Partida Rol por web

Fatal Frame: Mermaid Song

Capítulo 2

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14/03/2019, 18:20
Máster fantasma

Ajeno a lo que realmente estaba pasando y sin entender nada, Brandon aprovechó la distracción de la multitud buscando cada recoveco de sombra para poder acercarse más. Tuvo que esperar a que un grupo de personas pasaran por su lado antes de salir del muelle armándose de valor, escondiéndose tras unos grandes setos que cubrían relativamente bien su cuerpo.

Esperó y parecía que nadie se había percatado de su presencia, ni siquiera las figuras centrales quien ahora mantenía una charla un poco más agresiva. Podía ver el odio reflejado en el rostro de la asiática al tiempo que la hermosa mujer de kimono dejaba escapar una pequeña risa de sus labios, como si acabaran de contarle un gracioso chiste.

La conversación pareció subir de nivel aunque pudiera escuchar frases sueltas:

Si no quiere fracasar necesita a las sacerdotisas a su lado. ¿O también te interpondrás en los deseos de tu amada? (Yoko)

Puede que Brandon entendiera mejor lo que aquello significaba, mejor que Sun Hee, quien mostró desconcierto mientras que Yôko apretaba los labios en una fina línea, ligeramente enfadada a pesar de su impertérrita expresión de perfección.

Aprovechando que el cúmulo de personas empezó a disminuir y prácticamente todo el pueblo estaba subiendo las escaleras, Brandon siguió su acercamiento del arbusto para colocarse tras uno de los edificios. Estaba prácticamente en la casa adyacente a las chicas, donde tenía mejor visión y oído de todo lo que pasaba.

Eras tú, ¿verdad? La que debían sacrificar, y ahora quieres que ella ocupe tu lugar. No merece ese final, es inocente. Merece una buena vida.

[…]

Llévame con ella... (Sun Hee)

Intentó agudizar el oído pero ambas parecían que bajaron el volumen, tanto que incluso las niñas que estaban junto a ellas les costó descifrar qué decían. Vio como Yôko se giraba y emprendía camino hacia el templo, siendo una de las últimas en pisar los escalones seguida por las niñas y la asiática.

Al centrar su visión en las amplias escaleras creyó ver una figura distinta. Entre tanto kimono y traje tradicional, unido a la palidez de la piel de todos los que habitaban había una persona que destacaba entre otras. Su oscuro color de piel y la sudadera verde oscuro destacaba, al igual que el torpe andar mientras ascendía.

Parecía que Brandon era el único que se había percatado de su presencia, o al menos nadie más mostró signos de ello.

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14/03/2019, 18:47
Yôko

Eras tú, ¿verdad? La que debían sacrificar, y ahora quieres que ella ocupe tu lugar. No merece ese final, es inocente. Merece una buena vida.

Aunque no respondiera directamente a la acusación, Yôko miró fijamente a Sun Hee calibrando todas sus palabras. Estaba ligeramente sorprendida por lo que conocía, bajando la mirada hacia las pequeñas quienes estaban expectantes de la conversación sin intervenir, tapándose ambas los labios como si escondieran un terrible secreto que no debían contar.

- No te separes de mí.- Se giró, dándole la espalda y dándole un único paso mientras miraba las escaleras, donde ya se había congregado gran parte del pueblo para ascender de forma uniforme.- Es importante que permanezcas siempre a mi lado.- Ambas niñas se colocaron en los laterales de la violinista, formando una especie de triángulo donde ella estaba en el centro, custodiada por todos los flancos. – No hables, ni mires a nadie. Tenemos que pasar desapercibidas.- Parecía que las pequeñas estaban emocionadas, asintiendo a todo lo que Yôko decían mientras cambiaban el peso de un pie a otro, ansiosas de formar parte del “juego”.- Vamos.

Yôko comenzó a andar sin saber si Sun Hee estaba preparada, pisando el primer escalón a su ascenso en completo silencio mientras se internaba entre los grupos más rezagados de personas, estando completamente rodeada mientras subía cada escalón.

Dentro de su relativa burbuja de seguridad seguía notando las cientos de miradas clavadas en ella, girando sus cabezas cuando pasaban por su lado aunque la joven del kimono, como si estuviera sola, mantenía el ritmo lento pero seguro con la cabeza alta, haciendo que todos los que miraran se apartaran para que pudiera pasar, mostrando ese respeto que las propias niñas tuvieron anteriormente.

En una de esas veces que Sun Hee se atrevió a mirar, creyó ver algo completamente distinto un par de metros más adelante. Acostumbrada a ese mar de kimonos y trajes tradicionales, donde la palidez resaltaba más que la extraña formación que ellas tenían, había una figura masculina de anchos hombros, piel oscura y sudadera verde sumido en sus pensamientos. El chico parecía subir a más velocidad que ellas, llegando posiblemente antes que el grupo a la cima de las escaleras y volviendo a perderse.

¿Qué haría Sun Hee?

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14/03/2019, 20:16
Kim Sun Hee
Sólo para el director

Por la reacción de Yôko, la forma en la que ésta la miró, la coreana supuso que había cierta verdad en lo que había dicho, si bien no sabía cuánto era lo que sabía en verdad, y cuánto lo que desconocía. De cualquier forma, no había duda de que la mujer frente a ella era la responsable de que aquella maldición hubiese afectado a la aldea, y, por un momento, se preguntó si era Yôko la mujer que el supuesto Takayuki mencionaba en su diario. ¿Había sido él quien había detenido el ritual para evitar que sacrificaran a la mujer de la cual se había enamorado? ¿Eso era lo que le esperaba a ella también en aquel sitio? Si planeaba rescatar a Shin-hye, evitar que fuera sacrificada, no había duda de que la historia volvería a repetirse. Sin embargo... no podía permitirlo, no podía darle la espalda a su mejor amiga, a su amada, sólo porque, por alguna razón, ésta había aceptado su lugar en aquel sacrificio. Debía de haber una razón por la cual había aceptado, si es que las palabras de Yôko eran ciertas. ¿Acaso lo hacía por ella? ¿Para salvarla de aquella pesadilla? Si era así... no podía permitirlo, no. Tal vez se equivocaba, y era posible que Shin-hye sólo había aceptado para salvar a los habitantes de la aldea pero... algo le decía que no podía ser eso, tenía que ser algo más, y aún recordaba la conversación que había tenido con ella, antes de que la secuestraran.

