Partida Rol por web

La pareja de dependientes se miró entre sí, y luego miraron de nuevo a Nathan. Sus miradas, en sus ojos rasgados, eran todo un poema, pero quizá habían visto cosas peores en las horas que trabajaban de noche.

La señora Chang echó una mirada de preocupación hacia Amy mientras el señor Chang se limitaba a recoger el plato que su hija había comido y quitarlo de la vista de los clientes tras la caja, se frotó el rostro y se dirigió a su mujer.

-Ya puedes ir a descansar si quieres, yo me quedo aquí.

Dedicaron una mirada a Amy ambos, pero no dijeron nada. Sabían que decirle a Amy lo que tenía que hacer no era algo que funcionase, después de todo.

Emily mira de reojo a aquel tipo, parecía bastante sospechoso, sin embargo, aquello no era asunto suyo y prefería no meterse en cosas complicadas como esa, si había matado a alguien era cosa de ese tipo y no de ella. Alza los brazos y levantando los hombros dice:

Bueno, a mi me da igual… si has matado a alguien o tienes problemas de limpieza a mi me da igual… pero mi ayuda se la ofrezco a llevar las cosas a ese coche que tiene… considérelo un servicio

No sabía porque pero se sentía últimamente bastante invulnerable y que aquel tipo hubiera matado a alguien era algo que no le daba miedo en esos momentos, ayuda al tipo a recoger las cosas mientras dice:

Y después me largo

La chica parecía bastante insistente y no dio pie a Nathan a marcharse antes de que ella cogiera un par de las bolsas. La miró, como evaluándola, luego a la pareja que entendía eran sus padres y suspiró, poniendo la mejor de sus sonrisas.

─Bueno, bueno, como quieras ─dedicó un leve cabeceo a la pareja, como si diera por sentado que al ser de rasgos orientales era adecuado despedirse así, y se dirigió a la salida acompañado de Amy. Una vez fuera, cuando el aire de la noche acarició su rostro, el tipo se permitió un largo segundo con los ojos cerrados, disfrutando de la sensación de frescor. No se había dado cuenta de lo mucho que necesitaba algo así ─Es ese.

Se trataba de un Buick Regal de quinta generación, probablemente del 2015. Un cuatro puertas de tamaño medio, típicamente americano y diseñado para el norteamericano medio. El color, que bajo las luces de las farolas parecía entre un difuso negro y gris, estaba eclipsado por una uniforme capa de polvo que cubría prácticamente todo el vehículo. La matrícula era de Nueva York.

─Pues ya está ─dijo, echando la mano al bolsillo y dejando que el sistema de apertura del mando a distancia desbloqueara los seguros ─Has sido muy amable. ¿Todo... bien ahí dentro? Se les veía preocupados.

Con las manos en los bolsillos, un mendigo de curioso aspecto observaba desde el otro lado del aparcamiento, su boca se movía como mascando algo, y estaba claro que en el silencio de la noche, estaba escuchando la conversación desde la distancia.

Al ver el coche Amy asiente al tipo y camina hacia el vehículo ayudándole, cuando termina este le dice que ya estaba, se lleva la mano a los bolsillos y asiente, cuando le pregunta por sus padres pone cara de “no pasa nada” y dice:

Siempre están igual… ni que no supiera arreglármela en las calles… pero no son los únicos que parecen preocupados ¿no?

Al ver al mendigo le mira de reojo, no era ni el primer ni el ultimo mendigo que veía, suspira mirando como estaba pendiente de la conversación, desde lejos dice mientras saca una moneda:

Hey colega, ¿Por qué no te pillas algo?

Y le lanza la moneda al mendigo para que se marche

─Son tus padres, si no se preocuparan por ti, eso sí sería raro ─dijo, metiendo las bolsas de la compra en el asiento de atrás. Se aseguró que no se desparramaban por ahí abrochándoles el cinturón y se sacudió las manos tras cerrar la puerta. Justo a tiempo para ver volar una moneda hacia las manos de ese mendigo ─Al menos no estamos tan mal, ¿verdad? Siempre hay destinos peores.

La noche ya se cernía sobre Silvercity y él aún tenía mucho que limpiar.

─Bueno, nuevamente te doy las gracias. Yo ya me voy. Que te vaya bien... y eso ─se despidió con un parco gesto con la mano y se metió en el asiento del conductor.

La sirena de la policía se escuchaban a la distancia, no era un sonido extraño para ciertas zonas de Silver City, donde la policía intervenía a traficantes o perseguía hurtos y reyertas callejeras, pero no es que fuera un sonido tan cercano como para ver las luces.

Goodman no fue lo suficientemente rápido como para coger esa moneda, y se giró a ambos lados cuando esta sonó en el suelo, andando un par de pasos y pescándola con rapidez. Miró a Amy con gesto de disgusto pero no dijo nada, se limitó a ajustarse el asa por el cual colgaba su kit médico.

El asiento del coche Nathan estaba aún cálido y ligeramente húmedo por su propio sudor, y las bolsas se abarrotaban en la parte trasera del vehículo…Incluso había tenido que encajar algún cubo por ahí entre medias de los asientos.

El mendigo sacó un kit-kat de un bolsillo, lo abrió, lo partió con los dedos, y se llevó una barrita algo deshecha a los labios, masticando mientras miraba la escena con curiosidad desde la distancia.

