Partida Rol por web

Tras la despedida Viv se quedó unos segundos pensativa, esa mujer era una belleza delicada, la clase de persona que Vivian Sinclair abrazaría hasta quedar dormidas las dos. Sacudió la cabeza para apartar esos pensamientos de su mente y caminó de nuevo hasta su despacho, cabeceando hacia la secretaria en su paso y llegando hasta su mesa, donde sin sentarse descolgó el teléfono e hizo una llamada para asegurarse de que el teniente O’Connor podría verla. En lo que el teléfono daba señal vació el cenicero en la papelera tras regar este con algo del agua de uno de los floreros de su mesa, para evitar que prendiera fuego a algo ahí dentro.

Todavia era por la mañana asi que si el hombre estaba en su oficina tendría tiempo de sobra para llegar allí y hablar, si es que tenia algo, y si no, una llamada descartaría todo de un plumazo y podría pasar a por la siguiente pista.

A pesar de llevar más de veinte años casado con la misma mujer y no haberle sido infiel ni una sola vez, a la mujer del teniente Joseph O'Connor no le gustaba que una mujer joven y atractiva como Vivian llamara a su casa preguntando por él. Por eso, y para evitar también pasar por la comisaría y poner al teniente en aprietos frente a sus colegas, tenían un sistema para contactar que funcionaba bastante bien donde ella llamaba a su oficina haciéndose pasar por su prima de Los Ángeles. El procedimiento habitual tras esa llamada era verse en uno de los diners cercanos y tomarse un café. En días como aquellos, Vivian perdía la cuenta de la cantidad de cafeína que llegaba a ingerir.

La relación entre Vivian y el teniente O'Connor había sido fructífera en el pasado*, colaborando en más de una ocasión. En ocasiones era Viv quien se beneficiaba de la ayuda del detective, y en otras ocasiones era él quien sacaba mejor provecho a su relación. El teniente conocía bien las motivaciones y la metodología del delincuente común, pero agradecía la información periodística que le proporciona Viv sobre las grandes empresas o los ricos y famosos. A cambio, él siempre estaba encantado tantear a alguno de sus sospechosos, o incluso detenerlo para someterlo a interrogatorio si Viv le ofrecía una buena justificación.

Joseph O'Connor era un tipo alto y de espaldas anchas, bastante en forma, mandíbula cuadrada y mirada fija. Vestía con gabardina, traje barato y sombrero, y no era raro verle fumando un cigarrillo. Tenía una pequeña marca en la nariz recuerdo de sus años de boxeador antes de ingresar en el cuerpo. Destacó pronto como patrullero y tras ayudar a un detective a resolver un complejo caso se ganó la placa dorada que lo acreditaba como detective inspector.

Al llegar al dinner, O'Connor ya se encontraba fumando y bebiendo un café cargado sin leche ni azúcar. Hizo un leve gesto con el rostro serio para llamar la atención de Vivian y mostró una leve sonrisa que, en su rostro serio, parecía totalmente antinatural.

—Hay tarta de arandanos y queso—le hizo saber en cuanto Vivian llegó a la mesa—. Y tiene una pinta de miedo.

-¿Qué tal todo? ¿Todo bien en casa?.- Dijo Vivian tras colocar el libro de notas en la mesa y tomar un lápiz de uno de los bolsillos. Se acordó de sacar la foto de la persona que estaba buscando en el gesto, dejándola sobre la mesa donde tratarían el asunto.

-Bueno, como puedes ver…Aquí tenemos a George, prometido de Sadie Cain…Ha desaparecido tras que se le busque como el culpable de un asesinato en un apartamento de Brooklyn, cerca del astillero…-Suspiró.- Sadie no piensa que allá sido su prometido, claro…Y yo tampoco lo creo, por lo que veo es un buen hombre. Trabaja para Fuller, es un hombre de cultura y bastante leído…¿Hay algo que puedas contarme sobre él o el caso?

Viv aprovechó para pedir otro café más, su mente debía trabajar a máxima velocidad en esos casos.

—Bueno, la tía de Mary ha venido otra vez de visita. Así que todo lo bien que uno podría estar —Vivian sabía que Joseph prefería que le pegaran un tiro a pasar un solo día con la tía de su mujer, aunque para su desgracia aquello último solía darse con bastante frecuencia en los últimos años debido al estado de salud de la anciana—. Creo que esa mujer no puede vivir sin ver el sufrimiento en mi cara.

