Partida Rol por web

Por estar técnicamente de vacaciones nadie esperaba que Crautchin siguiera ejerciendo de prefecto ni mucho menos, por lo que la profesora Bakshi interviene deprisa el "milagro" de Baco, arrancando mágicamente el vial de la mano de Brandon en plena transformación. Lo que recibe la profesora es un vial de mosto asqueroso, de ese que obtienes directamente de una pisada popular de uvas. Justo a tiempo.

— Cuidado, Brandon. Entiendo que os de miedo pasar frío —suelta en clara referencia a los ligeritos disfraces que lucen en el grupillo: Glackstone es la más digna, para sorpresa de la profesora. — pero nada de alcohol. Sólo unas horas más, ¿de acuerdo? Que hay niños en la fiesta. —ahora tiende la mano directamente, reclamando a Brandon el resto de vinagre que seguro llevaba en previsión. — Este Baco tendrá que ser para todos los públicos.

Está claro que no es tonta: sabe que no sólo lleva un vial de vinagre para completar su disfraz. Así que no se retira contenta hasta que Brandon le hace entrega de la bolsa que lleva, dejando detrás un cantarín "divertíos". Está claro que las consecuencias de la redada siguen activas, pero al menos el irlandés ha salido de esta sin castigo.

Honestamente, no me apetecía disfrazarme. Como dije, aprovechaba para vestirme como me gustaría hacerlo en la fiesta de los cisnes aunque no pegase con la onda creepy-bitchy que parecía ser la tendencia por los pasillos de Hogwarts. Si no, miren a la peliazul. Está más buena de lo habitual, aunque solo era por su indumentaria. Los rubios me generaban desconfianza, quizá porque el mononeuronal de Rafa lo era. – Voy disfrazada de muggle. – respondo sucinta a ambas. No sabía cómo de sincera debía ser con Sigma. – Bastante peligrosa, sí. – la miro de arriba abajo y me paso la lengua por los labios, casi instintivamente. Además de algún Gryffindor con más músculos que cerebro, no había disfrutado de una buena jornada de sexo. En algún momento tendría que ser más directa con mi compañera de cuarto.

Parecía que ambas iban a juego con personajes de Kill Bill. – Si me avisaban antes, me disfrazaba de Elle Driver. – me enfurruño un poco, pues era mi personaje preferido y varias veces me había visto envenenando el plato del abuelo. Pero lamentablemente era demasiado tarde. Me dejé llevar por el entusiasmo de Mack sin dejar de parlotear y, finalmente, llegamos. No se lo dije en voz alta, pero estaba bastante de acuerdo. No tenían nada que envidiarle a Ilvermorny por aquí. – Oye, ¿y yo qué? – le pregunto a Dariel fingiendo irritación. Estaba muy mono él, con ese disfraz de Enigma. Pero no podía culparle por preferir a Sigma: estaba francamente espectacular. Y hablando de cosas espectaculares… - Truco. – respondo a Ivy con mi mejor tono de camionero, sin poder evitarlo, de paso. Pero mi objetivo localizado estaba disfrazado de zorrita. Joder, tendría que estar prohibido tener unas piernas así. Para peor, Julian iba también semidesnudo, por lo que me costaba concentrarme. Si bien no era precisamente el sickle más brillante del tarro, la verdad era que tenía un cuerpazo. – Una pena no haberme disfrazado de sabueso. – le lanzo la pulla a Cassia, a quien todavía no había podido hincarle el diente. Mis radares habían detectado ya a los profes rondando, así que el rumor era cierto. Habría que intentar sobrevivir sin alcohol, pues.

Daniel, al tener asuntos importantes en la fiesta, había sido de los primero en aparecer en el Gran Comedor. Sí, actuar con el coro es un asunto importante de fiesta...

A ver, a Daniel le encanta el coro y no se le da mal, pero le da vergüenza que el resto de alumnos de su curso se lo tomen como algo de tan poca importancia. No es un inepto y cegato social: le afecta como a cualquiera ser el mayor del coro, más lleno de alumnos de cursos inferiores. Vestido con la túnica negra formal de Hogwarts, espera su momento junto al resto del coro jugando con sus pulgares; no se atreve a acercarse a nadie en ese plan porque quiere evitar los comentarios, al menos hasta que vuelva Lance.

Y ahí está, disfrazado de un demonio jodidamente terrorífico. La mayoría se lo estaba tomando de forma ligera (fiesta escolar, no es propiamente Halloween todavía...), pero Lance ha subido el listón y ha conseguido que Daniel de un bote y un grito al encontrárselo de frente. Los miembros jóvenes del coro no lo llevan mejor, pero detrás de ellos, el Fraile Gordo está carcajeando y aplaudiendo con alegría.
— ¡Magnífico disfraz, chico! —clama, divertidísimo.

De hecho, a Daniel le ha costado un rato reconocerle.
— Oh, dios... —resopla con una mano en el pecho. — ¡Casi me das un infarto, tío!

La verdad es que no pretendía para nada esa reacción en Sullivan ni en ningún otro de los chicos del coro -todos más pequeños que él, lo que hace comprender a Lance, ahora que lo está viendo, por qué le daba tanta vergüenza todo esto-, pero lo ha conseguido y se supone que Halloween va de esto, así que la reacción, junto con la felicitación del Fraile Gordo, hacen que detrás de la máscara Lance no pueda evitar esbozar media sonrisa.

