Partida Rol por web

Fatal Frame: Mermaid Song

Capítulo 2

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25/02/2019, 11:11
[Yoshi Yamagaki]
Sólo para el director

Yoshi Yamagaki, escritor, podríamos hablar en un sitio mas cálido y tranquilo ?,si tiene unos cuantos minutos libres, cerca de la puerta y el aire que corre, posiblemente acabáramos con un buen resfriado..- comenta con cortesía y educación, Yoshi, con una cálida sonrisa.

Quería que si es posible, me diera algo mas de información, sobre el virus inexplicable que ocurrió en su distrito,por lo que me ha comentado por encima ,el señor Tsudo Yamada, aquí presente, tienen cosas parecidas con el caso del señor Oak, me gustaría si me pudiera brindar toda la información que pueda.. - siempre hablando con respeto y seriedad al alcalde de Sekigahara

y si han sucedido casos parecidos en años anteriores o en otros distritos, tal vez encuentre un patrón y una fuente.- termina por decir Yoshi

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26/02/2019, 12:19
Brandon Marshall

Observo que Jaden está profundamente dormido y no había forma alguna de despertarlo. En otras circunstancias, hubiera supuesto que mi amigo seguramente estuviera muy borracho o hubiera tomado demasiados calmantes, pero después de lo que ya conocía gracias al testimonio de Yoshi y la noticia que había leído, estaba convencido de que lo que le sucedía no era en absoluto normal.

De pronto, la habitación desapareció y ahora me hallaba en aquella playa que ya había visto con anterioridad, junto con aquella joven de kimono blanco a la que ya había visto en otras ocasiones.

-¿Detenerla? ¿Detener a quién? -le pregunté, extrañado. Ignoraba a quién se refería-. ¿Y qué pasa con Jaden? ¿Qué le está sucediendo? ¿Cómo puedo salvarle?

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28/02/2019, 21:10
Dong-yul

El hombre miró a ambos ante la pregunta de un lugar más tranquilo, estirando la mano para ver la hora a través de su reloj, una vieja herencia de familia con algunos rayones pero que conservaba por recuerdo. Calculó mientras observaba las manecillas moverse, meneando la cabeza ligeramente.

Puedo estar diez minutos, veinte como mucho. Mi tren sale en menos de una hora.- Era un hombre ocupado, se intuía al conocer su puesto y los sucesos que estaban ocurriendo en ambos distritos, pero estaba tan interesado en descubrir qué pasaba que prefirió conceder un poco de su tiempo.

Se giró para mirar a su alrededor buscando alguna sala donde pudieran tener la confidencialidad necesaria, un acto que Yamada se percató, adelantándose al levantar un dedo antes de dirigirse a la recepción y entablar unas palabras con el guardia, quien le tendió una llave con una etiqueta grabada.

Esperó a que ambos le siguiera a una habitación contigua, una pequeña sala de reuniones de apenas una mesa circular con unas seis sillas, una pantalla apagada en una de las paredes y en la contraria una ventana cerrada herméticamente. En una de las esquinas había un dispensador de agua, acercándose el policía para coger un vaso y rellenarlo al pulsar el botón, dando varios sorbos.

Por su parte Dong-yul dejó su maletín sobre la mesa para abrir el cerrojo que lo custodiaba, sacando una carpeta con varios papeles. Posiblemente hubiera enseñado eso mismo al alcalde y su secretaria, preparándose la reunión que había tenido para no perder demasiado tiempo.

Recibimos el primer caso hace varios años. Un hombre de unos treinta años, padre trabajador con un único hijo.- Sacó el primer fichero, donde se veía tanto el historial médico como los datos relevantes sobre ese hombre, adjuntando a su lado una fotografía.- Los médicos no le encontraron nada sospechoso a pesar de hacerle toda clase de pruebas, sólo estaba “dormido”. Murió poco después.- Pasó al siguiente fichero, dejándolo a su lado.- Dos años después fallece bajo las mismas circunstancias. En este caso padecía cáncer de próstata, pero la autopsia reveló que no tuvo nada que ver.- Así sacó hasta siete ficheros más, poniendo uno al lado del otro para que pudiera verlos.- Todos murieron de la misma forma, pero no encontraron nada en común, salvo que eran hombres. Pero son de edades, trabajos, ciudades o incluso etnias distintas, no parecían estar relacionados.

El hombre se apoyó en la mesa, suspirando cansado y echando una rápida mirada a su reloj para controlar la hora.

Pensamos que se trataba de una simple coincidencia, pero viéndolo ahora tantas muertes sin aparente sentido es extraño. Creemos que era un misterioso virus fruto de algún insecto no descubierto, pero son hipótesis que no podemos corroborar. Igualmente al escuchar el caso del señor Oak quisimos poner en alerta a vuestro alcalde. Si estabais allí cuando falleció, os recomendaría haceros unas pruebas médicas, sólo por si acaso.

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05/03/2019, 13:09
Máster fantasma

Sun Hee comenzó a correr, saltando prácticamente el escenario y rodeando los asientos destrozados, cayendo varios por delante suya para obstaculizarle el paso. Cuando salió de la habitación para internarse por el pasillo pudo escuchar el sonido de cristales romperse, un estallido que provocó un ligero grito de susto en Misaki, perdiéndose en el eco de las paredes.

