Partida Rol por web

Ciertamente no había demasiados problemas en encontrar leña, hojarasca y más hierba para hacer lumbre. Claro que aún eran verdes, estaban frías, húmedas dichas ramas, y ahora siendo de noche (sin el calor del sol), hacer fuego se complicaba. Sin embargo, Anxio había pasado muchas jornadas de caza, y hasta a plena luz del sol, en los días más crudos del invierno, había tenido que calentarse de algún modo; por lo que con su ayuda (aunque intentándolo hasta la saciedad) conseguísteis un fuego. Mientras Antón parecía previsor ante un cercado de fuego, Aimar parecía estar harto de ese tipo gordinflón y simplón, que los había traído a aquel bosque de sombras falaces y asfixiante... Pelayo, por su parte, revisa las huellas.

Calentados y comiendo de las viandas que llevábais en vuestras bolsas (aprovisionados de dudas y comidas si que íbais), hicísteis guardia (al menos Aimar dejaba ver su espadón constantemente...). La última guardia la hizo Anxio.

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Al día siguiente el fuego habíase convertido en rescoldos hacía ya tiempo, y el viento sibilino os despertó. Más que incomprensible era evidente: nubarrones en lo alto.

Abrísteis vuestros ojos.

Levantásteis vuestras cabezas.

Vísteis la escena:

Antxio yacía muerto, a vuestro lado.

Tenía marcas en el cuello, unas marcas horribles. Pero lo más sorprendente (¡si cabe!) no fue tal ¡En absoluto! Notásteis enseguida como lo que era un claro donde decidísteis pasar la noche y encender un fuego ya no lo era; todo estaba invadido de pequeños árbolitos, follaje, matorrales y otras tantas especies ibéricas de distinta naturaleza. Todas ellas habíanse extendido por el pequeño claro, casi alcanzando vuestra posición de forma natural; pero... ¡qué rapidez!

Con más mala que buena fortuna también os percatásteis que vuestros odres de agua estaban terriblemente vacios ¡vacíos!, y vísteis al abrirlos que un musgo verde había crecido dentro de ellos. Vuestra comida, al comprobarla por puro temor también, estaba rancia y con una considerable capa de moho.

- A fe mía, que esto sí es cosa del diablo- Dicho esto, y pese a que hacía mucho tiempo que no lo hacía, se santiguó.

-Pelayo, Aimar... Compañeros ¿Cómo estais? Parece que hayamos dormido seis meses, en lugar de una noche.

Decía esto mientras se estiraba y comprobaba sus bienes y el estado de las cenizas de la hoguera, cómo intentando comprobar si realmente la habían encendido ayer, o lo que pensaban que había sido ayer, fue hace meses. También examinó el cuerpo del pobre Anxio.

"Cuando entro en la posada gritando que había visto colgados a los rapaces, no imaginaba lo poco que le quedaba de vida"

-Andome jodido pero vivo, que de lo malo es lo menos. fabra que apresurarse y facer guardia la próxima noche.

Mientras habla, registra el cadaver, tanto sus posesiones, como si existe alguna marca mas en el cuerpo.

Por lo común, Aimar tenía el sueño pesado y el despertar lento... Pero aquellas últimas horas estaban resultando increíblemente nefastas para sus nervios. Así, en cuanto escuchó el remover de Antón, el primero en despertar, él mismo se incorporó raudo y miró a su alrededor. Rápido al principio, más lentamente después, intentando asimilar lo que ocurría a su alrededor. Y, por supuesto, sin poder hacerlo…

Anxio muerto… Sus provisiones podridas… El bosque, completamente distinto a como lo habían visto horas antes… Una sonrisa se dibujó en el rostro del muchacho, mientras negaba con la cabeza y dejaba caer de su zurrón la comida podrida. Durante un segundo se le ocurrió rebanar el pescuezo de sus compañeros y, acto seguido, dejarse caer sobre el filo de su espada… Como acto de piedad comunitaria. Porque, en su opinión, el mismo Diablo estaba jugando con ellos.

Pero por algún motivo no hizo aquello… Simplemente se puso en pie y recogió su espadón, clavado en la hierba, mirando a Antón y a Pelayo con lástima.

