Partida Rol por web

Después de tanto tiempo sin nadie que quiera aceptar la fe verdadera, el natunaprantismo, me encuentro con estos dos, Sumirea y Jormungander, que parecen dispuestos a hacerlo, y justo entra la maldita cría ésta. Encima, ni sé quien es, otra maldita pueblerina impía que no acepta a los dioses, en cualquier caso. Aun así... parece que la jayán quiere ir a rescatar a la niña de los bandidos, lo cuál puede ser peligroso para ella. Los dioses la protegerán, pero... no estaría de mal que alguien más la cubriese, por si acaso. Los dioses son caprichosos.

Valdemar se puso todo lo recto que pudo, sacó pecho y se acercó por detrás a Sumirea, cubriéndola de algún modo, aunque la jayán le sacase varios cuerpos de diferencia. Su imagen, lejos de ser poderosa como él pretendía, era incluso patética al lado de la inmensa guerrera, aunque poca gente se fijaría en lo que hacía un pobre hombre con larga barba cuando en la posada había una chica llorando, un dragón, alguien que parecía estar tan herido que se había cubierto en vendas de arriba abajo, una jayán de tres metros y una preciosa elfa. 

—Eeh... sí, gracias —¿de dónde salió este tipo? parece una momia, me pone un tanto incómoda que se me acerque así y no sé cómo reaccionar. Pero no tengo suficiente tiempo para darme grima, que me sobresalta la entrada súbita de la muchacha desesperada.

Oigo su historia y se me contraen las pupilas, con dos grandes zancadas me acerco a ella y la tomo de las manos —olvida el dinero, ese niño necesita ayuda urgente— actué por impulso, pero en realidad no sabría qué hacer, nunca he combatido ni soy una guerrera ni por asomo.
—¿Sabes dónde podría estar? —tal vez pueda colarme en la guarida y rescatarlo sin que me lleguen a ver. Intentaré eso, sí.

Absorto en sus cosas es interrumpido por un viejo barbudo hablando chorradas de dioses y lo peor trayendo la atención del lugar sobre él, no pudo reprimir su cara de desprecio, cuando le iba a decir algo entro una chica que pronunciaba su nombre, lo cual le sorprendió al principio, hasta que se percató de que se refería al posadero.

La mujer en claro desespero conto lo que ocurría pidiendo ayuda, era el momento perfecto para sacar dinero, pero menciono a un niño huérfano y esa idea se clavó en su mente muy hondo.

Camino hacia la mujer con gran porte de realeza y cortesía dijo -Bella dama, yo Sir Henry VIII de Moth me pongo a su servicio, solo indíqueme el rumbo que esos rufianes han tomado y les hare arrepentirse de cometer acto tan vil-

La chica se quedó mirando a la Jayán, con expresión extrañada.

-Porque ellos pueden pedir más dinero que el que pudiera tener... Porque, aunque pagase, puede que no devolvieran a Timmy, o incluso que le mataran de todas formas... 

Dejó de hablar con la mujer del hacha y se centró en la elfa y el de las vendas, que parecían mucho más receptivos.

-Creo que han ido hacia el bosque, hacia el norte. ¡Por favor! ¡Ayúdenme! 

Su expresión la interpretas como que no esperaba tu apreciación. 

No detectas miedo en su rostro, ni dudas.

Haciendo el gesto de quitarse el sombrero que no tiene en forma de respeto hacia la mujer vuelve su rostro a la chica del arco y le dice -Señorita, si no le importa apoyarme con su arco iremos a rescatar al pequeño Timmy y también la cena- y sale apresuradamente de la posada.

—Bueno, eeh, nunca lo he usado en personas —me froto el cuello, nerviosa, si vamos en grupo puede que la estrategia de infiltrarse sea menos efectiva, pero un combate directo...— Aunque dadas las circunstancias me parece que no habrá más remedio, espero no defraudarlos.
—Si esto sucedió recién, debemos darnos prisa e interceptarlos en el bosque, ¡vamos!

- Bueno, entonces arreglado. La elfa y El Señor de las Vendas van a por el niño. Sumirea, ¿nos sentamos a hablar sobre el natunaprantismo? - Valdemar se giró hacia atrás, mirando de nuevo hacia donde se encontraba el posadero y gritó desde el otro lado de la posada -  POSADERO, esta mujer quiere comer algo, y se había ofrecido voluntaria a salvar a un niño pequeño, es una auténtica heroína por muchos motivos, ¡trae algo para comer!

La jayán frunció el ceño ante la explicación de la joven pero, dado que sus opciones eran ir a buscar al niño o escuchar las bondades de la religión del barbudo, eligió la primera opción solo como mal menor. 

El aparente hombre de las vendas y niña del arco iban a ir en su busca pero entre que uno parecía herido y la otra no muy convencida de sus propias habilidades, ella misma se ofreció, esperando que Jormun fuera con ella.

- Yo también iré con vosotros, aunque eso haga que el pago se reparta entre más. - Afirmó con la duda de saber si alguien se opondría. - El lagarto azul también va, necesitaremos una carnaza si son un grupo numeroso. 

Sumirea seguía disgustada y con el estómago vacío, así que esperaba que aquellos bandidos fueran débiles y pudieran llenar el estómago rápidamente tras cobrar por el trabajo. Ni siquiera le importaba el pago, sólo quería comer.

Cuando se dio cuenta de que no había respondido al tal Valdemar, le encaró antes de dar por iniciada la marcha al lugar de secuestro en cuestión.

