Partida Rol por web

-Tranquila mujer me---Miraba como se puso a prepararle algo de comer.

-Ya me las apañ--Miró hacia las colchonetas. Al final se sentó en un taburete, apoyando la cabeza contra la pared, siguiendo los movimientos de Kiwa durante un rato, al menos hasta que se quedó dormido en el sitio, con un hilillo de saliva mojándole la barba.

Kiwa se giró con el plato de espaguetis preparado, para descubrir al tipo dormido en el taburete. Con una sonrisa, guardo la comida en el frigorífico y con cuidado llevo a Goodman hasta las colchonetas donde lo tumbo, cubriéndole con una manta. Tras asegurarse de que estaba bien, suspiro y volvió hasta su propio camastro.

Dudo por unos segundos, pero tras encogerse de hombros, se quito el pantalón y la camiseta, volviendo a quedar con la ropa que había estado durmiendo y se metió de nuevo a dormir.

7:24 AM aproximadamente

Dojo del Maestro

Kiwa notó pronto un cambio en el peso de su cama y unas manos descansar en sus costados, desde atrás.

-Kiwa-Chan…-Decía la voz de Goodman.-Siempre he querido…pensado que podíamos estar juntos…así.

La incipiente barba del hombre se dejó notar en el cuello de la artista marcial, frotando un poco contra su delicada piel. Las manos avanzaban un poco más hacia aquel pantaloncito corto de Kiwa, deslizándose dentro de este. Estaban trabajadas, curtidas por el tiempo y los elementos, pero tenían el tacto y la precisión de un cirujano, y parecían en sincronía con la súbita presión que sintió ella entre sus nalgas. El doctor callejero debía estar bien dotado y emanaba un calor reconfortante.

¡Cling!

-Cagüenlaleche…Trasto infernal, cállate.

El ruido del microondas terminó por despertar a Kiwa, Goodman se había levantado y estaba sacando un plato de espaguetis del microondas, abanicándolo con una mano mientras la otra usaba un mitón a modo de paño de cocina para no quemarse. Después se movió al taburete con lentitud y se sentó sobre este, lo había dejado cerca del cuadrilátero de las peleas, y tenía un libro abierto sobre este, justo a la altura de sus ojos. Estaba leyendo alguna cosa de medicina mientras soplaba distraídamente el plato de espaguetis.

Los ojos de Kiwa se abrieron de golpe ante el sonido de la campanita del microondas. Había tenido un sueño... ¿había sido un sueño? Debía de estar muy mal para tener ese tipo de fantasías con Goodman... o a lo mejor no. A lo mejor lo único que necesitaba era una buena ducha, y pasar por el peluquero.

Fuera como fuese no era el momento para ello precisamente. Era un poco mas temprano de la hora en que solía despertar, pero le vendría bien entrenar un poco. Se levanto de la cama estirándose y descalza como iba se dirigió hasta la cocina murmurando con voz ronca algo parecido a un buenos días. No fue hasta la mitad del trayecto que se percató de los extremadamente corto que era ese pantalón, o lo extremadamente fina y ceñida que era la camiseta de tirantes. prendas excepcionalmente cómodas para dormir, pero quizá no tanto para ser anfitriona de invitados en casa. Sin embargo le pareció ridículo darse la vuelta y ponerse algo de ropa a mitad de trayecto, así que se acercó para calentar el agua del te, y solo entonces hizo el camino de vuelta hasta la zona usada como dormitorio para ponerse una sudadera amplia que le llegaba un poco por debajo de las caderas.

- ¿Que tal has dormido Goodman? Espero que te gusten, no soy ninguna chef, y es lo que pude hacer con lo que tenia a mano.

-Umf…Siento haberte despertado Kiwa-Chan-El hombre se giró para mirarla, quedándose anonadado durante un buen momento, unos espaguetis cayeron de su tenedor de vuelta al plato mientras admiraba cada curva del entrenado cuerpo de la mujer. Se recompuso brevemente para aclararse la garganta y comer un poco más de espaguetis como si eso fuera a ayudarle a digerir lo que había visto. Una vez tragó, respondió:

-¿Yo?...Ah, sí. Bueno suficiente, necesitaba un sueño de los de reiniciar el cerebro, estaba siendo una de esas noches largas…-Repasó con la vista las piernas de Kiwa de arriba abajo al decir aquello último. El hombre puso una vieja radio a sus pies y la encendió, para escuchar las noticias. La mina, la gente haciendo cola desde las 5 de la mañana, bla bla bla.

Kiwa empezó a percibir las miradas de Goodman a medida que iba despejándose, pero no le dio mayor importancia. después de todo, habitualmente disfrutaban contemplando su cuerpo tipos mucho mas desagradables y asquerosos que el doctor callejero, así que en lo que a ella respectaba que disfrutase de las vistas cuanto quisiera.