Cuando Daniel le habla, Lance se retira la máscara, dejando ver, a medias, su rostro, en lo alto de todo ese cuerpo demoníaco en una imagen que si no es espeluznante debe ser hilarante para quien pueda verla.
— Tranquirízate — su pronunciación es cada vez más inteligible, signo de que consigue avanzar algo con las "clases" que está dando con LeFay —. Yo soy un oguro bueno — le suena raro definirse como un ogro, pero se supone que es lo que es ahora mismo.

Acto seguido, se baja la máscara.
— También he puesto voz ara máscara — ahora sí suena como un verdadero demonio. Su voz, aunque se nota que es artifical, sería realmente intimidante si fuese natural por lo cavernoso y lo rotundo de la misma, bastante diferente a Lance, que tiene un tono de voz más bien discreto.

Al poco de dejarme caer en la fiesta, Cassia aparece “de la nada” con su disfraz de…¿zorrita? Hostias, qué curioso, sobretodo el hechizo que parece haber hecho en las orejas que lleva… Va muy sexy, la cabrona, aunque el atuendo sea más para provocar que para otra cosa, que ya me la conozco yo.

Saluda, tras repasarme con la mirada (eso me gusta), y me tiende su ponche (demasiado dulce para ella), que yo seguramente me termine porque soy goloso hasta que me duele la tripa por hincharme a chuches, tal y como pasaba cuando éramos pequeños.

—    Encantado — me relamo y cojo su copa, cuando se me pasa por la cabeza el invitarla a ir juntos a la fiesta de los Swann aprovechando que ahora mismo estamos solos — Oye, C… — “oye nada”, porque aparece Glackstone, oportuna como solo sabe ser ella, así que me callo y decido dejarlo para luego. Eh, al menos me piropea; ¡segunda mirada interesada, estoy en forma!

La llegada de ésta parece abrir la veda porque empieza a aparecer todo el mundo de repente. Incluso parecía que iba a animarse gracias a O’Doherty, que ha ideado algo para colar vino… Pero no, no dura nada porque enseguida aparece Bakshi para confiscarle los viales que usa para la preparación. Yo mejor no digo nada, creo que no acabaré el año siendo Prefecto, pero para un año que busco divertirme… Bueno, quizás llegue tarde también a eso.

Cuando quiero darme cuenta ya está aquí todo el mundo, incluso Nissa, que según habido creciendo se ha convertido en un pequeño grano en el culo; no la recordaba tan puñetera de pequeña. Puede que le pida a Dariel que la ponga en su sitio como cuando éramos niños y él se metía con ella hasta que la amansaba.

Pero durante el castigo pude ver la dinámica que sigue ahora la “niña”, y lo recalca ahora cuando le suelta a Cassia esa pullita. Contengo el impulso de poner los ojos en blanco. Bueno, ya tenía toda la pinta… Aunque supongo que la culpa es mía por no haberme alejado ya de Cassia en una fiesta en la que seguro ligará. Una cosa es que sepa que se enrolla con quien quiere, y otra cosa es querer verlo; de momento no soy masoca aunque en ocasiones lo parezca. 

Veo a Levi, que ha llegado junto a Dariel y se ha quedado “descolgado” en cuanto mi amigo ha puesto los ojos en las frikis de las nuevas Hufflepuff. Seguro que termina pidiéndoles un trío porque para esas cosas no mide, el cabrón, y mucho menos ahora que ya no está con April. 

—    Eh, Montblanc — me acerco y le rodeo con un brazo por los hombros — Oye, eres estirado hasta para el disfraz — bromeo con una risa y me disculpo con las chicas (y Brandon) para llevármelo. Aún no sé dónde así que simplemente empiezo a meternos entre la gente que ya ha empezado a bailar.

La gente comienza a llegar y Levi puede dividirlos en dos grandes categorías: los que intentan disfrazarse de algo que quiere dar miedo y los que intentan mostrar la mayor cantidad de piel posible. No podía quejarse: muchas de las chicas que parecían increíblemente sosas bajo la túnica del uniforme lucían muy bien con el disfraz. Saluda educadamente a quienes se unen a su grupo (April e Ivy). Si bien no podía decir que fuera íntimo de sus compañeros Slytherin, sí que se había podido integrar medianamente bien. - ¿Enigma? – repite, mirando a Dariel sin entenderlo. – Tu comentario sí que fue racista. – replica rápidamente, conteniendo la risa por lo que había dicho de los americanos. Parecía que el chico era de esos magos progresistas que decían que todas las razas mágicas debían ser respetadas y bla bla bla. A su padre le daría un ataque si sabía que hacía buenas migas con uno de ellos. – Oye, para ser un mago sangre pura sí que sé bastante sobre la cultura muggle. Y se dice gérmenes. – lo corrige, antes de que el otro se marchase. Llega Brandon con vino, vino que es inmediatamente confiscado. Una pena. No era tan experto como Arsène, pero sí que entendía algo del mismo. Y tenía curiosidad por probar el que producía la familia de su compañero de cuarto.

