Partida Rol por web

No iba a dejar a Ardeth solo enfrentando las embestidas de las bestias demoníacas. Revólver en mano, antorcha en la otra y una cara de perro peor que la de los lobos de ojos rojos, iluminada por las llamas.

-A tu lado, amigo.

Sonreí, de manera torva -Drac, confío en que seas buen lanzador. ¡A gruñir, chicos!

Disparé al primero que se acercó. Pies firmes en el suelo, decisión y determinación en la mirada.

Y miedo. No por mí, sino por Eve. 

¿Dónde estaba el maldito jefe de la manada? 

 Sin medir palabra, cojo otro cartucho de dinamita y, tras encenderlo, lo lanzo a los lobos, mientras digo, con una mueca divertida, mientras le decía, en tono jocoso, como si estuviera lanzando un palo a un grupo de perros que solo quisieran jugar con nosotros tres:

 - ¡Tened, bonitos, cogedlo!.

Rick enciende el cartucho usando la cara de Ardeth, no es la primera vez que lo hace y Ardeth ya está acostumbrado. Lanza el cartucho mientras Drac prepara otro y lo lanza.

El cartucho de Rick cae en medio de los lobos espectrales y al detonar podéis ver como muchísimos trozos de los mismos salen volando en todas las direcciones, impactando algunas vísceras cerca vuestra. El cartucho de Drac cae en un lateral del grupo, pero aquellos que se habían movido hacia esa parte al esquivar el que ha lanzado Rick se lo comieron y saltaron también por los aires. Se ve que no son demasiado duros. 

Ardeth aprovecha y le dispara a uno cercano con la recortada volándolo en mil pedazos. Incluso un lobo normal aguantaría más, parece que sus habilidades deben ser otras.

El resto de lobos, incluido el líder, retroceden en busca de una distancia de seguridad. Os han subestimado sin lugar a dudas, pero parece que aún no terminarán con vosotros.

Notáis como una sombra os sobrevuela oscureciendo la luna; es el mismísimo Duque que parece haberos localizado. Emite un grito que no podéis escuchar, seguramente por estar en otra frecuencia pero a lo lejos podéis ver que una inmensa sombra se va levantando en el sombre. Son ciento si no miles de murciélagos que parecen seguir las órdenes del Duque. Si os alcanza poco podéis hacer, son demasiados para poder abatirlos y solo con los rasguños de sus aleteos podríais quedar malheridos.

El Duque no se acerca a vosotros, creéis notar una sonrisa en su cara como si disfrutara de la situación. Sabéis que tenéis que moveros si queréis salvar vuestro cuello. 

A lo lejos podéis divisar a Eve, Jonathan, la dama inglesa y dos personas más que desde la distancia no reconocéis.

Un par de explosiones, seguramente de cartuchos de dinamita os indican que hay algo de acción cerca de vosotros.

Luego a lo lejos escucháis miles de pequeños gruñidos como si fueran gritos pequeños. Alzáis la vista y veis que en los bosques de alrededor del castillo se está formando una marea de murciélagos. No podéis contaros con la vista pero podéis ver que seguramente sean cientos de ellos, si no miles. Se están uniendo formando una espiral dispuestos a atacar a quién se cruce en su camino.

Parece que el Duque está llamando a sus huestes más numerosas y eso solo significa que el fin se acerca...

Pongo cara de circunstancias, con lo haber volado el pasadizo. Se hizo por causa mayor, el panico que alguno tenia en el cuerpo con lo que nos perseguia. Saco de uno de los bolsillos de mi abrigo una de las botellas de agua bendita. 

- A grandes males, la iglesia viene al rescate. El resto estan ocupandose de lobos - murmuro mientas me contengo de darle una colleja a mi hermano - Muy delicadas hermanito, nos rompemos las uñas peleando contra las momias resucitadas de sacerdotes infames o derribamos puertas para entrar en habitaciones. Las hormonas. 

Ahora tenemos que llegar a los caballos si estan vivos o al pueblo o a algun lugar sagrado seguro cercano.

Levanto la mirada al cielo y esto tiene mala pinta. 

-Ah0ra necesitamos ese refugio si o si...