Tras compadecerse un poco del teniente, Vivian fue directa al grano. A ninguno de los dos le gustaba dar demasiadas vueltas antes de entrar al meollo del asunto que les había llevado hasta allí. Eran bastante directos. Jospeh observó la foto sin que la imagen de George le dijera nada, pero cuando la periodista mencionó el lugar del apartamento, el detective palideció. Aquello hizo que Vivian realmente se preocupara. El teniente Joseph O'Connor levaba veinte años en el cuerpo y se había enfrentado a las peores escenas de crimen y a asesinatos que revolverían el estómago del tipo más curtido.

—¿No me digas que estás buscando a George Preston? Joder, Viv... Esa mierda es bastante jodida. He visto asesinatos impactantes, gente de lo peor, pero... maldita sea, me alegra que ese caso no se haya producido en mi distrito —El hombre se serenó con un trago de café y sacudió la cabeza no muy convencido de las palabras del alegato defensivo sobre George que hizo la periodista.

—Te cuento lo que sé del caso. En un primer momento, la policía recibió una llamada para dar un aviso de disturbios, no de asesinato. Varios inquilinos del mismo edificio declararon haber visto y oído cosas extrañas. Como no se ponían de acuerdo en lo que había sucedido, ni en si el hombre había dado un grito o no, el guardia que respondió a la llamada no forzó la puerta, pero habría sido buena idea. Cuando por fin lo hicieron encontraron el cadáver de la victima, el tal Fink —O'Connor hizo una mueca y le dio una calada al cigarrillo. Antes de soltar el humo añadió: —Hasta donde sé, el cuerpo está en el Bellevue¹.

Viv se tomó su tiempo para beber, o al menos habría gustado de paladear el café un poco. Ver la cara en el veterano teniente la hizo bajar de nuevo la taza hacia la mesa. ¿En que clase de cosas se estaba metiendo?...

-Hmm…¿Y no tenemos ningún indicio de donde puede estar George?...-Sacudió la cabeza, negando para si misma y finalmente aventurándose a beber del café.- ¿Cómo se encontró al funado? No me mires así, no es por morbo…-En parte si lo era, hacerle quebrar la expresión merecia la pena saber que le había pasado a ese hombre.- ¿Por qué la policía se lo achaca a este hombre, tenían peleas anteriores?, su prometida dijo que simplemente eran vecinos.

—La policía se lo achaca al hombre porque su comportamiento posterior al incidente fue muy sospechoso —O'Connor clavó la mirada en los ojos de Vivian mientras soltaba el humo del cigarrillo y sacudía su ceniza en el cenicero—. De hecho, por lo que sé, McAdams y su compañero, que son quienes llevan el caso, no tenían ninguna pista hasta que él desapareció. Francamente Vivian, a mí me parece un sospechoso nato. Si no ocultas nada, entonces ¿por qué huir así?

Vivian apreciaba a Joseph porque no era como los otros policías, especialmente en su sentido de la responsabilidad y su desprecio hacia quienes se corrompían, pero lo cierto es que a veces su mentalidad de policía era tan cuadriculada como la de sus otros compañeros. Podían existir mil motivos por los que alguien huyera tras una discusión en la que la otra persona aparece muerta. Pero cuando los policías no tenían muchos sospechosos se agarraban a lo que tenían como a un clavo ardiendo.

—Viv... — el interés de la periodista por ver el cuerpo le hizo ladear la cabeza y suspirar profundamente. Sabía que llevaba las de perder si quería convencer a Vivian de olvidar algo que se le había metido entre ceja y ceja así que finalmente concedió—. No he visto el cuerpo, y no tengo intención de hacerlo. Algunos de los agentes encargados del caso están empinado el codo más de lo habitual. McAdams lleva sin dormir desde que vio el cadáver. No para de tomar café para mantenerse despierto —miró hacia otro lado y chasqueó los labios, finalmente sacudió la cabeza y volvió a mirar a la periodista—. Si de verdad estás segura de querer verlo, quizá pueda mover algunos hilos para que te dejen pasar. Aunque te lo desaconsejo totalmente.