- No voy a separarme. Quiero verla y saber si es verdad lo que dices. Ella no se sacrificaría por algo así. - Le aseguró a la mujer, aclarando su intención de revelar la verdad. No dudaría en hacer todo lo que pudiera para salvar a su Unni, si ésta había sido arrastrada allí contra su voluntad. Incluso si había aceptado de manera voluntaria... no lo permitiría, ya que no podía perderla... simplemente no podía permitirlo, no cuando le dolería demasiado su perdida, no cuando no sabía lo que haría sin verla todos los días cuando despertaba, apreciar su hermosa sonrisa y esa mirada tan dulce que solía dedicarle. - Está bien, no hablaré con nadie, no te preocupes. - Afirmó, prestando atención a los consejos de Yôko, si bien no comprendía muy bien por qué era tan importante algo así. ¿Acaso la atacarían si llamaba la atención, a pesar de estar en compañía de quien se suponía que había sido una de las elegidas? Tal vez, ni siquiera Yôko sería capaz de contener la ira de los espíritus malignos, si llamaba la atención de estos. No sería bueno que la atacaran de camino hacia donde se encontraba su querida amiga, no cuando su prioridad era salvarla, evitar que algo malo le sucediese y se convirtiera en otra habitante de aquel horrible sitio. - Tú sólo preocúpate por llevarme con ella. - Dijo con cierta determinación, a medida que se disponía a seguirla. No importaba si debía enfrentarse al mismo infierno para evitar que algo malo le sucediera a Shin-hye... lo haría sin pensarlo dos veces.

Mientras caminaban, la joven coreana notó las personas a su alrededor, que se hacían cada vez más numerosas a medida que continuaban su camino a través de los grandes escalones. Tenía miedo, eso no lo iba a negar, ya que sería una absoluta mentira. No obstante, se negaba a retroceder, no sin llevarse a su amiga con ella de regreso a su hogar. Si ella había podido rechazar el ser la elegida, estaba segura que Shin-hye podría hacer lo mismo, si la convencía de hacerlo, claro. ¿Por qué aceptaría ser el sacrificio en aquel ritual? ¿No tenía miedo? Nunca le había parecido alguien que tuviera tan poco amor por su vida, con lo feliz que era usualmente, lo mucho que adoraba las fiestas, salir a bailar o comer los pasteles que Sun Hee solía llevar al apartamento, algunas veces, cuando necesitaba algo que mejorara su humor. No era posible que Shin-hye entregara su vida a algo así, no podía creer en algo así, y por eso era necesario que hablara con ella. No obstante, de un momento a otro, a pesar de lo que Yôko le había aconsejado, no pudo evitar desviar su mirada a algo que llamó su atención por encima de todo. Una figura masculina completamente diferente a lo que podía ver entre el resto de los presentes. No parecía un espíritu como el resto, aunque tampoco estaba muy segura. Sin embargo, a pesar de que hubiese llamado su atención por un breve instante, la violinista optó por ignorar aquella presencia, sabiendo que su prioridad era Shin-hye. Por un momento, recordó al chico que había conocido la vez anterior en la pesadilla... Brandon. Era el único chico de piel oscura que conocía en aquel sitio, si bien, si era él, no comprendía muy bien qué hacía allí. ¿Acaso deseaba interrumpir el ritual? Lamentablemente, incluso si quería decir algo, no lo haría, ya que no estaba segura de lo que podría suceder si alzaba su voz en ese instante, en contra del consejo de Yôko. No deseaba arruinarlo todo cuando estaba tan cerca de llegar a su amada, por lo que sólo se limitó a seguir a la japonesa, esperando que aquello no fuera una mala decisión de su parte.

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17/03/2019, 01:23
Brandon Marshall

No comprendía cuál era el motivo de la conversación entre Sun Hee y aquella joven del kimono, aunque para su alivio la violinista parecía hallarse casi tan confundida como él. Aquella joven, Yoko, debía de haber ocupado el mismo rol que Audrey y quizá el mismo que Ayaka y quién sabía cuántas mujeres más. Viendo el funesto destino que había sufrido Audrey, todo indicaba que las mujeres eran asesinadas en alguna especie de ceremonia.

Ayaka, Yoko, Mië, el Sumo Sacerdote, Miwako y Nawako... Todos esos nombres bailoteaban por mi mente y no terminaba de comprender qué función cumplían algunas de esas personas. Era evidente, sin embargo, que Sun Hee probablemente corriese el mismo destino que las otras jóvenes, sobre todo teniendo en cuenta el término con el que se habían referido a ella las dos niñas la primera vez que había visitado el pueblo.

No obstante, todo eso había dejado de importarme cuando pude ver a Jaden ascendía por las escaleras. No le había llegado a ver el rostro, pero bastaba con observar su tono oscuro de piel, tan distinto de la piel clara de los habitantes de ese pueblo, para saber que no era uno de ellos. "Jaden, maldito idiota, ¿qué estás haciendo aquí?" pensé para mis adentros. No. No podía dejar allí a mi amigo, a merced de aquellas extrañas mujeres que quizá terminaran acabando con su vida.

Sin pensármelo dos veces, decidí echar a correr en dirección a aquella escalinata, sin importarme que alguno de los habitantes del pueblo pudiera verme. Debía salvar a mi amigo. Tenía que alcanzar a Jaden antes de que aquella entidad de nombre Mië pudiera atraparlo.

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18/03/2019, 23:16
Máster fantasma

El sigilo había dejado de ser una opción cuando Brandon vio a quien creyó que era su amigo, ascendiendo lentamente por las interminables escaleras un par de pasos más adelante que donde estaba posicionada Sun Hee.

