Partida Rol por web

Mientras Claude y Rheena empezaban a buscar* la integridad del edificio se vino abajo y empezó a caerse sobre ellos. Cuando la primera viga se desprendió del maltrecho tejado y cayó cerca de Claude supieron que tenían que salir de allí para no acabar aplastados por los muros de piedra.

Buscar con alguna tranquilidad en aquel maldito pueblo sumergido iba a ser un imposible. Cuando bien creí que en aquella casa íbamos a poder rebuscar mejor y sin contratiempos, el paso del tiempo y, sobre todo, los daños producidos por el agua y la sal hicieron que las vigas de madera de la casa comenzaran a romperse. Pero, ¿tenían que hacerlo justo en el momento en que nosotros habíamos entrado en ella? La puta fortuna tenía un humor bastante peculiar.

—Esto es una trampa... —Grité cuando a punto estuve de quedar atrapado por una de aquellas vigas—. Larguémonos de aquí cuanto antes —animé a mi compañera a seguirme lo más lejos posible de aquel desastre que estaba a punto de ocurrir.

Nera se lanzó contra el zombi con una rabia, seguramente producto de la tensión acumulada por estar allí a oscuras siendo atacados por criaturas que apenas podían ver. Con su pequeño cuchillo se lanzó sobre el zombi derribando a Pete y al zombi manco por igual y empezó a clavarle el cuchillo en todas las zonas que, debido a sus conocimientos médicos, sabía que eran mortales. Por desgracia el zombi ya estaba muerto y no parecía afectarle mucho, pero la joven continuó acuchillando al no-muerto hasta que este dejó de moverse con su cuerpo destrozado hecho jirones... Cuando terminó una "polvareda" de restos de carne putrida flotaba a su alrededor mientras Pete la observaba asombrado.

Me lanzo contra el zombi, arrastrando con mi impulso a un Pete que parece bastante alucinado. Para cuando termino con el bicho ese no es más que trocitos de pollo nauseabundo en una sopa inmunda.

-¡Y esa que te llevas!.- Grito con furia mientras doy una patada a la calavera.- ¡Hijoputa!

En un gesto bastante inútil me retiro el cabello mojado de la frente y vuelvo a guardarme el cuchillito en el escote.

-Yo voy a buscar cosas, más nos vale que ésto haya servido para algo...

Jurando en voz baja acerca de los sucios zombis y sus asquerosos mordiscos me giro y empiezo a rastrear dentro de la casa, viendo si hay algo interesante o de valor.

Uff - Pete se quedó tan boquiabierto como la cabeza de zombi que junto a él flotaba - Menuda hembra

¡ Eh Espérame ! - Pete nadó flotando torpemente detrás de Nera, rebuscando exáctamente por donde ella ya había pasado. Abriendo los armarios que ella justamente cerraba y ojeando en las habitaciones de las que ella justamente salía. No parecía muy avispado el veterano marinero para buscar tesoros, y tampoco había sido extraordinariamente útil para combatir.... ¿Para qué servía un marinero cojo? Ni para la cofa serviría, pero ya le habían cogido en la empresa,  más le valía hacerse de valer si quería que le contrataran de nuevo en un futuro cercano.

La segunda de las casas no era ninguna maravilla. Vale que era mejor de la que se hubiera podido permitir alguien como yo, pero aún así, después de haber visto la primera, esta era más canija. 

Apenas empezamos a mirar en aquella casa, el techo comenzó a caer sobre nuestras cabezas, lo cual, incluso en el agua era bastante peligroso, así que ambos intentamos ponernos a salvo lo antes posible. 

- Joder, menuda puntería tienes eligiendo casas...- dije bromeando mientras me largaba de allí lo antes posible, pues aunque hubiera habido algo de valor allí dentro, con el techo desplomándose sobre la cabeza de uno, era mejor no arriesgarse. Además, que en tierra firme aún te daba tiempo a calcular si te daba tiempo para cometer una temeridad o no, pero aquí... algo tendría que brillar demasiado para jugárnosla de esa manera. 

La casa se derrumbó casi por completo, por suerte tanto Claude como Rheena lograron salir de ella antes de quedar sepultados bajo los escombros. En cuanto el peligro había pasado y el polvo se hubo aposentado trataron de buscar monedas y objetos de valor entre los escombros. Lo mismo hicieron Pete y Nera tras acabar con el zombi. No era un trabajo fácil por que la oscuridad les dificultaba la busqueda, por no hablar de que moverse bajo el agua no era sencillo.