Sus hermanos no tardan en llegar (Eve va de banshee y Constantin de dementor). Tal parece que Eve va a hablar con las Abejas Reina, en tanto Const acude en compañía de compañeros de Ravenclaw, lo que es un alivio para él: había temido que le costase un tanto más integrarse, pero todo indicaba que de a poco lo estaba consiguiendo. Lo distrae el calor de un cuerpo humano que se acerca a él. Por algún motivo que no alcanza a comprender, el mero contacto del torso desnudo de Julian con su espalda lo incomoda. No en un sentido desagradable, sino algo similar a como se sentiría alguien que entra por accidente a una habitación y se encuentra a una persona desnuda. Y también, por algún motivo, le costaba concentrarse; sentía demasiado calor; no le salían las palabras. ¿Estaría enfermo? – De nada... Es decir, gracias. – responde algo ido. Ni siquiera sabía lo que el otro estaba diciéndole. Entonces es que cae en la cuenta de que se encuentran en medio de la pista de baile. Mira a Jules, como sin entender qué se proponía.

Vaya. Esto no me lo esperaba. Resulta que Remy no es Remy, pero el drácula negro sí es Remy. ¿...qué? Miro al falso Remy con cara de circunstancias, apartándome un poco de él. En realidad, le miro como si fuera un bicho raro.

— Tííío... qué mal rollo... venir disfrazado de otra persona sí que no mola nada... —me callo un segundo, llevado por una repentina idea. — Y eh... ¿también llevas su...? —no sé si es porque estoy demasiado lúcido, no me sale decir "polla" así que me señalo la entrepierna.

En serio, tengo curiosidad. Pero no quiero que malentienda y piense que se la quiero ver, aunque tampoco es que no lo haya pensado, es solo que me pregunto si tiene pollón de negro y qué se siente al tener una tercera pierna. Cosas que no puedes preguntarle al verdadero.

A todo esto, escucho a O'Bhrendel y la miro con una sonrisa, aunque no me acerco ya que hay bastantes Slytherin reunidos y parece que estén en plan comuna, así que no es plan de que yo... además, hacen acto de presencia mis dos Huffies favoritas disfrazadas de... bah, a quién le importa cómo van, están tremendas. ...además, que me han dejado abandonado como un perro en cuanto no ha habido maría. No green, no Green.

Me dirijo hacia el Drácula Negro, dejando para luego eso de saludar a Sigma, Mack y a los demás, para cuando no pueda pensar tanto. Por desgracia, por culpa de la capa no puedo pasar el brazo por detrás de los hombros de Remy, así que es a Queen a quien me acerco, aunque no hablo hasta que Nana pasa de largo. Siento escalofríos de terror cuando nuestros ojos se cruzan y, por algún motivo, acabo desviando la mirada acojonado. Esta chica me da miedo.

— Ye... ¡Yeeey, Maddox man, Maddox woman! ¿Sabéis que ahora sois trillizos? —señalo al Remy que no es Remy. Bajo la voz, hablándoles en confidencia: — Creía que estaba colocado cuando me he enterado, pero nop. Porque no tengo nada y Maddox boy no es Maddox, pero eso es otro tema... Ah, ¿sabéis lo que se rumorea? Que vosotros sí tenéis algo, así que... ¿es verdad?

Aprovecho mientras Julian bebe para recrearme un poco más en la visión, y de paso tiro un poco de su capa para taparle lo que puedo. No lo sé, me da pudor por él -lo cual es divertido porque yo también voy fresquita comparada por ejemplo con mis compañeras de cuarto-, pero enseguida me doy cuenta de que es una tontería: por lo que voy viendo voy hasta tapada. No por April, por la Diosa, pero estoy segura de que he visto este estilo de disfraz en otra parte. No, está divina y de buen humor (¡ha piropeado a Jules y todo!).
— Ocupada en general, pero sí. Ya sabes cómo se ponen por estas fechas. Todavía estás a tiempo de pedirme que te cuele en la del día 31. —respondo a su pregunta, riéndome un poco al ver también su reacción a la bomba azucarada que es el puto ponche. Los mocosos de primero y segundo no van a dormir esta noche.

Dar ha subido con Montblanc, curiosamente, pero entiendo que el paisaje no es el propicio para acercarse a nosotros aunque se nos sume Ivy también. En serio, aunque ya me he acostumbrado a esta mierda, odio la situación. Claro, dile tú a April que no sea una perrita rencorosa y a Dar que deje de girar sobre los talones en la cara de los problemas: eso sería totalmente hipócrita por mi parte.

Un momento, ¿en qué estaba? Ah sí, Ivy. He cogido de la mesa unos cuantos dedos cortados que resultan ser salchichas de cerdo y pavo rellenas de salsa de arándanos, así que sólo la saludo con un toque de cabeza. La verdad no tengo ni idea de qué va vestida. No tengo ni idea de qué va mucha gente; si ella no se hubiera coloreado el pelo me hubiera costado saber que estaba disfrazada. Lo que sí reconozco es que Kill Bill lo ha petado este año (peliculón, vale), pero... Mira, necesito coger aire porque no quiero ponerme en plan ultraperra con alguien que le cae bien a Dar.