La periodista descansó sus manos entrelazadas en las piernas que había cruzado una sobre la otra, respirando profundamente. Recordó a Sadie y su expresión, esa mujer necesitaba respuestas.

-Creo que debo hacerlo, y encontrar a este hombre; su prometida lo necesita. Esta no es otra historia que acaba con un asesino…Al menos, no el hombre de la foto.- La cual por cierto recogió, para no perderla.

-¿Crees que sería posible?, ahora mismo voy un poco a ciegas, cualquier cosa podría valer…Y si es tan horroroso como dices…Quizá replantearme si de verdad no estoy persiguiendo un monstruo.

—No lo sé, Viv —dijo el policía suspirando el humo del cigarro—. Cosas más raras se han visto  —Añadió, aunque no quedaba claro si se refería a que el tipo santurrón e inocente de la foto pudiera cargarse a alguien o a que fuera inocente en contra de la opinión de la policía.

—Por experiencia sé que a veces las esposas tienen un concepto bastante equivocado de sus maridos. O mejor dicho, a veces esos cabrones tienen dos caras, ¿sabes? En casa son tan amables que los vecinos quedan impactados cuando les cuentas que el fulano con el que compartían la valla del jardín tiene tres cuerpos descuartizados en el cobertizo —O'Connor se encogió de hombros—. Rasca un poco a ver qué sale, y si ves que el tipo es un cabrón le recomiendas un buen psiquiatra a la esposa.

O'Connor recogió su fedora y apuró el café tras consultar el reloj, se puso en pie y se despidió de Vivian con la familiaridad con la que habían ido construyendo su relación en los últimos años.

—Tengo que irme, tenemos a tres compañeros de baja y nos toca repartir trabajo. Le daré a Mary recuerdos de tu parte, pásate por casa el fin de semana que viene y me cuentas qué tal llevas esto. ¿Te parece? A Mary le encantará verte, seguro que hace su famoso pollo con patatas.

El rostro de Viv se ensombreció, Joseph parecía muy convencido de que ese hombre tenia algo…Y quizá tuviera razón después de todo. Sadie no había hablado de pagar a Viv en ningún momento, claro, ¿Y si después de todo, tenía que darle la mala noticia a la mujer?...

Decidió apartar esos pensamientos y atender a Joseph, cuando este ya se disponía a marcharse Viv escuchó sus palabras, sonriendo un poco.- Me vendrá bien un cambio de aires para este fin de semana, seguro, cuenta con que nos veremos. Dale recuerdos a Mary también.-Viv se puso en pie pasados unos segundos.- ¿Cuento entonces con poder visitar el Bellevue?

El detective sonrió ante la pregunta de la periodista, sabía que no lograría quitarle aquella idea a pesar de todas las advertencias que le había dado. Es más, ahora se percataba de que era probable que hubiese conseguido el efecto contrario y que ahora a Vivian le llamara todavía más poderosamente la atención el estado del cuerpo de la victima.

—Cuenta con ello. En cuanto llegue a la oficina hago un par de llamadas. Pregunta por Phil Lenz, es el forense de la policía —tocándose el ala del sombrero se despidió de Vivian.

Viv aun se tomó su tiempo, un cigarro la venía bien para templar los ánimos. Tras despedirse de Joseph, y acordar visitarlo ese finde, la periodista se puso en pie, dirección a aquel lugar, al salir comprobó la hora, no fuera a caerle la noche encima en barrios poco recomendables, o estuviera para llover, que era otro problema.

-Phil Lenz.-Repitió para si misma, una vez caminaba fuera.

Vivian tenía varios hilos de los que tirar en aquella historia, pero el modo en el que el detective Joseph O'Connor hablaba de los restos de la víctima que descansaban en la morgue del Bellevue le llamaron poderosamente la atención. Tenía todo el día para atender los otros asuntos, así que se puso en marcha hacia el hospital.

