Partida Rol por web

No sabes cuánto tiempo debes llevar durmiendo en ése viejo ataúd, quizá meses, años o milenios.
El caso es que despiertas, en realidad no es la primera vez... Ha pasado otras veces cuando ha habido movimiento y ruidos por las cercanías, pero simplemente cerrabas los ojos y volvías a quedarte dormido sin problemas, en ese estado de sopar y letanía, casi cómo un muerto... Y probablemente es lo que parezcas porque nadie te ha molestado durante este tiempo.

Sin embargo ahora es distinto, cuando vuelves a cerrar los ojos no consigues volver a conciliar tu extraño sueño, y sientes los músculos algo entumecidos por primera vez. Quizá sea hora de estirar un poco las piernas y después puedas volver a tu propia cárcel de madera.

Durante unos segundos mi mirada se mantiene fija en la vieja madera. ¿Despierto... de nuevo? ¿Qué será esta extraña sensación que me desvela?
Comienzo a sentir el paso del tiempo en mi cuerpo inerte, encerrado, siempre con la misma postura cómo si de un maniquí inanimado me tratase.

Al fin reacciono, posando ligeramente las palmas de las manos sobre la superfície interior de la tapa del ataúd. Me deleito al sentir de nuevo el tacto en mis manos. Con un leve empujón comienzo a abrir lo que ha sido mi sepultura eterna. De nuevo un brillo cegador se cuela por la rendija recién abierta. Mis ojos se cierran involuntariamente mientras luchan por adaptarse a la luz, algo que no hacían desde hace mucho tiempo.

Finalmente doy un último empujón a la tapa que acaba por abrirse al completo. Un cielo de roca se extiende por encima de mi cabeza. Con una energía renovada, me incorporo poco a poco. Durante unos segundos el único sonido que escucho es el crepitar quejumbroso de mis articulaciones, músculos y tendones, recios y entumecidos por el tiempo y la humedad.

Miro a mi alrededor, un poco desconcertado todavía. ¿Qué es lo que sucede? ¿Qué me despierta de mi reposo? Susurro

Por suerte tu cueva está oscura y el contraste de luz no es demasiado excesivo o quizá podrías haberte quedado ciego... Te sorprende darte cuenta de que ahora hay más ataúdes además del tuyo, un par de ellos abiertos pero completamente vaciós.
La puerta de gruesa madera que cerraba la estancia ahora está desgastada y desconchada, algo entreabierta.
A través de ella puedes oír ruidos lejanos, ¿cristales rompiéndose? Algo por el estilo, lo que si puedes afirmar sin duda es que ahí abajo hay alguien más.

Oyes unos pasos que corren precipitadamente pero de forma poco precisa y rápida pasando por delante de la puerta y siguiendo, probablemente para salir del sótano.
Parece que algo está ocurriendo, te preguntas si has despertado precisamente por eso.

Con un rápido movimiento me deshago del polvo que cubría mi capa. Completamente alerta al escuchar tan extraños sonidos. Sin dudarlo me acerco lenta y sigilosamente a la puerta entreabierta a la vez que mis músculos comienzan a adaptarse lentamente al movimiento.

La duda me aqueja mientras busco a través de la rendija el origen de los pasos o algún indicio de que no me encuentro sólo, dispuesto a mantenerme escondido si fuera necesario. Será mejor que me mantenga en la sombra hasta que sepa de que se trata...¿Habrá vuelto Shinra a las andadas?

Te asomas con dirección por la puerta, tan sólo un pequeño resquicio por el que puedes apreciar una pequeña parte de lo que hay delante de ti.
Los pasos se alejan, sin embargo otros más contundentes y sonoros se escuchan provenientes de la misma dirección y esta vez van acompañados de un grito sonoro

Cita:

Pasa cómo una exhalación por delante de ti, apenas puedes apreciar que es rápido y viste de negro, con un uniforme de Soldado probablemente. Parece que va en busca del primero al que escuchaste marcharse puesto que no le responde.

Al percatarme de la nueva presencia y oir sus gritos decido esperarme para salir. Sólo cuando sus pasos comienzan a parecer distantes me decido a abrir lentamente la puerta evitando cualquier crujido de las visagras.

¿Era un uniforme de soldado? Me pregunto mientras recuerdos dolorosos comienzan a hacerse un hueco en mi cabeza. Soldado, Shinra, los experimentos de Hojo... Durante unos instantes me quedo paralizado absorto en mi propia mente.

Finalmente despierto de tan extraño trance y reacciono Debo averiguar que está pasando antes de que se alejen demasiado, ¿Qué demonios sucede?. Con sumo cuidado decido encaminarme agazapado, ágil y sigiloso tras los individuos que acaban de pasar. Manteniendo una distancia prudente pero lo suficientemente cerca como para poder sacar más información desde la sombra.