Brandon es otro que va luciendo músculos ya que los tiene, pero además viene con la considerada idea de contrabandear vino mediante el arte de la transmutación. Vamos, no he podido advertirle a tiempo porque ha sido todo tan rápido que no hemos tenido tiempo de esperanzarnos: la Bakshi, verde de pies a cabeza, aparece para confiscárselo todo a Brandon. Estoy convencida de que no se ha opuesto sólo para poder mirarle el culo mientras se va, oportunidad que yo tampoco pierdo.
— Oh bueno... —suspiro ligeramente decepcionada, chupeteando un dedo-salchicha para sacarle el contenido. — La próxima vez no vayas clamando tus intenciones con el disfraz, cariño. Por cierto, tienes que hacerme un favor de suma importancia estética. Has visto que el corset no está lo bastante apretado, ¿verdad? —me yergo, y es cuando más se nota que es demasiado grande para mi torso ahora y que no cumple su función de "apretar y recolocar". — Si tú y tu gracia mágica para la moda tenéis un momento...

A propósito de momentos, no sé cómo hemos acabado juntos y revueltos con el trío Fem-Huff, más Levi y Dariel. Me veo obligada a enfrentar de cara a Ward, que va guapísima en versión guarra de la Mamba Negra y no lo soporto. Vamos, al punto que casi se me escapa de la mente el comentario de Nissa. Oh sí, yo tenía cuentas pendientes con ella; Dariel me dijo que no pasaba nada, pero creo que ha sido una de las más afectadas por la nueva política de "pasillos limpios". Suelto el dedo que estaba comiendo en el plato, mordiéndome ligeramente el labio: ¡no puedo comer cómodamente en estas condiciones! Sonrío, pero no estoy segura de que mis orejitas de zorra no me estén traicionando, revelando mi nerviosismo, más ahora que Jules ha optado por llevarse a Montblanc por ahí.

— Eres demasiado pequeña para ser un sabueso, monada. —le guiño el ojo a Nissa, pero no me entretengo porque no siento la seguridad necesaria ahora mismo para ligármela. Hay demasiada gente para mi gusto y no puedo comer. — Ap, vamos a movernos un poco ahora que por fin han puesto música decente. —le sugiero a mi BFF con una sonrisa, tendiéndole la mano. Necesito salir de aquí, e imagino que ahora que está Dariel ella también querrá escapar, así que me la llevo de la mano con mi platito de dedos-salchicha. 

No paro hasta que la cantidad de gente nos sirve de barrera entre el grupito y nosotras, que es cuando puedo meterme tres dedos en la boca. De comida, no... Eso. Me he puesto súper ansiosa de repente.
— Vas demasiado guapa, nena. Ha sido venir tú y seguirte toda la tropa. —bromeo con ella, suspirando hondo después y toqueteándome distraída las orejas para asegurarme de que al menos no están caídas.

Oh, dios, no me esperaba para nada que Mack se pillara un disfraz a juego con el mío. ¡Brutal! Me emocioné tanto que no casi no pude reprimir dale un gran beso en la mejilla, claro que me reprimí porque había estado tan absorta en mi misma que ni siquiera me había fijado si se había maquillado al estilo muggle o con magia; y si resultaba ser la primera opción, no quería estropearlo.

—    ¡Das muchísimo miedo! — exclamo mientras salimos junto a Nissa para dirigirnos al Gran Comedor que como pensaba, no defrauda en cuanto a ambiente y decoración — Ya te digo, ¡qué pasada! — agrego al comentario de Mack acerca del mismo.

Iba comentando los disfraces de unos y otros cuando localizo a Ian con la mirada. Espera, ¿qué cojones? Entrecierro los ojos para intentar ver bien porque ¿de verdad ese es mi amigo? …no entiendo su disfraz pero eh, ¡qué guapo! Y de repente recuerdo que he estado pasando de él últimamente. Bueno, no de él porque he estado pasota en general pero es cierto que hace días no hablamos así que debería acercarme y plantarle un buen abrazo antes de que decidiera que soy una mierda de amigas…que…supongo que es verdad pero… ¡AHG!

El caso es que las sigo a ellas pero porque estoy pensando una manera de disculparme con Ian por haberme ausentado socialmente, y de repente un LeFay disfrazado de Enigma hace acto de presencia para halagarme. Sonrío.

—    ¡Muchas gracias! — exclamo, riendo por su reverencia — Tú tampoco estás nada mal, Enigma; espero que no pretendas secuestrar a nadie para algún reto intelectual por aquí esta noche… Sería difícil que salvaran sus vidas — bromeo, aunque luego me pongo seria y alzo mi katana (es de pega, pero da el pego, je… Vale, lo siento por eso; ha sido muy malo) — Yo tengo con qué defenderme así que ojito — me divierto antes de escuchar a Nissa “lloriquear” — Uy qué celosa… — arrastro la última vocal, riendo con un poco de malicia, aunque ella opta por comerse a O’Bhendel con la mirada; cosa que por otro lado, no me extraña. 

Oh, ahí está Ivy. Joder, ¿por qué esta sensación cada vez que la veo? ¿Será esto lo que siente Lian al verme a mi? Un momento, ¿qué hago pensando esto? Mejor miro al chico Slytherin que va de Baco. ¿Por qué todo el mundo es tan guapo aquí? Maldita sea. 

—    Voy a ver a Ian, ¿alguien se apunta? — cojo a Mack de la mano porque nosotras tenemos que ir juntas a todas partes, ¡para eso vamos a juego! Y en un rato también debería buscar a Akio y a Lian...