Las puertas que antes parecían cerradas ahora se abrieron con gran fuerza, rompiendo tanto la cerradura como parte del marco por el golpe, incluso las bombillas apagadas que tenía sobre su cabeza estallaron, teniendo que cubrirse el rostro para que no le llovieran cristales.

A su alrededor las paredes parecieron cambiar. Como si fuese piel despellejándose de la carne, trozos de yeso y pintura se despegaron de la pared, viéndose tras los restos pedazos de madera oscura o pinturas con escenografías marinas. Incluso el suelo pareció cambiar, de las pisadas huecas y firmes atravesando pequeñas piedras o gravilla al plano tatami que apenas emitía sonido.

Veía la salida, abriendo la puerta y, donde tenía que estar el soleado patio con la venda policial prohibiendo la entrada ahora estaba en el pueblo que tantas desgracias le estaba dando. Podía ver la plaza circular y en el centro el pozo, esta vez abierto con un cubo de agua apoyado en la boca del mismo. Las casas parecían recién construidas, imitándose prácticamente unas a otras en cuando estructura y donde en algunas podía verse luz en el interior a través de las ventanas, posiblemente de algún candelabro encendido.

A su derecha estaba el camino al muelle, donde la playa presentaba un oleaje calmado y, si centraba la mirada, podía ver la figura de una persona en la orilla, aunque no podía distinguir quien era.

A su izquierda las extensas escaleras que ya había pisado, custodiada por las continuas puertas torii.

Esta vez no era como el resto. Los últimos rayos de sol incidían sobre el pueblo, dándole una apariencia cálida y viva a medida que descendía por el horizonte, aunque siguiera igual de vacío que siempre.

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05/03/2019, 13:25
Miwako y Nawako

Acercándose por la espalda, una de las niñas tiró del brazo de la violinista para llamar su atención, dibujando una amplia sonrisa inocente en su rostro cuando sus miradas se encontraron.

- ¡Sabía que volverías! – Abrazó a la cintura de la joven, soltándola después a ver a su hermana, justamente al lado contrario, tirando de su otro brazo.

- Te estábamos esperando, la presentación empezará en poco.- Imitando a su hermana, también abrazó a la coreana, soltándose poco después.

- Si tardamos el Sumo Sacerdote se impacientará.

- Si tardamos el Sumo Sacerdote se impacientará.

Proveniente del templo unas campanas graves resonaron por todo el pueblo, rompiendo el silencio que penetró en el ambiente durante unos segundos.

Ambas niñas se miraron, aguantando una carcajada mientras se tapaban los rostros con sus manos, como si no pudieran contener la felicidad que tenían en esos momentos.

- ¡La próxima Ningyo ha sido escogida!

- Tienes que prepararte, la ceremonia no puede empezar sin ti.

- ¡Debemos darnos prisa!

- ¡Debemos darnos prisa!

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05/03/2019, 14:10
Kim Sun Hee
Sólo para el director

La joven no había dudado mucho en correr, en especial cuando todo comenzó a convertirse en un verdadero caos. Los asientos siendo impulsados para bloquear su camino, como si no desearan que ella salvara a su querida amiga, a medida que las bombillas de luz explotaban, obligándola a cubrirse el rostro para no lastimarse con los cristales rotos. Tendría que haberlo imaginado, Yôko no era un espíritu amable, era egoísta igual que el Sumo Sacerdote. No dudarían en hacerle daño a Shin-hye, con tal de continuar con el maldito ritual. Ni siquiera sabía si eso serviría para salvar a la aldea. Era posible que fuera una idea que se habían hecho todos, si bien no quería decir que les fuera a salvar. Era más que factible que se hubiesen confundido en su desesperación, que hubieran buscado una solución a su tortura. ¿Cómo podían salvarse al sacrificar a una persona inocente? No había sentido en ello, no podía haberlo, y, sí lo había, Sun Hee se encargaría de evitarlo con todas sus fuerzas. Por eso mismo, continuó corriendo, saltando los obstáculos, decidida a interrumpir aquel ritual para salvar a la persona que amaba con todo su corazón. No iba a permitir que le hicieran daño. Jamás permitiría algo así, no le daría la espalda a Shin-hye, no cuando ésta dependía de ella.

De un momento a otro, mientras luchaba por no ser detenida ante los esfuerzos del espíritu, o lo que ella pensaba que se trataba de Yôko, el escenario comenzó a cambiar por completo, como si desgarran las paredes, el ambiente en sí, para dar lugar a algo nuevo, o más bien... viejo, algo que ya conocía de sobra. Estaba de regreso en aquella aldea maldita. Por un instante, la joven violinista observó a su alrededor, en silencio, preocupada por saber dónde podría encontrar a su querida amiga. Nada más importaba en ese momento. Debía protegerla de aquel mal que buscaba hacerle daño. Sin embargo, parecía que algo había cambiado en la aldea. Se veía... más cálida, como si no transmitiera esa sensación que antes le había transmitido, si bien Sun Hee estaba segura que aquello debía de ser algo para engañarla. No se dejaría engañar por la aldea, sabía muy bien en la clase de infierno que podía convertirse cuando menos lo esperaba. Su visión, se centró, por un breve momento, en una figura cerca de la orilla, haciendo que se preguntara si se trataba de Shin-hye, si bien no podía saberlo, no desde esa distancia. Allí parada, consideró la idea de acercarse a descubrir la identidad de esa persona, si bien, algo más llamó su atención en ese instante. Sin dudarlo, demasiado, un poco asustada, guió su mirada hacia lo que había buscado atraer su atención.