- ¿Como andan las coas por las calles? ¿Crees que mejorara la situación con la reapertura de la mina? Supongo que serán muchos puestos de trabajo nuevos. Acabar con un poco de miseria en las calles no vendrá mal, precisamente

Mientras esperaba algo de información por parte de su invitado empezó a sorber el dulce te que se acababa de preparar. Nunca había sido demasiado aficionada a esas infusiones, pero las hierbas que le conseguía su maestro estaban realmente deliciosas.

-Creo que sí. Que traerá algo de prosperidad al sitio…Y algunas nuevas enfermedades claro. El trabajo en una mina es siempre duro, por muy bien que se haga todo.

El médico le dio palique a Kiwa durante varios minutos, alternando con silencios para escuchar las noticias, fregar los platos –por mucho que insistiera Kiwa en que no tenía que hacerlo- y ponerse a reordenar algunos medicamentos que tenía en sus múltiples bolsas. En un momento Kiwa se había puesto al día de los problemas del barrio y de la creciente cantidad de drogas que estaban jodiendole la vida a los jóvenes; algunos eran tan subnormales como para probar drogas como la famosa droga caníbal, o el crocodile, que les pudría miembros directamente. Si alguna mierda se hacía famosa, Silver City tenia suficientes colgados como para probarla e importarla de donde fuera.

-¿Irás allí a buscar algo de trabajo, también?-Preguntó el hombre, mesándose la espesa barba mientras retomaba asiento en el taburete. Otro rápido repaso a las piernas de Kiwa.

Kiwa escuchaba con atención, mientras sorbía la taza de su te caliente sentada frente a Goodman.

- Ese trabajo es una porquería, pero sigue siendo dinero a fin de mes, y efectivamente para muchas familias sera una bendición.

Las miradas a sus piernas denudas no la incomodaban en absoluto, así que fingía no darse cuenta e incluso miraba en otra dirección si lo hacia para no incomodarle.

- Tengo malos recuerdos de esa mina, mi padre trabajó allí y cuando cerró todo se fue a la mierda. Ademas, me quitaría mucho tiempo de entrenamiento. Por cierto, la semana que viene me toca cobrar, así que traeré un paquete con provisiones para que las repartas como mejor creas. Conseguiré lo de siempre, si no se necesita alguna otra cosa en particular.

8:00 AM aproximadamente

Goodman musitó algo por lo bajo al escuchar lo del cierre de la mina y como podía haber afectado a Kiwa, seguramente sería la razón por la cual la mujer meneaba las caderas en uno de los múltiples locales de strippers de la ciudad. Al menos sabía que ella podría arrearle una patada en los dientes a más de uno si se propasaban…Estaba armada, en cierto modo.

Luego alzó la vista y sonrió al escuchar lo del paquete.

-Gracias Kiwa-Chan. Creo que lo de siempre estará bien, con que le llegue leche a las madres, aunque sea de esa en polvo, será suficiente…-

Las palabras de Goodman se vieron interrumpidas por un:

Noticia de Última hora.

La mina de Calebourne parece haber sufrido un incidente de magnitud desconocida, reportes del helicóptero de trafico nos hacen llegar informes sobre un grupo de gente corriendo desde la via de acceso a la vieja mina.

Trataremos de mantenerles informados.

Goodman subió el volumen de la radio, pero gruñó por lo bajo al escuchar que no había nada más de lo que pudieran informar. Su mirada fue a parar a Kiwa. Su cara preguntaba “¿Qué estará pasando?” sus ojos decían “¿Cómo de estrecha le queda esa sudadera?”.

Kiwa le quito importancia al hecho y desdeñó el agradecimiento, no lo hacia por quedar bien, de hecho le incomodaban las palabras de Goodman. En parte por ese motivo daba su ayuda a través suya, para evitar situaciones así, aunque en buena medida también era porque aquel hombre conocía muy bien a la gente de las calles y conocía a la perfección quien necesitaba de verdad la comida. La autentica razón era que recordaba muy bien los tiempos de necesidad tras la muerte de su padre, y se sentía enferma cada vez que recordaba que había gente pasándolo como ella lo pasó.

Fue entonces cuando escuchó la noticia y casi se puso en pie de un salto. El fantasma de su madre asustándose con cada noticia de accidente en la mina por si algo le había pasado a su padre acudió con fuerza, aunque se esforzó en espantarlo para atender a lo que se decía.

Ajena a los gruñidos del medico y a sus miradas, Kiwa se puso en pie dejando la taza sobre la mesa.

