Partida Rol por web

El tiempo pasaba, pero ésta ciudad no parecía ser demasiado interesante. Aunque... ¿Qué esperar de una ciudad pequeña en vías de desarrollo? Negocios pequeños, descampados a patadas y solo unos cuantos edificios con algo de caché. Por suerte para Fausto, iba a alojarse en una de éstas construcciones de alto standing, pero por desgracia bajo la tutela de una desconocida. Con lo genial que hubiese sido independizarse... Pero Katherine ya había cometido demasiados errores con su hijo, y no quería hacer de él una de esas balas perdidas que a diario ponen a parir los periodistas de la prensa rosa.

Así que antes de que esto pasase, confió a Fausto a una vieja conocida que solía ser su secretaria durante sus giras por Asia.

El taxi se detuvo, y cómo el importe ya había sido pagado previamente (así cómo el silencio del conductor), Fausto no tuvo más que bajarse del vehículo. Ante sus ojos de alzaba un edificio de tres pisos, de construcción moderna... Nada que ver con las casuchas que lo rodeaban. El joven subió hasta el segundo piso, en el cual se localizaba su vivienda. Llamó a la puerta y esperó a que le abriesen...

Casi al instante, una bonita joven de no más de treinta años abrió la puerta sonriente.

- Vaya, por fin has llegado. - Exclamó, contenta. - Ya estaba preocupada de que te hubiesen reconocido. - Cogió alguna de las maletas de Fausto y la llevó al interior de la vivienda; un amplio piso de colores suaves y decorado con muebles de diseño, al menos no mintieron con lo de primeras calidades.

- Espero que te sientas cómodo... Al fin y al cabo esta es tu casa. - Sonrió una vez más, tratando de hacer ésto lo más agradable posible para el chico.

Fausto venía sentado en la parte de atrás del taxi con los auriculares puestos, escuchando uno de los tantos temas exitosos de su madre. Bebía un granizado mientras miraba a su alrededor con una expresión de real aburrimiento ¿Dónde estaban las mansiones con piscinas o las canchas de golf y tenis? La ciudad en la que se encontraba era algo completamente nuevo para él, no habían edificios altos ni centros comerciales. ¿Qué harían los adolescentes del lugar para divertirse? Fausto frunció su ceño, esperaba que hubieran fiestas a su altura, al menos...

El taxi se detuvo al frente de un edificio de tres pisos, probablemente el de mayor pisos en toda aquella ciudad. 

-This is my loft?- Preguntó en un fluído inglés, aunque luego se recordó que a partir de ahora tendría que hablar en japonés, como si fuera tarea sencilla, sin embargo el taxista no le dijo nada, probablemente porque desconocía inglés. Suspiró mientras entraba al lugar y subía al segundo piso, donde tocó timbre y aguardó a que le abrieran.

Allí le atendió la que a partir de ahora sería su tutora, Matsuki Keiko. Era una mujer bonita y joven, Fausto le dedicó una sonrisa mientras entraba e inspeccionaba el lugar. Era un lugar agradable, y con muebles de diseño, Fausto volvió a sonreír, pudo haber sido peor.

-Hello, oh, I mean... hola - Dijo intentando recordar lo básico que pudo aprender del idioma, no le habían dado mucho tiempo para aprender japonés, ni tampoco tiempo suficiente para procesar todo aquello de mudarse al otro lado del mundo - Where's my bedroom? Uhmm.. habitación.

Keiko hubiese respondido tranquilamente en Inglés, incluso ya podría estarle contando un montón de datos interesantes sobre la ciudad... Pero a ella le pagaban por enseñar japonés, así que tendría que contenerse un poco. Sonrió una vez más al chico, cargando algunas de las maletas más ligeras que traía consigo.

- Al final del pasillo. - Le respondió, elevando el equipaje y encaminándose hacia la dirección dada. - Sígueme.

La habitación era bastante básica, desde luego nada que ver con los impresionantes dormitorios a los que Fausto estaba acostumbrado. Keiko dejó sobre la cama del cuarto las maletas que llevaba consigo y se encaminó otra vez hacia la salida. - Voy a hacer la cena, espero que te guste el filete de ternera. Dinner, moo moo. - Añadió al final para darle un par de pistas por si no la había entendido del todo.

Tan pronto cómo Keiko salió de la habitación, una luz se coló por la ventana de la habitación durante un muy corto periodo de tiempo... ¿Un flash?

Fausto frunció un poco su ceño, pero mantuvo su sonrisa. Siguió a su tutora al final del pasillo cargando el equipaje pesado. Entró a la que sería su nueva habitación y un gesto de desilusión apareció en su rostro. Al menos le hubieran decorado un poco más, aunque pensó que ni bien tendría dinero entre sus manos se encargaría de comprar varias cosas para su habitación. Un nuevo tapizado... ¿Entraría una cama de dos plazas? 

Keiko dijo que iría a hacer la cena o algo así, por la onomatopeya supuso que comerían carne de vaca. Supuso que ahora la comida tampoco sería del nivel que solía comer. Iba a ser difícil acostumbrarse en ese lugar, y lo sabía. 