Corrió lo más rápido que pudo empezando el ascenso y pasando al lado de los habitantes, notando que las miradas de muchos de ellos empezaban a girarse hacia su persona, como si acabaran de descubrir que había un “infiltrado” entre ellos. Éstos eran de movimientos lentos y reflejos casi nulos pero sabían que estaba ahí, estirando las manos y deteniendo su caminata para centrarse en el corredor.

Brandon sintió un frío aterrador cuando pasaba entre ellos, esquivando algunas manos que se alzaban para intentar de agarrarlo por las ropas para pararle, incluso traspasando a un par de ellos al no existir el coche. Sin embargo no todos eran iguales, algunos fueron más rápido que el resto, en especial un pequeño grupo de cuatro fantasmas que se interponían entre su amigo y él.

El primero, una mujer menuda de rasgadas ropas señaló al muchacho al tiempo que intentaba detenerle, pero con un rápido flanqueo logró zafarse de ella pasando por su lado.

El segundo estaba alertado, un pescador con una red que tiró para capturarlo, aunque su mala puntería hizo que se deslizara por el hombro del universitario aunque eso frenara un poco sus pasos.

El tercero fue más certero. Aprovechando ese momento de confusión se abalanzó contra él con una hoz, rasgándole el costado para romper la tela y que saliera un hilo de sangre. Fantasma o no Brandon pudo comprobar que podían herirle, notando el dolor de la herida mientras avanzaba en el mar de fantasmas, cada vez más cerca de su amigo.

El último fantasma, el más joven de todos, estaba arrastrándose en el suelo y agarró con certeza la pierna del joven aunque no tenía la fuerza suficiente para detenerle, haciendo que prácticamente se soltara al segundo e impidiendo así que Brandon cayera de bruces contra el suelo aunque trastabillara un poco.

Entonces notó de su bolsillo un ligero peso que quemaba a través de la ropa y vibraba con cada paso. La linterna había estado todo el tiempo con él, apareciendo exclusivamente cada vez que pisaba el pueblo al igual que todos los objetos que conseguía.

Ya estaba prácticamente al lado de su amigo confirmando que era él aunque siguiera de espaldas, completamente hipnotizado mientras seguía ascendiendo tranquilamente como si con él no fuera la cosa. A medida que se iba acercando a su posición podía escuchar con más fuerza la melodía que tantas veces había estado presente a lo largo de estos días.

- Tiradas (5)

Tirada oculta

Motivo: Fantasmas que atacan

Tirada: 1d4

Resultado: 4

Tirada oculta

Motivo: Fantasma 1

Tirada: 1d100

Dificultad: 70+

Resultado: 50 (Fracaso)

Tirada oculta

Motivo: Fantasma 2

Tirada: 1d100

Dificultad: 70+

Resultado: 96 (Exito)

Tirada oculta

Motivo: Fantasma 3

Tirada: 1d100

Dificultad: 70+

Resultado: 28 (Fracaso)

Tirada oculta

Motivo: Fantasma 4

Tirada: 1d100

Dificultad: 70+

Resultado: 13 (Fracaso)

Notas de juego

Cada vez que entres en el pueblo tendrás contigo todos los objetos que hayas encontrado (Documentos, llaves, "armas", etc), en pocas palabras lo que aparece en tu escena privada como "inventario". Creo que lo dije alguna vez pero tendría que buscar dónde, en cualquier caso lo voy recordando, que soy la primera que se olvida de las cosas.

Tiré para ver cuántos te atacan y quién acertaba. Como ves han sido 4 fantasmicas y sólo uno te dio, así que te quitó un punto de vida. Estás actualmente 4/5.

Si quieres luchar ya sabes, 1d100 difc 40 (son pequeñitos, con un éxito matas a uno, si sacas +90 a dos). Puedes hacerla en público, me da igual en realidad, además así ves si aciertas o no, y en caso positivo (si atacas) puedes narrar con libertad cómo te cargas a uno.

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19/03/2019, 14:20
Máster fantasma

Haciendo caso al consejo de Yôko la violinista avanzaba lentamente entre la multitud custodiada por todos los flancos posibles, manteniendo como podía la calma a la par que las niñas, quienes estaban más tranquilas que otras veces obedeciendo las palabras de la mujer.

El recuerdo de su amada y el desconocimiento de no saber qué había sido de ella o cómo había llegado a ese punto le hizo mantener la calma aunque a su alrededor todo parecía descolocarse. Como una sombra rápida, pudo ver por el rabillo del ojo cómo Brandon, esta vez sí, subía por las escaleras persiguiendo esa figura oscura que había visto antes. Si no era el chico que había conocido, ¿quién sería?

Parecía que ella no había sido la única que le había visto, comprobando que varios se giraban y le señalaban para llamar la atención del resto, como si acabaran de descubrir que había un “infiltrado” entre ellos. Por suerte para Brandon eran de movimientos lentos y pudo esquivar o traspasar varios de ellos, aunque no todos.

Sun Hee pudo ver como un grupo se había apartado de la fila perfecta que habían montado para atacar al joven, logrando esquivar todos y cada uno de ellos a excepción de uno. Un hombre con apariencia de pescador dejó caer una afilada hoz rasgando sus ropas y provocándole un corte en el costado que sacó un gruñido de dolor del chico, aunque sin detenerse seguía ascendiendo como podía, esquivando manos y ataques varios.

Entonces pudo sentir en sus bolsillos el peso de la cámara, vibrando como reclamando ser usada ante la presencia de fantasmas agresivos, algo que hasta ahora cuando subía no se había percatado.*

Por su parte, ajena a todo lo que estaba pasando, Yôko seguía ascendiendo con la lentitud calmada que había mostrado, como si ni siquiera se hubiera dado cuenta de lo que ocurría a su alrededor.