El Bellevue Hospital había abierto sus puertas al público en 1736, y llevaba en funcionamiento desde entonces. Aquel originario hospital de dos plantas se había convertido en un complejo de veinticinco edificios con más de cien pabellones, todos ellos construidos sobre tierras de labranza donadas en Kips Bay. Abarcaba unas doce manzanas que se extendían desde la calle 26ª Este hasta la 30ª Este, y desde la Primera Avenida hasta casi llegar al muelle. La concesión del Bellevue como institución pública no permitía al hospital rechazar a ningún paciente, vivo o muerto, y todos los días entraban en él más de cien mil. Aunque no todos salían de nuevo por su propio pie. Aparte de cirugías, departamentos especializados y consultas externas, el complejo contaba también con un pabellón para alcohólicos, otro para presos, un colegio para niños con problemas emocionales, un pabellón psiquiátrico y la morgue de la ciudad. 

El Departamento de Medicina Forense del Bellevue Hospital se encontraba en el edificio de patología, en la 29ª Este. La marea de pacientes externos que acudían al hospital a diario ayudó a Vivian a pasar desapercibida al entrar al hospital, aunque se fue haciendo cada vez más complejo a medida que se acercaba a la morgue. Cuando por fin pudo ver el cartel que indicaba que había llegado a su destino un médico con bata blanca la detuvo y le preguntó si se había perdido.

Todo un monumento al sistema sanitario el Bellevue sin duda, llegar allí y enfrentarse al mastodóntico recinto la hizo pararse y tomar aire. En un lugar tan grande tardaría en llegar a su objetivo, la parte buena es que esos lugares siempre crean confusión incluso en los propios empleados, resquicios que se pueden usar. Por suerte, para cuando la paró aquel hombre con bata Vivian ya tenía una respuesta preparada; con el cuaderno de apuntes en las manos dedicó una mirada al hombre:- Pregunto por Phil Lenz, son temas laborales.- Dijo, subiendo el cuaderno hasta su busto y oprimiendo ligeramente este desde abajo, si su apariencia de secretaria no funcionaba, esperaba que desviar la atención de aquel hombre si lo hiciera. Una sonrisa de oreja a oreja aguardaba al hombre.

La atención del hombre se desvió siguiendo el movimiento de Vivian y fue a dar con su busto, lo que le hizo ruborizarse y ponerse incómodo, como si no supiera donde colocar sus ojos. Carraspeó la garganta y miró en todas direcciones, alguna de vuelta al busto de Viv, y finalmente se giró y señaló al final del pasillo donde había una pequeña sala de descanso para los trabajadores.

—Eh, claro... Ah... ¿Lenz? Sí, sí, Lenz, el de la policía. Está... vamos a ver... Hace un rato estaba allí, en la salita. Ejem. Tenga buen día señorita —añadió agachando el mentón con cortesía y apartándose para permitirle el paso, aunque Vivian sabía que el hombre se quedaría mirando su figura conforme avanzaba por el pasillo.

Lenz era un hombre pequeño, delgado, con rosto cadavérico que lo hacía casi idóneo para trabajar en aquel lugar. En aquellos momentos estaba sentado en una de las sillas de la sala de descanso con la mirada perdida en algún punto del suelo de la sala y con un cigarro en la mano que se había consumido hasta formar un enorme cilindro de ceniza. Cuando Vivian llamó su atención dio un respingo y volvió en sí, no pareció muy interesado en atenderle hasta que mencionó el nombre del detective O'Connor.

—Con que es amiga de O'Connor. Bien, y ¿qué desea?

Viv lo sabía, así que dio algunos pasos pasado aquel hombre, y luego, se giró con una sonrisa sabedora de que le encontraría admirando las curvas de su trasero. Luego se volvió, y aceleró el paso a donde tenía que llegar, sonriendo con confianza, si surgía algún problema ese tipo comería de su mano.

-Quiero ver el cuerpo de Fink, el asesino es presuntamente George Preston…Seguro que sabe de quién hablo, debió haber “ensañamiento” con la víctima como mínimo.- Viv hizo como que consultaba sus notas, pero sabía perfectamente a que venía; simplemente quiso darle a entender al hombre que no era lo único que tenía en aquella lista de tareas pendientes.

—¿Fink? ¿Myron Fink? ¿Está usted segura?

