Partida Rol por web

El chico quedó estable pero seguía inconsciente. Se había hecho todo lo que buenamente se podía y solo restaba esperar.

Dadas las circunstancias el posadero no puso ningún problema a que Nienna se quedara. Axe tuvo otro amable ofrecimiento hacia la medio elfa, pero no fue necesario, lo de poner el camastro ya estaba en marcha. Cada uno se retiró a descansar.

La noche pasa tranquila y amanece un nuevo y frío día de invierno, que parece resistirse a terminar.

Con las primeras luces os preparáis para bajar ¿Cómo habrá pasado la noche el chico? Solo hay una forma de comprobarlo y es bajando.

Al hacerlo veis que la posada ya se encuentra abierta aunque en el salón hay poca gente, unos pocos lugareños con ganas de tomar algo caliente antes de iniciar la jornada de trabajo.

Junto a la chimenea encendida está el chico, aún inconsciente y Nienna, pero ahora ambos están en unos cómodos butacones para no entorpecer el paso de los parroquianos.

Mientras todos se retiraban yo pensaba en lo extraño de aquella situación. Tres desconocidos habían acudido en ayuda de otros dos, sin saber nada acerca de ellos. No era demasiado habitual hallar gente dispuesta a eso. Era todo un regalo que sin embargo, chocaba con mis propias experiencias.

Asentí uno tras otro a medida que iban retirándose y cuando llegó el posadero, me indicó que podría disponer de un lugar para mí. No necesitaba más que un camastro y con ello tendría más que suficiente.

Durante la noche, oí al chico gemir y balbucear, pero eso era bueno en parte, porque estaba vivo y el dolor lo mantenía activo. El dolor era un recordatorio de todo cuanto éramos y de dónde veníamos y aunque resultaba molesto, también delineaba nuestra propia personalidad, la mía al menos.

A la mañana siguiente, aún con sueño en el cuerpo pero al menos, algo descansada, me aproximé a la chimenea después de comprobar cómo estaba el chico y después, me dirigí hacia el posadero.

-Gracias por el camastro. ¿Podríais ir ahora a buscar al sanador para que se encargara del muchacho?

En ese momento, descendió el grupo de desconocidos.

-Y cuando podáis, por favor, decid que nos preparen el desayuno para todos, gracias -añadí, acercándome a ellos -. Buenos días. El chico ha pasado mala noche, pero está vivo. Le he dicho al posadero que vaya a buscar a alguien en cuanto pueda.

Nienna nos comenta que el joven ha pasado una mala noche pero sigue con vida.

- Esperemos que no lo llamen todavía, cuando esté mejor podrá comentarnos algo más. Ahora lo mejor es que descanse mientras el sanado viene a echarle un vistazo.  - luego pregunto - ¿nadie reconoce al joven? Si es de aquí habría que avisar a su familia, estarán preocupados.

Si es de otro pueblo puede indicarnos hacia donde dirigirnos, incluso ahora en el río puede que viéramos alguna huella aunque tras una noche será más difícil pero podría valer la pena intentarlo.

- Si queda en buenas manos deberíamos ir a ver el sitio donde lo encontraste y ver si podemos indagar algo más, puede que veamos huellas o encontremos algo a la luz del día que la urgencia de la noche no permitiera verlo con claridad.

-Buenos días, - dijo el anciano, que bajó acompañado de su alegre perro. Al escuchar, y sobre todo al oler lo referente a la comida, el can empezó a mover la cola y a salivar. Parecía que el hobbit y Huesos compartían el mismo gusto por comer. Y a pesar de su nombre, a Huesos le importaba poco que fueran Huesos, carne o cualquier otro tipo de alimento el que cayera en sus fauces, incluso le habían visto comer verdura y Musgoverde había cortado con su navaja unos trozos de la manzana que había cenado el día anterior para compartirlos con el perro.