Me incorporo y sonrío torcidamente a Nissa, cuando ésta protesta porque el disfraz de Sigma acapara toda mi atención.

-No te enfurruñes conmigo. Entiéndelo, ¡hay prioridades! Y sin bragas ya te he visto un millón de veces cuando éramos niños- bromeo, soltando una risa por lo bajo. Por suerte, en seguida se distrae con Cassia (por lo visto estas dos tienen temita, porque entre una pidiéndome permiso y la otra que se le cae las no-bragas en cuanto la otra enseña algo de carne... pobre del que intente interponerse entre estas dos, really, porque va a salir perdiendo).

A pesar de estar cegado por el bellezón friki, veo como de reojo Jules se lleva a Montblanc a bailar y lo nervioso que se pone el canadiense a su lado (¿será posible que...? Nah, no creo que nadie pueda ser tan tonto de creer que tiene posibilidades... O sí). Veo pasar a Brandon y la requisa que hace Bakshi de algo (demasiado flasheado por la imagen de la profe de Estudios Muggles,  soooo sexy, creo que voy a colapsar), pero no le presto mayor atención. Mañana estaremos en casa y podremos pillar lo que nos dé la gana. No es una prioridad para mí, hoy, emborracharme hasta el culo.

-Bueh, no descarto nada esta noche- contesto a Sigma. Estoy por decirle que poca defensa le puede dar esa espada de pega contra mí, pero me callo. El jamonismo me puede.

-Es nuestra noche, nunca se sabe- sonrío encantadoramente a ésta. Definitivamente debería intentar meter ficha, igual cae algo, aunque su intento de fuga hacia Ian me deja algo frío. Desvío mi mirada hacia donde está Ian, hablando con Maddox y un vampiro negro (no tengo muy claro si ¿me ofende o me hace reír el tema?).

-Cierto. Iba a por él justamente- vuelvo a recobrar parte de mi compostura perdida. Acompaño a la jamona nº1 en pos del Ian perdido.

— ¿Eres un ogro? Estaba convencido de que eras un demonio salido del mismísimo inf... ¿los japoneses tenéis infierno? —duda Daniel, inseguro y todavía algo incómodo por el disfraz de su compañero. Eso sí, los nervios por la actuación con el coro se le han evaporado totalmente. — Desde luego, cuando vas a por algo vas a por todas, ¿no? —ríe un poco. — ¿Puedes comer con eso puesto? Si te pones a comer algo con forma de órganos vas a traumatizar a los de primero. —bromea. ¿Bromea? Sí, al menos un poco, aunque se nota que está intentando hacer conversación con Lance sin incluir al resto del coro, probablemente para protegerles de forma inconsciente. — Ay dios... —se le escapa en un suspiro al ver pasar a Jacey Duprais, vestida de enfermera putilla. Y no es un suspiro de deseo precisamente. — Esto no va a acabar bien... —aunque el acoso y derribo hacia la Hufflepuff ha ido decayendo las últimas semanas no puede decirse que a la chica se la haya absuelto todavía.

El más magnífico Blackula de la historia recibe a Ian abrazándole contra sí, entre risas.
— ¡Oh, veo que has conocido a nuestra tercera pata! Tranqui, que incluso Queenie ha picado. —chincha a su hermana, que le replica con un "¡estás acabado!" en un español muy macarrónico y le amenaza con puños antes de reírse también. Los tres hacen corrillo de amigos, abrazados por los cuellos con mucho buen rollito. Porque el tema es privado, vaya. Y porque ambos Maddox han sentido la necesidad a la vez de poner las manos en la cabeza de Ian y recrearse en su nuevo look "cortito y aseado". — No se puede tener una fama, ¿sabes? 

— Menos mal que somos los mejores...

— Tenemos verde a mano, pero si quieres cosas más chungas tiene que ser lejos de los profes.

— Estás muy bien para no tener nada, Ian. —aprovecha para observar Queen, que todavía tiene una mano en el pelo de él como si no se lo acabase de creer.

Se sube la máscara para no parecer tan intimidante cuando habla, porque es cierto que ha notado que a los chavales más pequeños casi les da un ataque cuando se ha puesto a hablar con ella puesta.
— Oguros y demonios son más o menosro mismo en nuestro forucrore — le explica, sin poder evitar sonreír cuando se ha parado para no cometer un fallo —. Y sí, tenemos infierno, pero es diferente arde Occidente — contesta —. Cuando te dije que me iba a soridarizar contigo no iba en broma, y cuando me pongo me pongo — se lo prefiere tomar como un cumplido —. No creo que pueda comer; la máscara tiene orificios pararespirar, pero no creo que dé para tanto — ahora es cuando Sullivan se da cuenta de la presencia próxima de Duprais, y Lance la mira de soslayo. En realidad, no puede estar del todo a su favor en lo que al chivatazo de la fiesta se refiere y por eso se mantuvo a un lado en los primeros días de su acoso, amén de que también tenía que cuidar de sí mismo y de sus problemas mentales, pero ha pasado más de un mes y la aparición de Reed Bagholland -y el hecho de que puede estar volviendo a las andadas en Hogwarts- le han puesto en alerta a él y al Lance que no quiere que nadie pase por lo que ha pasado él. Por lo tanto, involuntariamente, el chico tiene un ojo pegado en la Hufflepuff, por si pasase algo. Su disfraz es lo suficientemente intimidante por sí mismo como para no tener que hacer nada, y si las cosas llegasen a algún cauce no deseado hay profesores para atajar la situación... O debería.