-Jodidos, pero vivos y no por mucho tiempo… Sus lo digo yo… Poquico nos falta pacabar tan jodíos como este de aquí… -dio un ligero golpe al difunto Anxio con el pie.-. Que sus parta un rayo por haberos creído hijodalgos y bienfechores, pareja de hideputas... -amplió su sonrisa, mostrando los dientes. 

Pelayo mira las marcas de Anxio. Ni él ni el resto tiene ni "puñeteira" idea de qué puede haberlas causado.

Desconcertado, sin agua ni comida, el camino más lógico sería en de vuelta al pueblo, pero sin Anxio ¿Qué dirían?

- No sé que pensastes facer, pero seguir más tiempo en este sitio no es cosa buena, igual que volver al pueblo sin cría y sin Anxio... Mal pintan las cosas.

- Propongo a aquesta compaña, tener oculos et orexas despiertas, y voltear cerca de aca, dando voltas en circulos et xuntos , a ver si desfacemos aqueste entuerto, et evitamos próximo  desastre.

 sin que me vean mis compis, intento registrar minucuosamente al difunto, con intención de quedarme con los objetos de valor.

- ¿ Que facemos con el difunto? Creome bueno, montarlo en la suya cabalgadura, bien atado para llevarlo al pueblo cuando se tercie.

Si lo llevamos ahora, pudieran creer que semos nos, los asesinos del anxio.

Pelayo, tirada de Robar (habilidad). Si fallas tus compis te ven saqueando al cadáver. Si no quieres puedes no hacerla.

-Nunca importonos que pensaran que los asesinos fueramos nos o ellos... Pero si queremos quedar bien con estas gentes, podería ser útil llevar al muerto e que juzgen ellos.

Procedo con el robar para saquear el cadaver.

fallo.

Ya inventare alguna escusa si me dicen, y en el peor de los casos ya compartiremos botin si lo hubiese.

compaña ¿qué quieren vuesas mercedes que fagamos con el difunto?.

¿Lo llevamos con nos, lo acercamos al pueblo, lo escondemos en aqueste diabolico sitio imposible que de encontrar luego..?.

Yo soy de los que creen que podemos de llevarlo un rato, que ya fabra tiempo de tirarlo por alla si la cosa nos molesta.

salvo que alguno de nosotros incomodo  aca, prefiera devolverlo a los lugareños mientras el resto desface el entuerto.

Aimar, sencillamente, no podía creer lo que sus compañeros estaban diciendo. Ellos que habían rajado, junto a él, cuantas barbas fuera necesario para ganarse el pan... Ahora se estaban preocupando por la reputación que pudieran tener con un vulgar puñado de pueblerinos. Rojo de ira, confuso, se interpuso entre ellos y el cuerpo de Anxio. 

-¿¡Pero es que habís perdíol juicio, mamelucos!? ¡¡Nos adormimos en un bosque maldito y pa cuando nos despertamos encontramos al guía más muerto quel copón!! ¡¡Y a vosotros no sos ocurre otra cosa que pensar en lo que digan esos del pueblu!! ¿¡Táis tontos o qué, cago en la Virgen!? ¿¡Que sus habís vuelto monjas o frailes sabadicos u qué!? ¡Lo que amos a hacer con el muerto es dejailo aquí pa que se lo ventilen las alimañas y nosotros amos a poner aire por medio! ¡Queste bosque está maldito y nuestra comida sa podrío, coño!

-Con Aimar estoy esta vez, arre Dios!! Si nosostros fueramos los muertos, de las alimañas seríamos el banquete. Así que ante el problema que tenemos delante, propongo lo más lógico: Salvar el pellejo. Qué el diablo se quede con el pobre Anxio y que no nos pille, que no tengo ganas de conocerlo. 

Se arrodilla ante el cadáver y reza una breve oración que acaba al santiguarse. 

-Bueno ¿Emprendemos camino? No quiero estar en este bosque para la noche, que el siguiente posiblemente será uno de nosotros.

Un arco corto 60% daño 1d6.

(su arco de cazador, nada más).