Allí estaba, una de las pequeñas hermanas, tirando de su brazo, incluso feliz de verla. Era una felicidad contagiosa, aunque la violinista no sabía muy bien a qué se debía. Sin embargo, la joven no había olvidado lo que había ocurrido anteriormente. Las hermanas estaban muertas, lo sabía, lo había visto. Sus cuellos sangrando, mientras la cabeza de una se separaba de su cuerpo, mostrándole una visión que había provocado cierto dolor en el pecho de Sun Hee. ¿Cómo podían hacerle algo así a dos niñas como ellas? ¿Qué clase de monstruo podría hacerles algo así? Sin pensarlo dos veces, la coreana no se demoró en agacharse para abrazar la pobre niña, debiendo de contener la necesidad de llorar en ese momento. A pesar de su esfuerzo, algunas lágrimas lograron correr por sus mejillas, mientras abrazaba a la pequeña, en el momento en el que veía a su otra mano, a la cual también abrazo de manera cariñosa. Realmente se sentía mal, al saber que algo así les había sucedido a esas pobres chicas. Habían sufrido demasiado, por lo que era necesario buscar una forma de salvarlas, de permitir que descansaran en paz. No obstante, estaba segura que aquello no sería posible con el sacrificio de una persona. No podía haber salvación por medio del mal. - Tranquilas... yo las salvaré. - Susurró en un tono maternal, asegurándoles que haría todo lo que pudiera para liberarlas de aquella maldición. Sólo debía de descubrir ese camino. Si bien, antes, debía de rescatar a Shin-hye. No permitiría que el Sumo Sacerdote le hiciera daño. - Tengo que encontrar a Shin-hye... em... la Ningyo. ¿Pueden llevarme con ella? - Le preguntó a ambas, en el momento en el que volvía a enderezarse, para luego apoyar sus manos sobre la cabeza de ambas en un gesto cariñoso. - ¿Por qué dices que la ceremonia no puede comenzar sin mí? Yo no soy la Ningyo. - Preguntó con cierta confusión, ya que no sabía qué papel ocuparía ella en el ritual en sí. Aún así, no pretendía participar de la ceremonia. Su único deseo era salvar a su amiga, e intentar liberar a esas niñas de esa tortura eterna. - Todo esto está mal... No hay salvación en un sacrificio. Tiene que haber otra manera. - Les dijo a las dos, esperando que comprendieran lo que intentaba decirles.

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05/03/2019, 18:08
Ayaka

¿Detenerla? ¿Detener a quién?

- Mië.- El misterioso nombre hizo que le diera un escalofrío sumado a un creciente sentimiento de culpa. Negó varias veces con el rostro, cerrando los ojos como si tuviera una lucha interna consigo misma antes de abrirlos con una triste sonrisa cargada de remordimientos.- Está enfadada, no parará hasta encontrarle.

Dio un par de pasos más hacia el mar, dejando que el bajo oleaje bajara sus pies y sumergiéndose hasta las rodillas. El kimono ondeaba con suavidad en las cristalinas aguas, bajando sus manos hasta acariciar con la yema de los dedos la superficie.

Del agua salió una blanquecina mano agarrando la muñeca de Ayaka, la cual parecía impasible. Otra mano ascendió por su brazo, recorriendo el interior de la manga y dejando que gotas húmedas descendieran por su piel.

Al otro lado otro conjunto de manos imitaron el mismo movimiento, una caricia de dos mujeres que se alzaban lentamente. Sólo podían verse sus torsos desnudos y escuálidos, donde la palidez de su piel resaltaba con el oscuro de su cabello húmedo, tapando prácticamente sus rostros.

- Tu amigo estaba en el lugar y momento equivocado. Vagará por el pueblo, hasta que dé con él.- Se adentró más en las frías aguas, dejando guiar su cuerpo por las mujeres hasta llegarle por la cintura. Una de ellas empezó un ascenso por el cuerpo de la joven, acariciando su rostro con cierta ternura, mientras que la otra le apartaba el cabello y agarraba uno de sus brazos, remangando el kimono. Ayaka se giró a la par que ambas seguían sus pasos, todavía deslumbradas por la belleza de la joven.- Todo es por mi culpa.- De nuevo no fue incapaz de controlar las lágrimas a pesar de que su rostro dibujara una débil sonrisa quebradiza.- Lo siento.

Un tercero par de manos surgió de su espalda, cruzándose sobre sus ojos mientras le echaban el rostro hacia atrás, dejando totalmente el cuello desprovisto para que una de las figuras pudiera morderla.

Otra le tapó la boca para que no se escucharan sus gritos de dolor mientras hincaba sus afilados dientes en el antebrazo, dejando que la sangre descendiera en pequeños hilos para terminar en el mar, difuminándose en las aguas.

La última de las figuras se agarró a su cintura impidiendo que se moviera, bajándole levemente el kimono para dejar su hombro descubierto y provocándole un gran mordisco.