Musgoverde se alegró de escuchar las noticias sobre el estado del muchacho al que habían ayudado a curar la noche anterior. Había pasado mala noche, lo cual era normal en aquellas circunstancias. Al menos estaba con vida y eso era lo importante. Si pasaba las primeras horas, que resultaban críticas, lograría recuperarse. Musgoverde se acercó al muchacho y comprobó el estado del vendaje y de la herida.

-Debe verle el curandero cuanto antes. Ahora esta fuera de peligro, pero si la herida se infecta su situación puede revertirse sorprendentemente rápido. Le cambiaré el vendaje y le limpiaré la herida mientras tanto.

Al animista le pareció bien la idea del mediano de ir a ver el lugar donde había sido atacado el joven. Le preocupaba que lo que había ocurrido con ese muchacho pudiera estar relacionado con el asunto del flechero y todo lo que habían vivido recientemente. Pero antes tenían que asegurarse de que el joven quedaba en buenas manos, y también de llenar la panza, como le recordó un agudo lloriqueo de Huesos, cuyo hocico no había dejado de trabajar desde que bajaron a la sala común de la posada.

Un nuevo amanecer tras una noche agitada. Por lo visto, el muchacho seguía afortunadamente con vida. Ojalá los dioses le permitiesen seguir en este mundo, pues estaba luchando mucho para permanecer en él. 

El curandero era cosa del posadero, pues yo no sabía dónde se hallaba, pero me ofrecí a buscarlo.

- Yo podría ir a explicarle la situación al curandero si usted no puede mandar a nadie más, posadero. Pero mejor que no tarde en venir.

Ver a ese joven sufriendo no era plato de gusto, aunque hubiéramos hecho ya todo lo posible por él.

Mientras se organizaban, Mut tuvo la feliz idea de ir a inspeccionar el lugar del infausto encuentro. Si el posadero no requería de mi ayuda, iría a buscar a Samman y Viento, pues las criaturas también merecían su tiempo de aire libre, y tras darles de comer podríamos encaminarnos hacia allí.

El posadero negó a las palabras del mediano - Nadie por el momento, no creo que sea de este pueblo, a veces confundo las caras, pero me sonaría...

Musgo verde le limpia la herida y cambia el vendaje del chico. No tiene buen aspecto, si la infección se extiende habría que amputarle el brazo, pero tan cerca del hombro quizá no sobreviviera a dicha amputación, debería de ser el último recurso.

- Os invito yo al desayuno si vais vosotros a avisar al sanador ¿Vale? No es que no quiera, pero en unos momentos tendré una tropa de gente hambrienta y no es buen momento para abandonar el local – Os comenta el posadero – De hecho lo puedo ir marchando mientras lo hacéis. Si queréis alguna cosa de particular, solo decídmelo.

No era una mala oferta. Y de hecho el local empezaba a oler a carne loncheada a la brasa y otras cosas que harían la boca agua a cualquiera.

Nienna a buen seguro podría deciros donde lo encontró exactamente, pero eso no quería decir que fuese atacado en ese mismo sitio. Pero de paso que se iba a por el sanador, se podía echar un vistazo, o a la vuelta de haberle avisado si echabais un vistazo en la zona del río.

-Axe. - Dijo Musgoverde después de comprobar el estado de la herida. - Mejor será que te des prisa. La herida se ha infectado. Necesita urgentemente que la atiendan.

La cara del animista lo decía todo. La situación era grave y la vida del joven corría riesgo. A pesar del delicioso olor que manaba de las cocinas del posadero, a Musgoverde la preocupación le había quitado el apetito. Urgió a su compañero, que se había ofrecido a ir a por el sanador, a que lo hiciera inmediatamente mientras él se quedaba atendiendo y limpiando la herida como buenamente podía.

La idea de desayunar me atrajo lo suficiente como para sentarme a la mesa, y por un momento hasta consideré en acabarlo, pero después volví la mirada hacia el muchacho. Él no podía esperar.