Notas de juego

Cada vez que entres en el pueblo tendrás contigo todos los objetos que hayas encontrado (Documentos, llaves, "armas", etc), en pocas palabras lo que aparece en tu escena privada como "inventario". Creo que lo dije alguna vez pero tendría que buscar dónde, en cualquier caso lo voy recordando, que soy la primera que se olvida de las cosas.

En cualquier caso si decides ayudarle tendrías que tirar 1d100 dif 40 (son pequeñitos, con un éxito matas a uno, si sacas +90 a dos). Puedes hacerla en público, me da igual en realidad, además así ves si aciertas o no, y en caso positivo (si atacas) puedes narrar con libertad cómo te cargas a uno.

En cambio si decides continuar caminando tras Yôko en el próximo turno habrás llegado a la "cima"

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19/03/2019, 15:03
Kim Sun Hee
Sólo para el director

Mientras caminaba, la violinista no podía estar ciertamente nerviosa, sabiendo que estaba completamente rodeada por un buen número de espíritus y que aquella situación podría complicarse si decidían atacarla, en cierto momento. Sin embargo, la joven no podía arrepentirse de su elección, no cuando su única preocupación era encontrar a Shin-hye, y asegurarse que ésta estuviera bien, así como ayudarla a escapar de aquella pesadilla. Debía de haber una buena razón para que su amiga, y amada, se hubiese ofrecido como sacrificio para el ritual... si es que no la habían obligado de alguna manera, en especial cuando estaba casi segura de que aquel sitio podía jugar con la mente de las personas. Nada le aseguraba que no la hubiesen poseído o algo parecido, y forzado a aceptar su papel en aquel horrible ritual. Realmente se le hacía difícil imaginar una razón para que su amiga hubiese aceptado algo así, por lo que no había duda de que desconfiaba de las palabras de Yôko, quien era posible que sólo deseara continuar con el ritual, sin importarle a quien tuviera que sacrificar para completarlo. Lamentablemente, no tenía otra opción más que seguirla, si es que quería encontrar a Shin-hye. No la abandonaría por nada del mundo.

Sin embargo, a medida que continuaba subiendo los escalones, pudo notar a otra persona siguiendo el mismo camino que el supuesto Brandon había seguido. Al concentrarse lo suficiente en dicha persona, la coreana pudo notar que se trataba de Brandon, lo que eso significaba que, el otro hombre de piel oscura no era quien ella había imaginado que era. Incluso parecía que el chico estaba persiguiéndole, por alguna razón en particular, una que no podía comprender, y que tampoco podía darse el lujo de intentar comprender, ya que debía preocuparse por su amiga, por encima de todo. Lo peor de todo, fue cuando uno de los grupos de espíritus optó por separarse, al notar la presencia de Brandon, con la intención de atacar al joven, a pesar de que no habían hecho lo mismo con el otro sujeto. ¿Acaso no habían notado la presencia de la otra persona o era uno como ellos, un espíritu? Sea lo que fuese, estaba claro que los aldeanos pretendían hacerle daño, y, por un instante, la joven consideró la idea de ayudarle, principalmente porque no sabía si éste podría deshacerse de sus atacantes, en especial si le rodeaban y le atacaban entre todos, algo que pudo comprobar en cuanto uno de los espíritus hirió al chico con su hoz, cortándole en el costado de una manera que dejaba en claro lo mucho que le habría dolido.

Aún así, el muchacho continuó subiendo, mientras evadía a los espíritus que intentaban capturarle mientras éste huía. Por esa razón, ante la hostilidad de los aldeanos, Sun Hee pudo sentir la vibración de la cámara que, anteriormente, le había ayudado a deshacerse de aquella mujer del kimono, la cual había sufrido un horrible destino. No obstante, a pesar de la intención de la cámara, la violinista optó por no hacer nada, sabiendo que aquello no haría otra cosa más que arruinar la única posibilidad que tenía de llegar hasta su amada, entre aquella reunión de espíritus malignos que no dudarían en meterse en su camino si se mostraba de alguna manera hostil. De todas formas, estaba casi segura de que el chico no debería de tener problema, si continuaba corriendo, suponiendo que los espíritus regresarían pronto a la formación para no perderse el ritual. Incluso si no sucedía eso... no podía ayudarle, no cuando Shin-hye se encontraba en peligro, no cuando se había jurado a sí misma que la rescataría sin importar lo que tuviera que hacer para lograrlo. Si aquello la convertía en una mala persona, entonces estaba dispuesta a aceptarlo, con tal de que pudiera ayudarla. En otro momento, le habría ayudado, pero no ahora, no cuando aún debía de encontrar a su querida amiga. Por esa razón, tras un momento de reflexión, volvió a desviar su mirada del chico, concentrándose en la mujer que debía de seguir. Además... no podía arruinarlo de esa manera, no podía revelar su único as bajo la manga, el artefacto que la ayudaría a repeler a los espíritus malignos, si era necesario.

Notas de juego

Pues nada xP para Sun Hee es más importante Shin-hye, al pensar que ella está en peligro. Brandon estará bien (?) xP

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20/03/2019, 01:48
Brandon Marshall

Sentir aquella hoz hiriéndome en el costado hizo que dejara escapar un ligero gemido de dolor. Me cubrí de inmediato la herida con la mano izquierda, mientras que llevaba la derecha a mi bolsillo para sacar la linterna, que ya me había servido como arma contra la mujer fantasma de la casa.

No iba a mentir. Estaba acojonado, rodeado de fantasmas, y pese a que me hallaba cada vez más cerca de mi amigo, ahí estaba otra vez esa maldita melodía, penetrando en mis oídos, convirtiéndose ya en un sonido tan molesto como el de una gota de agua cayendo una vez tras otra.

-¡Vais a meteros esa puta melodía por el culo! -exclamé, con nerviosismo, apuntando con la linterna a uno de los fantamas que me rodeaban.

La mujer era pequeña, el pescador solo poseía una red, y el más joven de los cuatro parecía ser el más lento, ya que se arrastraba por el suelo. Por ello, decidí apuntar con la linterna en dirección al espíritu que parecía ser más eficiente o más mortífero del grupo, un hombre con una hoz en la mano.

