Partida Rol por web

Impulso ascendió más rápidamente de lo que pretendía, no terminaba de conseguir controlar eso de volar. Cuando por fin parecía que iba a la velocidad que quería, miró hacia arriba y vio a varios tripulantes apuntándole con un cañón.

Mierda.

Impulso observó sus opciones, estaba colocado entre los edificios y tratar de ocultarse y salir de su vista parecía la opción más sensata hasta que empezara el combate.

Impulso fue el primero en lanzarse volando para esconderse detrás del Pyramid Plaza, pero no tuvo mucho éxito, los piratas espaciales estaban ojo avizor y descubrieron sus intenciones. Sin demorarse más, comenzaron a descargar una serie de cañonazos contra él.

De las diez bolas que le lanzaron, tan solo ocho le golpearon, pero solo dos de ellas lograron atravesar su escudo electromagnético. Impulso sintió un gran impacto que le golpeó en el estómago y le dejó algo aturdido. El pobre joven cayó al suelo antes de que pudiera darse cuenta. Aún estaba consciente, pero se sentía suficientemente mareado como para no poder hacer nada. En cuanto las balas cayeron al suelo, explotaban sobre el mobiliario urbanístico, haciendo explotar coches, paradas de autobús e incluso árboles o fuentes. El caos comenzaba a generarse por momentos.

Pero si de algo había servido el ataque de Impulso, había sido para hacer de señuelo, logrando así que Francesca, Ulrich y Jaime se introdujeran en el edificio sin ser vistos y pudieran acceder a los ascensores que comunicaban directamente con la azotea del edificio.

Johnathan se dio cuenta que sus intenciones habían sido en vano, Impulso había salido volando por los aires, y ante aquello, el joven no podía hacer nada. Así que se quedó, allí gritando sin lograr que ninguno de los marineros a bordo se preocupasen de él.

Pero ahora que Impulso no parecía ser un problema, los piratas espaciales observaron al que había gritado antes. Los cañones se giraron a gran velocidad hacia Johnathan y las bombas salieron disparadas contra él, logró esquivar seis de ellas, que una vez más hicieron que parte de la ciudad saltase por los aires, pero las otras cuatro le impactaron de pleno, con tan mala suerte que lo dejaron completamente incoscientes.

Afortunadamente, lo que parecía haber sido un sacrificio por parte de aquellos dos metahumanos les había dado algo de ventaja a Ulrich, Jaime y Francesca, pues ni el Kapitán Krak-En, ni ninguno de sus sicarios habían podido ver que estaban junto al anclaje que accedía directamente al barco. Si seguían siendo igual de sigilosos como hasta ahora, quizá lograsen abordar el barco sin que nadie los descubriese. Además, Impulso parecía volver a recobrar el conocimiento, eso quizá les daba algo más de ventaja, pues podía volver a hacer de señuelo en caso de que fuera necesario.

La directora de la Academia miró a Ikari con un rostro enrojecito. ¡Te hemos dado acogida a cambio de tu ayuda! ¿Y así es cómo nos lo devuelves? Disculpame, pero si vas a ser más una molestia que una ayuda, ahí tienes la puerta. Por nosotros puedes largarte ya, no necesitamos más parásitos. Dijo con muy malos humos la joven y hermosa directora.

Una vena de la sien de Ikari empezó a vibrar y, eso, no era buena señal para el resto.

¿Parásito?, ¿yo parásito?, no te atrevas a decirme semejante cosa. No sabes cómo actúo ni las consecuencias que puedo desencadenar, así que antes de volver a comportarte como una niña mimada, observa bien, porque tienes ante tus ojos un problema para el mundo - le contestó a la directora sin inmutarse.

Que me adoptaran en Freedom City, no quiere decir que necesitéis que os ponga en peligro la ciudad.

Dejad que me concentre dijo Jaime, cerrando los ojos y visualizando a su enemigo. Estaba claro que ese capitán cara de pulpo era el que mandaba. ¿se amotinarían el resto de piratas si éste les daba órdenes contradictorias? Sólo le cabía esperar que no.

La imagen del cara-pulpo se empezó a formar en la mente de Jaime. Veamos qué podemos hacer con él...

Esa es la idea, y eso es precisamente lo que quiero averiguar, de lo que eres capaz. La ciudad está en peligro, y eso implica que tú también. Si tú no ayudas a los demás, entonces puede que acaban tanto con ellos como contigo. Y observa bien tú, la que tiene un problema con el mundo eres tú. Y mira allá arriba, el mundo tiene muchos más problemas que tú. ¿No te parece?

Advertidos estáis - le contesté sin lugar a réplica.

Ikari avanzó unos pasos hasta situarse lateralmente, a un par de palmos de la Sra Gardener. Se frotó las manos, se las acarició, como queriendo relajarse. Tres segundos después, susurrándole al oído le dijo:

No tardaré, seré breve.

Y marchó en dirección al foco del problema.

francesca suspiro aliviada al abrirse el ascensor y comprobar que no los recibia una andanada de disparos, era señal de que aun no sabian que estaban alli. A solas dudaba que la hubiesen descubierto, pero sus dos acompañantes no parecian tan sigilosos.

