Partida Rol por web

La vida es una mierda y la caca de lechuza en mi pelo es una alegoría bastante clara. De la de gato ya ni quiero pensar. Sin embargo, la voz de Dariel me guía a través de este valle de las sombras que son las mazmorras. Ya casi no recuerdo cómo moverme por aquí, y es una gran putada. Por lo menos sé que cada vez me acerco más. 

Para cuando doy con él, va con toda la troupe. Sonrío al ahora soltero Dariel, a Julian y a Sigma. El resto me da un poco igual, aunque la asiática me recuerda a alguien... Pero bueno, en general todos los chinos me parecen iguales, así que no tampoco le doy muchas vueltas. Con un golpe de varita me quito los accesorios que son los excrementos animales mientras voy hacia ellos, quedando casi más limpia que cuando llegué a la escuela. Vaya pájaros, a saber qué están tramando ahora.   

- Eso, ¿qué hacéis aquí? -secundo a la voz misteriosa.

Me los quedo mirando unos segundos hasta que me doy cuenta de lo que acaba de pasar, y me giro hacia el rincón oscuro del que sale la voz. Instintivamente, me pongo delante de Dariel y de Jules.

- ¡Lumos! 

Pues o Stevie se ha perdido o me he quedado sola en esta misión. Lo que, confieso, me da algo de respeto. O sea, ¡yo, otra vez, sola contra tres! Y luego que por qué los planes no funcionan: ¡no con este bajo nivel de compromiso! En fin. 

Como ya me imaginaba no se van a la enfermería, sino que acaban bajando a las mazmorras y yo detrás de ellos. Empiezo a pensar que sí, es muy posible que se vayan a montar un trío, porque vaya adulador está hecho el sueco para lo borde que es luego. Da igual; yo les sigo. Si es un trío... no me dejarán unir, pero será un buen cotilleo.

ntento tacklear al mierdas de Dariel pero no, llega primero por los pelos. Lástima. Bajamos y una voz misteriosa nos hace una pregunta. No le hago demasiado caso porque probablemente sea Okazaki. Quien me importa más es Carson, quien aparece literalmente de la nada y parece no reconocerme. Tampoco es momento ni lugar para hacer presentaciones, pero imito a Steve y enciendo mi varita, solo por si las Doxys. Levi parece reaccionar de golpe y se pone justo al lado de la rubia, justo delante de Dariel. Qué melodramáticos todos. Pero si Hogwarts es el lugar más seguro del mundo.

- Bueno, tampoco os vengáis muy arriba, ¿eh? - advierto justo cuando Dariel es el primero (por poco, muy seguido por Mack) en darse cuenta de la trampilla y abrirla entre ambos - Si no llega a ser por mi, os ibais a seguir comiendo los mocos - les vacilo un poco, porque es cierto que aquí la de la inspiración he sido yo así que lo que me faltaba era que se pusieran "modo machitos orgullosos". Estoy a punto de comenzar a bajar las escaleras de la trampilla cuando dos cosas me sobresaltan: la primera, la voz debilucha que proviene de abajo - ¿Okazaki? -, y lo segundo, la aparición de Stevie, de la nada - ¡Coño, qué susto! ¿De dónde cojones sales tú? - sí, esa es mi manera de darle la bienvenida. La saludo con un toque de cabeza antes de golpear mi varita - ¡Lumos! - la enciendo antes de, decidida, ir directa a bajar las escaleras.

Claro que es entonces cuando Crautchin, quien a pesar de su fama de bueno ahora me da como "cosilla" desde que sé lo de su posesión, le da unos toques en la cabeza a Stevie, semi-divertido.

-Qué mona, Stevie, pero ya si eso te protegemos nosotros, ¿eh? - le dice, ¿de manera cariñosa? ¿Paternal? Algo así. Me aparta un poco para ser el primero en bajar, encendiendo también su varita - ¿Lance, eres tú? - pregunta mientras desciende las escaleras.

-Eso de "las señoritas primero" se ha perdido, qué pena; era una de esas cosas que me gustaban - bromeo, siguiéndole. 

El lumos que invoca Stevie me deja deslumbrado del todo. No me quema la retina de milagro.

-Eh, aleja eso ¡que no veo nada! - protesto e intento taparme los ojos haciéndome visera con la mano.