Las explosiones que resonaron a lo lejos me hicieron pensar que los chicos había utilizado la fuerza bruta para salir con vida del castillo. Para eso estaba la dinamita, ¿no? En ese momento recibí la colleja de mi hermanita y me llevé una mano al cuello.

-¡¡Auuuu!!

Por lo visto le había molestado mi comentario, tal y como había sospechado. Eso era... gracioso.

Pero los gruñidos que escuchamos cerca ya no me hicieron tanta gracia, y mucho menos cuando vi aquella bandada de murciélagos que se estaba formando en el cielo.

-Estoooo.... creo que deberíamos marcharnos de aquí... o escondernos en alguna parte, ¿no pensáis vosotros? -dije en voz alta.

Mi hermanita opinaba lo mismo que yo, así que no había otra que ponerse en movimiento.

-Pues a qué esperamos -dije, empezando a caminar para seguir alejándonos, mientras no dejaba de mirar el cielo, porque me veía dentro de poco corriendo otra vez a toda velocidad.

Reí como un poseso admirando como aquellos perros o lobos del infierno saltaban por los aires en decenas de trozos sanguinolentos. -Comed pólvora, malditos. 

Luego, abrí fuego con los dos revólveres, buscando acertar al jefe de la manada. -Vamos, chicos, dadles duro con todo, demostremos que no nos dan miedo esos colmillos del averno.

Entonces, a la vez, me di cuenta de la huida de las damas, del malnacido duque y de sus asquerosas mascotas. -Diablos, eso parece una marabunta de murciélagos. 

Tenía claro que debíamos proteger a las "tres" chicas. ¡Drac, Ardeth, cuidad de ellas! Intentaré distraer a estas monadas.

Aticé el aire con la antorcha. Bueno, que no se si los bichos me verían o se guiaban de aquella forma tan peculiar de los sonidos. Y corrí en dirección contraria a Eve , la dama y Jonathan, atrayendo a las ratas aladas. En algún momento, cuando las tuviese encima saltaría para cobijarme debajo de ruinas, troncos caídos, hondonadas o lo que pudiese aprovechar del terreno y el entorno. 

 Escuchando lo que Rick dice, asiento, pensando en la seguridad de las mujeres:

 - De acuerdo, pero no se te ocurra morirte o tu mujer nos mata.

 La frase no era ninguna broma, esa mujer tenía más peligro que los lobos. A continuación traté de echar a correr para reunrme con el resto del grupo.

Rick intenta ser el señuelo para evitar que la nube de murciélagos ataque al resto, por lo que sale corriendo en dirección contraria mientras Drac y Ardeth corren a reunirse con la otra parte del equipo.

El problema es que no sale como él querría al cien por cien, mientras corre llamando la atención de la hueste de murciélagos. Estos logran atraparlo antes de que pudiera ponerse a cubierto. Está rodeado y nota como decenas de murciélagos, los de mayor tamaño, logran agarrarlo y levantar el vuelo llevándolo como si fueran aves rapaces con su presa. 

El resto del grupo puede ver cómo Rick es llevado volando por los murciélagos hasta un claro en el camposanto. El resto camina en su encuentro sabiendo que podría necesitar ayuda. Pero parece que es depositado intacto en el suelo , luego los murciélagos parecen buscar al resto y los "guían" hasta ese mismo sitio. No les hacen daño pero si se muestran hostiles los llevarán volando sin poder evitarlo. Aunque podáis matar a unas decenas, o a algún ciento quedarán infinidad de ellos. 

Cuando os reunís todos, incluyendo a los dos hermanos mordavos que estaban con Eve, Jonathan y la dama inglesa. El señor de esas tierras hace acto de aparición y se posa en tierra a unos diez metros de vosotros.

El Duque aplaude por vuestra magistral huida, y os felicita por ello. Examina el camposanto, del que podéis ver cuerpos de zombies putrefactos abatidos por vosotros y por los que se quedaron cerrando el camino al pasadizo. 

- Mi enhorabuena damas y caballeros, en trescientos años nadie había logrado abandonar mi castillo. Vuestra hazaña será recordada, habéis matado a muchos de mis muertos vivientes... - mira hacia los dos mordavos - Veo que hay algunos súbditos míos que os han ayudado. - los mira fijamente y podéis ver un fulgor rojo sangre en sus ojos  - Con vosotros ajustaré cuentas después, queráis o no acabaréis sirviendo en mi guardia. Vivos o muertos.