No es que no esperase que le pillasen, es solo que haya sido delante de todo el mundo, cortando su performance. La verdad es que lo que hiciese la gente con el vino que pensaba "fabricar" era lo de menos; lo importante era poder hacer una performance completa de lo que viene siendo el dios Baco, pero bueno, adiós a una parte de la diversión.
 
— Pero... — no hace falta decir que Bakshi no ha dado opción a réplica e incluso le ha retirado el resto de los viales que llevaba encima. No es que no tenga más preparados, pero irse a por ellos sería un acto igual de temerario que el que le ha llevado a tirar por la borda una parte de su performance —. Bueno, qué se le va a hacer... —. Lo más que puedo hacer es ofreceros uvas — había pensado en rellenarlas de vino como plan B por si la magia de los viales fallaba, pero al final no lo hizo. Es lo que tiene confiar tanto en un plan A y que la improvisación le juegue a uno una mala pasada... De todos modos, la vista de Bakshi retirándose es lo suficientemente reconfortante como para que se le olvide, en parte, el chasco de no haber sido más discreto. Menudo culo tiene la profesora...

— ¿En serio te viene grande? — replica, extrañado, ya que le parece bastante raro que alguien con el ojo de Cassia para la moda haya escogido un corsé que le viene grande —. Veo que te estás tomando el quidditch más en serio que nunca, zorrona, ¡vaya tipo que tienes! — porque es cierto que ahora que puede verla más de cerca y sin el uniforme es verdad que está más delgada —. Dame un momento... — con la varita en ristre, hace un par de movimientos y un par de florituras y el corsé se hace más pequeño, apretando lo que tiene que apretar y marcando lo que tiene que marcar —. A ver... — se gira para verla de frente —. ¡Divina! Pero ten en cuenta que esto es sólo un parche. Si quieres que te lo arregle como es debido ven a verme al vestidor después de la fiesta, o ven a verme a casa en algún momento de las vacaciones si es que puedes — porque Cassia demuestra que es una mujer ocupada incluso antes de las vacaciones; no se ha dado nada de tiempo para responder y se retira con Glackstone. Brandon aprovecha que se gira para darle un cachete en el culo- aunque en realidad se ha tenido que contener para no agarrarle las tetas según le había recolocado el corsé, porque menuda obra de arte-, nada particularmente sexual; derechos de amigo gay, aunque el amigo no sea gay.

La cosa es que al final se queda él solo con Park, una de las que vino en la remesa tardía junto con él, Reed y O'Grady.
— ¿Y tú de qué vas, monada? — no logra identificar ese disfraz, como en realidad la mayoría de los que hay allí.

Uy. Hasta yo puedo darme cuenta de cuándo he interrumpido algo y, por la cara de Julian, creo que efectivamente alguien quería hablar a solas con alguien. Bueno, qué más da, porque no me voy a ir ahora que encima empieza a venir más gente, además Cassia me ha respondido en lugar de soltarme un "pírate".

- Hmm, una fiesta pija llena de estirados ricos. Puede ser divertido. -respondo, pensando en la posibilidad de encontrar algún sangre azul al que manipular. - Venga, va, ¿qué quieres a cambio de mi siempre preciada compañía?

Primero llega Ivy, a quien saludo de manera más o menos cordial... parece que la ruptura con LeFay ha servido para, por lo menos, enterrar el hacha de guerra entre las dos. Luego aparece Brandon y, woah, si no fuera tan gay no me importaría admitir que está bien potente. Aunque me interesa ese vial de vino que tiene. Putada que aparezca la profesora de Estudios Muggles y se los confisque...

- Tsk. -chasqueo la lengua, contrariada.

Y luego llega una chica (Nissa) que ¡es hasta más bajita que yo! ¡Que monada! Siento el impulso de abrazarla y secuestrarla para ponerle vestiditos y peinados cuquis, Pero... veo algo raro en sus miraditas hacia Cassia y de repente estoy muy ocupada mirándome las uñas, aunque eso no impide que salude a Levi antes de que Julian se lo lleve.

Observo a Cassia y a Brandon cuando éste empieza a arreglarle el disfraz, aunque... ¿soy yo que por culpa de la falta de sexo, veo esta escena como algo erótico? Me llevo una mano a la cara, maldiciendo al subnormal* que me tenía a pan y agua incluso antes de dejarlo. Dios, necesito una buena polla. Ya no puedo seguir autosatisfaciéndome sola o moriré. O peor, violaré a alguien.

- Vale. -acepto la propuesta de Cassia de ir a bailar, así que agarro su mano y me dejo llevar, girándome un poco para mirar a Brandon al escuchar el ruido provocado por el cachete del culo. Una vez nos hemos apartado, le pregunto a Cassia: - Oye, ¿cuál es el rollo de Brandon? ¿Le gustan las chicas o los chicos? Porque tiene más pluma que un Hipógrifo, pero luego tiene algunas cosas de machito que... no sé, para mí que le gusta tanto la carne como el pescado. O eso o le gustas, Cas.