-Guardad el desayuno para más tarde y decidme en donde se encuentra ese sanador. Yo iré a buscarlo -afirmé con decisión, lamentando que mi estómago no estuviese demasiado de acuerdo conmigo.

Cuando me hubo dicho por dónde encontrarlo, miré a los demás, como si buscara apoyo, pero tampoco me entretuve demasiado en ello. Debía ir a buscarlo, si es que el muchacho iba a disponer de una oportunidad.

Cuando alguien adquiría una responsabilidad, no podía deshacerse de ella en el momento que no le conviniese, sino continuar arrastrándola, por compromiso y honor, hasta el final. En el momento en el cual yo había recogido al joven herido, había pasado a ser determinante en su supervivencia, al menos hasta que se encontrase reestablecido y ahora no podía ni debía cambiar. Así que salí al exterior, esperando que no fuese muy tarde para ello, y empecé a seguir las indicaciones que me había dado el posadero.

- Te acompaño Nienna... - digo mientras me preparo para salir tras ella a avisar el sanador - Si anoche alguien te vio recoger al chico podría haberos seguido, así que acepta la compañía de este hobbit. - miro a mis compañeros y les comento - guardad bien el fuerte, volveremos en poco tiempo y disfrutaremos del desayuno.

Desayuno y gratis en la misma frase, el sueño de todo buen hobbit, tras cena y cerveza gratis seguramente.

Había dicho yo lo de ir a buscarle, pero ya Nienna estaba de camino, y Mut se ofreció a ir con ella. 

-Sea pues, me quedo con Musgoverde y ayudaré en los cuidados que le está haciendo al muchacho. Posadero, aceptamos la amable invitación, desayunaremos todos cuando nuestros amigos regresen.

Miré qué hacía Musgoverde, ofreciéndole vendas limpias y yendo a por más agua fresca. Cierto es que la herida no pintaba bien.

Pobre muchacho - pensé - . Ojalá pueda recuperarse. 

De tener que perder algo, la vida es lo peor sin duda. Pero un brazo era también insustituíble. Sin él, el futuro.no se le presentaba alagüeño.

-Musgoverde, este chico tiene suerte de poder contar con tu buen hacer. Ojalá podamos salvarlo.

Hubo un poco de duda con el tema de quien iba a salir a por el sanador, pero por fin había acuerdo: Mut y Nienna  saldrían a por el sanador, y Musgoverde y Axe se quedarían cuidando del joven herido. La inspección del río podría quedar para después del desayuno.

El posadero indicó a los que iban a salir que la casa se del sanador se encontraba en la zona este, cerca de la muralla. Un poco más al norte del camino principal de entrada (zona 22 del mapa)

Pero resultó que no era sanador, sino sanadora y se llamaba Lyana, como pudieron comprobar Mut y Nienna al encontrar la casa. Quien no puso problema para coger su maletín y salir de inmediato, al no haber motivos para demorar más la cosa, en quince minutos se encontraban de vuelta en la posada.

En el transcurso de ese tiempo, tal y como había vaticinado el posadero el local se fue llenando de gente que antes de partir a su jornada de trabajo querían llenar el estómago.

La sanado se acercó al herido y comprobó su herida – Está infectada, pero tal vez aún lleguemos a tiempo – Pidió un mortero y comenzó a preparar un ungüento, aplicó parte de él en la herida – Mañana a primera hora vendré de nuevo y según haya evolucionado la herida sabremos si es suficiente o hay que amputar. No se puede hacer nada más por el momento, que descanse hasta entonces.

Su trabajo parecía haber finalizado por el momento, pero no pidió dinero a cambio de sus servicios, toda una muestra de buena voluntad. El posadero ya había dispuesto de vuestro desayuno en la mesa.

-Muchas gracias, doña Lyana. - Dijo Musgoverde cuando la sanadora terminó de revisar al herido. El animista estaba agradecido de que el muchacho todavía tuviera posibilidades de salvar el brazo, aunque más le alegraba que salvara la vida. Ahora al fin se había puesto en las manos adecuadas y había recibido una atención mejor que la que él había podido darle pobremente.