El médico forense de la policía no pudo ocultar su perplejidad ante el hecho de que Vivian preguntara por el cadáver de ese tipo. Por supuesto sabía de quién le hablaba, el estado de su cuerpo lo convertía en uno de esos casos que no se olvidaban en una década. Tal vez en el resto de sus días, y eso que aquel hombre debía haber visto centenares de cuerpos en su dilatada experiencia profesional. Vivian tuvo que confirmarle un par de veces que era a Fink a quien quería ver, y luego aquel hombre bajito y enjuto aun le preguntó un par de veces más si estaba segura de querer verlo.

Finalmente le logró convencer de que había llegado hasta allí y que no había vuelta de hoja, vería el cadáver a pesar de todos los avisos que le estaban dando. Vivian pudo creer que lo hacían debido a su condición de mujer, no era la primera vez que querían apartarla de una escena violenta alegando a la supuesta debilidad del estómago femenino, pero algo en el rostro tanto de O'Connor como del doctor Lenz al prevenirla le dieron a suponer que la advertencia se la habrían dado de igual modo si fuera hombre.

Para llegar a la sala de cámaras frigoríficas de la morgue, tuvieron que atravesar primero una habitación llena de mesas de madera cubiertas con sábanas e instrumentos de disección. El depósito se ocupaba de los numerosos difuntos del hospital, así como de las víctimas de accidentes y asesinatos, por lo que aquella morgue era gigantesca, y era también un lugar donde no faltaba el trabajo. A aquella hora había un nutrido grupo de estudiantes de medicina trabajando sobre cuerpos colocados en las mesas, haciendo uso de diversas herramientas: sierras de huesos, escalpelos, fórceps y otras muchas de las que Vivian no quiso ni adivinar su presunto uso.

Pasando la sala de disección llegaron finalmente a la cámara donde se encontraban los cuerpos. Al estar bajo tierra y construido en piedra, el edificio contaba con una atmósfera fresca, además de lo cual había instalado un ruidoso sistema de refrigeración industrial. Pese a todo, el hedor de la muerte inundó las fosas nasales de Vivian con un desagradable aroma dulzón en cuanto Phil Lenz abrió la puerta. El forense de la policía, acostumbrado a ello ni siquiera arrugó el bigote, aunque tuvo la cortesía de ofrecer a Viv un pañuelo perfumado.

Con sus estantes, la cámara frigorífica parecía un dormitorio de macabras literas de cuyos ocupantes solo asomaban los pies por debajo de las sábanas, donde, anudado a sus dedos o tobillos, colgaban atadas con cordel unas identificaciones. Lenz no tardó en señalar aquella en la que reposaban los restos de Fink, bastante cercana a la entrada, lo que hizo suponer a Viv que los cuerpos se distribuían en orden cronológico de llegada. Fink estaba en uno de los estantes de arriba y Lenz llamó a uno de los estudiantes quien, con ayuda de una pequeña pero robusta escalera de mano, le ayudó a bajar a Fink.

En aquellos momentos, el cuerpo de Fink ya había adoptado el tono azul verdoso propio de las primeras fases de la descomposición. El forense le había cerrado los ojos, pero seguía teniendo la boca abierta, con una expresión de terror grabada tan profundamente en sus facciones que se había mantenido incluso más allá de la muerte. Su torso y el brazo que le quedaba estaban cubiertos de magulladuras redondas y amoratadas, como de ventosa. En el centro de cada una, Vivian pudo observar una herida por punción sobre un abultamiento pequeño y duro. Algunos de estos extraños bultos habían sido diseccionados por el forense para analizarlos. Bajo la línea de la cintura del cuerpo había sido necesaria la utilización de una bolsa para contener lo que quedaba de sus intestinos. Por debajo de eso, nada más. Los extremos del tejido parecían desgarrados, como si se hubieran arrancado en un acto de violencia extrema. Ahora entendía las precauciones que todos habían tenido con la visión de aquellos restos. Sin duda era lo más horrible y desagradable que Vivian había visto en su vida.

Vivian empezó a preocuparse tras haber tenido que insistir tanto, ya no era por ser mujer, era porque eso le revolvería el estómago al más fuerte de los hombres. Tomó algo de aire, se inundó aún más las fosas nasales de ese perfume.

-¿Cuál fue la causa de la muerte…?.-Pregunto con la voz algo alterada por el pañuelo en su nariz, y ya prácticamente, sobre su boca para evitar que entrase olor allí también.

