Partida Rol por web

—No —advirtió el animista—. Si los movemos las heridas se les abrirán. Debemos protegerlos aquí mismo. Al menos deben estar una hora sin moverse.

Les había costado todo un mundo lograr cerrar las heridas de los pobres animales, si se les volvían a abrir aquello podría resultar fatal. Musgoverde miró al mediano con preocupación, él también estaba herido, no podían dejar su herida sin tratar tampoco. 

—Vamos a ponerle una compresa a esa herida y la vendaremos para evitar que siga sangrando —le dijo a Mut—. Luego tomarás las hierbas. 

La herida sigue sangrando pero con la ayuda de mis compañeros seguramente pueda estar bien en poco tiempo. 

- Si es necesario cerrarla, tengo anzuelo e hilo de pescar para dar unas puntadas a la herida... - le comento a Musgoverde - Luego reposo, agua y algo de comer me ayudarán a recuperarme del todo. Los hobbits somos duros como las viejas raíces de los árboles. 

Tengo algunas hierbas para tomar y sentirme mejor pero que la herida deje de sangrar es lo más importante. Aunque hay algo que me reconcome así que le pregunto a Axe:

- No verías mi daga por ahí ¿no? se la clavé al hechicero en la pierna...esperaba que la hubiera dejado caer en su huida...

-Claro, ¡los dejaremos reposar entonces! -contesté a Musgoverde. Para nada quería yo arriesgar las vidas de nuestros compañeros, aun pretendiendo salvárselas. Si había que protegerlos in situ, de ahí no nos moverían.

-Me temo que no, Mut, pero con las prisas tampoco la buscaba. Me acercaré de nuevo al lugar por el que desapareció, así de paso que reviso que no nos atrapen, busco tu daga.

Me aseguro de que estén todos lo mejor posible, y miro en dirección a donde se fue Nienna, sin oir ni ver señal de peligro por su parte. Así que me encamino de nuevo a deshacer lo andado tras el sacerdote, otra vez hacia la salida exterior. 

Busco también la daga de Mut, por si hubiera suerte de encontrarla, o algo más que haya podido quedar del sacerdote.

Tomas las monedas, el carcaj con las flechas que te cuelgas a la espalda y vas por el pasillo exterior, sin volver a la sala grande. Avanzas un poco y abres la puerta para llegar a otra sala, de tamaño más cuadrado que... es evidente que es la cocina. Por los cacharros, una gran estufa que sirve también para cocinar y algo más de comida. También hay una espada ancha, una espada corta y una lanza.

Hay otra puerta que da a unos escalones y otro pasillo que sigue recto, con diversas puertas y... ¿Qué ha sido eso? Te parece hacer escuchado algo por ese pasillo, ¿Alguien canturreando? Pero desde aquí difícil precisar.

Al final se decide que lo mejor es dejar a los Uncas reposar. Tras una hora seguramente ya podrán moverse sin riesgo de acercarse de nuevo a la fatalidad. Aunque evidentemente aún estarán débiles.

Nienna sigue ausente, tampoco se aprecia sonido de batalla ni nada, seguramente estará inspeccionando estancias, lo que le podría llevar un buen rato, dependiendo de lo grande que sean estas instalaciones.

La daga de Mut si que se marchó clavada al muslo del sacerdote. Axe busca por aquí, pero no ve nada excepto el rastro de sangre que dejó. Quizá podría buscar saliendo al exterior, eso ya es decisión suya.

Para cerrar la herida de Mut hay un par de opciones, la más sencilla es la venda. Se puede intentar primero eso, y si no funciona lo de los anzuelos, aunque eso será bastante más doloroso.

Después de coger las monedas y las flechas, seguí el pasillo hasta el final, llegando hasta una puerta que sin duda llevaba a otra sala. Me preparé, por lo que pudiera encontrar, y después abrí con cuidado.

