podridas piernas le permitían, tambaleándose de un lado a otro como si estuviesen a punto de caerse; había  media docena de ellos... y cada vez estaban más cerca del edificio en donde estabais.

Al echar la vista atrás pudo ver como algunos se estaba rezagando respecto al resto, por lo que no pudo evitar maldecir en voz alta

-Oh mierda, ¡Joder!

Él ya había alcanzado la cabeza de aquel grupo en retirada, pero los había que apenas habían logrado abandonar la zona edificada. Tras apretar los dientes unos pocos segundos, acabó por estirar los brazos con los que sostenía al niño en dirección a Lucke. Sabía ya cargaba con uno, pero a todas luces el muchacho sordo era un portento físico y lo veía capaz de poder llevarlo ni que fuese temporalmente. 

En cuanto estuvo libre del niño, el botánico se paró en seco, esperando la llegada de los rezagados para ayudarles a seguir corriendo.

-¡Venga, vamos! ¡No os paréis!-les gritó mientras se preparaba para volver a salir corriendo en seguida.