 De acuerdo, ocupate del capitan y el grande y yo nos encargaremos de sabotear la nave. O barco. O lo que sea eso... trasmitio Fran mentalmente a Ulrich y Jaime, lanzandole una mirada reprovativa a Jaime por hablar en voz alta. Tratemos de mantener el sigilo. 

Acto seguido, Fran se aproximo sigilosamente hasta la base del anclaje, e indicando a Ulrich que se mantuviera cerca, comenzo a ascender. En prevision de que alguien pudiera asomarse (alguien tan grande como Ulrich se notaria subiendo seguro), Fran creo una ilusion alrededor de los dos, para que pareciera que era el viento lo que moviera el anclaje.

Ulrich asintió en silencio, y trató de pensar en un asentimiento, o sea, en decir que sí con la cabeza, pero mentalmente. No se le daba demasiado bien hacer esas cosas.

La cuestión era tomar el barco-nave por sorpresa, así que el gigantón se esforzó por no hacer ruido. Nada de movimientos apresurados, ni brusquedades o estallidos de actividad. Relajación. Fluidez de movimientos...

Colocado tras la joven asiática, siguió sus progresos de cerca, pisando donde ella pisaba y trepando tras ella. Su peso sin duda se hubiera notado en una cuerda normal, pero aquello era un cable muy ancho y resistente, para un barco de tamaño considerable. Prácticamente ni se les vería si se colgaban de él, mucho menos notarían sus escasos 200 ó 300 kg de peso. Sí, Ulrich no era exactamente liviano, sus músculos eran densos y tenía montones de estos, distribuidos homogéneamente en un cuerpo que rozaba los 2,50m de altura.

Impulso se puso en pie, todavía con dolor de cabeza. La discreción nunca había sido su fuerte, pero esto había sido demasiado.

Lo más rápido se apartó de la vista de los que le habían atacado, y trató de acercarse a pie por dentro del edificio.

Ikari decidió salir de la Academia Claremont, quizá algo tarde pues pudo ver como el caos se había apoderado de la ciudad, las posibles bombas que el bucanero estelar había lanzado habían hecho explotar parte del mobiliario de la ciudad, lo que incluía también los coches de los habitantes y sus hogares. Todo estaba sumido en un completo caos, pero a los únicos a los que podía ver era a Impulso y a Jonathan que se estaban reponiendo de los disparos. El resto no parecía estar por ninguna parte.

Impulso volvió a usar la misma estrategia, exactamente la misma que no había dado resultado antes, así que lo que ocurrió fue igual que había pasando unos segundos antes. Los disparos de los cañones de la aeronave interestelar retumbaron por toda la ciudad, diez gigantescas balas salieron hacia el controlador del electromagnetismo, como ahora sus movimientos eran algo más torpes, fueron siete los balazos que recibió y tres los que reventaron parte de la estructura del Pyramid Plaza. La primera bala revotó en su escudo, la segunda le golpeó pero no le hizo ningún daño, pero las otras cinco le fueron debilitando dejándole cada vez más hecho polvo. Afortunadamente logró cumplir su objetivo y alcanzó la planta baja del edificio.

Impulso había servido una vez más de señuelo para el resto, así que Francesca aprovechó para tejer un plan de abordaje en la nave, y ahí fue cuando no se sabe bien lo que pasó. Pero algo se le cruzó en la mente a la mujer, pues en lugar de hacerles aún más silenciosos, lo que provocó fue el sonido de una alarma que llamó no solo la atención de todos los bucaneros, sino también de todos los habitantes de Freedom City. Aquel estridente sonido hizo que perdieran totalmente el factor sorpresa y que descubrieran a Ulrich, Jaime y Francesca subiendo por el anclaje de la aeronave.

Entonces Jaime Nikols aprovechó la mirada del Kapitán Krak-En para entablar contacto visual con él, pero en cuanto trató de colarse en su mente sintió lo que parecía ser una barrera mental que le bloqueaba el acceso. Aquel enemigo parecía más poderoso de lo que habían pensado, pues su bloqueo mental había impedido cualquier ataque por parte del mentalista.

Así que, tras el gran fracaso por parte de la mujer, Ulrich decidó que ya no debía perder el tiempo en la picaresca, con movimientos rápidos y ágiles, se plantó en la cubierta del barco en menos que canta un gallo. Es cierto que habían llamado la atención de todos, pero al menos Ulrich ya había logrado subir a bordo.

Vaya, parece que llego tarde.

Gente huyendo, personas y niños en peligro, parte de la ciudad en ruinas.

Andando sigilosamente, procurando no hacer ruido al pisar los cristales rotos producto de las explosiones, llegó a una esquina en donde parecía que en ese lugar había habido antes una tienda de productos para niños.

Seguía oyendo explosiones, gritos, ruido infernal para los oídos, en definitiva, me estaba enervando. Todo esto hacía que en el interior de la Señora Vólkova empezase a tejerse una sensación que ella no quería sentir.

Ikari, tranquila como de costumbre, se acercó a un punto en donde poder ver al Capitán.

Todo esto es culpa tuya - me dije al ver a Krak-En.