Las cuatro cayeron hacia atrás, sumergiéndose en el agua y desapareciendo de la vista de Brandon al tiempo que, a lo lejos, resonaban unas campanas graves. Si el chico se daba la vuelta podía ver a su espalda el pueblo que ya había visitado, igual de vacío que de costumbre si no fuera por tres figuras en el centro de la plaza, pareciendo una persona adulta con dos niñas.

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07/03/2019, 14:06
Brandon Marshall

-Mië... -repetí el nombre que había pronunciado la joven del kimono.

¿Quién diablos era Mië? No lo sabía, aunque el nombre me sonaba a femenino. En ese momento, advertí que unas manos de tono blanquecino agarraban a la muchacha y aparecían dos mujeres bastante escuálidas y con los largos cabellos que cubrían sus rostros, como sucedía con los espíritus de las películas de J-Horror. Recordé entonces las palabras de Yoshi y Sun Hee, quienes habían mencionado a unas mujeres desnudas que, a juzgar por lo que habían dicho, parecían peligrosas.

Una tercera mujer apareció por la espalda, echando el rostro de la chica del kimono hacia atrás, y acto seguido la mordían en el antebrazo. Observé la escena, horrorizado, incapaz de hacer nada, pues las cuatro mujeres habían desaparecido en aquellas aguas. "Primero sirenas, ¿ahora vampiros?", pensé horrorizado, sintiendo un escalofrío que recorría mi espina dorsal.

Al volver la vista atrás, advertí que me encontraba de nuevo en ese mundo espectral de antes, junto al pueblo que había visitado en la anterior ocasión. Aunque esa nueva vez había un adulto acompañando a las dos niñas. Recordaba que las pequeñas habían demostrado no ser de fiar, por lo que decidí aproximarme cautelosamente, agazapado para que no me viesen, queriendo diferenciar quién era la persona que se hallaba junto a las chiquillas.

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10/03/2019, 16:55
Miwako y Nawako

Las niñas se miraron entre sí ante la inesperada muestra de cariño de la violinista, quedándose unos segundos estáticas antes de sumarse al abrazo, cerrando los ojos para disfrutar de ese breve contacto.

¿Por qué dices que la ceremonia no puede comenzar sin mí? Yo no soy la Ningyo.

- La Ningyo necesita la ayuda de las sacerdotisas.- La más pequeña tomó primero la palabra, girándose levemente para mirar las extensas escaleras que llevaban al templo.

- ¿No te han preparado? Todas tenemos nuestro papel en la ceremonia.

- Sí, ¡nosotras también estaremos!

- Mamá está orgullosa de nosotras.

- Mamá está orgullosa de nosotras.

Se miraron entre sí con una amplia sonrisa de sonrosadas mejillas, resaltando en la palidez de su rostro y un brillo de felicidad en sus oscuros ojos.

- La presentación será en el templo.

- Tenemos que asistir cuanto antes o se enfadarán.

- El Sum…

- El sum…

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10/03/2019, 17:17
Máster fantasma

- El Sumo Sacerdote os está esperando, será mejor que no le hagáis esperar demasiado.- Una voz susurrada, incluso casi cantarina, cortó la frase de las niñas y provocó que ambas se giraran.

Frente a ellas había una hermosa mujer que antes había visto, la misma que la visitó en su propia casa y le enseñó la página donde hablaban de Misaki Asou. Seguía siendo tal y como la anterior vez, olvidando todo rastro de miedo o fatiga que pudiera tener en su interior para transformarlo en una apacible tranquilidad, relajando sus nervios y miedos.

Llevaba un kimono azul marino con varios dibujos de peces y, en las mangas, un arrecife con hojas acuáticas. Su cabello estaba suelto, descansando sobre su espalda aunque de un lateral pendiera una especie de horquilla con un pez blanco.

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10/03/2019, 17:18
Miwako y Nawako

Miwako y Nawako se quedaron embelesadas por el aura y la belleza de la chica, abriendo la boca en par en par antes de que una de ella la señalara, incapaz de ocultar la ilusión que sentía.

- ¡Es Yôko!

- Mira Nawako, ha venido a por nosotras.- La mujer sonrió con dulzura a la par que las niñas corrían a su posición aunque no la tocaran, como si fuese algo prohibido o por respeto no pudieran apenas acercarse. Sin embargo la joven se agachó para estar a la altura de las pequeñas, dándole un toque en la nariz a una de ellas con el dedo índice y a la otra esconder un mechón de cabello tras su oreja, incorporándose.

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10/03/2019, 17:45
Yôko

- No tenemos demasiado tiempo y tenemos que preparar muchas cosas. Ningyo necesita a sus sacerdotisas.- Yôko miró fijamente a Sun Hee desde sus almendrados ojos, manteniendo la sonrisa como si no supiera que realmente la violinista la estaba buscando.

De un momento dado la joven giró su rostro lentamente a algún punto de la playa donde, aparentemente, no había nada más que el muelle de madera y las olas del mar rompiendo en la orilla, perdiéndose en espuma. Amplió su sonrisa mientras elevaba levemente su voz.

- Audrey está preparada, sólo faltas tú.- Estiró ambas manos mientras se volteaba, mirando al templo. Las niñas se colocaron cada una a uno de sus lados, mirando a la violinista para invitarlas a seguirlas.