-Y ¿cómo demonios nos has encontrado? - pregunto, sorprendido de que haya aparecido de la nada. Se oye algo muy bajito, procedente del interior de la estancia inferior. Me quedo sorprendida cuando los dos rubios, la enana y el canadiense, se plantan delante de mí, bloqueándome la visión y el acceso a las escaleras de la trampilla. Creo que Padre ha tenido guardaespaldas menos eficientes, en serio. No sé qué cojones está pasando con estos dos… es casi como si se estuvieran dando de codazos el uno contra el otro.

“Alucinaciones mías, seguro que sí. Concéntrate en la tarea”, me regaño mentalmente. Y luego Sigma, después de intentar vanagloriarse, vuelve a dejarme deslumbrando al invocar otro lumos, como si no hubiera suficiente luz, joder.

- ¿Qué tal si bajamos? - me cuelo por en medio del espacio escaso que hay entre Stevie y Levi para poder alcanzar las escaleras. La huida SIEMPRE es la menor opción.

-Eh Nissa-nissa, ¿bajamos? - no espero a que responda que empiezo a descender las escaleras de la trampilla.

-¡Ei Okazaki, chilla si sigues vivo!

De repente se ha armado una discusión, ¿cuánta gente hay ahí arriba? Lance no sabe muy bien qué pensar, porque toda esa gente que hay escaleras arriba choca directamente con la idea de estar abandonado que se había armado en su cabeza. No cree que sea por altruismo, pero igualmente los ve de repente como una bendición.

— ¡Estoy vivo! — contesta, alzando la voz a todo lo que da —. O algo así... — habla, en un tono más bajo.

[Cazadores de Tesoros]

Julian y Dariel bajan las escaleras del pequeño sótano desde donde se oye la voz de Lance. Como nadie más parece interesado en salvar al asiático, el deportista y el mafioso de la escuela se quedan solos en el “rescate”. Julian ilumina la sala oscura con su varita a medida que desciende por las escaleras. Su lumos revela un habitáculo cuadrado no muy grande, con un techo algo bajo, que genera una sensación de claustrofobia total. Julian se ve obligado a agachar algo la cabeza para no rozar el techo. Las paredes de piedra están cubiertas de chorros de agua y líquenes. En el suelo hay varios desagües en las esquinas, cosa que evita que la sala se inunde con tanta “gotera”. El frío en su interior es bastante notable, hay algún tipo de corriente de aire que no se sabe de dónde procede. Hace una humedad congelante, que cala las ropas que llevan los tres. Lo raro es que el chico nipon no se haya quedado tieso o puesto enfermo con todo eso.

Al fondo, está en el suelo, atado y con capucha negra, un bulto humano: Lance.

[April en la Lechucería con el candelabro]

La joven serpiente se marcha, enfurruñada y sola, hacia la Lechucería. Hay un buen trecho hasta el sitio así que le da tiempo para estar ella sola con sus pensamientos. Y cuando cruza la puerta que da a la escalerita que da acceso a las instalaciones de las lechuzas, el aire frío de noviembre golpea el cuerpecillo de ésta, que no va muy abrigada que digamos.

[La SuperAgente 86 Cassia]

Cassia sigue a Reed y las gemelas Bowie como buenamente puede e intentando no potar con tanta risilla y miraditas de las hermanas. Una vez dentro de la red laberíntica de las mazmorras, empiezan a desplazarse con por ella sin aparente dirección determinada. O esa es la apariencia…

-Ward, sube y di a los demás que no bajen: este sitio es enano - le digo a la peliazul una vez veo la sala y el estado en el que está Okazaki. Es ese remalazo que me da a veces mi vena de Capitán y Prefecto. Además, eso también nos deja a solas a Dariel y a mi con él. No obstante, lo primero que hago, a parte de sentirme ya agobiado por el espacio y la humedad, es agacharme para llegar hasta él y quitarle la capucha - Aquí el equipo de rescate; ya si eso luego los agradecimientos, ¿estás bien? A ver, sé que no, pero me refiero a si estás herido - me intereso antes de mirar a Dariel - Tío, dame luz, voy a liberarle - espero a que me haga caso antes de apagar mi varita y señalar sus ataduras con mi varita - ¡Emancipare! 