Sales de tu habitación durante años para caminar por el mal iluminado sótano de la mansión Shinra.
Su estado es más lamentable de lo que recordabas, parece que está bastante abandonado y quizá por eso choca más que haya alguien recorriendo los pasillos.
Distingues al fondo la zona de la escalera de caracol que da acceso al piso superior, en la cuál puedes distinguir mejor al muchacho moreno SOLDADO de 1a clase, al menos así lo indica su uniforme. Porta en su espalda una enorme y extraña espada, muy bien cuidada eso sí.

Cita:

Grita el muchacho mirando hacia arriba antes de continuar su carrera hacia arriba, aunque una vez en el piso superior sus pasos se detienen repentinamente y distingues cómo tose sonoramente... Entonces sus pasos vuelven a acelerarse justo en tu dirección, deshaciendo el camino hecho hasta el momento.

Hojo... Susurro a la vez que mi ojos se abren de par en par por la sorpresa. El profesor Hojo... Así que sigue vivo...Y también sus experimentos... Pienso mientras miro las palmas de mis manos y recuerdo que yo también pertenezco a las creaciones del terrible profesor.

Pronto, los recuerdos comienzan a aparecer en mi mente; Lucrecia, los experimentos, el disparo desgarrando mi vientre... Es tan impactante la velocidad a la que pasan las imágenes y las sensaciones por mi cabeza, que me producen un leve mareo.

Al escuchar los pasos de vuelta hacia la planta de abajo, reacciono rápidamente para quedarme oculto en las sombras, espectante, inmóvil, aguantando la respiración intentando fundirme con la roca que envuelve la bóveda subterránea. Mientras mi cabeza no puede parar de pensar, de sentir de nuevo el dolor, la melancolía, el odio y la sed de venganza.

Consigues agazaparte en un lugar oscuro junto a unas cajas que probablemente ya estén vacías, por suerte el muchacho parece muy atareado y preocupado por ese tal Cloud, así que vuelve a bajar las escaleras cómo una exhalación volviendo por el camino por el que vino. Quizá vuelve a pasar, quién sabe, parece algo inquieto... Y sobretodo confuso, cómo si no tuviera muy claro qué hacer o a dónde ir exactamente.

Le pierdes de vista y puedes salir de tu escondite temporal. Quizá sea tu turno de decidir qué hacer exactamente.

En una situación normal, hubiera aprovechado para irme sin ser visto o tal vez hubiero vuelto a mi lecho para seguir con mi eterno reposo. Pero al haber escuchado el nombre de Hojo, una extraña inquietud me recorre por dentro, ansiando conocer más.

Poco a poco me deslizo acompañado por la siniestra danza de mi capa. Me dirijo en dirección hacia dónde acabo de ver que iba el miembro de Soldado. La ansiedad se va apoderando poco a poco de mi ser con cada paso que doy. Algo extraño siento en mi interior, como un lamento que clama venganza, como si un extraño ser quisiera apoderarse de mí, pero no lo permito. Ahora no...

Intento encontrar el lugar dónde está el muchacho con ese tal Cloud con el fin de observar qué está sucediendo en el sótano de la mansión Shinra.

Tras unos segundos de incertidumbre y duda decides seguir nuevamente al impetuoso Soldado hasta una de las salas más al fondo de la gruta subterránea.
El laboratorio y la biblioteca si no recuerdas mal, y así es ya que al acercarte ves el interior de la estancia y un par de tubos gigantes al fondo, uno de los cuáles está roto con su líquido contenido esparcido por el suelo. Ese brillo verde...¿energía mako?

Ves cómo el chico carga con otro, más joven que él aparentemente, rubio y uniformado cómo soldado de las tropas de Shinra, sin embargo parece mucho más debilitado y abstraído que el primero. De hecho no emite palabra alguna y deja que su compañero le cargue en un hombro sin reaccionar.
Sea lo que sea lo que hayan hecho con él parece ser que ha quedado en un estado incluso más lamentable que el tuyo.

Entonces el chico moreno se gira repentinamente y te ve. Puedes emprender una nueva retirada rápida y esconderte pero ya sabrá que has estado mirándoles.

Mi mirada se fija en el chico; escucho sus palabras, que resuenan huecas en mi cabeza. Poco a poco mi vista se centra más allá, en el fondo de la sala. El laboratorio, la biblioteca. Era la primera vez estaba allí desde hacía años...

Los recuerdos se vuelven más intensos, más dolorosos, mi rabia crece y mi mirada refleja un odio reprochado. Por un momento creo que voy a perder el control. Repentinamente golpeo con furia la pared con mi brazo mientras cada uno de mis músculos tiembla. Mantengo la mandíbula apretada y poco a poco intento sobreponerme.

Finalmente mi agitada respiración se tranquiliza y mi atención vuelve al chico que se encuentra delante de mí. Shinra... susurro mientras comienzo a avanzar a pesar del gesto del joven.
Envuelto en mi capa carmesí y con una danza lenta y fantasmagórica me acerco lentamente. Mi rostro no refleja hostilidad, tampoco amistad, simplemente se mantiene frío como la piedra que nos envuelve ...Hace mucho que no se de Shinra. Prosigo con una voz profunda. Finalmente me paro a pocos metros del chico ...No voy a impedirte nada... sólo quiero hacerte una pregunta.