-¡Tú vas a ser el primero! ¡Largo! -le espeté, de mala gana, mientras veía cómo el hombre comenzaba ser destruido y a sentir los efectos de la linterna sobre su cuerpo, del mismo modo en que le había ocurrido a la mujer de la casa.

- Tiradas (1)

Motivo: Linterna

Tirada: 1d100

Dificultad: 40+

Resultado: 43 (Exito)

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24/03/2019, 15:04
Máster fantasma

Aunque el hombre con la hoz no gritara su rostro de dolor mientras abría la boca y se rasgaba la cara mostraba que el ataque fue lo suficientemente expresivo como para saber el sufrimiento que le acometía, tanto que acabó con él en apenas pocos segundos después de apuntarle con la linterna.

El resto ya estaba lo suficientemente cerca como para intentar otra nueva acometida, rodeando por completo al joven estudiante, dispuestos a matarlo y que se uniera a ese pasaje de muerte.

El pescador volvió a tirar la red y, esta vez, fue efectivo. Brandon estaba sumergido en el mar de cuerdas enlazadas inmovilizando la parte superior de su cuerpo e impidiendo que pudiese ver cuando, al lograr zafarse, la mujer menuda estaba prácticamente frente a él con brazos estirados. Agarró su cuello y apretó, pudiendo notar los dedos hundirse en su piel con tanta fuerza que le costaba respirar, rasgando parte del cuello de su camisa a su paso.

Sus ojos se dilataron y perdía aire a marchas forzadas cuando una sucesión de imágenes pasaron de forma fugaz por su cabeza.

- Tiradas (4)

Tirada oculta

Motivo: Fantasma 1

Tirada: 1d100

Dificultad: 70+

Resultado: 95 (Exito)

Tirada oculta

Motivo: Fantasma 2

Tirada: 1d100

Dificultad: 70+

Resultado: 99 (Exito)

Tirada oculta

Motivo: Fantasma 3

Tirada: 1d100

Dificultad: 70+

Resultado: 17 (Fracaso)

Tirada oculta

Motivo: Yoshi ataque

Tirada: 1d100

Dificultad: 40+

Resultado: 9 (Fracaso)

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24/03/2019, 15:30
Otro lugar

La playa que había visto tantas veces y que había pisado apenas unos minutos atrás.

Ayaka a su lado cogiendo su mano casi con timidez, como si fueran dos amantes escondidos del mundo mientras sonreía mirando al mar, reflejando en sus grandes ojos el mar. Acercarse antes de dedicarle un beso en sus tiernos labios, deseando que ese momento se detuviera para siempre.

Solos ellos yo.

 

 

 

Negar con la cabeza mientras arrugaba una carta entre sus manos hasta el punto que hizo una bola de papel, tirándola después al mar con un sonoro grito.

Sentir una mano en su hombro, consolándole, aunque no se girara para ver quién era.

 

 

 

Correr por las escaleras en dirección al pueblo, cayendo en uno de los peldaños y haciéndose daño al tiempo que una sucesión de campanadas irrumpían el silencio sepultar que le rodeaba, sabiendo que el tiempo se agotaba. Sujetar con fuerza el mango de un pequeño cuchillo, sabiendo que haría cualquier cosa con tal de salvarla. Lo que fuera necesario.

Esquivar los monjes de la puerta, caminando por el escondido pasadizo que comunicaba la entrada del templo con la habitación de Ningyo, una pequeña celda sin ventanas de difícil acceso.

Echar la puerta abajo y verla preparada, desnuda en un camastro mientras sus ayudantes intentaban ultimar los detalles. Intentar zafarse de ellas, golpear a una quedando inconsciente mientras que la otra probaba el filo de su hoja, dejando que la sangre chorreara por su vientre.

Sólo le importaba su amada, intentando luchar entre la fina línea de la consciencia e inconsciencia, tapándola con una fina sábana antes de cargarla en brazos, dispuesto a salir de allí.

 

 

Susurrarle palabras al oído mientras huía, repitiéndose a sí mismo que había hecho lo correcto.

La había salvado.

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24/03/2019, 15:47
[Yoshi Yamagaki]

Un repentino tirón hizo que su visión se cobrara, apartándose de forma violenta del fantasma y comprobando que, delante suya, estaba el japonés escritor que había conocido la pasada noche apuntando a los fantasmas como si de una pistola se tratase, aunque su inexperiencia y miedo eran más que evidentes al ver cómo el haz de luz parpadeaba con fuertes espasmos, incapaz de mantener el punto en un lugar concreto.

Estábamos equivocados, tienes que irte.- Su diestra estaba ocupada con la linterna mientras que la zurda llevaba una bandolera que, por sus costuras y el oscuro del material, se denotaba que había pasado por penurias. Prácticamente le tiró la bolsa a Brandon, notando que pesaba ligeramente.- Yo los detendré, ¡saca a la chica, no dejes que le hagan nada!- Le dio la espalda al tiempo que uno de los fantasmas, el más joven, le agarraba de los pies, haciendo que cayera y emitiera un grito.

Por “suerte” para Brandon el resto de fantasmas, aunque seguían mirándole, no parecían estar demasiados interesados en seguir en su ascenso al igual que Sun Hee, quien había pasado de largo y perdido en la distancia, estando posiblemente en la cima.

Por otro lado la figura de su amigo pareció haber desaparecido al igual que la melodía, teniendo que poner especial atención para siquiera escuchar algunos acordes.

Notas de juego

Se quitan otro punto de vida 3/5

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24/03/2019, 16:39
Máster fantasma

Sun Hee tenía un objetivo claro y nadie iba a impedírselo: Encontrar a su amiga, amada y compañera con vida.

A medida que subía podía escuchar los gritos de Brandon, incluso creyó diferenciar la voz de otra persona aunque no supiera con exactitud quien era, siguiendo sus pasos hacia la cima. A pesar de haber ido a paso calmado se encontraba ligeramente cansada, teniendo que frenar un poco para tomar aire mientras comprobaba que el lugar había cambiado ligeramente desde la última vez que estuvo.