Sigma ha subido las escaleras sin rechistar. Ella puede esperar su turno para hablar con Lance, no le importa. O bueno, en realidad, sí, porque tiene prisa por salvar el mundo mágico y esas cosas...paranoterminarcomolaprofesoraT.. Pero se está conteniendo porque no quiere parecer una perra presionando a Lance con la mala pinta que tenía.

- Aquí, MachoAlfa Crautchin dice que todos quietos, que no bajemos porque el sitio es enano. Aunque en eso tiene razón: es un puto agujero - comenta para el resto.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                

[Cazadores de Tesoros]

-Lumos- se oye la voz de Dariel y la sala se vuelve a iluminar, tras apagarse la varita de Julian. El joven mafiosillo apunta el foco de luz hacia el bulto del fondo, donde están Lance y Julian y se queda en silencio, esperando a que su amigo aproveche la oportunidad de ser el héroe del día. Le deja hacer porque sabe que en realidad necesita más aquello que él.

El Capitán de Sly apunta con su varita hacia las ataduras de Lance y lanza su hechizo. Las cuerdas que atan al huffie estaban tan enredadas como un nido de serpientes, pero el encantamiento lanzado lo desenreda como si nada. La cuerda se mueve con firmeza y rapidez, girando y deshaciendo el intrincado nudo que cerraba todo el cordaje que había mantenido inmovilizado a Lance.

Mientras éstos hacen su tarea de “salvamento” básico, el resto del grupo permanece arriba, observando o hablando, hasta que el profesor Lefay y el profesor Lippton les pillan desprevenidos. Acaban siendo expulsados y mandados a hacer cosas de “estudiantes”, dispersando al grupo y finalizando la búsqueda del “tesoro”. Lance, tras ser conducido hacia la superficie, es acompañado a la Enfermería por el profesor Lippton. A su vez, el profesor Lefay se ocupa de Julian y Dariel. Tras darles la “charleta”, ambos le ayudan a revisar el área y les deja volver a “clase”. Ashley se marcha a informar a la dirección escolar, dejando a cada uno de los componentes del grupo de caza-tesoros, con un montón de incertidumbre y preguntas sin respuesta. Por el momento.

[Enfermería]

Sheridan, al ver llegar al nuevo profesor con el estudiante desaparecido, enarca una ceja y procede a una revisión del estado del chico.

-Estás algo deshidratado y tienes unos feos moratones. Te daré una pócima para ello y otra para que descanses. Pasarás lo que queda de día aquí y ya a la noche, veremos si puedes volver a tu cama o no…

Tras eso, obliga a Lance a echarse y acomodarse en una de las camas de la Enfermería y se marcha a por la pócima sanadora. Al poco rato vuelve con un vaso que humea y sabe a regaliz. Ante la atenta mirada del Sanador, a Lance no le queda otra que obedecer.

[Ángel de Charlie Julian en Misión Subterránea]

En serio, ew. Creo que si tuviera una gemela no sería capaz de compartir un tío con ella; sería rarísimo. Y mira que sé que las rubias son unas pastelosas, pero joder, ¿es necesario? Nunca las había visto tan babosas y comprometidas con el mismo chico, que vale, tiene su punto, ¡¡pero es el mal!! ¿Saben acaso dónde van? Porque a mí me empieza a parecer que sólo están matando el rato para ligar entre los tres.

Estaba un poco de morros. Un poco bastante. ¡Porque joder, por los pelos que no había visto yo primero la trampilla! No quería tomarme la búsqueda de Lance como una competición pero al final no había podido evitarlo, en mi cabeza casi simulaba un partido de Quidditch... Pero daba igual. No podían ganar en todo, esto era un premio de consolación por el palizón que les caería el domingo. Claro que si.

Por suerte cuando Sigma vuelve logro volver un poco en mi misma y el mosqueo se me pasa.

- Jo, pobre... -Comento por lo bajini justo cuando nos pillan con las manos en la masa. Miro a ambos profesores con cara de circunstancias y tras tragar la charleta que, la verdad es que me daba un poco igual, cojo a Sigma de la mano, a Nissa del brazo y tiro d ellas.

- ¿Sería mucho acoso ir a buscar a Lance en un rato? Sé que necesitará descansar, pero tampoco sabemos si corre más peligro... -Les susurro una vez estamos algo más alejadas del resto.