-Okay... - Respondio simplemente con una agradable sonrisa hacia su tutora, quien se fue de la habitación.

Entonces lo sintió, una luz resplandeciente entró a su habitación por unos segundos. Un flash. Fausto los conocía a la perfección, había crecido rodeado de ellos.

-Oh, come on! You stupid goddamn... - Se aproximó lo más rápido posible hacia la ventana en búsqueda de aquel papparazi indeseable, pero luego se percató que lo sensato sería que no lo viesen en lo posible. Corrió las cortinas para tapar la ventana, pero dejó un huequito para ver hacia el exterior.

A través de la rendija de su ventana, Fausto pudo ver a su espía. Se trataba de un muchacho de su edad con una cámara de fotos tapando su rostro, aún así no daba el perfil de paparazzi al que tan acostumbrado estaba la joven celebridad. Estaba en la azotea del supermercado que había junto al piso de nuestro protagonista, prácticamente a la misma altura y separados tan solo unos cinco o seis metros. Bajó la cámara y sonrió con picardía. Aquel milisegundo de descuido había servido para verle la cara a Fausto.

El desconocido hizo un saludo militar con dos dedos de su mano derecha y se encaminó a bajar de nuevo a la calle. Corriendo un poco, podría pillarle fácilmente...

Fausto sintió unos golpecitos en la puerta de su cuarto, y a continuación, la voz de Keiko.

- Angelo? Is everything alright?

-Everything is fine! I need to get some fresh air... - Fausto respondió con velocidad, algo perplejo. Aquel sujeto era demasiado joven como ser paparazzi, sin embargo lo había visto y le había sonreído. 

Fausto no iba a permitir que las cosas se arruinaran de vuelta, debía encargarse él mismo de aquel chico. Se dirigió con velocidad hacia la puerta y la abrió, pasando por el pasillo casi empujando a Keiko

-I'll be back for dinner! - Dijo mientras abría la puerta y la cerraba de un portazo, bajando rápidamente hacia la calle y empezó a perseguir a aquel sujeto intentando atraparlo.

Fausto corrió con todas sus fuerzas con la intención de atrapar a aquel sujeto. Le pareció oír que Keiko le decía algo, pero andaba demasiado preocupado cómo para escucharla. Tomó las escaleras, pues en éste caso le resultarían un medio más rápido de llegar a la calle y salió del edificio. Allí estaba el joven espía, saliendo del supermercado... Ni siquiera se había molestado a escapar, aún sabiendo que había sido visto.

A juzgar por el tamaño de la bolsa de cuero que llevaba, la cámara seguramente estaba dentro...

Fausto vio al espía saliendo del supermercado tranquilamente, como si nada hubiese pasado. Corrió hacia el por las dudas de que intentara huir, al llegar a su lado, le quitó aquella bolsa de cuero mientras lo agarraba del brazo para que no escapara. 

-Who the hell are you? - Preguntó realmente nervioso, con disgusto. - ¿Qui-Quién te ha enviado? 

El joven parecía un poco agitado al principio, pero al ver quién le había atrapado, simplemente volvió a sonreír. Dejó de caminar mientras le observaba de reojo.

- Va-vaya... Eres tú. - Comentó. - Así que pudiste verme... No pasa nada. El quién soy no importa, simplemente yo de ti no haría éso. - Dijo, señalando con los ojos a la bolsa de cuero que Fausto agarraba. - Sería mucho más escandaloso que la policía te pillase robando, ¿no crees?

Por primera vez Fausto hizo un verdadero esfuerzo por entender japonés, lo que diría aquel espía podría ser fundamental en su estadía en Nokagi. Gruñó por lo bajo ante la respuesta del joven, todo esto se le estaba yendo de las manos y se encontraba en una situación complicada. 

-Why... ¿Por qué sacabas fotografías? - Preguntó lentamente, intentando recordar las palabras y sus significados - ¿Que vas a hacer con ellas? ¿Pu-publicarlas? Please, don't...

Fausto hizo un gesto de desesperación, no podía permitir que las cosas se fueran a la basura tan rápido

El chico sonrió ante la desesperación de Fausto, lo tenía contra las cuerdas... Y puede que comiendo de su mano si se esmerase un poco más. Cuando el famosillo le preguntó por sus motivos, el misterioso muchacho llevó la mirada a su bolsa de cuero. - ¿Publicarlas? Qué va... - Miró a los ojos de Fausto, sonriendo. - Son para mí.

El chico se llevó la mano a la cintura torciendo el gesto. - Así que si no vas a invitarme a un café, será mejor que me sueltes. - Bromeó con acidez. Sabía que de ésas fotos dependían la nueva vida de Angelo... O de Fausto en éste caso.

¿Para ti? - Fausto quedó perplejo y aliviado a la vez. Al menos aquel espía había dicho que no las iría a publicar, lo cual era quitarle una gran carga de encima. Sin embargo, tenía la sensación de que aquel chico se aprovecharía de la situación de Fausto para lograr algo a cambio, algunos paparazzis negociaban y buscaban manipular a los famosos antes de publicar las fotografías. 