Con mejor ánimo, Musgoverde aceptó el desayunó y comió encantado lo que el posadero les ofrecía. En lo poco que Axe y Mut conocían al anciano, le habían visto comer muy frugalmente, pero el asunto de aquella mañana parecía haberle abierto el apetito. Aún así, reservó buena parte de su desayuno para compartirlo con Huesos después de que todos terminaran de comer.

-Entonces, - dijo tras tragar, -¿proponéis ir al río? Me parece buena idea. Creo que deberíamos coger la barca que nos consiguió nuestro amigo y explorar el otro lado, allí por donde el muchacho pudo haber cruzado.

Acompañada de Mut, fui en busca del sanador, que no resultó difícil de encontrar. Ni siquiera me sorprendí al comprobar que se trataba de una mujer, puesto que era algo habitual que nosotras buscásemos más la vida que la muerte. Solo las experiencias como las mías, solían empujarnos a buscar algo diferente.

-Buenos días. Nos han dicho que sois sanadora y requerimos vuestra ayuda. Anoche encontré a un muchacho con una herida de flecha y hemos estado cuidando de él durante toda la noche, pero me temo que ahora necesitaremos vuestra ayuda, puesto que nuestros conocimientos no nos permiten continuar con su sanación -le expliqué, sin perder tiempo.

Lyana apenas dijo nada y se dispuso con rapidez para salir. Unos minutos más tarde, observábamos como lo examinaba.

Sus palabras no me tranquilizaron completamente, pero al menos estábamos haciendo todo cuanto era posible y a partir de ese momento, sería el destino quien tendría que decidir. El ungüento que la sanadora preparó y aplicó, debía ayudar, pero de nuevo, nos veíamos obligados a esperar.

Asentí ante sus explicaciones y le dediqué un gesto de agradecimiento, además de unas palabras.

-Os agradezco vuestra ayuda. Nos aseguraremos de que descanse.

La mujer se marchó sin exigir un pago a cambio. No es que yo dispusiera de dinero para pagarle, pero mentalmente apunté la deuda. No me gustaba deber nada a nadie y me parecía que si había alguien que merecía cobrar, era aquella mujer.

Mientras tanto, le eché un último vistazo al muchacho, antes de sentarme a desayunar.

-Supongo que es tan buen lugar para empezar como otro cualquiera -comenté, en respuesta a la sugerencia de Musgoverde.

Sin desmerecer el esfuerzo de Musgoverde, tengo que reconocer que era un alivio ver cómo manos expertas en sanación ayudaban al chico. Ahora más que nunca tenía posibilidades de sobrevivir, y eso era la mejor noticia.

El que no quisiese cobrar nada la honraba gratamente, y no pude por menos que decirle:

-Os estamos agradecidos por haber ayudado a este muchacho. Nosotros hicimos lo que pudimos, pero sin duda vuestro toque sabio hará que se recupere en mejores condiciones. Si en algo os podemos ser útiles, no dudaré en hacer lo que esté en mi mano para lograrlo. ¡Gracias, sabia Lyana!

El desayuno desparramaba su olor por la sala, y nos sentamos a rendirle honores.

-Sí, también creo que debemos ir al río, a ver qué podemos averiguar allí. ¡También podemos reponer provisiones y objetos antes de hacerlo, si a alguien le hace falta!

Subo raudo a la habitación y bajo pertrechado debidamente con el arco y la espada corta preparado para ir al río. Aunque antes habría que terminarse el desayuno, que es una comida que ningún hobbit de bien debería perdonar.

- Cuanto antes vayamos, antes regresaremos para refrescarnos con una buena pinta. Y de paso veremos cómo mejora el joven. - comento mientras disfruto del desayuno - Me intriga saber de dónde ha venido, y me preocupa que hayan atacado su aldea o asentamiento al no ser de aquí. Puede que al salir debamos avisar a los guardas que estén atentos.