Sonrío de forma casi canina cuando Dariel me pregunta cómo los he encontrado tras apartar mi varita de un manotazo. Yo siempre acabo encontrándote, pienso. 

- Trucos sucios, D -acabo respondiendo. 

El terror oculto en las palabras de Lance hacen que me compadezca de él. No lo conozco, pero el agujero oscuro desde el que nos habla me provoca un escalofrío. Un año atrás hubiera sido la primera que hubiera bajado con Dariel y con Julian, pero ahora me quedo al borde de la trampilla, fingiendo guardarla para que no se cierre. Incluso me siento aliviada cuando Sigma sube y me da una excusa al informar que Julian no quiere que baje nadie más. Si el Capitán lo dice, hay que hacerlo. 

La espera se me hace eterna. Intento entretenerme de varias formas (aunque ninguna mejor que haberle dado una paliza a Reed), sobre todo metiéndome con Nissa. 

- Nissa, sigues siendo una enana -me burlo. Mira quién habla, pero bueno-. Ahora que ya no están tus papis por aquí puedo hacerte lo que quiera sin que puedas huir -me río. 

Sé que por el castillo me apodan la Bestia, y hay que tener contentos a los fans. 

Levi, sin embargo, no creo que sea uno. Sí que supone un aliado a considerar en lo que se refiere a proteger a Dariel, pero ese momento de ponerse a mi lado como si fuera un concurso de la Asociación de Rubios en Defensa de los LeFay ha sido más cómico que alentador. Debe gastar tanto tiempo peinándose y engominándose su pulcra melena rubia que no le debe de quedar para saber cómo lanzar un hechizo. Sucios ricos, diría mi padre. De nuevo, mira quién fue a hablar. 

Cuando llega la pareja de profesores para salvar el día no puedo evitar mirarlo de soslayo a Ashley. Tengo que hablar con Dariel, así que espero fuera pacientemente mientras sacan a Lance e interrogan a la gente. Intento no llamar la atención. Yo he estado ahí de pasada; no tengo nada que ver con el japo. 

- Pssst, D -lo llamo cuando sale de la sala de interrogatorios-. Has sido convocado al Concilio de Goblins -le informo, código secreto para decirle que necesito hablar con él-. Te lo robo un ratito, ¿eh, Cap? 

Estoy apoyada en la esquina de uno de los pasadizos estrechos de los tantos que hay en las mazmorras. Es un buen sitio para esperar -nadie sabe que estás ahí a menos que te busquen. 

Cuando Dariel se acerca no puedo evitar cogerlo por el brazo, levemente, como para cerciorarme de que está ahí. Han pasado sólo un par de horas desde que salí del Expreso y todo esto todavía sabe a mentira. Hasta que no hable con Dariel y con Julian, no seré más que una rata. 

- ¿Estás bien? -le pregunto. Me hubiera gustado bajar con él a aquella submazmorra, pero me basta pensarlo para que respirar se haga cada vez más difícil- ¿Te han dado mucho la murga? 

Estar en aquella sala tan pequeña y húmeda no me gustó nada. No era como el Sótano, ese es mucho más grande y más… lleno de “cosas” que reptan y sangran. Este agujero es eso, un agujero putrefacto y frío. No me gusta.

Así que en cuanto pude salir, lo hice por patas (manteniendo la compostura lo mejor posible, por supuesto). Pero estuve ahí, al lado de mi bro, aguantando como buenamente pude, manteniendo las pesadillas hundidas en un pantano mental. Probablemente esta noche me atraparán.

Al subir las escaleras y ver a mi hermano, hago una mueca y aguanto la turra de Ash como buenamente puedo, en silencio. No tengo energías para montar una excusa, suficiente hago manteniendo alejado el Sótano. Cuando todo termina y salgo, escucho La Señal. Afirmo con un gesto de cabeza y sigo a la enana rubia.

-Adelantaos- les digo a Jules y a Levi –En seguida vamos- les aseguro a ambos.

-Un poco- respondo, acompañándolo de un encogimiento de hombros. Me quedo mirando a Stevie. Todavía no puedo creerme que esté aquí, delante de mí, como si nada hubiera pasado. Maldita enana, sería capaz de escaparse del mismísimo infierno sólo para tocarme los cojones.