- Creo que voy a ir a echar un vistazo. Puedes quedarte aquí un rato si quieres, asegúrate de cerrar bien la puerta al salir, nada mas.

La joven se acerco hasta la zona preparada como su dormitorio y dándole la espalda a su invitado se quito la sudadera y la camiseta para vestirse con un sujetador deportivo, camiseta de manga larga y pantalón de cuero negro. Termino poniéndose una bostas y una chaqueta negras de motorista y agarrando su casco.

Completamente equipada para un viaje en motocicleta, esa tan bonita que la habían regalado, Kiwa se subió sobre esta. Era satisfactorio hacerlo, sentir la suave caricia del asiento en su trasero, los cuidados controles de la motocicleta, el depósito de gasolina casi lleno…

¿Cómo de rápido iría hasta la mina? Estaba en la zona industrial de Silver City, sí, pero la mina aún estaba algo lejos.

Goodman se despidió desde una de las ventanas y se aseguró de que la puerta estuviera cerrada antes de echarse una cabezada en la colchoneta.

Kiwa se despidió de Goodman, y con el suave ronroneo del motor vibrando contra la parte interior de sus muslos, esbozó una sonrisa bajo el casco, dispuesta a darle un poco de velocidad a la mañana. Con un brusco acelerón la moto salió disparada en dirección a las afueras donde se había producido el accidente de la mina.

Los coches pasaban a toda velocidad a un lado y a otro de ella, mientras iba adelantándolos sin reducir la velocidad salvo en los casos que era estrictamente necesario.

La moto llegó al embotellamiento de la mina de Calebourne, donde había efectivamente gente corriendo lejos de la mina, gente horrorizada y que buscaba alguna manera de ponerse a salvo. Algunos llamaban a familiares y mensajeaban, otros hacían gestos a una ambulancia que no podía de ningún modo abrirse paso entre los vehículos para llegar más adelante.

-¡Mi primo está ahí delante con una brecha en la frente!

-¡Ha habido dos explosiones!

-¡POR FIN HAY COBERTURA!

-¡Y esta para el instagram…!

Siempre había algún subnormal haciéndose un selfie.

A parte de la situación de caos, los vehículos trataban de organizarse de alguna manera para salir del embotellamiento, muchos marcha atrás, otros perdían la paciencia y se llevaban coches por delante, y casi a algún peatón. La gente estaba perdiendo la calma, pero quedaba hueco para que una motocicleta se abriera paso entre esa orgia de metal y gente que era el acceso a la vía de la antigua mina que daba de comer a la ciudad. Y que dio de comer a su padre, tambien.

Aquello era un autentico caos, la carretera estaba saturada de vehículos, y por unos instantes se planteó bajar y continuar a pie para llegar hasta la mina, pero aun quedaba un buen trecho y acababa de ver un estrecho pasaje por el que podría colarse si nadie intentaba aplastarla contra otro coche.

Con un suave movimiento de muñeca, la moto salio disparada hacia la brecha en aquel muro de caucho y metal, con la esperanza de lograr cruzar al otro lado antes de que se cerrara. Era importante largarse de allí antes de que perdiera los nervios y tuviera que partirle los morros a algún cretino que no dejaba de hacer fotitos.

Kiwa consiguió abrirse hueco entre unos coches y otros, aunque casi estuvo a punto de llevarse por delante un grupo de gente que se apartaba de la acera como si esta estuviera maldita, pero no pudo ver el porqué. Más adelante, otro suceso extraño tuvo lugar en el cielo, para sorpresa de la gente que aún estaba esperando más. Ahora si había cámaras para registrarlo, aunque no cobertura en esta zona.

El cielo fue testigo de una especie de cometa en llamas que desdibujaba un par de figuras aladas. Una, con alas emplumadas blancas, la otra, con alas de murciélago. Las llamas salían de esta segunda figura, que estaba siendo empujada hacia los cielos por la que estaba debajo, esa con alas. La gente gritó asustada, pensando que caería un meteorito o algo, hubo más nervios en las calles…

Y luego un chasquido sónico impresionante, del tipo de chasquido que hace saltar las alarmas de coches aparcados, revienta cristales y del que agrietó el casco de la moto de Kiwa, aparte de hacerla temblar de pies a cabeza. Ambas figuras se perdieron en una nube de vapor que quedó en lo alto de los cielos durante un breve momento.

Después, la gente tuvo la vaga sensación de que “Algo” seguía volando más hacia arriba. Pero no se podía ver nada concreto. La distracción dejó a Kiwa anodada, pero el problema es que el tipo que iba conduciendo delante no estaba solo anodado, estaba cambiando de forma. Su cuerpo sufría convulsiones que seguramente le impedían quitar el pie del acelerador, y su coche, un Ford antiguo pero compacto, iba directo hacia Kiwa.