En todo caso ¿Cómo había llegado a saber su verdadera identidad? Los empleados de su madre habían sido cuidadosos, o eso creía. Miró su mano que retenía a aquel muchacho, pero éste no había forcejeado en ningún momento. Pensó en la posibilidad de destruirle la cámara delante de sus ojos, aunque sería algo insensato ya que de todas formas seguiría siendo un cabo suelto. Lo soltó con lentitud y cautela, mirándolo a los ojos.

-¿C-como sabes quien soy? - Preguntó con desconfianza - ¿Para que las quieres? - Volvió a preguntar mientras elevaba un poco la bolsa de cuero que aún mantenía entre sus manos, sin devolvérsela.

El joven no perdió su sonrisa felina en ningún momento. Angelo no le intimidaba, es más, le resultaba todavía más adorable cuando hablaba japonés de una forma tan dificultosa. El desconocido miró al muchacho a los ojos, arqueando una de sus cejas a la vez que escuchaba sus preguntas.

- ¿No te lo he dicho ya? Son para mí. - Respondió nuevamente. - Podrás escapar de la prensa, pero... ¿Y de tus admiradores? Si tan siquiera te has molestado en cambiar tu imagen un poco... Normal que te haya reconocido en el aeropuerto.

Fausto se ruborizó instantáneamente al escuchar la palabra "admirador". Así que aquel chico parecía ser un fan... lo miró nuevamente, la clase de fanáticos que solía recibir Fausto por lo general era femenina, por lo que el espía era algo nuevo para el. Supuso que fue error de Fausto, aunque no sabía que lo reconocerían inclusive en otra parte del mundo. 

-Please... - Volvió a decir, intentando memorizar las palabras con lentitud - No le di-digas a nadie de qui-en soy yo. M-Mi nombre ahora es Fausto -Miró a los ojos a aquel chico con seriedad, mientras el rubor se iba desvaneciendo rápidamente.

Y la cosa mejoraba por momentos; Angelo ruborizado, suplicando a aquel chico no decir nada sobre su nueva vida y aún con la bolsa en su poder.

- Está bien... - El espía mantuvo su sonrisa a la vez que se acercaba a una distancia incómoda del rostro de Fausto. - ¿Me devuelves ahora mi cámara, por favor? - Pidió amablemente, aunque poco se puede esperar de alguien que te observa con tanta picardía, incluso con cierto atisbo de lascivia.

Fausto se sintió algo incómodo cuando aquel espía se acercó repentinamente al rostro del chico. Lo miró a los ojos, algo embobado. La naturaleza confianzuda del chico hizo que creyera que no había nada malo en el espía, incluso podrían llegar a ser amigos si él cumplía su palabra. Fausto confiaba en las personas demasiado rápido.

-Hmmm, okay - Dijo, sin quitar su mirada de sus ojos. Acercó la bolsa de cuero hacia el chico con lentitud, como si de una bomba se tratase - C-confío en ti... - Expresó mientras le entregaba la cámara y mirando con atención su reacción, fijándose si el chico intenta huir.

Sin apartarse un sólo centímetro, el joven volvió a colgarse la bolsa al brazo.

- Gracias, por cierto... Mi nombre es Shinichi. - Se presentó, y antes de darle tiempo a Fausto para reaccionar, aprovechó la poca distancia para darle un corto beso en los labios. - Ya nos veremos, me esperan en casa... Adiós. - Y tras haber hecho éso, se dio la vuelta y se marchó caminando con toda la tranquilidad del mundo, tarareando una canción de Killa cómo si nada hubiese pasado.

Fausto se tranquilizó al ver que aquel chico no salió corriendo ni mucho menos. Simplemente se colgó la bolsa en los hombros, se presentó y luego se aproximó para besarlo. Antes de que pudiese darse cuenta, Shinichi lo besó y se despidió con naturalidad, mientras que da media vuelta y se va caminando con tranquilidad.

Fausto levantó una ceja con confusión, aquel chico era demasiado extraño, pero aquel beso no le había provocado repulsión como se podía esperar. Frunció su ceño con desconcierto mientras lo observaba caminar, tarareando una canción de su madre. Se dio media vuelta y se dirigió hacia la casa nuevamente con lentitud, aún sintiendo el beso en sus labios. ¿Acaso le había gustado? Se encogió de hombros, de todas formas daba igual, no era la primera vez que había besado a un chico. Aunque sí en estado de sobriedad y fuera de una fiesta descontrolada. 

Subió por las escaleras y abrió la puerta del departamento con lentitud, intentando localizar a Keiko.

La puerta del piso quedó tal y cómo Fausto la dejó: totalmente abierta. A través de ésta se podía ver a Keiko haciendo la cena en la cocina americana del piso. Al sentir pasos cerca, giró su cabeza hacia el chico, con una expresión de enfado no muy exagerada.

- Where have you been? I was worried! - Al parecer Keiko sólo emplea el inglés cuando se trata de temas serios. Suspiró y llevó la comida de la sartén al plato, sirviéndola a continuación en la mesa del salón-comedor. - Ven a cenar, anda...