El camino se ensanchaba ligeramente en una zona circular con un puente de madera que comunicaba las zonas separadas por un río, esta vez pudiendo ver su reflejo en la clara superficie. Las plantas abundaban, pero no de forma natural comiéndose parte del terreno, sino se notaba que el lugar estaba cuidado, dedicándole mimo a las flores que emergían de los pequeños jardines de hierba que rodeaban el lugar y los frondosos árboles, proporcionando sombra en el día cuando el sol incidía con fuerza.

Yôko paró antes de cruzar el puente, girándose para comprobar por primera vez que la violinista la había seguido y sonriendo al hacerlo, apartándose a un lateral para que pudiera ver mejor.

Frente a ellas estaba el amplio santuario de dos pisos iluminados por las lámparas de tela y, en la entrada, un camino recto amplio custodiado por los ciudadanos, quienes parecían ocupar su posición a los laterales para arrodillarse con la cabeza agachada, completamente respetuosos. Era como pasar por una alfombra roja donde los invitados no respiraban, ni siquiera se movían de su posición y, al fondo del camino, dos figuras.

La primera era una figura femenina completamente desnuda, tapada únicamente con una máscara que cubría su rostro. Podía ver su piel de ébano gracias a la nula tela que llevaba, las manos descansando en un costado de sus cuervas y el cabello ondulado caído en ondas por sus desnudos hombros.

La segunda era de un hombre imponente de mirada severa y severa. Diferenciándose por completo del resto, llevaba un kimono ceremonial blanco liso, aunque en las mangas hubiera unos grabados con símbolos posiblemente con algún significado antiguo. En su mano derecha llevaba una especie de largo báculo de madera donde, en la cabeza, sobresalía un conjuntos de pequeños cascabeles y uno más grande en el centro.

El hombre levantó su mano, haciendo resonar con delicadeza los cascabeles antes de dar con el báculo en el suelo, repitiendo este movimiento varias veces. Sun Hee pudo saber entonces quién era, sobre todo porque ese característico sonido la transportó a pesadillas, al dolor de los mordiscos, miedo a la muerte…

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24/03/2019, 16:42
Yôko

Sumo Sacerdote, lamentamos la tardanza.- Yôko agachó el rostro a la vez que el resto del pueblo encorvaba el cuerpo, dejando sus manos apoyadas en el suelo, completamente sumidos.

Las niñas, quienes se habían asomado para observar la escena, con el primer golpe del bastón imitaron los movimientos del pueblo y se arrodillaron, comprobando la violinista que si bien las pequeñas se habían mostrado irrespetuosas y algo rebeldes a la hora de actuar, con él obedecían completamente sus órdenes.

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24/03/2019, 16:48
Sumo Sacerdote

No asintió, ni siquiera hizo amago de demostrar que había escuchado a la bella Yôko, mirándola con un deje de desprecio que hizo que la mujer se estremeciera por dentro y tragara saliva aunque siguiera sin levantar la cabeza.

Todavía golpeando el bastón con movimientos coordinados, tocando el suelo cada par de segundos, detuvo su compás con un último golpe seco antes de agitar una única vez, haciendo que el cascabel más grande resonara sobre el resto.

Al terminar el sonido se giró lentamente, quedando cara a cara a la puerta del gran templo la cual se abrió para dejarle entrar, resonando sus pasos a medida que avanzaba.

La mujer no tardó demasiado en seguirle. Como si estuviera movida por cuerdas avanzó casi a la par que el Sumo Sacerdote, cerrando la puerta tras de sí.

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24/03/2019, 16:57
Yôko

A pesar de haberse marchado todos parecieron esperar a que el silencio volviera a adueñarse de ellos aunque en sus cabezas el ligero sonido de los cascabeles siguiera sonando, golpeando las paredes de la cordura.

Yôko fue la primera en alzar el rostro rompiendo ese estado de sumisión que todos parecían haberse sumergido.

Solo faltas tú. Tenemos que darnos prisa en prepararte.- A diferencia de las anteriores veces, su susurrada voz se había entrecortado y podía leerse el miedo, el mismo que la propia violinista había tenido.

Se llevó una mano al estómago al tiempo que giraba a la izquierda, dirigiéndose a una pequeña pagoda de un único piso con un pequeño tejado.

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24/03/2019, 17:43
Kim Sun Hee
Sólo para el director

Realmente lo lamentaba por Brandon, por no poder ayudarla en aquel momento de dificultad, pero no había duda de que la violinista no pensaba detenerse por él, no cuando su prioridad yacía en Shin-hye, su mejor amiga, su amada. El moreno tendría que arreglárselas por sí mismo, al menos en ese momento. En cualquier otra situación, no habría dudado en ayudarle, si bien no había duda de que la vida de su amiga tenía más importancia para la joven coreana, por encima de alguien que apenas conocía. Además, el chico parecía relativamente fuerte y entrenado, siendo más que capaz de huir, si se lo proponía, o al menos eso era lo que pensaba. Lo que sí la sorprendió fue la voz de otra persona, quien no parecía ser uno de los espíritus, si bien no tuvo tiempo de quedarse a mirar, ya que debía de continuar subiendo los escalones, siguiendo a Yôko por el camino que, supuestamente, las llevaría hasta el gran templo. Al llegar, descubrió que el escenario había cambiado, como si ya no tuviera la apariencia de una pesadilla, ni lloviera sangre como lo había hecho anteriormente. Si no fuera por la situación en la que se encontraba, casi habría pensado que era un hermoso lugar, en especial por los jardines de hierba y las flores cuidadas, o la transparencia del agua que separaba las zonas comunicadas por un puente de madera. Sin embargo, algo más llamó la atención de la violinista... dos individuos que parecían haberlas estado esperando.