-¿Es todo esto obra de alguna especie de …pulpo?.- Preguntó al hombre, completamente extrañada por la forma horrenda de morir; que le hubieran sacado los intestinos era…extraño también.- ¿Buscaban algo dentro de él…? Y lo mas importante…¿un ser humano podría hacer esto…?

Sorprendentemente, Viv estaba intrigada con aquello de llegar al fondo de todo esto, quizá la brutalidad la acercaba a lo que ella quería creer: que el autor de la muerte no era quien todo el mundo quería que fuera.

Vivian se sintió impresionada por el estado de los restos de Fink, ahora entendía perfectamente que la gente tuviera pesadillas después de ver aquello. Pero Viv tenía un estomago duro y resistente, no era la primera vez que se tenía que enfrentar a un cadáver en un estado tan traumático. El estado del cuerpo en general le recordó a aquella vez que tuvo que cubrir un accidente de tren para el periódico, allí vio cuerpos igualmente desmembrados y vísceras esparcidas por todos lados. Aunque se notaba que aquí había algún tipo de salvajismo adicional. Las marcas de ventosa, en cambio, no las había visto nunca.

Lenz se sintió bastante impresionado por el aguante de Vivian, aunque no lo expresó en voz alta y solo lo exteriorizó con un arqueamiento de cejas y un ligero asentimiento. Algunos fornidos agentes habían estado allí donde ella estaba y les habían temblado las piernas, alguno había echado la papilla incluso.

—La causa de la muerte fue un evento coronario agudo —Lenz recibió la mirada de Vivian sobre el pañuelo y fue más preciso—. En otras palabras, le falló el corazón. Las magulladuras y las mutilaciones que presenta el cuerpo tuvieron lugar inmediatamente después de la muerte, lo que hizo que el veneno se quedase alojado bajo la piel en lugar de filtrarse al flujo sanguíneo  —Lenz había pronunciado la palabra veneno como si tal cosa.

Luego señaló las punciones y los bultos en las marcas de ventosa para indicar a qué se refería con lo del veneno. Vivian pudo entender que el análisis de dichos bultos había sido lo que había llevado a mencionar aquello. Antes de que Vivian se adelantara a preguntarlo, Phil Lenz le explicó cuales eran los resultados de dicho análisis.

—Por su composición, el veneno no pertenece a ninguna especie animal conocida, pero el más parecido es el de medusa —enarcó una ceja al decir aquello, ya que Viv habia mencionado antes al pulpo.

Junto al cadáver había un informe con las notas de la autopsia y algunas fotografías de las magulladuras. En las notas se detallaba prácticamente lo mismo que el doctor Lenz le estaba contando a ella, solo que con un lenguaje mucho más técnico.

—Sinceramente, no tengo ni idea de qué ha podido hacerle eso y mucho menos los motivos que le llevaron a hacerlo. En mi juventud estuve destinado en la costa de California y vi ataques de animales similares a este. Calamares gigantes que atacaban a los pescadores y surfistas y dejaban una fila de magulladuras parecidas —Lenz parecía dudar de lo que él mismo estaba sugiriendo—. Pero, ¿cómo puede un calamar atacar a alguien en tierra firme?

-¿Cómo es que…la policía le achaca este crimen a una persona?, es prácticamente imposible, es como si acusaran al presunto asesino de tener un calamar encerrado en su piso, manteniéndolo con agua de mar, ¿qué tamaño puede tener a juzgar por las marcas? ¿varios metros?. No tiene sentido alguno…La investigación debería ser reabierta, señor Lenz ¿no cree?-Vivian no daba crédito; esto parecía mas un accidente con un ser desconocido que un asesinato.

-Mientras tanto hay una mujer sufriendo, y un hombre que se ha dado a la fuga por temor a que le inculparan de esto. Quizá temiera la investigación porque haría salir a relucir otros trapos sucios suyos, pero una temporada a la sombra a veces es mejor que toda una vida de estar huyendo del lugar donde vive su prometida.

Una vez más Vivian quiso proteger a Sadie; cuando la policía indagaba hallaba quizá, otros delitos, ese podía ser el motivo que llevó a su prometido a marcharse, quizá llevándose algo consigo, quizá aquel proyecto que tenía…era ilegal. No lo sabía aun.