Hablando de gustar, ya que estamos mezclándonos entre la gente, miro a ver si veo a alguien con quien me apetezca retozar. En serio, no es broma. Necesito quitar las telarañas de ahí.

"Tercera pata. Tercera pata. Tercera pata". ¿Será por haber pensado en la polla de Remy, que ahora esas dos simples palabras me llaman la atención? ¡...es que no puedo pensar en otra cosa que no sea la tercera pata de Remy! Aunque intento disimular, riéndome con las bromas de los dos hermanos, aunque no entiendo lo que ha dicho Maddox-girl en español. Sé que es español porque sé algunas palabras sueltas como "toros olé", "paella" o el mítico "Pantumaca".

- Verde, verde. Con verde estoy más que satisfecho. -les respondo, sin soltarme de ellos ni molestarme porque me estén tocando el pelo. - De hecho, tengo que hablar con vosotros de algo... pero más tarde, cuando volvamos de las fiestas.

Le dedico una sonrisa a Maddox-girl por su piropo.

- Gracias, Queen. Supongo que la poción de Julian Crautchin es milagrosa. Realmente no tengo mono, aunque sí es verdad que me fumaría un petilla o dos, así que... ¿a cuánto me lo dejáis? Diez gramos por ahora es más que suficiente.

En esas que se acercan Dariel, Sigma y Mack. Les saludo con un "¡Yeeeeey!" súper entusiasta y suelto a los hermanos Maddox para abrazarme con Dariel. Paso un brazo por los hombros de Sigma, acercándola a mí.

- ¡Mi trío favorito! Aunque me tengáis abandonado... -les reprocho ligeramente, siempre sin perder la sonrisa. - Eh, como molan vuestros disfraces. Aunque no los reconozco, lo siento. Mi cultura muggle se limita a lo que me enseñas, Dariel, y no me suenan.

Aún sin droga, me siento feliz estando con Dariel y Sigma cerca, así que los estrujo contra mí.

Mastico dos o tres veces otro dedo-salchichas a un lado de la boca, tragando enseguida. Quedan un par en el plato, así que supongo que me los comeré también. Pero de momento, algo incómoda, froto los dedos entre sí como para limpiarlos sin saber bien cómo mirar a April. Porque odio cuando hace eso, cuando parece que elimina de la mente la información sobre si yo me lío con una tía, o si Brandon saca si lado más hetero en presencia de jamonas. Hace tiempo entendí que eso, simplemente, no era compatible dentro de su mente. Pero significa que a veces siento que me repito.

Sabiendo la perlita que le soltó a Dariel cuando discutieron y cortaron, no puedo callarme. Además, estoy tensa y agobiada.

— ¿Para ti? Baby, Brandon lleva picando de ambos platos prácticamente desde que empezó a lustrarse la varita, y no es que sea discreto con eso. —bueno, lo mismo podría decirse de mí, pero yo he tenido que esconderme el último par de años con eso. A Brandon esas cosas se la sudan. Me chupo el pulgar con la excusa de la salsa de arándonos, pero aprovecho para darle un mordisco fuerte. — Y claro que le gusto, ¿a quién no? Bueno, quizás a ese putón de Ward; ¿cómo se atreve? —ruedo los ojos, cínica. Tenía que soltarlo de dentro. — Ya sé que te choca porque está muy cómodo con su lado femenino, pero te aseguro que Brandon folla -duro- tanto con tíos como con tías. De hecho, prefiere a las tías si no recuerdo mal. Una cosa no quita la otra, ¿sabes? 

La gente se fue animando rápidamente a lanzarse a la pista de baile improvisada para la fiesta. El cambio de registro en la música ayudó mucho en ello. Los rencores y fricciones generadas en las últimas semanas se fueron disipando a ritmo de rock y berridos de supuestos “cantantes”, en su mayoría de origen muggle. Los profesores más jóvenes se animaron a participar en el bailoteo también, aunque de forma más mesurada. Los profesores más mayores se dedicaban a observar como los demás se divertían, mientras se quejaban del ponche demasiado dulce. Pero resultó que era lo único que se podía beber en toda la fiesta, así que, a medida que fue subiendo la temperatura en la sala y los cuerpos sudorosos de los asistentes se deshidrataban, el maldito ponche fue cayendo garganta abajo, sin excepción. Era eso o morir de sed absoluta. Lo mismo pasó con la comida. A pesar de su aspecto “asqueroso” y a veces incluso perturbador, todo acabó desapareciendo en las barrigas (y michelines) de los presentes. Estaba rico y con tanto ejercicio del baile se hizo necesario.

Finalmente, llega el momento cumbre, la medianoche. Aunque no es 31 de octubre, la fiesta escolar tiene sus protocolos y uno de ellos es cumplir con la tradición del brindis de medianoche por los ancestros, por los que no están y por lo que tienen que venir. Vida y Muerte, en plena conjunción. No por nada es la Noche de las Brujas.

La música vuelve a cambiar y para el momento solemne la directora ha elegido algo menos rockero y dicharachero.

Todos tienen sus copas llenas de espumoso rojo para la ocasión. La única bebida con algo de alcohol en su composición. La directora alza su copa y el volumen de la canción bajó por arte de Flitwick, hasta oírse de fondo.