-Peor será esta noche…- murmuro, mirando al vacío o al suelo o a todo a la vez.

-Ahora en serio. ¿Cómo nos has encontrado? Creía que te habías ido a jugar a las muñecas con la bocazas irlandesa. Ya sabes, haceros trencitas, pelea de almohadas en bragas… ese tipo de cosas- respondo, sin más, tratando de fingir una indiferencia y normalidad que no siento desde hace bastante.

-Aunque si hacéis una de esas, por favor, haz fotos. Te presto mi Polaroid trucada- sonrío torcidamente. Vuelvo a dirigir mi mirada hacia Stevie, cuando creo que no se da cuenta. La reviso de arriba abajo. No parece haber cambiado, no tiene… cicatrices visibles. Parece… sana. Sólo ella. Igual de bajita, plana y pelo de nido de pájaro. MEJOR. No llevaría bien que cambiase y fuera de otro… modo. No sería… Ella.

-¿Y tú? ¿Estás bien? ¿Dónde estuviste? ¿Por qué no escribiste? Sabes que me habría llegado sin delatar tu escondite… - finalmente suelto lo que tenía aprisionado en mi interior, aunque el nudo del estómago ahora se hace más evidente –Sabes cómo son nuestras redes. Me habría llegado –repito, algo apagado, mientras empiezo a rascarme la muñeca derecha.

Asomo la cabeza al pasillo principal para ver si hay gente pululando por ahí. A pesar de ya estar casi vacío, no me fío de que alguien nos esté escuchando -es demasiado peligroso. Cuando me vuelvo hacia Dariel, se rasca la muñeca. Frunzo el ceño y le cojo la mano derecha, la que se rasguña. 

- Ven -le insto-. De eso tengo que hablarte. 

Nos adentramos en el pasadizo, y me aventuro a meternos tras la primera puerta que veo: un escobero. Es pequeño, tanto que ni siquiera nosotros, pequeños y delgaduchos, no podemos evitar rozarnos. No sé si estoy más nerviosa por esto o por el secreto que estoy a punto de contarle; ser una adolescente sobrehormonada es, en ocasiones, confuso.

Insonorizo el escobero e invoco un lumos, dándome cuenta de que estamos más cerca de lo que me esperaba a oscuras. Vacilo durante un segundo, mirándolo. Esto no tiene por qué ser raro a menos que tú lo hagas raro, me digo, y bajo la varita para no cegarnos.

- Ahora sí que sería buen momento para hacer fotos -murmuro, y al darme cuenta de lo que he dicho espero que no me haya escuchado. O sí. No sé qué sería mejor-. Mira, voy a decir esto rápido, porque veo lleváis un ritmo muy frenético. Yo misma he estado a punto de darme de hostias con un noruego de dos metros hace media hora. 

Obviamente, toda esta retahíla de chorradas es para retrasar lo inevitable.

- Eres la única persona en la que puedo confiar, D. La única -le reitero-. Ni mi padre, ni mi hermana, ni mi abuelo. Sólo tú. 

Otro peso a la colección, Dariel. Ni siquiera le pido que me jure que no va a decir nada de lo que le cuente, porque sé que no lo hará. No necesito que me lo prometa; simplemente estoy segura de ello, y nunca pensaría otra cosa. 

- No podía escribirte porque estaba en Azkaban. Me han soltado esta mañana -le suelto la bomba. No me había dado cuenta de lo tensa que estaba hasta que mi cuerpo empieza a relajarse después de decirlo. Noto cómo la sangre se me va a las mejillas, y cómo la cara de Dariel se torna borrosa a medida que se me empañan los ojos de lágrimas-. Y antes estaba con mi padre, en medio del país, huyendo de los aurores -se me quiebra la voz-. Y antes...

Se me quiebra la voz. Me tapo la cara y sorbo los mocos sonoramente como la niña pequeña que soy. No quiero recordar el hambre ni los muertos. La miseria. 

- No podía contarte eso -me limpio la cara con el dorso de la camisa del uniforme, y me recompongo como puedo-. No podía arrastrarte ahí. 

Respiro hondo. 

- Dar, lo de mi padre fue una farsa. Soy tan culpable como él -confieso-. Si me han soltado, ha sido con una condición: que os espíe.