Otra campanada resonó en el templo, esta vez del doble de duración aunque su melodía fuera un poco más aguda, seguidas por un par de campanillas.

Parecía ser la señal para que prácticamente todas las puertas del pueblo se abrieran, dejando paso a decenas de personas que caminaban unidas hacia el templo. Aunque quisiera no podía detenerse a ver el rostro de ninguna ya que parecían difuminadas a vista de la violinista. Sin embargo había personas de todas las edades aunque de parecido patrón, llevando las mujeres kimonos y los hombres trajes de pescador, teniendo algunos consigo útiles de pesca como redes o anzuelos.

Sun Hee no sabía decir cómo, pero sabía que estaba rodeada de muertos, notando ese miedo que había tenido anteriormente, como si cientos de miradas la estuvieran observando y quisieran apresarlas, incluso las heridas de su cuerpo empezaron a escocerle levemente.

Yôko se giró para quedar frente a frente de la violinista y sonrió, borrando todo rastro de dolor o miedo que sintiera de nuevo. Parecía que junto a ella estaba en una especie de burbuja hermética que la protegía de todos los males, recordando entonces las palabras que le había dedicado Misaki:

Aunque sea difícil de creer después de lo que has visto, no todos son agresivos. Ella quiere ayudarte, quiere acabar con la maldición y vela por la elegida.

- No tengas miedo. Estoy contigo.- Una de sus manos acarició la mejilla de la violinista mientras que la otra la tendió sin saber si la aceptaría. ¿Confiaría en la persona que tiene atrapada a su amiga?

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10/03/2019, 19:36
Máster fantasma

Brandon había reconocido a las hermanas Miwako y Nawako desde la distancia, no era complicado teniendo en cuenta que las pequeñas revoloteaban de un lado a otro como si fuera una bolsa de peces buscando comida, mordiendo todos los arrecifes que los rodeaban. Si hacía memoria podía recordar la última vez que las vio en la sala del espejo donde Audrey los retenía, unidas de la mano y dibujando en su cuello un río carmesí antes de que sus cabezas se desprendieras de sus cuerpos.

Ahora parecían vivas, desprendiendo esa inocente niñez que las caracterizaban, junto con una mujer de cabello corto que todavía no podía discernir. Aprovechando la oscuridad de la playa, el joven se camufló entre las sombras del muelle lentamente mientras avanzaba, notando sus pasos pesados por la arena húmeda mientras la figura femenina se agachaba para abrazar a las niñas.

Una vez se acercó lo suficiente pudo verla mejor. La extraña figura era Sun Hee, la chica coreana que había conocido junto con el escritor, charlando tranquilamente con las niñas mientras las abrazaba o acariciaba el cabello con ternura.

Por desgracia no podía escuchar la conversación que estaban teniendo pero sí ver qué hacían con todo detalle.

Las niñas sonrieron mientras señalaban al templo de donde provinieron las campanadas aunque no se soltaron de las continuas muestras de cariño de la violinista mientras que ella miraba al lugar, preocupada y con un leve rastro de miedo.

De uno de los pasadizos que se dividía el pueblo apareció una joven hermosa, tanto como lo era Ayaka, de almendrados ojos y cabello liso. Vestía un kimono azul marino con varios dibujos de peces y una horquilla con un pez blanco en el lateral, recogiendo varios mechones.

- ¡Es Yôko!

- ¡Mira Nawako, ha venido a por nosotras!

Escuchó el grito de las niñas antes de que corrieran hacia la posición de la mujer, aunque no la tocaran como si tuvieran respeto o no se atrevieran siquiera a mirarla a los ojos. Sin embargo ella cortó esa distancia con las niñas, agachándose para estar a su altura.

No tardó demasiado en incorporarse y entablar conversación con la violinista, quien permanecía absorta a todo lo que pasaba a su alrededor. Brandon pensaba que nadie se había percatado de su presencia pero, sin saber cómo, la joven giró su rostro hacia su dirección mientras clavaba sus ojos en los de Brandon.

Sintió un miedo palpable como nunca lo había sentido anteriormente. Se quedaban sin respiración, notando en su cuello una fuerte presión de cuerdas invisibles que le obligaron a hincar un pie sobre la arena, creyendo que iba a morir asfixiado ahí mismo. Notó el aliento de la muerte en la nuca tarareando la melodía que tantas veces había escuchado y que le hipnotizaba, y el picor de sus manos, como si estuvieran dormidas, cuando la sangre no circulaba por sus venas.

Audrey está preparada, sólo faltas tú.

Ella había elevado la voz expresamente para que Brandon la escuchara, terminando con una dulce sonrisa cargada de veneno que soltó los amarres que apresaban su cuello, pudiendo volver a respirar.

Mientras recuperaba el aliento otra campanada resonó en el templo, esta vez de doble de duración aunque melodía fuera un poco más aguda y seguida por un par de campanillas.

Parecía ser la señal para que prácticamente todas las puertas del pueblo se abrieran, dejando paso a decenas de personas que caminaban unidas hacia el templo. Aunque quisiera no podía detenerse a ver el rostro de ninguna ya que parecían estar difuminadas. Sin embargo había personas de todas las edades aunque de parecido patrón, llevando las mujeres kimonos y los hombres trajes de pescador, teniendo algunos consigo útiles de pesca como redes o anzuelos.