Amy asiente al hombre levantando los hombros:

En esta ciudad… bueno… no se que es peor… aunque me da que tu estas mejor que yo… pero bueno

Amy se queda mirando al tipo unos momentos, cuando se disponía a despedirse le da la mano mientras dice:

Pues nada… que limpies bien… ah y lo mejor para los olores es abrir las ventanas y un poco de incienso… disimula cualquier olor

Decía en un tono distendido para simplemente ver como el tipo se marchaba

El intento de robo de Amy fue nefasto, intentó echar mano a la cartera del hombre, asumiendo que estaria en el pantalón y el tipo se metió muy rapido en el coche. En otras circunstancias se habria dado cuenta de que estaba ahi para mangarle, pero debia tener mil otras cosas en la cabeza aquel hombre trajeado pero desaliñado.

Como única respuesta, Amy recibió un cabeceo mientras encendía el motor y se alejaba con su vehículo hacia la oscuridad que amenazaba algunos rincones de Silver City. Un coche más que se unía a los pocos que salpicaban las silenciosas calles de una ciudad que parecía desear ser más silenciosa a medida que el recorrido del reloj avanzaba más y más.

Tras marcharse el tipo y fallar tan estrepitosamente Amy suspira mientras se dice a si misma:

Creo que me estoy acomodando demasiado a lo de que no me puedan ver… estoy perdiendo el toque… bueno que remedio… supongo que será mejor volver

Decía para sí misma mientras caminaba distraídamente hacia la tienda de nuevo.

Para cuando Amy volvió a la tienda de sus padres, las sirenas de policía dejaron de oírse y las calles volvieron a ser todo lo tranquilas que podían ser una noche en Silver City.

Dentro, cerca del mostrador, el mismo mendigo al que había lanzado una moneda, estaba haciendo acopio de barritas de kit-kat, cargándolas todas en un brazo como quien acuna a un bebé y murmurando cuentas a cada paquete que cogía. Al escuchar abrirse las puertas automáticas de la tienda el hombre se giró hacia Amy.

-Oh…Eh.-Se le cayó un paquete de seis kit-kats al suelo y se agacho a recogerlo.- ¿Curioso tipo eh?, ¿lo conocías de algo?-preguntó dirigiéndose al mostrador para que el padre de Amy le cobrara.

Amy miraba distraídamente el interior de la tienda, lo cierto es que no sabía muy bien ni porque había ido allí, quizás a despedirse para marcharse a casa cuando aquel mendigo le habla, ella suspira y dice:

Pues si… pero vamos solo era un cliente mas… aunque si me dicen que es un mafioso que ha matado a alguien y todo eso era para limpiar la sangre la verdad que me lo creería… tenía toda la pinta de eso la verdad

Decía mientras se apartaba un mechón de pelo con un soplido algo distraído, mira su reloj para ver la hora que es y distraídamente busca con la mirada a sus padres.

-Más bien parecía tener algún trastorno de limpieza, como si se le hubiera colado un tejón en casa o algo así.-Dijo mientras pagaba al señor Chang…Proceso que iba a tomar un buen rato porque el tipo pagaba con monedas e iba contando una a una a veces interrumpiéndose y volviendo a empezar. El señor Chang dedicó una mirada de hastío a Amy y tomo el las monedas para contarlas.

-Ah, mejor-Dijo Goodman- Cóbreme si.-Palmeó unos cuantos paquetes que descansaban en el mostrador con una enguantada mano.

Durante el incómodo momento de guardar silencio para que nadie perdiese las cuentas, Amy escuchó algo detrás de la tienda de sus padres, venia claramente del callejón de atrás donde había algunos cubos de basura y la escalera de incendios del establecimiento con aparcamiento que era el 24/7 de sus padres. Había sonado a un pequeño estallido.

Amy asiente a lo que el hombre dice mientras observa las monedas, mira a sus padres y estaba a punto de decirles que se iba a casa cuando escucha aquel sonido, alza la mirada y dice:

Pues yo me voy a casa a dormir… tened cuidado

Tras despedirse con un movimiento de mano sale sin prácticamente decir nada en dirección al lugar en el que había escuchado aquel sonido, era curiosa por naturaleza y tenia curiosidad por saber que había pasado, además desde aquel día se sentía en cierta forma invulnerable gracias a aquella barrera que la protegía y a su invisibilidad.

Al cruzar la esquina y asomarse a la callejuela de detrás, Amy vio la figura encapuchada de un hombre que sostenía una pistola con el cañón aun humeante en la diestra, y miraba en el suelo el cuerpo de otro hombre, mas mayor, y con ropas gastadas y sucias, retorcerse en el suelo, sujetándose el pecho por el que manaba sangre.

El muchacho, de raza negra y posiblemente en torno a los 18 años, si no eran menos, se giró viendo a Amy de repente. La mano que sujetaba esa humeante pistola se alzó para apuntarla a lo gangsta, de lado. Le temblaba un poco el pulso, pero ya le había descerrajado un tiro a alguien a bocajarro. No dijo nada, solo apuntó a Amy aunque sus labios se movieron, quizá tenía un nudo en la garganta.

Viendo la escena Amy levanta un poco las manos mientras en tono tranquilizador o lo que intenta serlo dice:

Hey… tío no te preocupes…

Mira al hombre en el suelo, parecía que estaba herido y el chico de la pistola pese a querer aparentar estar tranquilo parecía que no lo estaba:

Tío no te preocupes… todo puede arreglarse… mira solo está herido… si llamamos a una ambulancia no tiene porque pasar nada… venga lárgate… yo no he visto nada y me ocupo de que no se muera ¿vale?

Decía mientras se acercaba, por un lado se sentía en cierta forma invencible, sabía que esa especie de barrera le protegía, pero no sabía aun si sería capaz de detener un disparo, aunque esperaba que si lo fuera.