Con esa amenaza pasa a dirigirse a vosotros.

- Devolvedme a mi bella dama inglesa, y podréis marcharos. Os prometo que saldréis con vida de Mordavia, con solo el salvoconducto que no volveréis a pisar esta tierra nunca más sin ser invitados. Solo castigaré a los jefes de las aldeas que os hayan ayudado,  serán decapitados para evitarles una agonía innecesaria aunque preferiría que se pudriesen sus cuerpos colgados de un árbol durante meses. - hace una pausa - Pero hoy me siento magnánimo. ¿Aceptáis o no?

Dicho esto, en su mano derecha aparece una enorme espada de acero negro.

- Si no aceptáis acabaré con vosotros - dice señalando a los hombres, Jonathan incluido - y ambas mujeres se quedarán para siempre en estas tierras. No tenía pensado tener concubina, pero mis antepasados otomanos las tenían. - hace otra pausa y le manda un beso a la señorita Hartman. - Si decidís que no lucharéis contra mí, pero de manera honorable. Podréis desafiarme a un duelo, y para ser justos podréis luchar contra mí los cuatro a la vez. - mira para los dos mordavos - Ellos no, que son unos pobres plebeyos y no quiero ensuciar mi inmaculada reputación. 

Os mira atentamente, sabéis que si os negáis a luchar hará algo para acabar con vosotros. Estáis en un camposanto rodeado de miles de murciélagos. Eso significa que resucitará a muertos y os lanzará a sus huestes aladas. Además a lo lejos aún escucháis aullidos de sus lobos espectrales. Si no fuera poco, tarde o temprano la guardia llegaría hasta allí y os superan en número, aunque puede que no en potencia de fuego. 

- Podéis hablarlo entre vosotros si lo creéis conveniente... - dice sonriendo mientras un colmillo asoma en esa pérfida sonrisa falsa.

Como no podía ser menos, mi cuñado volvió a hacer de las suyas actuando como si fuese el auténtico protagonista de todo. Al oír un graznido o lo que fuera, miré hacia arriba y lo vi volando, o más bien siendo llevado por un montón de murciélagos. No sabía cómo reaccionar ante eso.

-Hay quien ha encontrado una buena manera de ahorrarse problemas en tierra, por lo que puedo ver -comenté, mirando a continuación a Ivy, y echando a correr en la misma dirección.

El problema fue que nada más llegar, también lo hizo el Draculín, aterrizando como si aquello fuese una obra de teatro y estuviese haciendo una entrada colosal.

-Oiga, por qué no vuelve a elevarse y baja dentro de un rato, cuando ya nos hayamos ido? Es que a mi esta clase de obras no acaban de gustarme; soy más de comedias.

Por supuesto, no me hizo ningún caso; ninguno en absoluto, e incluso se permitió el lujo de aplaudirnos. Después, nos hizo una oferta que la verdad, no estaba del todo mal. Después de todo, ¿qué hacíamos allí? ¿De verdad teníamos que rescatar a aquella mujer? Miré a mi alrededor para ver lo que opinaban los demás, y a pesar del silencio, me pareció que no podía ser, que de allí solo saldríamos por las malas.

-No creas que vas a asustarnos con tantas tonterías que dices. Si tus antepasados son otorrinos, los míos son podólogos, y eso significa que tenemos los pies más veloces de todo el continente. Así que más te vale tenernos miedo porque no podrás contra nosotros. Eso es lo que tengo que decir -comenté, lanzando una bravuconada que me parecía muy poco típica de mí.

Me volví entonces hacia los demás.

-Creo que deberíamos empezar a correr -les dije en voz baja, girándome una vez más con muchos dientes y una sonrisa más falsa que los billetes con los que pagaba la bebida.

Tan pronto me volví, me entraron ganas de reventarle la cara a aquel vampiro tan arrogante. Después de todo, con colmillos o sin ellos, si le rompía la nariz le iba a resultar difícil volver a sonreír y mucho menos agarrarnos con la facilidad que él pensaba. Así que me salió del alma.