Brandon supo al instante que todos eran fantasmas y la violinista estaba en el centro de la plaza, en una especie de círculo por el que todos pasaban de lado. Le costaba ver a través de tantas personas, pero si agudizaba la vista podía discernir qué pasaba en el interior.

La mujer se acercó lentamente a Sun Hee mientras acariciaba su rostro con una mano y, con la otra, la tendía al aire, esperando la respuesta de la violinista.

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10/03/2019, 20:53
Kim Sun Hee
Sólo para el director

Al sentir cómo las dos pequeñas le devolvían el abrazo, la violinista sonrió de manera cálida, aunque aún sintiendo cierto pesar por el destino de las pobres niñas. Después de todo, nadie merecía morir a esa edad, ni mucho menos que sus espíritus permanecieran condenados por una maldición, culpa de un maldito culto de fanáticos. Realmente no podía perdonar a los responsables, a quienes mantenían aquella religión en pie, incluso cuando su supuesta deidad les había castigado de esa manera. Aquello no podía ser un ser divino, debía de considerarse más como un demonio que cualquier otra cosa. - No se preocupen, todo estará bien. - Volvió a repetir en un tono suave, gentil, antes de separarse de las dos, y escuchar lo que éstas tenían para decirle. - ¿Sacerdotisas? - Preguntó con cierta sorpresa, recordando que, en su visión, había visto que la elegida era atendida por otras mujeres. - No, no me prepararon para nada. Ni siquiera sabía de esto. Yo... no debería de estar aquí, aunque tampoco Shin-hye. - Dijo con cierta duda en su voz, mientras consideraba cómo haría para rescatar a su querida amiga. No había duda de que aquello sería difícil, en especial luego de lo que había sucedido en aquella sala de espejos. No estaba segura de que estuviera preparada para enfrentarse al mal que dominaba esa aldea, ni mucho menos al resto de los espíritus malignos.

No pudo evitar mostrar una clara expresión de tristeza al ver cómo las pequeñas se alegraban ante el hecho de que el resto de los fanáticos estuvieran orgullosos de ellas por seguir las indicaciones de ese detestable culto. Les habían lavado la cabeza con mentiras, incluso si ahora estaban muertas. Sin embargo, la voz de una mujer llamó su atención, haciendo que la coreana se girara en sus pasos para ver de quién se trataba. Por un instante, permaneció en silencio, tan sólo observando a la mujer frente a ella, la cual se comportaba de manera dulce con las niñas, a pesar de que Sun Hee, ahora, conociera su nombre. Era Yôko, aquella mujer que ella estaba segura que no podía ser alguien buena, a pesar de que Misaki lo había afirmado. Después de todo, no había duda de que Yôko pensaba continuar con el ritual. Es más, incluso era posible que, cuando le había mostrado aquella página, aquello no había sido más que una trampa para vincular a Shin-hye con el ritual. Por culpa de su engaño, la persona que más quería en el mundo, había sido secuestrada y forzada a participar en ese ritual, a riesgo de morir a manos de esos fanáticos. ¿Cómo podía mostrarse contenta con la mujer frente a ella? - Tú... - Murmuró con cierta ira en su voz, mientras continuaba observando cómo las hermanas la saludaban y la miraban como si fuese una especie de celebridad en la aldea. - Audrey está muerta. La forzaron a participar de ésta locura... - Volvió a murmurar, en un tono que dejaba en claro que no estaba a favor de lo que sucedía en aquel sitio, recordando lo que había dicho el muchacho que había conocido durante la última vez que había estado allí.

Entonces, escuchó cómo volvía a sonar la campana, acompañada de unas campanillas, a medida que veía a los habitantes de la aldea saliendo de sus hogares, como si todos desearan asistir al ritual, si bien era posible que hubiesen sido forzados a participar. Nada le aseguraba, a la joven coreana, que los espíritus no estuvieran sometidos bajo el control de algún responsable, posiblemente el Sumo Sacerdote, o incluso la misma Yôko. La violinista estaba segura de que la mujer era alguien totalmente diferente a lo que aparentaba en ese momento. Casi no había duda de ello, luego de lo que había visto en aquella construcción en ruinas, cómo se había opuesto a que interviniera. De cualquier manera, estaba claro que, todos los que asistirían, estaban muertos, y que era posible que podrían atacarla, en el caso de que quisiera salvar a Shin-hye, por lo que debía de preparar su mente a la peor visión posible, sabiendo que podría encontrarse con horrores que, en otra circunstancia, habría preferido evitar con toda su alma. Mientras sentía cómo el terror se apoderaba de ella, pudo también sentir las heridas que habían sido ejercidas sobre su cuerpo durante la pesadilla que parecía eterna. No obstante, todo aquello se vio interrumpido cuando la mujer volvió a girarse para mirarla directamente a los ojos, como si fuera capaz de separarlas de todo aquello. Misaki había dicho que era Yôko era buena, que quería ayudarla y terminar con la maldición, pero también era posible que sólo quisiera salvarse a ella misma. Después de todo, si fuera realmente buena... ¿por qué estaría dispuesta a sacrificar la vida de Shin-hye? ¿Qué clase de persona haría algo así? - ¿Estás conmigo? Audrey está muerta... y aún así la fuerzas a participar en esto. No sólo eso... también quieres sacrificar a Shin-hye. Ella es mi amiga... y... no puedo sacrificarla para salvarme. La... la amo. No voy a dejar que la asesines. Eso es lo que le sucede a las Ningyo, ¿verdad? - Preguntó en un tono desafiante, manteniéndole la mirada a la mujer, una mirada afilada que dejaba en claro que no iba a permitir que se saliera con la suya, incluso si tenía que enfrentarse a la totalidad de la aldea. - Tiene que haber otra opción. No hay salvación en la muerte de un inocente. - Aseguró, determinante, segura de lo que estaba diciendo, sin aceptar su mano hasta que la mujer no respondiera a su pregunta y atendiera a la razón. Quería salvar a quienes lo merecían, a quienes era inocentes en toda aquella maldad. Sin embargo, no lo haría sacrificando a otra persona, mucho menos a su amada.