Ambos jóvenes se marchan del lugar, dejándote inmerso en tu propia búsqueda y cavilaciones.
En el interior de ambas probetas ves varios cables con ventosas colgando, presumiblemente dónde se encontraban ellos mismos hace un momento aunque el rubio no parece haberse sobrepuesto a los efectos del "tratamiento" de forma positiva.

Por la extensa y gruesa mesa central del laboratorio encuentras varios informes dispersados. La mayoría demasiado viejos e inútiles, aunque hay varios en referencia a los dos sujetos: Zack Fair, Soldado de 1a clase y Cloud Strife, de las fuerzas armadas de Shinra.
Ambos fueron expuestos a una alta dosis de energñia Mako concentrada, al fin y al cabo se suponía que si con esto no sanaban hubieran muerto debido a sus "graves heridas" que no son especificadas en ningún sitio.

El Soldado fue adaptando sus sistema a la energía, probablemente debido a que ya lo había hecho antes, sin embargo el más joven fue incapaz y quedó cómo "sujeto inservible" y probablemente despreciado al cabo de pocos días si no hubieran conseguido salir.

Mmmmm...interesante intento memorizar el nombre de los chicos del experimento a la vez que me apiado de sus almas. Se lo que es formar parte de las pruebas del profesor...

El olor a papel húmedo, la atmósefra cargante del subsuelo, todo me despierta tantas imágenes del pasado. Es como si no hubiera cambiado nada...

Empiezan a pasar los minutos y quizá las horas, el tiempo es tan relativo... y en realidad es un factor que ya empieza a resultarte indiferente así que continúas consultando los diferentes libros e informes dispersados por el lugar hasta dar con algo interesante...
Algunas notas acerca del bebé nacido del Proyecto Génova, el hijo de Lucrecia bautizado cómo Sefirot.

Lo poco que ya sabías consta en los papeles, que enseguida desarrolló una agilidad y unos sentidos especialmente desarrollados y aptos tanto para combate cómo para la investigación, un Soldado perfecto en todos los sentidos... Pero según parece al enterarse de que su nacimiento había sido en esas condiciones Sefirot enloqueció parcialmente y se llevó los restos de Génova hiriendo de muerte en el proceso al Sujeto1 (Zack) y el Sujeto2 (Cloud), matando a muchos de los civiles de Nibelheim sin motivo aparente.
Se desconoce su paradero actual pero parece dispuesto a cualquier cosa para Gaia vuelva a ser dominio de sus Ancianos creadores, los Cetra.

Un ligero mareo se apodera de mí, haciéndo que me tenga que apoyar en una de las mesas cercanas Sefirot, hijo de Lucrecia... sus visiones se están cumpliendo, ¿Es este el mal que tanto te aterraba? ¿Es por esto por lo que perdiste las ganas de vivir? pregunto retóricamente mientras recuerdo con todo detalle el rostro de Lucrecia, frío e inerte en el interior del cristal. No... toda la culpa fue mía por no haber podido apartarte antes del proyecto...

Pronto, el dolor da paso a una furia creciente, el sentido de culpabilidad y el no poder aliviar el sufrimiento que me ata con cadenas invisibles, hace que estalle repentinamente. Mis ojos brillan en un vivo carmesí mientras grito al aire alzando el puño: ¡¡Espero que estés satisfecho Hojo... pienso hacer que pagues por esto!!

Con estas palabras mi puño se estrella contra la mesa con una fuerza inusual, astillándola. Después quedo sumido en un silencio continuo, inmóbil y pensativo.

La ira hace mella en ti del mismo modo que lo hace la frialdad de la soledad, recordándote uno de los motivos por los que decidiste limitarte a dormir esperando a que todo pasara, a que todo acabara.
Sin embargo parece ser que no es tan fácil y tu cuerpo ya ah llegado al límite por el momento, o quizá sea algún tipo de instinto que te pide que estés despierto ahora, en este momento.

Sin duda alguna la información que acabas de encontrar parece útil e importante, pero lo difícil es saber qué camino tomar y qué hacer con ella.
El silencio inunda la estancia después de tu grito frustrado y enseguida lo único que se oyen son los goteos incesantes de la gruta exterior, marcando de forma inexorable cada segundo que pasa...

Con gran resignación me incorporo lentamente, paso mi capa sobre mi hombro y ajusto el cuello para que cubra parcialmente mi rostro. Lentamente comienzo una fúnebre marcha acompasada por el goteo de la gruta; sin prisas pero sin pausas.

Camino en dirección a las escaleras que ascendía retorciéndose hasta el piso superior de la mansión. Ha llegado la hora de emprender un camino, está claro que Hojo no anda por aquí, pero aquí parado tampoco voy a conseguir nada, debo volver al exterior... la idea de salir a la superficie después de tantos años me atemoriza, pero es tal el remordimiento que devora mi alma, que me obliga a dar un paso tras otro.

Con sumo cuidado y lo más sigilosamente posible, comienzo el ascenso por la escalera, el ascenso hacia una nueva etapa, amparado únicamente por mi sed de venganza y un continuo dolor...