Debido a las prisas que llevaban (y a los dos aumentos que sacaron en sus tiradas) los dos grupos lograron encontrar rápidamente algunos objetos de plata y algunas monedas. Nera y Pete encontraron objetos por valor de 100 monedas de oro y también una mano cortada que llevaba un anillo de oro muy... llamativo. Mientras que Claude y Rheena encontraron una pequeña bolsa de cuero con unas 40 piezas de oro y un morral de cuero cerrado que se conserva en perfecto estado.

Me reí divertido ante el comentario de mi compañera, pues no podía quitarle la razón a sus palabras ya que hasta el momento, casa que había elegido casa que tenía más problemas que tesoros. Aunque tampoco podíamos quejarnos ya que, una vez esperamos a que los escombros se asentaran un poco, encontramos una buena bolsa con monedas de oro que paliarían un poco los problemas que estábamos teniendo.

—Te cedo el honor de ser tú quien elija ahora —le dije mientras hacía una graciosa reverencia, que en el elemento donde estábamos quedaba un poco esperpéntica, para terminar abarcando con la mano el resto del pueblo que quedaba por explorar—. Pero hazlo pronto porque nos quedamos sin tiempo.

La verdad era que no podíamos entretenernos demasiado o nos quedaríamos sin aire, así que... ande o no ande, caballo grande. 

- Vamos a aquella (la 5) que es grande y con un poco de suerte tu tesoro también lo será. 

En realidad, estaba pensando que el peligro también lo sería, pero... ¿qué era la vida sin riesgo? Además, con un poco de suerte ya se nos había acabado la mala suerte. 

- ¿Te parece? 

Empecé a nadar hacia ella imaginando que a Dupont le parecería bien, aunque antes de entrar me asomé un poco, más que nada porque una cosa era ser curiosa y la otra querer morir joven. Ya no me fiaba nada de aquel lugar. 

Pete observo a Claude y Rheena saltarse la siguiente casa - Ui seguro que no puede ser buena, vamos a la siguiente Nera, hazme caso, noto en mi pierna izquierda (la que tiene de palo) que mala espina nos espera en esa casa

Vamos Nera, a la siguiente, esa, la de la campanita en la puerta - Pete se dirigió a la casa un poco más alejada que la que Claude y Rheena entraba. Aunque a la velocidad de nado de Pete, tal vez el dúo saliera de la presente morada y entrara a la que él se dirigía antes que él mismo llegara

Sonrío de medio lado a lo que dice Pete y empiezo a moverme hacia la casa número 6.

-¿La de la campanita dices?.- Hago un quiebro para mantenerme separada del fondo marino, la verdad es que estoy disfrutando de lo de nadar.- Vale, hagamos caso a tu pierna...

Los dos grupos cruzaron el pueblo viendose fugazmente en la plaza para después volverse a dividir llendo a las dos casa mas alejadas. Claude y Rheena llegaron a la que parecía la herrería del lugar. El sitio, tomado por las algas aún parecía tener bastantes materiales que, seguramente, de ser rescatados les porporcionarían bastante dinero. 

Por otro lado Pete y Nera llegaron a la casa apartada. Era un lugar completamente en ruinas y parecía haber sido la vivienda de alguien. La oscuridad era casi total y la negrura del oceano a su alrededor les inquietaba por lo que decidieron darse prisa en registrar el lugar.

Asentí de buen humor ante la elección que había hecho Rheena, yendo hacia allá convencido de que por fin encontraríamos un gran botín y saludando a nuestros dos compañeros cuando nos los cruzamos en lo que, cuando aquel pueblo estaba en la superficie, debía ser la plaza.

Por la pinta que tenía la casa, aquello tenía que haber sido la herrería, algo que me alegró bastante porque, por fuerza, allí tenía que haber cosas de valor, me daba la nariz que así sería y, sin hacer caso a la cantidad de algas que lo llenaba todo, me dispuse a buscar cualquier cosa que pudiéramos llevar encima y, sobre todo, que nos diera dinerito fresco. Pero para mi desgracia, o estaba ya cansado o la oscuridad me impedía ver otra cosa que no fuera porquería sin valor alguno.

Había elegido aquella casa por el bulto que hacía su sobra, pues desde donde estábamos antes hubiera sido imposible adivinar qué era. De todas formas, las herrerías solían estar bien, pues siempre se podían encontrar cosas interesantes. 

Eso sí, entre el bicho de los abrazos y que se nos había caído una casa encima, ahora andábamos los dos con mucho ojo a la hora de meternos en ninguna parte. 