-Alcemos nuestras copas por nuestros antepasados, por los que ya no pueden hacerlo por sí mismos. Recordemos a los héroes, a los que no lo fueron y a los que dieron sus vidas por todos nosotros- esta vez la directora había prescindido de su propio lenguaje para no arruinar el momento más importante de las festividades de la sociedad mágica.

-Abracemos el futuro y demos la bienvenida a lo que nos deparará el porvenir y a aquellos que vendrán con él. Brindemos por una vida mágica larga y próspera- tras sus palabras se oyen los clincs de decenas y decenas de copas de cristal entrechocando entre ellas, amigos con amigos, parejas, amantes, conocidos, compañeros de clase e incluso enemigos acérrimos. Todos beben y apuran el contenido de sus copas. Algunos oyen la caída y el sonido de cristal rompiéndose contra el suelo, la gran mayoría no llega a oír nada de nada, antes de caer en la oscuridad mullida y fría.

APRIL THE EVIL QUEEN

La sala de su trono era oscura. No estaba hecha de otra cosa, excepto por el espejo que tenía detrás, enmarcado en una corona de flores de oro. Donde pisaba, donde se sentaba, no era más que oscuridad. La única ventana a algo que no fuera negro estaba ahí, en el cristal, en el reflejo de su belleza y juventud. En la perfecta palidez de su piel, la fuerza de su mirada y el brillo de su pelo. Le preguntaba, día a día, quién era la más bella del lugar, y pese a ser cierto que era bella -quién lo discutiría- no era menos cierto que no había nadie más a su lado. La más bella... ¿al lado de qué?.

La Malvada Reina, la llamaban, por rutina se encaró al espejo y saludó a su reflejo, frunciendo los labios con orgullo. Suficiencia. Le gustaba oírlo.

— Espejo mágico en la pared, dime una vez más, ¿de todas quién posee belleza sin par? —formuló como un encantamiento. Pero el espejo no estaba encantado; el sello O'Bhrendel que coronaba el marco era falso. La Reina lo descubrió hace tiempo, y por eso cerró los ojos para no verse responder:

— Tuya es la gracia, y ese buen par de virtudes, Reina. —oyó, pero no era su voz. No salía de su boca. Provenía exclusivamente del espejo, y sonaba a voz anciana. — Pero existe belleza más allá.

Al volver a abrir los ojos la Reina creyó haber visto el paso de un rostro conocido, bordeado de ondulaciones del color del fuego, tez aún más nívea y carnosos labios carmesí. Antes de transformarse en una versión de la propia Reina, o al menos parecida, mucho mayor y canosa. Hasta que reconoció las estimadas facciones de su abuela Jess al otro lado del cristal.

— Mi pequeña joya. —le sonrió cariñosamente. — He venido a advertirte, mi niña, pues, aunque posees la belleza misteriosa e hipnótica de la luna hay otra más bella que tú en el reino. —la Reina Malvada esperaba volver a ver ese rostro de pelo rojo que creía haber visto antes, pero curiosamente se trataba ahora de una rubia de expresión curiosa y mirada soñadora. Una belleza absolutamente contraria a ella, angelical. La voz de su abuela Jess seguía sonando por detrás de esa imagen. — La Luz es peligrosa para los que son como nosotras, April. Por eso es mejor apagarla antes de que nos ponga en peligro.

Por supuesto, ¿por qué no iba la Reina a tomarse aquello como un consejo literal? Su abuela siempre había querido lo mejor para ella, le había entregado el mundo y por eso estaba ahora en esa sala oscura. Considera llamar a su Cazador, despiadado y sin escrúpulos; Ashley daría cuenta de esa rubia rápidamente y no tendría que preocuparse. Pero, pensó también, ¿por qué tengo que depender de él, si puedo hacerlo yo misma? Así que revisó todos sus libros, y encontró una poción ideal con la que poder envenenarla. Porque el veneno es el arma de las verdaderas Reinas. Sólo debía encontrarla. Y la abuela Jess le dijo exactamente dónde.

SIGMA Y LA SERPIENTE BLANCA

Allí donde el aire huele a sal marina y la hierba es color esmeralda creció Sigma, feliz e imparable. Incluso cuando no arrastraba a sus amigos en sus bucólicas aventuras por campo y costa, se las apañaba para encontrar algo qué hacer. Al menos hasta que a su mente no le dio para más la imaginación.

Sus amigos se marcharon del pueblo, y sola, empezó a convencerse de que había una enorme serpiente marina en el puerto de Howth. Porque le pareció divertida la vez que gritó: "¡HAY UNA SERPIENTE EN EL PUERTO!" y todo el mundo se volvió histérico. Y empezó a hacerlo de vez en cuando para soltar unas carcajadas.

Es temprano por la mañana, y Sigma ha salido con el pesquero de su tío Matheus a procurarse unas caballas para comer. La vida es relajada, anodina pero segura. No es hasta que, sentada en la proa con su caña de pescar, cree distinguir una figura alargada blanquecina bajo el agua, no muy lejos de donde está ella anclada. Eh, ¿las serpientes marinas pueden ser blancas?

Regresa deprisa a puerto, nerviosa, la pobre Sigma creyendo que por fin había visto aquella gran serpiente marina que su imaginación había inventado. Si es real, ¡¡va a destrozar todo Howth!! Tiene que avisar al menos a los pescadores de que evacúen el puerto.