Tras prestar atención a las dos personas frente a ella, la atención de la joven se centró por completo, al principio, en la extraña mujer que se encontraba completamente desnuda, de piel de ébano, apenas portando una máscara que escondía su rostro. Había algo en aquella mujer, algo que le recordaba a una de las mujeres que había abrazado a Yoshi, aquella vez que había observado su imagen en el espejo. ¿Quién era esa mujer? No tenía idea, principalmente porque sólo sabía de la existencia de quienes ayudaban a la elegida durante el ritual. Aún así, no había duda de que debía de ser importante, si es que estaba allí esperándola junto con aquel hombre vestido con aquella túnica, quien no tardó en identificar como el Sumo Sacerdote, gracias a las palabras de Yôko, aquel a quien había deseado evitar durante sus anteriores visitas a la pesadilla que era aquella horrible aldea. No obstante, lo que más aterró a la coreana, fue notar aquel baculo que el hombre llevaba con él, un báculo que poseía un conjunto de cascabeles pequeños, además de uno más grande en el centro. Al poder oír los sonidos de los cascabeles, los recuerdos de la primera vez que había visitado la aldea, volvieron a ella, recordando el terror que había sentido cuando había estado cerca de morir ahogada mientras era devorada por lo que sea que la había atacado. Había sido una experiencia horrible y dolorosa, una que prefería no volver a experimentar jamás. Sin embargo, allí estaba, frente a quien debía de ser el responsable de ese terror que había sido impuesto sobre ella, mientras el resto de los espíritus se arrodillaban frente a aquel sujeto.

Los ojos de la coreana se entrecerraron, negándose a arrodillarse, ni tampoco a inclinarse su cabeza frente a alguien así. Aquel bastardo había secuestrado a su querida Shin-hye, debía de haberle hecho algo para que ésta aceptara a ser el sacrificio en aquel horrible ritual, si bien aún no sabía qué era lo que le había hecho, aunque estaba dispuesta a seguirle el juego para rescatar a su amada, sin importar lo que tuviera que hacer. Si bien, sus pensamientos se vieron interrumpidos al notar el obvio miedo que Yôko sentía frente al Sumo Sacerdote. Había algo en él, y la coreana sabía que no podía ser nada bueno, no luego de lo que había leído en aquel escrito que había dejado la mujer del kimono, luego de que fuera repelida por el poder de la cámara. Aquel presentimiento no hizo más que fortalecerse cuando observó a la mujer desnuda, la cual se dispuso a seguir al hombre como si estuviera atada a él, como si su voluntad estuviera sometida a los deseos del Sumo Sacerdote. La mujer enmascarada le seguía como una mera marioneta, y el resto del pueblo le respetaba, le temía, e incluso las pequeñas habían hablado sobre el posible castigo que podrían recibir si no actuaban de la manera que el Sumo Sacerdote deseaba. - Quiero saber dónde está Shin-hye. Y no creas que no sé que le tienes miedo a ese hombre. - Le susurró a Yôko, tras acercarse lo suficiente a ella, esperando que el resto no la escuchara. La bella mujer sabía algo que ella no sabía, y esperaba que compartiera esa información. - Estoy segura que él fue el culpable de que casi muriera la primera vez que aparecí en este lugar. Es malvado. Casi me ahogo por su culpa, mientras alguien me mordía en el agua. ¿Y tú quieres continuar con éste ritual? - Le preguntó al final, ciertamente irritada de que la mujer siguiera las indicaciones de esa horrible persona, alguien que era capaz de amenazar a unas pobres niñas. - Necesito respuestas. - Volvió a susurrar, mientras la seguía hacia la pagoda, si bien no dudaría en separarse de ella si veía que no podría acercarse a Shin-hye antes de que comenzara el ritual.

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25/03/2019, 13:30
Brandon Marshall

Apenas podía creerlo. ¿Aquello era la muerte? ¿Era ese mi fin? ¿Moriría a manos de aquellos espeluznantes fantasmas por intentar salvar a mi amigo?

Antes de que pudiera asimilar siquiera la idea de que ese iba a ser mi fin, una persona había salvado mi vida, apartándome de los espíritus y concluyendo la repentina visión que había tenido. ¿Una visión en la que el joven pescador salvaba a Ayaka? No lo sabía, aunque todo indicaba que así era. ¿Había sido real esa visión? ¿Verdaderamente la había salvado de ese ritual que, aparentemente, los fantasmagóricos habitantes del pueblo iban a realizar de nuevo?

Entonces reparé en la persona que me había salvado la vida. Yoshi. Yoshi, el escritor japonés. No sabía cómo había llegado también al pueblo, pero todo indicaba que tanto él como la violinista y yo estábamos ligados a ese pueblo, de alguna forma que escapaba a mi comprensión. El nipón sostenía una linterna, y cargaba también con una bolsa un tanto pesada que me pasó, prácticamente lanzándomela.

-¿"Yo los detendré"? ¿Es que has perdido la cabeza? Eso es lo que dicen en las películas todos los que se quedan atrás para sacrificarse... -le espeté, incapaz de creer que el japonés quisiera quedarse atrás a enfrentarse a los espíritus en plan kamikaze.

No supe si hubiera podido evitar aplacar el ataque de valentía momentánea del escritor y convencerle de que huyésemos juntos, pues en ese momento uno de los fantasmas agarró a Yoshi por los pies, haciéndole caer al suelo con un grito. No podía quedarme allí a intentar ayudarlo. El escritor había intentado ganarme el tiempo suficiente para que yo hiciera lo que debía hacer. ¿El qué? No lo sabía, aunque todo apuntaba a que debía tratar de impedir que el ritual se llevase a cabo, igual que el pescador del sueño.

Continué corriendo, escaleras arriba, portando la linterna en una mano y la bandolera en la otra. No me detendría a mirar su contenido hasta que me hallara en un lugar a salvo. En esos momentos, lo único que me importaba era poder encontrar a Jaden y detener el maldito ritual.