El lugar parecía ser una cocina y no estaba demasiado abandonada, por lo que había sido utilizada recientemente o bien de manera regular. También había armas, pero en aquellos momentos me interesaba más la rapidez que la fuerza, así que me dirigí ignorándolo hacia la otra puerta y los escalones, que llevaban hacia otro pasillo.

Y entonces fue cuando lo oí. Había algo allí delante, solo que no me había dado tiempo a identificar el sonido que había oído, por lo que me quedé completamente quieta, esperando a ver si volvía a sonar... o si alguien aparecía por el pasillo.

—Puedo coserte si quieres. Eso cerrará la herida sin lugar a dudas, pero te va a doler bastante —advirtió el animista, que ignoraba la gran resistencia de los medianos. De todos modos, si se desmayaba tendrían tiempo más que suficiente para dejarle descansar mientras también lo hacían los uncas. Tomó el sedal del mediano y enebro la aguja preparándose para realizar la costura. Si en algo tenía experiencia Musgoverde era en remendar sus ropas, aunque claro, no era lo mismo remendar una chaqueta que un trozo de piel. 

Miro a Musgoverde y le digo:

- Si no queda más remedio tocará coser pero si con la venda no sangra déjala así, eso si mira de límpiarla bien que lo que usó para hacerme daño fue hechicería. No sé cómo lo hizo, pero si llega a impactarme en otro sitio me manda a ver a mis ancestros. - comento mientras me intento relajar para que me cosa si con la venda no es suficiente - En cuanto descansen los uncas y yo me recupere debemos movernos. El hechicero creo que regresará con amigos si quieren recuperar esto. 

Me giro hacia mis compañeros para advertirles de lo que voy a hacer, porque ya que estaba de camino me pareció que debía asomarme al exterior a ver qué ocurría, o si nos acechaban.

-¡Musgoverde, Mut! Me asomaré con cuidado de nuevo al exterior, a ver si seguimos a salvo. ¡Cuidado si tardo en volver!

Me acerco de nuevo por donde el sacerdote desapareció, pero más cauto y menos apurado. Ahora me iba la vida en ello. Pensaba en alguna emboscada con flechas, y cogí mi escudo para alzarlo en caso de ataque. Mi martillo también estaba listo para entrar en acción si se daba la oportunidad.

Te quedas quieta, tratando de identificar aquel sonido y su procedencia. 

Si, sigue, pero no es muy alto, o no se escucha muy bien desde donde te encuentra, no te queda otra que acercarte, extremando la precaución. 

Llegas a otra puerta que debe de dar a otra sala (4). Paras de nuevo, si, el sonido viene de más adelante. Tienes la opción de abrir la puerta (4) para ver que hay aquí, o seguir hasta la procedencia de aquel canturreo (¿5, 6 o 7?)

Mut sigue perdiendo sangre. El Hobbit es fuerte, pero cada vez se siente más débil y por el momento nadie parece tener mucha prisa en intentar cerrar su herida.

La venda parecía lo más fácil, luego parecía que el anzuelo doloroso. Ahora tal vez la venda...

Axe decide salir de excursión para buscar la daga, mientras Nienna vete a saber donde está o qué le puede estar pasando. A parte de gotas de sangre hasta la salida, no ve ninguna daga. Y afuera ya es donde perdió el rastro y... Ni hay enemigos esperándolo, ni tampoco dagas.

No acertaba a localizar de dónde provenía exactamente aquel sonido. Parecía que tenía su origen en alguna de las habitaciones que estaban delante de mí, y no de la que se encontraba a mi lado, pero eso me obligaba a seguir caminando con precaución. De todas maneras, no podía permitirme el lujo de dejar una estancia sin revisar, porque siempre podía haber algún enemigo acechando, así que volví a mirar en dirección al pasillo y después, me preparé para abrir con cuidado la puerta (4) y ver lo que escondía, en primer lugar, aquella sala.

Lo único cierto en todo aquello era que aún había muchos lugares que revisar y que hubiese preferido estar acompañada, pero confiaba en poder sobreponerme a cualquier problema que surgiese.