Kiwa observó boquiabierta el choque entre aquellas dos cosas.. o seres... o lo que fueran. Ascendieron a una velocidad imposible hasta que se perdieron de vista con un impacto sónico que casi la derribo de la moto y resquebrajó el visor del casco. Ya no tuvo mucho mas tiempo para pensar en aquello, ocupada como estaba en recuperar el control, y en evitar el coche que venia directo hacia ella.

Por desgracia no tenia ya margen de maniobra, y lo único que pudo hacer fue encogerse y prepararse para que el impacto fuese lo menos doloroso posible. Aun estaba preocupándose de eso cuando le pareció ver que el conductor del Ford estaba... ¿cambiando?

Fue algo breve, lo justo para encontrarse a sí misma tumbada sobre el capó de un coche y con medio culo hundido en el parabrisas de dicho coche. El tipo que lo conducía parecía sorprendido, y ligeramente excitado, de ver a una tipa así incrustada en su vehículo. No lo esperaba para nada. Aquello debió detener sus cambios, porque con un chasquido de huesos y un sonido como si golpearan un tambor una manada de salvajes hinchados a pastillas, volvió a su lugar. Parpadeaba y se miraba, confuso. Todo normal, como antes, salvo lo rajadas de sus ropas.

En el suelo su motocicleta. ¿Había tenido un accidente?, seguramente sí, por como la dolian los riñones. El vehiculo tenia la rueda desenganchada y la llanta abollada, ligeramente, algo que se podría reparar seguramente, pero ahora mismo había quedado inutilizado.

El ruido distante de sirenas anunció la llegada de…de…

La poli.

Kiwa conocía esa alarma. Aunque estaba alternada con las de ambulancias también.

Kiwa tardó un poco en recuperarse de la confusión del golpe. Su primera imagen fue la rueda de su moto que le jodió incluso mas que el profundo dolor de su trasero. No le había dolido el culo así desde que... pero aquello no importaba ahora. Empezó a incorporarse en aquel capó con cuidado de no cortarse con los cristales y agradecida al pantalón de cuero por estar preparado para esas cosas.

Se disponía a asegurarse de que el conductor estuviera a salvo, cuando la visión del tipo descoyuntándose trajo a su memoria lo que había visto antes del choque.

- Joder...

Con una mueca de dolor se bajo del coche mientras intentaba averiguar que pasaba allí dentro.

- Oiga señor... ¿esta bien?

Kiwa pudo ver como el hombre salía despacio del vehículo, parecía aturdido, aunque aquel estado se le pasó bastante rápido cuando pareció recordar algo. Sus músculos y huesos volvieron a crujir y duplicando su masa corporal se abalanzó sobre la artista marcial, con los ojos a punto de salir de sus orbitas. No era una imagen agradable, parecía que alguien se había pasado con los esteroides y estaba a punto de reventar por cómo se le marcaban unas venas que hacían un enorme esfuerzo en nutrir el cuerpo ahora sobre musculado. Los zapatos del hombre se rajaron, provocándole que sus pasos no fueran muy certeros, pero no tenía un propósito claro, solo sabía que tenía que lanzarse sobre Kiwa, emitiendo un grito gutural de… ¿Rabia? ¿Excitación?, aquello que colgaba entre sus piernas se había abierto paso entre el rasgado pantalón y también parecía duro y engordado, hasta límites sobrehumanos, con unas venas palpitantes.

Por el rabillo del ojo Kiwa era consciente de algo, había varios vehículos de los SWAT y la policía acordonando la zona, y varios hombres se bajaban de los vehículos ajustando armas con las cuales disparar bombas de gas. Fuera lo que fuera, parece que querían contener “algo” en la zona que llevaba hacia la mina para que no entrase más adentro de la ciudad.

No, definitivamente ese tipo no estaba bien. Acababa de deformar su cuerpo, o mejor dicho, aumentar de masa y los crujidos que producida en el proceso no eran nada tranquilizadores. ¿Pero que diablos le estaba pasando?

Pudo ver de reojo a la policía enviando efectivos armados hasta los dientes hacia la mina, pero no tuvo tiempo para mucho mas, ya que esa cosa se le echaba encima. ¿Porque tenia la impresión de que mas que furioso estaba excitado? La visión del tremendo apéndice que se bamboleaba entre sus piernas le confirmaron que no andaba muy equivocada. tenia que detenerlo antes de que hiciera daño a alguien, o a ella.

Adelantándose a sus movimientos torpes, fintó con facilidad hacia la izquierda para completar el giro y lanzar una parada giratoria que debía de impactarle en la cabeza y volver a girar para patearle el pecho con el segundo impacto.