Me agaché, agarré el primer pedrusco que pillé y se lo lancé con fuerza.

-Habla con esto si quieres -le grité, mientras mi mano soltaba la piedra en el aire.

Obviamente, si mi puntería disparando no era demasiado buena, tirar piedras no era lo mío. Lo cierto fue que en lugar de darle al vampiro le di a uno de los murciélagos que estaban revoloteando por encima de él como si fuese una colmena y ellos, las abejas que la ocupasen. Escuché un chillido apagado cuando la piedra golpeó al animal, y seguí el nuevo camino de la piedra hacia el tronco del árbol que había detrás del vampiro y de ahí, a la rama que había justo al lado.

La rama entera tembló como si hubiese saltado alguien sobre ella, y aunque no le pasó nada, sí que perdió el extremo de la misma, que debía estar suelta.

-¡Oops! -exclamé, al ver como el fragmento de madera se precipitaba hacia el vampiro y amenazaba con golpearle la cabeza... lo cual no era un mal final, aunque hubiese empezado de otra manera.

La rama de fresno golpea en la cabeza al Duque, lo que hace que este se gire para ver si alguien le ataca por la espalda, además ha recibido una buena herida en la espalda. La rama cae por donde quebró ya que pesa más por ese lado y encima ha formado una especie de punta que es la que impacta en la espalda provocándole una larga herida, podéis ver que al igual que los humanos sangra aunque no de manera abundante como vosotros haríais. 

Según lo que has leído sobre vampirismo, los vampiros no sangran. El Duque está sangrando, por lo que podría ser un dhampiro. Estos seres son raros, hijos de un no-muerto y una humana. Poseen el don de la inmortalidad como su progenitor no-muerto y a su vez el día no es territorio vedado para ellos. Suelen tener fobias y debilidades similares a los vampiros, aunque les atormentan o dañan menos.

Ardeth decide aprovechar la distracción y se lanza cimitarra en mano hacia el vampiro, sin guardarse nada. Es la hora del todo por el todo.

- ¡¡Por Allah!! - grita mientras empieza su carrera para impactar con el filo de su espada sobre la espalda del vampiro.

El Duque ve que es atacado pero no es capaz de esquivarlo del todo y recibe un feo tajo en la espalda. La afilada hoja le desgarra la carne y podéis ver una mueca de dolor en la cara del vampiro.

Tras el golpe se separa un par de metros de un par de potentes saltos y espera a que el resto de vosotros siga atacando. 

 Aprovechando que el noble está aturdido por sus heridas, aprovecho para apuntarle con mi Escopeta recortada a la cabeza, a bocajarro, para tratar de volársela de un tiro...

Drac aprovecha la coyuntura para acercarse con su recortada al Duque y sin mediar palabra le dispara en la cabeza. Todos veis como parte de su rostro sale volando por la fuerza dedl impacto.

Durante un instante os mira con media cara destrozada y podéis ver como se va regenerando, pero lentamente. El Duque se tambalea pero aún aguanta de pie, lo que es inaudito si fuera un simple mortal.

De su boca sale un inmenso grito de dolor que os hiela la sangre. Incluso los muerciélagos se alejan en el momento en que escuchan ese desgarrador sonido.

El duque vampiro helaba la sangre, eso era cierto. A pesar de nuestras fanfarronadas, arrogancia, y deseos de machacarle la cabeza, el tipo exhala un aura de poder nacida del inframundo que apestaba. 

Pero mis amigos no se arredraron. Drac disparó y Ardeth se enfrentó con su cimitarra, incluso Jonathan le atacó a pedradas. 

Cubrí con mi cuerpo a las dos chicas. Me di cuenta que tenía bastante caca de murciélago encima, eso casi me dio más rabia que sus amenazas. Por ello, abrí fuego contra él, en plan salvaje, con los dos revólveres, algo le haría.

-Tenemos que clavarle la estaca, de alguna forma. No se cómo, la verdad. Su fuerza y resistencia son sobrehumanas, es un no muerto. -susurré, una vez descargadas ambas armas, el olor a pólvora y azufre flotando en el humo desde sus cañones. Las recargué a prisa.