El chico había sido tratado por manos expertas y ya poco más se podía hacer por él salvo esperar. Era un buen momento para desayudar y tomar decisiones.

Musgoverde comentó inspeccionar el río pues era el lugar que parecía más propicio para iniciar una investigación. Nienna y el resto se apuntaron de inmediato a la propuesta.

El desayuno llenó vuestras tripas y el que quiso subir a por sus pertrechos pudo hacerlo antes de salir de la posada.

Nienna os comentó que encontró a escasos metros de la posada. Tras un breve examen resultó imposible encontrar pistas relevantes. En medio de un pueblo hay cientos de huellas y unas se confunden con otras, tal vez haya mejor suerte en el río.

Huesos acompaña a Musgo verde. Los Uncas están en el establo por si queréis recogerlos o dejarlos donde están. Alrededor de la fuente central (8) ya están casi todos los puestos comerciales montados. El hombre que os presentó Farahail que os prestó la barca es un viejo pescador que vive un poco más al suroeste, junto al río.

Es hora de tomar un dirección.

-Bueno, amigos. Propongo ir a ver al pescador amigo de Farahail y pedirle la barca para cruzar el río. Si queréis podemos acercarnos antes a la orilla del río para ver si encontramos alguna huella del muchacho.

Musgoverde se había fijado antes de salir en que clase de botas llevaba el joven, e incluso le había indicado a Huesos que oliera sus prendas para intentar que el olfato del can pudiera detectar alguna pista del camino que tomó el joven antes de que Nienna se lo encontrara mal herido la noche anterior. Él por su parte abriría los ojos, aunque en el pueblo había una marabunta de pisadas, era probable que algún rastro de sangre todavía permaneciera cerca de la orilla del río.

- Vayamos y aprovechemos bien la mañana... - comento mientras me preparo para seguir a mis compañeros. Antes de salir reviso el calzado del muchacho para saber cuáles podrían ser sus huellas y poder diferenciarlas con claridad. - Con la ayuda de Huesos y nuestra pericia no deberíamos de tener demasiados problemas para detectar el rastro del joven y si tenemos suerte el rastro de su o sus perseguidores. 

El olfato del perro sería de gran ayuda, y luego nuestra experiencia buscando rastros. El problema es si ha cruzado por el agua o caminado por la ribera del río. En esa zona las huellas serán difíciles de encontrar o habrán desaparecido al remover los lodos de las orillas.

Era obvio que encontrar el origen del muchacho resultaría complicado. No estaba en condiciones de explicarnos nada y tras el paso de la noche, resultaba casi imposible encontrar huellas que seguir en el pueblo. De todas maneras, íbamos a intentarlo, eso desde luego, y lo primero era comprobar de dónde había llegado.

Las direcciones desde las cuales se podía llegar al pueblo, no eran tantas, por lo que solo había que escoger bien, y deprisa, para evitar que fuesen ocultadas por el tiempo u otros visitantes.

-En la orilla deberíamos hallar algo que nos diga si atravesó el río o simplemente vino de otro lado. Una vez sepamos eso, podremos decidir si pedimos la barca para cruzar. Sin saber el origen de su huida, tendríamos demasiado terreno que cubrir -indiqué, intentando establecer un primer paso a seguir.

-Sin duda Huesos ya es de gran ayuda, pero creo que iré a buscar a Samman y Viento, y sacarlos hoy de la posada. Quién sabe si podrán sernos de ayuda, y si no, el paseo les vendrá de perlas.

Los uncas estaban jugando entre ellos sin el mayor problema. Los acaricié, y recordé al bueno de Angainor al verlos. Esperaba de corazón que al enano le fuesen bien las cosas.

-Vamos, chicos -dije, ofreciéndoles su ración de desayuno. La comieron con avidez, y en nada y menos estaban listos y nerviosos por partir.

Sabían que se avecinaba aventura. 

-Partamos entonces sin demora, a ver qué podemos hallar.