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12/03/2019, 20:05
Brandon Marshall

Apenas podía creerlo. Sun Hee, la violinista, se hallaba de nuevo en aquel pueblo y, por desgracia, las dos pequeñas se encontraban junto a ella. Lejos de estar asustada o temerosa por aquellas dos entidades fantasmales, Sun Hee parecía estar tranquila y hacía arrumacos a las niñas. Era una imagen estremecedora donde las hubiera, e ignoraba cómo era posible que la violinista no recordase que aquellas niñas eran espectros decapitados la última vez que las vimos.

Aunque lo más aterrador era aquella bonita joven con kimono."Yoko, ese es su nombre" pensé para mis adentros, mientras sentía un escalofrío recorriendo mi espalda al oír de nuevo esa siniestra melodía en mi cabeza.

Me disponía a gritarle a Sun Hee que se detuviera, que no acompañase a esa joven y a las niñas, pero en ese instante aparecieron todos aquellos fantasmas. No sabía cómo reaccionarían si me vieran, pero era mejor no comprobarlo.

Amilanado, decidí desplazarme agachado, buscando una cobertura tras la que esconderme y aguardando para observar qué le sucedería a Sun Hee.

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13/03/2019, 13:43
Brandon Marshall
Sólo para el director
- Tiradas (1)

Motivo: ¿Me ven o no me ven?

Tirada: 1d100

Resultado: 88

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13/03/2019, 20:59
Yôko

Había algo en las palabras de Sun Hee que le hicieron especial gracia, soltando una leve risotada apenas imperceptible, tapándose los labios para no ser demasiado irrespetuosa. En cambio las niñas, que al principio no entendieron las duras palabras que se estaban intercambiando, se contagiaron de la risa de Yôko.

- Disculpa, no era mi intención.- Sonrió a las pequeñas antes de perder su mirada en los habitantes del pueblo, quienes seguían su paso por las interminables escaleras ascendentes.- Realmente no sabes nada.- Suspiró, volviendo a centrar su atención en la violinista.- ¿Por qué crees que no eres Ningyo? – Esperó a que ella respondiera o, más bien, meditara sobre su pregunta.- Tu nombre salió en La Asamblea. Ibas a ser la elegida pero rechazaste el cargo.

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13/03/2019, 21:00
Miwako y Nawako

Las gemelas se miraron, como si acabaran de enterarse de una noticia importante.

- Sabía que el Sumo Sacerdote la habría escogido.
- Es muy guapa.
- Nosotras la encontramos.
- ¿Rechazó ser Ningyo?
- ¿Rechazó ser Ningyo?
– Ambas arrugaron el entrecejo lanzando su duda al aire, como si estuvieran ofendidas por lo que acababan de escuchar.

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13/03/2019, 21:01
Yôko

- El nombre de Shin-hye salió después del tuyo y ella aceptó. Entendió su papel y lo que significaba ser Ningyo, lo importante que es para todos nosotros.- Cerró los ojos unos segundos, perdiéndose en amargos recuerdos dolorosos que la obligaban a volver a sonreír esta vez con un deje triste.- Si no quiere fracasar necesita a las sacerdotisas a su lado. ¿O también te interpondrás en los deseos de tu amada? – La última pregunta tenía cierto rencor camuflado en sus palabras, repitiendo la historia una segunda vez.

Puede que se diera cuenta de que habló más de la cuenta aunque sólo ella hubiera entendido sus palabras, serenándose unos segundos antes de volver a su postura perfectamente estudiada.

- Estoy intentando protegeros. Te lo dije, estoy contigo.- Había reducido el volumen de su voz para que las niñas no escucharan a pesar de que intentaran poner el oído, curiosidad de la conversación.- Sin mí nunca podrás acercarte a Ningyo.- No sabía si era cosa del cúmulo de emociones que tenía o la confusión, pero intuyó cierta amenaza en sus palabras. ¿Sería imaginaciones suyas?

- Tiradas (1)

Tirada oculta

Motivo: Percp

Tirada: 1d10

Resultado: 6

Notas de juego

Para tu próximo post, haz tirada en oculto.