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21/07/2019, 20:28
Miwako y Nawako

Todos seguían arrodillados cuando Yôko pasaba por su lado, incluso las niñas se habían quedado en su sitio al saber que no podían avanzar, aunque ambas permanecían atentas a las escaleras con unas amplias sonrisas y discretas miradas al cúmulo de pueblerinos que ascendían para buscar su puesto en la entrada.

- Ya vienen

- Ya vienen

- ¿Crees que volverá a pasar Miwako?

- No lo sé Nawako, pero hay que evitarlo.- La más grande se llevó un dedo a sus labios para pedir silencio entre pequeñas risotadas que, lejos de parecer infantiles, tenían un toque siniestro nunca visto, creyendo incluso que su rostro se oscurecía por la tenue luz de las antorchas que la rodeaban.

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21/07/2019, 21:08
Yôko

Yôko caminó dirección hacia la pagoda siguiendo un cuidado camino de rocas planas grises entre la hierba bien cuidada, arrastrando el bajo de su kimono en el suelo y manteniéndose siempre serena, impasible. Sin embargo escuchó las recriminaciones de Kim sin hacer caso omiso, puede que al no saber qué responder al respecto o que ni siquiera pudiera darle una respuesta clara a sus cuestiones.

Tragó saliva cuando cruzó los pilares de madera oscura que sostenían la pagoda, apoyando una mano sobre la puerta corredera aunque sin llegar a abrirla.

- Las respuestas las has tenido siempre delante, pero los ojos que no han querido ver no hallarán más que oscuridad.- Sonrió con pesar mientras deslizaba la puerta, apartándose un poco para dejar pasar a la violinista.- Supongo que tendrás amigos, familiares, una vida. Si supieras que todos morirían, ¿no harías nada por salvarlos? ¿Tan egoísta eres? – No había recriminación en sus palabras, más bien una pregunta sincera que ella misma se había cuestionado varias veces. Miró al interior y tendió una mano, invitándola a entrar y cerrando la puerta tras ellas.- El Sumo Sacerdote vela por nosotros, es una dura misión que no todos pueden llevar sobre sus hombros, y por ello le guardamos respeto.

Caminó por la pequeña estancia, una sala rectangular decorada con un alargado altar en el centro cubierto con un mantel blanco bordado. Sobre el se situaban una serie de objetos: En el centro un cuenco brillante de tonalidades doradas, tan brillante que casi podía verse reflejada en su superficie y lleno de agua; a su derecha una caja de madera con grabados de peces abierta, dejando ver un cuchillo ceremonial con el mango ornamentado como si las olas de mar fueran; por último, a la izquierda un diario de cuero donde podía verse en la portada dos peces Koi cerrado.

Si alza el rostro, decorando gran parte dela pared contraria a la puerta, puede ver un extraño lienzo realizado en tinta sobre una tela gruesa, donde se representaba una escena de una barca con dos figuras, rodeándole una serie de caracteres ilegibles.

A su lado había un panel separador que cubría una esquina. Aunque estuviera recubierta de tela, podía verse la sombra de una lámpara iluminada al otro lado y una silla.

- Como sacerdotisa, debes prepararte.- Se acercó a la mesa para depositar sus dedos en el cuenco del agua, dejando que las yemas se humedecieran con el frío líquido.- Tienes que desvertirte y asearte, purificar tu cuerpo para acompañar a Nyngio.- Se giró lo suficiente como para poder mirar a Sun Hee, mostrando la misma sonrisa que aparentó anteriormente de tranquilidad.- Las sacerdotisas sólo portan una máscara tal cual viste a Audrey, la tuya está guardada.- Señaló al separador, refiriéndose que estaba ahí.- ¿Quieres que te deje a solas para que puedas prepararte?

Notas de juego

Lo dicho, sin prisa.

Recuerda que estamos en ritmo lento ahora mismo, así que tienes desde el lunes hasta el viernes para poner lo que sea, sino te espero más si hace falta, no problemo :)

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21/07/2019, 21:17
Máster fantasma

A medida que subía podía escuchar los gritos del asiático tras de sí, cada vez más lejanos, cada vez más breves, hasta que acabó en un impenetrable silencio que podía significar demasiadas cosas o nada, pero ya poco importaba. Acababa de llegar a la cima completamente agotado, teniendo que detenerse unos segundos para guardar el aliento y notando un dolor en las piernas por el esfuerzo, notando que el lugar había cambiado ligeramente desde la última vez que estuvo.

El camino se ensanchaba ligeramente en una zona circular con un puente de madera que comunicaba las zonas separadas por un río, esta vez pudiendo ver su reflejo en la clara superficie. Las plantas abundaban, pero no de forma natural comiéndose parte del terreno, sino se notaba que el lugar estaba cuidado, dedicándole mimo a las flores que emergían de los pequeños jardines de hierba que rodeaban el lugar y los frondosos árboles, proporcionando sombra en el día cuando el sol incidía con fuerza.

Frente a él estaba el amplio santuario en forma de C de dos pisos iluminados por las lámparas de tela y, en la entrada, un camino recto amplio custodiado por los ciudadanos, quienes parecían ocupar su posición a los laterales para arrodillarse con la cabeza agachada, completamente respetuosos. Era como pasar por una alfombra roja donde los invitados no respiraban, ni siquiera se movían de su posición, mostrando un alto grado de sumisión. Por su parte, el resto de personas que terminaban de ascender por las largas escaleras se colocaban a ambos flancos, como si tuvieran una posición específica donde esperar.

A su derecha había una plataforma flanqueada por linternas de bronce encendidas y un pasillo con puertas correderas aparentemente cerradas, mientras que a la izquierda una pequeña pagoda de un único piso guiada con un camino de piedras grises.

Sin embargo lo que más captaba la atención eran dos pequeñas figuras sentadas en el medio del puente, dándose una mano que terminaba de unirlas. Conocía a ambas, sabiendo que tanto ellas como la mujer que se hacía llamar Yôko y la joven asiática habían subido adelantándose y dejándole posiblemente a su suerte, aunque ahora no hubiera rastro de las dos últimas.