- Chun chun chun... - Comencé a canturrear en un sururro antes de terminar de acercarnos. Eso sí, luego guardé silencio no fuera a recibir de nuevo por bocazas. 

Sigo nadando y entro con tranquilidad en la casa de la campanita. Voy atenta a los alrededores pero no me parece ver nada extraño...sólo una casa con una campanita...

Pete pasea por la casa, abre un par de cajones y mira dentro de los harapos de un viejo pantalón raído y deshecho. Le entretiene más mirar a Neva, quien sí parece saber lo que hace. - Yarrrgh, esto es muy difícil, a mí si no me marcan el sitio con una X no me aclaro Rayos - Pete echa un último vistazo al cuarto que parece ser la vieja letrina, con poca esperanza de encontrar ni una mierda, pero con la suerte de mierda de su lado

Pete no descubrió nada en la letrina, sin embargo tuvo un golpe de suerte pues con su pata de palo dio sin querer un golpe a una pequeña cajita que había pasado por alto. Era un joyero de madera que estaba oculto entre un puñado de algas. Cuando se agachó a recogerlo y lo abrió sintió que había cometido un gran error al ver que dentro había un pergamino escrito que parecía haberse mantenido en buen estado. Por suerte el pergamino estaba cubierto con una capa de cera que lo protegía del agua. Junto a este había una gran "gema" verde con forma de ojo. El pergamino rezaba lo siguiente:

"Amigo mio, los ciudadanos se han alzado en armas. He activado al guardian contra mi propio pueblo. Cuando todo haya acabado, usa la llave para desactivarlo".

Por otro lado Rheena y Claude se habían apresurado en rebuscar entre los montones de piezas de la herrería. Rheena había encontrado una pequeña piedra rojiza caliente al tacto que decidió guardar. Pero, fuera lo que fuera ese artefacto, no era lo más valioso. Lo mas valioso eran sin duda varios cofres llenos de lingotes de hierro usados para fabricar armas y herramientas. Calcularon que podrían llenar parte de la bodega de carga con ellos y seguramente podrían venderlo por varios centenares de monedas en alguna ciudad puede que incluso más si se aventuraban hasta Deijin o Kaja. El problema era el peso, no sería fácil subirlo todo al barco.

Quizás no fuera lo que estuviera esperando pero no me podía quejar del botín que habíamos encontrado. Aquel hierro podía reportarnos unas cuantas monedas si conseguíamos cargar con el suficiente, pero ahí residía el problema ¿cómo coño lo iban a subir hasta el barco?

Nos quedaba cada vez menos tiempo y si parte de él lo empleábamos en subir y bajar los liingotes, entonces no nos quedaría el suficiente para explorar el resto de casas pero, quizás si apuraba podría echarle un vistazo a la casucha que estaba al lado de la herrería. Desde luego no era una gran casa como las que habían explorado anteriormente, pero quizás guardara en su interior alguna sorpresa.

—Rheena, voy a echar un vistazo a la casa que está pegada a la herrería —le dije, era un aviso de lo que tenía pensado hacer pero también una invitación por si a ella le apetecía acompañarme—. Será algo rápido y luego podemos cargar todo el hierro que podamos. Eso nos dará unas buenas monedas cuando lo vendamos.

Para no perder más tiempo, eché a nadar hacia la casa que le había indicado a mi compañera, esperando tener algún golpe de suerte increíble que nos hiciera ricos sin tener que esforzarnos demasiado cargando tantos kilos de metal.

Pete guardó la joya verde, que sin duda ya había amortizado el viaje por la brújula. Dejó el pergamino a Nera, esperando que ésta entendiera algo de lo que decía. Mientras Nera lo examinara, Pete le dio una palmada en la espalda señalando una de las casas que habían pasado por alto, era enorme y tenía el techo intacto. 

Pete, cuchillo en mano, nadaba torpemente hacia ella

Al ver la cajita la guardé, estaba claro que algo valdría si estaba allí metido, pero cuando encontré los lingotes arrugué el gesto. Esto mismo es lo que había preguntado al bajar y esto iba a tener que quedarse en el fondo del mar. 

- No vamos a poder cargar con todo esto. - No había nada que me fastidiara más que tener que dejar atrás cosas valiosas por no poder transportarlas. 

Claude dijo aquello de que iba a mirar la casa de allí al lado y asentí, como diciéndole que me parecía bien. 

- Iré preparando esto para poder transportar algo después. 

No iba a ser demasiado, estaba claro, porque sino no íbamos a poder llegar al barco, pero bueno, lo que pudiera ser, pues bienvenido sería.