Partida Rol por web

- Andaba disparando flechas al tal Ferrán. Le ordené que se replegase. ¿Podéis curar a Serena?

-Puedo echarla un vistazo. -Prometió mientras dejaba caer el montón de paja. -Sin embargo no soy muy ducho en las artes medicinales. 

A continuación se acercó a la moza, se inclinó sobre ella sin embargo la herida era demasiado severa. 

-Joder yo qué sé, habrá que taponar la herida.

¡Eh!, ¡desgraciados hideputas! ¿Dónde os escondéis, desgraciados?

Munio se encontraba trasladando paja cuando escuchó los insultos de Alonso. 

- ¿Hideputa? ¡Aún te meto! ¡Descerebrado! ¿Qué hacías yendo como un bobo hacia semejante bicho? - echó un vistazo para ver si todos estaban allí y echó en falta al Xoto y vio a Serena desvanecida. Dejó que Martín lo intentase pero le vio poco ducho en la materia. 

-Joder yo qué sé, habrá que taponar la herida.

Yo tampoco sé mucho de esto pero.... a ver - dijo examinando a la mujer. 

Preferí no hacer caso de las bravuconadas del trovador. Ya habría tiempo a ponerlo en su sitio si terciaba.

Dejé a la joven Serena a sus cuidados y partí en busca de Eron.

Parecia que los otroa dos no sólo habian escapado. -Deben tener un plan. Bien por ellos. - Pensé mientras iba en busca de el Xoto.

Erón logró captar la atención de la criatura o Ferrán Fáñez como se hacía llamar. Le lanzó un buen disparo que impactó en la masa bulbosa mientras Alonso escapaba con Serena. La criatura devolvió el ataque, pero tan torpemente que no logró impactar más que en una pared del castillo que se descascarilló un poco.

Motivado por sus aciertos, Erón siguió disparando su arco. Había que devolver a esa criatura impía a la profundidad de los infiernos...

Serena seguía perdiendo sangre, de seguir así moriría en vuestros brazos. Mientras el caballero ya recuperado, al menos aparentemente, volvía a la refriega con la criatura.

Erón seguía a lo suyo, disparando flecha tras flecha a la criatura y aunque poco parecían dolerle al tal Ferrán Fáñez parecían enfurecerle. Y lanzaba ataque tras ataque al cazador pero sin lograr impactarle. En estas estában los dos cuando volvió Alonso, dispuesto a seguir enfrentándose a la criatura. Puede que entre los dos lo lograran, quien sabe.

Los brazos de Munio empezaban a cubrirse de sangre pues la herida de Serena no dejaba de manar. 

Mierda, mierda. Vamos a tener que hacerle un torniquete. Quizás con un cordón.... gasas... - Munio empezaba a desesperarse al ver cómo la mujer perdía color segundo tras segundo. Todo lo que recordaba que llevaba en las alforjas del caballo probablemente infectaría la herida. 

A la desesperada se quitó la casaca y rasgó una de las mangas con fuerza. La sacudió y cubrió completamente la herida de Serena. Se quitó el cinto y con él sujetó fuertemente la tela para intentar cortar la hemorragia. La prenda empezó a empapar instantaneamente pero parecía hacer su función. 

Ufff... espero que esto sirva, ni que sea temporalmente.

-Sos bueno buen hombre. -Le felicitó con una sonrisa. -Dejo a la moza a vuestro cuidado, yo seguiré cargando cual mulo pues otra cosa más no puedo facer. Espero que eso baste para mandar a la bestia la averno.- El tono era de resignación mezclado con esperanza.

-Vamos a ello, quedan unas cuantas alpacas.- Pensó para sus adentros mientras se dirigía al montón de paja.

- Serena, mujer. Espabila - Munio acomodó la cabeza de Serena sobre un montón de la paja que transportaba y golpeo suavemente sus mejillas intentando que volviese en sí

Parece que recupera pero no.... no está del todo bien. Es cabezadura la muchacha, al final de tanto desvanecerse nos va a dar un disgusto... 

Pobre moza

Munio intentaba cerrar la herida y algo había logrado pero todavía quedaba mucho para que Serena estuviese fuera de peligro. Mientras Martín cargaba fajos de paja y los dejaba a la puerta del castillo. Estába por ver cómo y por dónde los colaría.