- El natanismo tendrá que esperar, una vida está en peligro. - Le dijo mientras se arrepentía de que aquel tipo raro se les hubiera acoplado. - Aquí hay muchas personas que seguro quieren saberlo todo. 

Confiaba en que a la vuelta los ebrios parroquianos hubieran colgado a ese charlatán de un árbol y pudiera librarse de su sombra, si no es que se había cansado de aquel lugar y se hubiese marchado a otro lejos de ella. 

- Tienes razón. Moja querría que salvásemos a ese pobre niño. Si no es haciendo el bien, nunca iremos al Kalan. Eres una mujer sabia, Sumirea. Iré contigo a salvar al pequeño Timmy. - Valdemar ofrece su gesto más serio, llegando a apreciarse un cierto aire... casi de alguien con poder, y no de enajenado, y finalmente hace una mínima reverencia hacia la jayán en forma de sutil inclinación de cabeza - Puedo parecer débil, pero poseo la espada de Mbili, y algo más importante, el Kompir - Valdemar saca un libro... no, no es un libro, son hojas sueltas, metidas dentro de la cubierta de piel de un libro. Alguien que tuviese la capacidad para percibir la magia sentiría que esas hojas, aparentemente inofensivas, rezuman poder - Ahora vuelvo, debo ir a por mi espada, está justo aquí al lado, en mi Templo. Confío en que harás lo correcto, Sumirea.

Valdemar sale corriendo de la posada, directo hacia el Templo, esperando regresar a tiempo antes de que el resto del grupo haya acabado de hablar con la joven.

No comenté nada cuando la chica se acercó  pidiendo ayuda y el comentario de mi hermana, simplemente me dediqué a toquetear con los dedos con aire ausente  hasta que finalmente mi hermana se levantó decidida a intervenir.

---Bueno, sí insistes de esa manera- digo con aire exasperante- Pero recuerda que mi piel pierde calidad sí tiene agujeros y cortes, hermanita, en cambio tus cuernos pueden ser valiosos incluso fragmentados- digo sonriendo de manera oscura mientras me levanto y comienzo a caminar hacia las afueras de la posada- Sé donde ir, hermanita, así que ya sabes, una carrera- digo con malicia mientras extiendo las alas y me elevo en el aire- ¡¡¡No te hagas la remolona y date prisa mientras reconozco el terreno!!!- le grito mientras salgo volando en dirección hacia el bosque para reconocer el lugar.

Me dirijo hacia donde vi los cuervos

Tras aquella pequeña conversación, todos parecían de acuerdo en ayudar a la pobre chica y recuperar a Timmy.

-Muchas gracias a todos. De verdad, gracias. Les estaré esperando aquí cuando regresen con Timmy. Por favor, hagan todo lo posible para traerlo vivo. 

Aún dentro de la posada, parece que los viajeros se van a unir para rescatar al pequeño Timmy.

El hombre dragón, con las prisas, extiende las alas dentro de la posada, lo que hace que se derriben algunas sillas y se caigan las velas de la lámpara del techo. 

El posadero le mira con el ceño fruncido y, si tenía alguna reprimenda en mente, se la guarda. 

De esta forma el grupo sale de la posada.

Valdemar llega rápidamente, o tanto como sus piernas le permiten, al Templo. Tengo que correr o cuando llegue se habrán ido.

A Sumirea le pareció extraña que la mujer joven no les acompañara, pero sus pensamientos se esfumaron cuando su hermano la desafió a una carrera. 

- ¡Lagartija voladora, eres un tramposo! - Le gritó mientras se alejaba volando y empezaba a seguirle. Un día echemos una carrera mientras llevas esta armadura. 

La armadura, que pudiera no ser levantada por un campesino normal ya que tenía que adaptarse a su gran tamaño, le lastraba en las competiciones físicas, pero ya sabía que a la hora de recibir golpes, era mejor llegar la última y ver acabar el combate que llegar la primera y morir antes de verlo. Salió persiguiendo al dragón volador ignorando a los demás, en especial al monje del que esperaba escaparse. 

—¡Ey! No hagas eso, ¡vas a romper algo! —aunque el hombre dragón ya se ha ido con su amiga y no creo que me haya escuchado. Le dedico una mirada más al posadero, expresando disculpas por el destrozo, y echo a correr.

—Hay una vida en peligro y ustedes pensando en dinero, ¿si no les hubiera ofrecido una paga no hubieran aceptado ir a rescatarlo? Es horrible que piensen así. Imaginen si secuestran a un hijo suyo, ¿ahí esperarían a cobrar para salir a buscarlo también? Tontos.
Trato de no establecer contacto visual con el barbudo, dice cosas muy raras.

Salgo entonces a paso ligero siguiendo a los demás.

Desde la entrada de la taberna está el hombre vendado mirando hacia adentro y gritando -Vamos chica del arco, el pobre Timmy debe estar muy asustado y hay que rescatarle pronto-

El hombre que había salido corriendo del lugar al parecer se detuvo en la entrada, porque había olvidado a su compañera de rescate de niños huérfanos y no podía ir si ella no iba.

Al tiempo que gritaba el hombre “corría” en el mismo sitio sin moverse a la espera de Kaithel.

Valdemar llega corriendo a fuera de la posada justo cuando todos están yéndose.

- Justo a tiempo. Partamos a salvar al pequeño Timmy, y luego podremos volver a hablar. Ardo en deseos, verdad, Sumirea? Por cierto, ¿donde está tu compañero dracónido?