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14/03/2019, 00:41
Kim Sun Hee
Sólo para el director

Ante la risa de Yôko, la violinista no pudo evitar molestarse bastante ante aquella actitud mostrada por la mujer. ¿Estaba buscando una pelea con ella? Ya bastante tenía con que había secuestrado a su mejor amiga, a su amada, para sacrificarla en un maldito ritual, y ahora se reía de ella, diciéndole que no sabía nada. Realmente tenía ganas de golpearla, o usar su cámara con ella para darle una lección, e incluso, tal vez, poder salvar a Shin-hye de aquella horrible situación. - No te rías de mí. - Advirtió en un tono de voz que dejaba muy en claro que no iba a permitir esa actitud hacia ella, mucho menos cuando estaba realmente preocupada por la seguridad de su querida amiga. No obstante, las siguientes palabras de Yôko, no hicieron más que sorprenderla, principalmente porque no había imaginado que la habían elegido, anteriormente, para ser la Ningyo en aquel ritual, si bien habían terminado buscando a otra ya que ella lo había rechazado. Ni siquiera recordaba cuándo lo había hecho, a menos que hubiesen estado presentes en todo momento cuando había expresado su deseo de abandonar aquel horrible lugar. - ¿Yo? ¿La Ningyo? No, no importa, quiero que dejes en paz a Shin-hye. Ella tiene una vida por delante. - No dudó en expresarse, molesta ante el hecho de que, por su culpa, habían elegido a su amada.

La reacción de las pequeñas hermanas llamó la atención de la joven, quien las miró un tanto preocupada ante el hecho de que éstas parecieran enojadas con ella por el hecho de haber rechazado el ser la Ningyo del ritual. - Ni siquiera sabía lo que era, o lo que me harían. ¿Qué esperaban que hiciera cuando me atacaron? - Dijo en su defensa, aunque tampoco lo habría aceptado en su momento si lo hubiese sabido. Después de todo, no deseaba morir, mucho menos creía que otros debieran morir en un ritual tan ridículo que buscaba la salvación del resto por medio de la vida de otra persona inocente. Sin embargo, la verdad que reveló Yôko, o lo que ella creía que era la verdad, tomó por sorpresa a la joven coreana, quien no tardó en negar con la cabeza, rechazando aquella idea, como si fuera algo realmente difícil de creer. ¿Shin-hye había aceptado de manera voluntaria? ¿Ella quería formar parte del ritual cuando sabía que debía de sacrificar su vida para supuestamente salvarlos a todos? No... no podía ser cierto, no podía creer que su amiga estuviese dispuesta a sacrificarse por esas personas, y tampoco podía aceptar la idea de perderla por un montón de fanáticos que no sabían lo que hacían. - No... no es cierto. Shin-hye no haría algo así. Yo... no quiero perderla. - Se expresó con cierta amargura, sintiendo como si le faltara el aire ante aquella revelación. ¿Cómo podía creer algo así? ¿Cómo podía permitir que su amada muriera en algo tan ridículo, sólo cuando el resto así lo deseaba? Tenía que ser un error. Yôko le estaba mintiendo, no podía ser otra cosa.

Al oír la pregunta de la mujer, la mirada de Sun Hee se centró en Yôko, una mirada afilada que dejaba en claro que no toleraría que la engañara de esa forma. - ¿Los deseos de mi amada? Ella no haría algo así... no me abandonaría. - Necesitaba hablar con ella, necesitaba saber la razón por la cual su amiga deseaba hacer algo así, y no había duda de que necesitaba confesar lo que sentía por ella, incluso si podía arrepentirse, incluso si aquello podría arruinar su amistad con su querida amiga, a pesar de que pudiera mirarla con claro disgusto. Había algo que llamó su atención, algo que Yôko había mencionado. Al parecer, eso era lo que había sucedido aquella vez, en la visión que había tenido al quedar inconsciente. Alguien había interrumpido el ritual, tan sólo para evitar que sacrificaran a la elegida. ¿Había estado en la posición de Yôko, observando su momento antes de ser sacrificada, sólo para que el ritual fuera interrumpido por alguien que la amaba? No era más que una suposición, sin demasiada evidencia al respecto pero algo le decía que no estaba muy lejos de la verdad. Sin embargo, la cuestión era que, aquello, no era de importancia para ella, no podía permitir que sacrificaran a Shin-hye, jamás lo permitiría. - Eras tú, ¿verdad? La que debían sacrificar, y ahora quieres que ella ocupe tu lugar. No merece ese final, es inocente. Merece una buena vida. - Se expresó en un tono serio, manteniendo la mirada fija en la mujer. ¿Intentaba protegerlas? ¿Cómo? - ¿Cómo piensas protegernos? Quieres sacrificar la vida de Shin-hye. No voy a dejar que muera. - Aseguró con cierta determinación, susurrando aquellas palabras que dejaban en claro sus intenciones al respecto. - Llévame con ella... necesito hablar con Shin-hye. - Volvió a susurrarle, esperando que hiciera eso. No confiaba demasiado en la mujer pero no tenía otra opción si deseaba llegar hasta su amada. No tenía idea de lo que sucedería, una vez estuviese allí, si bien, haría todo lo que pudiera para salvarla. Por eso mismo, no dudó mucho en sujetar la mano de Yôko, esperando que ésta cumpliera con su parte.

- Tiradas (1)

Tirada oculta

Motivo: Tirada misteriosa!!

Tirada: 1d100

Resultado: 88