—Está bien, probemos con la venda y si sigue sangrando tendré que coserte —dijo el animista guardando de nuevo el sedal y la aguja. 

Siguiendo sus indicaciones, Musgoverde utilizó el agua de su cantimplora para limpiar la herida del mediano. Con un trozo de venda, hizo una compresa con la que presionó la herida del mediano para lograr que dejara de sangrar y a continuación pasó el resto de la venda alrededor de su cuerpo manteniendo la presión. Esperó que las vendas no se tiñeran de rojo para empezar a recoger las cosas, y le preguntó a Musgo cómo estaba. Sin duda, aquella herida tenía que dolerle. 

- Gracias Musgo - le digo al animista que me está curando la herida - Ahora beberé algo y tomaré algunas hierbas para reponerme del daño. 

Me tomo una hoja de draaf con agua de la cantimplora que llevo en el zurrón para ayudarla a bajar y recuperarme, ya que he perdido bastante sangre.

- Espero que con la venda sea suficiente, si no tocará sentirme como una lombriz en el anzuelo...aunque en este caso ningún lucio me espera en el río. 

Volví con mis compañeros. La situación era insostenible, Mut estaba demasiado grave. Lamenté haber perdido tiempo en otras cosas. Musgoverde se dispuso a coser la herida, y yo poco podía hacer al respecto, 

-Tengo una baya mirenna, que quizás le ayude a Mut. Y vendas... Si no consigues coser su herida, le vendaré lo mejor que pueda, comprimiendo y con cuidado, a ver si mejora. Mut, tómate la baya, te ayudará. Trágala, por favor...

Se la ofrezco, poniéndola cerca de su boca. Mi corazón se rompía al ver así a mi bravo amigo.

Los otros debían de estar ocupados con la recuperación. Pero si, algo de compañía no te vendría nada mal.

Decidiste ir poco a poco y de forma cauta. La parte buena de esta estrategia es que siempre tendrías las espaldas cubiertas, a priori.

Así pues decidiste inspeccionar la primera sala a la derecha. La abriste para comprobar que parecía tratarse de un dormitorio. Se encuentra vacío. Una cama, un escritorio. En una breve inspección no encuentras nada de interés. Las sábanas y un cobertor que parecen de calidad. Nada más de interés en esta habitación.

Axe en su excursión se pierde parte de lo que ocurre en la sala. Y es que Musgoverde le ha puesto una venda ceñida con relativo acierto. Al menos el suficiente para que la vida del mediano deje de correr peligro... Eso si, si ahora guarda reposo como los Uncas. La gran sala parece haberse convertido en una improvisada enfermería. 

Coser y la baya de Axe por el momento no son necesarias. Aunque no estaría mal que alguien fuera a ver que pasa con Nienna o en si necesita ayuda.

A pesar de los sonidos que me llegaban, no podía apresurarme y así abrí la puerta de la primera estancia a mi derecha, preparada por si alguien me tendía una trampa. Resultó ser un dormitorio, vacío, pero bien adecuado con todo lo que alguien de cierta posición necesitaría.

Más estancias aparecían delante de mí, así que me dirigí hacia la siguiente, previendo que tarde o temprano, alguien habría en una de ellas y que podía ser la siguiente.

Musgoverde respiró aliviado cuando vio que la venda aguantaba y la herida del mediano dejaba de sangrar. Se limpió las manos ensangrentadas en un trozo de tela que tenía cerca y alzó la vista para contestar a Axe, que llegaba dispuesto a dar ayuda.

—Tranquilo, ya está solucionado. Parece que de momento aguantará, aunque será mejor que no hagas muchos esfuerzos, Mut. 

El animista acarició a Huesos y sacó una chuchería de uno de sus bolsillos para dársela al animal, parecía que iban a estar allí un buen rato, así que más les valía ponerse cómodos. Esperaba que los enemigos no se acercaran demasiado mientras esperaban. 

—¿Y Nienna? —Le preguntó a Axe— ¿La has visto por ahí?